Tú ya eres un poema inmenso,

por ti fluyen ríos

como palabras,

lagos y mares bailan

en tus caderas.

Y cuando el sol deja paso

a la arena en tu piel,

tu cuerpo desprende

imágenes enteras,

llenas de poesía.

Como mano de la musa,

ya que escribo con la tinta

que ella se pasa por los labios,

y luego susurra en mis oídos

su boca emborronada 

frases mudas,

a las que darle melodía.

Intento escribir versos

que sean perennes,

resistentes al agua y

al vacío,

fuertes contra el miedo.

Que inunden,

te quiten el frío

y susurres contra mis labios

que te los recite de nuevo,

mientras me abrazas.

Que luego bajes

y dibujes planetas

con tus dedos desde

mi ombligo a mi cintura.

La noche no acaba si no me abrazo

a la luna creciente

de tu espalda.