Capitulo 1: La sombra Roja II
=[Parte 2.- Un día de no parar]=
La luz del amanecer se filtraba por la ventana, marcando el fin de la larga y agotadora noche. Con los ojos pesados y ojeras visibles, me arrastré fuera de la cama mientras Renko, en su forma de gata, miraba al horizonte desde el borde de la ventana.
— Bien, la sombra roja no se ha presentado. —comentó Renko, mientras se estiraba.
Me acerqué, bastante cansada, esperando que eso significara que todo había acabado.
— Eso es bueno, ¿verdad? —dije, aunque algo en su tono me dejó con una sensación de incomodidad.
Renko me miró de reojo, luego señaló la ventana con un movimiento de su cabeza.
— Necesito salir por un tiempo. Mi equipo está buscando información sobre el asesino, y necesito verificar si han encontrado algo. Además, con el aumento de policías y cazadores rondando por la zona, dudo que la sombra roja se arriesgue a atacar hoy.
Me quedé en silencio, observándola mientras se preparaba para saltar por la ventana. Había esperado que algo más sucediera después de todo el misterio y la tensión de la noche, pero el peligro parecía haberse desvanecido... al menos por ahora.
— ¿Y ahora qué? —pregunté, sintiéndome extrañamente decepcionada por lo “normal” que parecía todo de repente.
Renko giró su pequeña cabeza hacia mí.
— El futuro ha cambiado, y necesito prepararme para el siguiente movimiento. Esto no ha terminado, La Sombra Roja no te ha encontrado así que no sabemos si va a intentar ubicarte de nuevo está noche que viene o bien busqué a otro objetivo. —dicho eso, desapareció por la ventana.
Suspiré, un poco decepcionada. La tensión de saber que un asesino venia a por mi había desaparecido, y el cansancio me golpeó de inmediato. Tenía que alistarme para la escuela, y no había forma de evadirlo. Apenas había dormido, pero el mundo seguía su curso.
Después de cambiarme y alistarme, bajé hacia la cocina donde, como siempre, estaban reunidos la mayor parte de mis hermanos. Honoka estaba sentado tranquilamente con revisando algunas cosas de su mochila, mientras Yoshio y Usagi discutían sobre alguna trivialidad de la televisión. Nisaki, como el mayor responsable, ya estaba terminando de servir el desayuno del resto.
— Oh, buenos días, Nagisa. —dijo Nisaki, dándome una rápida mirada— ¿Dormiste bien?
— Algo así... —respondí mientras me sentaba, tratando de sonar convincente, aunque con mi expresión era clara una mentira evidente.
Sin embargo, algo me llamó la atención, Furuko no estaba en la mesa, era raro que los hermanos no desayunaran ni cenarán juntos, era como una rutina estar todos presente a la hora de la comida por lo que esto era sin dudas un evento raro.
— ¿Y Furuko? —pregunté, mirando el lugar vacío que solía ocupar.
Nisaki se giró mientras se servía una taza de café y me lanzó una mirada preocupada.
— Se fue temprano hoy. —explicó— La noté un poco alterada esta mañana, y me ofrecí a acompañarla, pero insistió en que quería ir sola a la escuela.
La noticia me dejó perpleja. Furuko no era de esas que se marchaban sin más, ¿Tenía algo urgente que atender?
¿Habría pasado algo durante la noche?
Después de terminar mi desayuno, Nisaki se levantó y se acercó a mí.
— Nagisa, hoy no podré ir a recogerte a la escuela. —me informó mientras ajustaba su chaqueta— Pero parece que no ha habido ningún incidente importante por la zona está noche según las noticias, así que confío en que puedas regresar sola.
— ¡Por supuesto! —respondí, intentando sonar más segura de lo que realmente estaba. En el fondo me alivió no tener que pasar por la vergüenza de que mi hermano mayor me recogiera como si fuera una niña pequeña.
Nisaki continuó, con tono serio.
— Tengo un asunto que atender esta tarde, así que puede que llegue tarde a casa. Iba a pedirle a Furuko que se encargara mientras tanto, pero ya viste que no pude hablar con ella. —Se giró hacia Honoka, que estaba terminando de desayunar en silencio—. Honoka, cuida de tus hermanos, ¿de acuerdo?
Honoka asintió, sin tomarle tanta importancia a la tarea otorgada, no obstante alguien se mostró en desacuerdo ante esto.
Obviamente Yoshio se levantó de golpe, claramente molesto.
— ¡Oye, yo debería encargarme! —protestó Yoshio—. Soy el segundo hermano mayor, ¿no?¿Qué clase de confianza es esa?
Usagi, siempre dispuesta a unirse a cualquier queja, alzó la mano con dramatismo.
— ¡Y yo soy la tercera hermana mayor! Yo también debería tener ese honor. ¡Es injusto!
La escena rápidamente se transformó en una tonta discusión entre Yoshio y Usagi por ver quien debería tomar el papel del hermano responsable, como solía pasar cada vez que había algún pequeño conflicto de jerarquía. Nisaki, con la paciencia de un santo, simplemente suspiró y cruzó los brazos.
— No confío en ustedes porque son un desastre. —les dijo sin mas— La última vez que dejé la casa bajo tu cuidado, Yoshio, terminamos con el incidente de Honoka intoxicado por una comida mal preparada, ¿recuerdas? Y tú Usagi, ni siquiera olvidemos el lío que le causabas a nuestros padres de pequeña y esa tonta idea sobre grabarlos.
Yoshio frunció el ceño, claramente fastidiado por el recordatorio, mientras Usagi seguía quejándose de cómo nunca la tomaban en serio. Honoka, como siempre, no dijo nada, pero la situación no necesitaba más comentarios de su parte.
Decidí que no tenía interés en quedarme a presenciar la tonta discusión que se había armado. Me levanté rápidamente, recogí mi mochila y me deslicé hacia la puerta antes de que alguien pudiera detenerme.
— ¡Nos vemos! —Me despedi sin mirar atrás, aprovechando que estaban demasiado ocupados peleando como para prestarme atención.
Al salir, me recibió un amanecer despejado, los colores del cielo teñidos de suaves naranjas y rosados. Una vista hermosa, sin duda, pero yo estaba demasiado cansada para apreciarla. La falta de sueño pesaba sobre mí como una losa, y sentí mis pasos más lentos de lo normal mientras me dirigía hacia la escuela.
“Al menos hoy no pasó nada”, pensé.
Me dirigí al metro como cada mañana. Las calles ya estaban empezaban a llenarse de gente lista para iniciar sus rutinas, y el bullicio habitual me rodeaba mientras caminaba en piloto automático. El cansancio empezaba a ganarme, mis pasos se sentían más pesados de lo normal, y aunque el aire fresco del amanecer debería haberme despertado, no lograba despejar mi mente.
Al entrar en la estación del metro, todo era como siempre, el sonido de los trenes llegando, la gente con sus rostros inexpresivos, algunos concentrados en sus teléfonos, otros inmersos en sus propios pensamientos. Era una rutina que conocía bien, pero hoy mi cabeza estaba nublada por la falta de sueño. Apenas pude encontrar un asiento junto a la ventana antes de que el tren arrancara con su traqueteo familiar.
Mis párpados se sentían cada vez más pesados, y aunque intenté mantenerme despierta, el ritmo monótono del tren y el murmullo a mi alrededor me arrullaron lentamente. Antes de darme cuenta, había cerrado los ojos, dejándome llevar por un sueño que no pude evitar.
Perdí la noción del tiempo. Cuando mi cabeza tambaleante chocó contra la ventana, desperté con un sobresalto y un ligero dolor por el golpe.
Parpadeé varias veces, tratando de recuperar el sentido de dónde estaba. Miré a mi alrededor, confundida, y noté que el tren se había detenido, no había ningún estudiante de mi escuela en el tren por lo que salí apresuradamente del vagón, sin pensar, pero en cuanto mis pies tocaron el andén, me di cuenta de lo que sucedió.
Esta no era mi parada.
— ¡Genial, justo lo que necesitaba hoy! —dije en voz baja, sintiendo cómo la frustración me empezaba a invadir.
El aire frío de la mañana me golpeó de lleno, devolviéndome un poco más de claridad. Me detuve un momento para orientarme. Miré el mapa de las líneas de metro en la pared y confirmé lo que ya sospechaba: estaba muy lejos de mi escuela.
— ¡Maldición! —murmuré para mí misma.
¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer?
Me lo repetía una y otra vez mientras observaba el reloj de la estación. Cada minuto que pasaba me hacía sentir más preocupada por lo que Nisaki podría decirme por faltar a clases. Mi mente luchaba entre esperar el próximo tren o buscar otra manera de llegar a la escuela así que me dispuse a revisar mi cartera. Solía tener suficiente dinero para comprar un bocadillo después de clases, así que tal vez me alcanzaría para un taxi.
Con esa idea en mente, salí de la estación y escaneé rápidamente la calle en busca de uno, por suerte encontré unos cuantos pero antes de que pudiera señalar alguno, algo captó mi atención.
Un grupo de hombres de negro, con radios en mano, conversaban con urgencia. Eran los mismos tipos de los que Aki me había comentado, los que perseguían a esa gatita que resultó ser Renko y si mi memoria no me fallaban seguro eran los tan llamados cazadores de los que me advirtió.
Los cazadores se movilizaron rápido, como si estuvieran persiguiendo algo, o a alguien.
"¿Estarán buscando a Renko?", pensé con curiosidad. Aunque ella no debería estar cerca así que no podía ser el caso. Los hombres entonces se dirigieron hacia un callejón, claramente con prisa.
No debería meterme en esto, recordé las advertencias de Renko. Esos tipos cazaban a anomalías, personas con poderes como yo.
Pero la curiosidad, mezclada con algo de preocupación, me superó. Decidí seguirles a una distancia prudente. Mientras no use mis poderes, no tienen razón para fijarse en mí, ¿Verdad?
Siguiéndolos, me mantuve oculta detrás de esquinas y autos, cuidando no llamar la atención. Al llegar al callejón, el sonido del metal resonó con fuerza. Escuché gruñidos y sonidos pesados, como si algo o alguien estuviera lanzando a esos hombres por los aires. Me asomé con cuidado, intentando ver qué estaba pasando. Lo que vi me dejó helada.
Los cazadores estaban siendo derribados uno por uno, sus armas arrancadas de las manos y lanzadas con una fuerza invisible. Algunas de las pistolas volaron en direcciones opuestas, mientras los cuerpos de los hombres se estrellaban contra las paredes, completamente fuera de control.
Esa energía, ese poder... Me era familiar y lo reconocí al instante.
Era el control magnético.
Mi corazón comenzó a acelerarse mientras me acercaba un poco más, agachada y temblorosa, intentando comprender la situación, solía presumir bastante de mi poder pero realmente no estaba hecha para las peleas, nunca he estado en alguna, no obstante quien fuese que usará esa clase de habilidades solo sabía de una persona con dicho poder y estaba preocupada de que fuera ella, aún asi necesitaba confirmarlo.
Al llegar al punto clave del callejón, vi lo que tanto temía. Entre los cuerpos de los cazadores derribados, flotando en el aire con escombros girando a su alrededor, estaba ella...
— ¡Furuko! —grité, incapaz de contenerme. Pero mi voz se perdió entre el caos. Furuko no parecía escucharme, o peor aún, no me reconocía.
Sus ojos, normalmente serenos, estaban llenos de una furia oscura. Los cazadores intentaban levantarse, pero una vez más, eran repelidos por una onda de energía magnética que les lanzaba lejos, chocando contra los muros como muñecos de trapo. La forma en que manipulaba el metal a su alrededor, desde pequeños clavos hasta tubos de hierro, era brutal. La energía que rodeaba a Furuko me asombraba, pulsando con cada movimiento de su mano.
Intenté acercarme más, aunque sabía que era peligroso. Ella no estaba en control de sí misma. Algo estaba mal, Furuko no era una luchadora, mucho menos una chica agresiva, el simple hecho de que usará sus poderes a este nivel me sorprendía y más aún me aterraba por como lo empleaba.
— ¡Furuko, para! —grité de nuevo, más fuerte esta vez. Finalmente, sus ojos se fijaron en mí, aunque me miró confundida.
Un cazador, aprovechando el momento, intentó levantar su arma, pero antes de que pudiera siquiera apuntar, Furuko levantó una mano y el metal de la pistola se dobló en una forma totalmente grotesca, dejándolo con apenas una forma abstracta de lo que alguna vez era antes de ser arrancado de sus manos.
La pistola destrozada voló hacia mí, y apenas tuve tiempo de esquivarla con un movimiento, más que reflejos ágiles fue un golpe de adrenalina lo que me hizo moverme a tal velocidad.
¿Que le pasaba?
Mis pensamientos corrían desbocados. ¿Cómo había llegado hasta aquí? ¿Por qué estaba luchando con estos hombres?
Demonios no entendía nada.
Furuko, mi hermana, la chica tranquila que siempre parecía mostrar delicadeza, ahora atacaba sin piedad, como una combatiente nata. Los cazadores no se detenían, y aunque ella se enfrentaba a ellos con sorprendente facilidad, había algo que no cuadraba. No era la Furuko que conocía, no solo por su actuar, esa mirada no era suya.
La manera en que atacaba, con movimientos tan precisos y calculados, incluso cuando los cazadores estaban fuera de su campo de visión, me hizo sospechar. "¿La están manipulando?".
Era como si fuera una marioneta siendo manejada con hilos, fue la mejor forma en que podía describir lo que veía.
— ¡Furuko! —intenté llamarla otra vez, pero no obtuve respuesta. Parecía perdida en esa furia que la envolvía. La energía magnética que controlaba brillaba de forma peligrosa, pulsando con cada acción, lanzando y doblando metal como si fuera papel el cual usaba como armas para atacar a aquellos hombres trajeados.
No podía quedarme de brazos cruzados.
Con el corazón acelerado y la electricidad corriendo por mis venas, formé un puño cargado con electricidad.
Tenía que hacer algo, aunque la idea de enfrentarme a los cazadores me asustaba... No había tiempo para dudar. Salté sobre ellos, mis pies apenas tocando el suelo mientras esquivaba los escombros metálicos que flotaban en el aire. Vi a dos cazadores en mi camino, listos para disparar a Furuko. No lo pensé dos veces.
— ¡Lo siento! —grité en mi cabeza mientras descargaba el puño eléctrico sobre ellos. La electricidad los envolvió y los cazadores cayeron, inmovilizados por el choque. Sabía que no estaban muertos, pero sí fuera de combate... por ahora.
Con el camino despejado, salté hacia Furuko. Extendí mi mano y la tomé por la muñeca, tirando de ella con fuerza hasta que ambas alcanzamos el piso.
— ¡Idiota, si sigues peleando aquí, te van a atrapar! —grité, mientras comenzaba a correr con ella tomada de la mano.
Furuko parecía desconcertada, como si de repente hubiera despertado de un sueño. Sus ojos, antes llenos de furia, ahora mostraban una confusión profunda. Apenas reaccionaba mientras corríamos juntas por el callejón, saltando entre los cuerpos de los cazadores caídos que Furuko había derrotado con anterioridad.
¿Había vuelto en si?
— ¿Eh...? ¿Dónde estoy? —preguntó Furuko con una voz débil, intentando seguir mi ritmo.
— No importa ahora, solo corre —le respondí, con el corazón aún palpitante en mi pecho. Mis piernas temblaban, no solo por el cansancio, sino por la adrenalina y el miedo.
Estaba temerosa por el hecho de que esos hombres pudieran atraparnos, nerviosa por lo que le pudo haber pasado a mi hermana, pero por dentro también sentía cierta emoción.
Corrimos, alejándonos de los cazadores que aún seguían en pie, mientras los ecos de la pelea quedaban atrás.
Aún sentía el dolor palpitante en mi mano, a pesar de que la electricidad había hecho la mayor parte del trabajo, era la primera vez que golpeaba a alguien con toda mi fuerza. Había algo en ese impacto que me dejó una sensación extraña, casi como si mi cuerpo no estuviera preparado para la violencia y aún así se sentía bien de algún modo.
Nos habíamos refugiado en un pequeño local, lejos de los cazadores que aún podrían estar recuperándose. Era un lugar tranquilo, pero la tensión seguía presente, como una niebla pesada que no se disipaba.
— ¿Qué carajos pasó? —le pregunté a Furuko sin rodeos.
Necesitaba entender, ¿Que le paso en ese callejón?¿Que hacía en dicho sitio?
Ella se frotó la frente, su expresión era confusa y algo angustiada.
— No lo sé... —murmuró, su voz apenas era un susurro— Salí de la casa, estaba algo distraída, yo tenía una jaqueca horrible, como si algo estuviera presionando mi cabeza, después de un rato, dejé de sentir, dejé de pensar... todo fue como un sueño. Pero no sé si estaba consciente o simplemente actuaba por inercia.
La miré fijamente, intentando procesar lo que me decía. "¿La estaban manipulando?",no pude evitar volver a pensar aquella posibilidad. Todo parecía apuntar a eso, y más cuando recordé cómo había peleado, tan calculada, tan letal. Esa no era la Furuko que conozco.
Pero en el fondo de mi mente, había algo que me hacía sentir agradecida por haber terminado justo en este lugar y el momento en que Furuko más me necesitaba. ¿Coincidencia?. No lo sé, pero no podía ignorar que era como si el destino me hubiera empujado aquí. Rescatar a Furuko antes de que la situación la sobrepasara... era algo demasiado conveniente para ser solo azar.
O tal vez si fue solo suerte y soy yo sobre pensando todo... No lo sé, siempre fantaseo con cosas como el destino o una aventura profetizada.
Mientras yo seguía intentando racionalizar todo, Furuko de repente se llevó las manos a la cabeza, con una expresión alarmada.
— ¡Rayos! ¡Me he saltado las clases! —exclamó angustiada.
La miré, atónita. ¿De verdad estaba preocupada por eso?. Después de haber organizado toda una paliza a aquellos cazadores, después de casi ser controlada por una fuerza externa... y lo primero que le preocupaba era la escuela.
— ¿En serio? —dije, casi sin creerlo. — ¿Después de todo lo que ha pasado, eso es lo que te importa?
Furuko me miró, aún con esa expresión preocupada, pero luego bajó la mirada, un poco avergonzada.
— Lo siento... pero no puedo evitar pensar en ello. ¡No quiero problemas con mamá y papá!, además no quiero preocupar a Nisaki... —respondió con un tono de disculpa.
Suspiré, sin saber si reír o enfadarme. Esta si era mi hermana, la misma chica tranquila que se preocupaba por no meterse en líos.
— Bueno, ahora tenemos problemas más grandes que las clases —le dije, intentando volver a la realidad del momento.
Sea lo que fuera que controlara a mi hermana, no pude evitarme preguntar si estaba relacionado a mi situación, Renko dijo que si la conexión es fuerte la Sombra Roja puede controlarte, La Sombra Roja, cazadores, ¿Furuko se terminó metiendo en este lío sin darme cuenta?¿Acaso aquel misterioso asesino fue a por mi hermana debido a que no pudo rastrearme?
— Vamos a encontrar una manera de manejar esto —le aseguré, aunque por dentro no estaba tan segura de cómo.
Seguíamos aún dentro del pequeño local, y aunque el lugar parecía tranquilo, podía sentir la mirada inquisitiva de la dependiente clavada en nosotras. Tanto Furuko como yo seguíamos vistiendo nuestros uniformes escolares, lo que nos hacía destacar en este lugar.
Sabía lo que pensaba, "dos estudiantes a esta hora deberían estar en la escuela, no escondiéndose en una tienda". Pero, ¿qué podíamos hacer?
A través del ventanal, pude ver a los hombres trajeados. Corrían buscando algo, seguramente a nosotras, pero por suerte, no nos habían detectado. Respiré aliviada por un momento, pero esa sensación de seguridad fue efímera. ¿Qué haríamos ahora? No podíamos llamar a Nisaki. Él nos mataría si supiera lo que estábamos haciendo, sin mencionar que no podría ayudarnos realmente, no en una situación como esta. Nisaki, aunque era el más responsable, no tenía poderes como los nuestros, y la verdad, esto lo superaba por mucho.
Volví a pensar en Renko. "¿Cómo diablos podría contactarla?", Ella sabía más sobre esta situación, y ahora más que nunca, realmente necesitábamos su ayuda pero nunca pedí por su teléfono, si es que usa uno para empezar.
Miré de reojo a Furuko, quien parecía perdida en sus propios pensamientos. Me preguntaba si debería decirle algo, preguntarle cómo se sentía después de todo lo que pasó, pero su expresión era difícil de leer. Estaba pensativa, como si quisiera hablar, pero algo la detenía.
La dependienta tosió ligeramente, rompiendo el silencio incómodo. Noté que nos seguía observando con ligera molestia, como si estuviera esperando que nos marcháramos o, peor aún, llamara a alguien por nuestras sospechosas ausencias a la escuela debido a nuestros uniformes.
—Tenemos que movernos pronto —dije en voz baja, sin dejar de mirar a Furuko.
Dando un pequeño vistazo por el ventanal, las calles parecían despejadas, así que decidimos avanzar. El plan era simple y sencillo, llegar a la estación del metro lo más rápido posible, tomar el tren y regresar a la estación cercana a nuestra casa. "Fácil", pensé, mientras corríamos por las estrechas aceras.
La brisa fresca golpeaba mi rostro, pero no había tiempo para preocuparse por eso. Cada paso que dábamos nos acercaba más nuestro objetivo, pero justo cuando pensé que lo peor había pasado, escuché un sonido detrás de nosotros. Al voltear, vi una sombra moverse sobre los edificios.
— ¡Furuko, rápido! —grité.
De la nada, un grupo de hombres apareció, saltando desde los techos hasta la banqueta detrás de nosotros como si fuera algo sencillo. No eran simples hombres, eran más hábiles de lo que esperaba. ¡¿Cómo demonios hacen eso?!, me pregunté, mientras el pánico empezaba a llenar mi pecho. Había cuatro de ellos, no tantos como antes, pero su velocidad y agilidad eran alarmantes.
Uno de los hombres destacaba entre los demás. Mientras los otros vestían los típicos trajes negros, este llevaba un traje blanco.
Parecía diferente, ya no solo era que fuera más hábil, de hecho todo su escuadrón lucían más competentes, si no que su mirada se sentía más peligrosa, nos tenía fijadas como si fuéramos sus presas.
Su presencia me helaba la sangre.
Mi mente corría tan rápido como mis pies. ¿Podríamos llegar a la estación antes de que nos atraparan?. Si lo lográbamos tal vez a los policías que siempre patrullan cerca de la estación nos ayudarían. Dos chicas huyendo de un grupo de hombres trajeados... debía funcionar, ¿verdad?, solo necesitábamos que les detuviesen eso era todo.
Apreté la mano de Furuko, apurando más el paso.
— No te detengas —le dije, más para mí misma que para ella.
Corrimos a toda velocidad, el sonido de nuestros pasos resonando en las calles vacías. Mi corazón latía con fuerza, pero no podíamos detenernos, no cuando esos tipos estaban tan cerca.
La estación del metro estaba a la vista, y con cada segundo que pasaba, se sentía más lejana a pesar de estar justo frente a nosotras.
Al llegar, dos policías patrullaban por la entrada.
Obviamente nuestro comportamiento no pasó desapercibido, el sudor en nuestras frentes y la desesperación en nuestros movimientos llamaban la atención.
Estaban a punto de detenernos, pero en el momento en que los hombres de traje aparecieron detrás de nosotras, los policías cambiaron de prioridad y les ordenaron que se detuvieran.
"¡Una oportunidad!"
No lo pensé dos veces. Aproveché la confusión y, con un tirón, arrastré a Furuko conmigo. Nos metimos en el tren que justo acababa de abrir sus puertas, el sonido metálico de los vagones retumbando mientras se cerraban a nuestras espaldas. Lo habíamos logrado.
Me dejé caer en el asiento más cercano, jadeando. Mi respiración aún era errática, y sentía el palpitar acelerado de mi corazón.
— Lo logramos —dije, mi voz apenas era audible por lo exhausta que estaba—. De algún modo... los evitamos.
— Si —Comento Furuko.
De reojo, mi mirada se cruzó con la del hombre de traje blanco, su expresión era de puro fastidio mientras el tren comenzaba a alejarse de la estación.
Una inquietud creció en mi interior. No estaba segura si alguno de los cazadores había logrado verme usar mis poderes, pero Furuko... Furuko estaba identificada sin duda alguna. Sabían que era una Anómala.
Hermana, ¿en qué lío nos hemos metido?
El traqueteo del tren no hacía más que acentuar mis pensamientos, cuando de repente, mi teléfono vibró en mi bolsillo y mirando a la pantalla pude ver que era Aki.
— ¿Nagisa? ¿Dónde estás? No te vi en toda la mañana en la escuela, te has saltado tanto la primera y segunda clase
— Ah, sí... —traté de sonar casual—. Digamos que hubo un pequeño incidente por el cual no pude asistir.
No podía contarle nada o mejor dicho, no sabía si decirle, no creo que pudiera entender bien la situación en la que estaba.
Así que, tras un par de palabras más, colgué la llamada.
Cuando llegamos a la estación cercana a nuestro hogar, Furuko y yo tomamos rumbo. El camino a casa fue silencioso, una paz incómoda se extendía entre nosotras.
Al llegar a casa, el lugar estaba tranquilo como siempre. Sabía que nuestros hermanos no volverían hasta dentro de un buen rato, así que fui directo a la cocina por un vaso de agua, Furuko, en cambio, se sentó en silencio en una de las sillas del comedor.
Llené dos vasos de agua y volví, pero antes de que pudiera decir algo, Furuko habló en un susurro.
— Hermana... gracias.
Sus palabras me detuvieron en seco.
Dejé el vaso de agua junto a Furuko y me quedé un momento pensando si debía hablar de lo que había ocurrido.
Todo esto era un lío y quería saber más, entender qué estaba pasando realmente, pero el cansancio me golpeaba con fuerza. La falta de sueño y toda la adrenalina de haber escapado de esos hombres finalmente me estaba pasando factura. Mis párpados se sentían cada vez más pesados, y antes de que pudiera reaccionar, me caí y quedé completamente dormida.
Cuando desperté, lo primero que sentí fue la suave textura de mis sábanas. Estaba en mi cama, no recordaba cómo había llegado ahí. A mi lado, Furuko estaba sentada, observándome con una mezcla de alivio.
Pero lo que más me sorprendió fue la figura familiar que estaba a su lado.
— Vaya vaya, veo que por fin despiertas bella durmiente —dijo Renko con una sonrisa juguetona, aunque su expresión cambió rápidamente a una de ligero arrepentimiento—. Perdóname, no debí dejarte sola el día de hoy, me confié demasiado pensando que la sombra roja solo se iria al no encontrarte, debí suponer que cambiaria de objetivo.
— ¿Eh...? —apenas pude responder, mi mente aún desorientada.
Me sorprendió ver de nuevo a Renko aquí, parecía ahora vestir sus propias prendas, su pelo tenía como peinado una cola trenzada, usaba un curioso gorro morado con orejas de gato y su atuendo era una camisa blanca con un mono rojo, por encima llevaba una especie de suéter morado y una falda negra.
Furuko se inclinó un poco hacia mí, su rostro más tranquilo que antes.
— Ya despertaste, hermana me tenías preocupada —dijo con un suspiro de alivio.
Renko se cruzó de brazos, sus orejas felinas moviendose ligeramente mientras hablaba.
— Supongo que no estás acostumbrada a desvelarte, ¿eh? —comentó con un toque de burla—. Como sea, vine tan rápido como pude cuando mi equipo me informó de lo que sucedió en la ciudad. Una persecución de cazadores a dos chicas... y sorpresa, sorpresa, tú eras una de ellas, nunca pensé que te meterías con ellos.
Renko cambio su sonrisa por una faceta más sería..
— Tuvieron suerte esta vez —dijo, su mirada se desvió hacia Furuko por un momento—. Tengo que admitir que me impresionaron con la cantidad de cazadores que derrotaron, o mejor dicho, que tu hermana derrotó. Pero ustedes no debían haberse involucrado. Los cazadores no son un problema menor, son parte de una organización más grande y desconocida, aún para nosotros, no es como si tratáramos con un solo tipo.
Furuko, todavía algo desconcertada, cruzó los brazos y frunció el ceño.
— Cazadores, cazadores... ¡¿Qué rayos es un cazador?! —dijo sin disimular su confusión—. Todo esto no tiene ningún sentido.
Me volví hacia Renko, sintiendo la necesidad de aclarar la situación.
— ¿No le dijiste? —pregunté, sorprendida.
Renko suspiró.
— Todavía no he tenido tiempo. Apenas me dejó entrar a la casa, pensó que era parte de ese grupo que las seguía o tal vez pensó que estaba relacionada a ese tipo que la manipuló.
Furuko me miró de reojo, un poco incómoda.
— La verdad, me sorprende que te dejara pasar así sin más. ¿Cómo la convenciste Renko?
Furuko se encogió de hombros y respondió en tono seco.
— No lo hizo. Una de sus amigas que está ahora mismo en la sala solo me paralizó en el momento que le iba cerrar la puerta a esta chica de orejas extrañas con una de sus... habilidades raras. Y la chica de orejas de gato a tu lado me dijo que era tu guardaespaldas, obvio no le creí, pero no podía moverme, era como si me hubieran petrificado.
Renko puso los ojos en blanco, pero su tono se mantuvo ligero al defender a su compañera.
— Oye, tú también tienes habilidades raras. No hables mal de Anzu o critiques mis orejas.
— ¿Anzu? —repetí, sorprendida—. ¿Hay otra persona con poderes aquí?
Renko asintió con una sonrisa a medias.
— Sí, traje a una compañera de apoyo en caso de que necesitáramos rescatarlas. —dijo Renko con un aire casual— Pensé que estarías escondida en algún rincón del centro de la ciudad, pero quién iba a decir que habías vuelto a casa. Fue un golpe de suerte que esos cazadores no te siguieran hasta aquí pero para ser sincera, no soy la mejor rastreadora, soy más un gato que un perro, así que distinguir olores no es lo mío.
Sentí que me sonrojaba un poco al escuchar eso. ¿Me había rastreado por mi olor? Inmediatamente me invadió la preocupación.
— ¿Yo no apesto, verdad? —pregunté, un tanto avergonzada.
Renko soltó una pequeña carcajada, divertida por mi reacción.
— No, para nada. Mis sentidos solo están aumentados, la vista, el oído, y sí, también el olfato. Ayer, cuando me puse tus pijamas no fue solo para evitar quedarme desnuda, también lo hice para memorizar un poco tu olor. Me sirve para localizar a mi equipo en caso de que alguno esté en problemas, y contigo no fue diferente.
Esa respuesta no me dejó del todo cómoda. ¿Ahora esta chica reconoce mi olor?
Furuko, quien había estado escuchando todo con atención, finalmente intervino, su rostro enrojecido por la incredulidad.
— Espera un momento, Nagisa... ¿ella se puso tus pijamas? ¿Ella es tu...?
— ¡Para nada! —dije rápidamente, agitando las manos con nerviosismo—. Apenas la conocí ayer por la noche.
— ¿Y aun así... avanzaron tan rápido? —Furuko me miraba con ojos entrecerrados, claramente alarmada por la idea.
— Hermana, no te hagas ideas equivocadas, por favor —respondí, sintiendo que la situación se volvía aún más incómoda.
Suspirando mire a mi hermana de frente para hablar de firma clara.
— Mira, Furuko, lo que pasó fue que anoche me encontré con Renko en mi cuarto —empecé a explicar con calma—. Ella entró por mi ventana, transformada en un gato, y me advirtió de que un asesino venía por mí, la sombra roja el tipo que creo te manipuló esta mañana.
Quería ser lo más clara posible al contarle a Furuko lo que había ocurrido. No podía saltarme ningún detalle, especialmente después de haberla arrastrado sin querer a esta situación tan peligrosa.
— Nagisa, esto es muy peligroso —dijo Furuko, su preocupación evidente en su voz—. ¿No crees que deberíamos contárselo a Nisaki?
Negué con la cabeza, firme en mi decisión.
— No. Nisaki no podría ayudarnos, y no quiero que se ponga en riesgo. Si lo involucramos, podría salir herido, de por si tú te viste involucrada y casi te capturan.
Furuko pareció querer decir algo más, pero se quedó en silencio, mordiéndose el labio. Finalmente, tomó aire y se sentó a mi lado, mirando al suelo con el ceño fruncido.
— Nagisa, apenas logramos escapar hoy de esos tipos. No entiendo mucho de esos "cazadores" ni del sujeto que me manipuló, pero somos solo dos chicas. Tal vez si llamamos a las autoridades... podrían ayudarnos.
Renko, se cruzó de brazos y negó con la cabeza.
— No lo recomiendo —dijo, con un tono serio—. Las van a tratar de locas. Y, aunque no lo hagan, podrían atraer la atención de los cazadores. No sé si trabajen con la policía, pero no quiero arriesgarme a averiguar si tienen algún infiltrado que les dé el chivatazo.
Furuko frunció el ceño.
— No creo que la policía esté con ellos... o al menos no todos, los oficiales de esta mañana nos ayudaron... —dijo, aunque su tono revelaba la duda que la corroía, quería creer en las autoridades, pero su desconocimiento ante el panorama no le permitían hablar con seguridad.
Renko suspiró, relajando un poco su postura.
— Mira, este grupo es un misterio. No sé si trabajan para una mafia, una corporación, o incluso el gobierno. De momento, parecen tener números limitados de miembros, lo sé por qué algunas caras que he enfrentado las he visto seguido en mis enfrentamientos con ellos pero no parecen pocos y no pueden rastrear a cada anómalo que ven pero de algún modo ubican rápidamente a cualquiera que haga algun lio en la ciudad. —Hizo una pausa, mirando a Furuko y luego a mí— Aún así, señoritas, ¿nunca se han preguntado por qué nunca han hablado de algún anómalo por la televisión?
Aquella última frase me hizo detenerme. Tenía razón. Había tenido mis poderes desde que tenía seis años, y en todo ese tiempo, nunca había escuchado de alguien más como yo o mis hermanos. Sabiendo que existen personas como Renko y la Sombra Roja, ¿por qué nunca había conocido a otro anómalo hasta ahora?
Alguien con poder no pasa desapercibido y eso se puede notar con facilidad con el propio show que la Sombra Roja armó con sus asesinatos.
— No niego que algunos mantengan sus poderes ocultos, como ustedes. —comentó Renko— Pero aquí hay algo mucho más turbio en juego. En mi grupo creemos que existe una conspiración, alguien poderoso está ayudando a estos cazadores a ocultar sus acciones. Aunque, bueno, el problema que enfrentan ahora es otro.
Apreté los labios, inquieta.
— Sí, lo sé… la Sombra Roja. No logró atraparme, así que fue tras Furuko.
— Exactamente. —Renko asintió—. Para mi sorpresa, no la atacó directamente. En cambio, la manipuló para hacer su espectáculo contra los cazadores. Pero, ¿por qué?
Me quedé en silencio, tratando de entender las motivaciones de ese ser.
— Dijiste que la Sombra Roja vino por mí porque ansiaba enfrentarse a su propio "villano", tener un combate con otro anómalo —reflexioné, mirando a Renko—. Al no poder encontrarme, ¿habría intentado tener ese combate con mi hermana?
Furuko me escuchaba, sus ojos curiosos, pero también llenos de temor por la situación.
— Furuko es una chica pacífica. Si la forzaran a pelear, lo más probable es que se negara —murmuré, sin apartar la vista de Furuko.
— Comprendo. —Renko frunció el ceño—. La Sombra Roja posee alguna habilidad telepática, o algo cercano a eso. Es probable que haya explorado la mente de tu hermana mientras la atormentaba en sus sueños. Al darse cuenta de que no obtendría el combate que deseaba, tal vez decidió utilizarla para otro propósito.
Furuko apretó los puños, su voz temblando de frustración.
— Ser manipulada así… sin siquiera darme cuenta… —dijo, su rostro mostrando ligera frustración pero también angustia.
— Aún así, la Sombra Roja suele tardar en crear una conexión telepática con una víctima. Pensé que le llevaría más tiempo encontrar a alguien nuevo. —Renko observó a Furuko con una mirada severa—. Tienes una mente débil, chica.
— ¿Y que se supone es una mente fuerte? —Cuestiono Furuko, para mí sorpresa liberando un poco de esa frustración que tenía acumulada.
Antes de que pudiéramos seguir hablando, la puerta de mi habitación se abrió lentamente. Entró una chica de cabello azul oscuro, largo y ligeramente ondulado. Sus ojos, inexplicablemente, parecían emitir un leve brillo rosado que me dejó perpleja.
— Vaya, Anzu, ¿qué te trae por aquí? Pensé que estabas en guardia en la sala. —Renko se giró sorprendida hacia ella.
Anzu se dirigió a Renko con expresión grave.
— Nos llamó Tenma. Han localizado a la Sombra Roja, nuestra chica ha realizado un salto, así que ya sabes lo que eso significa.
Renko chasqueó la lengua, su cuerpo tensándose.
— Malas noticias ella solo hace eso cuando algo salió mal… y yo que pensaba que podríamos relajarnos un poco. —Suspiró, poniéndose en pie con determinación—. ¿Dónde está?
Anzu miro de reojo a Furuko.
— Viene hacia aquí.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro