
III: Encierro
El hecho de vivir en el número 12 de Grimmauld Place, no le molestaba a pesar de que fuera un lugar tan sombrío, tampoco le molestaba el hecho de que tuviera plagas mágicas o que el cuadro de su abuela gritara con cualquier cosa. Lo que le molestaba era su padre, bueno no exactamente él porque lo adoraba, era el padre millonario buena onda que cumplía casi todos sus caprichos con solo pedírselo y hacer un pequeño puchero, pero tenía un gran defecto: no la dejaba salir de la esa habitación, de la cual había tratado de arrancar unas fotos de mujeres muggles en bikini — sin duda ese era el cuarto de Sirius Black cuando fue joven—. Sus orbes se posaron en los banderines de Griffyndor, los cuales identificaban a una de las casas de Hogwarts, lugar donde estudiaron sus padres. Realmente estaba harta de estar encerrada entre esas cuatro paredes.
Prendió el estéreo muggle que había traído con ella y puso uno de sus discos favoritos de Guns N'Roses, sonrió por un momento y una idea paso por su cabeza, quizá funcionaria, así que subió el volumen lo más que pudo, tomo su varita y lanzo un hechizo a las bocinas del estéreo para que este tuviera un sonido más potente, también hechizo algunas cosas como zapatos y unos baúles viejos, entre otras cosas, los cuales subían y bajaban golpeando el suelo sonoramente. Esto ocasiono que todo el ruido se escuchara por la casa, los gritos de su abuela se combinaban con el ruido de su habitación, su sonrisa se volvió aún más grande.
Desde hace más de diez días que había llegado, al inicio solo había tenido contacto con su padrino: Remus, y con un pelirrojo, que se presentó como Bill Weasley, ambos la recogieron una fría madrugada en el aeropuerto de Londres, ya que al parecer la forma más segura para que ella viajara era al estilo muggle. Una vez que llego a la casa Black, se instaló en el viejo cuarto que alguna vez perteneció a su padre, la Sra. Weasley — una señora regordeta pelirroja que había sido muy amable y cariñosa, que al parecer formaba parte de la Orden del Fénix junto con los demás en esta casa, y madre de Bill— le llevaba la comida desde el día en que llego e inclusive le traía muchos postres y golosinas, quizá tratando de compensar el hecho de que su padre no la dejara ni ir a la cocina para comer.
Solía escuchar muchas voces, e inclusive algunas risas y pequeñas explosiones en los pisos de abajo, por lo que sabía estaban los hijos de Molly Weasley y una amiga de ellos, los cuales rondaban su edad.
Anirak había tratado de convencer por todos los medios posibles de convencer a Sirius, hubo un día en el que estuvo a punto de lograrlo, pero no se lo permitió cuando su padrino comento:
"— Sirius, deberías de dejarla bajar, le hará muy bien pasar tiempo con chicos de su edad
La cara de su padre se puso completamente seria y solo salió de sus labios, tras un gruñido: — Ni hablar."
Remus le prometió que hablaría con él para que la dejara salir, pero, ¡Oh, vamos! Es el gran Sirius Black, la persona más terca y necia del mundo, un defecto, que para desgracias de él Anirak había heredado en gran medida.
Al parecer, pasaría lo que restaba del verano encerrada ahí, como si fuera una prisionera, y su único contacto con el mundo exterior serian: su padre, Remus, Molly, Bill— el cual algunas veces le subía la cena y platicaba con ella un rato sobre cualquier tema, inclusive le había conseguido un disco de música muggle que le pidió—, y con Nymphadora Tonks; se podría decir que era su prima, la había conocido tiempo atrás y últimamente, cuando Tonks tenía tiempo libre se la pasaba en esa habitación platicando y en algunas ocasiones le traía golosinas que compraba cuando regresaba del ministerio.
Nymphadora o Dora, como Anirak la llamaba, tenía la teoría de que Sirius no la dejaba bajar por ciertos "diablillos pelirrojos", que eran los hijos del matrimonio Weasley. Y no lo dudaba, era bien sabido por ella que Sirius era un celoso y terrenal de lo peor, quizá se debía a que era un perro a final de cuentas, y claro, el hecho de ir a un colegio de puras chicas le daba la idea de que no convivía con chicos de su edad o los cuales pudieran intentar algo con ella, pero, si Sirius supiera de sus pequeños escapes los fines de semana cuando no tenía clase, y las mayores de edad podían hacer lo que quisieran, sin duda se infartaría, o peor, la dejaría encerrada de por vida en esa vieja habitación.
Y claro que había tratado de escapar, pero al parecer su querido padre hechizo la puerta, ya había intentado con el clásico Alohomora e inclusive patearla, pero no servía de nada ya que al lograr abrirla e intentar salir una barrera transparente no se lo permitía, solo podían entrar, pero no salir.
Molly, Dora e inclusive Bill trataron de romper el embrujo, pero era magia antigua, de esa que los conocidos como Los Merodeadores habían estudiado para algunas de sus bromas, trato de que el otro merodeador que habitaba en esa casa, su padrino, rompiera el hechizo, pero su lealtad estaba con Sirius — o quizá su padre lo habría puesto de su lado — ¡Maldita amistad de años!
Quizá esos doce años en Azkaban habían dejado algún complejo de Dementor en Sirius, una sonora risa escapo de sus labios al imaginarse a su padre con una capa negra vigilando su puerta,
— Al parecer estas muy feliz, y más ruidosa de lo normal.
Las cosas que flotaban alrededor dejaron de hacerlo y la música dejo de escucharse, su padre con un movimiento de varita hizo que todo parara cuando se adentró a la habitación.
— Hola papa, ¿Vienes a presumirme que puedes salir de este cuarto y ser partícipe de toda la diversión que hay allá abajo?
La mirada gris de Sirius hizo un contacto con la de ella, gris contra gris, casi iguales con la diferencia que la de ella era más oscura y la de Sirius un poco vacía, quizá por los doce años que había sufrido encerrado, pero sin duda alguna, había heredado demasiadas cosas de él, para desgracia de la madre de Anirak. Y Remus tenía razón, era casi idéntica a el cuando era joven, pero también tenía un gran parecido con Regulus, su tío muerto.
— Solo es la Orden — agrego —: no es como que haya mucha diversión en estos momentos.
— Podría unirme a ella — tenia conocimientos sobre lo que era, sus padres siempre habían pertenecido a ella y participaron en la primera guerra mágica —, ya soy mayor de edad, y según dicen todas mis maestras soy muy buena en las Artes oscuras y su defensa al igual que en pociones, sin duda sería un muy buen miembro en la Orden — alzo la barbilla de forma orgullosa y arrogante, gesto que hizo que Sirius se recordara a él cuando tenía su edad—, además soy casi tan buena duelista como tú, y muy hermosa e inteligente, no se te olvide eso, ¿Qué más podrían desear?
El mayor soltó una carcajada por las ocurrencias de su hija —A tu madre no le gustaría.
—¿Desde cuándo hacemos lo que le gusta a mamá? Aparte, ¿no siempre dices que la vida sin riesgos no es vida? ¿Acaso te da miedo mamá?
Sirius rodeo los ojos, no es que le tuviera miedo a la madre de Anirak, o bueno quizá un poco pero no lo admitiría frente a su hija.
— Vamos
— ¿A dónde?
Anirak observo como lanzo un hechizo no verbal a la puerta abierta.
— A Ollivander's, seguramente — agregó sarcásticamente —, abajo, a que cenes algo.
— Pero tú no querías que...
— Sal de aquí antes de que me arrepienta, y te deje en este cuarto lo que resta de tus vacaciones.
El mayor salió de la habitación, Anirak observo su reflejo en el espejo rápidamente, se apuntó con su propia varita e inmediatamente su pijama fue remplazado por pantalón ajustado negro y una blusa del mismo color, gracias a Merlín que en el colegio le habían enseñado ese hechizo para cambiar su ropa rápidamente. Soltó su largo cabello, tan ondulado, rebelde y negro característico de toda la familia Black.
Sirius volvió a su habitación, y al verla agrego con el ceño fruncido:
— ¡Solo vas a la cocina, no a una fiesta!
— Un minuto, ¡no seas desesperado! — tomo de la mesita de noche un labial rojo que había comprado en una tienda muggle, y se lo puso en los labios para después admirar su reflejo, claramente no iba a bajar en pijama, era una Black y los Black's siempre estaban presentables para cualquier ocasión —, ya, vamos, gruñón.
Tomo el brazo de su padre y emprendió el camino hacia las escaleras.
— No sé para qué te pones eso — Sirius trataba de quitar la pintura de sus labios, pero ella no se lo permitió —, en serio, no se para que lo haces.
— Se ve lindo, y me hace ver más hermosa de lo que soy — dijo de forma egocéntrica —, así que ya déjalo.
Beso la mejilla de su padre y comenzó a bajar las escaleras, Sirius solo sonrió viéndola, sin duda ella tenía ese caminar tan arrogante y aristocrático que lo caracterizo a él en sus épocas en Hogwarts.
Antes de entrar a la cocina, ambos escucharon distintas voces y algunas menciones sobre el nombre de la menor.
— Entra— Sirius sonrió con burla al ver que su hija trataba de escuchar mejor lo que decían sobre ella—, ¿O esperas que venga una lechuza con una invitación en el pico?
— Solo... ¿Hay alguien guapo? Aparte de Bill, claro.
Anirak le guiño el ojo a su padre al ver como fruncía el ceño.
—¡No tienes permiso de considerar a alguien guapo, más que a mí! ¿Quedo claro?
Soltó una pequeña risita, su padre era tan protector como siempre.
Al entrar lo primero que vista capto fue a un hombre que tenía en su mano un medallón de plata con la escritura del emblema de su familia, lo llevaba hacia su bolsillo, pero antes de que eso sucediera, ella fue más rápida y aprisiono con la varita la mano de dicho hombre.
— Creo que no deberías de robar eso.
Menciono con la voz más amable que pudo, mientras una mirada llena de arrogancia resaltaba en ella. Sintió como los ojos de todos los presentes estaban sobre ella.
— Dung ¿Qué llevas ahí? — Sirius le quito el medallón y lo observo con la ceja alzada — ¿Pensabas llevártelo?
— ¿Qué? ¡Claro que no! — trato de defenderse, mientras se trababa al hablar — ¡Solo quería verlo! ¡Nunca le robaría algo a tu familia! — tragó saliva al ver que Anirak le apuntaba con su varita, al verla así le recordó a Sirius cuando amenazaba a alguien, ambos tenían esas miradas arrogantes y sus ojos grises se volvían más oscuros, lo que hacían que sus rostros lucieran intimidantes — ¿Podrías bajarla pequeña Black?
— Anirak, bájala, solo es un viejo "amigo".
Puso los ojos en blanco antes las palabras de su padre, sintió como si le estuviera dando una orden a un perro y no a ella — Lo siento, te confundí con un vil y sucio ladrón.
Su voz antes amable ahora estaba cargada de sarcasmo.
— ¿Es normal que considere sexy a la hija de Sirius al ver como amenazo a alguien con la varita?
Se escuchó en toda la cocina la voz de un chico, por lo que volteo a verlo, topándose con dos chicos que lucían exactamente igual. Uno de ellos lamio su labio inferior para después sonreírle de forma coqueta, supuso que fue el que hablo, mientras el otro solo reía cuando Molly golpeo a su gemelo. Anirak le guiñó el ojo cuando sus miradas se toparon, haciendo que la sonrisa del pelirrojo creciera aún más.
— ¡Cuidado con tus palabras Weasley! ¡No me importaría volver a Azkaban por usar una maldición contigo!
Gruño su papá causando que los demás se rieran, casi todos menos su padrino el cual veía de forma amenazante al pelirrojo. ¡Ay, otro celoso!
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