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I: Primer Encuentro

22 de agosto de 1994

La pelinegra corría lo más rápido que sus piernas le permitían, en algunas ocasiones empujo a varias personas que iban atemorizadas hacia el lado contrario.

No entendía que era lo que estaba sucediendo, hasta hace unos diez minutos se encontraba dentro de su carpa, esperando a su mamá para ir a celebrar con sus demás conocidos el hecho de que ganara Irlanda, equipo de Quidditch al que eran aficionadas, cuando de un momento a otro se escucharon explosiones y gritos.

Su madre salió de la carpa con varita en mano e hizo que ella la siguiera, para solo decirle:

­ — Anirak, necesito que tengas cuidado — la mujer castaña señalo hacia una arboleda que estaba algo lejana —, corre hacia allá y llegaras al traslador.

— Pero ma...

Antes de que la menor pudiera decir algo más, la mujer le lanzo una mirada de enojo — Sin peros, solo haz lo que te digo — agrego besando su frente —. Te quiero.

Sin más, su mamá se fue corriendo hacia donde provenían todos esos estallidos y Anirak fue por el lado contrario, haciendo caso a lo que su madre le dijo.

Entre evitar alguna maldición o que la tiraran, su cuerpo ya se sentía agotado, todo parecía una completa locura, magos y brujas corriendo, distintos hechizos volando por todos lados e inclusive alcanzo a ver como un grupo vestido completamente de negro con máscaras tenían hechizado al muggle y su familia, que les había enseñado donde se encontraba la tienda donde dormiría, lo cuales se encontraban en el aire y gritando por auxilio.

Una culpa recorrió todo su cuerpo, pero, ¿qué podría hacer ella?, solo tenía dieciséis años, no podía usar magia fuera de la escuela y si la usara terminaría en Azkaban, aparte que era una muerte segura, ellos eran más de cinco y ella solo una.

Decidió seguir corriendo en el momento que se dio cuenta que uno de los sujetos con máscaras la observo fijamente y alzo su varita en dirección a ella, estaba segura que la maldición la impactaría, pero en lugar de eso sintió un fuerte golpe que provoco que callera al suele y el hechizo solo pasara por encima.

Su cuerpo dolía por el golpe, aparte de que algo pesado la estaba aplastando.

— ¡Auch! — se quejó — ¡¿Qué demonios fue eso!?

— Si no te empujo, la maldición te hubiera dado — El peso extra se quitó de encima, Anirak pudo ver que se trataba de un chico alto y pelirrojo, el cual tenía pintada la cara con los colores de Irlanda — ¡Ven con nosotros, no tenemos tiempo!

El pelirrojo la ayudo a ponerse de pie, antes de que pudiera decir algo él comenzó a correr sin soltarla de la mano, por un momento dudo en seguirlo, pero aun así lo hizo, ya que si volvía era probable que perdiera la vida. Dos personas más corrían tras ellos, alcanzo a ver por el rabillo del ojo que se trataba de un chico y una chica.

Se internaron en la arboleda, donde por fin lograron tomar una bocanada de aire.

— ¿Todos están bien? — Una voz un poco más gruesa que la del chico anterior logro llamar la atención de Anirak.

— Si Georgie, todos bien.

Observo a ambos muchachos, y se dio cuenta de que tenían un gran parecido, solo que el otro pelirrojo en lugar de tener toda la cara pintada, solo tenía una bandera de Irlanda en cada mejilla.

— ¡Tenemos que buscar a Ron, Harry y Hermione!

Esta vez se escuchó la voz de una chica, era pelirroja igual que los anteriores y parecía ser unos años menor que ellos.

— Lo haremos, pero tenemos que... — El pelirrojo que la salvo fue interrumpido por varios gritos y llantos.

Por puro impulso Anirak alzo la mirada hacia el cielo nocturno, y pudo observar como una calavera de tamaño colosal, compuesta por lo que parecían estrellas de color verde y con una lengua con forma de serpiente que salía de la boca se formaba, la imagen se iba haciendo más clara y a su alrededor había un humo verdoso.

— ¿Qué es eso?

Su voz apenas fue audible, pero fue suficiente para que el pelirrojo que aun sostenía su mano la escuchara.

— Eso, señorita, es la marca tenebrosa, y al parecer fueron los mortifagos.
Su mirada se dirigió a él, vio su rostro, aun con pintura, y pudo distinguir unos ojos brillantes como luceros que reflejaban un poco de preocupación y picardía.

— ¿Los seguidores de El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado?

Él apretó levemente su mano, causando que ambos dirigieran su mirada a ambas manos entrelazadas, por lo que rápidamente se soltaron.

—Al parecer.

El chico se rasco la nuca con nerviosismo y un leve sonrojo atravesó sus mejillas, que gracias a la pintura de su rostro paso desapercibido por la azabache que estaba frente a él.

— ¡Freddie! — Se escuchó la voz de George — Ahí están Charlie y Bill, vienen con algunos del ministerio.

Tanto Fred como Anirak observaron al pequeño grupo de gente que se acercaba.

— ¡Mi mamá también está ahí! ¡Gracias por ayudarme! — sin más, Anirak beso la mejilla del gemelo a su lado por un acto reflejo — ¡Nos vemos!

— Espera, ¿Cómo te lla...?

Las palabras de Fred quedaron al aire, pues ella ya había corrido hacia o a la única mujer en ese grupo, dejando al chico con un segundo sonrojo recorriendo su rosto.

Luego de que Arthur Weasley usara magia para desmontar las tienda, sus siete hijos junto con Hermione y Harry dejaron el camping.

Al llegar al punto donde se hallaban los trasladores, escucharon voces insistentes, vieron a Basil, el que se encargaba de los trasladores, rodeado de magos y brujas que exigían abandonar el lugar lo antes posible. El señor Weasley decidió acercarse a Basil para discutir también con él, por lo que dejos a sus dos hijos mayores a cargo mientras él no estaba.

— Que campeonato, ¿no?

Bill, el mayor, fue el primero en hablar para fijarse en que los demás lucían extremadamente cansados.

— Ni que lo digas — Potter se estiro levemente —, todo se volvió un caos.

Observaron como discutían los magos y brujas, todos desesperados por irse, a lo lejos alcanzaron a ver al patriarca de los Weasley, el cual les hizo señas que indicaban que se formaran en la cola. Todos inmediatamente hicieron caso.

— Fred, George, están muy callado — Bill giro el rostro hacia sus hermanos menores, ambos estaban viendo fijamente algo —, ¿Qué pasa chicos?

— Es ella, ¿no?

La voz de George se escuchó por lo bajo, mientras recargaba su brazo en Fred.

— Sí, creo que sí, George

— ¿De qué están hablando? — Bill alzo un poco la voz, llamado la atención de los presentes — ¿Qué tanto ven?

El mayor siguió la mirada los clones, para toparse con una mujer castaña que iba acompañada de una chica de cabello negro, la mujer mayor hablo brevemente con la que parecía ser su hija, al parecer le indico a la más joven que esperara pues ella se quedó para algo alejada de la gente.

— ¿La conocen?

Esta vez hablo Charlie, que estaba viendo lo mismo que ellos, pues no era normal que los gemelos Weasley estuvieran callados por más de cinco minutos.

— Fred la salvo de una maldición — Los ojos de George se posaron sobre sus hermanos mayores —, fue todo un héroe, y como premio ella lo beso — hizo una pausa y soltó un suspiro soñador —, y ahora, ¡nuestro pequeño Freddie está enamorado!

Despeino el pelo de Fred y guiño un ojo de forma traviesa.

— ¡¿Ella lo besó!? — El grito de Ron llamo la atención de varios magos y brujas que iban pasando, los cuales solo lo observaron como si fuera un bicho raro. Fred parecía no prestarle atención por seguir observando a la pelinegra, la cual estaba centrada en ver como su mamá platicaba con algunos magos del ministerio — Estas diciendo, que ella — Ron señalo a la chica, por lo que Charlie le pego en el brazo, haciendo que baje la mano, para agregar:

— ¡No hagas eso Ronald! Es grosero

— Si, como sea, esa chica linda — Hermione rodeo los ojos, cosa que pasó desapercibida por los hombres, pero no para Ginny —, beso a Fred, el cual no podría ser guapo ni aunque volviera a nacer, ¿por qué? ¿A caso le dieron Amortentia o algo?

Todos menos Fred se rieron.

— ¡Claro que no! — El gemelo mayor por fin se dignó a prestar atención a lo que lo demás hablaban —, y, para que lo sepas, soy el Weasley más guapo.

Sus hermanos soltaron un bufido — Tampoco exageres, que yo soy el gemelo más guapo — George le sonrió —, deberías de ir a preguntarle su nombre.

— No creo que se acuerde — Fred se encogió de hombro —, llevaba la cara pintada.

— Esperen, esperen — Ron los volvió a interrumpir — ¿La besaste y ni siquiera le preguntaste su nombre?

Ginny ya harta, contesto:

— Ella solo le dio un beso en la mejilla, y si no piensan hablarle deberían de dejar de verla a cada rato — la pelirroja frunció el ceño —, ya se dio cuenta de que la ven, y probablemente, también se dé cuenta de que están hablando de ella — soltó un suspiro, sus hermanos a veces eran tan idiotas — ¡No son para nada discretos! ¡Parecen unos malditos acosadores!

Probablemente, si Molly estuviera ya la hubiera regañado por maldecir.

Lo varones Weasley, excepto Percy el cual estaba muy ocupado en tratar de acercarse a los del ministerio, y Harry voltearon hacia ella, la cual como dijo Ginny, ya se había dado cuenta de que la veían demasiado, pues también los observaba con algo de incomodidad.

— Fred, es un buen momento para que vayas, galán — Bill palmeo unas cuantas veces su espalda dándole ánimos para que se acercara,

— Sí, voy, claro, ahorita — Fred balbuceo, dudando en caminar hacia ella.

Para sorpresa de todos, Fred Weasley parecía estar nervioso por una chica.

— Freddie, no me digas que estas nervioso — George se burló, por lo que Fred dio un paso hacia adelante, pero para su mala suerte, la mujer castaña había llegado junto a la azabache —, creo que ya no podrás, será para la otra, hermano.

Fred escucho la risa de los demás, y soltó un bufido de molestia.

La pelinegra volteo por última vez hacia ellos, y antes de irse logro cruzar miradas con Fred, seguido de eso le sonrió y alzo la mano en señal de despedida.

Ese gesto no pasó desapercibido por ninguno de sus hermanos, por lo que Bill y Charlie soltaron un silbido a forma de burla, causando que el rostro de Fred se comenzara a poner tan rojo como su cabello.

— Al parecer si te reconoció.

Su gemelo rodeo su cuello con el brazo y lo hizo ir hacia los demás.

Fred giro por última vez su rostro para ver como la chica que salvo hace unas horas desaparecía frente a él.

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