UNO
En el día que YoonGi cumplió treinta años, recibió dos pasteles: uno en su trabajo y uno en la casa de sus padres, mismo que vino acompañado de un par de calcetines y un llavero. El día fue provechoso, tranquilizador y muy liviano, sin embargo, para las siete de la noche se encontró sentado en el asiento del piloto de su coche, tenía el rostro inclinado contra el volante y los ojos cerrados maldiciendo en silencio, apresando el volante con todo lo que sus dedos daban, estaba a sólo dos cuadras de la vivienda de sus padres preguntándose cuándo y cómo todo acabó tan mal.
Cuando despertó todo había sido distinto...
Había respondido un par de mensajes de ex-compañeros que hacía mucho no veía, se preparó un pan tostado con un poco de mermelada mientras leía un mensaje de su mejor amigo en el trabajo:
"YoonGi, feliz cumpleaños!! espero que hoy puedas quedarte, ayer la señorita Kim me habló sobre un bar, dice que es muy bueno, pensé que podríamos ir y pasar un rato juntos."
Tardó en responder unos minutos porque la cafetera estaba emitiendo pitidos anunciando su bebida lista, cuando regresó, ya tenía tres mensajes más:
"¡Eso si quieres!"
"¡No es obligatorio!"
"Seguro que ya tenías planes ¿ya tenías planes? Podemos dejarlo para el fin de semana. ¡Sólo si quieres, también!"
Soltó una risa, casi podía oírlo entonando cada palabra con la voz nerviosa por estar incomodando, típico de él. Se sentó a la mesa y tomó lentamente su café sintiéndose bien consigo mismo, cerrando los ojos con una sonrisa.
"Este fin estará bien, ya quedé con mis papás."
"Síííí!"
Se preparó para el resto del día. La edad había llegado tan rápido que ni siquiera tuvo tiempo de asimilarlo, sólo asintió a su reflejo en el espejo, viéndose con el mismo peinado que tuvo desde los veinticinco: cabello ligeramente largo en la nuca, rizándose un poco por un tratamiento que realizaba con religiosidad cada tanto tiempo, los ojos pequeños almendrados y las cejas perfiladas y filosas en las esquinas, carecía de barba —porque no le gustaba—, y tenía la piel igual de pálida que desde joven, aún conservaba el mismo tipo de cuerpo, vivía en el mismo departamento pequeño situado en el mismo rincón de la ciudad que, de momentos, se veía abandonado, desayunaba lo mismo todos los días, aún en vacaciones, y llegaba a casa para ver películas o comer palomitas con un videojuego.
Pero, de cierta forma, estaba conforme, quizás estaba un poco más resignado pero no era una mala vida.
El camino a su trabajo fue ameno, un par de golpes en el transporte y un poco de calor, pero nada que amargara su día. En el trabajo sus compañeras adornaron su cubículo con un par de globos y unas letritas de glitter. Sonrió y se sentó para, después, oír a ellas mismas entonando sus voces en el canto de "feliz cumpleaños". Él soltó una risa y las abrazó con un gesto amigable que no tardó más de unos minutos. A la mayoría de la oficina le agradaba, era un hombre de voz tranquila, ojos serenos, que siempre llevaba la corbata en su sitio y los zapatos pulcros, nunca se ponía sobre nadie y evitaba el cotilleo.
Debía ser también porque, pese a ser alfa, nunca intentaba ocupar ese estatus sobre los demás, jamás presumía de olores de pre o post celo, jamás buscaba intimar con sus compañeros omegas, en resumen: "un caballero", decían los omegas de su zona.
Cuando la tarde cayó y estuvo recogiendo sus cosas para ir a casa, encontró la cabellera que tanto conocía:
Su mejor amigo había llegado, de hebras rubias entintadas y ojos ligeramente caídos, dándole un aspecto de "cachorro" triste, con el rostro más adorable que hubiera visto en un adulto y el cuerpo de quien practica ejercicio de manera más que regular, llevaba las mejillas rosadas, seguramente por haber bajado las escaleras corriendo, su ropa era casual, consistiendo en una playera blanca con un suéter café claro, siendo de otro departamento era usual que tuvieran un código de vestimenta más laxo.
— ¡YoonGi —Gritó ganándose una mirada del resto que seguían trabajando.
— Shh, JiMin. —Lo calló y éste se encogió entre sus hombros, poniendo una mano sobre su boca, suspirando una risa.
— Sabía que te irías rápido, pero quería darte esto. —Le entregó una caja pequeña rosada con un moño negro, lo dejó en su escritorio y se acomodó a su lado aún sonriendo tratando de regular su respiración.
— No tenías qué... —murmuró recibiendo el presente.
— Pero quería... —movió sus manos nerviosamente, queriendo explicar para sonar casual— son... son caseros, si no te gustan... pues... —frunció ligeramente el ceño e hizo un puchero— ¡pues los comes aún así porque me pasé mucho tiempo buscando la receta!
— Okay. —Soltó una risa mirando la cajita— ¿se supone que deba abrazarte?
— No. —JiMin negó riendo— hace mucho calor, además, vine corriendo por las escaleras, son tres pisos hacia arriba, así que sería... —carraspeó— incómodo.
— ¿Por qué no usaste el elevador? —Murmuró riendo.
— Porque es más tardado, había mucha gente y... —explicó moviendo sus manos— quería encontrarte.
— ¿Eso no merece un abrazo? —Arqueó una ceja.
— No. —Respondió rápido.
— Aww, vamos. —Se acercó con los brazos extendidos, el alfa usualmente no abrazaba tan así, apenas daba ligeros toques en la espalda, pero ante el regalo tan personal se sintió animado— ¿sí?
— Espera... es... —no pudo hacer nada cuando lo sintió los brazos del mayor rodeándolo y, con timidez, correspondió el gesto— creo... estamos en la oficina, nosotros-, no deberíamos-, ¿y si llega tu jefe?, hey, ¡ay ya! —Lo alejó y YoonGi soltó una risa amplia que, aún cuando era obvia, no fue ruidosa.
Para cuando salió del trabajo llevó consigo las galletitas de JiMin en el asiento del copiloto, pensaba comerlos de camino de regreso de la casa de sus padres. Su madre, mujer de cabello corto y rizado adornado un par de canas, con un rostro redondo y ojos similares a los suyos, había preparado su comida favorita; su padre, de cabello a rapa totalmente grisáceo, estructura facial similar a la suya por ser un alfa, con los ojos más endurecidos y un profundo bigote que nacía ampliamente debajo de su nariz, le contaba sobre sus primos y sus sobrinos quienes fueron la navidad pasada, él sólo asentía poniéndose al día, preguntándose internamente qué excusa pondría ese año para no asistir.
— Entonces... —murmuró su padre después de haber cenado— ¿ya tienes un o una omega?
— Papá... —YoonGi jadeó suspirando, dejando su copa de vino en la mesa, mirando el marmoleado de la madera con pesar, cada que se veían era lo mismo.
— No es sano que pases tus celos solo, YoonGi. —Frunció el ceño el hombre, carraspeando y acomodándose el suéter para alivianar la molestia que el tema le causaba— además... los Min suelen tener una buena descendencia, tus primos ya tienen tres cachorros. Me preocupas, hijo.
— Pero... —levantó los hombros incómodo por el tema, recargándose contra la pared, mirando al techo pensando en cómo podría salir de ésta situación.
— Tu papá tiene razón, YoonGi. —Se acercó la mujer sentándose a lado de su hijo, con el rostro serio, colocó su palma suave sobre el muslo ajeno y, queriendo hacerlo entrar en razón, apresó ligeramente— lo he pensado y... buscaré algunos prospectos para ti.
— ¿Prospectos? —YoonGi la miró arqueando una ceja.
— Ya cruzaste la edad fértil. —Asintió el hombre concordando, habían hablado de esto una semana antes, acordando pedir asistencia a sus sobrinos para entrar en programas de intercambio de información para parejas— desde los veinticinco los alfas tenemos nuestra línea genética más estable. Lo sabes.
— Pero-...
— Comenzaré a mandar tu perfil con otras familias, buenas personas con omegas fértiles a los que les gustarás. —Murmuró la mujer, dejando su muslo para tomar su taza con té, mirando que del líquido sólo quedaban dos hojitas.
— Esperen, realmente no es necesario. —Trató de explicar, poniéndose más nervioso.
Su padre lo miró, arqueó una espesa ceja oscura y colocó su mano sobre la mesa para remover sus dedos gruesos sobre la misma, lo hizo en un gesto meditativo pero también de imposición, sabiendo que él seguía siendo el alfa líder de su familia y, por lo tanto, su hijo debía seguir sus instrucciones.
— YoonGi, quiero tener nietos, pero aún más importante, no quiero morir sabiendo que estarás solo. —Remarcó con la voz ligeramente más gruesa.
El menor de todos los presentes se encogió entre sus hombros, su padre estaba soltando aromas más espesos, síntoma de molestia que comenzaba a fermentarse por el rumbo de la conversación, apresó sus manos entre sí, exhaló de forma temblorosa queriendo escapar de la situación sin hacer evidente, en su propio aroma, el estrés que estaba percibiendo.
— No estaré solo, papá. Tengo amigos y-...
— Tus amigos harán sus propias vidas, tendrán sus familias, hijos, nietos, se olvidarán de ti. —Sentenció la mujer con la voz firme pero llena de preocupación, dejó la tacita en la mesa y miró al frente, a la ventana que daba a su pequeño jardín ennegrecido por la hora— tus celos se podrían volver más dolorosos, si no es que ya son insoportables, no has querido ni siquiera aceptar ir a una clínica. Entiendo que entre los jóvenes han dejado de usar esos métodos pero... no es saludable.
YoonGi sintió el nudo en el estómago que solía acompañarlo cuando era joven, movió sus manos debajo de su regazo, apresó sus uñas entre sí y sus ojos bailaron libremente en la mesa, encontró una gotita de agua sobre el barniz que resplandecía gracias al enorme foco del centro, analizó la misma como si fuese el descubrimiento de su vida y, mientras quería ahogarse a sí mismo, analizó sus posibilidades.
Decir que no tenía interés traería lo mismo: insistencia de sus progenitores, ellos contactarían a las familias de omegas que tampoco han conseguido un alfa y entonces tendría citas incómodas.
Afirmar que no tenía celos traería, como consecuencia, tratamientos médicos que lo ponían incómodo y lo hacían sentir mal, además de saber que sus padres lo verían como una persona que enferma, aún cuando era perfectamente funcional.
Así que la única solución que aceptó su mente, trabajando lo más rápido que pudo, fue:
— Hay alguien que me gusta.
Los rostros de sus padres parecieron iluminarse, las iris brillaron y sus labios se expandieron en emoción. Su padre dejó de cruzar los brazos para sentarse más relajado, el aroma se dispersó, se notó el ligero toque a té oscuro y amargo producto de alegría del alfa mayor.
— ¡¿Quién es?! —Su madre habló con la voz agraciada en felicidad, se giró un poco para verlo de frente, animada por la ola de emociones positivas tocó lentamente su hombro transmitiéndole la paz que percibía ahora que veía a su hijo realizándose como alfa.
— Es... del trabajo. —Asintió tímido, las personas de ahí eran las únicas que no conocían.
— Muéstranos una fotografía. —Animó su padre inclinándose sobre la mesa, colocando sus codos sobre la madera, mostrando total interés.
— Uh... sí.
Sacó su teléfono, titubeó entre las aplicaciones con el dedo tembloroso en su mentira Pudo sentir un escalofrío en la nuca que le recorrió hasta la mitad de la espalda, ¿ahora qué diría?
Entró a instagram y encontró una foto del perfil de su mejor amigo, apresó el teléfono entre sus manos. La imagen era sencilla: él abrazando un gatito que seguramente encontró en la calle, con los ojos cerrados en alegría y una frase sencilla que dictaba "hoy fue un buen día".
¿Lo metería en esto? Bueno, era un omega, y hasta donde sabía no tenía pareja, sólo sería un momento, en lo que ganaba tiempo para saber qué podía hacer, le pidió perdón con la conciencia y giró el teléfono hacia ambos mayores.
— Es él.
Ambos mayores guardaron silencio unos momentos observando la pantalla.
— ¡Oww! —Su madre colocó sus manos alrededor de sus propias mejillas— es tan lindo.
— ¿Qué edad tiene? —Preguntó su padre.
— Veintisiete. —Murmuró mirando su teléfono, alejándolo del escrutinio de sus padres.
— Está en buena edad. —Asintió dando consentimiento.
Desde ese momento no dejaron de sonreír alegres por haber visto a su hijo al fin tomando un rol maduro para la prosperidad del legado "Min". Lo despidieron con la promesa de ver a aquel omega la próxima vez. Incluso, antes de irse, su padre ofreció consejos de "alfa a alfa" sobre su primer cortejo, cómo debía tratarlo cuando estuvieran viviendo juntos y cómo, dado que ya no eran "tan jóvenes", debían dar el paso del matrimonio rápido.
— No lo hagas esperar mucho, se ve mal un omega que no ha formado familia antes de los treinta. —Realzó palmeando su espalda.
Y ahí estaba YoonGi, con el rostro escondido en el volante, queriendo llorar después de haberse sentido tan presionado, y ahora pensando en qué diría después, cómo seguiría con la mentira: si les hablaba de un rechazo probablemente hablarían, de nuevo, de las citas arregladas, ¡y no podía decirles que eran pareja porque, en realidad, no lo eran!, meter a JiMin en esto era vergonzoso, aún si le mentía durante una sola cena diciéndole que era "algo amistoso entre él y su familia", comenzarían a bombardearlo con preguntas sobre el matrimonio y los cachorros.
Min YoonGi era muchas cosas, un hombre virtuoso con los ojos alegres, una persona que le encantaba el jazz, alguien que tocaba la guitarra los sábados en las tardes. Fue un joven que se había enamorado varias veces en su vida: una cuando tenía diez, otra cuando tenía quince, otra más cuando tuvo dieciocho y la última vez a los veintiuno. Sus dos últimas relaciones siendo caóticas y por ello encerrándose en sí mismo.
YoonGi era muchas cosas, entre ellas un alfa.
Un alfa que no tenía ningún tipo de celo, ningún deseo sexual ni interés.
Y ahora había metido en problemas a su mejor amigo.
Lloraría, estaba seguro.
JiMin tenía veintisiete, los ojos alegres y la sonrisa encantadora. Sus padres esperaban que se casase, pero nunca insistían en nada, su único hijo ya había sufrido muchas rupturas amorosas como para alentarlo a estar con cualquier patán. Su corazón se quebró varias veces por los alfas que le decían que era demasiado lindo, pero muy estúpido, y él no lo era, lo sabía, era muy inteligente, sólo confiaba mucho porque... bueno, eran sus parejas ¿por qué debería tener desconfianza? ¿por qué debería desconfiar cuando su alfa decía que iría de vacaciones? Se supone que ambos estaban en una relación, se supone que debían respetar ese acuerdo, y, aunque él consideraba que había tenido una buena comunicación, la ruptura llegaba con las palabras más absurdas: "no te preocupabas por mí, no mirabas a mi dirección", "parece que no te importo".
Desde entonces consideró a los alfas como seres huecos, personas llenas de sí, con el ego inflado en sus entrepiernas y olores con los que podían someter a omegas... hasta que lo conoció.
Fue en medio de una junta en la que trataban de hacer un "mejor ambiente", para él y sus compañeros esa palabra debía significar hacer caso a las denuncias por acoso y abuso de poder, pero los directores creían que invitando unas pizzas a finales de mes tendrían lo suficiente para decir "somos una familia".
En medio de aquel ambiente, sosteniendo su mochila y deseando ir a casa, lo vio, quizás llamó su atención porque era el único que no estaba peleándose en aromas con los demás, o quizás era porque estaba en una esquina, escondido del resto igual que él.
Min YoonGi, por la corbata que llevaba se notaba que formaba parte del departamento de contaduría, de ojos pequeños y labios igual de tiernos, mirada fija y serena, con el olor apropiado para hacer consciente de su existencia sin la necesidad de invadir. JiMin sintió que soltó un suspiro en cuanto lo conoció, apresó la mochila contra su cuerpo y decidió ignorarlo. "Al final, es un alfa, no importa qué", murmuró para sí mismo, saliendo de la "fiesta", que no era más que un festín para los alfas.
Entonces, una mañana estuvo peleando con la máquina expendedora, no quería darle su lata de agua mineral, y ya había tenido un pésimo día pese a sólo ser las once, la impresora no funcionaba y le habían regresado tres veces su trabajo alegando correcciones estéticas que le parecían absurdas. Estuvo por patearla con fuerza, lleno de frustración, cuando escuchó una voz detrás de sí:
— Tiene un truco. —Giró encontrándose a YoonGi, llevaba una camisa blanca, que se ceñía bien a su cintura, y los brazos libres por la tela arremangada hasta los codos, maldijo por lo bajo ¿por qué debían ser tan atractivos?, ¡malditos sean todos los alfas guapos!, pensó.
Observó al pálido acercándose a la máquina y, con el lateral de su pie, golpeó ligeramente la parte inferior de la máquina, apenas un ligero "pum" se escuchó, e inmediatamente la lata cayó libremente. JiMin se sorprendió y sonrió agradecido.
— ¡Oh! —Tomó la lata y de inmediato su sonrisa titubeó, ahora seguramente le diría "lindo", lo invitaría a comer, después a su departamento, tendrían algo y fingirían no conocerse.
Bueno, ese era su trauma, lo que siempre ocurría.
— ¿Bikini Kill?—Preguntó emocionado el alfa.
— ¿Uh?
— Creí que nunca conocería a otro fan. —Sonrió animado haciendo que sus ojos se vieran pequeños, parecía más lindo aún así.
JiMin miró a la funda de su teléfono y sí, era el logo de la banda dibujado por él mismo y barnizado por encima. Era un grupo que amaba desde su adolescencia cuyas letras se hicieron significativas cuando cruzó el umbral de la edad.
— ¿Puedo? —Preguntó el alfa, estirando la mano hacia él para mirar el diseño.
JiMin asintió, le dio su teléfono y lo vió sonriendo con el mismo gesto despreocupado, observando fijamente la imagen, luego lo miró con el mismo gesto, le regresó el aparato.
— Ojala pudiera tener algo así. —Soltó una risa amplia levantando los hombros— ah, tengo que regresar... —miró su reloj— si necesitas otra cosa avísame, me sé los trucos de todas las máquinas de aquí.
Cuando salió JiMin apresó el teléfono contra su pecho y soltó un jadeo quieto, cerró los ojos y negó, percibió el rostro caliente y supo que se estaba sonrojando, ¡¿qué era él?! ¡¿un colegial?!, ¡no! Él ya era un adulto con cualidades de adulto, con mente de adulto y sentimientos fijos como un adulto.
"No me dejaré guiar por esto", murmuró bebiendo su lata, "no importa qué, no importa qué".
Aún así, cuando se sentó en su asiento para mirar su computadora, dejó su celular y observó la funda de su celular, se recargó casi por instinto en éste para mirar a Kim TaeHyung, su mejor amigo desde la universidad, de cabello rizado en cuidados especiales, cejas pobladas y picudas, nariz prominente en un elegante porte con un delicado lunar, labios entintados en un rosa natural y una belleza que podría causar envidia. Era un omega que, quizás por su mismo encanto, rechazó a tantos alfas como se le propusieron. Ambos, al graduarse, habían decidido mandar sus solicitudes a las mismas empresas, siempre queriendo estar juntos.
— ¡No puedes enamorarte de alguien sólo porque te muestra un poco decencia humana básica! —Le reprochó TaeHyung, caminando por los pasillos para salir del edificio, sacando su tarjeta para pasarla por los identificadores y así abrir la puerta.
— ¡No estoy enamorado! —Le recordó imitándolo en acción.
— ¿Seguro? —Murmuró caminando junto a su amigo por las calles aledañas.
— Muy seguro. —Afirmó, lo que tenía no era más que un encanto pasajero.
— ¿Entonces? —TaeHyung sacó un cigarrillo de su mochila para prenderlo, estaban esperando para cruzar la avenida principal, suspiró el humo cuando escuchó el silencio de su amigo amenizado con las bocinas de los automóviles del exterior, lo miró con una expresión incrédula.
— Es sólo... me pareció interesante. —Levantó los hombros, se acomodó la mochila y miró hacia el cielo que estaba tornándose morado, sus ojos vacilaban entre las nubes aptas para la temporada.
— No puedes encontrar a alguien interesante sólo porque te muestra decencia humana básica. —Murmuró con el tabaco entre sus labios.
— Ay... es sólo.... —Apresó la correa entre sus dedos y ladeó el rostro, un poco de ilusión en su corazón no haría daño.
— Estás interesado porque no habló de tu físico de esa forma, no te redujo como muchos alfas lo han hecho y no creyó que fueras conflictivo por un grupo de punk omega. —Inhaló el tabaco en su pecho y lo exhaló con las palabras en hileras de humo que se perdieron entre las personas, atravesaron el paso peatonal siguiendo la masa de gente como peces en un cardumen— no puedes interesarte en alguien sólo por eso.
— ¿Quién dice que no? —Murmuró abultando sus labios, miró a la gente que iba frente a él, sosteniendo mochilas y bolsos de oficinas, desde su distancia ya podía ver el alumbrado del subterráneo, justo a donde se dirigían— mi interés es platónico, es como cuando ves algo lindo en el aparador pero sabes que no lo comprarás.
— El autoestima te dice que no. —Levantó las cejas negando— tantito amor propio, Park.
— Exageras. Tener interés no significa que quiera intentar algo.
La siguiente vez que lo vió fue en el descanso, había tomado sus cosas para ir a comer junto con su amigo. Fuera de las diversas oficinas habían dos elevadores ocupados diariamente por el personal, en el espacio contiguo a donde se encontraba, observó a YoonGi, llevaba el mismo rostro despreocupado y el perfil atractivo, por lo que maldijo de nuevo a los alfas por ser tan guapos. Un nudo se instauró en su pecho, quiso acercarse para hablarle, agradecerle por el otro día y quizás hablar de Bikini Kill, sin embargo, lo observó hablando con algunas personas de su piso, mismas que parecían moverse alegremente como mariposas alrededor de una bonita flor, se acomodó el cabello pensando que evidentemente no estaría soltero.
Si era honesto consigo mismo... era mejor así, prefería nunca conocerlo para no decepcionarse, eso no significaba que la parte más inocente de sí esperase que ocurriera alguna trama de película o serie romántica.
— Los únicos desafortunados en esta vida somos nosotros, Tae. —Habló sin contexto, cerrando los ojos de forma dramática, apresando su bolso contra sí.
— ¿De qué hablas? —El moreno le respondió sin dejar de ver su teléfono, paseando entre aplicaciones.
— Infortunados en el amor. —Presionó nuevamente el botón del elevador que les correspondía, esperando ser tragado por el mar de gente, que no era tanta en realidad, sólo para no volver a ver nunca más a ese alfa.
— Ah... —TaeHyung asintió— pero eso es porque no salimos, deberíamos salir a beber o algo, exponer la carne para tener ventas. —Levantó las cejas con un mohín alegre y juguetón.
— ¡Eww! —Carcajeó negando— no queremos a los que van a esos sitios. Al menos yo no.
— ¿Qué tal si mi alfa millonario está esperándome en un bar de mala muerte porque quiere ponerme a prueba para ver si no soy interesado? —Respondió con una sonrisa, colocando su mano en el pecho.
— ¡Tae! —Volvió a reír y golpeó suavemente su costado.
Pareció que dicho intercambio de risas llamó la atención de YoonGi, ya que lo miró desde su lado. Al girarse entre risas, y, quizás por instinto y deseo de analizar al alfa una última vez, lo observó sonriéndole de manera amigable. El pálido caminó dos pasos, acercándose a la orilla del grupo de gente de su departamento.
— Latita, ¿ya vas a comer?
JiMin apresó su suéter, el que llevaba por si el clima era demasiado hostil fuera, mordió el interior de su mejilla "¡Me puso un apodo!, ¡y es uno lindo!,desvió la mirada hacia el resto que parecía ignorarlos, eso le dio los ánimos suficientes para seguir la conversación.
— S-sí. —Asintió tratando de sonar compuesto, alisando su suéter con sus manos— ¿y tú?
— Quizás vaya a pasear sin rumbo en la hora que es para comer ¿no crees? —Completó TaeHyung con sarcasmo a lo que JiMin se sonrojó aún más por lo torpe que había sido.
YoonGi soltó una risa y asintió, colocó sus manos dentro de su pantalón formal. JiMin, mientras tanto, volvió a maldecir a los alfas igual de guapos que él.
— Sí, también. —Respondió el pálido.
Arribó primero el elevador de JiMin, no quería despedirse pero quedarse sería más incómodo, se despidió con un gesto sencillo para acomodarse en el cajón. En cuanto se cerraron las puertas pudo ver su reflejo en el material brillante, aún estaba rosado, suspiró y acomodó su cabello tratando de disipar, al mismo tiempo, la vergüenza.
— No tenías que decir eso. —Susurró JiMin ofendido, miró a su mejor amigo a través de la refracción.
— Sé más discreto. —Afirmó el moreno con una sonrisa comprensiva, guardando su celular en el proceso, miró hacia los números que indicaban en qué piso se encontraban— a los alfas les encanta gustarle a los omegas, los hace sentir poderosos. No infles el ego de cualquier estúpido.
JiMin miró nuevamente su reflejo en el metal del ascensor, asintió cortamente y apresó su bolso. Era cierto, hacía mucho había descubierto lo horrible que significaba encontrarse en esa posición con varios alfas que sentían su autoestima elevada por saber que eran gustados y queridos, no lo tomaban como un síntoma de aprecio que podía animarlos a ser recíprocos, sino como un trofeo "le gusto a un omega más lindo que el tuyo". Así que, simplemente, decidió no volver a mostrarse así frente a ningún alfa, nunca más.
La tercera vez que tuvieron interacción fue porque estaban comiendo en el mismo restaurante y la señorita Kim, su jefa directa, había pedido juntar las mesas.
JiMin se sentó en la esquina, comió en silencio y no habló con nadie más, juntó mucho las piernas maldiciendo, como era costumbre, porque TaeHyung había decidido hacer unos mandados en su descanso, así que estaba totalmente solo. Bebió un poco del agua mineral y pensó que quizás debería excusarse con regresar temprano a su posición, miró los cubiertos en la mesa, sus platos estaban limpios pero todos ahí estaban compartiendo pláticas, mismas en las que él no se sentía muy cómodo y tampoco lo incluían. No tenía mucho para decir, sus cosas favoritas eran la música punk vieja, las películas extrañas y los gatos. Adoraba a los gatos.
— ¿Quieres un cigarro? —Escuchó una voz gruesa, levantó la mirada con el rostro sorprendido encontrando a YoonGi, que se había deslizado lentamente hasta quedar frente a él.
— Ah... —quedó mudo de repente, sus manos se fueron a su regazo y apresó las uñas en estos, no debía mostrarse encantado, no debía, no debía.
— ¿No fumas?
— No, sí, es decir... sí, sí fumo. —Asintió relajando las manos.
— Iremos a fumar. —YoonGi anunció levantándose, viendo como el resto sólo asentía para continuar con las pláticas sobre alguna cosa que él no entendía.
JiMin lo siguió nervioso, caminaron hasta la parte exterior del restaurante, el frío le escaló por los hombros y se estremeció, maldijo por lo bajo por haber dejado su suéter, se encogió en sí mismo pensando que, tal vez, si se ponía a lado de un poste, el aire golpearía menos su cuerpo.
— ¿Quieres mi suéter? —Preguntó el alfa dispuesto a abrir su suéter tejido que llevaba encima de la camisa.
— ¡No! —Respondió negando, totalmente tímido y avergonzado de sí mismo por su reacción tan estrepitosa— no, no...
— Ah... —YoonGi se detuvo, pareció incómodo y asintió— sí, lo siento, puede ser raro ¿verdad?
— Sí. —JiMin asintió de la misma forma, se abrazó a sí mismo y ambos quedaron nuevamente en silencio.
Prendieron un cigarro cada uno, JiMin se recargó en la pared y miró el cielo, entonces sus ojos siguieron al hombre que estaba fumando en quietud, mirando la punta de sus zapatos. Tenía el porte adecuado de un alfa de su edad, olía a tabaco y unos ligeros toques de madera, quizás naranja, de fondo percibió la canela, aromas extraños para alguien se tu tipo, no se sobreponía, no estaba esperando algo del resto, existía solamente. El humo escapaba de los labios como pequeños riachuelos que se desprendían al aire, no entendía bien el actuar de éste hombre, aún no había arruinado las interacciones invitándolo a una cita, y, pese que estaban cerca y solos, no le preguntaba nada. Sólo lo había sacado del restaurante para... fumar en silencio, tan extraño como sonase.
Se atrevió a disipar sus dudas mientras el humo caliente inundaba su pecho con esperanza de entenderlo. TaeHyung lo reprendería por preguntar a un alfa pero... para su fortuna —o infortuna—, no estaba ahí.
— Umh... ¿por qué me hablaste? —Murmuró curioso, golpeando ligeramente el cilindro para hacer que las cenizas cayeran.
El alfa pareció verlo con sorpresa, entonces metió la mano libre dentro de su suéter y se recargó en la pared del local.
— Te veías incómodo. —Murmuró volteando de nuevo hacia sus zapatos— no tienes que estar conmigo aquí, podemos regresar cuando quieras, puedes irte y fingiremos que regresamos juntos si eso te hace sentir mejor.
— ¿Por qué harías eso? —Preguntó divertido.
YoonGi inhaló un poco más, cuando vió llegar al equipo de JiMin al restaurante no prestó mucha atención, de hecho, sólo lo hizo porque escuchó a dos de sus compañeros hablar sobre él: "ignóralo todo el tiempo, hazlo sentir solo y después invítale algo, eso siempre funciona, lo tendrás contigo en una semana", al inicio creyó que era una broma pueril, sin embargo, cuando observó cómo ambos se sentaron a su lado para darle la espalda y aislarlo de la conversación, entendió que iba en serio. Le pareció de tan mal gusto jugar así con una persona, que aprovechó el momento en el que uno de ellos fue al sanitario, se deslizó entre los asientos sin hacerse notar, y lo sacó de aquel sitio.
— Es que... no sé si aceptaste porque querías sólo salir o porque realmente querías fumar conmigo. —Respondió riendo, negándose a decir la verdad sobre sus compañeros, no porque le importase la reputación de ellos, sino por evitar hacerlo sentir mal.
— Quizás ambas. —Miró a su tabaco que estaba acabándose.
Volvieron al silencio, el ruido de un motor lejano resonó entre la calle que usualmente era transitada por bicicletas.
— Hoy no vino tu amigo. —Murmuró curioso el alfa, queriendo hablar más.
— Tuvo que hacer unos mandados. —Hizo un puchero frunciendo también sus cejas— justamente hoy me deja solo.
— ¿Te incomoda mucho comer con el resto?
JiMin se encogió entre sus hombros e inhaló las últimas caladas del tabaco, ahora que no se sentía en alerta era más fácil hablar.
— No soy bueno hablando con el resto.
— La próxima vez puedes sentarte a mi lado. —Le ofreció sonriendo, luego, sabiendo lo extraño que era cuando un alfa ofrecía algo así a un omega, corrigió:— no necesitamos hablar tampoco, podemos simplemente comer en silencio, pero no te sentirás excluido. Bueno... técnicamente seríamos dos aislados pero... estar juntos en soledad ayuda, ¿no?
El omega soltó una risa amplia y asintió.
Y así lo hizo, las siguientes veces que se encontraron, tiró de TaeHyung para que ambos se sentasen junto al alfa pero, contrario a las expectativas, platicaban de música y películas. Lentamente fueron cocinando una amistad que no se vió amargada por el género de ambos. JiMin seguía siendo un omega y YoonGi un alfa, podían ir las noches de bebidas después del trabajo y, no importaba lo mucho que bebiera, el pálido nunca insinuaba ni lo miraba de más. Siempre cuidaba sus cosas y reían tomando el mismo taxi.
Eso fue agradable los primeros cinco meses.
Después fue frustrante.
YoonGi nunca tomaba la iniciativa, nunca lo llamaba de más, nunca tomaba su mano de esa forma, nunca lo veía con otros ojos. Él estaba increíblemente encantado con la amistad y la relación que ambos llevaban, pero de alguna forma quería más, quería conocerlo mejor. Llegó a pensar que era un alfa gay, pero al no verlo con interés en otros pares lo descartó, así... una tarde, mientras bebían cerveza y comían frituras de pescado, hablaron de su pasado.
— Estuve a punto de casarme cuando tenía veinte. —Murmuró el omega suspirando al beber.
— ¿Qué? —Respondió el pálido sorprendido— ¿no eras muy joven?
— Personalmente... creo que sí. —Levantó los hombros— pero mis papás dijeron que era la edad perfecta.
— ¿Era un alfa?
— Y un estúpido. —Completó con una risa que fue compartida con el mayor— tuve un año de relación y él quería formalizar, pero al parecer... —hizo un puchero en el que sus labios, rojizos en bebida alcoholica, parecieron brillar más— no soy lo suficiente omega.
— ¿Qué? —YoonGi frunció el ceño tomando su cerveza sin comprender a qué se refería, desde su postura, JiMin era un omega bastante atractivo en varios sentidos.
— Es un mito eso de... los alfas siendo territoriales ¿sabes? —Se inclinó sobre la mesa, señalándolo con el dedo índice— todos hablan sobre cómo se enojan mucho cuando-, cuando vienen otros alfas y... —soltó una risa— y quienes dicen eso no han conocido a un omega enojado.
— ¿Cómo es un omega enojado? —Preguntó YoonGi mirando aún el dedo de su mejor amigo.
— Los omegas enojados suelen ser el doble de territoriales. —Asintió aún señalando, como acusando en YoonGi todos los prejuicios que cayeron en él— el problema es que los alfas se acostumbran a los omegas celosos y luego llegan con alguien tonto como yo.
— ¿Tonto? —El alfa colocó una papa frita entre los dedos del omega para evitar que lo apuntara.
JiMin comió la papita y, mientras lo hacía, sintiendo los ojos pesados, murmuró:
— Yo-, yo no siento celos. —Suspiró— es decir... si siento, pero no... no los muestro tan así, no-, no exploto, claro que me enojo, pero me enoja más ver al director hablar de convivencia y familia. Cuando-, cuando siento desconfianza lo digo... es que-, yo confío mucho en ellos y... bueno, se enojan porque creen que no los quiero.
— ¿No los quieres?
— Están-..., están acostumbrados a tener omegas territoriales. Y cuando llega alguien que no es así... ¡pum! —Levantó sus manos— explotan.
El alfa se recargó en su silla y suspiró, miró a la mesa y a las diversas latas vacías.
— Creo que entiendo... los omegas con los que salí eran iguales. —Asintió pensativo, recordando cómo muchos de ellos se quejaban porque él trataba a sus parejas de la misma forma que sus amigos. Para él era distinto, las relaciones de pareja eran significativas... pero nadie más parecía verlo de esa forma.
JiMin bajó la mirada y comió otra papita, a YoonGi le gustaban los omegas, eso era un avance, decidió no ahondar internamente en ese tema, estaba borracho y podría hablar de más.
— ¿Tuvieron celos de ti? —Preguntó curioso, observando la imagen del mayor.
— Creo que tuvieron celos de la imagen que tuvieron anteriormente de mí. —Levantó los hombros.
— ¿La imagen?
— Lo que ellos creían que yo era.
El omega no dijo mucho más, sólo desvió la mirada hacia su cerveza, no sabía si quería saber a qué se refería, tenía miedo de desencantarse, sus días habían sido mejores desde que podía mandar vídeos de gatitos y memes sin recibir una respuesta seca sino que, por el contrario, obtenía reciprocidad. Amaba esos días y quizás quebrar la burbuja sería contraproducente.
Así pasó dos años enamorado de su mejor amigo, aceptando que éste, por algún motivo, no lo veía como algo más, pero siempre adorando esa tensión que llevaban al ir caminando juntos en la noche, cuando apenas unos gatos callejeros y viajeros los miraban por entre las ramas. Adoraba la naturalidad en él cuando lo acompañaba a casa cargando su mochila o le invitaba varios cigarros después del trabajo, amaba las tardes en las que había comprado su pan favorito y chateaban en medio del trabajo.
Por eso, aquella noche de viernes, cuando llegó a su casa después de haberse sentido bien por ser abrazado por el alfa que tanto le gustaba, soltó un grito cuando, en medio de su cena, recibió un mensaje:
"¿Mañana nos vemos juntos en mi casa, por favor? Hay algo que debo contarte, es muy importante."
Se levantó de su silla y giró varias veces, la última, sintiéndose ligeramente mareado, se detuvo y suspiró. Corrió hacia la cama y se tumbó en ella pataleando al aire, entonces, respondió un casual:
"Claro."
Mientras que, aún estaba con los pies en el aire, abrió el chat con TaeHyung.
"¡ME INVITÓ A SU CASA!"
"Ya has ido a su casa ¿no?"
"PERO QUIERE HABLAR ALGO EN PRIVADO."
"Quizás te invite a su boda."
JiMin hizo un puchero, sus pies descendieron lentamente y su emoción decreció.
"Qué grosero, ojalá te pegues hoy en el dedo chiquito."
"Bromi!!! tienes que mandarme mensajes de lo que ocurra."
"Ya me arruinaste la noche."
"Okay, deja lo corrijo: quizás te invite a su boda, CONTIGO"
JiMin volvió a patalear y negó ocultándose en su almohada, no era ningún adolescente, pero claramente se sentía como uno. Cerró los ojos en emoción y, esa misma noche, mientras hacía videollamada con su mejor amigo, escogieron la ropa que llevaría, como dijo el omega moreno "no demuestres tanto esfuerzo, muéstrate lo suficientemente lindo". JiMin asentía a cada consejo.
Ambos, el omega y el alfa, durmieron en emociones totalmente disparejas, YoonGi pensando que iba a arruinar su amistad de años y JiMin deseando verlo para decirle "sí, quiero ser tu omega".
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Para celebrar el pride un yoonmin asexual basado en mis experiencias.
En insta dejé unas imágenes relacionadas con ésta historia c: (midnightinktea)
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