0: 39
Caminé por los terrenos áridos del invierno,
tus mejillas eran asfalto congelado,
lluvia de hierro tal vez, ya sabes, soy
un fragmento en desuso cuando se trata de ti.
De morder el polvo para describirte
o analizar tus rasgos profundos
de miniaturas galas.
Yo que sólo tengo un mirador oscuro
en las pupilas, profundidades en prosa.
Nunca tengo miedo si puedo doblar mis versos
en tus maletas, cada mañana que yo despierto y tú coges el tren a tus paradas nocturnas. A tus flores de epitafio. A tus suburbios de invierno. De tus labios en un morado perpetuo, tengo miedo de tocarlos con mis dedos y arrinconarlos con la parte más tibia de los míos, que sólo se marchita si estás en paradero desconocido, o no te has dejado llover por la estación de tren.
A veces me siento como un plano secuencia atrapado por la cortina negra de la oscuridad. Me digo que lo deje pasar que no debo extrañarte, porque estás ahí. En mis miedos, cuando no me quedan más opciones, estás ahí, sin pedirme nada a cambio, sólo que sea honesta. Y yo le grito a mis entrañas que se callen, que no creo que debas escuchar lo que siento. No creo que quieras escucharlo. Que me he caído sobre tus rodillas, y he vendado todas tus heridas, posesa no del amor de Eros, sino de la perpetuidad de la casualidad inhumana que has traído a mi vida. Porque nunca pensé que formarías parte de mi vida. Que mi calendario se deshiciera de tal forma ese mes de octubre en el que te echaba de menos.
Te confesé que tenía miedo de enamorarme. Ya estoy lejos de eso. Varias millas enamorada de ti y sin ganas de volverme hacia la orilla.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro