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Promesa rota (Alemania, Ludwig Beilschmidt)

Berlín, Alemania 1943

POV (T/N)

Veía pasar a las tropas alemanas nazis desde la pequeña ventana de lo que era mi casa, ya que esta estaba casi destruida. Me refugiaba en un búnker que estaba debajo de esta, pero subía porque ya no tenía comida ni agua desde hace cinco días, así que para no morir tenía que salir para tratar de conseguir algo; a pesar de que intentarlo podría traerme la muerte sabiendo que soy judía.

Por un momento recordé a mi familia, ya no sabía nada de ellos cuando se los llevaron, yo no estaba en ese momento porque pedía comida con unos vecinos. Cuánto deseaba nunca haberme separado de ellos. 

Un gruñido en mi estómago me hizo reaccionar, así que salí por la puerta de atrás de mi casa para tratar de pasar inadvertida por los soldados nazis, después de todo ya lo había hecho antes; el problema de este momento era que había pasado muchos días sin comer y bebiendo muy poca agua; si ya estaba en desventaja al encontrarme a un soldado, ya no cabía duda de que estaba muy débil como para correr.

Con cuidado empecé a caminar por las desoladas calles sin ser percibida. Ya había entrado en las casas que veía a mi alrededor, ya no había comida en ellas, así que tenía que ir más lejos. Caminé por unos 20 minutos hasta que pude ver un almacén abandonado, a lo mejor pueda tener algo.

 Entré al almacén y para mi suerte en unos estantes había comida; pero mi suerte no iba a durar por mucho.
Estaba empacando algunas latas de comida en mi bolsa cuando escuché la puerta abrirse y el sonido de pasos, pero lo peor fue que reconocía aquel sonido de botas, era un soldado nazi.

Sin hacer ruido, caminé lentamente a una esquina del almacén en donde habían unas cajas apiladas con la esperanza que entre estas no me descubrieran. Pero no me había percatado que unas latas estaban arriba de una caja, y al moverla todas las latas se cayeron delatando mi posición. Ahora sí que estaba muerta.

-¿¡Quién anda ahí!?- gritó una voz autoritaria

En un intento vano de escapar corrí hacia la salida, pero antes de poder alcanzar la puerta una fuerte mano cogió mi brazo. Vi a un soldado nazi con cabello rubio y ojos azules, alto y de gran musculatura; era un claro ejemplo de la raza aria, y por su uniforme podía decir que era de alto rango.

Su mirada me escaneaba hasta llegar a la estrella que tenía en el brazo que él sujetaba

-Judía- susurró para devolver su mirada a la mía. Me sentía débil, tal vez era por la falta de comida o por la situación en la que estaba, pero al momento sentí que todo se oscurecía a mi alrededor hasta al final quedar una total oscuridad.

(...)

Empecé a abrir mis ojos y a mi alrededor vi que estaba en un sótano, aunque para ser un sótano estaba muy limpio y organizado, además de que tenía todo lo necesario para que una persona pudiera vivir allí ¡hasta tenía algunos libros! 

Pero luego recordé lo que había pasado antes de que me desmayara. Con urgencia intenté levantarme del catre en el que estaba, pero estaba tan débil que caí en el suelo, y al instante se abrió la puerta para dejar pasar a aquel nazi con el que me había encontrado.

Lo que me sorprendió fue que al instante de que entrara, él me ayudó a volver a acostarme

-todavía sigues débil, no te muevas. Ya mismo traeré tu comida- al momento se fue y rápidamente volvió con una bandeja llena de delicias que casi ni recordaba- aquí tienes

-muchas gracias- empecé a comer con un poco de cautela, todavía no llegaba a confiar en él, pero todo lo olvidé al probar aquella deliciosa comida; así que en un instante acabé todo

-por cierto- empecé a hablar- ¿por qué me trajiste aquí? ¿qué piensas hacer conmigo?

-simplemente no podía dejarte muriendo en un sucio almacén- dijo mientras me veía a los ojos- y no te preocupes, no pienso lastimarte

Lo último en verdad que fue como quitarme un peso de encima. Por alguna razón empezaba a confiar en sus palabras, tal vez no todos los nazis eran iguales.

-me llamo (T/N) (T/A)- le extendí una mano y él con firmeza la tomó, su mano era muy grande a comparación de la mía

-soy el general Ludwig Beilschmidt. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras en este lugar, es peligroso que salgas. Cada vez que pueda te traeré provisiones

-¿en verdad?- estaba completamente feliz, definitivamente Ludwig era una buena persona. Y por inercia me lancé sobre él para abrazarlo- ¡gracias!

Pero rápidamente lo solté al recordar de que a lo mejor eso lo podía incomodar- ohh... lo siento

-n-no te preocupes- respondió con un ligero sonrojo que intentó esconder

(...)

He estado durante un poco más de dos mes, y ya he conocido mucho sobre Ludwig. Me di cuenta que estaba en el sótano de una casa abandonada que estaba alejada de la ciudad y que Ludwig la utilizaba para de vez en cuando no tener que estar tan cerca de toda la guerra, se podía no estar en el sótano pero por las bombas era mejor estarlo. A él no le gustaba nada de lo que pasaba, muchas veces quería retirarse, pero eso significaría el no poder tener tantas ventajas además de un acto deshonorable como alemán.

Sabía que me estaba enamorando de él, pero eso era algo que me asustaba ya que a pesar de todo él seguía siendo un nazi y yo una judía.

Escuché la puerta de arriba abrirse y sabía que era Ludwig, así que rápidamente corrí y lo recibí con un abrazo que él devolvió.

-¿cómo te fue Lud?

-lo mismo de siempre- dijo dejando escapar un suspiro

-por lo menos ya estás en casa

Nos sentamos en la sala junto con el fuego de la chimenea, momentos así son en los que olvido la guerra en la que estamos.

-Lud... no quiero que vuelvas a combatir más- devolví la mirada del fuego a los azules de Ludwig- tal vez podríamos escapar

-no sabes cuánto quisiera poder hacerlo, pero entiende que no puedo

-pero no quiero que el hombre que amo muera...- escondí mi rostro en su pecho para que no viera lo sonrojada que estaba. Al fin lo había dicho, y entendería si él no sintiera lo mismo

-y yo no quiero que la mujer que amo muera por mi culpa, así que déjame protegerte. Prometo que te protegeré- levanté mi cara y lo vi a los ojos para después darle un beso el cual él correspondió.

Cuando nos separamos Ludwig se quitó la esvástica que siempre llevaba en su cuello

-sé que este es un símbolo nazi, pero quiero que lo tengas

-Lud...- dije mientras recibía aquella cruz entre mis manos- gracias, siempre la llevaré conmigo

(...)

POV Ludwig

Después de un combate regresaba a donde estaba (T/N), después de todos estos días no veía la hora de volver a verla.

Abrí la puerta esperando que ella saltara a mis brazos como siempre lo hacía, pero la imagen que apareció ante mí me dejó pasmado. 

-general Beilschmidt, me sorprende mucho lo que tenía aquí escondido, nada más ni nada menos que una escoria del más bajo nivel. Me sorprende sabiendo que usted es un excelente soldado- no podía creerlo, mi jefe había descubierto a (T/N), vi que la tenían entre unos dos soldados mientras ella solo lloraba.

-¿c-cómo?

-muy fácil general Beilschmidt, era muy raro que usted dejara por tanto tiempo a su escuadrón. Debió de ser más cauteloso. Pero como usted es un excelente general, le perdonaremos este acto de rebeldía, pero ella tendrá que ir a donde pertenece- le hizo una señal a los dos soldados para que se la llevaran

-¡Ludwig!- ella trataba de salir del agarre de los soldados pero era en vano. Así que no lo pensé más y saqué mi arma; herí a uno pero cuando ya iba a dispararle al otro llegaron otros soldados detrás de mí los cuales me hirieron en una pierna y me retuvieron. No podía hacer nada para salvar a (T/N)

-una vez que nos encarguemos de ella estarás libre y volverás a ser el general ¡llévenselo!- ordenó el mayor

-¡no! ¡Ludwig!- traté de quitarme a esos otros soldados, pero la herida en mi pierna me dificultaba hacerlo

-¡(T/N)! ¡prometo que te liberaré!

Pero estaba muy equivocado, ya que aún después de la guerra la busqué y no la encontré; no fue sino hasta que había pasado por lo que había sido un campo de concentración en el que pude encontrar una esvástica, no quería creer que fuera la de ella pero lo confirmé cuando vi en ella mis iniciales grabadas.

No pude cumplir la promesa, no pude salvarla...  y lo que más me duele, es que la mujer que amé murió por mi culpa.

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Lo sé, soy muy cruel pero esa es la realidad :'(

PD: si eres judía, por favor no te sientas ofendida por algo del one-shot

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