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Capítulo Dos.

Pasó todo el verano y no vi ni una sola vez a Dominick, tampoco es que intentara buscarlo claro, pero siempre estaba atenta a las veces que alguien salía de la casa. Solo su madre, algunas veces, nunca él.

Solo un día lo vi saliendo de su casa. Yo estaba en pijama, era como media tarde y como estaba de vacaciones, como siempre, raras veces cambiaba mi ropa de dormir por algo decente ante los ojos de los transeúntes. Estaba tranquila mirando ocasionalmente a la ventana y a mi libro, cuando lo vi.

Al diablo como estaba vestida. Necesitaba respuestas. Así que me apresuré a bajar y salir de la casa, pero cuando estaba en plena calle, él había desaparecido. Me propuse esperar a que regresara, pero me quedé dormida el resto de la tarde.

Estaba realmente frustrada. Lamentablemente el instituto empezaba hoy. Hoy. ¡HOY!

Abro los ojos y me levanto sobre un codo de golpe.

Nota Mental:

Jamás vuelvas a hacer eso. PROVOCA MAREOS.

Fin de la nota mental.

Media hora después estaba lista y a punto de salir.

—¡Nella! —grita mi madre desde su habitación.

Ruedo los ojos y subo corriendo las hermosas escaleras recién enceradas de mi madre.

—Dime — entro jadeando en el cuarto para recuperar el aliento— Diablos, necesito hacer ejercicio— digo entrecortadamente mientras apoyo las manos en mis rodillas.

—Estoy de acuerdo —ríe mi madre entre dientes— cariño, sé que ya tendrías que tener tu auto, pero sabes que ha sido un año súper difícil para nosotras. Te daría el mío pero no tiene gasolina, además, con la lluvia, me preocupa que manejes...—parlotea.

Es cierto, si bien es cierto que acabó el verano, el frío ha golpeado con fuerza. La lluvia cae a cántaros.

—Mamá —la corto, porque sé que no debería enfadarme. Efectivamente, este año no fue muy bueno; ningún año es realmente bueno desde que mi padre murió de un paro cardiaco. Me esforcé por meses para olvidar el cuadro de mi padre; tirado en el piso de nuestra sala, pálido, frío, con los ojos blancos y los labios morados-. No te preocupes, tomaré el autobús, estoy bien con eso.

Asiente y yo salgo antes de que me pregunte si desayuné. He recibido varias llamadas de atención ya que no suelo desayunar.

Me acomodo el abrigo impermeable y subo la capucha. Llueve demasiado y el hecho de llegar al instituto el primer día de clases no resulta muy apetecible.

Escucho el toque de la bocina de un auto. Otro más. Y otro. Frunzo el ceño, y me apresuro pensando que es el autobús. Entrecierro los ojos esforzándome por ver algo. Y lo veo.

Visualizo a alguien parado junto a un auto rojo que incluso en la lluvia, se puede deducir que está impecable. Sin lugar a dudas ese alguien es hombre.

Abro desmesuradamente los ojos cuando veo a Dominick parado, parado bajo la lluvia, perfectamente vestido y con la vista fija en mí.

Llego hasta él y alzo una ceja con incredulidad.

—¡Hey!, te desapareciste —digo naturalmente— pensé que habías muerto.

—Sube —ordena con una sonrisa.

—Oh no, no lo creo, tengo que ir...

—Al instituto, lo sé —dice cortándome.

< - Sube, no me apetece mojarme -> habla a mi mente. Su voz mental es más dulce que la sonora. Imagino que el día en que lo conocí estaba demasiado impresionada para notarlo. Y no es que me haya acostumbrado a la idea de alguien hablándome a la cabeza. Me pregunto cómo será la mía...

< - Hace un momento me estabas hablando verbalmente -> digo con un ligero tono de exasperación por su cambio repentino de comunicación.

< - No me apetece tragar agua de lluvia, Ann -> dice con humor mientras oigo su risa. Entonces yo también río sin saber si es por lo que dijo, o porque su risa me causa gracia.

< - Se nos hará tarde -> oigo mientras veo que señala con su cabeza hacia el interior de su auto.

Dudo por un momento y luego subo de un salto, contenta de no tener que ir en autobús, sin contar claro, que tendría que esperarlo en medio de la lluvia, en un paradero desierto, y también de estar en un lugar mucho más abrigado.

Ya adentro tengo el paraguas atracado en la puerta del auto e intento cerrarlo pero... Éste escapa de mis manos y va directamente hacia Dominick. El paraguas se cierra solo y entra por la ventana abierta en la parte trasera del auto.

< - Tienes facultades mentales para poder mover objetos con la mente e insistes en hacer cosas sencillas manualmente. Es estúpido, Ann ->dice negando con la cabeza mientras se sube y enciende el automóvil.

—¿Acabas de llamarme estúpida? —Digo alzando una ceja y mirándolo con desconcierto— Que halagador.

—Sip—contesta a mi pregunta y haciendo explotar la "p" en sus labios

—Ok —le digo ofendida.

—¿Dónde es el instituto? Es mi primer día de clases, ya sabes—dice sonriente.

—¡Oh, que felicidad!—digo demasiado alto y con tono de evidente sarcasmo — despreocúpate, te iré indicando el camino — le señalo y el auto ronronea en su arranque.

—¡Lo sé!—grita entusiasmado, ignorando lo último que dije, con un tono que me hace dudar de su opción sexual, eso me hace reír.

—Patético—murmuro.

—Estúpida—responde con total despreocupación.

—Idiota rarito—contraataco.

—Loca antifeminada—responde sin inmutarse, pero dando un vistazo por el rabillo del ojo. Probablemente lo dice por mi ropa grande.

—Feo —digo un poco demasiado fuerte.

—Auch—dice agarrándose el pecho con los ojos... ¿llorosos?—Eso me dolió Ann—dice sorbiendo por la nariz— Uno que se pasa extrañándote todo el verano, ¿y tú qué? Me maltratas. Te denunciaré—dice dramáticamente—. Por maltrato infantil—dice seriamente.

Y esto me demuestra que la apariencia de maduro, solo es apariencia. Me sorprende la confianza que demuestra conmigo.

Lo miro de soslayo y lo veo aguantando una sonrisa. Mis malditos pensamientos ya no son seguros.

Aparca en el estacionamiento del enorme edificio y se baja. Le pone llave a su puerta, da la vuelta a su auto silencio y rápidamente, y cuando pensé que me abriría la puerta como todo un caballero, la cierra con llave. Él sólo se despide con la mano de mí, dejándome encerrada y con la boca abierta.

< -¿Qué HACES? DÉJAME SALIR. ¡AÚN SIGO AQUÍ! ->pienso desesperadamente.

< - Relájate, ya sé que sigues ahí -> dice una voz en mi mente la que obviamente reconozco. Él sabe usar esta cosa.

Me concentro en esa voz y trato de hablarle con mucho esfuerzo.

< - SÁCAME DE AQUÍ ->grito mentalmente

< - No ->es lo único que dice

< - Te denunciaré, Dominick. Regresa de inmediato y ábreme la maldita puerta ->grito

< - Pero está demasiado lejos, Ann ->protesta

< - AN-TO-NE-LLA ->grito completando mi nombre.

< - Respira profundo, histérica ->dice.

< - Idiota, sácame de aquí ahora mismo ->le devuelvo.

< - En un rato ->responde

< -¿EN UN RATO? -> digo con toda la fuerza mental que me queda < - A-HO-RA -> sigo, poniéndole en cada sílaba la intensidad necesaria para que vea que hablo enserio.

< - Pasará rápido, te lo aseguro ->dice riendo.

< - Mierda Dominick, me las vas a pagar -> pienso, sabiendo que él me escucha.

< - Tienes una voz mental chillona. Horrorosa ->

< - Cállate y apúrate ->

Dejo descansar a mi mente después de tal intercambio de pensamientos. Cierro los ojos furiosa pensando en mil maneras de hacer pagar a Dominick semejante salvajada mientras espero a que ese idiota aparezca y me abra la puerta.

***

Escucho un fuerte golpe en la ventana y salto asustada. Oh rayos me quede dormida. Adormilada siento que alguien abre la puerta.

—Babeas al dormir—escucho decir a Dominick en tono de burla— Que vergüenza Ann.

—Cállate —grazno— ¿Por qué tardaste tanto?—le reclamo— ¿Qué hora es? Mierda, ¿perdí mi primer día de clases?

—Ann, cállate ¿quieres?—dice exasperado mientras me jala fuera del auto. Por desgracia, él no sabe de mis piernas descoordinadas así que me suelta justo en el momento en el que caigo de rodillas, raspándomelas horriblemente.

Cierro los ojos con fuerza soportando la humillación de haber caído de rodillas. Aprieto los dientes aguantando el dolor. Escucho su risa fuerte, incluso algunas personas voltean a ver qué sucede y eso me indigna aún más. Me levanto como un resorte, agarro mi mochila y me alejo de él dando fuertes pisoteadas y con la cabeza alzada. Aún escucho su risa y eso me saca de quicio.

—¡Ann! —Escucho que llama— Espera no te amargues —lo oigo agitado así que supongo, corre detrás de mí—. No sabía que eras tan idiota como para caerte.—Su comentario lo empeora así que camino más rápido hasta irme alejando de él—. Te llevaré en la salida, te esperaré —grita cuando se queda atrás.

Ni loca volvería a casa con él. Sé que aún mi cara está roja, lo sé porque la siento caliente. Siempre es así cuando me enfado, avergüenzo, intimido, o cualquier sentimiento que se pueda provocar. Es un hábito que me humilla más en situaciones incómodas. Me acerco a la oficina de informes y pido mi horario. Historia en la primera hora, así que me encamino al número de aula que me indica el papel.

Trato de callar los pensamientos de todos, pero no se puede. Es imposible. Hoy asistió una chica nueva, April. Cuando leí sus pensamientos me pareció una chica diferente a las demás, probablemente por ser nueva y no conocer a nadie de quién rajar. Así que para sacar mis propias conclusiones de primera mano empecé a socializar con ella. Hasta ahora, el almuerzo, he compartido todas mis clases con ella, aún no me atrevo a pedirle su horario porque sería como pedirle su número y eso es algo raro entre chicas, pero espero que siga así.

April es linda, tiene unos hermosos ojos jalados de color gris, nariz lisa pero con una pequeña bola en la punta, labios algo carnosos de un color rosa muy bajito y cara redonda con hoyuelos encantadores. Es pequeña y tiene una figura esbelta. Cuando la vi, inmediatamente la asocié con una muñeca de porcelana moderna. Es bastante alegre y vivaracha así que eso me viene bien, dado a mi tranquilidad extrema.

< - Ojalá me toquen todas las clases con Antonella, ella es agradable -> escucho su pensamiento.

—Espero que sigamos juntas en las clases—digo aprovechándome de saber sus pensamientos.

—Me leíste la mente—comenta con alegría sin saber cuán real es lo que acaba de decir.

Cuando llegamos al comedor y luego de hacer nuestro pedido nos encaminamos hacia el fondo donde encontramos una mesa vacía. Conversamos un poco más sobre nosotras. April se ha mudado hace un par de semanas y estaba aterrada de volver a empezar. Comprensible.

Ella sigue hablando y yo la escucho a medias mientras me pregunto cómo le estará yendo a Dominick en su primer día.

< - Muy bien preciosa, gracias por la preocupación. ¿Y a ti? ->me dice mentalmente con un tono claramente socarrón.

Decido ignorarlo porque el dolor palpitante en mis rodillas me recuerda el incidente de la mañana. Y no sé si es la vergüenza o qué pero aún no me atrevo a siquiera dirigirle la palabra.

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