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🎄 Especial navideño 🎄

Capítulo no canónico; JeongGuk no tiene amnesia.

Dos semanas antes de navidad.

La Navidad no había sido época de festividad ni de felicidad para YoonGi.

En su niñez, la inocencia y alegría de esas fechas donde la familia gozaba de un buen tiempo mientras veía a los niños abrir con emoción los regalos había sido aniquilada con rapidez por su madre, quien les dijo cuando le preguntaron si en verdad Santa existía que aquello no era cierto, y que solamente eran mentiras para regalarle a sus hijos cosas que no necesitaban y que podrían llevarlos por mal camino. Entonces desde ese momento ni en ningún instante se dignaron a celebrar algo que dejó de tener sentido y la inocencia de los años de la niñez.

Por eso, en esas épocas, le pareció extraño que JeongGuk luego de su trabajo viniese a preguntar en qué sitio de la casa se vería bien un árbol de navidad, cuando nunca en su jodida vida había podido presenciar, ni comprar ni decorar lo que era eso, un desperdicio de dinero. Dejó la limpieza para un momento, mirando al castaño, quien le observaba con una sonrisa un tanto cansada. Se notaba que quería descansar.

—No creo que necesitemos un árbol de navidad, JeongGuk.

—¿Cómo que no? Faltan como dos semanas, todo el mundo ha decorado su casa y nosostros no tenemos ni un bastón de caramelo —dijo como si fuese algo obvio. Aún así, a YoonGi no le daban ganas de hacer aquello. Lamentablemente no tenía ningún espíritu navideño, así que no estaba de ánimos para intentar buscar un lugar adecuado. JeongGuk se le acercó, poniendo sus manos en sus hombros para que sus ojos se encontraran más cerca—. Es el mes de la navidad, hay muchos regalos y brillo en el piso, luces de diferentes colores, comida rica... No sé cómo no te puede emocionar esta época del año, es la mejor de todas. Además, hace friito* y cae mucha, mucha nieve. ¡Anda, vamos hacerlo!

*diminutivo de frío*

No, no lo era. Los días festivos no parecían serlo. La verdad era que ningún día del año parecía ser uno de esos que la gente catalogaba tan especial. Ni siquiera su dichoso cumpleaños. Rodó los ojos en blanco, siguiendo sin poder entender la emoción que albergaban esos ojos de tono nuez que irradiaban calor y luz con esos días del año. Se dio la vuelta, siguiendo con su limpieza. No sabía la razón de la suciedad de su casa si siempre la estaba limpiando.

—No me gusta la navidad, JeongGuk. Lo mejor es no celebrar nada, no poner nada ni comprar cosas innecesarias. Todo este movimiento es únicamente hecho para que la gente gaste dinero en regalos que se dejarán tirados luego de dos semanas, y si acaso. Acá lo que se busca es la movida del dinero, nada más. Estados Unidos es perfecto en esto, eh.

Al sentir el silencio se giró de nuevo, notando que su esposo le miraba con los ojitos tristes y los labios temblorosos. Tuvo que hacer el amago de no decirle nada más, acercándose hasta donde se encontraba. Con cuidado tomó su rostro.

—Pero... Yo quiero celebrar la navidad contigo, YoonGi —susurró. Ante eso el otro no pudo evitar morder su labio inferior, suspirando. Lo acercó aún más a su cara, mirando sus ojos castaños—. Déjame hacerte feliz. Sé que no fueron las mejores navidades de tu vida, pero hoy estás aquí, y quiero verte... sonreír.

¿Cómo? ¿Cómo podía negarse ante él? Bajó la mirada con vergüenza, y sintió que los brazos ajenos, fuertes y cálidos se posaban alrededor de su cuerpo. Todos los vellos se le pusieron de punta, y no pudo hacerlo, no pudo decir que no de nuevo. JeongGuk paseó su nariz por su cuello, provocando que todo su cuerpo se estremeciera. Suspiró de nuevo, algo nervioso. Que JeongGuk se acercara tanto a su cuerpo le daba... cosa.

Se alejó de sus brazos, mirándole.

—Ya... b-bien, vamos a... celebrarlo juntos, ¿si?

El otro sonrió, asintiendo.

—Entonces podemos ir ahora a comprar las cositas para decorar, ¿no? El árbol, las luces de colores y todo eso. Estaría bien ponerlo al lado de las ventanas, oh, me gustaría tener en este momento una fogata, aunque fuese de mentira, eh.

El omega se quedó mirando a su esposo que comenzaba a mirar el lugar para saber qué cosas poner. Sonrió, acercándose hasta donde se hallaba para detenerle.

—¿Qué me darás como regalo? —cuestionó repleto de coquetería,  bajando el volumen de su voz. Sus dedos recorrieron de forma suave su pecho, alzando la orilla de su camisa. Fue el turno del alfa para ponerse nervioso—. ¿Ese bastón dulce y grueso?

—¡YoonGi! —vociferó con las manos temblorosas mientras que su cara se ponía roja de la vergüenza. El mencionado se rió, alejándose.

—No dije nada malo, ¿o si?

—¡No me gusta que hables con ese doble sentido! Me siento sucio —admitió, bajándose demás la camisa. El omega subió una de sus cejas, pensando que estaba haciendo demasiado drama—. Yo no te digo que deseo tu chicharrón.

—Pues deberías —recomendó, barriendo el piso—. Deberíamos invitar a TaeHyung, ¿no? El debería saber mucho de esto.

—Yo sé de esto también —dijo, acercándose a él—. ¿Vamos a comprarlo ahora?

Y YoonGi puso los ojos en blanco.

Una semana antes de navidad.

Al final de unos cuantos días buscando y comprando las supuestas cosas de navidad, la casa que había estado de la misma manera desde que se habían casado, cambió un tanto. Los muebles ya no estaban en el lugar de siempre, y las ventanas estaban decoradas con largas filas de luces de colores. Los tonos que abundaban eran blancos, rojos y verdes, ya fuesen entre calcetines, cortinas y mantos de mesa. Pero quien estaba más emocionado haciendo todo aquello era JeongGuk, quien había permanecido en un estado medio... extraño. A veces se le escondía, o se ponía nervioso, y YoonGi no se había enterado del porqué, pero supuso de que era porque le había comprado algo.

JeongGuk había ido al baño luego de decorar lo último del árbol. Ya estaba todo lindo. Era blanco, con luces verdes y rojas que se asimilaban a las estrellas en el firmamento, ya que se encendían y se apagaban. Habían bolas de cristal, lazos y esas cosas que había visto que JeongGuk había echado de repente y a lo loco cuando las había visto.

Alguien tocó la puerta. Se acercó hasta ella, abriendo la misma y observó a TaeHyung, quien llevaba una caja. Este simplemente se la dio con una sonrisa antes de salir corriendo hasta su casa, saltando la verja. Pudo notar el carro de JiMin estacionado en la parte de al frente, y cerró el pedazo de aluminio. No sabía qué era lo que le había dado, así que caminó al cuarto, donde se encerró por si acaso, porque a ese muchacho había que tenerle miedo y dudar.

Se sentó en la cama, abriendo la caja. Había una nota encima de lo que fuese que le dio.

Para: YoonGi.

A JeongGuk le va a gustar :D. Felices fiestas adelantadas.

Dejó la nota en la cama, mirando lo que había dentro de la caja. Y tuvo que apartarla de su visita cuando se percató de lo que era. No sabía cómo era que TaeHyung podía tener los huevos más grandes que los de un toro porque aquello no era nada normal. No se atrevió a mirar de nuevo, porque no era buena idea. Sin embargo tuvo que hacerlo.

—Cabrón que es —susurró, tomando la nota para aplastarla en su mano, tirando la misma al piso. Entonces tomó con ambas manos el pedazo de tela que le había dado. Era uno color rojo, como un bóxer, pero decorado con los cuernos de los renos de Santa. Si este pensaba que podría levantar pasiones con algo como eso, lo único que podría hacer es bajarlas. Tuvo que reírse mientras negaba, doblando la prensa. Tal vez podría ser usada debajo de la ropa de dormir, sí, así lo iba a tomar.

La puerta se abrió detrás de si, y el omega apretó la caja, girando para ver a JeongGuk lleno de brillo en manos y rostro. Este le sonrió.

—¿Qué haces aquí tú solo?

—Ah, no mucho, solo... Solo —no supo qué decir— pensaba en cosas, cosas, eso. Nada más. Eh, bajemos de nuevo, tenemos que terminar.

El alfa asintió, saliendo de allí. YoonGi puso la dichosa caja debajo de la cama, haciendo lo mismo que JeongGuk.

Día de Navidad.

Ciertamente hacía frío. Desde hacia días el clima estaba nublado y helado, así que YoonGi muchas veces no se despegaba de la cama solo para hacer la comida mañanera. JeongGuk y la empresa se habían tomado los días festivos libres, y eso estaba bien. Esa mañana, siendo precisos, JeongGuk estaba muy emocionado. Se había levantado muy temprano, tanto que YoonGi, quien era el primero en hacerlo, se dio cuenta que allí no estaba el castaño. Se estiró con fuerza en la cama, mirando luego el techo con todos los vellos del cuerpo levantados. Se salió de la misma, sintiendo en la planta de sus pies lo helado que estaba este. Con cuidado a caerse caminó hasta la planta baja, sintiendo unos pasos además de los suyos. Al estar a lo último, sintió los brazos de JeongGuk colarse entre su cuerpo. Estaba cálido, se sentía bien. YoonGi se giró, recibiendo un leve beso en sus labios y frente, al igual que una movida de hebras.

—Feliz navidad, YoonGi —deseó el mayor, con una sonrisa suavecita. El omega lo sintió como el tacto del algodón, delicado y dulce. Sonrió sin saberlo, sintiéndose de repente afortunado, porque estaba teniendo una suerte que casi nunca poseía. JeongGuk era un excelente hombre, y estaba bien con eso—. Espero que esta no sea la primer y única vez que celebramos juntos estos lindos momentos.

El mayor tomó una de sus manos, besando sus nudillos y YoonGi se puso un tanto incómodo con tanta miel derrochada, pero estaba bien.

—Ya, yo también espero eso.

—Ah, Ah, ¡te compré algo! ¡Mira, mira!

El omega se vio obligado a ir detrás del alfa, quien con saltos que iban de un sitio al otro sonreía con emoción. YoonGi aceptó el regalo que le dio bien empacado JeongGuk. Era una caja un tanto pequeña. Se sentó en uno de los muebles, abriendo el mismo. No tenía ni idea de lo que podría ser, así que se mantenía expectante. Cuando la tuvo abierta, notó una carta, por lo que decidió ir por esa primero.

Hola YoonGi.

En realidad hacer esta carta me tomó algo de tiempo, principalmente por el hecho de que relacionar estas épocas de navidad contigo me parecía demasiado difícil. Como me habías dicho, la navidad no es algo que hayas celebrado con anterioridad por lo que pensé que podrías estar enojado conmigo por... quizás obligarte a celebrar fechas que te traigan tan malos recuerdos como los fueron aquellos.

Pero no puedo evitarlo, sinceramente me gusta pasar estos tiempos contigo. Ver tu rostro, tus ojos y de vez en cuando la alegría en tu cara. Me gusta cuando siento tu calor, cuando siento que respiras cerca de mi, cuando puedo escuchar tu voz o el hundimiento de la cama cuando te acuestas a mi lado. Quizás pienses que celebro la navidad porque es algo que hice en un pasado en casa de mis padres, sin embargo esta vez celebro la navidad porque tengo un motivo, porque te tengo a ti y porque has cambiado mi vida de una muy bonita manera.

La navidad eres tú, YoonGi. La nieve eres tú. Los regalos eres tú. Tú me llenas, y tú eres la alegría con la que he vivido estos meses. No eres felicidad ni dulzura de forma completa, eres agrio y amargo, y eso me sigue gustando mucho. Pasa conmigo una navidad diferente, deja que pueda abrazarte y quererte como a nadie he querido, déjame cuidarte y ver lo frágil que puedes ser. Olvida todo lo que has pasado, olvida por unos instantes el rencor de tu familia, de tus padres, de los demás, y sé solamente mi omega por hoy. Sé solamente YoonGi.

Y que por favor, que sea esta una de tantas más que podamos tener los dos, juntos.

El omega se dio cuenta que había finalizado de leer. Bajó un tanto la mirada hacia la carta, esto siendo con el único motivo de poder calmarse a si mismo y que aquellas lágrimas no siguieran floreciendo en sus ojos a pesar de que sentía la garganta apretarse en su lugar. JeongGuk le miraba sonriente, pero al ver que no respondió en algún instante, se acercó a él, notando que lloraba en silencio, como si de nuevo estuviera avergonzado.

—YoonGi, cariño, no llores —dijo, preocupado. El omega aceptó el abrazo, sintiéndose tal cual le había dicho JeongGuk, frágil y descuidado. Nunca nadie se había preocupado por invitarlo, o por hacerle sentir tan importante, y eso le dolía, le gustaba, pero le hería lo suficiente, porque se daba cuenta de lo mucho que JeongGuk se había encariñado con él y de lo mal que su familia le había tratado en esos años. Guardó la carta al doblarla, apretándola en contra de su pecho.

—Gracias —soltó en un murmullo, con la voz rota. Se aferró a su cuerpo, cerrando los ojos para poder sentir su olor en su piel, en su mente. Pronto alzó la mirada, sintiendo que este besaba su frente de nuevo. Era una bonita sensación que lo acogía en sus brazos y no quería dejarla atrás. YoonGi sonrió débil, sintiendo que este le alejaba un tanto—. Gracias por todo.

JeongGuk sonrió, tomando lo otro que había en la caja. El omega notó que era otro anillo, pero ese era mucho más lindo que el que llevaba puesto desde su boda. Era de plata mientras que en el centro había una linda y ovalada piedra de color rubí. Rápido ofreció su mano para que lo pusiera, y este le colocó el aro en su dedo anular. YoonGi sonrió con encanto, recordando que él también tenía algo que darle al castaño.

Se movió hasta la parte trasera del árbol, donde había una caja larga, algo delgada. La tomó para acercarse a un emocionado JeongGuk, quien le esperaba con los ojos resplandecientes y sentado en uno de los muebles. Se sentó a su lado, dejando la caja en sus muslos.

—Seguro no costó tanto como este anillo que me diste, pero... TaeHyung y yo hicimos algunas ventas mientras trabajabas, vendimos galletas y esas cosas, y con ese dinero logré comprarte eso.

El alfa le restó importancia a aquello, abriendo la caja después de quitarle el envoltorio. JeongGuk notó que era un perfume, de color transparente, pero antes de agradecer leyó lo que decía.

JeongGuk.

Algo extrañado porque no tenía el nombre de quien era el propietario del aroma, no dudó en untarse un poco de la fragancia. Cuando la olfateó sus pupilas se dilataron instantáneamente y lo alejó. Aquel olor dulce y cálido le mareó por unos cuantos segundos, haciendo que volviese a oler. De repente su corazón se aceleró al darse cuenta de que ese olor no era uno típico, sino de YoonGi. Le volteó a ver, con las mejillas rosas.

Era el mejor regalo que le pudo haber dado alguien en su vida.

Y al parecer lo había dicho en voz alta, porque YoonGi sonrió avergonzado mientras que le veía. Lento, ambos tomaron sus manos. JeongGuk observó sus ojos, pequeños y lindos. Rodeó su cuerpo con sus brazos poco después, besando su nuca.

—Te amo —susurró, sin esperar respuesta ninguna. El omega miró el techo, luego su mano, donde ahora reposaba otro anillo y cerró sus ojos, apretando sus manos en su espalda.

Te quiero, mucho.

YoonGi iba a decir aquello que había pensado, e incluso se había alejado un tanto. Sus ojos brillaban, y comenzaron a acercarse. Sin embargo en ese instante la puerta se abrió de repente. TaeHyung entraba con dos regalos grandes, al igual que JiMin, quien les sonrió desde el umbral. En ese instante el omega puso sus ojos en blanco, ya que quería pasar ese día a solas con su alfa, a pesar de eso los ojos de su esposo volvieron a brillar y se levantó hasta el beta.

—¡Regalos!

—Sí, regalos bien ricos y suculentos. Valió la pena beber la leche que me dio Santa por adelantado —dijo sonriente. El omega hizo una mueca asqueada, recibiendo su regalo. Parecían cosas separadas, así que dudó y mejor pensó en no abrir aquello. No era que pensara tan mal de TaeHyung, pero le tenía miedo a esas cosas que él daba. A diferencia del omega, JeongGuk lo abrió, notando un peluche bastante bonito de color blanco, peludo. Tenía el precio. Dos por un dólar—. Lamento que sea tan barato, eso era de mis ahorros de todo el año.

—¿Un dólar era tu ahorro?

—Sí, no es como si yo trabajase, aunque pensándolo bien, ya debería hacerlo.

JiMin se acercó por atrás. Tenía dos bolsas pequeñas y desde ahí YoonGi pudo oler la fragancia a riquillo. Le dio una a cada uno y JeongGuk, quien abrazaba con amor al oso, abrió el regalo. Era una caja mediana, que contenía un reloj carísimo. YoonGi sospechó que el suyo era lo mismo, así que tampoco lo abrió. Ah, esperen.

Miró el precio.

—Hombre, ¿cómo se te ocurrió gastar casi cinco mil dólares en un reloj? —dijo extrañado, aunque no le sorprendió, mirando la cajita de terciopelo. Olía a gente rica. A gente que no tenía que echarle agua al champú como él. A gente que abría la nevera y siempre estaba llena. ¡A gente que comía lo que quisieran! JeongGuk se lo puso, sonriente. Era de color dorado y marrón. Se veía costoso.

—Eso era lo más barato que había —comentó como si nada, mientras se encogía de hombros. Al parecer le importaba muy poco. YoonGi la verdad no veía cómo usarlo. Como estaban las cosas, capaz se lo robaban.

—Cosas de ricos. Yo ni loco compraría uno de esos relojes. Me da el yeyo de sólo pensarlo —dijo Tae, sentándose en el mueble. JeongGuk a pesar del lindo reloj, se mantenía apretando con cariño el oso mientras le tiraba de vez en vez el aroma de YoonGi—. Es más, con una de esas cosas me puedo pagar un año completo en la universidad.

—Con lo que te he comprado, puedes comprarte cinco años, TaeHyung. O sea, te haces el bachillerato completo —comentó, sentándose también. YoonGi pensó que como eran alguito más, el otro lo habría llevado a distintos sitios y comprado cosas.

Aunque no quería pensar a qué precio tenía que responder el beta.

—Ah, yo también tengo regalos para ustedes —dijo el alfa, sonriendo antes de levantarse e ir hasta el cuarto. YoonGi le miró. No había soltado el peluche. Se giró para ver al dúo antes de decirles con su mejor sonrisa.

—No quiero ser malagradecido, pero espero que se vayan pronto.

—¡Ulalá! Pero si YoonGi quiere tener cosillas ricas con su esposo —se rió el beta dándole codazos al rubio—. Lo tienes todo en esa caja, eh.

—Gracias al universo que no se me ocurrió abrir nada. Imagínate, qué vergüenza.

JiMin sonrió, pegándose a Tae.

—Son cosas normales. Dildos, esposas, eso.

—Sí, normales. Qué raro que lo digas tú, JiMin. De todos eres el menos normal aquí, eh. Millonario, pintor, un buen empresario y con tendencias sadomasoquistas.

El rubio sonrió aún más, negando con un movimiento en sus manos.

—Considero que lo del sadomasoquismo, pintor y empresario es normal a pesar de todo, pero ser millonario no lo es, así que vamos en un cincuenta a cincuenta —informó, suspirando. Justo ahí llegó JeongGuk con par de cosas. Ya YoonGi las había visto. El castaño le había comprado a TaeHyung un nuevo lugar para Anastasia, todo bien bonito, como lo necesitaba un animal como esos, mientras que al magnate le había dado un lienzo costoso, supuestamente. YoonGi no había comprado nada para ellos, ya el beta lo sabía y JiMin no es que tuviera necesidad de regalos—. Gracias, JeongGuk.

—Ah, no es nada. Seguro es más barato de los que tienes —comentó, sentándose al lado de YoonGi. El omega sonrió con molestia, haciendo que sus ojos tomaran forma de media luna y por lo bajo movió la mano para que se fueran. JiMin se levantó, mirando a la pareja.

—Ya, nos vamos porque quiero ir a mi casa un momento. Vamos TaeHyung. Ah, gracias por el regalo. Le daré un buen uso en casa.

—Claro, ¡muchas gracias, JeongGuk! Me encantó, y seguro que a Anastasia también. En uno de estos días te la traigo para que la veas —soltó con alegría, ambos yéndose de ahí. El castaño les observó con extrañeza. Habían llegado hacia poco y ya se habían ido de nuevo. El omega atrajo la cara de su esposo, sonriendo.

—Les dije que se fueran porque quería pasar tiempo contigo.

Besó con suavidad sus labios, varias veces, poco a poco, provocando que JeongGuk fuera tomando en serio aquello y dejara el peluche en el sofá para acercarse a él mientras que sus labios se tocaban con ansía. El castaño se pegó aún más a su cuerpo, frotándose.

—¿Hoy quieres el bastón?

El omega sonrió con perversión, adentrando su mano a su camisa.

—Sucio que eres —susurró, besando sus labios—, pero no me molesta, en realidad, lo quiero mucho.

—¿Es como otro regalo para ti? —preguntó con inocencia, dejando que su esposo le quitara el lazo de su pantalón.

—Sí, para ambos.

Relamió sus labios, pensando que si las próximas navidades iban a ser de esa forma, como que no habría problema.

Se suponía que fuese para el mismo 25, pero bueno, no lo tenía listo 🙂 y aún así siento que este incluso no llenó mis espectativas. Felices fiestas bien tardías, eh.

Por cierto, momento de spam.

Vayan a leer mi otra historia, «Corazón amargo», es KookGi y les juro que está buena 😎.

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