Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

31.

Advertencia: smut.

Lamento si queda mal, hace tanto que no escribía de ello que lo hice porque llevaba más de un mes sin actualizar aquí y siempre dejo los limes empezando. Además, necesito instruirme más de esto, porque siento que escribo mal estas cosas 🤣.

Spam: tengo otra historia y one-shot KookGi, vayan a leer también 💙.

Gracias.

Tener que volver del trabajo fue cansino, era una letanía. Debido a que le había ocurrido lo anterior, la amnesia, se había tomado, sin saber, unas vacaciones bastante buenas, sin embargo todo en la vida tenía que acabar, y allí estuvo él durante todo el día, con cara de perro rabioso y los ojos yendo de un sitio a otro, de papeles repletos de términos y condiciones, y otras cosas más que ahora mismo no tenían cabida en su cabeza, no podía, sentía que la mente le estaba pidiendo que se tirara a la cama y que se durmiera sin tener siquiera que bañarse. Tomó sus cosas, su maleta, las llaves del automóvil y su celular para bajar del auto. Lo único bueno era que estaba lloviendo. Pudo sentir una ventisca refrescante a pesar de lo helada que estaba y observó el cielo. Estaba nublado.

Bien, había llegado en una buena hora.

Comenzó a caminar directo a la entrada de su casa. Al abrir la puerta se encontró con YoonGi llegando a donde se encontraba. Tomó sus cosas, cerrando el pedazo de aluminio y se dirigió con las mismas al interior de la casa. El castaño le siguió en silencio, cerrando los ojos y quitándose la molesta corbata que siempre tenía que llevar atada al cuello. Pronto sintió de la nada las manos de YoonGi colarse a su cuello y abrió los ojos cansados para verlo.

—¿Fue un mal día?

—Siempre son días malos, YoonGi —respondió con una sonrisa fatigada. El omega entonces acogió su rostro, mirando con cariño al hombre delante de si. Acarició con su pulgar su mejilla.

—¿Y las noches?

—No, las noches no, siempre que pueda verte las noches son un paraíso a comparación del infierno en el trabajo —susurró, estirándose. Le gustaba demasiado llegar a su casa. A diferencia de cuando no estaba casado, ir a su "hogar" representaba ansiedad, porque eso era lo que le daba. Ya que salía par de veces a unas clases, sentía el corazón ardiendo en latidos cada vez que se aproximaba la hora de irse. Pensando en ello, observó en una ojeada sus dedos. Las diminutas cicatrices que se extendían como ramificaciones poco se notaban. El pálido miró a otro lado al notar su silencio después de lo que le había comentado.

—Bueno, ve a darte un baño. Voy a calentar la comida.

El omega le dejó allí. JeongGuk entonces ralentizó sus pasos hasta las escaleras. Podía oler desde allí como el olor del pálido se iba con lentitud. Aunque YoonGi soltaba de sus feromonas algunas ocasiones eso no se notaba por lo imperceptible que era, ni decir del suyo. Arrugó un tanto la nariz, haciendo caso a lo que le había dicho el otro y se fue a bañar. Luego de quince minutos donde había buscado luego su ropa de dormir se fue a la parte de abajo, observando que el omega le esperaba sentado en la mesa. Sonrió enamorado, acercándose a él para sentarse en la mesa.

—¿Comiste antes? —preguntó. YoonGi asintió.

—Sí, no te preocupes. Come tú.

Jeon asintió, comenzando a comer. YoonGi se mantenía mirando su celular que estaba puesto en la mesa, aunque no le prestó atención a cuál era de todas las aplicaciones para socializar que habían. En realidad, a él no le interesaba el celular, lo tenía para salir de apuros o hacerse el ocupado cuando se sentía incómodo con alguien. Con cuidado el castaño acercó su mano izquierda a la del pálido, quien se sorprendió leve al sentir su toque, pero no apartó la mano, sino que aceptó la misma. Eso hizo el corazón del otro moverse con fuerza. Aunque estuvieran en silencio, aunque no hablaran, JeongGuk estaba muy contento. YoonGi era un tanto más suave, le gustaba aquello.

Cuando terminó de comer YoonGi se llevó las cosas para lavarlas. Pronto JeongGuk caminó hasta la sala, donde se sentó en el mueble. Se mantuvo en silencio hasta que el omega pareció buscarlo y al darse con él, se sentó también a su lado. Le notó tomar el control, con una sonrisa.

—¿Quieres ver una película o una serie?

El castaño se acercó a su cuerpo, emanaba un tanto de calor. Tiernamente su mano recorrió el brazo extendido del pálido, quien se mantuvo expectante con los ojos oscuros unos segundos. La misma llegó al objetivo, tomando el control del televisor. Lo encendió, pero nunca dejó de ver el rostro de YoonGi. Este último tragó pesado al notar que el ambiente estaba extraño, moviendo la cabeza para entonces chocar su mirada con la ajena. Sin saber cómo, fueron delimitando el espacio que quedaba entre los dos. El alfa le miraba de manera cálida, para rápido, pero con delicadeza, acoger su mandíbula con su mano y acariciar la misma como si fuese una obra de arte. La piel de YoonGi se erizó por completo. Hacia más de un mes que él y el castaño no tenían algo más que abrazos y toques gentiles, así que se sintió felizmente nervioso de saber lo que podría ocurrir.

Entonces JeongGuk habló.

—¿Puedo verte sólo a ti? —cuestionó, besando su mandíbula lento. El omega cerró los ojos ante la petición, aceptando en silencio y el alfa, pareciendo comprender, colocando sus manos en su cuerpo. Acarició sus brazos, sus dedos, sus hombros y quitó la camisa cuando le pareció un estorbo. El omega recibió besos que no dudó en entregar de vuelta siempre que sus labios y su piel la percibían. Le gustaba besar a YoonGi porque parecía que se desmoronaba. Aquella actitud arisca simplemente caía como un velo cuando le dedicaba par de besos. Era que se había dado cuenta que a YoonGi le gustaban los besos prolongados, que le gustaba que lo mirara y que lo tocara, bueno, no era que fuese un fastidio, en realidad le empezaba a coger gusto. Gusto a YoonGi. Se escuchaba y se sentía tan bien. Quizás era aquello que le gustaba a YoonGi.

Quizás... le gustaba sentirse deseado, y ese deseo era irresistible para JeongGuk.

De la nada se escuchó en la lejanía el sonido de la lluvia cayendo con fuerza fuera de la casa, lo que le sorprendió en unos segundos. La luz parpadeó y se quedaron a oscuras. No obstante no fue impedimento. YoonGi mordisqueó con travesura su labio inferior, quitando la camisa suya en ese instante. Delicado fue el dedo que se introdujo en la boca semi-abierta del omega, quien lo recibió gustoso, moviendo su lengua alrededor mientras se inclinaba de arriba hacia abajo. JeongGuk abrió sus piernas, sintiendo un cosquilleo ir de su abdomen hasta su entrepierna. Era dulce, muy dulce. El omega le miró por primera vez, dejando salir el empapado dedo de su boca para atreverse a quitar el botón del pantalón ajeno.

El alfa se abrió mejor de piernas cuando su esposo le quitó el pantalón. YoonGi se arrodilló, lamentándose el hecho de que sus rodillas pudiesen quedar un tanto rojas mientras hacía aquello y que la gente, si salía, se diera cuenta de lo que había hecho, pero va, qué importaba en realidad. No era no el primero ni el último en hacerlo. Aunque el pensamiento no tuvo tanta cabida en su mente, así que se dedicó a tantear el despierto terreno que tenía delante de si. Sin quitar la tela se acercó para lamer por encima, provocando un gimoteo bajo y tierno que le causó una sonrisa bonita. Repitió el acto varias ocasiones, dejando un tanto húmeda la tela que se adhería a su entrepierna. Con cuidado se acomodó, metiendo su mano dentro de la ropa para sacar su dureza. El omega, sin querer hacerlo, sólo escupió en ella, comenzando a lamer por encima. JeongGuk apresó su labio inferior en sus dientes, observando cálido el techo oscuro. Se había ido la luz, y estaba lloviendo afuera. Al alfa le gustaba saber que allí estaba con su omega, omega quien estaba un tanto ocupado, ¡pero qué más daba!

Gruñó sin querer al sentir que, de la nada, el omega rozaba sus dientes con su glande. Bajó la mirada, intentando conseguir la figura de sus ojos lindos, orbes que estaban cerradas. YoonGi se apartó el cabello de la cara, sintiendo que sudaba al estar haciendo aquello. Se lo sacó unos segundos, mirando a su alfa.

—¿Te gusta, mi bebé? —preguntó con la voz ronca, provocando un gemido en JeongGuk, quien asintió. La cabeza palpitaba en conjunto con las venas, líquido escurrió suavemente, como si fuera algún tipo de topping. YoonGi abrió su boca, regresando a lo que estaba haciendo. El sabor en si no era agradable, tampoco la saliva que se acumulaba en su boca, pero no había problema. Se dedicó a juguetear tomándose el atrevimiento de en serio buscar el máximo punto en que JeongGuk le dijera que le gustaba en serio, por lo que se pasó lamiendo de un sitio al otro, con cuidado de no ahogarse. Bien, lo hacía bien, o eso pensaba, aquella era la primera vez que se le ocurría hacer algo como aquello, pero él también tenía un pene, ¿qué tan difícil sería hacer una mamada?

El pensamiento retumbó en ocasiones cuando quiso meter mayoría, no obstante se evitó hacerlo por completo. No era actor porno como para poder hacerlo, así que lamió lento por última vez antes de recibir las manos ardientes de JeongGuk en su helado cuerpo. YoonGi le observó, curveando el cuerpo de forma inconsciente cuando estas pasearon por el camino de su espalda. Entonces alzó el trasero cuando este deseó quitar su pantalón.

De pronto se dio cuenta de que el cuello del alfa estaba más cerca de lo normal, así que besó su manzana de Adán. JeongGuk se rió por las cosquillas, alejándose un tanto para que no volviera a hacer lo mismo. El omega se levantó al sentir que la tela descendía de sus piernas, por lo cual necesitaba moverse de la posición en la cual se encontraba, y se avergonzó al sentir que, cuando terminó de encontrarse con sus pies, un líquido levemente espeso y un tanto caliente se movió por sus muslos interiores, sin embargo JeongGuk no se dio cuenta de ello. El alfa sonrió cariñoso antes de sentar al omega a su lado.

Sus nervios se pusieron de punta, y era que sus labios se habían ido al lóbulo de su oreja. Besó anhelante su piel, saturando con pasión sus sentidos, y era que el toque se estaba haciendo más tortuoso, ralentizado la forma en la cual se movía. De pronto el omega no supo en dónde se encontraba, si era aquella su casa, si era aquel su país, o de quien era el mueble en donde estaban dejando caer sus cuerpos, en realidad lo único que importaba era que su alfa estaba allí, con él y que no había quien pudiera sacarlo de donde se hallaba.

—YoonGi, amor, alza un poco esta pierna —tocó la misma, la derecha. El pálido, pendiente a lo que mandaba su alfa, movió ligero la pierna que había pedido. Sintió un toque gentil, que iba en leves circunferencias, hasta que lo introdujo. Con severo entusiasmo el omega se movió, encontrándose de nuevo con la cara del alfa cerca de si. Entonces su mano se trasladó en delicados movimientos a su rostro, donde sus labios se encontraron otra vez. Fue allí en donde Jeon se acomodó en el sofá, colocando sus rodillas en el mismo y fue entrando en el otro. Mientras eso ocurría sus manos exploraban zonas ya conocidas de su piel, escuchaba atentamente sus suspiros, su respiración irregular, podía sentir en su propia piel su calor, podía ver lo húmedo de sus hebras.

Unas palabras salieron de la boca del más pequeño, ahogadas, como si le doliera lo siguiente.

—Te... te necesité tanto —susurró, escondiendo su rostro en su pecho. El alfa supo a lo que se refería. El tiempo donde estuvo sin recordar nada había sido bastante terrible, y bueno, seguro que a YoonGi alguna vez le dieron ganas de estar con él, pero no se podía. Miró a su omega apretar su espalda, tembloroso. Besó su nuca, abrazándolo.

—Ya, estoy aquí —murmuró, besando su cuello y hombro en repetidas ocasiones. Min separó su rostro, mirándolo.

—Gracias.

Fue lento. Una movida, otra, con cuidado. En realidad, JeongGuk no se pudo concentrar demasiado, tenía en su mente a YoonGi y lo tierno que se veía estando indefenso a su lado. No pudo evitarlo, lo abrazó, y no se separó de él por mucho tiempo. Quizás uno que otro cambio de posición, pero en realidad, los dos habían terminado poco luego. El alfa apretó el cuerpo de su omega, sonriente.

—Te amo, YoonGi —dijo con seguridad. Flexionó su cuello, tomando su rostro. Min sonrió, escondiéndose en el tramo de su brazo y su pecho. Entonces el alfa tomó una de las camisas, cubriendo el trasero del pálido.

Y, aunque no le respondió nada, para Jeon fue suficiente el toque protector del omega en su cuerpo, porque le hacía sentir querido así como sus palabras le hicieron sentir a YoonGi.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro