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19. Segunda (primera) misión


Algunas horas después, teníamos puestos los feos trajes negros y el equipo de comunicación que Michael había ideado. Repasamos el plan una vez más antes de prometer que seguiríamos las órdenes de Kira y Andrew sobre mantenernos unidos.

Michael y Ryan cargaban con mochilas con equipos médicos. Habíamos aprendido en la primera misión a no depender tanto de los poderes de Michael para salvarnos la vida, en caso de que hubiese alguna tormenta. Por otro lado, Eagle y Brandon llevaban mochilas con cualquier cosa que se nos ocurrió que podría ser necesaria en la misión: sogas, linternas, botellas de agua, cambios de ropa, barritas nutritivas, binoculares, etcétera.

Kira había dejado la fotografía de un lugar seguro para teletransportarnos. Frederick decidió llevarnos uno por uno, con la esperanza de agotarse menos, aunque, según él, no hubo mucha diferencia.

Esa vez aparecimos a las afueras del establecimiento, al borde de un bosque. El cielo no estaba del todo despejado, sin embargo, no parecía que fuese a llover. Me faltaba algo de práctica con el control sobre el clima, pero sentía que se mantendría estable. Los árboles del bosque nos protegían de ser vistos mientras esperábamos a que Frederick terminara de transportar a todo el equipo.

Miré al edificio desde nuestra posición. A pesar de la iluminación del sol, parecía haber algo oscuro ahí, como su estuviese rodeado por una invisible nube negra. Presentía que no era un edificio común, sino que ahí se llevaban a cabo experimentos fuera de lo normal. Kira había dicho que habían laboratorios y almacenes, pero parecía haber mucho más. Entendí por qué Andrew nos advirtió de no investigar más allá. El peligro se sentía incluso a esa distancia.

—Hay algo mal con este lugar —comentó Eagle a mi lado.

—Por si no lo has notado, hay algo mal con cualquier lugar al que nos envían —respondió Anthony detrás de nosotros.

Me agaché para tomar seis piedras del tamaño de la palma de mi mano. Se me había ocurrido una idea y aquel era el mejor escenario para probarla.

—¿En la cabaña? Hay algún monstruo nocturno por el cual debemos hacer guardias —explicaba Anthony—. ¿La primera misión? ¡Clavos envenenados y una maldita tormenta! ¿La segunda primera misión? Una vibra extraña y peligrosa. No es ninguna sorpresa, y algo me dice que es mejor que nos acostumbremos de una vez.

Tomé su mano y le entregué una piedra mientras hablaba. Estaba concentrado en dar su punto de vista, así que tomó la piedra sin dudar. Fui haciendo lo mismo con el resto de los chicos, recibiendo miradas extrañadas. Al terminar de hablar, Anthony notó lo que había aceptado en sus manos y la lanzó a la tierra, sin darle importancia. Gruñí y la recogí para devolvérsela.

—Guarden la piedra —ordené, mirando a Anthony—. Si alguno se encuentra en peligro, la utilizaré para defenderlos.

—Como si necesitáramos que una chica nos defendiera... —masculló Anthony. Brandon le dio un sutil codazo.

Ignoré a Anthony.

—Y también, si mi teoría no falla, mientras mantengan esa piedra con ustedes, podré saber exactamente en dónde se encuentran. Tenemos el sistema de Michael, pero nunca está de más un respaldo.

—¿Podrás localizarnos... con una piedra? —cuestionó Ryan.

Me encogí de hombros.

—No sé explicar cómo, pero sé que cada piedra que ustedes tienen es... distinta. Ahora que ya las toqué, puedo sentir su, ejem, energía y puedo localizarla. Es parte de mi poder sobre los cuatro elementos, supongo.

Eagle me lanzó una mirada, como si quisiera recordarme de nuestra charla sobre mis poderes. Él había mencionado algo sobre la energía y yo no había comprendido. No hasta ese instante. Las piedras desprendían cierta clase de identificación natural que me abrían paso a sentir su presencia en las manos de cada uno de los chicos. Como una huella digital, solo que invisible e intangible.

Se miraron entre ellos, preguntándose silenciosamente la manera de decirme que la idea era ridícula. Eagle y Brandon se encogieron de hombros casi al mismo tiempo y guardaron sus piedras en el bolsillo del traje, a la altura del muslo. Frederick fue el siguiente y Michael después. Ryan y Anthony fueron los últimos.

Ahí fue cuando caí en cuenta que yo no tenía bolsillos. ¿Qué carajos? ¿Qué idiota había diseñado mi traje?

—Vamos, antes de que nos alcance el atardecer —dijo Frederick.

Caminamos hasta salir del bosque. Evitamos la carretera que llevaba directo al estacionamiento del edificio, ya que creímos que habríamos sido vistos con antelación y no deseábamos anunciar nuestra presencia antes de tiempo.

Cuidamos de mantenernos alejados de la vista de los guardias y cámaras de seguridad externas. No fue sencillo, teníamos que hacer muchas paradas o correr muy rápido por tramos. Por fin, llegamos a una parte del estacionamiento sin seguridad. Al menos creíamos que era el estacionamiento: el enorme muro de concreto no nos permitía ver al interior.

—Uno de nosotros debe asegurarse de que estemos en el lugar correcto antes de que todos pasemos —sugirió Frederick.

El muro medía poco menos del doble de mi estatura. La mayoría de los chicos eran altos, pero no tanto para ver al otro lado sin algo de ayuda.

—Yo puedo hacerlo —ofreció Eagle—. Esperen aquí.

Estaba por preguntar cómo lo haría, cuando Eagle se transformó ante nuestros ojos. Primero se encogió hasta convertirse en un pez dorado, el cual rápidamente comenzó a saltar ante la falta de agua. Después pasó por ser un perro —a medias, ya que, donde debía haber una cola peluda, había una cola escamosa de lagarto— y finalmente se convirtió en un gorrión. Anthony y Ryan se rieron por lo bajo, como si ellos nunca hubieran tenido problemas para controlar sus poderes. El resto de nosotros miramos con asombro la metamorfosis de Eagle. No era algo que se veía todos los días.

Había notado que en el equipo había personas con poderes poco comunes: Michael, Eagle y Frederick eran bastante especiales. La velocidad de Ryan y la electricidad de Anthony no las poseía cualquiera, pero eran más vistas. Los únicos con poderes que se encontraban en cada pasillo de la AAD éramos Brandon y yo, la fuerza y los elementos naturales no eran la gran cosa. Lo único que me distinguía de los compañeros que también controlaban el agua o el fuego, era que yo podía controlar los cuatro y la mayoría solo podía con uno o dos al mismo tiempo.

Eagle voló sobre el muro. Dio un par de vueltas y aterrizó a un lado de Michael. Le tomó un par de intentos hasta volverse a transformar en humano. Apareció con traje y mochila, como si no hubiese pasado nada.

—No hay peligro —aseguró con un asentimiento.

—Genial. A escalar —dijo Anthony, sin escucharse verdaderamente emocionado.

—Yo puedo correr sobre el muro —anunció Ryan.

—Con algo de fuerza en las piernas, yo puedo saltarlo —añadió Brandon.

Eagle silenciosamente le hizo honor a su nombre, transformándose en un águila real. Él tampoco tendría que escalar.

—Yo... creo que puedo volarlo —mencioné—. Podría ayudarlos con algo de viento. O agua, si se sienten más cómodos.

Frederick y Michael asintieron, pero Anthony se negó rotundamente.

—Yo escalaré, gracias —respondió fríamente—. Por algo trajimos las sogas.

—Te vemos del otro lado —despidió Ryan y desapareció en un segundo con su velocidad.

Eagle lo siguió. Yo preparé un pequeño torbellino a mi alrededor, sin saber realmente si el poder tenía que ver con los elementos o con el clima. De vez en cuando perdía el equilibrio, pero Eagle me ayudaba a recuperarlo con algunos empujones y aleteos.

El muro era suficientemente grueso para que yo pudiera estar de pie sobre él sin caer. Eagle se transformó a mi lado y me dio una botella de agua de su mochila. La abrí y la dejé caer para manipularla hasta crear dos plataformas ovaladas. Primero las acerqué a Brandon para que su toque pudiera congelarlas y volverlas más estables. Después las puse a la altura del piso para que Michael y Frederick subieran a una respectivamente.

Cuidadosamente las fui elevando mientras Brandon llegaba al lado de Eagle con un salto que dejó algunas grietas en el concreto. Soltó una soga para que Anthony comenzara a escalar. Ryan ya estaba al otro lado del muro, corriendo entre los autos y espacios vacíos para sondear la zona antes de que nosotros bajásemos.

Brandon se ofreció a bajarme cuando notó los hilillos de sudor que recorrían mis sienes por sostener el control sobre mis poderes. Agradecí, sin aceptar. Aún no estaba tan agotada para pedir ayuda. Me preguntaba cómo Brandon lucía en perfecta forma incluso sosteniendo la soga por Anthony tanto tiempo. Probablemente el chico tatuado era la persona con mayor estabilidad emocional que había conocido, solo así alguien podía controlar sus poderes sin mayor esfuerzo.

En ese momento se me ocurrió que Brandon pudo haber subido a Anthony con él, pero supuse que su hermano no habría aceptado aquella ayuda tan directa.

Bajamos del muro con un proceso similar. Ryan, Eagle y yo estábamos agotados, así como Frederick por habernos teletransportado desde la cabaña. Tendríamos que recuperarnos rápido si deseábamos utilizar nuestros poderes sin desmayarnos en el acto.

Ryan nos dio un informe de lo que encontró, lo cual se resumía a nada además de autos y la entrada por la que nos colaríamos. Corrimos a través del estacionamiento, siendo guiados por el novato, hasta llegar a las puertas dobles que nos llevarían al interior.

Frederick lideraba el camino y Brandon nos cubría la espalda. Habíamos trazado la ruta más corta en los planos para llegar a la sección sur del edificio. No parecía una caminata de más de cinco minutos, aunque, al paso que íbamos, llegaríamos en media hora.

—¿Por qué caminan tan lento? —se quejó Anthony con un susurro. De no ser por la diminuta bocina que tenía en mi oído, no lo habría escuchado.

—Porque no queremos encontrarnos con trampas mortales, Chispas —respondí en un susurro exasperado.

Caminar lento tampoco me agradaba. De hecho, me irritaba casi tanto como a Anthony, pero sabía que era necesario.

—Este lugar es muy diferente. No creo que encontremos trampas de ese tipo —dijo Ryan.

Tenía razón en algo: el lugar era diferente. El piso y paredes de mármol reluciente me recordaba de alguna manera a la estructura de la AAD. Nuestros pasos creaban un pequeño eco en el ancho pasillo, por lo cual debíamos caminar con mayor cautela. El techo tenía varias lámparas planas que ofrecían bastante iluminación artificial. Nada fuera de lo normal y, aun así, sentía escalofríos.

—Es mejor no arriesgarnos —finalizó Brandon.

No habíamos caminado por más de un par de pasillos cuando escuchamos pasos a nuestras espaldas. Dejamos la lentitud para otro momento y corrimos a escondernos en la primera puerta que encontramos. Nos agachamos para no ser vistos a través de las ventanas de aquella habitación y, una vez que vimos desaparecer las sombras de los dos guardias que escuchamos, nos pusimos de pie.

La habitación era oscura. Con la iluminación que entraba por las ventanas, divisamos varios estantes metálicos con innumerables piezas mecánicas sobre ellos. Algunas parecían antiguas, oxidadas... mientras otras parecían pertenecer a tecnología tan nueva que me fue imposible identificarlas. Era un almacén pequeño, no había mucho por investigar.

Me di la vuelta e intenté abrir la puerta para salir de ahí, pero el picaporte no se movió. Lo sacudí con agresividad para desatascarlo, no obstante, tampoco funcionó.

—¿Estamos encerrados? ¿En serio? —murmuró Frederick, quien estaba a mi lado y había visto mi pequeño arranque de desesperación.

Brandon se aclaró la garganta y me hizo a un lado con gentileza. Tomó el picaporte y repitió mis pasos. El único resultado que obtuvo fue romperlo. No supe discernir si mejoró o empeoró nuestra situación.

—Uh, creo que necesitamos una tarjeta o credencial para abrirla —señaló Michael, mostrando la pequeña ranura que había a un lado de puerta.

—Oh. Eso tiene más sentido —admití. Después fruncí el ceño. —No. No tiene sentido. ¿Necesitamos una tarjeta para salir, pero no para entrar?

Michael se encogió de hombros.

—El lugar es extraño, Cami.

Bufé. Por el rabillo del ojo vi a otros dos guardias caminando, a lo que rápidamente tomé a Brandon y a Frederick por los hombros y los obligué a agacharse conmigo. El resto nos imitó. Los guardias iban a paso lento, tranquilamente charlando:

—¿Por qué todos en nuestro escuadrón son promovidos menos nosotros? —se quejaba el primero—. Nunca tendremos oportunidad de trabajar para el M.F.C. si seguimos a este paso.

—Tal vez no nos promueven porque les sigues llamando "M.F.C." —regañó el segundo—. Nadie los llama así desde que ella se quejó que su inicial estaba al final. Ahora son el Trío, ¿recuerdas?

—El "Trío" —resopló en respuesta, casi como burla—. Deberían ser el Dueto. La diosa de la naturaleza y el rey del tiempo-espacio no deberían incluir a ese simple mortal con ellos. Es ridículo. Aunque también puede significar que tienen corazones bondadosos.

—¿Bondadosos? ¡Ja! ¿Escuchaste lo que ella le hizo al último escuadrón al que perteneció? Los mató. Los escuadrones crecemos como familia, y ella no dudó en matar a la suya para ganarse su puesto en el Trío.

—Bah. Son solo rumores. Como aquel que escuchamos la semana pasada, que si pronunciamos su nombre podemos invocarla. Lo cual no sería del todo malo.

—Anda, invócala. Probablemente nos incinere con la mirada —añadió amargamente.

—¿Incinerar con la mirada? ¿Crees que ese rumor sea cierto? Porque yo he escuchado que ella no tortura al matar, lo cual solo demostraría que sí es bondadosa. Solo mata y ya.

Las voces fueron alejándose discutiendo sobre rumores, hasta que no las escuchamos más. Vaya. Ese par de guardias caminaba realmente lento. Y no parecían voces adultas. Si hubiera visto sus rostros, tenía la certeza de que no estaría muy alejados de nuestra edad.

—¿Diosas, reyes y mortales? —se burló Anthony, incrédulo. —¿En dónde estamos? ¿Narnia?

—"Percy Jackson" podría ser más adecuado, si hablamos de literatura fantástica juvenil —corrigió Michael distraídamente, buscando entre los estantes algo para abrir la puerta. —Sin embargo, creo que aquellos solo eran apodos. La diosa representa a quien tiene más poder en el Trío, como lo llamaron, y el mortal a quien posee poco poder o nada en absoluto. El rey, bueno, es un punto medio, aunque también representa poder.

Anthony rodó los ojos y masculló que había sido innecesaria la explicación, pero todos logramos escucharlo gracias al sistema de comunicación. Impaciente, Anthony movió a Brandon de la puerta y chasqueó sus dedos para generar electricidad en su mano. Antes de discutir las consecuencias, presionó su mano contra la ranura y la chamuscó por completo.

Por un par de segundos, nada sucedió. Después, la puerta se abrió automáticamente. Anthony resopló con arrogancia y se adelantó a salir. Tan pronto como puso un pie fuera del almacén, las luces del techo se volvieron rojas y una estruendosa alarma rompió con nuestro pequeño escondite.

Frederick nos apresuró a salir y nos indicó hacia qué lado correr. Cruzamos algunos pasillos, escuchando el eco de los gritos de los guardias. Michael y yo éramos los últimos en fila, los más expuestos a los guardias. Michael era lento al correr y yo me consideraba bastante rápida, pero no deseaba dejarlo atrás, especialmente porque él no era de aquellos que recurrían a la violencia al primer indicio de ataque.

Miré hacia atrás y me encontré con no menos de diez guardias ordenándonos que nos detuviéramos. Observé que uno estaba hablando por lo que parecía un walkie-talkie, seguramente anunciando nuestra presencia.

Choqué repentinamente con la espalda de Brandon, quien a su vez chocó con Eagle y él con Anthony, todo porque Ryan y Frederick se habían detenido ante el muro frente a nosotros. Podíamos virar a la derecha o a la izquierda, pero Frederick parecía tener problemas para decidir.

—¡Esta sección no está en el mapa! —gritó. —¡Se suponía que este sería un corredor abierto, no un muro!

Anthony avanzó y le arrebató los planos del lugar. Los guardias se encontraban más cerca de nosotros, apuntando con sus armas. Caí en cuenta que no habían disparado antes porque había demasiada distancia entre nosotros, pero ahora que nos habíamos detenido éramos un blanco fácil.

Rápidamente abrí la mochila de Brandon y obtuve dos botellas de agua. Las destapé y las lancé en dirección a los guardias, con el líquido siendo derramado en el camino. Los guardias parecieron desconcertados, pero no se detuvieron. Hice un gesto con la mano y saqué las piedras de los bolsillos de Michael y Brandon. Las hice levitar a la altura de mi cabeza para mantenerlas dentro de mi campo visual.

Escuchaba a Anthony y Frederick pelear a mis espaldas, con Eagle apresurándolos para tomar una decisión.

Con una mano estabilicé el viento y las piedras para utilizarlas cuando fuera necesario, mientras que moví frenéticamente la otra para crear cualquier tipo de distracción no mortal con los guardias. Uno se resbaló con un charco, al otro le enredé los pies con una columna de agua y al siguiente le lancé agua a presión contra sus ojos para bloquear su puntería.

Ryan decidió ser de ayuda y corrió hacia ellos. En unos segundos, los guardias estaban completamente desarmados. Habría sido una gran victoria de no ser porque estaban llegando nuevos guardias a reemplazarlos.

—¡Derecha! —gritaba Anthony. —Es el camino más-

—¡Izquierda! —interrumpió Frederick. —Tiene menos obstáculos, ¿ves?

—Sí y por eso mismo es mejor la derecha —rebatió Eagle—. Tendremos más lugares para cubrirnos o escondernos. ¡Los guardias tienen armas! No es el mejor momento para ver qué tan rápido Michael puede curar una herida de bala. O varias heridas de bala.

—Podríamos resolverlo con un "piedra, papel o tijera" —sugerí, pero fui limpiamente ignorada.

Siguieron discutiendo, así que me concentré en mi propia batalla.

—¡Brandon! —llamé.

Llevé varias esferas de agua frente a él, del tamaño de una pelota de ping-pong. Las congeló con su toque y rápidamente comencé a lanzarlas contra los guardias. Brandon no esperó más órdenes y aprovechó el agua que aún había en el piso para congelarla. Los guardias cayeron casi de inmediato, sin poder mantener el equilibrio al intentar esquivar mis esferas.

—¡Podemos dividirnos! —sugerí a gritos para asegurarme de ser escuchada esta vez—. A fin de cuentas llegaremos al mismo lugar, ¿no es así? Si nos dividimos, llamaremos menos la atención y haremos que los guardias se dividan también. Es una excelente idea.

—Deja tu ego para otro momento, Alien —reprendió Anthony.

La alarma estaba comenzando a darme un terrible dolor de cabeza. Podía sentir mis oídos retumbar.

—No, no. Es una buena idea —apoyó Frederick—. Creo —añadió por lo bajo.

—De acuerdo, nosotros iremos a la derecha, tú a la izquierda —resumió Eagle—. El equipo no se puede dividir en cantidades exactas, así que cada quien escape hacia donde pueda.

Yo tenía claro que iría a la izquierda. Ni de chiste me iba al equipo de Anthony.

Comencé a retroceder, caminando de espaldas al muro para no perder de vista a los guardias. Ellos se habían cansado de mis juegos con agua, así que comenzaron a dispararme.

Grité al ver las balas pasar por mis flancos. Nunca antes nadie me había disparado. No era una sensación bonita. Logré captar la brisa que Ryan creaba al correr alrededor de mí, seguramente protegiéndome de una que otra bala, así como a Brandon.

Una vez que alcancé el final del pasillo, me aseguré que ninguno de los chicos que conocía estuvieran entre los guardias y yo. Lancé las piedras al centro y, sin saber exactamente cómo, las hice explotar como granadas al cerrar mis puños. El fuego se expandió hacia los guardias, obligándolos a retroceder y cesando los disparos por unos segundos que me permitieron escapar al pasillo de mi izquierda.

Estaba tan ocupada en protegerme de las balas que no me di cuenta de dos cosas: el agua que estaba controlando de pronto se prendió en fuego, como si fuera gasolina; y, sin querer, había olvidado que mi izquierda era diferente a la de Anthony y Frederick, ya que yo había estado de espaldas, así que... había elegido el camino de la derecha. Demasiado tarde lo noté.

Corrí hasta tropezarme con Eagle, quien me tomó por los hombros para evitar que cayera. Le sonreí en un apresurado agradecimiento, mientras él apagaba una pequeña flama en mi brazo. La adrenalina me había distraído del fuego, ni siquiera lo sentí en la manga del traje. La alarma se había silenciado, pero las luces sobre nosotros aún parpadeaban con un color rojizo.

—No te sientas halagado con mi presencia, Anthony —hablé antes que él—. Pensé que había ido con Frederick.

—Ja, ja —respondió secamente—. Crees que te estás burlando de mí, pero realmente eres tú la que no sabe distinguir entre derecha e izquierda, Alien. Hasta mi hermano de diez años es más inteligente que tú.

Fruncí el ceño y tosí. Tanto correr había secado mi garganta.

—¿Diez años? ¿Tienes otro hermano? —pregunté antes de darme cuenta de lo que estaba diciendo.

Anthony giró su cabeza brevemente para mirarme. Gruñó con irritación cuando cayó en cuenta de que yo sabía sobre Brandon.

—Por supuesto que Brandon te dijo —farfulló entre dientes—. Sí, Alien. Los Fisher y los West somos una familia grande. No es que sea de tu incumbencia, pero somos seis hermanos en total. Dos West, cuatro Fisher. Algunos Fisher no son mis hermanos de sangre, solo de Brandon. Y mi hermano, Jonah West, no es hermano biológico de Brandon. Todo un lío de genética.

Sí. Demasiado lío.

Miré hacia atrás para asegurarme de que nadie nos seguía. Al parecer el fuego los había detenido por un tiempo, o tal vez habían ido al otro pasillo, detrás de Frederick, Brandon, Michael y Ryan.

—Entonces tienes una familia grande —concluí con extrañeza—. ¿Y aun así te las arreglas para ser egoísta y mostrar cero empatía por los demás? Eres... más idiota de lo que pensaba.

—¿Tú qué sabrías de cómo son las familias grandes, Alien? —acusó él.

—Oh, no mucho en realidad —admití—. A menos que consideres a mis dos hermanas y a Andrew, quien no es mi hermano, pero se acerca bastante. Somos cuatro. Casi como ustedes.

—Yo sigo teniendo más hermanos que tú, así que gano.

—¿En qué momento se convirtió en una competencia? —cuestionó Eagle, bastante entretenido.

Me detuve en seco, notando que nadie nos había interrumpido a Anthony y a mí hasta ese momento. Frederick o Brandon generalmente ya habrían a esas alturas de la discusión. Debieron habernos estado escuchando, ¿por qué no habían pronunciado palabra?

—¿Frederick? —llamé, sosteniendo el intercomunicador en mi oído. Miré a los chicos frente a mí, quienes también sostenían sus intercomunicadores a espera de una respuesta. —¿Brandon? ¿Ryan? ¿Michael? ¿Alguien?

Esperamos unos segundos, sin respuesta. Eagle suspiró.

—Nos alejamos demasiado.

Escuchamos el lejano eco de guardias corriendo en nuestra dirección. No había tiempo para preocuparnos por el esto del equipo. Estábamos por nuestra cuenta.

Comenzamos a correr. Yo estaba confiando cien por ciento en los chicos para guiarme, ya que no había memorizado el camino trazado en los planos. Era muy arriesgado entrar a los laboratorios o almacenes con los que nos encontrábamos, no sabíamos si quedaríamos encerrados de nuevo, por lo que nuestra única opción era seguir corriendo.

Anthony estaba empezando a agotarse por utilizar su electricidad con cada cámara de seguridad que nos encontrábamos. Yo estaba perdiendo el efecto de la adrenalina, así que no podía decir que mi estado era mejor que el de él.

—¿No se supone que ya debimos haber llegado? —cuestioné después de un par de minutos corriendo.

—Se supone —aceptó Eagle—, pero los planos estaban mal. Realmente no sabemos qué tan lejos queda el sur del edificio.

Estuve a punto de reclamar por lo estúpidos que habíamos sido al separarnos sin saber si realmente nos volveríamos a encontrar en el camino, pero me interrumpieron varias balas pasando sobre mi cabeza.

—¡Necesitamos cubrirnos! —gritó Anthony.

—No, claro que no. Nos quedaremos a mitad del pasillo para que nos disparen. ¡Claro que necesitamos cubrirnos! —grité de vuelta.

Una bala pasó tan cerca de mi oreja que pude sentir cómo cortaba el aire a mi lado. Estaba agotada, pero no iba a dejar que nos mataran en la segunda primera misión.

—¡Anthony, lanza rayos a los guardias! —ordené.

Anthony, sin una mejor idea, me escuchó y, aún corriendo, varios rayos de electricidad empezaron a cruzar por el pasillo, causando que las luces fallaran intermitentemente y nos dejaran en total oscuridad cada ciertos segundos.

Me detuve un momento, di media vuelta y, con toda la fuerza que pude encontrar, junté mis palmas en un brusco aplauso que envió una ráfaga de viento suficientemente fuerte para redireccionar las balas hacia los guardias. No tenían la velocidad suficiente para herirlos, pero al menos nos había comprado algo de tiempo.

Seguimos corriendo, sin rumbo aparente. Eagle se detuvo frente a una puerta con un letrero que decía "HOMBRES". La abrió para dejarme pasar, pero me detuve.

—Ni de chiste —advertí con un sonido ahogado.

—¡Tu vida está en peligro, White! ¡Entra al baño! —apresuró Eagle.

Ugh.

Anthony me empujó sin mucha gentileza. Eagle cerró la puerta detrás de nosotros, bloqueándola con el enorme bote de basura que estaba a su lado.

Escuchamos los pasos de los guardias pasar como una estampida que duró apenas unos segundos. Ninguno pensó en revisar los baños.

Los tres suspiramos con cansancio.

—Nunca encontraremos a Mary Curie —exhalé, recargando mi cadera en el lavamanos.

Anthony se aseguró que los cubículos de los baños estuvieran vacíos y Eagle repartió las últimas botellas de agua.

—Mary Cudy —corrigió Anthony. Estaba tan agotado que ni siquiera se escuchaba molesto o con ánimos de corregirme. —Mary Curie es una pionera de la química. Murió por radiación y eso. Gran mujer. Adelantada a su época.

Bufé.

—Estás bromeando, ¿verdad? ¿Puedes hablar bien de una mujer que ni siquiera conociste, pero a mí me insultas en cada ocasión que encuentras? Pensé que tu problema era contra las mujeres en general, pero al parecer solo es contra mí.

—Eres un blanco fácil, Alien, ¿qué puedo decir? Todo te lo tomas personal.

—Necesitamos saber dónde están los demás —interrumpió Eagle antes de que yo pudiera defenderme—. ¿Crees que podrías hacer eso que dijiste con las piedras?

Terminé de beber el agua y me deshice de la botella. Me aclaré la garganta, sin responder directamente a la pregunta de Eagle. Froté mis manos y cerré los ojos para concentrarme, intentando sentir la presencia de las piedras de Frederick y Ryan, ya que Michael y Brandon no tenían las suyas.

Me tomó algo de tiempo, pero logré localizarlos. Las piedras desprendían exactamente la energía que recordaba. Al sentirlas, pude percibir casi un hormigueo en respuesta, como si hubieran esperado a ser encontradas. Fue una sensación de lo más peculiar, pero sirvió su propósito:

—Sé dónde están —aseguré—. Solo que siguen en movimiento. Es un poco difícil rastrearlos. Están más lejos de lo que creí. ¿Qué tan grande es este edificio?

—Y, de nuevo, al parecer Kira y Andrew no nos dieron suficiente información sobre este lugar... —murmuró Anthony por lo bajo.

—Tal vez ellos no sabían tanto —intenté defender.

—Podemos ir con el resto del equipo o podemos ir en busca de Marie Curie —propuso Eagle. Anthony solo rodó los ojos, sin molestarse en corregirlo.

—Marie Curie es nuestra misión. Debemos ir por ella. De cualquier manera no podemos salir de aquí sin Frederick, así que... mejor utilizar nuestro tiempo para algo productivo.

Ninguno reprochó. Decidimos tomarnos unos minutos más para descansar antes de continuar la búsqueda. Anthony aprovechó nuestra ubicación e hizo sus necesidades en el cubículo más lejano, por lo cual agradecí internamente.

—También tienes un hermano —retomé con Eagle mientras esperábamos. Aquel dato sobre él me lo había dicho la primera noche en la cabaña. —Recuerdo que dijiste que tenían la misma edad, ¿no es así? Porque eres adoptado.

Eagle asintió y se sentó sobre el borde del lavamanos, balanceando sus piernas como niño pequeño.

—Es curioso pensar que en realidad no conocemos tanto de los demás. Nunca pensé que Anthony tuviera una familia tan... complicada —admití.

—Ah, somos chicos. No hablamos mucho de nuestra vida privada entre nosotros. —Se encogió de hombros.

—Deberíamos cambiar eso —sugerí con una sonrisa—. ¿Qué me dices de Michael? ¿Es buen hermano?

—Sí, el mejor. Sabe escuchar y da excelentes consejos. Mamá siempre dice que- —Se interrumpió a sí mismo. Ladeó la cabeza e imitó mi sonrisa divertida. —¿Cómo supiste que él es mi hermano? —Entrecerró los ojos.

Reí y me encogí de hombros.

—Cuando le mencioné que Anthony y Brandon eran medios hermanos, él dijo algo sobre "otro par de hermanos en el equipo". Sé a ciencia cierta que Frederick es hijo único y no creo que Ryan tenga hermanos además de Kira. Las opciones obvias eran ustedes. No lo pensé desde un principio porque... bueno...

—¿Michael es negro y yo blanco? Sí. Recibimos eso a menudo. —Rio.

—¿Y por qué no lo mencionaron antes? —pregunté con curiosidad. —Cuando los conocí, me dijeron que eran mejores amigos, no hermanos.

—Ah, Mike prefirió mantenerlo de esta manera —explicó Eagle—. No quería cambiar la dinámica del equipo y es bastante reservado, le gusta mantener las cosas tan privadas que a veces parecen secreto.

Abrí los ojos con sorpresa, no por lo que Eagle dijo, sino porque recordé que él había dicho algo más sobre Michael cuando yo aún no sabía que era su hermano.

—Espera, aquella noche en la cocina, yo dije algo sobre mi hermana... y después tú dijiste que tu hermano... ¿con eso te referías a que Michael...?

No quise dar mucho detalle al hablar, ya que no quería exponer a Michael en caso de que Anthony nos estuviese escuchando.

—¡Oh, sí! —respondió Eagle al captar a lo que me refería. —Solo que no digas que te dije. Él cree que yo no lo sé.

Sonreí cálidamente, asintiendo. No era muy buena guardando secretos, pero aquel tipo de secretos podía conservarlos por más tiempo.

Ugh, no es divertido escuchar chisme cuando no sabes de qué se trata el chisme —se quejó Anthony, saliendo del cubículo.

Se lavó las manos con rapidez. Me salpicó el rostro antes de tomar papel para secarse, a lo que yo le devolví el gesto sin moverme, solo con un comando mental para que algunas gotas de agua de la llave dieran contra su rostro.

Salimos del baño, alerta. Había formado varias esferas de agua sobre mi cabeza, por si nos encontrábamos con algún guardia. Anthony también estaba preparado con electricidad recorriendo sus manos. El techo seguía con luz roja, pero no parecía haber nadie en el pasillo.

Nos encaminamos a la dirección que esperábamos que nos guiara a la sección sur del edificio. No habíamos dado más de cinco pasos cuando escuchamos que la puerta del lado contrario del pasillo se abrió. Ni siquiera había notado que había un baño de mujeres frente a nosotros.

Con una coordinación que no habíamos planeado, los tres nos giramos hacia la mujer que había salido del baño y apuntamos con nuestros puños listos para defender.

La mujer alzó sus manos y abrió tanto sus ojos que me asustó un poco.

—¡No disparen! —suplicó.

Hasta ese segundo pareció notar que en nuestras manos no habían armas, sino rayos eléctricos, fuego —no recordaba en qué momento lo había encendido—, y puños.

La mujer me resultaba vagamente familiar. Había algo en su rostro que ya había visto antes...

—¡Marie Curie! —exclamó Eagle antes de que yo hiciera la conclusión por mi cuenta.

Mary pareció relajarse un poco al ver que no éramos guardias. Rio ante el nombre erróneo que Eagle le había dado y se ajustó el puente de sus anteojos.

—Mary Cudie —corrigió con dulzura—. Pero me alegra ser confundida con semejante prodigio de mujer. Fue una pionera con la radioactividad, ¿sabían? —Chasqueó su lengua. —Adelantada a su época...

Intenté mantener mi rostro inexpresivo, pero había algo perturbador en que Anthony y ella hubieran pronunciado las mismas palabras y tuvieran un gusto en común. Mary parecía una mujer amable, mientras Anthony era... Anthony.

—Somos parte del Equipo Élite, de la Academia de Artes y Defensa —nos presenté, antes de que Anthony pudiera comentar algo sobre química—. Nos enviaron a rescatarla porque fue... ¿secuestrada? —dudé.

Mary parecía en excelente estado. No estaba encerrada en ningún lugar ni era seguida por ningún guardia. Era un secuestro bastante peculiar.

—Oh, sí, claro. —Mary observó nuestras manos con curiosidad. —Se tomaron su tiempo, ¿eh? Ahora veo por qué. Ustedes no son la Sinfonía.

Fruncí el ceño. Ni siquiera los alumnos de la AAD conocían los rostros de los miembros de la Sinfonía, ¿cómo alguien ajena a la Academia sí?

—No. Somos la siguiente generación —explicó Anthony—. ¿Por qué creyó que la Sinfonía vendría por usted?

—Ah, me han rescatado numerosas veces. —Mary rio como si la pregunta fuera ridícula. —Ya saben, mi trabajo encubierta en la DAA es peligroso. La Sinfonía siempre me saca de apuros. ¡Pero me alegra conocer a los pequeños! ¿Cómo se hacen llamar ustedes?

Okey. Primero: no somos "los pequeños" —defendí, apagando el fuego en mis manos. —Segundo: quiso decir AAD, no DAA. Tercero: ¿trabajo "encubierta"? ¿Qué clase de trabajo es ese? ¿Está admitiendo ser una espía en la AAD?

Mary rio. Cualquier temor que le hubiéramos provocado, desapareció. Comenzó a caminar en la dirección que nosotros estábamos por ir.

—No, querida, cuando dije DAA, me refiero a la DAA. ¿Kira no les ha explicado nada?

Nos miramos entre nosotros, sin darle respuesta.

—Oh, seguramente no han tenido la oportunidad. Es una historia larga, ¿saben? —relató sin detenerse, dándonos la espalda. —Según mi investigación, empezó desde la primera generación de Equipos Élite. Pero puede ser incorrecto. Aquellos chicos hicieron un verdadero desastre con mi línea temporal.

—¿Aquellos chicos?

—La Sinfonía, por supuesto.

Sacudí la cabeza, sin comprender lo que Mary Cudie estaba diciendo.

—¿Entonces... no necesita un rescate? —cuestionó Eagle.

Mary rio.

—Claro que lo necesito. Podemos teletransportarnos cuando deseen, solo denme un segundo para quitarme los zapatos. No es buena idea usar tacones en el lodo del bosque.

No tuvimos tiempo para preguntarle cómo sabía que iríamos a un bosque. Los guardias nos encontraron y comenzaron a disparar. Nos cubrimos al virar en otro pasillo, pero no duraría mucho tiempo. Más guardias se aproximaban desde el otro lado, casi rodeándonos. La única salida que teníamos era el pasillo frente a nosotros, pero era tan angosto que nos atraparían enseguida.

—Alien, Lion, lleven a Mary con Frederick para teletransportarla a la cabaña —ordenó Anthony. En ambas manos formó látigos de electricidad y esquivó algunas balas. —Yo entretengo a los guardias.

—¿Y arriesgar que estés al borde de la muerte de nuevo, Chispas?

—Te necesitan para guiarlos con el resto del equipo. Tú eres el GPS humano, ¿recuerdas?

—No están tan lejos de nosotros ahora —dije al percibir la energía de las piedras—. Si Eagle corre hasta el final de este pasillo y espera un poco, se encontrará con ellos —aseguré, a pesar de no tener la certeza completa.

Desvié varias balas con ayuda del viento. Sabía que formar un escudo de agua no serviría de nada, las balas lo traspasarían sin problema, así que mantuve las esferas que había recolectado en el baño sobre mi cabeza.

No di tiempo a que los chicos me discutieran. Empujé a Eagle y a Mary al pasillo y les lancé una ráfaga de viento tan fuerte que los obligó a avanzar contra su voluntad. Tan pronto me aseguré de que no se detuvieran, regresé con Anthony y nos colocamos espalda contra espalda, sin tocarnos.

—¡Tengo una idea, pero no te va a gustar, Chispas! —grité para hacerme oír sobre los ecos de los disparos.

—¡Cualquier idea es mejor que nada!

—¡Requiere trabajar juntos!

—¡Retiro lo dicho! ¡Esa idea es peor que nada!

—¡Anthony! ¡¿En serio vas a arriesgar nuestras vidas por tu orgullo?!

—¡He arriesgado peores cosas por mi orgullo, White!

Le di un golpe en las costillas con mi codo y recibí una descarga eléctrica que casi durmió mi brazo.

—¡Deja de ser un idiota por treinta segundos y ayúdame!

—¡Treinta segundos! ¡No más!

Bajé las esferas de agua a la altura de mis ojos, uniéndolas en una sola. Me encargué de hacer multiplicar esa cantidad de agua hasta que casi cubrió el ancho del pasillo. La dejé caer al piso y me apresuré a extenderla hasta que cubriera todos y cada uno de los pies de los guardias, asegurándome de que ni una gota tocara los nuestros.

—¡Ah, tu idea no es tan mala después de todo, Alien!

No hubo necesidad de explicarle a Anthony lo que debía hacer. Reunió tanta electricidad en sus manos que nos rodeó un olor metálico, como cuando se aproximaba una tormenta. Extendió ambas palmas a sus costados y me hice a un lado justo a tiempo para que él descargara los rayos blanquecinos sobre el agua. Casi de inmediato los guardias cayeron sobre sus rodillas, incapaces de controlar las convulsiones por ser electrocutados.

Drené la última gota de energía que me quedaba y alejé a los guardias con tanto viento que sentí la temperatura descender en cuestión de milisegundos. Un escalofrío recorrió mi columna porque no sabía que era consciente de hacer eso. Me detuve en cuanto consideré que había suficiente distancia entre los guardias y nosotros.

Sentí mi propio peso traicionarme por cansancio y mis rodillas fallaron, pero Anthony me sostuvo por la cintura antes de que sucediera.

—Ah, será mejor que no mueras ahora, Alien, porque tu primo podría molestarse y nos quitaría el permiso para la fiesta. Y yo quiero ir a esa fiesta.

Recuperé la fuerza en mis piernas y me sostuve de sus hombros para regresar a una mejor postura. Le di un par de palmadas en agradecimiento y me alejé con un suspiro.

—No puedes deshacerte de mí tan fácil, Chispitas. —Sonreí débilmente.

Miramos a nuestro alrededor para asegurarnos de que no hubieran más guardias. Lo único que había ahora eran charcos de agua que chisporroteaban y provocaban uno que otro espasmo en los guardias. Con ayuda de la luz roja que los iluminaba, parecía casi una masacre. Tuve que recordarme que no habíamos matado a nadie.

—Juntos somos... peligrosos —murmuré.

Anthony asintió seriamente, analizando lo que habíamos causado.

—Será mejor tener cuidado al combinar nuestros poderes.

—Tal vez si no peleáramos todo el tiempo... podríamos descubrir una combinación menos... o más letal.

—Tal vez —admitió.

—Pero no sucederá.

Nah. Claro que no. Seguiremos peleando hasta que alguno sea líder.

Suspiré.

—Probablemente incluso después de eso.

—Si no fueras tan malditamente irritante, seguramente nos llevaríamos de maravilla.

—Si no fueras tan malditamente idiota, arrogante y grosero, seguramente nos llevaríamos de maravilla.

Anthony rio.

—Idiota, arrogante y grosero... —meditó—. Hum. No atacaste ni mi orgullo ni mi ego.

—Sería hipócrita de mi parte, ¿no crees?

—Bastante.

Dimos la vuelta y caminamos por el pasillo en silencio. Él no iba a admitirlo, pero también estaba agotado.

—Si ese líquido tuyo funciona para quitarme lo azul... puedo ayudar con tu aspecto —ofrecí por lo bajo. Fue un golpe para mi orgullo pronunciar aquellas palabras.

—¿A qué te refieres?

—Si supieras cómo cortarte el cabello, lo habrías hecho ya —expliqué con irritación—. Así que puedo cortarlo para que no se vea esa fea franja casi calva en medio. Y me considero una experta en el arte de pintar cejas. Te sorprendería lo reales que lucen.

Anthony se rio y pareció a punto de burlarse de mí, pero lo pensó mejor y rodó los ojos a cambio.

—Bien —aceptó entre dientes—. Te dejaré ayudarme solo porque eres mujer y seguro sabes de estas cosas. No porque me dé miedo usar la maquinita para cortar cabello.

Bufé.

—Genuinamente me sorprende tu capacidad para retorcer lo que digo hasta encontrar la manera de volverlo misógino.

—Gracias. Es un don. Años de práctica.

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