Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13. Problema con el fuego


Andrew nos entregó un uniforme negro después de explicar lo que haríamos en la misión, lo cual básicamente se resumía en que iríamos a un lugar súper secreto para robar una USB que contenía información clasificada sobre un tipo de dispositivo que podía arruinar a la humanidad como la conocíamos o algo así. La emoción que sentía en ese momento nublaba mi capacidad de concentración.

La misión la llevaríamos a cabo esa misma noche, por lo que nos preparamos tanto como pudimos. No utilizábamos armas, la AAD estaba altamente en contra del uso de armas de fuego ya que nosotros mismos éramos una eficiente arma de fuego. Nuestra preparación consistía en entrenar y llevar material básico, como sogas y linternas.

Se suponía que el uniforme que nos dio Andrew nos protegería del frío a pesar de ser de una tela delgada y elástica. Era de una sola pieza, tan sencillo que lucía mal en cualquier persona que lo utilizara. Al no tener estampados y ser una tela que se veía más como plástico que como tela, parecía que nos habíamos puesto una ajustada bolsa de basura encima. Andrew había dicho que ese vestuario era provisional, mientras nosotros confeccionábamos algo nuevo.

Junto con los uniformes venían carpetas con varias hojas de nuestras habilidades y logros. Extrañamente, cada una de las palabras escritas había sido escondida detrás de una gruesa línea negra que impedía leer lo que decían. Lo único visible era nuestro nombre y una fotografía con nuestros rostros sonrientes (a excepción, claro, de Brandon, quien parecía que nunca sonreía).

"Camila White", "Michael Stewart", "Frederick Monroe", "Ryan Foster", "Eagle Pierce", "Brandon Fisher", "Anthony West"...

—¿Alguien notó que la carpeta de Chispas solo tiene dos hojas? —comenté casualmente. —Es curioso porque la del resto de nosotros tienen al menos cinco. Sin contar a Ryan, claro.

Escuché que Anthony bufó desde su posición, detrás de unas cajas de cartón.

—Es tierno cómo te interesas tanto en mi vida, Alien —respondió él, asomando su cabeza solo para que yo viera su sonrisa arrogante. —Admite que te gusto y por eso me odias tanto.

Rodé los ojos y seguí buscando un cinturón de herramientas. Hablé desinteresadamente, como quien fingía escuchar a un niño que balbuceaba:

—Te odio porque soy azul por tu culpa. —Señalé mi rostro. —Nunca podría sentir algo por alguien como tú, Chispitas.

Al menos, no de nuevo, ja. Derek, mi ex, había sido peor que Anthony, pero había aprendido esa lección.

—Estaremos en el Equipo Élite por muchos años, Alien, nunca digas nunca —canturreó.

Abandoné momentáneamente mi búsqueda y me crucé de brazos hacia Anthony.

—Soy demasiado para ti —presumí con una sonrisa—. Soy bonita, inteligente y sé patear traseros. Tú eres idiota, misógino y feo. Puedo decir con certeza que nunca es nunca. —Suspiré como si fuera una lástima. —Si alguien tiene que cuidar sus sentimientos eres tú. Soy la única chica en el equipo, Chispas. Es tu destino caer por mí eventualmente. O volverte gay.

—¡Ja! ¡Quisieras! Yo no me enamoro a lo estúpido, no soy una chica, mucho menos me volveré gay —declaró aún desde detrás de las cajas. —Además, podré ser cualquier insulto que me lances, pero tú y yo sabemos que no soy feo. Nada feo. Soy probablemente el chico más hermoso que has visto en tu vida.

—Chicos, honestamente, no sé si es peor cuando coquetean o pelean —se quejó Frederick desde el otro extremo del pasillo del sótano. Me encogí de hombros inocentemente. —Tony, ¿cómo va esa bomba de humo?

Encontré el cinturón y lo coloqué sobre mi hombro. Michael había ido hasta el fondo del sótano y él sería quien usaría ese cinturón de herramientas.

—Oh, no te pongas celoso, Freddie —se burló Anthony, saliendo de su refugio de cajas con una sonrisa ladina. —Alien aún tiene esa mirada de "me debes una venganza", así que probablemente estaremos peleando de nuevo tan pronto como termine esta misión. —Nos guiñó un ojo. —Ahora necesitamos hacerle caso a su primo, que casualmente es el jefe, y enfocarnos en la misión. Las bombas de humo están listas. Son siete, una para cada uno de nosotros. ¡Úsenlas sabiamente! —gritó lo último para asegurarse que el resto de los chicos lo escucharan.

Eagle, Michael y Brandon respondieron afirmativamente desde el fondo. Ryan había sido enviado al río para recolectar agua, estaría de vuelta en unos minutos.

Avisé a Frederick que iría con Michael para entregarle su cinturón.

El plan de la misión consistía en tres pasos: entrar silenciosamente, robar el dispositivo silenciosamente y salir silenciosamente. Nada de peleas ni alborotos. Era una misión pequeña para no crear complicaciones. Era casi parte de un entrenamiento. Andrew nos advirtió repetidas veces que no intentáramos hacer nada más, ya que podría comprometer el objetivo.

Al llegar con la otra mitad del equipo, Eagle y Michael se encontraban riendo de Brandon mientras él intentaba conectar un par de cables de cobre, electrocutándose a sí mismo cada dos segundos.

—¿Por qué se ríen en vez de ayudar? —reprendí, entregando el cinturón a Michael.

Eagle negó con la cabeza, habló entre risas:

—Porque nosotros ya estuvimos en el lugar de Brandon. —Me mostró sus dedos. Habían marcas cenicientas en ellos. —Es nuestra última esperanza. —Rio. —Pero es divertido verlo saltar con cada golpe de corriente.

Fruncí el ceño. Estaba genuinamente confundida.

—¿Esto es divertido para ustedes? —cuestioné sin esconder mi extrañeza.

Eagle y Michael asintieron sin despegar la vista de Brandon.

Vaya. Eran peor que niños. Si Brandon no fuera tan serio, seguramente estaría riendo con ellos.

—¿Qué están intentando hacer? —inquirí de nuevo.

Michael se aclaró la garganta para enseriarse.

—Necesitamos algún tipo de comunicación —explicó, señalando el circuito que estaba torturando a Brandon—. Debemos estar a menos de quince metros del otro, así si alguien habla a través del pequeño micrófono que tendremos en el cuello del traje, el resto escucharemos con ayuda de la pequeña bocina que estará en nuestro oído.

Asentí, intentando calcular cuánto serían quince metros. ¿Cuarenta pasos?

—Y este panel recibirá la señal de quien hable y la hará rebotar hacia el resto del equipo para que escuchemos —concluí, reconociendo el circuito del panel.

Michael abrió los ojos con sorpresa.

—Exacto —afirmó con una sonrisa—. Me has prestado atención cuando hablo de electrónica, Cami.

Le guiñé un ojo.

Michael solía hablar mucho sobre cosas de electrónica cuando hacíamos trabajos en equipo en la AAD. Lo dejaba hablar porque esa parecía ser la única manera de que entrara en confianza conmigo. Yo no conocía mucho sobre mecánica o electrónica, por lo que no seguía la conversación con él, pero sí escuchaba. Seguramente confundió mi silencio amable con un silencio desinteresado.

—Por supuesto que te presto atención. —Sonreí. —No sé hacer muchas cosas, pero no significa que sea estúpida, solo ignorante. Aprendo muy rápido si alguien está dispuesto a enseñarme como tú lo has hecho.

Arrebaté amigablemente el cinturón de herramientas y obtuve unas pinzas de plástico.

—Por ejemplo, sé que el plástico no conduce electricidad. —Ladeé la cabeza para ordenar sutilmente a Brandon que quitara sus manos. Él lo hizo sin reprochar. —También sé que usualmente el cobre de los cables debe ir cubierto, pero en este caso es necesario que esté sin nada porque conectaremos más cosas a él.

Tomé las puntas de los cables con las pinzas y las giré para enredarlas entre sí.

—Aprendí que necesita estar conectado a la corriente eléctrica porque, a este punto, puede quemarse si se desconecta. —Extendí la mano hacia Michael, quien rápidamente me entregó cinta de aislar. —Finalmente, sé que intentaban hacerlo con las manos porque este tipo de circuitos deben llevar un nudo especial para sostenerse, casi imposible de hacer con las pinzas gruesas que cualquier mecánico utiliza.

Del bolsillo de mi chaqueta obtuve un par de pinzas mucho más delgadas, de aquellas que yo utilizaba a para depilarme las cejas. Cubrí la mitad de ellas con cinta de asilar para evitar electrocutarme y me apoyé con las pinzas plásticas para hacer el nudo.

—Pero yo no soy mecánica, así que tengo otra manera de hacer las cosas —finalicé, mostrando el perfecto nudo de cobre.

Eagle me sonrió al entregarle el material:

—Y pensar que no sabes preparar café, White.

Reí y me encogí de hombros.

—Llámenme si necesitan algo más. —Palmeé el hombro de Michael. —Y, chicos, por favor, a la próxima solo díganme que tengo mi cara azul —supliqué exageradamente.

Michael balbuceó algo, Eagle asintió tranquilamente y Brandon se mantuvo en silencio, sacudiendo su mano para recuperar la sensación que electrocutarse le había quitado.

Regresé a mi puesto con Frederick y Anthony. Parecían tener algún tipo de discusión.

—... hablo en serio, Anthony —decía Frederick, frunciendo el ceño.

Anthony se burló de él y negó con la cabeza. Me lanzó una mirada como de un depredador que había decidido su presa.

—No prometo nada, Freddie —finalizó Anthon.

No me gustó esa mirada. No me gustó en absoluto. ¿Se aproximaba otra broma?

Ryan en ese momento entró al sótano. A pesar de intentar frenar a tiempo, nos pasó de largo. Suspiré y me crucé de brazos, esperando a su regreso. Era fácil acostumbrarse a sus errores, lo que me preocupaba era cómo los evitaría en las misiones.

—Ya están las botellas con agua —anunció al llegar a nuestro lado—. También las botellas extras que pediste, Cam.

—¿Por qué ella tiene botellas extras? —se quejó Anthony. Me miró con molestia. —¿Quieres dejar de ser tratada como una chica? Pues deja de pedir privilegios.

Me acerqué a Anthony con la mandíbula tensada. Los tres segundos de paz entre nosotros se habían esfumado.

—Tengo botellas extras porque mi poder es controlar el agua, idiota. ¿Cómo quieres que la controle si no hay? —Apunté mi dedo índice a su pecho. —Yo quiero ser tratada como chica porque, adivina qué, soy una chica. Tú eres el imbécil que cree que por ser chica necesito privilegios.

Anthony rodó los ojos y gruñó algo incomprensible.

—Mi trabajo aquí está hecho —comunicó de mala gana—. Le avisaré a Andrew que estamos listos. —Miró hacia mi hombro y pronunció desinteresadamente: —Tienes una araña ahí, Alien.

Mi corazón se detuvo un segundo. Después aceleró como los latidos de un colibrí a pleno vuelo. Comencé a respirar tan rápido que ni siquiera daba tiempo a oxigenarme correctamente. Mis manos y frente se humedecieron por el sudor nervioso, el resto de mi cuerpo se tensó tanto que dolía. Todo eso en el transcurso de tres segundos, mientras mi cerebro procesaba la idea de tener una araña sobre mi hombro.

—¡No mires! —me advirtió Frederick, conociendo perfectamente mi fobia. —No mires. Solo espera un segundo.

Se acercó a mí. Cerré los ojos con fuerza, viendo manchitas de colores por la presión que yo misma me aplicaba. Sentí la mano de Frederick sobre mi hombro, lo que provocó un escalofrío en mi columna porque yo sabía lo que él estaba recogiendo.

—Ya está —anunció al colocar la araña en el piso.

—¡¿Y por qué la dejas ahí?! ¡Písala! —ordené con una voz tan aguda que probablemente dificultaba tomarme en serio.

Frederick resopló y alzó su pie, pero Eagle lo detuvo. Ni siquiera había notado cuando Eagle llegó con nosotros.

—La araña no te ha hecho nada, White —me reprendió con cierto tono burlesco.

Tomó la araña en sus manos y yo desvié la mirada. No soportaba ver sus patas caminando por la piel de una persona. Casi podía sentirlas sobre la mía. A ese punto llegaba mi fobia. No podía verlas, mucho menos tocarlas. Me llevaba a recuerdos solitarios de una niña perdida en la playa.

—Está asustada —dijo Eagle.

—¿¡Y yo te parezco tranquila?! —No sabía por qué no podía dejar de gritar. Solo me era inevitable. —Nos puede morder en cualquier momento. ¿Y si hace un nido aquí? ¿Y si llama a sus amigas arañas? ¿Y si entran a nuestras bocas mientras dormimos? —Solté un suspiro tembloroso. —Esa cosa es venenosa y asquerosa. ¡Sáquenla de aquí!

Escuché la risa de Anthony:

—Es justo lo que pienso cuando te veo.

—Anthony —advertí—, estamos en un bosque. ¿Sabes cuál es elemento más abundante en un bosque? Tierra. ¿Y sabes quién controla la tierra? Moi. —Lo miré a los ojos. —No quieres provocarme en un bosque. No quieres. Mucho menos si estoy pasando por una crisis nerviosa. —Señalé al resto de los chicos. —Todos sabemos que nuestros poderes son incontrolables cuando alteramos nuestras emociones.

Anthony ni siquiera estaba mirándome. Sus ojos saltaban de un lugar a otro a mis espaldas, sin prestar atención a lo que decía.

—Camila —llamó Frederick con cautela. Miré a su dirección, pero él también estaba distraído con lo que fuera que Anthony veía. —Respira profundo, ¿okey? Eagle tiene a la araña. Todo está bien.

Percibí cierto olor a humo. Algo se estaba quemando.

Miré a mi alrededor: las cajas de cartón detrás de mí estaban en llamas. Tardé un momento en saber que yo era quien estaba provocando el incendio.

—Oh, no —murmuré por lo bajo. Miré a Eagle, quien dejaba que la araña subiera y bajara por su brazo. —Eagle, pisa la araña o llévala al bosque —apresuré—. ¡No puedo tranquilizarme hasta que esa araña no esté lejos de mí!

Eagle asintió y le pidió a Frederick que los teletransportara al bosque. Ambos actuaron rápido, sabiendo que el fuego podía extenderse y destruir todo a su paso. Especialmente estando en un lugar cerrado, teníamos cuestión de segundos antes de que comenzara a faltarnos oxígeno.

Mi problema con el fuego no era como tal el elemento, sino lo que causaba. Yo podía apagar el fuego con algo de control, pero no era capaz de revertir lo que había quemado. Por eso evitaba utilizar ese poder.

Alcé mis manos sobre mi cabeza. Tensé la mandíbula al concentrarme. Cerré los ojos para visualizar el fuego extinguiéndose. Tomé una inhalación profunda en un intento de relajar mi fobia.

Bajé las manos con tanta fuerza que llevé al resto de mi cuerpo con ellas. Estampé mis palmas contra el piso metálico y abrí los ojos. Anthony me observaba con los brazos cruzados, rodeado por varias columnas de humo.

El fuego se había ido, pero el daño estaba hecho. Suspiré con derrota y acomodé mi cabello.

—Oficialmente eres la primera del equipo en causar desastre —anunció Anthony—. Felicidades, Alien.

Salió del sótano con una carcajada.

Dejé caer mis hombros, perdiendo cualquier esperanza de algún día mantener el control sobre mis poderes. A ese paso, me echarían del Equipo Élite antes de lograr un verdadero avance conmigo misma.

—Cami —murmuró Michael detrás de mí. Escuché sus pasos acercarse, hasta que colocó su mano sobre mi hombro. Habló con cierta duda en su voz: —¿Sí... te das cuenta de que... estamos en un bosque? ¿Un bosque... con insectos y muchas... arañas?

—Tu fobia es un problema —concluyó Brandon, con cierta amabilidad en su voz.

—¿Solo mi fobia? ¿O yo soy el problema?

Nadie respondió.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro