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4. Culpa con química


A la mañana siguiente era sábado, el día del baile de bienvenida. No era un evento exactamente vital para nosotros, pero sería de las únicas noches normales que tendríamos como adolescentes, así que íbamos a aprovechar el momento.

Por supuesto, esperábamos un día normal, sin muchos percances, pero la suerte no siempre estaba de nuestro lado y esa misma noche, en vez de bailar con nuestros amigos, terminaríamos descubriendo otro Equipo Élite.

Pero antes de adelantarme a eso, necesitan saber lo que sucedió a lo largo del día. Este es uno de esos días especiales que todos tenemos, donde tomamos decisiones que desencadenan veinte líneas temporales alternas.

Fue la primera noche que Christian pasó en la Cabaña. Era mi turno de hacer el desayuno y casi olvidé hacer uno extra. Estaba haciendo mi mejor esfuerzo por tratarlo como trataba al resto de los Anormales, pero era difícil demostrarle la confianza que nosotros ya habíamos formado. Sabía que Christian tenía la mejor intención y que yo no debería tomarme personal que él intentara ser un reemplazo para Frederick, pero de cualquier manera me lo tomaba personal. Sentía que la Sinfonía estaba esforzándose mucho en olvidar a Frederick, pero no comprendía por qué, lo que me hacía sospechar que ellos sabían algo que nosotros no.

Para compensar por casi olvidar su desayuno, le di el tour de la Cabaña a Christian. Se suponía que los demás ya se lo habían dado después de la simulación en el barco pirata, pero al parecer Anthony y yo arruinamos el momento, así que decidieron dejar el tour para otro día. Le mostré dónde se encontraba el río y tuvimos un momento de silencio cuando pasamos por el memorial de Frederick. Dimos un recorrido por el bosque, al cual los Anormales ya estábamos acostumbrados y sabíamos guiarnos por entre las sombras de los árboles, pero Christian se tropezó al menos un par de veces con los troncos caídos

Le enseñé el orden de las tareas y el calendario que teníamos para marcar eventos importantes para todos, como las noches de películas clásicas que le gustaban a Brandon o las tardes de estudio para ayudar a Ryan. El cumpleaños de Anthony sería el siguiente mes, tan solo unas semanas antes del mío. Christian añadió el suyo, que sería hasta el próximo año, pero me sentía mal de no incluirlo. Sería parte de los Anormales después de todo.

Christian compartiría habitación con Ryan, de lo cual estuvo feliz al principio porque Ryan le agradaba, pero al tener que soportar sus ronquidos toda la noche, ya no se sintió tan feliz. Eagle le regaló un par de tapones de oído mientras se acostumbraba.

Finalmente llegamos al sótano: el único lugar de la Cabaña recubierto en metal tanto en el techo y piso como en las paredes, tan profundo que no parecía ser parte de la Cabaña, sino de una estructura completamente distinta. Michael me había dicho que Christian había mencionado algo de que le gustaba el arte, así que le dije dónde podría poner su estudio de arte si quería un lugar.

—Este es el laboratorio de Anthony y ese es el taller de Michael, así que te recomiendo que tu estudio esté lejos de aquí —comenté mientras le mostraba. —Brandon y yo tenemos una apuesta de cuánto tiempo podrán coexistir el laboratorio y el taller juntos antes de explotar algo. Yo digo que hasta el próximo año, él dice que hasta antes de diciembre.

—¿Por qué Anthony tiene un laboratorio? —cuestionó, inspeccionando todos los ingredientes y elementos en el estante.

—Nos ayuda mucho cuando tenemos misiones donde no podemos utilizar poderes. Aquí él crea bombas de gas y armas no mortales, como este gas pimienta. —Lo saqué de mi bolsillo. —Me lo dio la semana pasada, por si necesitaba protección extra en mi día a día. Realmente no la necesito, pero aprecio el detalle.

—¿Y qué es eso? —Christian señaló un par de cajas de cartón cerradas.

Guardé silencio un par de segundos antes de responderle:

—Eso es... lo que Frederick dejó en la Cabaña antes de fallecer. No hemos querido deshacernos de eso. Aún estamos pensando en una manera de incorporarlo al memorial o hacer algo... útil.

Christian asintió. Abrió la boca para preguntar sobre algo más, pero alguien se aclaró la garganta detrás de nosotros.

—¿Tienes un momento? —me preguntó Anthony.

—En realidad estoy-

—No te preocupes, Camila —me interrumpió Christian suavemente—. Ya me mostraste lo más importante de la Cabaña, gracias.

—Uh, de acuerdo —murmuré extrañada ante el cambio de Christian.

Christian asintió cordialmente y se alejó hacia la salida del sótano. No comprendí por qué había estado tan abierto a que Anthony nos interrumpiera, hasta que vi al propio Anthony. Sus ojos delataban que algo andaba mal, Christian debió haberlo sentido.

—¿Qué sucede? —pregunté con preocupación.

Anthony negó con la cabeza. Se cruzó de brazos y se recargó contra la mesa de su laboratorio. Para bien o para mal, todos en el equipo teníamos esos momentos, donde llegábamos con otro integrante y hablábamos de impromptu sobre nuestros problemas.

—Anoche no pude dormir. —Suspiró. —Christian... su presencia en el equipo... no me agrada.

Imité su posición, colocándome a su lado.

—¿Por qué? ¿Sientes desconfianza hacia él?

—¿Christian? Nah. Él no podría herir ni a una mosca. —Bufó. —En cambio, la Sinfonía fue quien lo integró y... no sé. Eso sí me da desconfianza.

Asentí, de acuerdo con él. La Sinfonía aún nos escondía cosas.

—Pero esa no es la verdadera razón por la que tratas mal a Christian —adiviné.

—Es una de las razones —admitió—. Otra es porque me irrita que siempre esté leyendo nuestras emociones. —Frunció la nariz. —Pero la razón principal es que Christian no debería estar aquí.

Lo observé por unos segundos. Sus ojos verdes usualmente arrogantes ahora tenían una calidez que hubiera sido agradable, de no ser porque había una enorme tristeza detrás.

—¿A qué te refieres? —inquirí.

Anthony tensó la mandíbula y desvió la mirada. Se perdió un momento en el vacío. Pude ver el instante en el que comenzó a arrepentirse de venir a hablar conmigo, por lo que lo tomé por el brazo y busqué su mirada. Le había tomado tiempo confiar en mí, en nuestra amistad, y no iba a permitir que se echara atrás.

—Debo decirte algo, Camila —murmuró.

Asentí sin decir más, esperando a que él hablara.

—El día que nos atacaron en el río, Frederick y yo nos quedamos peleando contra el equipo de Jack. Solo nosotros dos contra un enorme equipo de personas bien entrenadas y con poderes destructivos que controlaban a la perfección.

Asentí de nuevo, recordando lo que me habían relatado cuando todos llegaron a punto de morir en la cocina de mi casa. Frederick, Anthony y Ryan estaban entrenando cuando los emboscaron. Ryan fue a la Cabaña a pedir ayuda de Brandon y Michael, pero al regresar, Frederick ya no estaba y Anthony estaba inconsciente.

—Yo estaba distraído peleando contra una velocista —relató Anthony. Hasta ese momento caí en cuenta que nunca antes había escuchado la versión de Anthony, quien había sido el último Anormal en ver a Frederick con vida. —Era por mucho la más peligrosa de todos los que nos estaban atacando y Ryan se había ido, no había nadie quien la igualase en poderes. Frederick se encargó de teletransportarse constantemente para dificultarles el objetivo a los demás, pero eran demasiados, White. Eso, añadido con la energía vital que nos estaban robando, nos hacía demasiado vulnerables.

«La velocista me superó. Un momento yo estaba lanzando un golpe y al siguiente tenía mis manos sujetadas en mi espalda con cinta y a la velocista frente a mí. Le hizo una señal a otra chica y ella abrió un portal a Dios sabrá dónde. Intenté liberarme, White, juro que lo intenté, pero no actué suficientemente rápido.»

Le di un ligero apretón en el brazo, intentando reasegurarlo. Él colocó su mano sobre la mía, buscando el apoyo.

—Frederick lo vio. Me liberó, pero al hacerlo dejó de teletransportarse, se convirtió en un objetivo fácil. Intenté protegerlo, lancé tantas descargas eléctricas como pude, pero no fue suficiente. Estábamos demasiado cerca del portal y al menos uno estaba destinado a caer por ahí. Le dije a Frederick que huyera, él podía teletransportarse, yo ya no tenía oportunidad de huir. Yo estaba dispuesto a sacrificarme, Camila, pero Frederick no me lo permitió. Me gritó que hiciera lo necesario para regresarte al equipo y me noqueó. Él fue quien me dejó inconsciente, para salvarme la vida.

Solté un suspiro tembloroso. Frederick se había sacrificado por Anthony. Frederick no solo se había sacrificado por Anthony, sino también había pensado en mí y en que debía estar de vuelta en el equipo.

Entrelacé mis dedos con los de Anthony, porque había sido una pérdida para ambos y hasta el momento no había caído en cuenta de lo importante que había sido para él también.

—Estaba dispuesto a sacrificarme por él —repitió Anthony suplicante, como si genuinamente necesitara que yo le creyera para estar bien consigo mismo—. Porque, honestamente, creo que el equipo estaría mejor con él y... sin mí.

—Anthony... —intenté decir, pero él no me lo permitió.

—Es por eso que Christian no debería estar aquí. Si hubiera podido salvar a Frederick, si hubiera hecho algo diferente aquel día... Christian no estaría aquí, porque Frederick sí. Éramos solo nosotros dos. Si alguien tiene la culpa de su muerte soy yo.

—Eso no es cierto —dije, asegurándome de buscar su mirada—. Solo eran ustedes dos, como dices. No había manera de que derrotaran a tantas personas al mismo tiempo, no en ese momento, pero por eso hemos entrenado hasta que nos duele cada parte de nuestro cuerpo, así nunca volveremos a encontrarnos en aquella situación donde nuestras habilidades no igualan o superan a las del enemigo. ¿Todo este tiempo te has sentido así de culpable por su muerte?

Anthony bajó la mirada, asintiendo lentamente. Había pasado más de un mes del fallecimiento de Frederick, no podía creer que Anthony hubiera estado con esa carga sobre sus hombros por tanto tiempo.

—Oh, Anthony, desearía haberlo notado antes —lamenté—. Nadie te hace responsable por su muerte, mucho menos yo, porque no lo eres. Y sobre lo del equipo siendo mejor sin ti... Todos extrañamos a Frederick y a todos nos gustaría tenerlo de vuelta, pero tú también eres nuestro amigo. Nos hubieras hecho tanta falta como Frederick. Con o sin él, el equipo siempre va a ser mejor mientras tú estés.

Anthony suspiró. Me sostuvo la mirada por un par de segundos antes de sonreír y asentir, convencido de nuevo que su existencia era la mejor cosa que le había sucedido al universo. Dudó un momento antes de darme un beso en la frente.

Un beso en la frente. De manera completamente platónica, claro.

—Gracias —murmuró contra mi frente—. Necesitaba escuchar eso.

Sonreí de vuelta.

—Gracias por compartir, Chispas.

Alguien tosió a mis espaldas.

Anthony y yo nos separamos con un pequeño salto. Casi tropiezo con las cajas de las cosas de Frederick, pero Anthony logró estabilizarme con su mano sobre mi espalda baja. Un leve sonrojo subió por mi mejilla y Anthony lo notó. Me guiñó un ojo a lo que yo respondí sacándole la lengua.

—Lamento interrumpir —dijo Christian—. Olvidé esto aquí —Tomó su celular, que había dejado sobre la mesa de laboratorio de Anthony.

Anthony se vio ligeramente irritado por la interrupción, pero era difícil decir, ya que se veía ligeramente irritado cada que Christian estaba alrededor. Le restó importancia con un gesto de mano.

—Ya estábamos terminando. Gracias, Alien.

Me dedicó una última sonrisa y se alejó hacia la salida. Cuando escuchamos la puerta cerrar, Christian se acercó a mí de manera casi confidencial.

—Brandon me dijo que no podía mencionar nada frente a Anthony porque solo provocaría que me odiara más, pero honestamente estoy muy interesado en el desarrollo de su relación —confesó con emoción.

Alcé una ceja.

—¿Nuestra relación?

—¡Sí! Ustedes tienen química. Es divertido verlos interactuar. Anthony no trata a nadie más así.

Me crucé de brazos.

—Eso es porque somos un equipo donde soy la única mujer, por supuesto que a los demás los va a tratar distinto que a mí—señalé con obviedad—. Incluso si hubiera otra chica u otras mil chicas en el equipo, Anthony nos trataría igual porque coquetear es como respirar para él. Estás confundiendo química con nuestra forma de amistad, Christian. No te preocupes, ya te acostumbrarás.

Christian no se vio convencido con mi argumento.

—Tengo poderes empáticos, sé lo que digo cuando digo que hay química entre dos personas. Veo como un aura púrpura a su alrededor. No sé explicarlo.

—Púrpura, ¿eh? —Desvié la mirada, intentando convertir a mi tono casual. —Y... ¿qué color ves cuando estoy con los demás Anormales, por ejemplo... Eagle?

Christian soltó una risa que me hizo saber que habían sido evidentes mis intenciones.

—Depende del momento, a veces es púrpura, otras veces es verde brillante y otras veces es rosa.

—¡Rosa! Eso es bueno, ¿no?

—El verde brillante es mejor. Transmite calma y estabilidad. Pero el púrpura también es divertido.

Intenté fingir que no me importaba en absoluto.

—De cualquier manera, no hay nada entre Anthony y yo... o entre Eagle y yo —dije, ligeramente más bajo—. Tal vez tus poderes se están ajustando a nuestra dinámica amistosa y platónica.

Christian se rio y negó con la cabeza.

—Mis poderes no fallan, Camila. Los he tenido desde los cinco años —reveló con orgullo—. No tengo más poderes, pero el único que poseo está bien entrenado.

—¿Cinco años? Vaya, eso es muy joven. No había escuchado de nadie que hubiera descubierto sus poderes a esa edad —admití con admiración.

Christian se encogió de hombros con modestia.

—Mi punto es que está bien si no quieres admitir tus sentimientos, pero no intentes mentirme al respecto. Sé perfectamente cuando alguien miente.

Chasqueé mi lengua con lástima.

—Sí, lo recuerdo. Ese poder me habría sido útil algunos años atrás —murmuré—. Supiste que mentíamos cuando te dijimos que no éramos el Equipo Élite —reí.

Christian rio conmigo.

—No es que lo hayan disimulado muy bien de cualquier manera. —Suspiró, poniéndose serio de pronto. —Escucha, hablando de mentiras... tal vez debería decirte sobre la que detecté en Andrew ayer.

Fruncí el ceño. Casi por instinto iba a brincar en defensa de mi primo, pero recordé los múltiples secretos que me había guardado y que aún continuaba guardando, así que me quedé en silencio. Permití que Christian siguiera.

—No sé exactamente cuál es el problema entre la Sinfonía y los Anormales, pero sé que tiene que ver con Frederick y la manera en que murió. —Se aclaró la garganta. —No deseo causar más controversia entre ustedes, pero también sé que si quiero formar parte de los Anormales, primero deben confiar en mí. Deben saber que estoy de su lado y que si se van a formar bandos, estaré en el suyo.

—¿Qué mentira escuchaste, Christian? —apresuré.

—Cuando Anthony preguntó si tenían noticias sobre el equipo de un tal Jack, que entiendo que son los asesinos de Frederick, Anthony aseguró que no había noticias. —Pausó. —Estaba mintiendo. Ya saben algo del equipo del tal Jack y, por la ansiedad que vi, no eran buenas noticias. Incluso Kira se tensó cuando lo mencionaron y Kira es muy buena para esconder sus emociones de émpatas como yo.

Solté una risa incrédula.

—¡Lo sabía! Sabía que no nos estaban contando todo sobre la muerte de Frederick —exclamé triunfalmente.

Lo medité por un momento. Si habían recibido información sobre el equipo de Jack, seguramente debían tenerla en sus oficinas o en el Cubo, que era su versión de la Cabaña. Mi única opción era irrumpir en las oficinas, ya que aunque Michael nos pudiera teletransportar hacia el Cubo, no sabíamos dónde se encontraba. Tal vez esta vez podríamos ver más oficinas o buscar mejor en la mini biblioteca de Russell, estaba segura de que pudimos haber pasado algo por alto.

—Gracias por decirme, Chris —le dirigí una sonrisa cálida—. Lamento que aún no te hayamos hecho sentir como parte del equipo, pero estamos trabajando en eso, lo prometo. Somos un equipo que es capaz de literalmente pelearse a golpes por la última galleta de la alacena, somos un equipo que probablemente te jugará bromas de vez en cuando solo porque estamos aburridos o porque necesitábamos venganza por haberte llevado la última galleta, somos un equipo tan ruidoso que estamos acostumbrados a gritarnos desde el exterior de la Cabaña hasta la cocina, somos un equipo que se reirá de ti si te caes, pero te ayudaremos a levantarte. A pesar de todo eso, somos un equipo que está dispuesto a escuchar cuando lo necesites y a dar nuestra vida por ti. Nunca dejamos a nadie atrás.

Christian asintió, sonriendo comprensivamente. Él sabía que estaba diciendo la verdad.

—Y como líder de este Equipo Élite —continué—, oficialmente te doy la bienvenida a los Anormales.







N/A

Ok, ya todas sabemos que tengo la costumbre de desaparecer y aparecer sin previo aviso JAKSJA.

Les voy a ser honesta, estoy actualizando ahora porque me acordé que Wattpad existía JAJAJ. Así que démosle un millón de gracias a -sram- que me inspiró con cada uno de sus comentarios y su entusiasmo por esa historia, de verdad no sabes cuánto aprecio que le hayas dado una oportunidad a mis ideas <33

¡Muchas gracias por seguir esta historia!

Alex

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