Capítulo 13
—Admite que fue una experiencia divertida — dice Javier sonriente mientras caminamos por los pasillos de la agencia.
—No le veo nada de divertido a que te traten como si fueras un delincuente — Él solo ríe ante mis palabras.
Quién diría que Cristhel me iba a mandar a ser interrogado como si del peor criminal se tratase. No puedo creer que ella me olvidara, o más bien, me alejara. Porque tengo claro que lo hizo para deshacerse de mí.
—Bueno, me voy a casa — informa el chico señalando la entrada de la agencia.
—Esta bien, yo buscaré a Cristhel. Nos vemos.
Él se despide con la mano y se va. Me acerco a María que está revisando unos papeles en la recepción.
—Buenas tardes. ¿De casualidad sabe si Cristhel sigue en el edificio? — pregunto amablemente.
—No, salió hace una hora — contesta mirándome fugazmente y regresando su atención a los papeles.
—Gracias — es lo único que menciono.
¿Así que me abandonó? Creo que en verdad no quería que yo la acompañara.
Salgo de la agencia y me voy caminando hasta su casa. El aire fresco recorre mi cuerpo mientras avanzo lentamente por la acera. Puedo ver como en algunas casas las personas comienzan a colocar sus decoraciones navideñas.
Llego al parque, donde varias personas observan a un hombre inflando un muñeco de nieve. Paso junto a otros hombres que decoran un árbol con luces de colores. La ciudad se está poniendo festiva.
Entro a la casa de Cristhel. Justo a mitad del camino de piedra está nada más y nada menos que el perro de Alex, durmiendo a patas abiertas. Al notar mi presencia comienza a menear la cola e intenta pararse, retorciéndose en su lugar.
—Eres puro dormir — le reclamo al can cuando logra ponerse en pié.
Termino de llegar a la entrada con Panda siguiendo mis pasos, abro la puerta y observo como el perro se escurre entre mis piernas y camina como dueño de casa hacia la cocina.
—Si Jorge te viera, me mataba — le digo viéndolo sentado junto a la puerta trasera.
Él ladra y menea la cola. Tomo su plato, le sirvo un poco de alimento y lo coloco afuera. Aprovecho que el perro sale al exterior para cerrar la puerta. Reviso la casa, ni señas de Cristhel. Veo el reloj de mi celular, son las cuatro de la tarde.
¿Dónde puede estar? Rodolfo me pidió que la cuidara pero, ¿cómo se supone que la voy a cuidar si desaparece de mi vista?
El celular comienza a vibrar en mis manos, veo que Daniel me está llamando. Contesto sentándome en el sofá.
—Hola Daniel, ¿como va todo? — pregunto animado.
—Todo genial. Vamos en segundo lugar de la fase de grupos, solo nos queda un partido y es contra el líder, pero estamos seguros de que los venceremos — relata — Dicen por ahí que, no sé si es desde la semifinal, pero que la final será después de navidad. Y como para ese entonces regresamos a casa, pues, creemos que tu puedes unirte, claro, si quieres, y sobretodo si llegamos tan lejos.
—Suena bien amigo, yo creo que sí pueden lograrlo. ¿Y dónde están Ángel y Chase? — cambio de tema
—Pues, Ángel tenía hambre y arrastro a Chase para que lo acompañara a comprar comida. Estoy solo en la habitación del hotel.
Río ante su relato.
—Es bueno saber que están bien, con eso de que nos hablan tan seguido — ironizo.
—Hemos estado un poco ocupados con los entrenamientos, los recorridos, y otras cosas. Por cierto, ¿y Cristhel? — pregunta, he imagino que está sonriendo.
—No sé donde esté — contesto sinceramente.
—Gracioso — dice serio — Pero ¿Sabes si está bien? ¿Ya han hablado?
—Contesto a tus preguntas diciendo que vivo con ella — menciono.
—¡¿Qué?! — exclama tan fuerte que alejo el celular de mi oído — No pueden darme dos noticias así, y menos seguidas. ¿Éstas con ella? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? Quiero detalles y pruebas.
—No seas dramático Daniel.
—No me ocultes información Ryan. ¡Cuéntamelo todo! — exige.
—No hay mucho que contar. Mi familia se fue de paseo, el padre de Cris me ofreció vivir con ellos y acepté — cuento omitiendo mi estancia con Alex.
—¿Eso es todo? Que malo eres contando cosas.
—Bueno, ya nos hablamos y somos amigos — completo.
—Mejor, aunque aún tengo mis dudas. Entonces si vives con Cris, ¿está por ahí?
—Te digo que no sé donde está.
—Creí que estabas bromeando — contesta — Y, ¿cómo han estado? ¿Está todo bien por allá?
Noto que de pronto está un poco más serio, y eso me preocupa. ¿Sabrá algo?
—Por ahora todo bien — me limito a decir.
—Eso es bueno. ¿Y Alex? ¿Cómo está? — cuestiona muy interesado.
Y yo no quiero mentirle.
—La verdad no lo he visto — contesto con miedo.
—Le marqué hace rato pero no me contestó. Supongo que Cris tiene más información — dice, y noto algo extraño en su tono.
De pronto escucho más voces del otro lado de la línea. Aunque no distingo que dicen.
—Guarden silencio, estoy intentando hablar con Ryan — escucho a Daniel.
Seguido de una serie de sonidos lejanos.
—¡Ryan! Un gusto verte — escucho la voz de Ángel — ¡No te lo voy a devolver!
—Ángel, no te estoy viendo — contesto riendo.
—Es solo una expresión — dice Ángel.
Vuelvo a escuchar gritos y sonidos lo suficientemente lejos para no distinguir que son.
—Hola Ryan — escucho que habla Chase.
—Chase, ¿que tal todo?
—Todo ha estado bien. Excepto en este momento que Daniel y Ángel se pelean por el celular.
—¿En serio? — pregunto para comprobar, aunque ya lo suponía.
Una risa inunda la línea, y otra se escucha más allá. Río contagiado por mis amigos.
—Daniel se cayó de la cama — explica Chase aún riendo.
—Auch, pobre — me lamento — ¿Los tres duermen juntos? — pregunto cambiando la conversación.
—Sí, las habitaciones son de tres y nosotros decidimos dormir en el mismo cuarto.
El ladrido de Panda me devuelve a la realidad. Me asomo a la ventana de la sala, veo que el sol está casi ocultándose, Cristhel camina hacia la casa con el perro jugando alrededor de sus piernas.
—Me gustó volver a hablar con ustedes chicos, pero ya debo irme — le digo a quien sea que esté del otro lado.
—Adiós Ryan — contesta Chase.
—Yo no hablé contigo — se queja Ángel — Pero ya qué, nos vemos luego.
—Adiós capitán, hablamos otro día que no estén estos sujetos.
—¿Cómo que cuando no estemos? — habla Ángel.
—Cuidense, adiós — me despido y cuelgo la llamada.
Escucho girar una llave en la cerradura, y luego el sonido de la puerta abriéndose. Cristhel asoma la cabeza a la cocina, y luego voltea a la sala, al verme da un bote en su lugar.
—Ay Ryan, me asustaste — dice llevándose una mano al pecho.
—Y tú me abandonaste — le reclamo luciendo serio.
Ella ríe, como si acordarse del hecho le hiciera gracia. Por mi parte intento seguir en mi papel de chico enojado por el abandono.
—Lo siento, tenia cosas que hacer — explica sonriendo.
—¿Cosas que te llevan toda la tarde? — cuestiono aún sabiendo que eso no me incumben.
—Si.
Y con cara de niña buena se va hacia la cocina, yo la sigo intentando molestarla.
—¿Ya cenaste? — pregunta inspeccionando el refrigerador.
—No cambie de tema señorita. Acaso no cree que es demasiado peligroso andar por la calle sin una escolta que la proteja, sabiendo como están las cosas.
Ella me ignora y saca un paquete de queso Oaxaca del refrigerador.
—¿Te parece si hacemos unas quesadillas? — cuestiona mostrándome el queso.
Me quedo en silencio viéndola seriamente. Ella rueda los ojos y coloca su mochila en la mesa, se acerca al fregadero para lavarse las manos, busca un tazón y la veo comenzar a deshebrar el queso.
Me recuesto en la pared junto a ella, y la observo trabajar. Sé que debería ayudarla, pero quiero que deje de ignorarme, o al menos que voltee a verme.
—Sé que puede ser peligroso — menciona sin dejar su labor — Pero sigo viva, no me pasó nada, y no quiero que alguien me ande siguiendo todo el día — finaliza dirigiendo sus ojos hacia mí.
—No es mi intención seguirte todo el día — comento lavándome las manos — Pero entiende, no quiero que algo te pase.
—No me va a pasar nada — contesta segura de lo que dice.
Me acerco a ella para ayudarla con el queso. Un recuerdo se cuela en mi mente.
—Tu papá me advirtió que no hiciera nada raro por que hay cámaras, ¿es cierto o lo dijo solo para asustarme? — susurro volteando hacia los lados.
Cristhel ríe ante mi declaración.
—Si hay cámaras, pero no preguntes donde exactamente — contesta riendo.
—¿No las colocaste tú? — bromeo.
Ella me da un codazo en las costillas, haciendo que me aparte un poco.
—No, están ahí desde hace mucho. Mi abuelo fue quien las instaló — explica.
—Entonces, ¿esta casa no la construyó tu papá? — pregunto con curiosidad.
Hay tantas cosas de esta chica que desconozco.
—No, fue mi abuelo. Todo lo que tiene esta propiedad fue idea de él y de su arquitecto — cuenta.
—Eso es algo que no sabía — afirmo.
—Ahora ya lo sabes — dice alejándose — Iré a darme un baño y luego cocinamos.
La veo lavarse las manos y tomar su mochila antes de perderse en las escaleras. Termino de deshebrar el último pedazo de queso y me lavo las manos para abrir la puerta trasera, donde un perrito está sentado esperando pacientemente.
—Buen provecho — le deseo dejando su plato de comida en el piso.
Me aseguro de que coma y vuelvo a cerrar la puerta. Voy hasta la sala y tomo mi celular, justo cuando está entrando una llamada de mi hermana. Contesto sin pensarlo, ya extrañaba hablar con Samantha.
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