Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Un día sin MinHo fue lo más cercano que estuvieron de la paz

Capítulo 5

Un día sin MinHo fue lo más cercano que estuvieron de la paz

—¿No consideras que es muy dramático lo que ese imbécil hizo?

—Sí, sí, muy dramático... —murmuró JiSung, lejano, mientras tecleaba en el teléfono celular Samsung edición flip del 2000 con dificultad—. ¿Cómo antes se nos hacía fácil teclear en esto? Como sea, ¿cuándo dices que puedes ver a tu psiquiatra?

—Ah- sí. —SeungMin sacó de su mochila su pequeña agenda de cuerina y revisó su horario—. Si hacemos coincidir con lo que nos da la escuela, entonces el domingo a mediodía.

—Bien, esperemos que lea el mensaje. —JiSung envió el mensaje al psiquiatra de SeungMin y escondió el celular en su mochila. Aunque no había nadie en el club White Tiger, no podía arriesgarse—. Si no tuvieras esa jodida aplicación en el teléfono...

—Oye, es buena —se defendió SeungMin—. Me di cuenta que no duermo porque paso mucho en el teléfono. Bloquear la pantalla durante la noche me ha ayudado.

—No ha sido el celular lo que te ha quitado el sueño.

La alusión era obvia, aunque no fuera explícita. SeungMin solo bufó y colocó sus piernas sobre su pupitre para inclinarse hacia atrás.

—Sí, bueno —SeungMin le restó importancia—, cel ta vie.

C'est la vie —corrigió JiSung—. Del latín «así es la vida», o de la canción de B*Witched. I said "hey, boy", sittin' in your tree – mummy always wants you to come for tea-

SeungMin, entre risas, le lanzó un cuaderno para que se callara. JiSung, igual de risueño, se lo regresó.

Ambos callaron cuando, de forma dramática y saltarina, Shin Yuna entró al aula, contentísima y con un periódico en sus manos.

—¿Escuchan eso? —preguntó. Los dos negaron—. Exacto. Silencio~

—Solo han pasado dos horas desde que Lee MinHo dejó la escuela —dijo JiSung—, y-ni siquiera vas en nuestro año.

—Las noticias vuelan cuando son buenas~ —canturreó, y se acercó a los dos chicos para dejar el periódico sobre el pupitre—. Miren- los imprimió uno de mis lacayos. ¡Primera plana!

El equipo de periodismo de Sevit, conocido como Se-Vitalicio, tenía todos los recursos para generar un buen periódico escolar, abordando los eventos acontecidos en el internado y ganando hace dos años la competencia de Medios de Prensas Escolares. En la portada, que era notorio ser un borrador, estaba la fotografía de anuario de MinHo con las letras en grande:

«¡El Rey renuncia! Se espera salida de Lee MinHo de la escuela durante los siguientes días».

—Son veloces —reconoció SeungMin—, felicidades, Yuna.

—¡Gracias!

Por horario protegido, el White Tiger comenzó a cumplir sus horas de estudio; no obstante, era obvio para JiSung que todos parecían emocionados por contar lo sucedido en la clase de música. ChangBin, como el buen relator y vocero estudiantil, le contó a Yuna y a JeongIn todo lo que pasó.

—¡Y se largó del aula! —dramatizó ChangBin—. ¡Cerró la puerta de un portazo, y se marchó! Se largó de una forma tan incordia que ni siquiera tuvo respeto por los profesores que pasaban.

—Se ha rendido el líder —Lia dijo con una actoral voz grave—, pronto, se rendirá la manada.

—¿Están en una película o qué? —les preguntó SeungMin—. Pónganse a estudiar, mejor.

—Arruinas la diversión —ChangBin y Lia lloriquearon.

Sin embargo, el club volvió a callarse- esta vez cuando Chan entró a la sala. Lia, emocionada, se levantó de su asiento y lo abrazó por el cuello.

—¡Al fin rompiste a ese insufrible! Ah, Bang Chan, tienes poderes mágicos.

—No hice nada del otro mundo —dijo Chan, separándose de Lia para ir a su puesto—. Mejor estudien.

—Son todos unos estirados —terminó por farfullar Lia, yendo de nuevo a derrumbarse a su puesto—. El cierre del Real King y la huida de Lee MinHo. ¿Conocen lo que se llama «paz»?

—Y el descenso de la competencia —coincidió JeongIn.

—Lo de la competencia es falso- matemáticamente no tiene lógica- al contrario, incrementa la dificultad un 0.65% de lo que hay que hacer —explicó ChangBin, también largándose a su puesto—. Así que, hay que esforzarse.

—Ustedes deben —dijo Yuna—. Nosotros somos de segundo. No nos afecta mucho.

—El incremento de los resultados y el promedio de nuestra generación entablan un porcentaje académico de exigencia a lo que deben lograr. Mientras más alto sea el promedio de los estudiantes de nuestra generación, más difícil será para ustedes, de segundo, alcanzarnos —explicó de nuevo ChangBin, e hizo ambas manos un puño—. JeongIn. Yuna. Esfuércense.

JeongIn y Yuna solo se miraron y colocaron sus ojos en blanco.

Sin embargo, la cabeza de JiSung continuaba un poco desviada. Su concentración en su libro era refutado por los gritos de Lee MinHo en la clase de música, con sus ojos acuosos y mocos cayendo por su nariz. Le habría gustado reírse, por las ideas tan absurdas y fantasiosas que MinHo tenía de un lugar como lo era Sevit.

Vamos, él también entró a esa escuela, ¿acaso no pudo ver a lo que se enfrentaba?

«Duró más de lo que esperaba —pensó JiSung—. Casi tres años... Con un poco más de fe y se pudo haber graduado con nosotros».

Pero tampoco fue una decisión arbitraria. JiSung se giró sobre su hombro para ver a los puestos del fondo; Chan estudiaba de su texto sin interés alguno. Chan pareció sentir la mirada de JiSung, correspondiendo al instante. JiSung le esbozó una sonrisa y regresó a su libro.

Claro que Chan debía de ser ese tipo de persona.

BZZZ.

Los siete chicos se detuvieron y se miraron entre ellos.

—¿Eso es un celular? —preguntó Yuna.

—Estás obsesionada a tu teléfono —discutió ChangBin.

BZZZ.

BZZZ.

La vibración continuó.

—¿Creen que-

SeungMin no terminó de hablar cuando todo el pizarrón del club White Tiger se caía al suelo, con escombros de la pared cayendo sobre el fino librero. Con rapidez, todos fueron a refugiarse al fondo del salón mientras el polvo se disipaba.

—¡Ay, no!

JiSung aleteó para alejar el polvo de su cara, y entrecerró sus ojos para divisar mejor. En el salón del lado, Lee Felix y Hwang HyunJin estaban con martillos y taladros en sus manos.

—¡Quién lo diría! —exclamó HyunJin—. ¡Las paredes de Sevit son como de papel!

JiSung ni siquiera tenía palabras, y JeongIn con ChangBin tuvieron que interponerse de que SeungMin se les lanzara encima a esos dos.

Bang Chan ni siquiera podía tolerar lo que ellos hacían- el ruido, la bulla y la pelea contra los de Real King desde un ámbito tan infantil. De su segundo celular le envió un mensaje a su madre sobre lo que pasó y se fue de la sala para tener algún espacio de calma para poder estudiar.

Tal vez sus compañeros no estaban interesados en mantener sus calificaciones, en especial Han JiSung, pero Chan si se esforzaba para mantenerse en el lugar donde estaba.

No importaba lo que Chan dijera, o todo el Real King apelara; él tenía mayor derecho a estar en esa ridícula escuela que la mayoría de los estudiantes que estaban ahí. Parte de los recursos de su familia estaban en las instalaciones de ese lugar- mucho más de lo que la pobre madre de MinHo podía rogar para una beca.

Cuando MinHo le contó a Chan una noche, durante su segundo año, cómo es que llegó a estudiar ahí, no pudo evitar sentir la bilis subir a su garganta del asco que le daba ese tipo de gente. Su padre los llamaba parásitos, y su madre los llamaba medios de producción. Podía entender el punto de vista de ambos, sin embargo, eso no hacía que la convivencia entre todos fuese mucho más calmada.

La conversación que estaba llevando con su madre fue interrumpida por una llamada de su padre. Al tener prohibido el uso de teléfonos por los decretos de la dirección, se fue a esconder en el baño para alumnos discapacitados más cercanos.

La señora Bang había sido reconocida en los últimos años por lograr que promesas localizadas durante la escuela terminaran siendo armas reconocidas dentro de los reconocidos campos de la sociedad, como lo fue notar a futuros científicos, políticos, diplomáticos o médicos que han colocado en mejor posición a Corea del Sur ante el mundo.

Por ende, la familia Bang tenía un reconocimiento inigualable. Una talentosísima hija en las áreas artísticas destinada al mundo del teatro, prometida en su ingreso a la academia Juilliard en dos años más. Un fantástico hijo menor, que toma clases avanzadas en la universidad para la carrera de medicina. Y, por supuesto, un glorioso hijo mayor, destinado a estudiar la carrera de leyes en la universidad de Harvard.

Era parte de la naturaleza de aquellos que habían nacido sobre la casta mayor, en una ubicación privilegiada ante el resto que debía de trabajar bajo su mismo enfoque. La señora Bang no desestimaría las habilidades de aquellos que no tenían recursos, pero la correlación entre el dinero y la educación eran sumamente proporcional, que debía de manejarse con un especial cuidado para no fallar en el intento.

Cuando el dinero estaba involucrado, varias cosas podían comprometerse. Una de las más relevantes era los atentados de sobornos, las malinterpretaciones de las acciones altruistas que tenían tintes denunciables con actos coercitivos de presión. Los señores Bang no se dedicaban a la coerción, per se, aunque sus abogados lograron estirar dicha definición a uno más arraigado al soborno.

Porque el soborno tenía dos partes que debían de cumplir para que el juez lo analizara. La señora Bang ya se había percatado demasiado de eso.

—¿Y bien? —susurró Chan—. ¿Qué te dijeron?

Josephine Avery, ingresó de una escuela pública a Harvard hace tres años atrás —replicó su padre, y el timbre de su celular sonó. El documento con la información solicitada estaba en su correo, así que Chan lo revisó enseguida—. Fue el puntaje más alto en el nivel de ensayo, con una historia de su ascendentes del medio oriente o algo así.

—No tengo ascendencia en el medio oriente —obvió Chan—. ¡¿Y?!

Los análisis de tu madre tanto con su ensayo como su entrevista son un calco de lo que has hecho. Clases de cello, el manejo de tres idiomas, incluso le ganas con los ensayos que hiciste en escuela media-

—Entonces, ¿por qué mi madre aun cree que echaré algo a perder?

Solo tiene miedo por algunas actividades extra-

—¡¿Qué?! —chilló, y debió tomar aire para recordar donde estaba—. Señor Bang, voy en mi último año de escuela. ¿Qué más quieren de mí que no puedo entrar a la maldita universidad?

No es nada de lo que debas de temer-

—¡¿Entonces?! ¡¿Por qué hacemos esto?!

En los últimos años, Chan, ha habido un enfoque mucho más comunitario en los ingresos de Harvard. Todos tienen causas sociales, o menciones de escuelas superiores anteriores destinadas al cambio o al futuro-

—Tenía dieciséis años cuando hice un ensayo con el jodido diputado Moon sobre el artículo 38 de esta constitución coreana y de por qué los jóvenes debemos de estar involucrados en la política —recapituló Chan entre dientes. Furioso, dejó sus textos sobre el lavabo y comenzó a caminar por el baño—. He hecho voluntariado los últimos tres veranos de mi vida y estoy suscrito a la UNICEF- ¡¿Esto es una película de Netflix que no me quieren?! ¡¿Quieren que aprenda el significado del amor o qué mierda?!

Chan, tu madre ya lo está arreglando-

—¡¿Qué cosa?! ¡Habla bien!

Solo será una pequeña actividad complementaria, nada de lo que tengas que preocuparte —prometió el señor Bang—. Y tu madre ya lo está arreglando, no tendrás que hacer nada.

—Más les vale, porque si tengo que sacrificar algo más de mi horario los culparé a los dos, ¿quedó claro?

El silencio de su padre le hizo hervir la rabia en su esófago.

—¿Y ahora qué?

Hannah tiene una presentación esta noche- me dijo que te comentó, pero-

—Como sea, no puedo asistir. Tengo clases de mandarín —cortó—. Mándale flores de mi parte. Nos vemos.

Tras finalizar la llamada, la mano presionó con fuerza alrededor del celular. La rabia acumulada podría expandirse en distintas partes, pero debía de mantener la calma- no podía dejar llevarse por sus emociones. La frustración solo era parte de los sentimientos del mediocre, de aquel que, desde su nacimiento, no podría lograr las cosas.

Fue hacia el lavabo, guardó el celular en su bolsillo, y se mojó el rostro antes de verse al espejo. Su cabello, forzado a mantenerse liso, se onduló un poco por el agua. Su piel estaba mucho más pálida de lo que fue en el verano, y los suplementos vitamínicos parecían no estar realizándole ningún efecto.

Todo era una mierda.

Sin embargo, podía mantener su temple. Témpano de hielo. Nada era capaz de sacarlo de su estado.

Salió del baño de discapacitados del segundo piso y dio una barrida visual al resto de sus compañeros. Nada asombroso hacían, salvo los tres estudiantes que parecían correr con una mochila entre manos y el cuarto alumno siguiéndolos, gritándoles por el hurto. En otro rincón, un pequeño espacio de sofás, visualizó a dos chicos pareciendo intervenir en una computadora que no representaba ser de ninguno de ellos, discutiendo cuál era la clave de acceso. Alumnos de primer año, por supuesto, porque ellos eran los únicos ilusos que pensaban que toda la información tenía solo una copia en una laptop.

Las estrategias de saboteos eran tan patéticas como la mediocridad misma.

Por lo que, tras bajar las escleras del edificio a la primera planta por el hall central, leche de fresa cayó a su cabeza.

—Ups.

Chan debió de quedarse un momento quieto, evitando a que la leche cayera sobre los textos que cargaba en sus brazos. Con enojo, subió su mirada hacia el barandal; la leche provenía de una mocosa que conocía solo por estar pegada como lapa a JiSung.

Para mantener la calma, Chan tragó.

—¿Fue un accidente? —preguntó, duro.

Nop. —Hwang Yeji rodeó el barandal para bajar los escalones y quedar frente a ella—. Fue a propósito.

La osadía del actuar de ella tan tranquilo hizo que las palabras de Chan quedaran atascadas en su garganta.

—¿Sabes con quién te metes? —dijo Chan.

—Christopher Bang. Segundo lugar. —Tan calmada, en su mano cargaba la caja de leche de fresas y no temía de verse más baja que Chan al estar en el mismo escalón. Su mentón en alto y las trenzas colgando a sus lados daba la sensación de que Hwang Yeji acababa de salir de un entrenamiento de baloncesto marcando la mayor cantidad de puntos—. Claro que lo sé.

Sin más que decir, ella siguió bajando las escaleras hasta llegar al primer piso. Chan alzó una de sus manos hacia su cabello, mojado por la leche.

«Estúpida».

(=˘ ³( ,,><,,) ~

La tristeza de MinHo lo mantenía deprimido, en su casa, con los cacareos de su madre reclamando por qué se encontraba en casa.

—Ay, mami, si me dejaron salir —excusó MinHo, mientras comía del ramyeon casero que a su madre le gustaba hacer.

—Mandaron una comunicación hace algunas semanas que estaban todos prohibidos de salir por un no-sé-qué —dijo ella—. ¿Seguro que levantaron el castigo?

—«Levantar el castigo». Que sí, que sí —farfulló con la boca llena—. Se ha levantado...

Pero MinHo estaba lo suficientemente apenado como para pensar inclusive de forma correcta. La comida de su madre, el ramyeon casero, era la especialidad- con el huevo no marinado, pero sí frito con ajo, junto con cebollín fresco cortado sobre la carne de cerdo, y con una salsa casera que complementaba la exquisitez. Su madre le encantaba cocinar, razón por la que tenía un pequeño restaurante, y cada bocado era el sabor de una comida que calentaba el alma de MinHo.

El alma deprimido, por supuesto. Apenas podía digerir la decepción de Chan que quería solamente esconderse en su cama.

—... Entonces, la vieja Oh comenzó a discutir con mi camarera- pobre chiquilla, apenas tiene veinte años y ya recibió su primera violencia laboral, por lo que pasamos toda la mañana testificando en contra de la zorra esa. Oh soltará hasta la última moneda por mi chica...

MinHo no conectaba con la conversación. Ante la mención de «zorra» solo pudo pensar en la traición de Chan, y en cuánto le seguía apenando.

—¿Estás bien?

No notó que estaba lloriqueando sobre el ramyeon casero.

—¿Bien? ¿Uh? —MinHo alzó la cabeza hacia su madre—. Sí, sí. Estoy...

Su madre bajó sus palillos con lentitud, y esbozó una sonrisa.

—No los liberaron del castigo, ¿cierto?

Las palabras estaban en su garganta, pero MinHo era demasiado orgulloso como para contárselo a su madre. Ay, no, era tan humillante y- además, su madre se había esforzado demasiado para pagar la matrícula anual y dejar que obtuviera la beca.

—Nos liberaron del castigo —volvió a excusar MinHo, y se metió un gran pedazo de cerdo a la boca—. Ya no tengo hambre. Me iré a dormir.

Subió hacia su dormitorio antes de que su madre pudiera decirle algo, avergonzado. «Ay, madre, ¿Qué tipo de hijo tienes que corre de sus conflictos?»

Ella no le había enseñado eso, pero era lo que MinHo practicaba. Le apenaba tanto decepcionarla que solo esperaba dormir durante esa noche antes de contarle todo. Sí. En la mañana, antes del trabajo, MinHo le diría a su madre que dejó Sevit y que se cambiaría a una pública- una donde su madre no tuviese que rogar para que lo quisieran educar.

De todas formas, MinHo no sería excepcional. Él estaba destinado a vivir en la mediocridad. Inclusive, en su cabeza rondaba I can do it with a broken heart de Taylor Swift como mecanismo de defensa de toda la tristeza que estaba teniendo en ese momento.

I'm so depressed, I act like it's my birthday – everyday —cantó, con sus pies apoyados en su muro mientras estaba recostado en su colchón

Hasta que le golpearon la ventana.

No es como si pudiera recibir un golpe de alguien, salvo por su mejor amiga de la infancia. No obstante, era día de semana y MinHo había escapado de la escuela, por lo que, cuando fue hacia la ventana de su dormitorio, notó a Yeji y su mano cargada de piedras pequeñas.

—Al fin abres —dijo ella.

MinHo frunció el ceño. —«Al fin abres». ¿Y qué haces acá? Te van a regañar por fugarte.

—Me fui —Yeji se encogió de hombros—, si te vas de ahí, yo también lo haré. No tiene mucho sentido estar ahí si no estás tú, me aburriría.

—«Me aburriría». ¿Priorizas tu amistad conmigo a que tu futuro profesional?

Yeji sonrió con suficiencia. —Los reclutadores universitarios no me faltan, Linoring.

MinHo se sintió un poco mejor ante el apodo, y se apoyó en el marco de la ventana.

—Regresa a la escuela —pidió MinHo—, necesito que alguien continúe con mi legado.

—Me salí porque alguien no contesta su teléfono y debía de enterarse de las malas y pésimas noticias —argumentó.

—«Malas y pésimas noticias».

—Escoge- las malas o las pésimas primero.

MinHo ni siquiera sabía el punto de Yeji, sin siquiera entender de qué hablaban.

—¿Las malas, entonces?

—Has roto el récord de los puntos de demerito en la historia de Sevit —Yeji silbó—. Felicidades.

—¿Felicidades? ¿Y ya? —MinHo alzó su ceja, receloso—. ¿Y las peores?

Yeji lanzó una gran risa. Eran las peores noticias que MinHo alguna vez pudo recibir.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

—Como que es un poco incómodo tener un hoyo en la mitad de la sala —opinó Lia.

—Está bien —tranquilizó ChangBin, mientras colocaba sus manos en su nuca e inclinaba su silla hacia atrás—. Los padres de JiSung dijeron que nos harían una sala de descanso donde estuvo el Real King. El muro caerá, de todas formas.

—Podrías dejar de leer mis correos electrónicos, también —murmuró. JiSung ni siquiera había leído su bandeja de entrada.

JiSung se distrajo de su tutoría con Yuna hacia el vacío espacio del Real King, el cual no era más que una sala vacía con un par de graffitis antiguos que, si lo que ChangBin decía, serían prontamente borrados.

Él sabía que los muebles del Real King no estaban más que en otra parte, en la azotea de la escuela. Un poco incómodo, y probablemente se estropearían por las lluvias, pero nada removía en su interior el deseo de querer hacer algo si es que la escuela tomaría decisiones arbitrarias sobre cada una de las acciones que cometía el Real King.

Solo un idiota se daría cuenta que era un saboteo, y la manera de actuar tan infantil hacía que la competencia con el resto fuese casi paritaria. Por lo que, JiSung se giró sobre su hombro y notó cómo Chan estudiaba en su texto.

Bang Chan era una cosa rara, eso no había duda. JiSung nunca tuvo demasiado interés en entablar algún tipo de vínculo con él porque simplemente era desechable; las visiones de Chan respecto a la vida y a la escuela eran mucho más superiores que las de JiSung, quien solo quería terminar la escuela y estudiar una carrera normal que le ayudara a viajar y conocer el mundo. ¿Pero Chan? Carajo, ese tipo estudiaba como si los examenes fuesen sublimaciones de asesinatos.

Oppa —le llamó Yuna, con un ligero puchero en sus labios—, no me está escuchando.

—Lo siento. —JiSung reacomodó su silla junto a ella y leyó de nuevo el ejercicio en el pupitre—. ¿Qué me decías?

—Está distraído~ —canturreó JeongIn, junto a ellos.

JiSung asintió. —Ajá, como cualquiera.

—Debería de considerar las pastillas que tomo —susurró Yuna—. Me ayudan mucho a la concentración y a mantenerme proactiva. Son mucho mejor que las vitaminas o los sueros que colocan en la enfermería.

—No, gracias —JiSung colocó su mano en el hombro de Yuna—, prefiero estar así.

—Ayudan, créeme.

—Lo sé.

SeungMin y JiSung compartieron un contacto visual.

«Está loca», decía SeungMin.

«Lo sé», respondió JiSung, queriendo aguantar al risa.

¡PAM! El grupo saltó cuando una parte del escombro de la pared cayó al suelo.

—¿Cuándo se supone que tus padres arreglan esto? —Lia le preguntó a JiSung—. El polvo me da alergia.

—Pregúntenle a ChangBin- él me leyó los correos.

—Sí, pero debes de presionar que esto es una molestia para el estudio —incitó ChangBin—. Podemos fallar- por culpa tuya.

—No culpes de tu inoperancia a los padres de tu líder, traidor.

Fue un claro llamado de atención, pero no previno de JiSung. Los seis giraron su cabeza hacia la entrada, donde Lee MinHo, con su bolso de viaje y una sonrisa orgullosa les saludaba con su mano.

—¿Qué pasa, perras? —desafió—. Lee MinHo vuelve a la contienda.

Por más que Lia y ChangBin jadearan una grosería, y SeungMin se viera listo para sacar a MinHo a patadas de ahí, el ridículo líder del Real King ingresó al club, con zapatillas gastadas que chillaban al tacto, con el temblor del suelo a su ritmo, y con su mentón alzado para estar preparado para la guerra, fijo en Bang Chan.

No obstante, no fue hacia él. JiSung esperó que lo más lógico era saltar hacia la garganta de él, pero no. MinHo se ganó frente a JiSung y se balanceó sobre sus talones, una clara burla hacia él.

—Líder~ —llamó—, vengo a dejar mi inscripción.

El fuerte golpe asustó a Yuna, pero JiSung no se mutó. Siguió la mano de MinHo hasta la mesa, donde el arrugado formulario de ingreso al club estaba completo y, sobre todo, aprobado por la dirección de Sevit.

Lee MinHo ingresaba al White Tiger.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Un día bastó con la ausencia de MinHo para hacer un desastre, qué icónico.

¡Gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro