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25.

Bien, recuerda YoonGi. Tienes que ser amable y cariñoso, algo digno de un omega —enseñó, mientras movía la tiza sobre la pizarra que le había pedido a JiMin (rogado en mejor caso) para justo en esos momentos. Necesitaba verse profesional.

YoonGi estaba sentado en medio de las piernas del alfa, quien jugaba con sus dedos mientras oía desinteresadamente en el plan que tenía TaeHyung. El omega se notaba un tanto escéptico, no estaba de acuerdo con eso que estaba diciendo, porque el miedo todavía estaba latente en él, dentro de si. Miedo de que las cosas tampoco salieran, y que se llevara otro puñetazo por intentar cuidar el trasero de su amigo. Con su mano libre, al recordar, acarició el puente de la nariz. Todavía dolía un poco, ni tanto, pero le molestaba una que otra ocasión.

Yo no tengo ese lado, TaeHyung.

Este dejó de mirar la pizarra verdosa, suspirando cuando guió sus ojos llenos de fastidio hacia él.

Sí tienes ese lado, hombre. Ser amable no es cuestión de ser alfa, omega o beta, sino es una virtud del ser humano que por tu bien deberías mejorar y no sólo ahora, sino que mantener el hábito de ser amable siempre que puedas.

Tsk, no me des un sermón —se quejó, siendo recibido en los brazos de Jeon, quien sonrió al sentirlo cerca y colocó su mentón en su hombro, burlándose de forma indirecta de TaeHyung al ver que su dichoso plan al parecer no iba a ningún lado.

YoonGi, ¿quieres que JeongGuk recuerde o no?

El primero pareció estar herido con la pregunta, pero asintió. Sí quería volver a tener al alfa que conocía a su lado.

Sí.

Bueno, entonces tienes que seguir mi plan, amigo. Cuando JeongGuk nos diga que tiene que irse, y que el otro tiene que volver, vas a ser lo más amable que puedas, ¿bien? Sé cariñoso y dulce, dísculpate porque fuiste como una fiera a pelear y a echarle la culpa en el hospital y al final le preguntas si puedes ir conquistando su corazoncito poco a poco.

¿Para qué? Total, ya me gusta —dijo Jeon, sonriendo mientras olfateaba su cuello. Le gustaba el aroma a leche caliente con canela. El omega sonrió avergonzado, sacudiendo la cabeza.

Sí, pero aquel mamón no, y a quien queremos conquistar es al torpe ese —habló Tae suspirando—. Estaba pensando, ¿qué cosas le pueden gustar a un alfa?

¿Por qué no le preguntas a JiMin? Es un alfa —propuso el omega.

Con JiMin no se puede confiar. Solamente hay tres cosas que le gustan. El vino, Juliet y la pintura, nada más... Espera, me confundo, son cuatro. El sexo. Con personas así no se puede generalizar, por lo que lo mejor es dejarlo fuera de esto. JeongGuk, ¿qué te gusta?

Este abrió sus ojos, sonriendo.

YoonGi.

JeongGuk, coopera —exigió el omega, girándose. El mencionado le miró.

Es la verdad. Me gustas tú. Tus ojos, tu nariz, tu boca, tu piel... Tú.

Sí, eso déjalo para los poemas. Necesitamos saber qué te gusta.

El alfa suspiró.

Creo que no me entienden. Soy la parte animal de JeongGuk, no tengo gustos en particular ya que pienso únicamente en los instintos, pero... creo que al humano le puede gustar la comida. Recuerdo poco en su casa, pero sí disfrutaba bastante de comer.

Perfecto. Vamos a llenarlo de comida cuando regrese. Estaba pensando también, ya que aquí, por lo que veo, hay una jodida piscina y no la usan nunca, decorarla con lucecitas bien lindas en la cerca o los árboles y que pasen un buen momento dentro del agua. Le diré a JiMin que les regale dos botellas del mejor vino que tenga y sobre si conoce algún bufet donde hagan buena comida. Eso déjenlo en mi cargo, con una buena mamada me hará caso.

JeongGuk se rió, a lo que YoonGi puso sus ojos en blanco.

Bueno, pues se la harás doble, porque si sale muy caro, ni se te ocurra venir.

Bah', lo dudo. JiMin tiene dinero suficiente, que gaste un poco y que no sea un tacaño. Yo no nací para guardar dinero... bueno, algunas veces. La cosa es que espero que todo vaya acorde a como lo estoy planeando. YoonGi, por favor, ayúdanos. A ti, a mi, y a JeongGuk, es tu alfa, lo reconociste como tal, ahora busca su propio bienestar, no el tuyo.

Entonces, en ese tiempo, TaeHyung le había dado énfasis a lo que era conseguir las cosas que dijo, según él, que hacían falta. Le recomendó que lo mejor para ambos era pasar tiempo juntos, ya fuese recortando sus plantas afuera, limpiando, cocinando o viendo televisión, de esa forma JeongGuk, el humano, entraría en confianza, y por lo menos estaría más compasivo con las decisiones o pensamientos que tenía. YoonGi, por su parte, seguía teniendo miedo.

JeongGuk le había dicho días después, justo anoche, que no podía seguir estando afuera. Y que en algún momento era posible que ya no fuesen sus ojos rojos los que estuviesen allí, sino que el humano por fin volvería a ver el mundo desde su propio cuerpo. YoonGi tenía un nudo en la garganta mientras hacía el desayuno, mirando cada vez más la hora. Quizás JeongGuk se despertara un poco más tarde, lo que agradecía, porque sus manos temblaban con fuerza. Pensaba de que ya, de que habían cambiado de lugares y que de nuevo, la indiferencia se haría uno con su esposo.

¿En serio tendría que pasar por ello?

Intentó tranquilizarse. Apenas eran las siete de la mañana, pero ya las gotas de sudor estaban bajando desquiciadas por su cuello. Se detuvo unos instantes, respirando hondo y cerró sus ojos. Bien, debía buscar la calma, era lo mejor en esos momentos donde se sentía acorralado. Tenía que pensar positivo. Tenía que concentrarse en el hecho de que esa vez no debía pensar en si mismo, sino en alguien más, y que eso estaba bien, que no estaba mal de ninguna forma, que al contrario, estaba bien.

Cuando logró dar por acabado el desayuno, se secó la frente empapada de transpiración. Simplemente se quedó allí sin saber qué hacer. Pero pensó. Debía ir a despertarlo primero. ¿O acaso le llevaba el desayuno? Sacudió la cabeza, tomando la tabla que tenía el desayuno y con cuidado a que nada se derramara subió las escaleras. Había dejado la puerta de la habitación abierta para no tener que luego dejar las cosas en el piso o hacer una maroma para tener que abrirla con una mano.

Con el corazón hecho papilla entró, observando a JeongGuk dormir mientras abrazaba una de las almohadas. Se acercó, dudoso. Con cuidado se sentó cerca suyo al haber dejado el desayuno en la superficie de la mesita de noche y le observó dormir. Estaba con la boca abierta, el cabello hecho un desorden y los dedos apretados en la almohada.

—JeongGuk, despierta, vamos —susurró, moviendo un poco uno de los brazos que esta visible. Al no recibir respuesta, siguió con lo mismo aunque su voz estuviese agrietada—. JeongGuk, traje tu desayuno.

Este se comenzó a mover, abriendo de a poco sus ojos y lo pudo notar.

Marrón.

Se sintió presionado por querer ser amable. Este le miró unos minutos, sin saber en dónde estaba. Se estiró, sentándose. YoonGi se levantó, tomando la tabla y la colocó con cuidado encima de sus piernas.

—Te traje el desayuno, ¿estás cómodo? Deja te pongo la almohada donde va —preguntó de manera cariñosa, levantándose.

Tomó una, poniendo la misma detrás de su espalda. JeongGuk se comenzó a notar confundido mientras sus ojos somnolientos iban de un lado al otro, pero se enfocaba más en él. Entonces, alzó una de sus manos, tocando con suavidad el puente de la nariz.

—Discúlpame por eso... No quería golpearte —susurró, con voz grave debido al sueño. YoonGi sonrió, sudando.

—No es nada. Yo... JeongGuk, no sé si te molesta que podamos hablar ahora, supongo que quieres comer primero y que no debería hacerlo.

El alfa bajó su mano al ver que se alejaba y solamente se encogió de hombros ante lo que había dicho. Sus ojos se fueron a la comida. Había una taza grande de café, un plato con ensalada de frutas, dos wafles, revoltillo y fresas. Se fue primero con el café y sus ojos brillaron del gusto cuando su paladar sintió el aroma agrio de este. Le gustaba el café sin azúcar.

YoonGi se sentó cerca suyo, pasando sus manos por su pantalón. Estaban sudando.

—Yo... quiero que me disculpes por como me comporté cuando fui al hospital. Hasta este momento no había comprendido la magnitud que es este problema ni he pensado en ti como se supone, ni te he ayudado. Solamente te hemos exigido que recuerdes, cuando no es tu culpa, ni hemos logrado que aunque sea te sientas cómodo. He decidido que lo primordial es cuidarte por el tiempo en que todavía no puedas recordar nada.

JeongGuk dejó el café de lado, manteniéndose en silencio hasta que segundos luego habló.

—¿Y qué si no logro recordar? ¿Y qué si pasan días, meses..., años donde no sepa que pasó entre nosotros? ¿Qué harás ahí? —preguntó con seriedad, tranquilo, como si no tuviese miedo de lo que decía. YoonGi tragó con fuerza, disimulando una sonrisa. Le dolía, le dolía pensar en eso.

—... Te cuidaré, siempre, para eso me casé contigo, por eso eres mi alfa y yo tu omega —susurró, con la voz rota.

El alfa no lo miró mientras decía aquellas palabras. Entonces, dentro de si de nuevo estaba sintiéndose extraño. Ahora ese chico se presentaba tan... calmado. Era diferente a como le había visto en el hospital. Le asustaba como podía tener dos facetas que se distaban de lo poco que conocía. Entonces, se quiso dar una bofetada de las grandes. Habían tenido que llegar a ese punto para comprender que la actitud de ambos estaba mal.

—Bien... Todo bien. Yo también he hecho cosas malas, YoonGi —comentó, suspirando—. Creo que empezar de cero entre ambos es la mejor opción y... pido perdón por todo lo que alguna vez llegué a pensar de ti cuando tampoco presté atención a tus sentimientos, solamente me dediqué a pensar en mi, y lo que me podría pasar con gente que no conozco.

YoonGi asintió, en silencio. Por lo que, el alfa volvió a hablar mientras tomaba una fresa.

—Y bien, cuéntame de ti, tu familia, lo que te gusta... Algo.

El omega sonrió, avergonzado e incómodo. Hablar de su familia era incómodo.

—Este... Tengo unos cuantos hermanos que no me importan, ya sabes... Eh, mi madre me odia... digo, no le caigo bien, y tampoco a mi padre, de ahí a otro lado, no creo tener más familia que haya conocido en realidad. Nos casamos hace ocho meses y vivimos juntos aquí.

—El anterior yo, ¿cómo era?

YoonGi se levantó, dudoso de contarle. Se sentó más cerca.

—Bueno... era dulce, y bonito. Era como agua cuando tienes sed, refrescante. Como el calor cuando hace frío, abrigador. Siempre me escuchaba, siempre quería estar conmigo. Y quizás peleábamos mucho, pero... lo hacía siempre pensando en mi bienestar. Yo aprendí a quererlo de a poco, porque era alguien suave, alguien en quien puedes confiar, tímido y un poco inseguro de su mismo, pero... ha sido el mejor alfa que he conocido en toda mi vida y no me voy a arrepentir nunca de haberlo conocido. Es por lo único que le podría agradecer a mis... padres.

JeongGuk dejó de comer cuando escuchó que su voz volvía a partirse, y observó que ya no le estaba mirando, sino que mantenía la cabeza fija en la pared, quizás para que no le viera. Su alfa, en el interior, aulló, triste, moviéndose de un lado al otro. Había sonado tan triste que inclusive sintió los vellos en su cuerpo florecer.

—No... No te escondas, ¿bien? Puedes llorar aquí, te puedo ver y te puedo sentir... Para empezar todo esto, necesito conocerte, de nuevo.

YoonGi asintió, levantándose.

—Ya, me puse... sentimental —tragó con fuerza, mirando a cualquier otro lado que no fueran sus ojos—. Come, ¿si? Iré a lavar los trastes.

Se fue de allí antes que le pudiera decir otra cosa. JeongGuk permaneció en silencio, logrando ver dentro de su mente las imágenes frescas de unos ojos un poco rojos, algo hinchados, húmedos, como si les hubiesen pasado un pañuelo mojado encima suyo. Se veía diferente a lo que había conocido antes y se lamentó de haber sido una persona quien le criticó sin haberle dado la oportunidad a entender la frustración de haber perdido a una persona querida.

Apretó su mano.

—Qué estúpido he sido —soltó en murmullos—. Que Dios me perdone.

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