Control
Los días de lluvia sobre los ojales
de su sudadera
hiel escrita,
con el talón de Aquiles del naufragio,
que hay bajo sus ojeras.
Ese gorro de nieve, escándalo de una ciudad
sin ausencia de provincias
con brumas a la espalda
y espejos todos del alma,
en el Cáucaso de la indiferencia.
Me paré a la altura
de una calle que dejé arrancada
hacía tiempo en una página que doblé,
y me encontré echándola de menos
el viernes saliendo a las once del aparcamiento del cine.
No sé si fue el aplanamiento de la noche
o los clamores del cielo;
la resaca de haber estado lloviendo
y con llanto en los ojos.
Pero la eché de menos,
y la morriña se me sube
por la piel como en esa escena de Control
en la que las sombras se cuelan sobre una
cabina de teléfono.
Y luego sobre un portal vacío
se abren los sentimientos
y ahí Ian y Annik
entendieron que en su amor
no existían las corazas
solo las metáforas en
las que podían ser cualquiera
mientras fuera entre ellos.
Y me di cuenta cuando me mojó la noche
con gotas puntillistas
pero no es la lluvia
y no eres tú.
La lluvia huele al frescor de la hierba
pero tú sabes a miel
y eres algo tan mágico
como ver llover durante un eclipse de luna.
No sé a qué atenerme
a que yo ya no soy tuya
o a que casi todo lo que escribo
es el dibujo de tu mirada.
A que todo lo que muere
es grafito y que todo lo que hemos
cambiado es tan solo la perspectiva
de un semáforo en el rojo de la madrugada.
Y tú deberías saberlo
que las líneas de mi piel son del roce
de tus manos,
y las líneas de mis dedos
vestidas de verde,
entrelazadas con el pudor y el miedo
de que hayan cambiado tus sentimientos.
Pero soy irremediablemente tuya
aunque no te merezca
porque sé que eres lo más fascinante
por lo que he caído en toda mi vida.
Y por eso a veces duele tanto
cuando noviembre cae a cuentagotas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro