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Semana 265.

5 años después.

Lunes.

Marina se levantó, como cada día, a las seis de la mañana.

Con una sonrisa y su camiseta varias tallas más grandes que la suya de The Smiths, bajó las escaleras y recogió el correo.

Subió de nuevo a su apartamento y allí revisó las cartas; varias facturas, una carta del banco y una carta diferente, pero con una letra que conocía; Gold.

La abrió lentamente y el olor a lavanda la inundó, ante lo que sonrió.

Comenzó a leer;

"A Diana D'Altrui y Gold Brianni les complace invitarle a su enlace matrimonial.

Les esperamos el día 14 de agosto a las 11.00 a.m. en la ciudad de L'Aquila, en la región de Abruzos, en Italia.

Ciao!"

Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Marina.

Gold se casaba. Gold se casaba.

Con manos temblorosas cogió el móvil y marcó el número de su mejor amigo; Al.

Un pitido. Dos. Tres.

-¿Qué pasa, nena?

-Al, yo...Ven. Te necesito -Su voz sonaba temblorosa por el llanto.

-¿Estás llorando?

-Sí.

-Enseguida voy, cariño.

Y colgó.

****

-O sea que tu novio de la adolescencia se casa -resumió Al.

-Sí -susurró Marina.

-Pues vamos a ir -dijo Al, sonriendo.

-¿QUÉ?

Al rió.

-Cielo, te han invitado y te han mandado dos pasajes de vuelo y te quedarás en la casa de...¿Frances?

-Sí, pero...

-Pero nada -la interrumpió Al.

Marina resopló.

-De acuerdo.

Martes.

Marina estaba sentada en el sofá, con las piernas cruzadas, una taza de café en la mano y su libro de Biología Celular del tercer curso de Medicina estaba sobre su regazo.

No lograba concentrarse, por lo que cogió el libro y lo tiró en algún rincón de su apartamento.

Avanzó hasta uno de los armario de la cocina y sacó una botella de vodka.

Echó dos dedos en un vaso y se lo tragó de golpe, lo que dejó un ardor en su garganta.

Sería una noche larga.

Miércoles.

Estaba rebuscando en su armario como una loca. Gold se casaba el viernes y el avión hacia Italia salía aquel día, ya que había un día de viaje.

Metió todo hecho una pelota en su armario y se encaminó hacia la puerta, donde Al la esperaba con mala cara.

-¿Ya?

-Ya.

Al sonrió y ambos salieron de apartamento.

-Pues que se prepare esa gente porque una preciosa Marina Hal de veintiún años y la mejor estudiante de Medicina en su curso va a patearles el trasero -rió Al.

-Oh, cállate -exclamó Marina, golpeando el brazo de Al.

Jueves.

Eran las 21.47 y el avión surcaba el océano Atlántico hacia Italia.

Al estaba dormido junto a ella y roncaba cual cerdo, pero tampoco le importaba.

Por los auriculares sonaba Lewis Watson, lo que le hizo recordar a Gold.

Marina mordía sus uñas y retorcía sus dedos, nerviosa. ¿Cómo sería la prometida de Gold?

Viernes.

El temido día llegó.

Marina se revisó en el espejo otra vez.

Llevaba su ondulado y rubio pelo recogido en un tirante moño, su vestido era hasta medio muslo, ceñido en la cintura, con algo de vuelo en la falda negra de tul, palabra de honor y de encaje negro desde el pecho hasta la cintura.

Ahora, llevaba sus inseparables botas de combate.

Y es que, ciertas cosas, nunca cambian.

****

Una vez en la iglesia, los nervios de Marina aumentaron.

Podía notar el nudo en su garganta y las lágrimas amenazando con caer. Respiró hondo y sonrió. Podía con esto.

-¡Marina, estás preciosa, ragazza! -exclamó Frances.

-Frankie, estás genial -dijo Marina, abrazando a Frances.

-Oh, gracias, bella -Miró hacia Al-. ¿Es este tu novio?

-Oh, no, no. Al es mi amigo.

Al se acercó a Frances y le dio dos besos.

-Soy el mejor amigo gay de Marina -dijo él, riendo.

-Marina, Gold se está preparando en la habitación del interior de la Iglesia. A la derecha junto al altar.

-De acuerdo -susurró Marina.

Caminó con paso inseguro por la Iglesia, con sus botas de combate resonando contra el mármol.

Se acercó hasta la vieja puerta de madera. Pegó suavemente.

-Avanti! -exclamó una voz conocida, desde el otro lado de la puerta.

Marina abrió la puerta lentamente y entró, cerrando tras de ella.

-Hola, Gold.

Gold levantó la mirada de su casi-hecha corbata y miró hacia Marina. Alzó mucho las cejas y la miró con confusión.

-¿Marina? Dios, estás muy...-Gold sonrió y negó con la cabeza-. Mi madre, ¿verdad?

Marina asintió, se acercó a Gold y le deshizo el nudo extraño que había hecho y comenzó ha hacer un nudo decente.

-Con que...te casas, ¿no? -dijo Marina, con una sonrisa triste y sin apartar la mirada de la corbata.

-Sí. Es raro, ¿no? Aquí, estamos, cinco años después -Gold esbozó una sonrisa triste.

-¿Lo vas ha hacer, Gold? ¿En serio? ¿No eres demasiado joven?

Ambos había trabado sus miradas. Marina había añorado esos ojos azules.

-Veinticinco años son bastantes -susurró Gold.

-¿Lo son? -Marina suspiró y terminó de hacer el nudo-. Si la quieres, no me voy a meter Gold. La pregunta es, ¿la quieres?

Gold mordió su labio inferior. ¿Realmente quería a Diana como para casarse con ella?

Marina le dedicó una última sonrisa triste.

-Es tu vida y tu elección, pero aún puedes salir corriendo.

Y salió de la habitación, dejando atrás a un Gold confundido.

****

La ceremonia pasó lenta y dolorosamente.

Diana era una chica alta, delgada, de largo cabello marrón (mierda), ojos marrones (mierda) y paso desgarbado. No era nada del otro mundo, pero parecía simpática.

Y llegó la parte clave.

-Diana D'Altrui, ¿aceptas a Gold Brianni como tu legítimo esposo?

Aquello era espantoso.

-Sí, acepto.

Marina quiso vomitar.

-Gold Brianni, ¿aceptas a Diana D'Altrui como tu legítima esposa?

Aquello era demasiado cliché.

-Sí, acepto.

Aquellas dos palabras fueron como puñales en el pecho de Marina.

-Si hay alguien que se opone a este enlace, que hable ahora o...

Marina se levantó, interrumpiendo al cura y ganándose la mirada de toda la Iglesia. Marina cerró los ojos, respiró hondo y volvió ha abrir los ojos. Tenía que hacer aquello.

-¿Sabéis qué? No voy a callarme -suspiró-. Bueno, para los que no lo sepáis, soy Marina Hal, la ex-novia d Gold, y agradecería que no me interrumpierais, porque voy a soltar el discurso del siglo.

»Gold, no puedo dejarte hacer esto, porque no podría dormir por las moches. Llevo cinco malditos años intentando olvidarte y ser feliz. Estoy estudiando Medicina -Sonrió orgullosa-. Estoy en el tercer curso con matrícula de honor en todas las asignaturas.

»Dejando de lado mi brillante mente, simplemente no puedo. ¿Te vas a casar con...Diana? ¿En serio? Gold, ¿recuerdas nuestra extraña historia de amor? Pues la pienso contar.

»Hay un libro; El rayo de Luna, de Margaret T. O'Donell, el cual está en el pasillo B-187 de la biblioteca de nuestra ciudad. Un Lunes, encontré una nota en el interior de ese libro, ¿adivináis de quién? Sí, Gold Brianni, el cual firmaba como Anónimo.

»Me costó seis semanas que me diera su nombre -Marina soltó una risa-. Pero ya estaba enamorada hasta los huesos. Este chico tiene mucha labia -alguien soltó una risa-. Y, entonces, todo se rompió. Volvió a aquí, Italia. Y cinco años después, aquí estamos.

»No te puedo dejar hacer esto, Gold Brianni. ¿Te quieres arruinar la vida por esta chica? Pues adelante, si la quieres sigamos con esta mierda y habré quedado como una completa idiota celosa, pero, realmente, no estoy celosa. Hago esto porque te quiero. Pero no como te quería hace cinco años, que era como una adolescente lo hace. Y si quieres continuar, adelante. Pero necesitaba decir esto, porque como el cura iba ha decir, era hablar a ahora o callar para siempre.

Marina sonrió, orgullosa de haber soltado ese discurso sin haberlo ensayado.

Gold la miraba con una sonrisa, mientras que Diana la miraba con odio.

Luego, ambas chicas miraron hacia Gold.

-Es tu elección, Anónimo -dijo Marina.

Sus manos y rodillas temblaban por la respuesta que Gold podía dar, pero necesitaba hacer eso. Necesitaba seguir luchando.

-¿En serio estás dudando, Gold? -preguntó Diana, ofendida.

-Diana, lo siento.

-¡No lo dirás en serio! -chilló histérica Diana.

Gold avanzó hasta Marina y la besó.

-Dios, te he echado de menos -dijo Gold, sonriendo.

-No te vuelvas a ir, por favor -susurró Marina, con lágrimas en los ojos.

-No lo haré, Marina, no lo haré.

n/a: hola, mis queridos lectores.

este no es el último capítulo, habrá un epílogo.

ha acabado bien, como veis. quizás más ñoño de lo que me hubiera gustado.

pero bueno, es que la historia de marina y gold no podía acabar mal.

bueno, tras el epílogo ya subiré una nota más larga y unos agradecimientos.

xxxx

-leid.

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