15.
Sin embargo, se había equivocado en cuanto lo que había pensado que podría suceder al respecto a las decisiones que ambos habían tomado esa madrugada. Cuando YoonGi se había levantado, rondando a eso de las una de la tarde, bien era cierto que seguía teniendo las mismas actitudes con él, que hablaba igual de malo y le insultaba de una forma que no sabía sí debía tomárselo enserio o no. Claro no estaba esperando un cambio y sonrió al ver que seguía igual que siempre y que le dijo que no volvería a llamarlo como lo que era, un alfa, pero...
Pero había algo diferente, aunque no pudiese discernir lo que era, sí podía sentirlo allí, molestando cada vez que cruzaban miradas. No era nada que pudiese observarse a simple vista a pesar de todo, no era el temperamento, ni su carácter, ni la personalidad, nada de ello. Sólo que...
YoonGi parecía un... ¿un qué?, ah, un cachorro. ¡Sí, sonaba algo bien loco! Pero no se refería a la ternura de un animal así, o bueno, quizás un poco, no era que YoonGi fuese por completo alguien adorable, pero tampoco podía negarlo, ¡bien lo era!, sí, sí, ¡volviendo a la actitud de su esposo que estaba tan extraña esos días! No era que su comportamiento fuese como un animal, sino que lo sentía más...
Más abierto. Como si estuviese esperando algo cada vez que hablaba con él. Muchas veces antes de dormir se le quedaba mirando, pero cuando preguntaba sí sucedía algo, temeroso por una pelea, porque con su esposo no se podía saber nada ni predecir la conducta, el otro negaba y se acostaba a dormir como si no le hubiese echado el ojo como criminal a su víctima. Entonces, siempre le miraba con esas orbes, como si le pidiera algo a cambio, por lo que el corazón de JeongGuk se aceleraba, el miedo estaba allí, presente, porque no, ¡no sabía que era para sus lamentos!
Miró a YoonGi. Había regresado cansado del trabajo, y allí estaba el omega esperándolo, con seguro la comida hecha y con la ducha lista para que la usara. Le miró como tantas veces, dejándole entrar. Dudoso lo hizo, sintiendo sus hombros tensos. El sol se estaba poniendo, de colores naranjas y rosas. Por fin estaba en su casa, se dijo con una gran sonrisa, porque no había algo que le hiciera más feliz que regresar y estar con su lindo omega. Al girarse, el otro le empujó, haciéndole caer con fuerza al piso. Asustado con que hubiese hecho algo mal, y tuviese que disculparse también por algo que no tenía ni idea, abrió sus ojos, pero notó que el omega se le sentaba, con una mirada oscura.
—Venga, no me digas que no has podido notarlo —dijo con obviedad, tomándole de su corbata para acercarle a su rostro. JeongGuk ahí entró en verdadero pánico porque no tenía ni idea de lo que le estaba comunicando. ¡¿Qué podría ser capaz de querer YoonGi sin él saberlo?! ¿Era qué acaso le había estado enviando indirectas qué él no podía descifrar por lo tonto que era? Al no recibir respuesta alguna, YoonGi suspiró—. No, no te has dado cuenta.
Se asustó más de lo pensado.
—Y-YoonGi.
—Ah, no es nada, venga
El omega se levantó, ayudándole a hacer lo mismo. No sabía en serio, qué era lo que podía desear el otro. Pronto le envió a qué se fuese a bañar, y así lo hizo. Estando allí en el baño, y bajo el agua, tuvo que cerrar los ojos, obligar a su mente, y esperar a que algo apareciera y qué le brindara ayuda. Enojado, abrió los mismos para sentir que el champú se le entraba a su visión, entonces maldijo por lo bajo por el ardor que se estaba causando él mismo.
Después del ardor, pensó de nuevo. ¿Qué podría querer YoonGi?
Bien, había que dejar par de cosas claras. Principalmente, esos ojitos todos bellos y hermosos que parecían de víbora (claro, sin ser malinterpretado, las víboras a pesar de todo eran animales majestuosos, pero lo mejor era callarlo, YoonGi no se lo tomaría bien) habían estado mirándole de forma fija después de... de lo que habían tenido esa mañana donde sus manitos se habían ido por otros lares que le seguían avergonzando. Entonces, algo tuvo que haber pasado allí, como para que una semana después, todavía siguiera persiguiendo su figura.
Pero, ¿qué? ¿Qué habría de pasar? ¿Había un incentivo?
Bien, ahora que sabía de donde venía su actitud, tenía que recordar si YoonGi había hecho cosas extrañas que antes no habían pasado. Emocionado con que estuviese llegando al punto, cerró sus ojos.
Luego de haber tenido ese tipo de cosas esa mañana, YoonGi despertó a eso de las una de la tarde más tranquilo (tranquilo en lo que respectaba sobre el silencio), aunque eso no fue buen augurio de paz, porque la pelea que tuvo con la vecina porque uno de sus perros le hizo mierda unas flores que había plantado fue escandalosa y hasta tuvo que pedirle que entrara porque sino ambos iban a enredarse a pelear. Lo menos que quería era que su esposo se hiciera viral en un vídeo de pelea súper vergonzosa por redes sociales.
Después de ello, no recordaba bien. YoonGi había comido con él en silencio, y se habían acostado a dormir. Quizás fue al día siguiente. YoonGi le había despertado para que fuese al trabajo, le hizo él desayuno y él se fue. Por la tarde al regresar, no había nada extraño tampoco, quizás era que-
¡No! Esperen. Sí, sí había pasado algo que no ocurrió el mes anterior. Movió sus manos a su cabeza, sabiendo que había algo que YoonGi había usado. Abrió sus ojos cuando lo supo, pudo ver la luz celestial abrir su mente y lo vio, claro como el agua. ¡La ropa! YoonGi había cambiado de ropa. ¿Cómo no había podido darse cuenta antes? Ese día no tenía de esas camisas grandes que le gustaban, que tapaban todo su cuerpo, ni esos pantalones hasta la rodilla que parecían volar cada vez que se movía. Ni el cabello despeinado. Esa noche cuando estaba en la cama viendo su celular, YoonGi había entrado con una camisa más pegada.
Recordaba que estaba un poco descubierto sus hombros, y tenía pantalones cortos. Le había mirado unos cuantos minutos antes de darse la vuelta y dormir. A la mañana siguiente tuvieron la misma rutina, sólo que por la tarde... ¡Bien, estaba recordando! Había visto sus labios un poco más brillantes. ¿Podía haber sido labial?
¡Y la otra vez se estaba dando un masaje con poca ropa! También le dijo que podía darle un masaje a él. En realidad, parecía estar más risueño.
Pero... ¿Qué quería decirle con exactitud?
Se salió del baño y con cuidado de no dejarse caer tomó su celular. Llamó a JiMin, ya que él sabía de esos casos. Esperó mientras se secaba el cuerpo, un poco nervioso, hasta que le respondió.
¿JeongGuk? Hola, ¿cómo estás?
—Ah, hola JiMin. Estoy bien. Necesito que me ayudes en algo.
¡Claro! Sólo dime qué es.
—Bueno, eh... Has tenido a varios omegas en tu vida, supongo.
¿Si...? ¿Por?
—Estoy casado, también lo sabes. Lo que pasa es que... YoonGi está raro.
¿En qué contexto?
—Eh... Es que en realidad no sé porqué está tan extraño —dijo, poniéndose la ropa que había escogido anteriormente antes de dirigirse al baño.
Ajá... ¿Pasó algo entonces?
Dudó en decirle, pero lo hizo.
—Él y yo... bueno, eh... tuvimos par de... cositas hace poco tiempo.
Oh, eso es algo bueno, seguramente tiene que ver con ello. ¿Qué sucede?
—Él... se comporta un tanto extraño. Digo, deja explicarte. Eh... No sé, pero luego de eso... me mira más, antes no lo hacía, ¿sabes? Además, se arregla y se maquilla.
La línea del otro lado se quedó en silencio, hasta que JiMin comenzó a reírse. JeongGuk, ofendido, hizo una mueca con sus labios antes de soltar un suave sonido de disgusto. No le gustaba que se riera de su situación.
Ay, perdón, perdón. Pero hombre, eso es más claro que el agua. Tuvieron cosas, es normal que tu esposo quiera verse lindo ante su alfa. Porque te llamó así, ¿no? Te dijo alfa en esos momentos.
Abrió sus ojos sorprendido.
—Sí, lo hizo.
Entonces, te reconoció como su alfa. Aunque no quiera, es posible que su instinto sea el que te esté dando una indirecta. ¿Te digo algo? En la mayoría de esos casos quiere algo físico. Naturalmente los omegas... regulares sólo desean par de mimos, ya sabes, besos y esas cosas, abrazos, algo de atención. Pero, como tu esposo es un omega anormal, supongo que... pues, quiere algo más elevado, quiere sexo en serio. Porque yo sé que tú no pudiste hacer mucho porque seguro que tu cara ahora está más roja que una manzana. Sin embargo, lo mejor es siempre hablar con él, todos somos distintos, y es posible que aunque yo piense que es sexo, quizás quiere que cambies los tornillos del inodoro porque están oxidados.
—¡Bien, bien, gracias! Te quiero —dijo con sus ojitos brillantes. JiMin se rió.
Yo también, nos vemos.
El otro colgó, dejando que el alfa terminara de vestirse. Su corazón se aceleró. ¿Y si YoonGi estaba así porque quería tener cosas de esas de nuevo? Su cara se puso caliente, tanto que tuvo que rogar a Dios que le bajara un poco a la intensidad. Cuando pasó, salió de allí y se encaminó hasta la parte de abajo, donde YoonGi esperaba, cansado al parecer. Al verle, suspiró.
—Hombre, ya pensaba que te habías ahogado en el baño.
—A-ah, perdón.
Se sentó y miró que su esposo no tenía comida. Entonces, le observó.
—¿Por qué...?
—No tengo hambre.
—¿Hay algo que te pasa? ¿Te duele alguna parte? —preguntó preocupado. YoonGi alzó una ceja, dejándola caer rápido.
—No es nada, comí mucha porquería antes de que llegaras y ahora no quiero. Tú come.
El alfa por alguna razón se sintió mal al respecto. ¿Por qué su omega no quería comer a su lado? A pesar de lo despistado que pudiese ser, no era tan tonto, y sabía que algo ocurría al respecto con el pálido. Escondió sus manos como señal de que no iba a comer tampoco, pero eso pareció encender el diablo que YoonGi tenía porque le miró con odio.
—Vas a comer ahora o te la reviento por boca y nariz, y no me hagas encabronarme, JeongGuk.
—N-no.
YoonGi respiró hondo, ignorando el demonio que le decía que lo mejor era matar a su estúpido esposo. Se relajó.
—Venga, Jeon. No puedes dejar la comida porque yo no vaya a comer ahora.
—¿Te pasa algo? —preguntó de nuevo, sacando al otro de contexto—. ¿Quieres algo?
YoonGi ladeó la cabeza.
—Sí, quiero algo.
Tragó con fuerza, sintiendo que hacía calor de repente, porque empezó a sudar de los nervios. Asintió, intentando verse normal.
—¿Q-qué es?
—Follar, quiero follar. Mi omega está loco por hacerlo.
Sí hubiese tenido comida alguna, sabía que podría haberse ido por el caño porque esas palabras le dejaron pálido como si hubiese visto a un muerto subiéndose encima suyo.
—P-pero... E-eres anormal.
—Que sea anormal no me quita el hecho de querer tener relaciones sexuales como cualquier persona, Jeon. Y sí, quizás recuerdes que te dije que no, no habría nada de por medio, y que te insulté porque no quería que me tocaras. Lo sé. Sin embargo las cosas se dieron y lo que hiciste fue simplemente encender algo que, a pesar de que había querido salir, nunca se dio la oportunidad por las diversas situaciones que me pasaban y ahora esto que siento no me deja en paz porque mi omega está más revoltoso que de costumbre y mi instintos me piden a gritos que tenga relaciones como es debido con quien es mi alfa, pero mi alfa como que no se da cuenta de que he andado media casa todos los días expulsando las pocas feromonas que tengo para que me tome en serio, pueda agarrarme de la cintura y decirme que sí, que sí quiere tener algo más conmigo que no sea la rutina que tenemos de levantarnos, comer y luego dormir. ¿Comprendes?
La cara de JeongGuk entonces tomó el color que había desaparecido, y sus piernas temblaron. Recordó que su padre le había dicho que siempre tenía que tomar la iniciativa con ese tipo de omegas, y que no habría nada malo cuando estuvieran en pleno éxtasis, ¡pero era tan difícil hacer ese tipo de cosas! La otra vez no podía dejar de pensar en su omega, ¡y tenía miedo! Temprano, pero miedo a que en realidad le gustara.
Porque YoonGi, como había dicho, se guiaba por el instinto. No por amor (que cabía decir ninguno de los dos sentía por el ajeno), ni por cariño siquiera.
¿Y si él se enamoraba primero?
JeongGuk no quiso.
Porque sabía, sabía bien, que con YoonGi, él...
Él no tenía otro remedio más que sufrir.
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