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Capitulo Cuatro

Tengo tantas preguntas y tan pocas respuestas.

Mi madre dice que con frecuencia la vida es así. Pero no lo debería ser. Es injusto. Como también es injusto tener que levantarse temprano hoy para ir a clases.

Abro los ojos de golpe y veo el techo azul marino con pequeños puntos pintados estratégicamente como si fuesen estrellas. De pequeña, exigí que mi padre pintara mi techo así. Me gustaba el cielo lleno de estrellas. Me relajaba. El problema es que ahora no se ve como cielo nocturno por culpa de la luz mañanera. Suspiro y me levanto de la cama con una pereza infinita.

Hago la misma rutina de la mañana y salgo de mi casa dispuesta ahora a caminar todo el tramo hasta encontrar un autobús hacia el instituto. Hoy no está lloviendo así que no me preocupo mucho. Lo que si me preocupa es pensar en más preguntas que necesitarían respuesta.

Encuentro a Dominick parado al costado de su automóvil con una sonrisa de suficiencia.

— ¿Te llevo, preciosa? —pregunta.

Sin contestarle corro y subo a su auto de un salto, sonrío como si tuviésemos una confianza infinita.

Es cierto que Dominick me saca de quicio algunas veces, y que también es idiota. Pero no pasa nada entre nosotros. Tampoco es que tengamos algo romántico o cosas de esas, solo somos amigos. Además no podría soportarlo como algo más. Nuestra relación terminaría siendo inspiración para una novela, y yo terminaría como una de las “mujeres asesinas”.

Entre todas estas cavilaciones y el manejo silencioso de Dominick, no me di cuenta de un auto negro que nos impedía el paso. Me lleva un minuto darme cuenta que es el mismo auto Touring que ayer casi me atropella. Abro la boca para comentárselo a Dominick pero él ya está bajando del auto, maldiciendo.

—Quédate en el auto—murmura con ira contenida. Lo miro confundida por su reacción.

En toda mi vida leyendo libros, cada vez que esto sucedía en algún escrito y la chica desobedecía al chico, renegaba infinitamente y maldecía a la muchacha. Resulta malditamente exasperante una chica terca y estúpida. Ahora sé lo que se siente, y teniendo la curiosidad de una mujer, bajo del auto y camino junto a Dominick.

< - Definitivamente eres como Anastasia -> le dice a mi mente, haciendo alusión al personaje femenino del libro Cincuenta Sombras de Grey.

—Caballeros, ¿podrían quitar su auto de nuestro camino? Tenemos prisa—les habla educadamente Dominick.

—Dominick, que gusto verte – contesta un muchacho mientras su ventanilla baja lentamente. El muchacho debe tener la edad de Dominick, 18 años, pero sus ojos son duros, negros como el carbón, que lo hace parecer mucho más joven. Tiene la cabeza rapada con pequeñas rayas. Además de un tono de piel paliducho, acentuado aún más ya que toda su ropa y accesorios son negros. Sus facciones son duras y tiene apariencia de metalero. Pero algo me dice que no lo es, no lleva la típica camiseta de Led Zeppelin o algo por el estilo. Es como si fuese a un funeral, pero por el odio en su mirada dudo que le inviten a alguno. Ladea la cabeza con curiosidad mirándome con una sonrisa—. La encontraste. Bien hecho, para algo tenías que servir—dice sarcástico y con una sonrisa torcida.

—No la encontré. No es ella Bill. Y para mí, no es un gusto verte – responde duramente.

Me concentro en escuchar sus pensamientos y me doy cuenta que tiene el mismo bloqueo de mente que Dominick. Lo dejo pasar demasiado concentrada en Dominick y su ira.

Bill sólo sonríe y arranca el carro tempestivamente dejándonos parados en medio de la carretera.

—¿Quién era? —le pregunto con confusión a Dominick — ¿Por qué dijo que me encontraste?

—Sube—ordena.

—No—digo firmemente—no subiré hasta que me prometas que me explicarás todo esto. Estoy cansada que me des órdenes. Estoy cansada también que las siga sin saber exactamente qué está pasando.

Dominick se pasa la mano por el cabello en un gesto de exasperación.

—Te lo contaré—suspira con derrota—pero ahora no, ni hoy—aclara.

Asiento y subo en silencio. Y fue el silencio el que reinó durante todo el camino. Al llegar, él se bajó del auto, me tiró las llaves del auto diciendo que conduzca sola de regreso, que él iría a otra parte. Sólo cogí las llaves. Él ya me había prometido contarme todo, no lo debía presionar, me dije a mi misma.

***

Ya habían pasado las tres primeras clases, así que ahora tocaba comer algo. Hambrienta, me encamino al comedor junto con April. No me he permitido pensar en Dominick ni en lo que pasó durante toda la mañana. Sus cambios de actitudes me exasperaban, pero tenía preguntas y el único que podía responderlas era él. Solo tenía que aguantar.

Escucho el parloteo de April y asiento vagamente respondiéndole cuando creo que es necesario pero prestándole poca atención. Es agradable que hable mucho ya que me distrae, pero a veces resulta un poco cansado.

Poco antes de llegar al pequeño comedor principal, visualizo un pequeño tumulto de gente y me acerco para ver cuál es el motivo. Mi mente se llena de pensamientos ajenos conforme me acerco más al gentío.

Al llegar veo lo que causa el alboroto.

Una morocha de ojos grandes color café dorado, con nariz perfecta y labios carnosos. Su piel tiene el bronceado perfecto. El cabello lo tiene en ondas tan largo que llega a su cintura. Maneja un cuerpo que bien podría ser convocada para ser portada de alguna revista de Play Boy. Pechos pequeños, abdomen plano, caderas curvilíneas, piernas largas y perfectamente bronceadas. Para muchos la mujer perfecta.

Luego de ver a la morocha, me doy cuenta que el tumulto lo causaban muchos jóvenes, y algunas chicas con sus respectivos rajes.

< - Su cabello luce maltratado -> me permito escuchar sus pensamientos.

< - Muy delgaducha -> reconozco la voz de una chica

< - Que jodidamente hermosa -> ¿Una chica? Okey. Las mujeres nos permitimos admirar la belleza de nuestro género.

< - Mierda, hoy la paga mi mano ->

Inmediatamente bloqueo todos los pensamientos. Dios mío.

—Tanto alboroto por una chica—dice April negando con la cabeza—si pudiesen tirársela aquí mismo lo harían.

Asiento riendo mientras trato de sacar esa imagen mental ¡puaj! y nos sentamos en la misma mesa de ayer.

La razón por la cual ayer elegimos esta mesa, es que está separada relativamente de la del resto, pero se obtiene una vista privilegiada de todo. Bueno, fue la razón por la que yo la escogí. April solo me seguía.

Agarro una manzana de mi bandeja y la muerdo, masticando lentamente. Me pierdo observando la mordida que le di a la manzana.

—Mira ahí—dice April señalando con la cabeza.

Alzo la vista hacia donde me señala y me quedo atorada con la manzana, es por eso que me pongo totalmente roja. No. No. No. No es por eso. Es por la ira. ¡NO! Sin duda es por la manzana atorada negándose a bajar por mi sistema digestivo. ¿Cómo podría tener ira si Dominick no es nada mío?

Si. La conejita Play Boy morocha está sentada en las piernas de Dominick riendo, probablemente, de alguna de sus estupideces.

April me mira expectante midiendo mi reacción.

—Por fin me dejará en paz—sonrío ocultando todo sentimiento de mi cara, probablemente me vea hasta aburrida o eso espero.

April asiente y lo deja pasar. Sigue hablándome pero yo estoy concentrada en no hacer un show. Dominick me mintió diciendo que tenía cosas que hacer. Lo único que tenía que hacer era sentar en sus piernas a una modelo.

< - Probablemente choque tu carro, ¿Sabes? -> pienso a nadie en específico.

< - Estás celosa ->contesta Dominick riendo mentalmente aún con la coneja en sus piernas.

< - Los celos no son parte de mi sistema de emociones, Dominick ->digo sin ninguna emoción.

< - Tus mejillas rojas y tu mirada ardiente de ira me dicen lo contrario, Ann -> habla < - Y ni hablar de tus pensamientos de querer matar a esta pobre chica -> ríe.

< - Deja de meterte en mi cabeza -> digo totalmente amargada.

< - Eres ardiente cuando estás celosa -> gruñe mentalmente.

< - Eres asqueroso cuando tienes a chicas en tus piernas ->le devuelvo.

Lo miro, me sonríe y me guiña un ojo.

Al parecer la coneja se dio cuenta del gesto, pues, me mira y luego a él. Solo me permito una sonrisita de suficiencia.

Ops. Se armará una grande.

Sé que empieza a reclamarle porque la audiencia empieza a murmurar. Observo que ella mueve las manos exageradamente mientras él solo la mira con su tranquilidad exasperante.

¿Qué diablos reclama?: “Estás teniéndome entre tus piernas desde hace algunos minutos ¿y le guiñas el ojo a otra chica?”

Patético.

Lo golpea en el pecho solo como una dama lo haría.

Me rio y observo la escena de celos de la “novia” de 15 minutos de Dominick. Luego de un rato ella se aleja con un grupo de chicas detrás de ella y un grupo de chicos a su costado, Dejando a Dominick sentado con expresión divertida.

Esta chica es nueva y ya es popular. Que mierda.

—Gran actuación—murmura April divertida.

—Sin duda—aparto la mirada de Dominick y me entablo con April en una conversación más animada de lo que estoy en realidad.

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