32.
Abrió los ojos repentinamente, con angustia, con dolor, con la pupila contraída como si temiese a expandirse. Pronto, en la soledad de la noche, se dio cuenta que no, no estaba en aquel sitio, sólo gozaba de la cama en su casa, en aquella en donde se hallaba. Se dio la vuelta entonces, sintiendo el sudor debido a que el aire acondicionado estaba demasiado bajo, y se percató de que el cuerpo de YoonGi no se hallaba en ese lugar. Dejando el susto por la pesadilla que había dado lugar hacia unos minutos, fue que se sentó en la cama, observando la luz del pasillo iluminada. Así que decidió levantarse a ver si podía despejar su mente por unos minutos.
Caminó por el pasillo, descendió en silencio las escaleras y pronto vio al omega allí. Se acercó donde este, mirando lo que hacía. Min se dio cuenta de que estaba cerca. Su rostro se fijó en JeongGuk, mirando su cara.
—¿Por qué no estás durmiendo?
El alfa hizo una mueca, alejándose de allí. YoonGi no estaba haciendo nada interesante, y bueno, la hora era crucial. ¿Qué podría hacer el omega si no estaba devorando las galletas de chocolate que había comprado esta tarde con un poco de leche fría? El omega le siguió, en silencio. No se notaba bien. Con cuidado JeongGuk se sentó en uno de los muebles, a oscuras, y el pálido lo hizo de igual manera, tomando su mano.
—¿Soñaste algo feo? ¿Tienes dolor? ¿Quieres galletas?
JeongGuk suspiró, quitando la mano de YoonGi de la suya y sólo acogió su cuerpo, apretando en un fuerte abrazo al omega, quien se quedó en silencio al no comprender la reacción que tenía su esposo esa madrugada, porque sí, eran las dos de la mañana. Se mantuvo mirando la oscuridad. Era extraño. No le gustaba estar tanto en la negrura de la noche, no le asustaba demasiado, pero sí le temía algunas veces, pero... Allí todo se sentía mejor. Esperó hasta que su esposo se sintiera rejuvenecido y cuando lo alejó de su cuerpo, YoonGi clavó sus orbes castañas en él.
—Tuve... sólo un mal sueño —informó, haciendo que el omega sintiera alivio, pero bueno, se lo estaba imaginando. Aún así, no le cuestionó qué había sido. Si bien algunas personas lo consideraban bueno, siempre era mejor esperar a que el otro decidiera contarle. Así que se frotó en silencio en contra de su pecho, sacando, sin que supiera, una sonrisa en el castaño, quien lo abrazó de nuevo—, pero no importa, porque te tengo a ti.
YoonGi cerró sus ojos, pegándose más a su cuerpo. Era caliente, y le agradaba. JeongGuk paseó sus manos cálidas por su espalda, con cariño y anhelo, deseoso por no apartarse nunca. No obstante el omega nunca había sido tan fanático de los abrazos, así que luego de minutos optó por querer salirse de sus brazos. JeongGuk se lamentó, pero le dejó irse. Entonces este último se levantó, tomando su mano para que se fueran de allí porque no quería permanecer en la sala. Los dos se encaminaron a un lugar, a pesar de que el castaño no supiera a dónde, así que se sorprendió un poco cuando salieron de la casa y la piscina cubierta fue lo primero que vieron sus orbes chocolate. Luego sintió el inmenso viento helado de la madrugada.
YoonGi se volteó, sonriendo.
—Sé que hace frío y que es una locura que en vez de ir a la habitación decida que es mejor pasar el tiempo en la piscina, pero... me recuerda al mar, y me gusta el mar, no sé, no sé si te gusta, nunca te he preguntado, así que... Ya que ambos no tenemos sueño, no tenemos que meternos, sólo-
—Comprendo, comprendo —susurró, apretando su mano para que el otro no siguiera hablando. El omega dejó de emitir palabra y señaló una mesita que tenía solo dos sillas. Era una situación perfecta, pero si quizás hubiese sido más temprano, se vería mejor con personas a su alrededor.
—Siéntate, vendré en unos minutos.
Su mano se deslizó de la suya, y sus pasos fue lo único que se mezcló con su respiración y el silencio de la noche. JeongGuk le notó entrar a la casa y con cuidado caminó hasta donde le dijo. Sí que hacía frío, la verdad. Sintió que todos los vellos del cuerpo se le movían al son de la brisa. Se sentó lentamente, observando la casa de TaeHyung apagada al frente suyo. Con un suspiro guardó sus manos en su ropa.
YoonGi llegó a los cinco minutos, en silencio. Tanto que asustó un poco al alfa, ya que estaba concentrado en observar la solitaria calle a la distancia. Dejó dos vasos medianos con un líquido amarrillento casi rozando el marrón, lo que supuso que era whisky, sentándose. El castaño se le acercó, poniendo su cabeza en su hombro. Había estado notando que el omega estaba más tranquilo de lo que había permanecido antes de que se hubiese caído en la oficina. Le agradaba. En serio. Sonrió enamorado, cerrando sus ojos. YoonGi bebió un tanto del whisky, suspirando de igual forma.
—¿No te da miedo estar aquí a esta hora? —susurró cuestionando el alfa, demasiado bien como para alejarse o dignarse a beber de lo que había traído su esposo. El omega le miró leve, fijando su vista en la carretera vacía. Bueno, habían par de carros estacionados, y quizás unas musicas lejanas de establecimientos fuera de la urbanización, pero nada más.
—No, no lo tengo, por alguna razón siento que todo está bien acá —comentó, tomando su celular sin alejarse tanto. Aún así el alfa tuvo que apartar su cabeza, poniendo la misma en el espaldar de la silla. YoonGi puso una canción suave de jazz en YouTube que duraba más de una hora. El alfa de ojos almendrados dirigió su vista hacia el más pálido, sonriendo leve.
—Oh, no tenía ni idea de que te gustara el jazz.
YoonGi volteó lentamente, sonriendo mientras movía en su mano aquel vaso de cristal con el hielo danzando a su alrededor.
—No soy de escucharlo tanto, pero algunas veces pienso que soy millonario y que estoy en un hotel de Manhattan comiendo un buen desayuno con un abrigo carísimo. Digo, a eso me suena el jazz.
—Ah, ¿te gustaría ir a Manhattan?
—Pues no te lo niego, seguro debe ser bien bonito, pero bien caro, eh—susurró, bebiendo. Fue ahí que JeongGuk agarró el suyo, alzándolo al compás de la música que había puesto el otro.
—Bueno, brindemos pensando en que podremos ir algún día.
Ambos chocaron con delicadeza los vasos, tomando un sorbo con sonrisas suaves. De pronto al terminar con el líquido el pálido se levantó, extendiendo el brazo.
—No sé bailar jazz, pero me gustaría bailar contigo, JeongGuk.
El mencionado se sintió algo nervioso y se sonrojó por la intensidad de su hermosa mirada. YoonGi era ciertamente atractivo, y le gustaba que tuviese su atención puesta en si. Él tampoco tenía ni remota idea de lo que era bailar jazz. Pero consideró que YoonGi estaba especialmente positivo y hasta le había dicho para bailar. Señoras y señores, eso era algo que no sucedía todos los días. Aceptó cordialmente su mano, como si apenas se conocieran en una fiesta de esas donde la gente con gabán y buenos peinados invitaban a danzar a las mujeres de piernas largas y trajes mostrando espalda. Como dos idiotas se movieron de un lado al otro, pareciendo que en vez de jazz, estuviesen bailando algún bolero o de esas baladas que daban en las radios am.
Era una situación bastante extraña, pero a ninguno de los dos le molestaba estar bailando un jazz que quien sabía de quién era, en medio del frío de la madrugada, al frente de la piscina. En realidad, le gustaba la situación. Las manos de YoonGi le proporcionaban seguridad, y ya hasta se había olvidado de la pesadilla que había tenido en un principio. Ambos movieron sus pies de un sitio al otro, soltando leves risas por no saber siquiera lo que estaban haciendo. Sin dudas, en un futuro, sería algo que recordaría y que podría decir, tipo; “Recuerdo que YoonGi y yo bailamos en la madrugada jazz, aunque no sabíamos nada”.
El omega bailó contento, riéndose mientras hablaban de lo idiotas que se veían yendo de un sitio a otro, bailando lo que parecía ser un bolero, quizás moviendo en patrones sus pies. De pronto sintió el deseo de abrazarlo, así que a lo que la música movida y el son de saxofón con la brisa nocturna, sus brazos atraparon el delgado cuerpo de su esposo. El pálido dejó de reírse para mirar sus orbes castañas, colocando sus manos en sus hombros. Ahí fue que el jazz dejó de verse alegre para reemplazar el ambiente con un toque más elegante y seguro.
—En unas horas no me querré levantar para ir al trabajo, lo sabes, ¿no?
El omega sonrió, desviando la mirada de la ajena.
—Oh, perdona, ni recordaba —murmuró, poniendo su cabeza en su pecho—. ¿Y si te da mucho sueño y no vas a trabajar?
—Será un día perdido, pero seguro que me despierto.
—Oh, ¿vas a poner una alarma?
El alfa miró sus cabellos, luego mirando a la calle vacía. La música seguía sonando risueña.
—Yo pensaba que me ibas a despertar.
YoonGi alzó de nuevo sus ojos, sonriendo coqueto. Aquellas manos que habían permanecido pacientes en sus hombros salieron desplegadas de su piel. Simplemente una de las dos se encaminó por su pecho cubierto y luego se detuvo cerca de su entrepierna. JeongGuk sintió su cara calentarse.
—Sólo voy a despertar una cabeza, quizás la otra se despierte por instinto —susurró, besando su mandíbula. El castaño se alejó un tanto, con vergüenza. Siempre le daba pena que se refiriera a él con ese tono seductivo y desvergonzado.
—Y-YoonGi... Tú...
—Sh —silenció, colocando un dedo en sus labios. Ninguno de los dos emitió palabra alguna por el momento, y se quedaron bailando varios minutos más, hasta que decidieron que lo mejor era volver a la cama. Entraron a la casa, cerrando todo con seguro. El omega dejó todo limpio, hablando de los vasos, colocándolos justo donde los había visto antes. Jeon le esperaba. Ahora hacía calor y bueno, quería tener un poco de aire, pero YoonGi no tenía otros planes. Se giró, sonriendo coqueto antes de acercarse lentamente como si fuera un gato.
—¿Tienes calor? Es que con esos bailes tan locos de afuera no dudó que te hayas calentado —susurró en su oído. El corazón de JeongGuk tomó principal comando de su cuerpo, y este bombardeó sin cesar dentro de si. Una de sus grandes manos apretaron con suavidad su camisa, despojando a su cuerpo de los botones de la camisa que portaba esa vez. Descendió con cariño, mostrando su pecho sin nada. YoonGi miró su rostro, paseando sus dedos tibios por su cuello. Todos los vellos se alzaron violentos.
El alfa movió un tanto sus piernas, sintiendo calor, uno que no había sentido antes esa madrugada.
—Sí —respondió en corto, con los ojos oscuros—. ¿Qué harás?
Siguiéndole el juego, Min lamió leve sus labios, sin siquiera darse cuenta de la acción.
—En el baño hay suficiente espacio con agua fría para que no estemos tan calientes.
—¿Estás pensando en el ahorro del agua?
—También, al final de cuentas, el agua estos días está cara, y nosotros gozamos de beneficios que otra gente no, es bueno ahorrar en ese entonces —comentó, tomando su mano para dirigirse al sitio que habían dicho. JeongGuk le siguió por detrás, algo nervioso. Sabía bien lo que YoonGi quería, pero antes de todo eso, no se lo había estado esperando. Le abrazó de sus caderas, colocando su pelvis en su trasero. YoonGi fingió asombro para luego reírse, quitándose su camisa de igual manera. Incluso antes de poder llegar al baño, no pudo evitar girarse para besarlo. Lo tomó de sus piernas, subiendo como logró las escaleras, enfocado en caminar y hacerle caso al omega que se frotaba en su cuerpo, queriendo dejar el poco olor que tenía fragmentado en su piel como piezas de rompecabezas. Y de la nada la mente de JeongGuk se tornó roja, al igual que sus ojos. YoonGi se separó al sentir un cambio extraño, y sonrió aún más al ver su mirada apasionada en litros de sangre
—Alfa, hola de nuevo.
Mientras hacía este capítulo pensaba en lo bueno que sería hacer un fic donde JeongGuk fuese bailarín de jazz y YoonGi su vecino bien caco que escucha reggaetón 🤣
Por cierto, me queda una semana de clases, y es la peor :c, deséenme suerte, que la voy a necesitar.
Gracias por leer ❤
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