Capítulo 17
Abro la ventana de mi habitación, los tibios rayos del sol se cuelan por ella. Respiro profundo, dejando que el aire frío del exterior entre en mis pulmones. Veo a Panda correr por el patio, rodar en el pasto para luego pararse y seguir jugando.
Tengo la impresión de que hoy será un buen día. Salgo del cuarto y bajo las escaleras con mucha felicidad. ¿Por qué? No tengo idea, pero me siento feliz. En la planta baja todo está iluminado, las cortinas están alzadas y las ventanas abiertas, dejando que la luz y el aire recorran la casa.
Volteo hacia la sala, pero está vacía. Me asomo a la cocina y obtengo el mismo resultado.
—¿Dónde está Cristhel? — murmuro abriendo la puerta trasera. El perro sigue jugando sin prestarme atención.
Las cosas no han ido muy bien desde que llegué a esta casa. No sabía lo que podía pasar, pero jamás hubiera imaginado lo que estamos viviendo. Secuestros, explosiones, casos sin resolver. Tal vez debí aprovechar mejor el tiempo cuando estaba con mis amigos, antes de que todo se complicara.
—¿En qué piensas Ryan? — Cristhel ingresa a la cocina sorprendiendome.
—En nada — contesto simplemente.
Ella me mira con desconfianza, pero luego sonríe y abre el refrigerador para sacar un yogurt.
—Es un lindo día, ¿no crees? — comento para romper el silencio.
—Si, ya no llueve — dice ella espiando por la ventana.
—¿Qué te gustaría hacer hoy? — suelto, arrepintiendome al instante.
Cris voltea hacia mí, sus ojos me hacen desviar la mirada hacia otra parte.
—La verdad, no lo sé — contesta sentándose en un banco — ¿Tú qué piensas hacer?
Vuelvo a mirarla, está sentada frente a la isla viendo su celular. Me acomodo en un lugar frente a ella, observo como unos mechones de su cabello caen sobre su rostro, la manera en la que se muerde el labio sin despegar la mirada de su dispositivo, el instante en el que sus ojos se conectan con los míos al descubrir que la analizo.
Retrocedo por inercia, haciendo que el banco en el que me encuentro sentado se tambalee. Me sostengo de la isla para no caer, sintiendo como mi corazón late fuertemente en mi pecho. Un risa escandalosa me hace levantar la mirada.
Cristhel se ríe sin poder parar, intentando jalar aire con las manos. Su ataque de risa y sus movimientos raros hacen que también me ponga a reír.
—Te... ibas... a... caer — dice entre risas. Limpiándose unas pequeñas lágrimas de los ojos.
—No es gracioso — me quejo.
Ella logra controlarse un poco. Cierra los ojos mientras hace respiraciones intentando no volver a reírse.
—Bien. No me causa gracia — menciona viéndome con diversión y una enorme sonrisa.
—Me gusta ser la causa de tu felicidad — comento sonriéndole.
Ella ríe un poco, noto como un leve rubor se extiende por sus mejillas. Se para rápidamente para botar el envase del yogurt. Me aclaro la garganta y me golpeo mentalmente por decir eso.
—¿Crees que Panda quiera salir a dar un paseo? — pregunto caminando hasta la puerta.
—Yo creo que tiene mucho espacio para correr — contesta ella.
—Pero le gusta jugar afuera. Siempre escapaba de su casa — digo observando al perro.
—Puedes llevarlo a pasear si quieres — Escucho su voz detrás de mí.
Trago saliva sintiéndome observado.
—Lo haré — murmuro con nerviosismo.
¡¿Por qué estoy nervioso?!
—Estaré en mi habitación — me informa desde la puerta de la cocina.
¿A qué hora se alejó?
—Claro — contesto asintiendo.
Ella sonríe y desaparece de mi visón. Suelto el aire que al parecer estaba conteniendo.
—¿Pero qué me pasa?
—Bueno, de vuelta al patio — digo soltando la correa del perro.
El pequeño animal menea la cola, y comienza a rascarse la oreja. Entro a la casa, luce tan tranquila. Hace una hora me fui a pasear con Panda, Cristhel estaba en su habitación, me pregunto si seguirá ahí.
Subo las escaleras hasta llegar arriba, veo la puerta de mi cuarto, luego el de mi amiga, está entreabierta. Me acerco silencioso, espío el interior, al parecer está vacío. Entro guiado por la curiosidad.
No recuerdo haber estado alguna vez aquí dentro. La cama está en el centro de la habitación, frente a ella se encuentra el ropero, con las puertas cerradas. La ventana tiene las cortinas abiertas, permitiendo que la luz se refleje en las paredes blancas y de la impresión de que el lugar es más amplio.
A un lado de la ventana se encuentra el escritorio, me acerco para ver mejor. Tiene una pequeña lámpara, un cuaderno de unicornio, su mochila y una fotografía, la tomo delicadamente para apreciar la imagen. Ángel, Daniel, Alex y ella están abrazados frente a un marco de graduación, con un uniforme que no reconozco.
—Fue cuando salimos de la secundaria — dice una voz a mi espalda.
Brinco del susto, casi tirando la fotografía, Cristhel ahoga un grito detrás de mí. Deposito la imagen en su lugar con suma delicadeza, y me quedo viendo la libreta de unicornio, sin querer enfrentar a la chica detrás de mí.
—Perdón por asustarte — se disculpa — Pero te lo merecías por entrar sin permiso a husmear en mi habitación — sentencia, y siento que me sonrojo — ¿Piensas decir algo? — cuestiona después de un tiempo.
Me quedo en silencio e inmóvil. Escucho que se queja, no hay más sonidos, ¿se habrá ido? Volteo lentamente para comprobar mi idea y me doy cuenta de que es totalmente falsa. Cristhel está acostada en la cama, con los ojos cerrados y un peluche sobre su pecho.
No se da cuenta de que he volteado, así que aprovecho para observarla. Noto que se ha cambiado de ropa, ahora usa unos jeans negros y una sudadera gris, su cabello se esparce por el colchón. No recuerdo haberla visto alguna vez con el cabello suelto.
Suspiro ante la imagen que tengo enfrente. Ella luce tan pacífica, abrazando al pequeño panda de peluche, su respiración es tranquila, podría decir que duerme, pero lo dudo mucho. Temo moverme, me da la impresión de que al más mínimo sonido abrirá los ojos. Aún así sonrío.
Debo admitir que es muy bella, tal vez no sea la chica más hermosa de la tierra, pero tiene algo encantador. Una linda sonrisa, unos ojos que...
¡¿Pero que rayos estoy pensando?!
Ahora me siento como un acosador. No debería estarla viendo embobado, no tengo nada que hacer en su habitación, lo mejor sería irme de aquí. Pero aún así no me muevo.
—Si quieres te doy una fotografía para que puedas verme mejor — comenta ella rompiendo el silencio.
Me observa con un ojo y luego vuelve a cerrarlo. Me quedo sin palabras sintiéndome descubierto.
—Ryan, al menos dime algo — suplica girándose hacia donde estoy, aún con los ojos cerrados.
—No se que decir — admito en voz baja — Perdón por entrar sin permiso a tu habitación— me disculpo arrepentido.
Ella abre los ojos y me observa de pies a cabeza. Sonríe sentándose en la cama.
—Por un minuto pensé que te habías ido estilo ninja — dice moviendo el peluche.
—¿Estilo ninja? — cuestiono.
—Sin hacer ningún sonido — explica riendo.
Yo diría que estoy estilo árbol, plantado en su habitación sin poder moverme. Al ver que no hago nada, se deja caer en su cama.
—Te ves bien con el cabello suelto — comento sin pensar.
Ella sonríe tímidamente, y las mejillas se le tiñen levemente de rojo.
—Sí, pero solo lo dejo suelto cuando estoy en casa — dice sin verme.
—Pues llevo varios días aquí y nunca lo había notado — menciono dando un paso al frente. Al parecer si puedo moverme.
—Tal vez porque no he querido que lo notes.
Ella vuelve a mirarme, yo ya estoy cerca de la cama.
—Aquí fue la última vez que ví a Alex — menciona incorporándose.
La veo confundido, ella ríe, aunque no de manera feliz.
—No fue la última vez que lo ví, pero si fue aquí donde me dijo que se iba — susurra lo último fijando sus ojos en el espejo de su habitación.
—Era un gran chico — comento sentándome al borde de la cama.
—Me dejó viuda y con un hijo — declara abrazando al panda de peluche.
—¡¿Estás embarazada?! — exclamó casi cayendo de la cama, viéndola incrédulo.
—¡No! — grita rompiendo en carcajadas, dejándose caer nuevamente y retorciéndose entre las sábanas sin dejar de reír.
Creo que ha enloquecido, golpea la cama, se cubre la cara con la almohada intentando ahogar su risa. Después de un tiempo la veo respirar intentando calmarse. Me observa divertida, pero mi expresión la hace reír de nuevo, aunque esta vez no dura demasiado.
—Creo que debo ir al baño — menciona riendo y corre hacia una puerta del otro lado del cuarto.
Me acuesto en su cama con toda la confianza del mundo. La fragancia de su perfume me envuelve cuando acomodo mi cabeza en su almohada. Cierro los ojos, dejándome llevar por la suavidad y el confort de su colchón.
A lo lejos escucho una puerta abriéndose, pero decido no abrir las ojos. Después de unos segundo siento que Cristhel se sube a la cama, es eso o algún ser de otro mundo.
—¿Se durmió? — susurra levemente.
Me quedo inmóvil siguiendo su idea. Algo me punza el brazo, pero no cedo. Me da unos toquesitos en el abdomen, aguanto mis ganas de reír. Siento como acaricia mi mejilla suavemente, estoy a punto de abrir los ojos cuando algo me golpea en el pecho.
—¿Qué rayos? — me quejo incorporándome.
Ella me observa con el peluche en alto, apuesto a que me golpeó con eso. Sonríe de manera inocente, fingiendo jugar con el panda hasta dejarlo en la cama.
Nos vemos por unos minutos, sin decir nada. No encuentro palabras, no sé de que más hablar. Me distraigo indagando en sus ojos, esos hermosos ojos cafés que un día fueron azules. Aunque ahora me doy cuenta de que el color no importa, la mirada sigue siendo la misma.
Esa mirada que he podido apreciar tantas veces, y que quisiera seguir admirando ahora. Noto como baja la vista por unos segundos, para después volver a fijarse en mis ojos.
—Cristhel... — murmuro.
—Dime.
Pero no tengo nada que decir, solo quería pronunciar su nombre.
Un sonido estruendoso rompe el ambiente. Cris pega un respingo, me doy cuenta de que estábamos más cerca al ver que ella se aleja y busca por toda la cama a la fuente de ese sonido. Al final levanta victoriosa su celular y contesta la llamada.
—¿Es en serio? — pregunta en un tono que no descifro — Llego lo más pronto posible — sentencia colgando la llamada.
De un salto se baja de la cama.
—Encontraron las cajas negras — me informa saltando de alegría.
Yo: Al fin terminé el capítulo. Debería publicarlo, ha pasado mucho tiempo.
Mi conciencia: ¿Y si mejor haces un maratón? Total, ya han esperado bastante.
Yo: No es mala idea... Podría funcionar... Sí, hagámoslo. ¿Alguna idea?
Mi cerebro: ...
La conciencia: ...
Yo: ...
Los lectores: ¿Cuando actualizará? ¿Será que no va a seguir la historia?
Algún ser en la tierra: Sigue viva, la he visto por ahí en wattpad.
Yo: ¿No que deberíamos hacer un maratón? Mejor publico el capítulo ahora.
Mi cerebro: No. Déjame echarle una pensada.
Mi conciencia: Sí, ya han esperado hasta ahora, que son unos días más.
Yo: No debería hacerles caso, luego los lectores me querrán asesinar.
¡Perdón por la espera! ¡Y gracias por seguir aquí! 💖💖💖
🌲 ¡Felices fiestas les desean los personajes de Anónimos! 🌲
(No sé si eso sea legal)
👻 ¡Alex dice, desde donde esté, que los ama! 👻
(Lloremos)
🥳🌲❤️ Feliz Nochebuena, y feliz Navidad. Gracias por acompañarme en esta aventura. 🥳🌲❤️
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