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30.

Y con el paso del tiempo, JeongGuk fue más abierto en recibir medicamentos y ayuda, ayuda que se les había olvidado en un principio, claro, YoonGi había estado empeñado en hacerle recordar todo lo que habían vivido juntos y no había encontrado una buena forma de hacerlo, por ello incluso había provocado que el alfa fuese serio y estricto con él. Sin embargo, ahora el cuento era distinto. JeongGuk había estado teniendo uno que otro dolor de cabeza y unos mareos, claro, no eran tan fuertes ni asustaban a alguno de los dos, pero la cosa estaba yendo lo suficientemente bien como para que ya recordara sucesos que habían sido importantes, como el hecho ocurrido en el hotel aquella vez, donde habían tenido que dejar su desayuno tirado por la pelea y el hombre loco que les quiso golpear, o como aquella ocasión donde tuvieron relaciones por primera vez.

Era... bonito.

Entonces no bastó mucho para que, aquel día, luego de casi un mes y medio, los ojos de JeongGuk tomaran un brillo que antes siempre habían estado allí. Se sentó con suavidad en la cama, estirando sus brazos con fuerza y miró para el lado donde YoonGi se suponía que estuviese durmiendo. Era un sábado, eso era bueno, se dijo. Le gustaban los sábados, sin embargo no le gustaban cuando el omega no estaba a su lado. Con cuidado se levantó, sintiendo el frío piso de la mañana y se acercó a la puerta con los ojos hinchados y el pelo convertido en una maraña. Observó a todos lados, dándose cuenta de que el pálido subía las escaleras. Una sonrisa nació en sus labios y esperó a que le viera. Subía con el desayuno. Este pronto se dio cuenta que estaba allí.

—Hombre, vuelve a la cama, ¿qué haces despierto tan temprano?

—YoonGi, omega —susurró con una suave sonrisa antes de pronunciar con dulzura—. Recuerdo todo.

El omega sintió sus manos temblar y sin querer se le cayó la bandeja de las mismas, así que comenzó a intentar recogerlo. Sus ojos se cristalizaron con rapidez, pero cuando se dio cuenta ya el castaño estaba a su lado, ayudando a recoger lo que se le había caído. Sin importar los pedacitos de vidrio en el piso se abalanzó a abrazarlo, con fuerza. El otro sonrió, sintiendo sus mejillas ponerse ardientes, no obstante se mantuvo buscando que no le pasara nada malo.

—P-pensé que nunca... nunca más... Podría verte así —murmuró con los ojos encendidos en lágrimas. Aquello le emocionaba, a la vez le dolía, ya se había acostumbrado a la situación.

JeongGuk le tomó con precaución, con los ojitos buscando que su pareja no tuviese ningún daño en su cuerpo. Se alejaron un poco de allí y YoonGi le llenó la cara de besos, algo que le hizo reír con vergüenza. Su omega era tan lindo, ¿cómo era posible que solamente él se hubiese dado cuenta de aquello? Sintió que sus manos eran posadas en su cara y le miró. YoonGi no podía dejar de llorar, pero sonreía.

—Ya, ya —dijo, queriendo dejar de ver aquellos ojos lindos empapados en lágrimas. Besó sus labios, siendo recibido de inmediato por el otro, quien se acercó a su cuerpo para sentirlo mejor. Allí estaba JeongGuk, el alfa suavecito que tanto quería. Dicho alfa lo separó, notando que aquel omega no quería hacerlo en realidad porque se abalanzó de nuevo—. YoonGi, no me he lavado la boca.

—Que se joda —dijo, besando su boca otra vez, como si jamás lo hubiese hecho antes. El alfa lo complació, lento, tal cual quería, pero al final se separaron. JeongGuk miró a la pared, repleto de bochorno. YoonGi le observaba—. Qué lindo eres.

La cara del otro se puso roja de repente e intentó cubrirse un tanto. El omega se rió, contento. Aquel era su JeongGuk, y estaba contento de sentirlo de regreso. Los dos con cuidado pusieron los pedazos de vidrio en la bandeja, y lo llevaron hasta la cocina. YoonGi lo dejó en el fregadero, girando su cuerpo. El alfa estaba emocionado al ver al otro. Los ojos de su omega brillaban tanto que parecía otra persona. Iba a decirle cuánto lo amaba de nuevo, pero su sonrisa pareció dudar.

Porque de la nada recordó las palabras que le había dicho cuando estaba con la amnesia, de las cosas que había pensado, de lo que había vivido y se arrepintió de ese tiempo en donde había hecho cosas tan malas. JeongGuk sintió que sus ojos se ponían borrosos, y el omega se alertó, tomando su rostro. ¿Ahora porqué su alfa estaba llorando? Lo atrajo, observando con preocupación las densas lágrimas que bajaban por sus mejillas.

—Ya, JeongGuk, ¿qué pasa? ¿Quieres mimos? ¿Te duele algo? Cariño, dime.

—P-perdón —se disculpó, comenzando a hipar. El omega no supo de qué se disculpaba, así que se sintió peor—. Pensé cosas tan feas de ti cuando no te recordaba, perdón, perdón. Te amo, te amo mucho, ¿lo sabes?

YoonGi detuvo sus caricias, sintiendo que las imágenes de indiferencia en algún momento del pasado con JeongGuk llegaron a su mente, pero se mantuvo sonriendo con algo de pena.

—Yo no fui el mejor cuando todo esto ocurrió. No hay problema con que en ese tiempo te hayas llevado una mala impresión de mi, bebé —susurró, dejando un beso en su boca. Limpió pronto sus lágrimas, aquellas que habían dejado de salir por fin—. No llores, ¿bien?Eres tan lindo como para manchar tu rostro con esas lágrimas feas. Ya, vamos a comer algo rico, ¿si?

JeongGuk asintió, sonriendo al recibir el cariño de YoonGi. Se sentía extraño. El otro nunca había sido tan cariñoso como en esos momentos. Aunque se lamentó de que si no hubiese sido por la matada de la oficina el otro no se hubiese comportado de esa forma. Aún así, no denegó en recibir el cariño. YoonGi le ayudó a sentarse.

—Deja hacerte algo bueno, tú espérame aquí.

El omega se fue, dejándolo solo. Entonces, aunque no quiso, JeongGuk subió hasta el baño para hacer sus necesidades y lavarse la boca. Pronto bajó corriendo, procurando que su omega no se hubiese dado cuenta que se había ido. Corrió intentando no hacer ruido, sentándose en la misma silla en donde le había dejado, poniendo sus manos en sus muslos. Bien, había ido sin que el pálido se diese cuenta. Esperó y esperó allí, en silencio. Pronto YoonGi, a eso de veinte minutos, regresó con más comida.

—Ya, mira, te hice tostadas francesas y café negro sin azúcar como te gusta, además de huevos estrellados, ensalada de frutas y muffins de chocolate.

YoonGi le sonrió, dando la vuelta para irse de nuevo a la cocina, pero el otro le detuvo. El omega se giró, preocupado. Así que tomó su rostro. El alfa se puso nervioso.

—¿Pasa algo?

—¿... Me puedes decir bebé de nuevo? Digo, perdón, es que... me pareció bonito —dijo el alfa, viendo como YoonGi se puso un tanto nervioso, pero bueno. Los ojos de JeongGuk eran lindos, y grandes, y no se pudo evitar eso.

—Ya... mí bebé —susurró con cariño, dando un beso en su mejilla. Jeon sintió sus labios temblorosos y su corazón emocionado—. Come, ¿si? Quizás podamos salir hoy a pasear, ¿quieres?

Asintió con las mejillas encendidas, comenzando a comer. El omega tomó la escoba, empezando a barrer. La mañana se mantuvo tranquila. YoonGi se sentía contento y JeongGuk se había dormido de nuevo en el sofá a lo que esperaba paciente a que terminara de hacer sus cosas para salir. Entonces entró por la ventana TaeHyung justo cuando el omega estaba limpiando. Cayó de trasero, haciendo una mueca.

—Tsk, un día de estos te van a llamar a la policía si sigues entrando de esa forma —dijo YoonGi, algo molesto. El beta le ignoró, sonriente. Se levantó minutos después. Al parecer le había dolido demasiado el trasero.

—Te tengo otro plan ya que hace tiempo que no hacemos nada.

—No, gracias —dijo y antes de que el otro se pudiera quejar, puso un dedo en sus labios, esbozando una sonrisa de triunfo—. JeongGuk... ya recordó todo. Me lo dijo hoy, hace unas horas.

Los ojos de TaeHyung se iluminaron en gracia y se quedó en silencio con una sonrisa mientras tomaba sus manos, dejando de lado el mapo.

—Ya... ¿Todo está bien con ustedes ahora?

El otro asintió.

—Sí, sí. Todo está bien. Le hice el desayuno y ahora está durmiendo allí en el sillón. No sabes la felicidad que sentí cuando... cuando tuvo esa misma mirada, tan linda y tan suave, sentí... que mis piernas no funcionaban.

TaeHyung ensanchó su sonrisa, coqueto.

—Uh, y eso que no te gusta, no me quiero imaginar si alguna vez te enamoras.

—No empieces con eso, Tae. Córtala.

YoonGi tomó otra vez el mapo, pasando el mismo por el piso. TaeHyung le miró con cierto desagrado. Esa había sido la razón del porqué había caído de culo al piso, claro, si estaba pasando mapo. Entonces se fue de allí, y como YoonGi tenía curiosidad por saber a dónde iba en su propia casa fue que le siguió. El beta estaba mirando a su esposo. Se acercó a él, sonriente.

—Tu esposo es muy lindo, parece un osito así bien tierno y todo aparruchable que te dan ganas de abrazarlo para no soltarlo nunca.

El pálido le observó, alzando una ceja.

—¿Qué insinuas, TaeHyung? —cuestionó con tensión, acercándose al otro. El mencionado ignoró el tono agrio de su voz, caminando hacia adelante cuando pudo ver que el omega alzaba el palo del mapo a su dirección.

—No insinuo nada, YoonGi. Tú también te pareces a algo, ¿sabes qué? —le observó. Min negó, bajando el palo—. A una bomba de tiempo.

Entonces TaeHyung salió corriendo de la casa porque YoonGi le perseguía, despertando en el proceso a JeongGuk, quien se dio cuenta que estaba solo. Con cuidado se levantó, caminando hasta donde se escuchaban pasos y se tiró encima de YoonGi, quien por amor a lo santo logró mantenerse de pie a pesar del peso sorpresivo que se había instalado en su espalda. Apretó un tanto el palo, suspirando antes de cerrar la puerta.

—JeongGuk.

—Soy tú bebé, YoonGi.

YoonGi se giró, viendo que el castaño lo abrazaba. Dejó el mapo a un lado al llegar nuevamente a la cocina, soltando un fuerte bostezo porque estaba algo cansado.

—Ya, bebé. Estaba terminando, sólo que entró Tae a la casa.

El alfa asintió, mirando su rostro. Se le ocurrió entonces algo que hacer.

—Yoon... Hagamos el amor.

—¿Cómo? —preguntó anonadado. Aquel JeongGuk no decía esas cosas, le daba vergüenza. Bueno, sí se notaba avergonzado, pero nunca se hubiese atrevido a hacerlo. El castaño escondió su rostro en su cuello, y el omega no encontró forma de negarse. Antes no había querido porque no recordaba, y sentía que hacerlo no era bueno, porque como tal JeongGuk no estaba consintiendo, pero... ahora el otro estaba bien.

Las manos del alfa subieron por su espalda, queriendo quitar su camisa. Yoon se puso nervioso.

—¿No que íbamos a salir? —interrogó, alejándose. JeongGuk tragó con fuerza, mirando su cara.

—Sí, pero... podemos salir después. ¿No quieres?

—Tsk, ¿por quién me tomas? ¿A quién no le gusta tener relaciones?

—A los asexuales.

El fastidio cubrió la cara del pálido. Miró a otro lado, para luego volver a fijarse en Jeon. Entonces sus manos danzaron entre cada botón de la camisa, dejándola caer de su cuerpo. Sin embargo antes de que el castaño se acercara, le detuvo, subiendo una mano.

—Acá no, temo a que TaeHyung pueda entrar y le recibamos con la sorpresa de que nos estamos reproduciendo —dijo con una débil sonrisa, volviendo a ponerse la tela en sus hombros. Se fue primero, y JeongGuk le siguió con una sonrisa tierna.

TaeHyung, quien estaba cerca de la ventana se echó unas risas, cruzando hasta su casa, donde JiMin apenas estacionaba su coche. Sonrió, mirando cómo lo apagaba y salía. JiMin se quitó las gafas, arreglando su traje negro e impecable, al igual que sus hebras doradas. Las vecinas se quedaron embobadas mirándolo, porque claro, un alfa así no se encontraba en muchos lados. JiMin sonrió al verle, acercándose.

—Ah, cosita rica, qué gusto es verte —dijo, dándole un beso en su mejilla para luego pasar a sus labios. Justo ahí la puerta se abrió, y el papá del muchacho carraspeó. Ambos se giraron.

—Papá, me iba a dar un beso —peleó Tae, viendo que el viejo hizo una mala cara.

—Qué beso ni que ocho cuartos. Las matas de tu mai' están llegando hasta el cuarto. Tú quítalas, eres un alfa fuerte.

El viejo sacó un machete y JiMin sonrió, entrando y aceptando el mismo. TaeHyung observó a su papá, poniendo los ojos en blanco porque sabía que lo había hecho adrede. Entró a la casa, sin ver la sonrisa de triunfo de su padre.

Si llegaste hasta aquí, felicidades. Terminaste el arco de la amnesia 🤣.

Capítulo rapidín porque la semana que viene tengo exámenes y proyectos que realizar. 💙

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