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Capitulo 1: La sombra Roja I

=[Parte 1.- Conociendo las verdades ocultas]=

Recuerdo aquel día con claridad, el dia que todo cambio para mi.

Era una noche tranquila, y yo, con apenas seis años, estaba en el patio de mi casa, observando el cielo nocturno, admirando las estrellas.

Normalmente salía con mi pequeño telescopio, pero esa vez decidí simplemente mirar el firmamento con mis propios ojos. Había algo en el aire, algo que me decía que esa noche no sería como las demás.

No sabía por qué me sentía así, pero una sensación extraña se apoderó de mí, como si el destino me estuviera llamando. Tal vez solo era una fantasía infantil, el tipo de ilusiones que uno tiene cuando sueña con ser alguien especial.

Yo crecí en una casa modesta, no era pequeña pero tampoco una mansión, aquí vivia con mis cinco hermanos y mis padres. Todos en mi familia parecían tener algo que los hacía destacar. ¿Yo? Nunca estuve segura de lo que me hacía especial.

¿Que te hace especial?, era una simple pregunta que cruzaba en mi mente siempre, algo que tal vez una pequeña como yo no debería hacerse durante ese tiempo.

"¿Que nos hace especial?", mientras más pensaba en eso, de repente, algo captó mi atención. Alzando la vista, vi una luz distante en el horizonte. Era brillante, púrpura, y parecía surgir desde el corazón de la ciudad, ascendiendo hacia las estrellas.

Parecía un enorme faro, tal vez era algo más.

La luz electrificaba el cielo, y con ella vino un fuerte viento que hizo crujir los árboles y zarandear las ramas. Era una tormenta, pero no una tormenta normal. Era como si el cielo mismo estuviera a punto de partirse por una fuerza mayor.

— ¡Nagisa, entra ahora! —la voz de mi madre sonaba urgente desde la casa, bastante preocupada mientras miraba el gran faro de luz alzándose en el cielo.

Pero no la escuché, no, mejor dicho, yo decidí ignorarla, ¿Por qué?.

Algo me decía que tenía que quedarme allí, que esa luz, esa tormenta, era para mí. Era como si el destino hubiera decidido llamarme para dar inicio a mi historia.

Entonces, las nubes oscuras se arremolinaron sobre nosotros, cubriendo el astro nocturno. El viento soplaba más fuerte, y antes de que pudiera darme cuenta, mi padre salió corriendo hacia mí.

— ¡Cuidado! —gritó, mientras me agarraba por el brazo y me tiraba hacia él.

En ese instante, un rayo cayó cerca de donde estábamos. Sentí el calor y el estruendo del impacto, y por un segundo, todo fue caos.

Mi padre me abrazó con fuerza, protegiéndome de la onda expansiva que siguió. El ruido era ensordecedor, las ventanas de la casa temblaron casi a punto de romperse, y el aire parecía vibrar alrededor de nosotros.

El mundo se volvió un torbellino de luz y sonido, y luego… oscuridad.

Cuando desperté, estaba en mi cama, el sonido de la lluvia aún golpeando contra el techo. Algo había cambiado, lo sentía en mi cuerpo. Y no solo en mí. No fue entonces que más tarde descubrí que aquella tormenta no solo me había alterado, sino también a mis hermanos, Honoka y Furuko. Nosotros habíamos recibidos dones peculiares por esa extraña energía que vino con la tormenta.

Ese fue el día en que todo cambió. El día en que el rayo me eligió. Pero, mientras crecía, descubrí que aquel "regalo" del destino no me llevó a la aventura que soñaba, nunca tuve ese tan llamado viaje del héroe con el que soñé de pequeña.

Mi vida era común, asistir a la escuela, vivir la rutina, ocultando mis poderes del mundo.

Yo quería ser especial pero... Estos poderes nunca me hicieron sentir especial.

Han pasado años desde aquella tormenta.

Ahora, con el paso del tiempo, mis poderes eléctricos se han convertido en algo cotidiano, una parte de mí al cual trato de sacarle mi propio jugo, claro, buscando ser discreta, todo en secreto. Honoka, Furuko y yo… somos diferentes, pero hemos aprendido a ocultarlo. A fingir normalidad.

Pero esta noche… esta noche, la normalidad que siempre envolvía mi día a día había acabado.

...

— Por fin te he encontrado —Aquel gato hablo con una voz femenina, nada que uno esperaría escuchar de un gato—. No duermas esta noche. Él está cerca.

Espera un momento, ¿Eh?¿Para empezar cuando un gato habla?

Me congelo en el sitio. ¿Un gato que habla? ¿Cómo…? ¿Qué?

Parpadeo varias veces, incapaz de procesar lo que acaba de pasar. Esto no puede ser real. Un gato que habla… No, una gata mucho mejor dicho. ¿Me estoy quedando dormida otra vez? Tal vez me he pasado demasiado tiempo mirando la pantalla del teléfono y mi cerebro simplemente está disociando la realidad.

— ¿No me escuchaste? —su voz suena más aguda ahora, con un toque de irritación. Me mira con sus ojos dispares y su cola se mueve de un lado a otro, claramente impaciente—. ¡Te he dicho, no duermas esta noche!

Sigo mirándola, estupefacta. Intento procesar lo que está pasando, pero todo en mí simplemente no cree lo que ve.

Apenas puse atención a lo que dijo, porque, seamos sinceros… ¡¿Cómo un gato puede hablar?! ¿Cómo puede hablar como una persona?

— ¿Cómo… cómo puedes hablar? —es lo único que logro articular, mi voz apenas es un murmullo mientras retrocedo unos pasos, tropezando y cayendo al piso.

La gata rueda los ojos, claramente frustrada, como si hubiera tenido esta conversación muchas veces antes y estuviera harta de explicarlo.

— No es el momento para preguntas estúpidas —responde secamente—. Solo escucha. No duermas esta noche. Él está cerca, y si no estás alerta, te encontrará.

Intento enfocarme en lo que dice, pero mi mente sigue atascada en un solo pensamiento. "¡¿Cómo un gato habla?!" Todo lo demás parece pasar a segundo plano mientras me quedo ahí, paralizada por lo absurdo de la situación.

Claramente, la gata se está impacientando más y más con cada segundo que pasa, y aunque algo en su tono me indica que debería preocuparme por lo que dice, no puedo evitar sentir que lo más surrealista de todo esto es tener una conversación con un felino.

Bueno felina mejor dicho, ugh, ¿Por qué siquiera le doy importancia al genero de un gato parlante?

La gata, visiblemente frustrada, se acercó a mí con pasos decididos mientras yo todavía me encontraba en el suelo. Sin decir nada, colocó sus patitas sobre mis piernas.

— ¿Me estás escuchando? —Me pregunto guardando un tono firme.

Asentí lentamente, intentando procesar la situación. Mi mente aún estaba atrapada en el absurdo de todo esto, una gata, hablándome.

A riesgo de lucir como una lunática intenté prestarle atención.

— Esta es una historia muy larga de explicar, y puede que difícil de creer —continuó, notando mi incredulidad—, pero un gato te está hablando, así que es hora de tirar el sentido común por la ventana.

Tragué saliva, tratando de seguirle el ritmo. La situación era ridícula, pero ahí estaba, intentando entender lo que esta misteriosa minina me estaba diciendo. La gata se tomó una pausa, como si estuviera organizando sus pensamientos, y luego soltó la bomba.

— Un asesino te busca como su siguiente víctima —sus palabras eran directas, sin rodeos—. Es a quien llaman la sombra roja. Te preguntarás, ¿cómo es que sé esto? Digamos que una amiga, que ya sabe el futuro, me advirtió sobre esta situación.

Mi mente dio vueltas. Un asesino… ¿que me busca?¿Y alguien que ya sabe el futuro? Todo sonaba como una mala película de ciencia ficción.

Aún así, no podía ignorar la creciente sensación de incomodidad en mi pecho. ¿Qué significaba eso de que alguien me buscaba para asesinarme? Intenté juntar las piezas tomando como referencia mis pesadillas y los rumores, pero cuanto más lo pensaba, menos entendía por qué un asesino me buscaría, más aún, ¿Alguien puede ver el futuro?, futuro...

— ¿Ver el futuro? —murmuré, mis pensamientos parecían salir de mi boca mientras miraba a la gata con confusión—. ¿Cómo es posible…?

La gata guardo silencio y antes de que pudiera responderme hubo un golpeteo en la puerta de mi habitación. Me congelé por un segundo, mi cuerpo todavía adaptándose a la presencia de un gato parlante, y ahora alguien más estaba interrumpiendo este extraordinario evento.

— Nagisa, ¿estás despierta? —Esa voz, era la voz de Honoka, mi hermano.

"Justo ahora…", pensé. ¿Qué quería Honoka en este momento?, rara vez viene a mi habitación.

Mientras intentaba averiguar que hacer, la gata me lanzó una mirada rápida.

— No le digas nada, aún no. —Me susurró

Todo era demasiado, pero al mismo tiempo, algo me decía que debía hacerle caso.

Abrí la puerta de mi habitación apenas un poco, lo suficiente para ver la figura de Honoka del otro lado. Su mirada, siempre tranquila pero difícil de leer, intenté no lucir muy sospechosa pero muy adentro sentía que fallaba en dicha tarea.

¡¿Cómo se actúa de forma normal cuando tienes una gata parlante detrás tuyo?!

— Nisaki preparó la cena —dijo Honoka en su tono usualmente sereno.

"Bien, creo que no llamé su atención", Pensé mientras me tranquilizaba un poco.

— Ah, sí, ahora bajo —dije, intentando que mi voz no sonara tan nerviosa—. Es solo que... mi cuarto está hecho un desastre. Quiero ordenar un poco antes de bajar

Honoka arqueó una ceja, claramente extrañado por mi actitud. Normalmente, yo habría bajado sin decir nada. Él lo sabía. Yo lo sabía. La situación se sentía incómoda, y por un momento pensé que iba a preguntarme algo más, que iba a notar que hoy actuaba de una forma muy sospechosa.

Sus ojos me estudiaron por unos segundos más de los que me gustaría. Me preparé para un posible mini interrogatorio, pero entonces él solo suspiro.

— Está bien. —dijo al final, resignado, como si decidiera no insistir.— No tardes mucho.

Honoka dio media vuelta bajando al comedor.

¿Eh?¿Solo así?

Sinceramente estaba sorprendida, mi hermano suele ser muy receptivo así que el que no increpara más en mi sospechosa actitud me sorprendió.

Solté un suspiro en cuanto lo vi alejarse por el pasillo. Cerré la puerta despacio, volviendo a mi caótico encuentro con la gatita, muy bien minina, ¿Que tienes para mí?

Gire mi cabeza, la gata seguía allí, mirándome con esa expresión expectante, casi como si estuviera esperando a que dejara de comportarme como una niña asustada.

— ¿Satisfecha? —le pregunté, apoyándome contra la puerta.

— Tu hermano, ¿él debe ser Honoka, no? —La declaración de aquella gata me impactó.

— ¡Espera, ¿le conoces?! —pregunté, sin poder contener el asombro. ¿Cómo podía esta minina saber algo sobre mi familia?

— ¿No te lo dije? —Renko respondió con un tono relajado, como si fuera lo más natural del mundo—. Tengo una amiga que ha visto el futuro. Me ha informado de todo lo que va a pasar hoy, mañana, y pasado mañana. Bueno, para ser precisa, era información de una semana, pero por más que te buscara en tu escuela, tardé mucho en encontrarte... sobre todo con esos idiotas persiguiéndome.

Idiotas... ¿Persiguiéndola? Las palabras de la gatita me dejaron desconcertada. ¿Estaba hablando de esos tipos que Aki mencionó cuando me contó sobre el rumor de esta gatita blanca? ¿Los hombres de negro? Mi mente intentaba conectar todo cuando la gata hablo, interrumpiendo el mapa mental que buscaba hacer.

— Mi nombre es Renko. Renko Yasuhiro. Y antes de que sigas pensando que soy solo una gata parlante... —Retrocedio unos pasos sentándose de forma elegante, o por lo menos elegante para una gata—. Soy mucho más que eso, después de todo yo en realidad, soy humana, como tú.

— ¿Qué...?

— Me ves en esta forma porque es la única manera de pasar desapercibida de los "cazadores" y aún con esas de esos idiotas se dieron cuenta de mi, por suerte pude encontrarte a tiempo de la fecha límite. —Su tono se volvió más serio, pareciera como si ella misma estuviera en una misión muy importante.

— ¿Cazadores? —Cuando escuché la palabra por un momento me pregunté si se trataban de esos hombres de negro, no sabía la respuesta pero buscaba alguna que otra respuesta.

Renko, la gatita, solo suspiro.

— Los llamo cazadores por qué ellos nos cazan, a nosotros, "los anómalos", así nos llaman a nosotros, no sé quiénes sean exactamente los miembros de esta organización pero se interesan mucho en la gente alterada durante la tormenta púrpura, ¿Tu la recuerdas, no?

Asentí, ¿Cómo podría olvidar ese día?, el día donde los cielos se llenaron de una misteriosa tormenta que me otorgó mis poderes.

Todo esto era mucha información. Anomalías... esa palabra resonó en mi cabeza. Por un segundo, me quedé paralizada, mi poder eléctrico, siempre supe que era parte de algo mucho más grande. ¿Cazadores?¿Anómalas?¿Un asesino?

¿No es esto muchas cosas pasando al mismo tiempo ahora mismo?

— Yo... no entiendo... —traté de ordenar mis pensamientos, pero era demasiada información a la vez.

— Mira, has ocultado bien tus poderes, tú y tus hermanos están a salvo de los cazadores, así que no te preocupes por eso. Tu problema ahora es el asesino llamado la sombra roja —Comento Renko retomando la advertencia por la cual vino.

— ¿Y qué quieres que haga...? —pregunté con la voz aún algo temblorosa, aunque el miedo comenzaba a dar paso a la curiosidad.

— Para empezar, no duermas esta noche, el busca a sus víctimas mediante los sueños —Explico la minina—. La sombra roja fue mi error, y debo resolverlo yo.

— ¿Tu error? —parpadeé, sorprendida.

— Mi grupo y yo tenemos una cruzada contra los cazadores que te había mencionado. Nos encargamos de liberar a un grupo de anómalos capturados por ellos, pero por accidente... liberamos a este asesino —Renko suspiró, sacudiendo su cabeza como si recordara algo desagradable—. Al principio, solo atacaba a los cazadores, lo cual nos pareció conveniente. Pero ahora va detrás de otros anómalos, como tú. Mi amiga vio lo que hizo y... bueno, tú fuiste la primera víctima.

— ¿La primera víctima...? —repetí, procesando lentamente la información. Por un segundo, intenté imaginar cómo sería enfrentarme a alguien así, y un escalofrío recorrió mi espalda.

— Sí, pero tranquila, no ha pasado aún —añadió Renko, como si pudiera leer mis pensamientos—. Por eso estoy aquí. Seré tu guardaespaldas, ¿te parece bien?

Me quedé en silencio por unos segundos, intentando asimilarlo todo. ¿Una gata guardaespaldas?

— Entonces... ¿quieres quedarte conmigo y protegerme? —pregunté, soltando un suspiro, un poco incrédula aún—. ¿Tú sola?

Renko me miró fijamente, notaba mis dudas ante su propuesta.

— Sí. No subestimes a esta gatita parlante —respondió con una pequeña sonrisa, inclinando levemente su cabeza—. Además, soy más que un gato, ya te lo dije.

Suspiré, caminando a mi cama deje caer mi espalda contra la esponjosidad de  mi nido mientras observaba el techo. Todo esto sonaba surrealista, pero al mismo tiempo... intrigante.

Mi vida había sido una especie de valle gris donde estos dones no otorgaron aquella aventura que buscaba de pequeña, y aunque siempre había intentado mantener un perfil bajo a pesar de mis expectativas, parecía que el destino tenía otros planes para mí.

— Está bien —dije finalmente, mirándola de nuevo—, tus palabras suenan a disparate pero tú misma lo dijiste, eres una gata que habla y yo... bueno, controlo el rayo. El sentido común no existe, ¿verdad?

Renko se acomodó sobre mis piernas, lamiéndose una pata con tranquilidad antes de contestar.

— Exactamente. Aunque no te preocupes, este desorden solo es temporal. Según la información que recibí, la sombra roja te detectará esta noche si te duermes, y te atacará. No obstante, lo que él no sabe es que en esta casa hay otros anómalos además de ti, tus hermanos. Cuando su ataque falle, se verá obligado a huir. —Renko levantó la mirada, fijandola sobre la puerta—. El problema es que, pasado mañana, irá a buscarte en tu escuela. Si evitamos que te encuentre hoy, podemos ganar algo de tiempo para encontrarlo y capturarlo.

— ¿Tiempo...? —fruncí el ceño, intentando asimilarlo todo—. Aún no entiendo, ¿por qué me escogería como su víctima?

— No lo conozco del todo —respondió la gata con un tono más pensativo—, pero ese tipo parece tener una obsesión extraña con las historietas. Se cree un antihéroe. Al principio solo atacaba a quienes consideraba "villanos", los cazadores. Pero parece que ahora busca algo más... emocionante.

— ¿Emocionante? —pregunté, cruzando los brazos, ya un poco más relajada dentro del caos—. ¿Te refieres a asesinar a alguien con poderes?

Renko asintió.

— Correcto. Para él, es como un juego o mejor dicho un comic. Tú eres su "supervillano", por así decirlo. Un anómalo con habilidades tan raras como las suyas y alguien que puede defenderse, según mis reportes el idiota entro armando un alboroto para obtener su lucha pero no penso tener que enfrentar a tres anómalos a la vez. —Dijo mostrando el panorama dado.

— Así que... no debo dormir. Fácil, ¿no? —intenté bromear, aunque la situación no daba mucho espacio para el humor.

Renko soltó una pequeña risa, un sonido ligero que no esperaba escuchar de una gata.

— Exactamente, pero si te da sueño, aquí estaré para darte un buen rasguño con mis garras y mantenerte despierta —Comento la gata mostrando sus garras.

— Preferiría que evitaras eso último —respondí algo nerviosa tras ver sus garritas—. Aún así, ¿mis hermanos no estarían en riesgo también si se duermen?

Renko sacudió su cabeza con firmeza en negación.

— No, ellos están a salvo, verás, los poderes de la sombra roja son algo complejos. Piensa en él como un dispositivo de conexión Bluetooth. Suele tardar un momento en conectar su mente con la de otro individuo, especialmente si está en movimiento. Es por eso que escoge a sus víctimas mientras duermen, anunciándose como sus pesadillas.

Me quedé en silencio, asimilando la explicación, supongo eso explicaría los sueños con ese abismo rojo que he tenido esta semana.

— ¿Así que...? —inquirí, curiosa—. ¿A través de esta conexión logra rastrearme?

— Exactamente. Una vez que establece esa conexión, puede incluso llegar a controlarte, por el momento veo que no has cedido ante su influencia, tal vez porque tus poderes eléctricos influyen en tu sistema nervioso, se podría decir que es como una especie de protección para tu mente.

— Eso tiene sentido —Menti, la verdad no sabía si algo de lo que dijo era viable Pero aún así lo tome como un punto a mi favor.

— La conexión no es perfecta. No estás completamente a salvo, pero tus hermanos sí al no entrar en su radar debido a la conexión que fijo en ti por ahora.

— Genial, justo lo que necesitaba escuchar. —dije con un tono sarcástico, pero la verdad era que un alivio me envolvía al saber que mis hermanos no estaban en peligro inmediato.

Me di cuenta de que había hablado demasiado con Renko. Aunque quería seguir preguntándole más cosas, sabía que si no bajaba pronto a cenar, mis hermanos vendrían a buscarme. Y lo último que necesitaba era que vieran a una gata parlanchina en mi cuarto, no tenía una explicación coherente para esto, mas si queria evitar que se involucraran en todo este asunto de momento.

— Oye, Renko, ¿puedes quedarte aquí un rato? Solo mientras bajo a cenar, no quiero que mis hermanos queden metidos en todo este lío por ahora —Le dije en tono de súplica, pero intenté sonar firme.

Renko alzó una ceja si es que eso es algo que los gatos pueden hacer y me miró con incredulidad.

— ¿Quedarme aquí? ¿Por qué debería hacerlo? Puedo bajar fácilmente contigo y fingir que soy un gato que dejaste entrar por la ventana, además aquí no hay nada interesante para hacer y como tu guardaespaldas es mejor si te acompaño en todo momento, solo por si acaso.

Suspiré, sabiendo que tendría que discutir cada punto con esta gata testaruda.

— Lo sé, lo sé, pero necesito tiempo para procesar todo esto. Si te ven, me van a hacer preguntas, y yo... no tengo respuestas aún, mis hermanos no son tan idiotas, saben que soy una pésima mentirosa. —La miré con ojos suplicantes.

Renko bufó, claramente no convencida, pero después de una pausa, rodó los ojos y se rindió.

— Está bien, pero si pasa algo raro ahí abajo, no dudes en llamarme.

Le di las gracias rápidamente y salí de mi cuarto, cerrando la puerta con suavidad.

Mientras bajaba las escaleras, no pude evitar sentir una ligera incomodidad en la boca del estómago. No solo por la conversación surrealista que acababa de tener, sino porque mis hermanos seguramente notarían algo raro en mí. Ojalá pudiera fingir mejor, pero siempre se me notaba algo.

Al llegar al comedor, ya estaban todos sentados. Como siempre, era costumbre cenar juntos, y rara vez alguien se saltaba esa rutina, yo incluida, Al llegar Honoka me miró de reojo, como si intentara averiguar qué me pasaba, tal vez mi actitud de hace unos minutos si era sospechosa... Ugh, solo respira y tranquilízate.

Sonreí falsamente mientras me sentaba en la mesa, como si todo fuera normal.

— Dime, ¿De dónde nació esa motivación para limpiar tu cuarto tan de pronto? —Cuestiono un burlón Yoshio.

— Una chica necesita mantener su habitación limpia, tal vez no suelo ser frecuente con dicha labor pero siempre verás mi cuarto más ordenado que el tuyo —Comente mientras seguía comiendo.

— No discutan en la mesa —Espeto Nisaki de forma tajante.

La cena transcurría con tranquilidad. Usagi, como siempre, fue la primera en terminar. Parecía lista para marcharse a la sala, probablemente lista para regresar a la partida que tenia en la consola puesta, pero Nisaki no la dejó escapar tan fácilmente.

— Usagi, a lavar los trastes. Ahora. —dijo, con ese tono de hermano mayor que no admitía discusión.

— Tch, está bien —se quejó ella mientras arrastraba los pies hasta la cocina. Seguro que solo pasaría la esponja por encima y diría que ya estaba limpio.

Yo también intenté comer rápido, con la esperanza de poder volver a mi cuarto y seguir hablando con Renko. A lo mejor podía aclarar más cosas, pero entonces Nisaki me observó con una mezcla de curiosidad ante mi forma de actuar.

— ¿Todo bien, Nagisa? —preguntó, deteniéndose en medio de un bocado.

Me congelé por un segundo, con un tenedor de arroz a medio camino de mi boca.

— Sí, sí, todo bien nada raro pasa, jajaja... —Mi respuesta sonó demasiado apresurada. Bien, Nagisa, buen trabajo en parecer natural.

Nisaki me miró con una ceja levantada, claramente esperando una respuesta más convincente, pero yo solo me sentía más nerviosa con cada segundo que pasaba.

— ¿No hiciste tu tarea, verdad? —preguntó finalmente, deduciendo por cuenta propia la razón de mi actitud.

Y ahí estaba. La pregunta que me hizo darme cuenta de lo tonta que había sido al olvidar mis deberes entre todo el caos de la noche.

Me sentí aliviada de no tener que inventar una excusa absurda sobre por qué estaba tan apurada, pero al mismo tiempo, sabía que estaba en problemas.

— Perdón... —dije en voz baja, intentando no hacer contacto visual.

Nisaki solo suspiró, como quien ya ha lidiado con esto antes, siendo el mayor de todos supongo que efectivamente ya habia pasado por este tipo de cosas con el resto de mis hermanos.

— Si necesitas ayuda puedo ofrecerte la mía, podemos hacerlo rápido antes de que sea muy tarde así no tendrás que sufrir tu sola.

— ¡No, no! —respondí inmediatamente, agitando las manos. Lo último que quería era que Nisaki fuera a mi habitación. — Ya me las arreglaré sola.

Nisaki solo me miró por un segundo, luego asintió lentamente antes de continuar cenando. Yo traté de terminar lo más rápido posible sin llamar más la atención. Una vez terminada la cena, subí a mi habitación sin perder un segundo más.

Al abrir la puerta, me encontré con algo poco común, incluso más que el asunto de la Sombra Roja, bueno tal vez no tanti.

Había una chica tumbada en mi cama, casualmente hojeando una revista una de cómics que solía dejar debajo de mi escritorio. Su cabello era blanco, tirando a grisáceo, y vestía... ¿mis pijamas? ¿Qué demonios pasa aqui?

— ¿Quién rayos eres? —pregunté, casi en un susurro, para no hacer ruido que atrajera la atención de mis hermanos.

La chica no se molestó en mirarme. Solo giró una página de la revista con un aire despreocupado.

— ¿Quién más podría ser? —dijo, en un tono ligeramente burlón. Y entonces lo noté. Las orejas, orejas de gato.

Me quedé en blanco por un segundo después caí en la realización.

— ¡¿Renko?! —Mi voz sonó más alta de lo que esperaba, y rápidamente la bajé tapando mi boca con mis manos, como si aún no pudiera creer lo que veía. ¿Esa era la forma humana de Renko?

Yasuhiro dejó la revista a un lado y me miró con una sonrisa satisfecha, como si todo esto fuera lo más normal del mundo.

— Oh, ahora sí que me reconoces. ¿Qué? ¿Pensabas que iba a quedarme transformada en esa pequeña y peluda forma toda la noche?

Me quedé mirándola, sin saber cómo responder, solo cerré bien la puerta de mi cuarto pensando que decir.

Lo principal.

— ¿Por qué usas mis pijamas? —pregunté, más como una queja que una pregunta seria.

Renko, con una sonrisa traviesa, se acomodó en mi cama, apoyándose en sus codos para verme de cara.

— ¿Acaso quieres que esté desnuda? —me lanzó esa respuesta sin perder la oportunidad de meterme en una situación aún más incómoda.

— ¡No! Bueno... ugh. —Intenté calmarme un poco antes de seguir—. ¿Por qué no solo permaneces como un gato? Es mucho más fácil explicar que hay un felino en mi cuarto que... esto —dije, señalando a la chica que ahora usaba mi cama como si fuera suya.

Renko soltó un suspiro exagerado, claramente disfrutando de mi frustración.

— Mira, puedo quedarme en mi forma de gato, pero es incómodo estar todo el tiempo caminando en cuatro patas. Necesito transformarme en humana de vez en cuando para no olvidar cómo se anda en dos piernas. —Hizo una pausa, como si estuviera evaluando mi expresión—. Tranquila, tampoco es como si me quedara mucho tiempo así. De hecho, detesto estar demasiado en esta forma humana... A veces, cuando vuelvo a ser un gato, olvido cómo andar en cuatro patas. —Se encogió de hombros, como si eso fuera lo más normal del mundo—. Suelo preferir aveces estar en un punto medio, aunque no sé si estés preparada para verme en esa forma.

La miré perpleja. ¿Un punto medio? ¿Qué demonios significaba eso?

Intenté sacudir la confusión de mi cabeza y solo me dirigí a mi mochila para realizar mis deberes.

Creo que servirían como distracción por el momento.

Renko, para mi sorpresa, me observaba en silencio, sin soltar una sola palabra. Esa mirada fija me incomodaba aún más, y ahora me resultaba imposible concentrarme con esta chica detrás mío.

— ¿Puedes dejar de mirarme así? —dije finalmente, frotándome las sien en un intento de calmarme. — Necesito hacer mi tarea.

Renko se encogió de hombros nuevamente.

— Haz lo que tengas que hacer. Yo solo te vigilo para asegurarme de que no caigas dormida. ¿Recuerdas? Sombra roja, asesino, peligro mortal. —Alzó una ceja, como si fuera obvio.

Intenté enfocarme en mis cuadernos, pero era casi imposible. Tener a Renko allí, en mi cama, vestida con mis pijamas, me hacía sentir extrañamente expuesta. ¿Cómo se suponía que debía concentrarme con todo eso pasando?

No tarde mucho en terminar todo lo que me habían encargado, para mí sorpresa no recibí más interrupciones de último momento.

Mire el reloj, eran las 11 de la noche y tenía que estar despierta toda la noche, podría estar en redes pero a esta hora todo está muerto, siempre hay un punto donde los mismos post aparecen una y otra vez.

¿Debería hablar de algo con Renko?¿Tal vez indagar más sobre esos cazadores que menciono?

Podría, pero no sé cómo traer la conversación de la nada.

Tal vez sería mejor hablar sobre Sombra Roja, considerando que todo esto es por el...

— Oye, mencionaste que la primera vez que intentó atacarme huyó al no poder luchar contra tres Anómalos a la vez. ¿No sería mejor entonces dormirme para que me ubique y luego enfrentarlo con una emboscada? O salir a buscarlo nosotras —propuese, cruzando los brazos, pensando que la idea tenía algo de lógica.

Renko me miró con incredulidad, como si hubiera dicho la cosa más absurda que hubiera escuchado en su vida.

— ¿Tú estás loca? —su tono fue directo, casi cortante—. No tienes experiencia en pelea. Intentar enfrentarlo ahora puede acabar con tu muerte... sin mencionar que tus hermanos también estarían en peligro.

Me quedé en silencio, mordiéndome el labio. Su respuesta era cierta. No podía arriesgarme a que algo les sucediera a Honoka o a Furuko... ni a ninguno de mis otros hermanos. El simple pensamiento de ponerlos en peligro me hacía sentir un nudo en el estómago y concluí que fue verdaderamente estúpido de mi parte pensar aquel plan infantil.

Renko se relajó un poco y continuó.

— Mira entiendo la idea de salir a buscarlo pero la única razón por la que huyó la primera vez fue más por la sorpresa. Si lo arrinconamos ahora podría volverse mucho más peligroso, los tipos como él cuando se sienten acorralados pueden volverse impredecibles, y un ataque desesperado de su parte no es algo que queramos provocar. —Hizo una pausa, como si considerara la situación una vez más—. Mi misión es evitar la muerte de otro anómalo, y la mejor forma de hacerlo es que no te encuentre. Solo esperaremos esta noche. Si no logra ubicarte, sus planes podrían cambiar aunque, claro, lo revisaré con mi equipo para ver qué tanto ha cambiado el futuro.

Sus palabras me dieron algo de calma, pero una pregunta seguía rondando mi cabeza. Tenía curiosidad por esa amiga suya, la que había mencionado que podía ver el futuro.

— Entonces... esa chica de la que hablas, tu amiga... ¿Es una vidente o algo así? —pregunté, tratando de comprender mejor la situación de como Renko sabía que sería la víctima de este extraño asesino.

Renko se quedó pensativa por un momento antes de negar con la cabeza.

— Para nada, sus poderes son distintos pero no me gustaría hablar de eso. Es nuestra miembro más poderosa y... bueno, mantenemos mucha de su información en secreto por su seguridad. —Expreso la chica mientras miraba por la ventana—. Después de todo, ella es como nuestro "as bajo la manga".

"Un as bajo la manga...". Eso me dejó intrigada, pero era obvio que Renko no tenía intención de profundizar en el tema. Solté un pequeño suspiro y dejé el asunto ahí por el momento. Si tenían alguien tan poderosa en su grupo, quizás eso explicaba cómo habían logrado liberar a tantos anómalos de los cazadores.

— Así que... lo mejor que puedo hacer es esperar, ¿eh? —Comente algo decepcionada.

Renko me devolvió la mirada, con un ligero gesto de simpatía.

— Exacto, aveces, lo más inteligente es no hacer nada. Dejemos que el destino haga su jugada, y luego veremos cómo mover nuestras piezas.

Pasado un tiempo me cambié a ropa más cómoda, dispuesta a mantenerme despierta durante toda ka noche.

El plan era simple: no dormirme. Así que me armé con todo lo que podía para mantenerme despierta. Revisé mi teléfono una y otra vez, aunque nada interesante pasaba en redes a esas horas. También leí algunas de las revistas que tenía guardadas, pero no había mucho que leer la verdad.

Renko no hablaba mucho por su parte. Estaba sentada en la cama, hojeando alguna revista que había agarrado sin pedir permiso. Aun así, lo que más me llamaba la atención eran sus orejas de gato. Pensé que, al estar en su forma humana, parecería una persona normal, pero no, ahí estaban, asomándose por su cabello blanco. Me costaba no mirarlas.

El tiempo pasó lentamente, y el silencio de la noche empezó a pesarme. Sentí sed, así que me levanté para ir por un vaso de agua.

— Voy a la cocina —le susurré a Renko.

— Te acompaño —respondió, transformándose de nuevo en un gato antes de que pudiera objetar.

Ver dicha transformación era como ver un truco de magia, como pasaba de tal apariencia humana a la de un pequeño felino dejando atrás mis pijamas.

Sin decir más, bajó de la cama y comenzó a caminar detrás de mí, sigilosa.

Eran las 3 de la mañana. La casa estaba en completo silencio, o al menos eso creí hasta que llegué a la cocina.

Todo se sentía extrañamente frío, más de lo normal. Fruncí el ceño. "Qué raro", pensé, sintiendo un ligero escalofrío mientras caminaba.

Mientras avanzaba hasta la cocina él estaba allí, Honoka, aparentemente practicando con sus poderes.

En su mano, pequeñas partículas de hielo comenzaban a acumularse, como si estuviera intentando crear una especie de nevada en miniatura. Me detuve por un momento, observándolo. Siempre me había impresionado lo bien que dominaba su poder. Pero ¿por qué lo estaba practicando a estas horas?

— ¿Nagisa? —Honoka se giró de repente al sentir mi presencia, con una expresión de sorpresa—. ¿Qué haces despierta a esta hora?

Renko, en su forma de gato, se quedó detrás de mí, tratando de pasar desapercibida. No quería que Honoka la viera, y yo tampoco quería tener que explicarle por qué una gata estaba rondando la casa.

— Ah, no podía dormir así que vine por un vaso de agua —respondí con una sonrisa forzada, tratando de no llamar la atención sobre el hecho de que estaba despierta por razones más complicadas.

Honoka me observó por un momento, probablemente preguntándose si había algo más detrás de mi excusa. Pero después de lo que pasó esta mañana, parecía no querer molestarme.

— Tú tampoco puedes dormir, ¿eh? —comenté, señalando la nieve que aún flotaba en el aire alrededor de su mano.

Él solo se encogió de hombros.

— Yo... Solo me gusta tratar de practicar un poco mis habilidades cuando todos están dormidos —Apagó la pequeña nevada que había creado con un simple movimiento de su mano y se quedó mirándome—. Sabes, es difícil tener estás habilidades y no querer usarlas, ¿Tu me comprendes, no?

— Si. —Asentí, tomando un vaso de agua.—, aveces no se cómo le hace Furuko para no querer experimentar con sus dones.

— Supongo que como es mayor que nosotros no tiene esa fascinación con la que crecimos al descubrir estás habilidades, bueno yo me retiro si hacemos mucho ruido Nisaki puede regañarnos, trata de no quedarte despierta tan tarde. —Honoka dio media vuelta y se fue hacia su habitación, dejando la cocina nuevamente en silencio. Renko, que hasta ese momento había estado oculta, se me acercó con paso sigiloso.

— Ese chico tiene potencial —murmuró en voz baja, con una sonrisa felina en su rostro.

— Sí, es bastante bueno con sus poderes —respondí distraída, todavía sorprendido por el inesperada encuentro de Honoka.

La calma de la casa se mantuvo mientras regresábamos a mi cuarto, pero una sensación inquietante no me dejaba en paz. Dejé escapar un suspiro, me recosté en la cama y decidí que ya no valía la pena seguir dándole vueltas. Renko, optó por permanecer mas tiempo en su forma de gata, ya estaba acurrucada, aparentemente lista para trasnochar.

Permanecer despierta es más difícil de lo que uno pensaría...

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El silencio de la casa era absoluto, todos en la casa seguro estaban dormidos, todo seguro era paz, todo... excepto en la mente de Furuko.

Dormía profundamente, pero su respiración comenzaba a agitarse. Algo, una fuerza invisible, arrastraba su conciencia hacia un lugar oscuro, lleno de un malestar desconocido.

En su sueño, Furuko se encontraba de pie en el borde de un vasto abismo. Las paredes del precipicio estaban teñidas de un rojo intenso, como si fueran de carne viva palpitando al ritmo de un latido ominoso. El abismo parecía extenderse infinitamente hacia abajo, y una sensación de vacío aterrador invadió su pecho.

— ¿Dónde estoy? —murmuró, aunque sabía que nadie podía escucharla.

La atmósfera se sentía pesada, sofocante, como si cada respiro que tomara fuera más difícil que el anterior. Miró a su alrededor, tratando de encontrar algo que le diera sentido a su pesadilla, pero lo único que veía era el abismo rojo que se extendía hasta el infinito.

De repente, una voz resonó en la oscuridad, profunda y distorsionada, como si emergiera desde las profundidades del abismo.

Ven, ven y salta... —la voz la llamaba, lenta y grave— Salta ahora...

La piel de Furuko se erizó. Dio un paso atrás, pero algo la mantenía atada al borde, incapaz de moverse más lejos. Intentó gritar, pero su voz no salía, como si el aire se hubiera solidificado a su alrededor.

El suelo bajo sus pies comenzó a agrietarse, pequeñas fisuras que se extendían con un sonido estruendoso. El abismo la llamaba, y cuanto más intentaba resistirse, más fuerte sentía la atracción hacia el vacío. La sensación era indescriptible, como si la gravedad misma la arrastrara hacia ese oscuro y rojo pozo de desesperación.

De repente, una figura se materializó al otro lado del abismo. Era borrosa al principio, pero poco a poco sus rasgos comenzaron a definirse. Una silueta alta, encapuchada, con una capa carmesí que parecía fundirse con las paredes del abismo. La figura extendió una mano hacia ella, como una invitación.

Salta... Tu lo deseas, ¿No es así? —la voz resonaba aún más fuerte ahora, penetrando en su mente— Este mundo... Te parece desagradable... Tu debes saltar... Salta y libérate...

Furuko sintió el frío del terror recorrer su espalda, incapaz de decidir si esa figura era su salvación o su perdición. Dio otro paso atrás, pero el borde del abismo se desmoronaba más rápido ahora, empujándola hacia la decisión que no quería tomar.

Una risa macabra llenó el espacio, rebotando por las paredes del abismo, mientras el suelo bajo sus pies finalmente cedía.

Furuko cayó.

La oscuridad la envolvió completamente, y con ella, el sonido de la risa se desvaneció, reemplazado por el latido de su propio corazón acelerado.

De golpe, Furuko despertó en su cama, bañada en sudor frío. Su respiración era errática y, por un momento, creyó que seguía cayendo. Miró alrededor de su habitación.

Era de madrugada.

¿Que había sido aquel sueño?

Continuará...

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