Llegó la noche, madre me había pedido que prepara pizza, me encontraba amasando la masa en la barra de la cocina observando de reojo el celular del otro lado de la cocina, mis pensamientos no habían sido interrumpidos por otra cosa que no sea Zayuri, me apuré a amasar, a poner los ingredientes, para finalmente acabar.

Me senté, no sé por qué pensé que podía tomar el cel, así que lo hice, no podía aguantar más, abrí el chat, tantos mensajes de ella enojada, sentí que mi mundo cayó destruyéndose poco a poco, traté de hablarle, ella estaba enojada y mi nube se llenó de enojo también, me enojé y empeoré las cosas, le hablé feo, dañándome por dentro, hasta que el arrepentimiento se hizo presente y el nudo en la garganta apareció.

Un nudo que cada vez se hacía más grande, me lastimaba, estar enfrente de mi madre era una tortura ya que me era imposible no mover mi cara para hacer una expresión de tristeza y tortura que inundaba mi corazón, las lágrimas salían a chorros y la pena de decirle a Zayu directamente cómo me sentía me invadió, puse en mis estados que era horrible cuando quieres llorar pero no puedes, que me quería morir y solo quería que Zayu los viera.

Sí contestó - pues llora - no podía llorar frente a mi madre, no podía, aunque prácticamente ya lo estaba haciendo.

- ¿Me vas a decir por qué lloras? - dijo mi madre descubriéndome.

Sabía que llegaría un punto en el que ella misma se enteraría revisando mi celular, pero eso era peor, no quería perder a mi madre, sentía que la traicionaría así que me armé de valor y decidí contarle yo misma todo lo que estaba pasando a solas en mi habitación.