Carta
Llevamos unos días fuera de control
es como si Disorder me quemara la piel
camino por las calles que hay cerca de tu apartamento,
pero no me atrevo ni siquiera a dejarte una nota.
Es demasiado arriesgado supongo
que aunque sea libre e independiente
te siga buscando demasiado,
y no puedo dejar papeles que con sus notas
musicales te esperen en la puerta
y cuando salgas a fumar
se suban a tus oídos y te digan
-Ella te echa de menos.
Hay demasiado acero en las calles,
demasiado hierro en las puertas,
el 15 es el último portón en el que nos vimos
deshaciendo inseguridades.
Sabía que tu forma de decir –volveré
es la forma que tienes de decirme
-volverás
-que volverás a encontrarme
aunque tengas que deshacer tu hielo
y el mío.
Los días nublados me llevan de cabeza,
porque las nubes son hipotérmicas
pero la firma inocente de tus párpados
sacude a la raya negra que maquillan mis ojos.
Pero entre tu cuerpo y el mío
hay una nota insalvable
una distancia al margen
de la que me cuesta apartarme,
y necesito emborracharme de ella
y emborracharme de ti.
Volver a escuchar back
saliendo como el humo de tus labios.
En mis notas al margen escribo
y a mis diarios les hablo de ti,
ellos dicen que alguien ha llamado
a la puerta de abajo.
Y que eres tú, quién desesperadamente
mira a la lluvia que hay bajo sus pies,
esperando que le abran
para escapar del frío que hay siempre en su vida.
Yo les digo que no
que el suelo está demasiado mojado
pero te echo de menos,
y que cualquier juego ilusionista
me va a partir en dos.
-¡Annik!
Estoy segura que eso no lo dicen mis notas al margen,
ni mis libros,
ni el tocadiscos que suena.
Ni nada que en el espejo resuena.
Corro la cortina a un lado y te miro
a través de las gotas de agua,
tu cabello está tan mojado
que siento frío.
Hago un choque que rompe con mis uñas
que desaparece en el vaho del cristal,
miras hacia arriba y tu mirada choca en mí
tus ojos me taladran
y el miedo y los nervios de perder el control
son reales.
Bajo las escaleras y enciendo las luces
pero aun así hay cortes de luz
por la tormenta.
Abro las dos grandes puertas de mi apartamento
y nos quedamos mirando un tiempo
que no existe,
porque un relámpago aparece como aurora
boreal delante de nuestras
y tu brazo impacta en mi hombro
como pidiéndome - por favor
déjame entrar esta noche.
Sabes que asiento porque no te negaría nada.
Hay galletitas de vainilla en la cocina
té con sabor a menta
o chocolate suizo bien caliente
-puedes escoger lo que quieras,
yo estaré arriba.
Sé que sonríes porque tú siempre dices
que soy tu dulce, tu chica de aroma de vainilla
y que huelo como el tecito de menta.
Eso hace explotar mi corazón en placeres desconocidos,
pero tu mirada se para seria cuando digo que estaré arriba.
Estaba intentando escribirte algo,
pero me pongo nerviosa
porque también quiero hablar contigo antes
de dormir,
y soy un manojo de nervios.
Estoy histérica como una bomba.
Pero noto unos golpes en la puerta
de mi habitación....
Voy a abrir y te veo aún en tu abrigo negro
con tus manos en los bolsillos
mirando a tu alrededor con educación.
Tus ojos me ruegan
y lentamente tus brazos se van abocando
en mi espalda, hundiéndose en mi cintura,
los míos también en tu espalda.
Lentamente cayendo como por el túnel
de las maravillas
mis manos se disparan a tu cuello.
Tú levantas tu mirada
y me miras a los ojos,
tú sonríes
y yo no me niego.
Tus manos se cruzan en mis mejillas
y con tus dedos levantas mi barbilla,
besas mi frente
y tímidamente mis labios.
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