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35.

La ventana se abrió de repente, y si no hubiese sido porque estaba allí, YoonGi hubiese pensado que había sido un ladrón. TaeHyung se metió como pudo, cayéndose de lado al no recibir ayuda del omega. Este último le miró desde arriba, negando.

—TaeHyung, algún día te meteré a la cárcel debido a que te metes en mi casa como si fueses un jodido ladrón, eh. Si no soy yo, será alguien más.

Se volteó. TaeHyung se levantó del piso, desesperado, acercándose al muchacho que le daba la espalda para tomar sus hombros y hacer que le viese la cara. YoonGi alzó una de sus cejas, sin tener idea de la razón que motivaba al otro a tener un rostro tan feo por el terror.

—YoonGi, necesito ayuda tuya, por favor. No sé qué hacer.

—Bueno, puedes empezar por decirme qué trae esa cara de perro tuerto acá, ¿no?

El beta asintió, suspirando. Los dos decidieron entonces irse a la sala para conversar más cómodos acerca de lo que fuese que trajera el más alto a continuación. TaeHyung respiró hondo, asintiendo. Sí, necesitaba decirle eso a YoonGi, siempre era buena opción.

—Tiene que ver con JiMin.

—Ah, no es novedad. ¿Pelearon? ¿Qué fue?

El otro negó.

—No, no peleamos... O eso creo. Es que llegó el otro día a decirme que quería hacer las cosas más serias, hombre —se quejó, temeroso acerca de la situación. YoonGi seguía con la vista fija en él, inexpresivo. No tenía ni idea de cuál era el problema—. Tengo miedo acerca de eso. A mi no me gusta nada de eso de tener que casarme o cosas así.

—¿Pero él te propuso casarse contigo? ¿Tan temprano? Considerando el hecho que se conocen menos de lo que yo conozco a JeongGuk.

—No, no, tampoco. Sólo... sólo me dijo eso, que le gustaría hacer nuestra relación más seria. Cabe decir que él nunca, ni yo tampoco, hablamos sobre noviazgo. Empezamos a salir y ya está, no pedimos ser novio de nadie.

—No veo que tiene de malo. A la gente le gusta hacer las cosas más profundas, significa que en serio quiere algo contigo, un milagro considerando que no eres tan llamativo para los demás.

El beta hizo un mohín.

—Ay, no me ayudes tanto —susurró, riéndose. YoonGi sonrió—. Eso lo sé, lo sé mucho, pero... pero no es de mi agrado. Hay algo que no me gusta de estar casado, se hace para pasar el resto de tu vida con quien quieres, sin embargo... me asusta, no me gusta pensar en eso, mi beta lo impide.

El omega asintió, teniendo ganas de ir al baño.

—Acompáñame al baño. Te quedarás afuera, eh.

Los dos comenzaron a caminar hasta la parte de arriba, donde estaba el sanitario. Como dijo, YoonGi entró y TaeHyung se quedó afuera, pero cerca de la puerta.

—¿Pero JiMin lo sabe? ¿Qué eres beta? —preguntó en voz alta, lo bastante como para que pudiese escucharse fuera del cubículo.

—No, y por más razón tengo miedo. Ya sabes que él tiene empresas y todo eso, además me ha dejado saber que quiere tener niños, ¿cómo se supone que sepa que yo hijos no le puedo dar? Además, no se lo he dicho durante meses. Jesús, tengo miedo.

El silencio perduró como cuatro minutos, antes de que YoonGi saliera, cerrando la puerta. Se bajó hasta su lado, sonriendo.

—Sólo dile, JiMin no se ve tan malo.

—Tsk, no me siento preparado. ¡Ah, claro, si no te he contado! —gritó, levantándose para hacer su drama—. ¡Su mamá me quiere conocer! Jodida mierda, ¿sabes qué es eso? Seguro que terminará pidiéndome que sea ahí su novio. Es muy temprano, no estoy listo para eso, para saber que tengo un compromiso. ¡Soy joven! ¿Para qué yo tengo que atar mi vida tan temprano?

—Bueno, es cosa de cuán enamorado resultes estar, como ves, no es necesario estar enamorado como para casarte con otra persona —comentó con una sonrisa que le dejaba saber bien que se refería a su propia situación—. Ahora, el asunto con su madre se ve bastante difícil, ¿cómo le vas a hacer para intentar detener eso de que te pueda pedir más compromiso sin que quedes mal?

—No tengo ni idea, la verdad. No sabía que JiMin era tan veloz para estas cosas. Ni Rayo McQueen se animó a tanto, la verdad —susurró, preocupado—. ¿Y si JiMin me deja por esto? No soy el omega que está pensando, no puedo tener hijos con él y tampoco me quiero casar.

—Creo que si te quiere tanto, debe aceptarte como eres en realidad. Al final de cuentas, contigo o sin ti, sigues siendo un beta anormal. De otra no hay ni hallará. Pero... hazlo cuando estés preparado siempre y cuando tus padres conozcan la situación. No vaya a ser que se les escape a mitad de algún evento importante o algo —dijo, colocando sus manos en sus bolsillos, suspirando. El beta asintió, preocupado aún—. Confía en mi, lo mejor siempre es hablar. Pero como te dije, cuando creas que sea el momento. Se supone que son adultos y entiendan.

El beta hizo una nueva extraña, como si no se creyera eso que había dicho.

—Gracias entonces. Me iré, le dije a mi madre que le iba a ayudar a doblar la jodida ropa. Vendré después.

El muchacho se fue de allí, dejándole solo. YoonGi negó, sin saber qué se haría su amigo ahora con ese tema de su novio no novio porque bueno, él no tenía idea si en verdad ellos tenían algo, porque si le preguntaban a ambos, seguro que sus respuestas iban a ser diferentes a lo pensado debido a la perspectiva que tenían acerca del tema relacionado. Sólo esperaba a que todo saliera bien al final del futuro día donde TaeHyung decidiera decir la verdad en realidad.

Pero bueno, se encogió de hombros al pensar, él no tenía que darle tanto casco a eso. Apartó la mirada del pasillo por donde ya no quedaba nada de la presencia del beta. Había terminado de limpiar la casa de nuevo, y estaba como si nada. Bueno, contando con que el castaño se iba desde las cuatro de la mañana y regresaba a las cinco, era notable que él, quien dormía mucho, no hacía tanto. Movió en sus manos su celular, bajando la mirada.

Ciertamente, extrañaba a JeongGuk. Cerró sus ojos, negando. Él no podía hacerlo, no lo extrañaba.

Bueno... Podía hacerle un baño aromático. Sin embargo, al pasar por los pasillos, se detuvo. Notó uno a la distancia, uno por donde casi ni transcurría, y se acercó. Notó entonces, al abrir cada una de sus puertas, que eran habitaciones. Tres, justo tres.

Como... sus hermanos. Con la mirada triste se quedó pensando en ellos. Se había olvidado en parte debido a todo lo que había pasado, pero ahora debía enfocarse de nuevo en esos tres chiquillos que podrían haber perdido la confianza con todo el mes donde no supieron de él. Debería decirle a su esposo de nuevo la idea que sobornar a los jueces no haría mal. El fin justificaba a los medios. Sacudió la cabeza, saliendo de allí.

Si no era legal, YoonGi los iba a conseguir de una u otra forma.

***

El sábado YoonGi abrió sus ojos ante un nuevo día, y con cuidado de despertar a un durmiente JeongGuk fue que se movió para salir de la cama. Miró la hora en su celular, siendo las siete de la mañana. Una, dos o tres veces fue que apretó sus orbes para poder despertarse de mejor forma, suspirando. Cuando iba a salir de la cama sintió que el alfa colocaba un brazo encima de su cuerpo, evitando que se fuera. Giró la cabeza enojado, pero seguía dormido.

Quitó el brazo, sentándose. Miró hacia atrás, Jeon dormía.

Bueno, era hora de su plan. Se fue a bañar rápido, dándose un refregón que no duró ni bien diez minutos. Luego se secó, buscó ropa limpia y se la puso. Con cuidado se peinó, poniendo la mayoría de sus hebras por la frente, para que no se viese tan larga y al girarse para buscar los zapatos que se iba a poner, vio al alfa despierto, mirándole. Un escalofrío recorrió por su cuerpo de inmediato. Jesús.

—¿A dónde vas? —cuestionó con la voz ronca, los cabellos alborotados y la camisa desabotonada. YoonGi suspiró, buscando lo que había tenido en mente. Se fue a la parte de los zapatos, encontrando unos deportivos que el otro le había comprado hace tiempo. Al ver que no le respondía, el alfa apretó sus dientes, enojado. El omega sintió el poquitito olor que emanaba el alfa, enojado. Se giró, observando a su cónyuge quien le miraba con enfado—. Te hice una pregunta.

—A donde mis hermanos, hombre —musitó con hastío, soltando un chasquido. De repente a su omega le había asustado el hecho de que pudiera estar su alfa enojado consigo—. Los diablos salen cada sábado por la mañana a ver a sus otros hijos de mierda, así que como los tres son alfas deciden quedarse en casa y se lo aceptan como si nada. Es un buen momento para ir, ya que no estarán hasta el mediodía y no he podido ir a verlos desde hace tiempo. No tienes que ir.

JeongGuk cambió la expresión de su rostro al saber ya a dónde se dirigía el otro, asintiendo entonces. YoonGi terminó de ponerse el calzado, viéndose en el espejo. Bah, para ir a esa mierda de pocilga estaba bien, hasta con una bolsa podría ir y brillaría más que todo el vecindario junto. Sonrió leve, dándose la vuelta para verlo. Se acercó donde estaba, tomando su rostro y dejó un beso en sus labios. El alfa se sonrojó, sonriendo mientras avergonzado se daba la vuelta para que no le viera. Luego volvió a verlo.

—Bien, regreso pronto.

—No.

Tomó su mano, evitando que se fuera. El omega quiso rasparle un insulto, pero prefirió guardarse el mismo muy dentro de si ya que últimamente no lo estaba haciendo con el castaño. La interrogación sucumbió en su expresión, y el alfa se levantó.

—Quiero ir contigo.

—Vístete entonces, no tengo tiempo que perder. Hay una hora de ida.

YoonGi le plantó otro beso, saliendo de la habitación y JeongGuk sonrió emocionado, dando unos pequeños saltos de alegría. Le gustaba que su omega fuese cariñoso porque sentía que su corazón explotaría de tanta felicidad. Se fue a bañar y rápido se vistió, corriendo hasta donde estaba su esposo, quien se sentó en la mesa como un niño al ver que el otro estaba cocinando algo. En veinte minutos ya habían desayunado y ahora el pálido hacía un desayuno extra para los niños. Sabía bien que se lo iban a comer y que era posible que ella solamente hubiese hecho una avena para avanzar. Eso no tomaba tanto a diferencia de hacer huevos, tostadas, café o jugo y esas cosas. Al terminar salieron de allí y en el auto los dos mantuvieron el silencio, que no era incómodo, sino agradable. YoonGi veía por la ventana cómo pasaban por diferentes lugares, cómo las personas se perdían dentro de sus hogares, apartamentos o sitios de trabajo. En realidad, a YoonGi le agradaba sentarse allí y ver el panorama cambiar con el transcurso de los minutos.

Sin embargo, mantuvo la mente en sus hermanos. Sus manos se movieron lentas, pero nerviosas. Quería verlos y saber que estaban bien. Se lamentaba mucho, muchísimo de haber sido tan irresponsable de no pensar ni preguntarse qué podrían estar pasando con esas personas mientras que JeongGuk había tenido la amnesia. Cerró sus orbes, rogando en su mente que ellos pudieran perdonar sus acciones y no tener el pensamiento de que no se preocupaba por ellos.

Al llegar al sitio se estacionaron algo lejos de la casa. YoonGi abrió bien sus enchinados ojos, viendo que el automóvil del Alfa no estaba acostado allí. Y su madre, la omega, pues no sabía guiar, así que ella se iba con él. Bien, perfecto.

—Bajémonos.

Dicho y hecho, comenzaron con la caminata hasta la cual era su antigua casa. Al ser un barrio pequeño, mucha gente se conocía, pero tenían tradiciones levemente antiguas e iban todos a la iglesia cómo rebaño luego de ser tan hipócritas toda la semana. Ah, cosas de algunos creyentes. Los dos avanzaron a paso ligero por las aceras. Ahora viéndolo bien, JeongGuk tuvo el pensamiento de que aquel sitio no era feo. Sin embargo se acercó más a su omega al verle lejos. Puso sus manos en su cintura, haciendo que el pálido se quedara quieto por unos segundos, siguiendo pronto el camino. Al llegar a la casa el pálido tocó con fuerza la puerta, esperando.

Pero nadie le abrió.

Tocó varias veces, hasta que el pedazo de aluminio se abrió y uno de los trillizos estaba allí. Sus ojos brillaron con intensidad al verlo, sonriendo con cariño antes de abalanzarse a su cuerpo.

—YoonGi hyung.

—Young, cariño, dile a los demás que llegué. Traje algo rico para comer.

El mencionado asintió, saliendo de allí sin antes gritar de la emoción. Pronto se escucharon más pasos, estridentes y fuertes, y los 3 salieron de la nada, correteando donde YoonGi para sonreír y besar su rostro. Con amor el omega les aceptó, verificando que estuvieran bien. JeongGuk se sintió algo extrañado, él no pertenecía a ellos y bueno, no supo qué hacer ni cómo sentirse al respecto. Tenía miedo, un poco.

Los niños se sentaron, soltando feromonas de felicidad que inundaron el ambiente mientras comían a gusto. YoonGi sonreía alegre e invitó a su alfa a sentarse. Este hizo caso, avergonzado se estar invadiendo un territorio que no era el suyo. Temía que pudieran llegar los dueños y que algo malo pasara, al final de cuentas la gente era así con esas cuestiones de la propiedad.

—Perdonen por no haberme aparecido antes —pidió en voz baja, con tintes arrepentidos mientras la mano de YoonGi iba a la de Bae, con cuidado. Los muchachos le miraban atentos a lo que salía de su boca—. Ocurrió un problema con JeongGuk y eso tardó casi un mes en arreglarse, por lo que no pude venir.

—No te preocupes, es tu alfa —respondió Jin, sonriendo leve.

—Pero ustedes son mis hermanos —susurró sonriente al verlos masticar con las mejillas repletas de comida—. Intentaré venir a verlos más veces, pero ya saben como es su padre.

Asintieron.

La mañana pasó bastante cálida, aunque el alfa tenía los nervios de punta en todo momento, siempre revisando la puerta. No había tenido la gracia de no conocer a aquel hombre, pero prefería no acercarse mucho a su sitio porque recordaba bien sus ojos y esa aura tétrica el día en que se había casado con el pálido. Le daba miedo su forma de ser. Al irse de allí al mediodía, luego de besos y abrazos de los alfa que le despidieron con sonrisas encantadas, YoonGi tomó su mano, suspirando al percatarse que seguía nervioso por algo que a él no le importaba.

—No temas, estoy yo aquí —susurró amoroso, dándole un beso en su mejilla ante el débil olor a pánico que no le gustaba. El alfa apretó sus falanges, acercando su cuerpo también para buscar ese débil aroma que le tranquilizaba. YoonGi dejó que frotara su nariz en su cuello, ya que le estimulaba a sus hormonas a soltar más de su olor—. Ya, ya, mi bebé.

JeongGuk se calmó en poco tiempo, dejando de temblar y sus pupilas se dilataron gustosamente al sentir que su omega estaba allí. Besó su mejilla, provocando una risa involuntaria del más bajo, quien se separó de su lado, poniéndose serio.

—Tsk, vámonos al carro.

YoonGi se dio la vuelta, intentando que tres cosas no sucedieran al instante en que le había dado la espalda. Primero, que sus labios no se alzaran de nuevo en una sonrisa contenta, segundo, que sus manos no temblaran como lo estaban haciendo y por último, que su corazón pudiera controlarse ante la cercanía del muchacho de ojos bonitos.

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