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14.

JeongGuk abrió sus ojos oscuros, moviendo sus manos de forma instintiva. Juraba que había alguien durmiendo muy bien al lado suyo, pero no encontraba mas que un frío que le hizo sentirse molesto. Se movió en la cama, notando el ambiente oscuro, y su atención se fijó en el reloj de su celular al tomarlo. Cinco y cuarenta, salía. Se sentó en la cama, observando mejor al querer despertarse. YoonGi. Eso era lo que faltaba. No se despertaba a diario con su esposo, pero siempre lo sentía bastante cerca. Se levantó con cuidado de caerse, saliendo de la habitación, pero sintió frío de nuevo.

Al dar la vuelta al baño, lo encontró saliendo de de este, con una toalla en sus cabellos y otra en su cintura. Se veía hermoso, se dijo, observando esa varonil figura que poseía. Curvas ligeramente perceptibles, piel suave al tacto, un poco bronceada. YoonGi también le notó, serio como acostumbraba, pero sus ojos rasgados tal cual un felino se fueron hasta su entrepierna.

—Jeon, deberías enfriar eso.

El mencionado dudó de lo que estaba diciendo, hasta que miró hacia abajo, dándose cuenta en seguida de lo que le estaba comentando. Avergonzado como nunca se cubrió con sus manos. YoonGi no se rió ni nada, sólo siguió adelante como si no hubiese visto algo. JeongGuk sintió su cara ponerse roja en cuestión de segundos, queriendo desaparecer del planeta para que no sintiera algo como eso, tan intenso. ¿Cómo?, se preguntó atónito, ¿cómo había sido posible que no se diera cuenta de que tenía algo como una erección? Su corazón bombeó sangre como cosa de locos, yendo al baño con rapidez.

Al estar allí se encerró, con la cara colorada y sus manos temblorosas. Siempre le daba la espalda a YoonGi, porque una que otra vez ocurría eso. Se ponía así, así de... ¡De sólo pensarlo le daba una pena inmensa! Pero cada vez se le iba haciendo más difícil controlarlas, y salían más a menudo. Cubrió su rostro con una de sus manos. Venga, que recordaba que su padre le decía que siempre que tuviera ganas le dijera a su omega, pero es que... ¡YoonGi con esa cara! Sentía que... Que el pecho se le apretaba y los nervios se le ponían a flor de piel.

Su erección latió con fuerza, y no se atrevió a siquiera mirar. La puerta se quiso abrir y asustado se alejó.

—Ah, perdona, voy a entrar —dijo, haciendo lo dicho, y le miró—. Hombre, ya pensaba que estabas haciendo tus necesidades. ¿Qué estás esperando?

JeongGuk vio que buscaba algo en el botiquín. Estaba vestido ya, tenía una camisa blanca y unos pantalones hasta la rodilla. Y se lamentó un poco, quizás. Ya no podía ver esa linda piel tan blanca que tenía. Antes de que se fuera, carraspeó para llamar su atención. Su esposo se detuvo, mirándole con curiosidad.

—No he hecho el desayuno todavía, estaba esperando a que fuese más tarde, es muy temprano —comentó, queriendo salir. El alfa tragó con fuerza, nervioso como nunca. YoonGi lo notó—. Venga, ¿qué pasa? ¿No puedes cagar bien?

—¡Sí, sí! Sí puedo —dijo, respirando profundo—. ¿T... Te p-podrías a... acercar?

—¿Para qué?

Sin embargo, no recibió respuesta. Enojado un tanto con él, YoonGi se acercó. El castaño se alejó de donde estaba y le abrazó. El omega se sorprendió, poniendo luego los ojos en blanco.

—Jeon, ¿quieres que nos abracemos?

El alfa pegó su entrepierna, haciendo escapar un jadeo de YoonGi, quien abrió un poco su boca, sorprendido en serio. Entonces sonrió. ¡Bien! Quería que lo tocara. Emocionado se alejó un tanto para verle el rostro, poniendo su mano en la erección. El otro soltó un gemido involuntario, sintiendo una sacudida. Le miró con una sonrisa.

—Hombre, no sabía que querías esto. Pensaba que te irías a bañar para bajarla.

JeongGuk se mantuvo callado, haciendo dudar a su esposo, quien habló de nuevo.

—Pero claro, si no quieres, debes saber que no te voy a tocar. ¿Bien? Tienes que estar seguro, y creo que es lo mejor, no podría aguantar con algo así.

El otro retrocedió, haciendo que JeongGuk se pusiera más nervioso y le observara con terror. ¡Había sido la primera vez que se atrevía a siquiera pensar en ese tipo de cosas para que ahora ya no quisiera! Avergonzado, le detuvo, negando a sus palabras. Abrió sus labios, dudoso.

—Sólo... Sí, q-quiero.

—¿Seguro?

JeongGuk asintió. YoonGi entonces le dio el visto bueno a que estaba de acuerdo con lo que le dijo. Le tomó de la mano, llevándolo de vuelta a la habitación, porque dijo por el camino que iba a ser más cómodo estando en la cama y no sentado en la tapa del inodoro. Al llegar, se acostaron los dos. El castaño estaba nervioso, y sudaba como loco. YoonGi le observó.

—¿Quieres... Quieres un juego previo?

—¿C-cómo que pre-previo?

—Bueno, besos, caricias... Eso. O quieres que vayamos a lo directo.

El alfa le miró. Su esposo era bastante atractivo, mierda. Observó luego sus labios, mordiendo un poco los suyos.

—Eh... Sí.

—¿Lo quieres?

Asintió. YoonGi se alzó un poco, tomando con una de sus manos su rostro para atraerlo hacia si. Con cuidado se fue acercando, dando la oportunidad de que se alejara, pero el castaño se convenció de no hacerlo, no habría algo malo. El pálido lo atrajo más, conectando sus labios. Pronto, la mano que sostenía su rostro fue haciendo círculos suaves y lentos.

Se separó, volviendo a besarle. JeongGuk cerró sus ojos, nervioso. Los labios de YoonGi buscaban un ritmo, aunque el otro le notó un tanto perdido, también. Sabiéndose de que ninguno de los dos tenía experiencia, JeongGuk fue correspondiendo con cuidado. Los labios de su esposo se amoldaban con dulzura entre los suyos, y sabían bien, eran dulces, y no sabía si era debido a ese labial que se ponía para que su boca siempre se viese tan deseable. La mano fue bajando hasta su cuello, acariciándole. Entonces, se desconectó de su boca, respirando agitado. YoonGi sonrió.

Pronto volvieron a besarse, lento, explorando hasta donde podían llegar. Las manos de JeongGuk estaban inquietas, así que fueron vacilantes a su cuerpo. YoonGi no negó el tacto en su cintura, ni que fuese alzando cada vez más su camisa, porque le verdad, el toque era risueño, cálido y le daban esas cosquillas que se mezclaban con el deseo. No, ninguno podía negarlo, ellos eran irresistibles. YoonGi no podía evitar verlo y pensarlo, pensar en que era un hombre afortunado en belleza y juventud, mientras que JeongGuk se glorificaba con su figura apapachable, con sus ojos, con él.

Un chasquido permitió que YoonGi guiara su boca a su cuello, donde había tocado con tanto énfasis antes. JeongGuk sintió sus labios arder, pero le gustaba. Dejó que su esposo se entretuviese con su piel, dando besos húmedos y mordidas traviesas. Estaba sorprendido. YoonGi se veía más de ser rudo, pero no, no lo era, era suave y esponjoso, como si tuviese la personalidad de un malvavisco derritiéndose. Todo su cuerpo se vio cubierto de una tormenta de besos que su esposo le brindó, y sus ojos grandes estaban ensimismados en su sonrisa suave y seductora, en aquellos dedos que recorrían cada tramo de su piel con ansía. YoonGi era como...

¿Cómo qué podía compararlo?

No pudo pensar bien cuando uno de esos dedos fue a su ropa interior, la cual fue bajando con duda, pero una juguetona. El alfa cubrió su rostro avergonzado, no podía, en serio. Su corazón iba rápido y fuerte. Su erección apretó, como si se quisiera proteger del tacto frío de YoonGi, quien iba poco a poco a su encuentro. Le dio un beso caliente en su abdomen antes de meter su mano dentro, tomándolo por sorpresa.

—Y-YoonGi.

Este le observó rápido, quitando su mano.

—Ya, lo dejo.

—N-no, sólo... Sólo...

Se tapó la cara, haciendo que YoonGi no supiera que hacer. Pero al no recibir respuesta, volvió a meter su mano. Las piernas de JeongGuk apretaron su mano por los nervios, pero luego las dejó abrir. Los dedos del pálido se ciñeron a la figura que tenía, y con precaución, sólo en la insaciable búsqueda del placer ajeno, la movió, subiendo y bajando, enfocándose en el glande y el frenillo. Escuchó el primer gruñido de JeongGuk, que le hizo detenerse al sentir que sus piernas temblaban. Asustado por ello, siguió haciendo lo mismo, y el otro volvió a gruñir, acompañado de un gemido suave.

YoonGi la movió, pero no rápido, sino que se dedicó a tocarla. Estaba dura. La sacó de su ropa interior, besando su pecho. El alfa abrió más sus piernas, gimiendo bajo.

—Voy a aumentar, ¿bien?

El otro asintió, y entonces su mano se afirmó en su entrepierna. Al hacerlo ya con velocidad, el cuerpo, o mejor dicho la espalda de JeongGuk se curvó, haciendo que un quejido se escuchara. Decidió mirar su cara. Mierda, jamás había visto a alguien tan rojo en su vida. Se quiso reír, pero quizás no sería bueno en esos momentos, quien sabía qué podría ocurrir con JeongGuk estando tan sensible como en esos instantes. Besó su cuello, haciendo luego un chupetón, apretando su glande de nuevo. Jeon gruñó como la primera vez, volviendo a hacer que YoonGi se sintiera débil.

De pronto, el olor a feromonas aumentó y eso le alertó. Aunque el aroma de ellos fuese bajo, y casi nunca se notara, él tenía bien presente a lo que olía a su esposo, y no dejaba de ser un omega, que aunque no dependía de él, se sentía atraído debido a que a pesar de todo, la naturaleza parecía dictar los mismos movimientos, sin discriminación. Un omega se sentía ansioso al tener el olor de un alfa caliente cerca, él no era inmune aunque la ausencia de celo estuviese bien marcada en su ser. Lamió su cuello de forma inconsciente para tener un poco más de la fragancia, sin saber que había incluso aumentado el ritmo en su mano y que sus pupilas se habían dilatado. JeongGuk gruñó con fuerza, atrayendo su cuerpo hacia el suyo. YoonGi se sorprendió al sentir su bulto bajo suyo, pero no dudó en moverse. Seguro que el otro estaba procurando también hacerle sentir bien, así que se quitó el pantalón y la ropa interior para que pudiera ser mejor para ambos.

JeongGuk al sentir su dureza se avergonzó, pero no dejó de mirar su rostro de vez en cuando. YoonGi antes de moverse ató la camisa arriba del abdomen en un nudo, para que no incomodara cuando se moviera. Estando así, colocó sus manos cerca de los brazos ajenos, para moverse encima de la hombría. Apretó sus manos en las sábanas al sentir la fricción de los dos, y ahí fue que apretó sus movimientos para que fuesen del gusto de ambos.

—M-mierda —susurró, arqueando su espalda mientras movía su pelvis de forma circular para promover la estimulación. JeongGuk miró a otro lado, sintiendo que en corazón se le apretaba de forma nerviosa en su pecho. Ver a YoonGi así, comportándose como... como su padre le dijo que hacía un omega le gustaba. Sin embargo, no estaba seguro. Un corrientazo de placer le hizo mirar al otro, quien le observaba con los ojos vidriosos.

—Mírame, mierda —gimió, saltando encima suyo—. Mira a tu... tu esposo, tu omega.

Dudó que pudiera o que se diera cuenta, pero su cara incluso se puso más escarlata de lo que ya la tenía. No supo qué hacer con su mirada demandante mientras seguía moviéndose, así que alzó sus temblorosas manos hasta su linda cintura. Vio par de rollitos, que la parecieron tiernos y detuvo el movimiento. El omega alzó una ceja, pero se dejó hacer.

—¿Tú...?

—¿Yo?

—¿Tú...? E-eres mi omega —dijo, haciendo a YoonGi asentir con obviedad. Lo era. Era su esposo. No entendía el punto. Las manos grandes del castaño se fueron hasta su espalda baja, y YoonGi lo supo. Bien, quería saber si lubricaba como un omega normal.

Le observó serio.

—Sí lubrico como todos, sólo que necesito un poco más de placer, claro está. Dios, eso sería como preguntarte si tú base puede hincharse. Dame unos minutos.

YoonGi guió una de sus manos a su dureza, moviendo la misma con rapidez. JeongGuk se sentía como un niño, con los ojos curiosos bien abiertos y el sudor pegado a él como garrapata. Ver a su omega masturbarse al frente suyo era una novedad, y le notaba dócil, manso. Sí, como le habían dicho siempre de los omegas. Le pareció atractivo, indecente, sucio.

¡Y le gustaba! ¿Qué clase de gusto culposo era ese?

YoonGi se sonrojó, dándose la vuelta. Entonces JeongGuk empeoró, observando que sí, que lubricaba como cualquier omega, y emocionado sonrió. ¡Tenía a un omega! Quizás sonaba demasiado idiota, pero era que debían entender su punto, por Dios. YoonGi casi nunca mostraba esos "comportamientos" por así llamarlos, de ser un omega. Siempre era brusco y enojón, tampoco era que le molestara tanto, al final de cuentas, ya se había acostumbrado al temperamento airado del otro. No obstante ahora le tenía de forma diferente, en donde podía hacer ciertas cosas sin ser criticado, o bueno, sin serlo verbalmente. Era un milagro.

—¿Puedo... meter mi mano?

—¿Cómo que meter tu mano? —preguntó enojado, sin mirarlo—. Mete un dedo, suave.

—¿Y si se me va?

—¿Por dónde se supone que se vaya a ir? Hombre, ¡déjate de esas bobadas!

—¿Y no está...? Ya sabes —dudó en decirle, porque sabía que se podía enojar. YoonGi se giró, con la cara oscura de la rabia. Se asustó.

—Que sepas, me limpio el culo todos los días. Además, no creo que la lubricación no me ayude tampoco.

—P-perdón.

El omega suspiró. El otro le había quitado toda gana que tenía de hacer algo. Iba a salirse, sin embargo el otro se negó. Se sentó mientras lo abrazaba, con cuidado. Entonces su dedo fue hasta su entrada, y YoonGi se quedó tranquilo mientras lo hacía, pensando en lo ilógico que había resultado todo eso. Le dijo que iba a ser una simple paja, y allí estaba, a punto de que le tocara, cuando también se dijo y le comentó de que no, que no tendrían nada nunca.

Dios, que estúpido había sido eso de su parte.

Un quejido se escapó de su boca cuando lo sintió adentrándose. Había dejado de segregar lubricante debido a que no tenía placer alguno. La otra mano del alfa se fue caminando hasta su entrepierna, y se sorprendió de que ese día, JeongGuk parecía estar siendo más activo que de repente. Quiso mirarlo, pero estaba con el rostro escondido en su espalda, seguro avergonzado de que sí, estaba haciendo ese tipo de cosas sucias que no le gustaban a ningún alfa anormal. O quizás sí le gustaban, pero que no buscaban, lo que era... normal.

Comenzó a mover sus manos, haciendo poner ansioso al omega. Este dejó que JeongGuk se tomara su tiempo. Bien tenía en cuenta que estaba explorando. Entonces él mismo abrió bien sus piernas, dejando que le tocara aún más. Un espasmo le atacó de la nada, y se giró asesino. JeongGuk se asustó.

—¿Q-qué...?

—Dame ahí.

El otro no supo de que hablaba, así que YoonGi se movió por su cuenta. Otro espasmo se hizo presente, hasta que JeongGuk pudo captar lo que decía. Había algo, algo ahí que le gustaba a su esposo que tocara con tanto énfasis. Contento con eso movió su dedo par de veces, viendo como arqueaba su espalda sudorosa, y se percató con encanto el hecho de que sus uñas se enterraron con brusquedad a su propia piel, dejando marcas rojizas en forma curva. Besó delicado su piel, masturbando su dureza.

—M-más rápido —demandó, pero en un volumen bajo. El alfa no supo en cuál de los dos, así que decidió que no habría mal de hacerlo en ambos ya que no había dado una especificación clara que pudiera acatar. Debido a esto, YoonGi se comenzó a mover como si tuviese algo encima, mordiendo sus labios para que esos ruiditos no salieran de su boca.

—YoonGi, yo-

—¡S-soy tu o-omega! ¡Llámame c-como tal!

Se asombró, pero con una sonrisa besó su mejilla. YoonGi lloraba de vez en cuando mientras se movía con rudeza dentro suyo, quizás le dolía, pero luego fue capaz de descartarlo, ya se lo hubiese dicho y además se hubiese llevado tremendo golpe. Sonaba como un berrinche, se dijo al escuchar los suspiros que salían de su boca, besando luego su labios rosados. El olor de YoonGi era tan extraño, ya que no podía olerlo varias veces. Era... Era dulzón, similar a leche caliente, sí, a ese olor. Pero con canela. ¡No sabía siquiera como describirlo! Sin embargo, su alfa se hizo adicto a dicho aroma, y cerró sus ojos para poder inhalar bien.

YoonGi en cierto momento se quedó sin habla, y apretó su mano con violencia antes de correrse. Inclusive sintió que su dedo atrapado en aquellas pegajosas paredes se habían quedado más apretadas de lo normal. Luego, el cuerpo sudado de YoonGi cayó en su pecho. Estaba casi dormido.

—A-al... Alfa.

Sonrió, dándole un beso en su frente antes de verlo caer rendido. Y sonrió aún más de la emoción que aquello acarreaba. ¡Su omega por fin lo reconocía como alfa! De todo el mes que habían pasado juntos, no había ocurrido aquello. Sin embargo, no se dejó llevar demasiado ni se hizo ilusión alguna. Era posible que tan pronto como despertara, ya estuviese con sus actitudes. Le dejó descansar tranquilo, notando que eran las siete de la mañana y miró su entrepierna despierta.

—Quizás deberíamos ir al baño, sí.

Y se fue corriendo donde estaba antes, avergonzado.

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