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Prevención de alcohol para adolescentes

Capítulo 20

Prevención de alcohol para adolescentes

"Caritas de beso te las mando por mensaje,

Pero quiero besarte en los labios, de verdad.

Corazones rojos,

Corazones rojos,

Así es como me siento.

Ven y dame algo que pueda sentir.

¿No me deseas como yo lo hago contigo, cariño?

¿No me necesitas como yo a ti ahora?

Mañana podremos dormir, pero esta noche habrá descontrol,

Todo lo que tienes que hacer es encontrarte conmigo en el

Atp."

ATP. Rosé y Bruno Mars

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Tw- canciones de reggaetón porque esta es mi historia y yo hago que los personajes bailen lo que yo quiera.

El día del retiro llegó- o, bueno, la noche del retiro llegó. Un furgón llevó a los trece estudiantes hacia alguna de las casonas privadas que Sevit tenía para las jornadas recreativas para los adolescentes, en donde, por la forma en la que estaba constituida, sería la buena comodidad para esa noche de viernes.

Era en Boryeong, una locación privada en medio del bosque, con una ruta de dos horas donde todos partieron en el furgón a las seis de la tarde, con una parada exprés a mitad de camino para ir al baño y cargar gasolina en la carretera.

—¡Regresamos en diez minutos! —ordenó ChangBin—. ¡Y no compren nada, que en la casa hay todo!

Cada uno iba en su propio universo, con auriculares perdidos en la ventana o dormitando en soledad. JiSung estaba apoyado en SeungMin, mareado, mientras escuchaba las risitas en el asiento de atrás del juego que Felix y MinHo jugaban en el celular.

—Creo que voy a vomitar... —lamentó JiSung sobre SeungMin.

—Arriba mío no, por favor.

—¿Cómo lees sin marearte?

—Porque es el periódico escolar —mostró SeungMin la portada—. El Neandertal de atrás salió en la portada. ¿No es un logro?

—¡Un gran logro! —concordó MinHo.

—¡No te metas en la conversación, carajo!

MinHo le revolvió el cabello solo para irritarlo, y se abrió paso para bajarse del furgón. HyunJin llevó sus piernas sobre él todo el tiempo, por lo que estaba bastante entumecido.

Tras bajarse, fue hacia la ventana del copiloto del furgón, donde Yeji dormía apoyada en el vidrio. Despertó de forma abrupta por el golpe.

—¿Qué quieres? —preguntó Yeji, mientras bajaba la ventana—. ¿Te sostengo el pene para mear?

—«El pene para mear» acompáñame a comprar un helado.

Yeji colocó sus ojos en blanco, y bajó del furgón mientras envolvía sus auriculares rosados para guardarlos en sus bolsillos.

En la pequeña tienda de convivencia, donde servían café, ramyeon instantáneo y más chucherías, estaba Yuna decidiendo qué comprar mientras que JeongIn informaba que el azúcar era la droga natural del Señor para hacer que la gente hiciera injurias librándose de culpas.

—¿Has pensado en tu papá? —preguntó MinHo, de pronto.

Yeji, aun adormilada, pestañeó. —¿En el mío?

—«¿En el mío?»

—No mucho en el tuyo.

MinHo aleteó su mano, simulando un golpe.

—No, no he pensado en él —admitió Yeji—. No hay razón, en realidad. El tribunal descuenta la mitad de su sueldo para mi pensión de forma automática, así que no hay que perseguirlo para que me pague. Aunque, cuando tuve el colapso en el partido, noté que mi mamá le había escrito.

—«Le había escrito...» —MinHo fijó su atención en la variedad de helados—. ¿Y tú...?

Yeji se encogió de hombros, y tomó un helado de mora y crema. —Nada. Leí su preocupación, pero no me llamó. Supongo que es suficiente. ¿A qué va tu pregunta?

—«Tu pregunta». De ninguna parte, en realidad.

—Mentiroso.

—«Mentiroso». Lo soy. —De forma dramática, MinHo se apoyó en el refrigerador de helados—. Me estoy volviendo loco, Yeji. Los Daddy Issues se me están escapando por los poros. ¿Qué voy a hacer cuando no los pueda atrapar? ¿Arrojarme a un pozo o vivir en la oscuridad?

—O peor: hablarle a tu padre.

Los ojos de MinHo se abrieron en sorpresa, casi como si la idea no hubiese pasado. Yeji, al notarlo, se agarró de sus propias trenzas.

—¡No!

—«¡No!» ¡Yeji!

—¡No importa cuán despadreado seas! ¡No vas a buscarlo!

—«¡No vas a buscarlo!» ¡No es eso lo que me preocupa!

—¿Entonces? —Sin pagar, Yeji chupó el helado—. ¿Por qué harías eso? ¿No se te sería mucha tortura? ¡Pensé que ya superamos el periodo en el que te martirizabas por todo!

—«¡Martirizaba por todo!» —MinHo repitió, escandalizado. Ni le sorprendería si es que Yuna y JeongIn se escondían entre los estantes para escuchar la conversación—. ¡No me martirizo por él!

—¡Me parece bien! No vale la pena seguir pensando en esas cosas, en especial por gente que, efectivamente, no nos quiere —aclaró Yeji, y le apuntó con el helado—. Vivimos demasiado como para seguir con esto, por dios. Y aun nos queda vida. Y, en todo caso, ¿de dónde sale la pregunta? ¿Por qué pensaste en tu padre?

MinHo, igual de defensivo, se cruzó de brazos con su helado de naranja y crema.

—«¿Por qué pensaste en tu padre?» Pensamientos aleatorios, solamente, carajo.

—Más te vale —una vez más, Yeji le apuntó con el helado—. Y tú pagas por esto. Por idiota.

MinHo repitió con mímica antes de sacar de su bolsillo el último billete que estaba dando vuelta.

Al mismo tiempo, en el interior del furgón, Felix asomó su cabeza entre JiSung y SeungMin.

—¿Y? ¿Han ido antes a esta casa de retiro? —preguntó—. ¿Es verdad lo del jacuzzi?

SeungMin le dio una mala mirada. —¿Por qué nos hablas?

—Porque es un país libre —HyunJin imitó a Felix, asomándose también—. Además, Seungmo, ¿no somos amiguitos, ya? Me propinaste un puñetazo.

HyunJin revolvió con burla el cabello de SeungMin, para solo recibir un manotazo en su cara de vuelta.

—Me vuelves a tocar y te asesino.

—Deberías tener una mejor sonrisa en el rostro —le dijo Felix—. Ya que somos rommies, rommie.

JiSung debió de sostener a SeungMin para que no golpearan a los otros dos.

ChangBin realizó el llamado para que todos subieran de nuevo al furgón, y emprender el otro camino de una hora hacia Boryeong.

El problema de aquel trayecto, en realidad, es que la casa estaba equipada para el grupo docente. Docentes que, en ese instante, ante la falta de responsabilidad y las ideas que nacían dentro de la burocracia de Sevit, apelar a la madurez del líder Seo ChangBin, a la calma intimidante de Bang Chan y al desinterés de primer lugar de Han JiSung entregaba la falsa sensación de protección.

Por lo que, en Sevit, tanto Sharon como Kim SeoGoh miraban a la directora Ahn con sorpresa.

—¿Pauta de entrevista? —reiteraron los dos, impresionados.

La directora Ahn, sentada en su sofá de la sala de estar de la oficina, asentía a casa una de las preguntas de los dos docentes mientras que el profesor Hwei rectificaba que todo estaba correcto. Siendo supervisado por el mismísimo Kim RyooNah.

—Ah, no tienen por qué asustarse —dijo Kim RyooNah, con la sonrisa tan encantadora que aparecía en TvN para presentar investigaciones complejas—. Es solo un rastro normal. Es una entrevista de apertura, ya que tenemos planeado acabar cuando el grupo de animadores haya terminado el torneo regional.

—Pero, ¿se refiere a que ahora? —enfatizó Sharon—. ¿Quieren ahora una entrevista? —ella revisó su atuendo—. Pero aun no me opero las te-

—Creí que sería todo consensuado —SeoGoh agregó, rápido, desviando la atención. Ver al camarógrafo de Kim RyooNah con la cámara apagada lo colocaba de los nervios—. Y los chicos se encuentran yendo a un retiro en ese instante. Tenemos que rectificar que todos los apoderados ya han firmado.

—No nos interesan los chicos, nos interesan ustedes —dijo Kim RyooNah—. Es importante, desde el punto de vista de los educadores, saber cómo se sobrelleva la situación de animadores dentro de la escuela. Ya que, como dicen ustedes, es elaborado de forma legítima.

—Sin embargo —agregó la directora Ahn—, como parte de la ley de transparencia, se encuentra la pauta de entrevista —sobre la ratonera de vidrio, ella desplazó una hoja de oficio—. Tienen veinte minutos para practicar las respuestas, y decir algo... honesto.

«Honesto». La palabra salió tan venenosa de la boca de Ahn que incluso el profesor Kim SeoGoh sufrió en escucharla. Sharon lucía no importarle mucho, solo balbuceando cuánto deseaba el jacuzzi en ese instante. Empero, Kim SeoGoh sabía lo que era contestar una pauta de entrevistas.

En esta, la mayoría estaba centrada ante el funcionamiento de Sevit, el clima organizacional, la relación entre colegas y la relación con la directiva. No eran preguntas tan específicas hasta que llegó a la pregunta diecisiete.

"¿Cómo explicarían la convergencia de la protesta unipersonal de Lee MinHo a inicio de año, con la formación del equipo de animadores?"

Era una pregunta capciosa, en especial porque estaba ya rectificaba algo que en ningún instante fue investigado. Claro, sí existía el registro de la protesta de Lee MinHo como parte de la denuncia en el Ministerio de Educación. No obstante, que ambos hechos colindaran eran meramente hipotético, y la pregunta no daba la cavidad para negarla.

Porque aunque no colindaran, sí tenían argumentos para ser hechos continuos, lo cual preocupaba al profesor.

Permitieron junto a Sharon estar en el pasillo mientras leían y comentaban las preguntas, preocupándose él.

—Nada de lo que digas debe de afectar a los niños —le pidió SeoGoh a Sharon—. Nada. Debes pensar muy bien tus respuestas.

—Ay, SeoGoh, ¿qué me importan esos mocosos? —contestó Sharon, viéndose sus uñas—. Yo estoy por la paga de Jessica Bang. Es a ella a quien tenemos que dejar bien paradas.

—Yo estoy por la escuela.

—Entonces entramos en un conflicto de interés si es que no defendemos al mismo proveedor.

—Da igual lo que hables de Jessica Bang, pero no puedes dejar una imagen de que Bang Chan es el culpable de esto —reiteró SeoGoh—. Nos están investigando por corrupción y conspiración. No sé si captas que aquello en alguna empresa esté mal, pero en la educación, miss Sharon, en la educación te puedes ir preso.

—¿Y por qué tan dramático?

—Perjudicas los derechos fundamentales del infante: derecho a la educación- una educación transaprente, no arbitraria o discriminatoria. Aquí, se realizó un club con el fin de mejorar el currículum de un solo alumno, seleccionando a unos pocos para optar a estos beneficios, todo a través de la coerción con sobornos —el profesor Kim se sorprendió que miss Sharon no estuviese al tanto—. Nos iremos todos a la cárcel y los chicos quedarán con reputaciones manchadas. No podemos permitir eso...

Sin embargo, Sharon ya se había desconectado de la conversación para arreglar su labial reflejándose en su celular. Cuando SeoGoh dejó de hablar, ella le prestó atención.

—¿Sigue llorando o podemos entrar?

SeoGoh colocó sus ojos en blanco, lastimoso. —Ya, me da igual. Haz lo que quieras.

—¡Esperabas que me dijeras eso!

Sharon reacomodó sus pechos en su sostén y se bajó el escote; SeoGoh se giró de cara hacia la puerta por la vergüenza, sin saber qué le generaba más su estrés: el término de su divorcio, Sevit, sus estudiantes o esa estúpida mujer.

Sin embargo, ella le afirmó con sus uñas el hombro, y susurró en su oído con una calidez que contrariaba a la frialdad de su apariencia.

—No te esfuerces tanto, campeón, que te tengo un regalo en Boryeong.

Tampoco es como si SeoGoh fuese de piedra.

—¿Con trece chicos? —preguntó él—. ¿Estás demente?

—Podemos mandarlos a buscar leña mientras usamos el jacuzzi~

—Seguro, tendremos a trece chicos ocupados al mismo tiempo, durante el rato suficiente como para usar el jacuzzi.

—No es que te demores tanto.

—¡Eso es un milagro para mi edad, miss Sharon!

—¿De qué demonios hablan?

SeoGoh y Sharon saltaron cuando el profesor Hwei les abrió la puerta, viendo a los dos con suma cautela.

—La noche con los chicos, y si ellos estarán bien solos en Boryeong —respondió SeoGoh, ingresando a la oficina de la directora Ahn con rapidez. Quería acabar la entrevista cuanto antes.

—Lo estarán. Con la madurez del líder Seo ChangBin, a la calma intimidante de Bang Chan y al desinterés de primer lugar de Han JiSung, esos chicos están seguros —aseguró el profesor Hwei, orgulloso de sus mejores estudiantes—. Tienen la moralidad bien puesta, dignas características del White Tiger. Ah~, aun recuerdo mis días como miembro honorable en el club-

—Ya tienes como cincuenta años, ¿no es un poco sucio que sigas pensando en la escuela? —atacó Sharon.

—Yo sí tengo cosas buenas para recordar. Fui legítimo y legendario.

—Ay, dios santo... —la directora Ahn sonrió a Kim RyooNah y compañía con nerviosismo—. Uno nunca deja de crecer, ¿eh?

—Lo averiguaremos en este instante —simple, Kim RyooNah contestó sin interés, totalmente expectante de sacar la mejor información de los docentes.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

La casa de retiro de Boryeong estaba, efectivamente, en la mitad del bosque. Un camino de carretera por dos horas y media, para una ruta de tierra por alrededor de veinte minutos, alejado de la sociedad misma de Boryeong, hasta llegar a un pequeño recinto de una casa de madera lujosa de tres pisos, con un porche que rodeaba toda la casa, con espacios para barbacoas y una pequeña cancha de futbol. Eran las siete de la tarde, con el sol casi ocultándose, luciendo en la perfección la belleza del lugar.

ChangBin miró la casa con orgullo, contentísimo.

—¡Bien, muchachos! —lideró—. Vayan a dejar sus cosas, lávense y cámbiense de ropa, que miss Sharon me dejó algunas actividades para hacer mientras ella y el profesor Kim llegaban.

Sin querer, Chan le chocó el hombro al pasar, llamándole la atención.

—¿Dónde vas, Channie? —le preguntó ChangBin.

—Al jacuzzi —informó—. Aquel que entre, lo ahogo.

—Ay- no es justo —se quejó RyuJin, con su brazo enganchado con el de Chaeryeong—. Yo quería relajarme.

—A lo mejor hay una tina suficientemente grande donde quepamos las dos —consideró Chaeryeong—. Yo ya tengo mi traje de baño puesto.

—Tenemos que seguir las órdenes de miss Sharon —insistió ChangBin.

—Silencio, gremlin.

MinHo y Yeji quedaron codo a codo (a una distancia prudente) mientras observaban maravillados la preciosa casa. Como Chan ingresó primero, él encendió las luces del porche, dejando a la vista una preciosa cascada de luminosidad.

—Woah...

Sin embargo, MinHo fue chocado por JiSung tras bajar del furgón. Esperó las disculpas por su parte, como corresponde; en cambio, JiSung estaba sumido en una conversación entre gracias y chistes con Felix y HyunJin, mientras SeungMin le seguía refunfuñado atrás, entregando amenazas de muertes aleatorias cuando HyunJin quería involucrarlo en la conversación.

Y JiSung pasó de él en el choque.

Pasó.

Pasó.

«¡Pasó!»

—¡¿Quién se cree?! —graznó MinHo.

Yeji salió de la ensoñación de la casa. —¿Quién?

—«¿Quién?» ¡Ese idiota! —lo apuntó, alegórico, mientras JiSung ingresaba a la casa aun sumido en la charla—. Me choca y ni siquiera se disculpa.

El problema estaba explícito, era Yeji quien no lo entendía. Esa era la única explicación que podía dar él porque, al instante en que pronunció en voz alta, Yeji lanzó una fuerte carcajada.

—Ay, no... —lloró ella de risa—. Eres tan gay.

—¡¿Gay?! —gritó, tras ver cómo ella también ingresaba a la casa—. ¡¿Qué te refieres con eso?! ¡Vuelve acá, gallina!

Si el exterior era precioso, el interior era lujoso. El segundo piso daba hacia un monoambiente con dos baños junto a una terraza con su juego de puebles, todo de una madera y fierros finos que combinaban con la estética de la casa. El grupo dejó sus mochilas ahí, con SeungMin descubriendo que en un mueble tenían guardados todos los futones para la noche.

Sin embargo, fue ya en el primer piso donde la sorpresa quedó estancada.

Mesas de café estaban cargadas con fuentes de comida cubiertas con papel metálico para mantener el calor, cargados y cargados de ella, junto con cajas de pizzas y potes de ramyeon que podían cubrir un ejército entero.

Fue por el almuerzo a las una de la tarde que compensaba también el no haber comido nada durante todo el día, por lo que, en especial en una etapa donde el desarrollo y la ansiedad se canalizaba en lo que podían ingerir, el grupo entero se abalanzó hacia la comida.

Dulces y salados. Pollo fritos y brownies. MinHo no había tenido tanta comida en su estómago desde hace años, sintiendo como poco a poco su barriga se incrementaba ante el cóctel.

—Oye, Bang Chan —ChangBin llamó—. ¿No quieres algo?

Desde la sala se podía ver el jacuzzi en el porche, donde Chan descansaba en soledad, junto con el agua burbujeante y tibia. Asimismo, de su sinvergüenza, fue acompañado por un cigarro.

—No, gracias.

—¿No hay nada para beber? —preguntó Felix—. Estoy atorado.

—Hm- yo reviso —informó Chaeryeong, y se levantó para ir hacia el refrigerador de dos puertas.

—¿Ustedes no van a comer? —preguntó MinHo a Lia y a Yuna.

—El recuento calórico de todo esto superaría todo lo que comeré en el siguiente mes —explicó Yuna, calmada—. Y prefiero comer el próximo mes.

—Además, es demasiada la grasa —concordó Lia—. Un minuto en tus labios es una eternidad en tus caderas.

—Ay, ya cállate, que me enfermas —RyuJin forzó un trozo de brownie en la boca de Lia—. Come, come, come.

Tras llegar al refrigerador, Chaeryeong observó cómo una de las puertas tenía una inscripción en un post-it, en color rojo, destacado, y en inglés.

—Esta nota no me detendrá porque no sé inglés —murmuró ella, y abrió la puerta.

Esperó algo más catastrófico o controversial, como latas de cervezas o botellas de ron par los maestros. Sin embargo, su decepción incrementó cuando solo encontró botellas de plástico de jugo de uva y botellas de vidrio con agua.

—Hay jugo y agua —informó Chaeryeong, decepcionada—. ¿Qué llevo?

—¡Trae todo! —le dijo HyunJin, mientras hacía correr los vasos de vidrios para todos en la mesa.

Chaeryeong llevó una botella de jugo y una de agua hacia la mesa, donde comenzaron a repartirse los tragos. Chaeryeong sirvió un vaso de agua y se lo entregó a Chan, al mismo tiempo que comenzaron a repartirse el bebestible.

Yeji le dio un sorbo al jugo de uva, y lo dejó sobre la mesa. —Yo prefiero agua de la llave...

SeungMin y JiSung le dieron un trago, y solo pudieron hacer contacto visual.

«¿Esto es...?», pensó JiSung.

»Por supuesto que lo es», siguió SeungMin.

«No es una buena idea, para nada».

»¿Harás algo para detenerlo?»

«No».

»¿Y para detenerte?»

JiSung soltó una risa, cómplice. «No...»

MinHo vio la interacción de ellos dos, el cómo movían sus cejas y sonreían como si sus pensamientos eran capaces de ser leídos por el otro. El dulzor del jugo de uva opacó el amargo sentimiento en su pecho, en especial cuando, al notar que JiSung había terminado su vaso, HyunJin lo abrazó por los hombros para rellenarlo con agua.

Es decir, ¿qué era eso? ¿Por qué JiSung estaba teniendo mayor cercanía con HyunJin y Felix? Ellos eran sus amigos. Suyos. Era el Real King. Felix aun incluía a SeungMin a al conversación y, esta vez más desinhibido, seguía la charla con solo tres amenazas de muerte. ¡Tres! Y, lo peor de todo: JiSung reía con ellos.

¡Con ellos!

¿Es que JiSung había olvidado que él intentó eliminar el Real King? ¿Que no le importó que fuesen damnificados por el horario compartido con el White Tiger? ¿Qué hizo que fuesen castigados más veces por contar, solo por orgullo?

¡No era justo!

—¿Y a ti qué te pasa? —Yeji le preguntó a su lado, mientras le servía a MinHo un nuevo vaso de jugo de uva.

—«¿Qué te pasa?» Nada. ¿Nosotros hemos tenido conversaciones telepáticas, alguna vez?

—No que yo recuerde.

Felix soltó un chiste, y JiSung graznó una fuerte carcajada que le hizo caer a las piernas de HyunJin. MinHo sintió un gruñido escapar de su boca.

Por lo que, un poco desesperado, miró a su lado. JeongIn se servía de la botella de agua mientras hablaba con ChangBin. MinHo se coló en la conversación.

—Entonces, cuando sea presidente, lograré que las personas rurales se muden a las zonas urbanas y pagarles más —explicó ChangBin—. Pero será con este dinero que será entregado a las empresas, que serán multitiendas, y los trabajadores podrán comprar cosas de las propias multitiendas a un precio reducido. Claro, solo de la empresa para la que trabajan. ¿Te parece una buena idea?

—Creo que-

—¡¿Y te haces llamar presidente de una forma tan indecorosa?! —intervino MinHo la conversación—. ¡Mira las cosas que propones! ¡Regresamos al siglo XIX!

—¿Alguien te pidió la opinión? —le preguntó JeongIn—. Los grandes estamos teniendo una conversación, niño.

Los dos se miraron hasta que MinHo agarró a JeongIn del cuello y comenzó a frotar sus nudillos en su cabeza.

Las conversaciones se dividían entre grupos, y a veces tropezaban entre todos. Las botellas del refrigerador iban poco en poco en disminución, proporcional al volumen de voz de los chicos y, en la misma proporción, disminuía la calidad formal y contenido de estas.

En un instante, fue Yuna quien comió el resto del pollo frito como si una bestia estuviese escondiéndose en el interior, a la par que Lia tragaba ramyeon picantes en una prueba de hombría que tuvo con HyunJin. De tanto en tanto, Chan sacudía su vacío vaso de vidrio para que fuese rellenado, solo para terminar pegando gritos para que le sirvieran más con un abrupto tono desafinado. SeungMin iba a levantarse, pero cayó de espaldas. Alguien dio vuelta un vaso de jugo de uva, y utilizaron como mejor forma de limpiar la cara de JeongIn. Era un desastre vivo ese lugar.

Por lo que, cuando alguien al fin puso los pies en la tierra, se dieron cuenta que algo relevante faltaba en ese lugar.

—¿Quién pone la música? —preguntó RyuJin, con su voz mucho más aguda.

Cuando MinHo se levantó para conectar su celular al parlante, cayó en cuenta tanto física como psicológicamente que él no se encontraba bien. Fue como si lo hubiesen metido a la ducha de agua caliente, al mismo tiempo que alguien sacudía la tierra bajo sus pies. Chocó con sus rodillas en la nuca de JeongIn y se apegó a la pared más cercana para notar que esta era real y no producto de su imaginación.

Estaba jodidamente borracho, y probablemente el resto del grupo estaba igual.

Sin embargo, eso no le impidió conectar su celular al televisor, solo para necesitar una cuenta premium de Spotify para generar el efecto. Él no tenía una, porque se dedicaba mayoritariamente a las descargas ilegales, y si no había un bluetooth para funcionar, debió de fruncir entre su rabia lo que sería fijar su vista en la nuca de JiSung.

«Mírame. Mírame. Mírame. Mírame».

—¡¿Y la música?! —preguntó RyuJin.

JiSung se giró, y MinHo desvió la mirada al instante.

—«La música» No tengo Spotify premium.

—Sabes que yo tengo —le dijo JiSung.

«Ay, perdón, ni siquiera se me pasó un segundo pensarte en mi cabeza».

Aunque JiSung vinculó su cuenta, fue MinHo quien seleccionó la música. Las canciones selectas por supuesto que eran para ser bailadas, porque una canción sin su movimiento solo era una melodía perdida en el dormitorio de un montón de adolescentes tomados.

Para generar mayor efecto, apagaron la luz. RyuJin y Chaeryeong fueron las primeras en quedar dentro de la espontánea pista de baile, siguiendo el ritmo de Red de HyunA.

—Ay, no —Yuna se colocó las manos en el rostro—. Esto es demasiado vulgar.

—¡Solo tienes que soltarte! —le dijo RyuJin, para tomar sus caderas y comenzar a ladearlas de un lado a otro—. ¡Des-reprímete!

Des-reprímete —Felix repitió, abrazando a ChangBin por los hombros—. A president as constipated as you will only make voters want a strip club on every corner.

—¡Yo no estoy constipado! —se defendió ChangBin.

—Oh- ¡sí lo estás! —acusó Chaeryeong, solo para tomar a ChangBin de los dos brazos—. ¡Nunca quisiste bailar conmigo!

—¡Nunca tuvimos la oportunidad!

Los dos cayeron al suelo cuando chocaron con el cuerpo de RyuJin, quien bailaba pegada al suelo.

La habitación estaba oscura, acompañada por las luces de salvapantalla de Spotify. MinHo se dejó llevar por HyunJin hacia la improvisada pista de baile con Love Talk de Jus2.

Las luces eran mareadoras, y no podía oír nada más que no fuera la música. MinHo no creía formar algún paso concordante, aunque creía que en su cabeza estaba genial. El flujo del alcohol retumbaba en sus latidos como las bocinas del televisor de alta definición, dejándose restregar entre RyuJin y HyunJin.

Era una ebullición clandestina lo que generaba en su cuerpo, sintiendo el calor golpear cada parte de su piel que desesperaba ser rasgada para encontrar lo fresco. La música divagó en el idioma, algo que ya no conocía. El pensamiento lúcido del Dance Revolution del año anterior, donde la exlíder había propuesto una diversidad de canciones bajo el mismo tono cantado en el latinismo urbano y cargado de coas. Había visto videos musicales para poder instruirse, naturalizarse ante el ritmo que fue desconocido en su momento. MinHo creía imitar esos movimientos en ese momento.

El bochorno de ser apresado entre los cuerpos de RyuJin y HyunJin lo dejó sofocado, forzándose a compensar su vista para identificar lo que sucedía a su alrededor; debía de regresar a la tierra. Veía a Yeji bailar cerca de Felix y Lia, sin ser tocada por ninguno pero lo suficientemente suelta como para que sus trenzas rozasen el cuerpo del resto. JeongIn cayó al suelo, de nuevo, y Chaeryeong había arrastrado a SeungMin también a la pista mientras que él, por todos sus medios, intentaba escapar de ahí; fue un fracaso cuando ChangBin le abrazó por los hombros.

Tanta gente en esa gran sala y todos pegados. MinHo no pudo sentirse más claustrofóbico.

Se largó hacia el baño, con una mezcla de mareo, éxtasis y un desorden hormonal que subía y bajaba por su cuerpo, caminando por las venas para hacer la situación mucho más lenta y tortuosa. Se aproximó al primer baño cerca de la sala, y tras chocar con ella trancada, la golpeó con insistencia.

—¡Deja mear! —gritó. La música estaba tan fuerte que no se escuchaba.

Los chicos en la pista de baile gritaron una carcajada por algo que solo a ellos les hacía sentido. La puerta del baño se abrió, y MinHo empujó a JiSung a un lado para poder utilizar el retrete.

«Uh, quien lo diría. Solo quería usar el baño».

Una vez que se abrochó el pantalón, jaló la cadena del retrete y se dirigió al lavamanos, divisó que JiSung aun seguía en el rincón del baño, sin moverse. Parecía ser la luz blanca que lo atrajo a que, de nuevo, estaba borracho.

—¿Y tú acá? —le preguntó.

—Estaba- ehm... —JiSung buscaba las palabras, pero solo mostró sus muñecas—. El cambio. Se mojaron.

—Ah- mojaron- se mojaron... —dijo MinHo antes de entender a lo que se refería. A un lado del retrete estaba la mochila caída de JiSung, con el paquete color verde de la lidocaína local. Sonrió con burla por el cuidado—. ¿Aun te duele?

—Duele —concordó JiSung—. No sabía que Chan tenía fuerza.

—Fuerza- de fuerza- ¿De qué?

JiSung sonrió. —No sé...

Los parches estaban mal colocados, o lo necesario como para saber que no era un trabajo de uno. MinHo, apoyado en el lavamanos, atrajo a JiSung de los brazos para volver a parcharlo.

Fue en silencio. JiSung tarareaba cosas que no iban al ritmo de la canción, y MinHo parecía no querer apartar la vista de las manos de JiSung. Grandes, de dedos largos, bastante varonil, con una buena extensión. También eran suaves, pero era una suavidad humectada porque, en el que MinHo delineaba con sus yemas la piel de la palma de JiSung, notó que era bastante reseca.

Se quedaron en silencio; no había mucho qué comentar si es que MinHo tenía las manos de JiSung sujetadas. El tarareo de JiSung imitaba su balanceo, hasta que le hizo caer de lado y recomponerse con un par de pasos. Fue eso lo que atrajo a MinHo a recomponerse.

—¿Qué fue lo que bebiste? —preguntó MinHo—. O sea- bebimos. Bebimos nosotros.

—Soju de durazno —identificó JiSung—. Y vino con coca-cola, por eso lo dulce.

—Lo dul- lo dulce...

¿Eso era lo que acompañaba en sus labios? ¿Y lo que generaba que su cuerpo estuviera más encendido que antes? En sus labios estaba el dulzor del vino, y el soju estaba en el ardor de su garganta. Apresaba demasiado un sentir doloroso que no podía elaborar de forma correcta.

JiSung no siguió hablando, solo se recompuso frente a MinHo para dejar que él siguiera jugando con sus dedos. Alguien golpeó la puerta al notar que estaba trancada, quien se marchó al instante que MinHo repitió la escena varias veces en su cabeza para rectificar que sí pasó, que nadie abrió la puerta, que él y JiSung estaban encerrados en el baño.

Lo que hizo que se enojara. Se enfureciera. ¿JiSung lo ignora todo el día, le habla a sus amigos, y ahora quiere tenerlo con él dentro del baño? ¿No era eso de hipócritas y mentirosos?

No fue sutil por la forma en la que MinHo soltó las manos de JiSung. El primer lugar por supuesto que lo notó.

—¿Y qué te- que pasó ahora? —preguntó JiSung, con voz más agravada, ronca. Sus palabras hacían temblar el azulejo del baño—. ¿Por qué tu- por qué eres- por qué ser así?

—«Ser- ser así- por qué ser» Soy así —MinHo se encogió de hombros, infantil—. Solo soy así.

Era raro. Ni siquiera sabía MinHo por qué estaba tan enojado. Solo era la vista indiscriminada de JiSung de no tener interés de siquiera hacer la intención de preguntar qué era lo que pasaba. JiSung solo funcionaba ante el resto con tranquilidad, de una forma tan fría que tenía a MinHo hastiado.

—Ah... —Es lo único que JiSung dice.

MinHo, enojado (¿Por qué?), empuja a JiSung. —Regreso a la pista.

—No- no te vayas —le pidió JiSung, sujetando con dos manos un brazo—. No que- que tú- ¿no querías hacerme un aro?

MinHo le miró, notorio en el vacile. JiSung le sujetaba el brazo con sus grandes manos, haciendo la presión de la insistencia como una fuga inconsciente del deseo real. ¿JiSung se dará cuenta que, mientras más fuerte agarra, más lo deseaba?

Con su mano libre, acarició una de las manos de JiSung, donde subió con brusquedad por los parches, la piel, el cabello del brazo; escondió un poco sus dedos bajo las mangas cortas de su camiseta antes de llegar al cuello de JiSung para, así, presionar con su pulgar e índice el lóbulo derecho.

—Hielo —indicó MinHo—. Necesitamos frío.

«Porque estoy ardiendo».

JiSung salió del baño con rapidez, y MinHo no supo si seguirle o qué. Con la puerta abierta, escuchaba las canciones urbanas con más fuerza, junto con los gritos de sus amigos y compañeros en convivencia. Tenía su corazón latiendo con demasiada fuerza, tan ensordecedor que creyó ni siquiera dar una respuesta cuando Lia se asomó para el baño y discutieron para que MinHo lo dejara.

Lia se largó, y JiSung regresó. En su oreja colocaba una bolsa de hielo.

—Me caí —contó.

MinHo asintió. —«Caí- me». Cierra la puerta.

JiSung hizo caso, y volvió a contar:

—Me caí.

—«Me caí». Felicidades.

MinHo comenzó a revisar el lavabo. Abajo había un mueble, lo cual era producente al tener todo un botiquín en su interior. Sacó una aguja, alcohol y algodones.

—¿Encendedor?

—¿De fuego?

—Ajá, de fuego.

—En mi mochila. Me caí.

—«Me caí». ¿Dónde?

—Del porche. Había hielo en una cubeta, y me caí del porche —y JiSung hizo la simulación con una mano—. Como- del porche. Me caí al otro lado.

Fue la inocencia y lástima en las palabras de JiSung que hizo a MinHo cargarse de la risa. ¡Eso fueron los gritos de sus amigos! ¡JiSung se había caído del porche! Ah, eso explicaba por qué estaba más sucio, una rama en su cabeza y, por supuesto, lucía totalmente adolorido.

—«Al otro lado», ah- qué pena —aunque MinHo no lamentaba nada—. ¿Y qué te duele?

JiSung tenía un ligero puchero en sus labios. —La espalda.

¿Cuál era la actitud deliberante que MinHo tenía para tocar a JiSung? ¿Se justificaba con el alcohol, o con el simple deseo de estar presente? Giró a JiSung para darle la espalda, y subió la sucia camiseta para poder observarle. Uh, sí, tenía feos rasguños que dolerían en un rato más, que coloreaban los omóplatos hasta perderse por la cintura.

Con la piel expuesta, también el rasguño le entregaba un poco de color. JiSung era moreno, por lo que el rosa alrededor de las heridas era casi indescriptible, pero la mugre estaba ahí, tan sucio, tan potencialmente peligroso que podría apocar el mismo peligro de cuando MinHo le acarició la espalda. Tantear dolor con el siseo de los dientes de JiSung. Era tantear dolor.

—La lidocaína funcionaría —mintió MinHo. No creía que sería necesario.

—Entonces, colócalos, linoring —dijo JiSung sobre su hombro. Toda su camisa estaba arremangada sobre su espalda, aun enfriando su lóbulo.

—«Linoring- colocar...» Son costos en el mercado —logró pronunciar MinHo, aun más pesado, igual de ido—. No robaré- no robar más. Iría al hospital para robar. ¿Y ese apodo?

—¿Me harás el puto aro?

MinHo sacrificó uno de sus aretes, el cual esterilizó junto a la aguja (aunque se quemó los dedos severas veces). Se sentó en el lavabo, con las piernas abiertas, y atrajo a JiSung por la camiseta para apegarlo a él.

Más gritos se escucharon en la sala, y un cambio de canción para entregar un karaoke. Sin embargo, ninguno buscaba la canción- solo JiSung tenía su celular, por lo que intentaban pronunciar las palabras en español que aparecían en pantalla.

Tú me dices que no sientes nada

Y yo sé muy bien que yo te gusto

Se te nota por encima de la ropa

—Dolerá —informó MinHo.

—¿Más que la caída?

—«Más que la caída» y que tus muñecas.

—Dolerá mucho, entonces.

JiSung quitó el hielo del lóbulo, y se apoyó en la pierna de MinHo. Del hielo que comenzaba a derretir, probablemente se haría agua sobre el muslo; el calor corporal era un choque, y MinHo lo notó cuando sujetó con una mano la nuca de JiSung y, con la otra, acercó la aguja.

Yo te bajo el universo

Por un pedazo de tu boca

Y cuando me tocas

Me erizas la piel, me envuelve

—Podemos parar cuando quieras —informó MinHo, con la punta de la aguja en el lóbulo.

JiSung tomó aire, pareciendo tener sus ojos puestos en el espejo. Sus dos manos estaban presionadas en los muslos de MinHo, lo que generaba dicha presión la vuelca en el estómago y el calor intoxicante que sintió en la pista de baile.

Cuando JiSung notó dónde tenía sus manos, las sacó. Colocó ambas en cada lado del lavabo, quedando más cerca de la cara de MinHo.

—Alguien podría malpensar eso —susurró JiSung.

—«Malpensar eso...», pero solo estamos los dos —el tono de voz se escapaba de sus pensamientos, sonando más inocente que de su carácter natural—, no hay por qué malpensar...

Para cuando MinHo enterró la aguja, JiSung volvió a sisear de dolor. Cerró sus ojos y sus pulgares se escaparon para tener el tacto de los muslos de MinHo. Mientras más viajaba la aguja hacia el otro lado de la oreja, más las manos de JiSung se subían y aferraban a MinHo.

—Ya va, ya va... —susurró MinHo—. Ya pasará.

Colocó su arete esterilizado en el orificio, e hizo presión en el lugar por un rato. No había una ciencia para eso, solo MinHo quería tocar un poco más a JiSung antes de soltarlo.

No obstante, JiSung no se soltó de MinHo. Seguía aferrado a sus muslos, tan fuerte el ardor que el hielo se había derretido por completo. JiSung dejó de fijarse en el espejo para ver el rostro de MinHo, de nuevo, con el grito de quien parecía ser ChangBin cantar en la sala.

Me matas,

Cuando me miras y no me hablas.

Yo sé que también tienes ganas.

Tú me matas.

MinHo tenía su cabeza en cualquier parte, pero más se concentraba en sus muslos. Sus muslos ardían, y JiSung no parecía encontrar el calor ahí. Sus palmas estaban extendidas, compitiendo con MinHo para saber si es que podía cubrirlas por completo.

Aun con las manos en el cuello de JiSung, MinHo le ladeó la cabeza.

—¿No quieres uno en otra oreja el aro en el otro- la otra oreja? —divagó MinHo, más perezoso.

JiSung dejó que su cabeza fuese ladeada, solo para que MinHo ahuecara su mano en la mejilla de él. —¿Crees que esté bien?

—«Bien estar- bien estar» Estará, obvio. ¿No te regañará Ahn por eso?

—Hm —JiSung frunció el ceño, en un aspecto tan deliberado de ternura que MinHo notó que se derretía sobre el lavabo—. No, me da igual. Ser el primer lugar me da ventaja.

—«Ventaja» a que te chupen el pene.

—Nadie lo ha hecho, ni la vieja de Ahn.

—«Ahn» si la vieja de Ahn- la vieja de Ahn no te ha- no te ha chupado, ¿cómo es que estás en primer lugar?

—Inteligente por naturaleza —bromeó—, y porque leía mucho de pequeño. Mucho, mucho. Cuando llegué con mis Yayos leí más. Claro, era más por pesadillas que solo leía. Leí tanto que olvidé el mundo real, y las pesadillas se convirtieron en lecturas- digo, soñaba con cosas que leía, por si no me entendiste.

—«No me entendiste», te entendí. Lo entiendo- te entiendo. ¿Por qué te fuiste con tus Yayos?

—Ah..., orden de alejamiento —contó JiSung—. Cuando mi mamá tuvo la valentía para denunciar a mi papá, me enviaron con mis Yayos. Ella se fue a Ginebra, a trabajar para la ONU porque... porque mi papá no le gustaba cuando ella viajaba. Me- como me- como quedé acá en Corea, interpuso una medida de protección- orden de alejamiento. Se venció a mis quince años.

—«¿Venció?» ¿De vencer? ¿Ganar?

—Caducar.

—¡«Caducar»! ¡¿Esas cosas se caducan?! —gritó MinHo, rompiendo con la privacidad del baño.

JiSung, ante el grito, inclinó su cabeza hacia atrás. —Ajá. A los quince se venció y mi papá quiso recuperar mi tutela. Se había rehabili- con rehabilitación. Violencia, alcohol- qué se yo. Rehabilitado y con papel. Yo no quería, así que me vine a Sevit para escapar. Pena y salvo que él comenzó a invertir más al saber que estaba acá. Dice respetarme- o sea, respetar el espacio, pero... no tanto, creo.

Durante la charla, las manos de MinHo habían bajado hacia las muñecas de JiSung (quien, no olvidar -porque MinHo lo hizo-, seguía sobre sus muslos) para trazar con sus dedos los parches de lidocaína.

—«Creo- no tanto creo» —murmuró MinHo—. Y todo te enferma, al final. No sabes si sanar, si ya estás sanado, o cuándo sanarás.

El divague fue mucho más reflexivo como para lo que estaban construyendo. Los ojos de MinHo viajaron desde sus manos hacia el centro de la camiseta de JiSung, donde estaba mugrosa por la caída, y se preguntó si es que el pecho también lo tenía dañado al igual que el corazón.

Estiró su mano hacia su pecho, posicionándolo sobre el corazón. A propósito o accidental, podía escucharlo bajo la música que aun cantaban afuera. Iba al ritmo de la música urbana. Iba veloz.

—¿Te duele? —preguntó MinHo. En voz baja. Todo en voz baja.

—No sé —confesó JiSung, balanceando entre avanzar o quedarse donde estaba—. No me caí ahí- o sea, no me golpeé ahí.

MinHo bajó la mano con lentitud, pensando en que así podría encontrar alguna reacción de dolor por parte de JiSung. No encontró nada en el trayecto, y se detuvo cuando sus dedos sintieron la orilla del pantalón, escondida tras la camiseta.

Tal como el lóbulo, agarró la orilla entre el pulgar y el índice, y acercó a JiSung. De la cercanía, logró fijar el ojo hacia el nuevo aro: un pequeño diamante de fantasía, en cortesía de MinHo, para así perfilar un poco su rostro. Divisó cómo se colaba la suciedad de la caída, una hoja verde que pasó desapercibida, y la rojez en la piel morena de la lesión.

—Te llegó hasta acá —informó MinHo, y movió con su mano libre el cuello de la camiseta para exponer más la piel del cuello de JiSung—. Te golpeaste hasta acá. ¿Cómo carajos te caíste?

Tocó con sus yemas la lesión, y profundizó en la espalda, apegando más a JiSung. Su mano estirada se extendió por todo el dolor, el cual JiSung siseó y resoplaba por la nariz. ¿Era por el dolor, o por tener el cuerpo de MinHo tan pegado?

Para poder ver mejor, MinHo apoyó su mentó en el hombro de JiSung. El otro se inclinó hacia adelante, cediendo a todo el movimiento; se dejaba llevar en la misma ensoñación de la borrachera. Era eso, ensoñación, porque no podía explicar por qué tenía a MinHo con una mano en la orilla de su pantalón, cerca de su entrepierna, y la otra sobre las heridas de su espalda.

MinHo dejó de apoyar su mentón para posicionar su nariz en reemplazo, con el olor a la loción de JiSung, su perfume, su desodorante, el olor a pasto y vino que debió de haberse volcado en algún momento de la noche. Con cuidado, MinHo frotó su nariz ahí.

—¿Te duele la oreja? —preguntó MinHo.

—No —contestó JiSung, en el mismo volumen bajo—. Debió ser la lidocaína.

—«La lidocaína...»

Claro, porque la lidocaína hacía perder la sensibilidad del sistema nervioso. Y JiSung estaba bajo eso- aunque fuera local, aunque fuese puntualizado, MinHo solo quedó con el pensamiento de que JiSung no debía de sentir nada en su cuerpo. Si no lo sentía, no podría notarlo, por lo que reemplazó su nariz por la boca.

JiSung soltó un ligero «ah», tan desprevenido, tan suave. ¿No que el primer lugar lo sabía todo? ¿Es que no vio venir eso? Estaba bien porque MinHo, siendo el último lugar, tampoco lo había hecho.

Soltó la camiseta de JiSung para atraerlo por la cintura, mientras que la mano que descansaba en la orilla del pantalón comenzó a bailar sin hacer nada profundo. En el instante que acercó a JiSung, pudo sentir como las manos de él escapaban de sus muslos para subir hacia su espalda, y bajar con lentitud. JiSung realizaba ese patrón como si fuera suficiente, pero no lo era. No. MinHo quería más. No lo quería arriba de la ropa.

Mientras le succionaba la piel, más imágenes lúcidas aparecían en su mente. Tener a HyunJin atrás y a RyuJin adelante en la pista de baile, el calor, el alcohol, la música vulgar y el desespero de ser tocado. El incremento de sensación era proporcional a la succión, tan proporcional como terminó por colar su mano por la camiseta de JiSung y, al tener tan cercana el broche del pantalón, le fue imposible no jugar con el botón para desabrocharlo.

—MinHo... —susurró JiSung, aún más bajo, aún más tímido. Creyó que lo llamaba—. MinHo. —Pero no, solo murmuraba su nombre.

¿Qué hacía él? ¿Qué hacía en su cuello? MinHo solo succionaba, mordía, langüeteaba, jugaba con la tentación de la piel morena y de que la lidocaína mitigaba el dolor. Deseaba silenciar a JiSung, porque se suponía que él no debía de sentir nada. Esa era la función de la lidocaína. No debía de doler cómo MinHo lo marcaba, ni debía de saberlo. Eso era un secreto solo entre MinHo y la piel de JiSung.

Las manos de JiSung dejaron la espalda de MinHo para llegar hacia su pecho, donde se produjo tensión. Debía de separarse, porque JiSung lo haría en cualquier momento- lo empujaría, le preguntaría qué hacía y le...

Y tontearía de la misma forma que MinHo lo hacía, con ambas manos en el pantalón, para finalmente ceder a la valentía y JiSung, voluntariamente, desabrochara su propio pantalón antes de hacerlo con el de MinHo.

—Oigan, homosexuales.

La luz del baño se apagó y se encendió reiteradas veces. MinHo quedó momentáneamente encandilado hasta que, en la reiteración, logró llegar a la tierra bajo la voz de Yeji.

—Jugaremos verdad o reto. —A diferencia de los demás murmullos y con falta de modulación, Yeji hablaba con una claridad que inclusive MinHo pensó que era una canción—. Salgan de ahí por separado, si no quieren preguntas. Aunque- bueno, ninguno se dará cuenta.

—Se ponía a hablarle a la puerta... —murmuró JiSung—. Santa Yeji.

O fue la broma, o la luz intermitente, o la voz de su mejor amiga, o que se encontraban en una puta casa de retiro con sus demás compañeros de escuela, borrachos tanto que demoró en procesar todo lo que pasó, solo para abrazar el pánico.

«¡Santa Yeji!»

MinHo empujó a JiSung con desespero. La espalda de JiSung chocó con la puerta y la manilla, lo que le hizo gemir de dolor.

«Más fuerte- ¡NO!»

MinHo debió de fijar su vista en el lavabo antes de ir hacia el espejo. Oh, era un desastre. Un total desastre. Sentía que iba a explotar algo dentro de él y no estaba seguro de si era su corazón o su pantalón. Estaba con sus orejas rojas, y su pantalón desabrochado. Oh, tan desabrochado que era una vergüenza. ¡Nadie le había desabrochado el pantalón antes!

—¿Por qué me duele la espalda? —murmuró JiSung tras él—. Ah- verdad que me caí del- ah, del porche.

La realización de JiSung hizo que riera de nuevo; en consecuencia, MinHo también cayó en cuenta que JiSung estaba borracho. Y él estaba borracho. Y-

«¡¿Qué esperabas?! ¡¿Una paja en el baño?! —MinHo debió de golpear su frente reiteradas veces—. ¡¿Y qué mierda con el chupetón?!»

»Ven, papi, que te hago otro».

—¡NO!

JiSung saltó del grito, y graznó de dolor cuando MinHo lo empujó de lado para salir de ahí.

¡Una puta locura!

Al llegara la sala, se sorprendió de toparse a todos los chicos sentados en un círculo- inclusive Bang Chan, quien estaba recostado sobre el regazo de JeongIn para detener una hemorragia nasal que solo dios sabe de dónde salió. Y, claramente, los tragos se continuaban repartiendo.

MinHo sentía que tenía una energía incontrolable, sin saber si era en sus manos o en otra parte de su cuerpo. Cuando se ubicó junto a Yeji y HyunJin, y vio a JiSung sentarse frente a él, al otro lado del círculo, con un SeungMin que... lloraba, y lloraba demasiado.

—¡Pensé que te habías ido! —lloró SeungMin a JiSung, y le abrazó el brazo—. ¡Me dejaste! ¡Me dejaste!

La fuerza de SeungMin hizo que JiSung chocara con JeongIn, lo que produjo que cayera de lado y Chan cayera de su regazo.

—¡Ya estamos todos! —RyuJin lideró la situación, con una de las vacías botellas de vino en su mano—. ¡Verdad o reto! Porque, no hay nada más grande que reforzar la amistad con un par de besos o chupadas regaladas.

—¡¿Qué?! —graznó el resto.

La botella giró, y se detuvo en Felix. No llevaba su polerón, solo su musculosa, tan sonrojado y seguro de sí mismo que era llamativo.

—¡Verdad o reto!

Dare —dijo Felix, con una sonrisa ladina.

—Langüetea a la persona más caliente de la casa.

Felix le miró, sin entender. —Sorry, don't speak korean.

—Ah- hijo de puta. Kiss the- put the lengua to... —RyuJin debió de hacer simulaciones—, a hot people, person. Handsome person.

Se escuchó un infantil «uh...» en el círculo, que se apagó con timidez al momento en que Felix comenzó a mirar a cada uno.

I choose-

—Yo.

«No aguanto esto».

MinHo se prendería fuego en ese instante si es que no hacía algo, y ni de chiste se habría plantado en ese instante para besar a JiSung. No, ni siquiera era opción. Por lo que, lo más razonable, fue optar a aquella oportunidad para abalanzarse sobre Felix y aprovechar esa seguridad que tenía él para succionarla y usarla un poco durante el resto de la noche.

El grito del resto fue fuerte, tanto que ensordeció la música. MinHo repetía en su cabeza «besa, besa, besa» sin importar si es que ese era, efectivamente, su jodido primer beso.

Agradeció la amistad con Felix para seguirle el ritmo, porque MinHo aseguraba que lucía como un sapo lamiéndole la cara más que los labios. Agradeció también que el resto estuviese borracho, para así ninguno tuviese otra opinión de aquel beso que no fuese sexy. Y agradeció que la única sobria fuese Yeji.

Las manos de Felix lo recorrieron por completo, y se terminó por separar cuando Felix piñizcó sus nalgas.

—¡Ay! —MinHo se tapó el trasero—. ¡No me hagas eso!

El resto seguía gritando, tan desesperados y avergonzados que era ridículo. JeongIn gritaba algo de Sodoma y Gomorra, mientras que Chaeryeong decía que faltaba poco para formar una porno. RyuJin estaba contentísima, por lo que hizo girar la botella con tanta rapidez para esperar a otras dos personas más se lengüetearan la cara.

MinHo se reacomodó en el círculo, solo para visualizar la cara de JiSung. No. Ni siquiera quería verle. Decepción, agradecimiento o quizá ni siquiera se dio cuenta del beso.

Entre los gritos, HyunJin le palmeó la espalda mientras que Felix le regalaba otro beso al aire a MinHo. Él solo pudo corresponder con un guiño que lució ser más un parpadeo.

La punta de la botella cayó en Lia.

—Ah- del carajo.

—¡Verdad o reto! —gritó RyuJin.

—Verdad, verdad —dijo Lia, horrorizada pero totalmente sonrosada. Probablemente por el alcohol, probablemente por el calor—. Ni de chiste hago algo que manche mi reputación.

—¿A quién de esta habitación quieres ver desnudo? —HyunJin preguntó.

El grupo coreó un «uh...» a propósito. Lia no se quiso mostrar débil o sensible ante la pregunta, por lo que, para generar tensión, ató su cabello en silencio.

A la hora de contestar, solo miró hacia el suelo.

—ChangBin, en primera instancia. Bang Chan, idílicamente.

Antes de que gritaran, Chaeryeong intervino.

—Amiga, no te recomiendo —aclaró ella—. Era como un meñique.

ChangBin terminó un corto de soju y la apuntó. —¡Oh, pero a ti te encantaba ese meñique!

—¿Omitiremos que mencionó a Bang Chan? —preguntó RyuJin.

—¡Ay, por favor! —Lia lo apuntó—. ¡Todos lo acabamos de ver semidesnudo! ¡No puedo ser la única que quiere saber dónde termina esa V! ¡Que levante la mano quien tiene la curiosidad!

Claro que Chaeryeong alzó su mano, al igual que Felix. De la curiosidad, Yuna también lo hizo, e inclusive SeungMin le siguió entre sollozos. Cuando Yeji alzó su mano, MinHo le chistó.

—Baja, baja —le ordenó—. Sucia.

La botella giró, y cayó en SeungMin. Él secó sus lágrimas y asintió.

—Verdad... No creo poder hacer algo. Ay, tengo tanta pena...

—¿Has tenido un sueño homoerótico con JiSung, alguna vez? —preguntó HyunJin, directo y curioso.

SeungMin sorbió sus mocos y negó. —Lo he visto desnudo tantas veces que ni resulta atractivo.

JiSung le miró, ofendido. —¡Oye!

—Inclusive tiene una marca de nacimiento en la nalga derecha. Parece Inglaterra.

—¡Oye! —JiSung le palmeó más fuerte.

RyuJin giró la botella con rapidez, emocionada, y detuvo la punta en JiSung.

—¡Reto! —gritó ella—. ¡Muestra esas nalgas, bebé!

—Pero- me caí...

Aunque SeungMin seguía llorando, alentó a que JiSung lo hiciera. MinHo no estaba preparado para eso. Oh, no. Claro que no. Vio a JiSung levantarse y desbrochar su pantalón mientras que la imagen de MinHo haciéndolo él mismo se tentó enseguida. Necesitaría besar a otra persona para compensar la emoción de-

Oh, efectivamente. Lucía como Inglaterra. Una mancha de color púrpura muy identificatoria, demasiado notoria, pero ubicada en una posición que podía ser ocultada perfectamente por la ropa interior.

Las rondas siguieron, algunos tomaban retos arriesgados, y otros confesaban verdades vergonzosas. Felix debió de lanzarse desnudo al jacuzzi y RyuJin fue retada a beber un vaso de ello. Yuna debió de hacer una explicación explícita de cómo funcionaba su trastorno alimenticio (—Tomen nota, que te asegura cinco kilos menos en una semana. —Y una resistencia a la insulina y caída de útero asegurada) junto con confesar si es que han sacado fotografías subidas de tono.

—Vendí fotos de pies. No sé si sirve —confesó Yeji, luego de la pregunta de ChangBin.

Nadie se lo esperaba.

Cuando la botella cayó en Bang Chan, él ya estaba recompuesto de la caída que tuvo al salir del jacuzzi. Se veía risueño, mucho más de lo que alguna vez MinHo lo vio. Si es que hacía memorias, solo veía aquella sonrisa cuando los dos fueron amigos. Y, ¿la última vez? Tal vez momentos antes de que MinHo le enfrentara por el mensaje enviado al profesor Kim.

La sonrisa de Bang Chan era linda, porque MinHo la consideraba honesta. Luego, MinHo la consideró venenosa y mentirosa. ¿Ahora? Vaya, con demasiado vino y soju en las venas, y pareciendo no detenerse, lucía una nueva imagen de él.

MinHo notaba que no era el único que se fijó en eso. Incluso Yeji, a su lado, le veía a Chan mucho más seguido que el resto. Al igual que expectante, se le hizo la elección, y cuando Chan elige la verdad, JiSung es quien habla.

—¿Por qué la insistencia con este grupo de mierda?

La sonrisa de Chan se congeló, no en el sentido de parecer sorprendido, pero de no querer contestar. Chan reflexionó tal vez en su respuesta, para luego mirar a RyuJin.

—¿Y el reto?

—Si no quieres desnudar tu alma, tendrás que desnudar el cuerpo. —A estas alturas, RyuJin utilizaba otra botella para figurar un micrófono—. Yo no pongo las reglas.

Y así, para mantener el orgullo, Chan decidió quitarse la ropa. Toda. Totalmente desnudo. Colocó sus pantalones en el suelo para no congelarse el trasero. Pero estaba desnudo. Total desnudo.

Desnudo.

Ni siquiera se pudo gritar. La impresión era demasiado grande que prefirieron darle miradas de reojo y continuar con la ronda.

«¡Carajo! —admitió MinHo. No es que fuera la primera vez que lo veía, pero era la histeria colectiva—. ¡Y tú, estúpida! —miró a Yeji—. ¡Deja de mirarlo!»

—Okey, esto es demasiado —JeongIn apenas pudo ponerse de pie, tambaleante, y apuntó a Chan—. ¡No podemos tener a este hombre desnudo! ¡Debemos dejar de tentar a Dios con estas barbaridades!

—Ay, niño cristo, que a Jesús también le gustaban las chupadas —RyuJin le restó importancia.

—¡Pero no está bien! —interrumpió JeongIn, antes de que RyuJin girase la botella—. Esto no está-

La punta de la botella cayó en Lia, quien más sonrojada y alentada, contestó:

—Reto.

—Haz un lap dance —soltó MinHo.

—Ja. ¿A ti?

—A mí.

Fue RyuJin la que habló. Yeji se acomodó enseguida para grabar, a la par que HyunJin y Felix se tapaban la boca como si aquella fuese la revelación del año.

Sin embargo, Lia tomó el reto a pecho, por lo que se levantó, atrajo una de las sillas apartadas del comedor e, impaciente, esperó a que RyuJin se sentara.

—¡Música, MinHo!

MinHo colocó enseguida Satrstruck de Santigold (sin motivo premeditado aparente), y, en la lentitud, Lia ubicó a RyuJin en la silla antes de comenzar a bailarle.

Fueron los tres minutos más largos de la vida del grupo, el cual culminó con un beso acalorado que hizo a JeongIn alterarse más.

—¡Eso ni siquiera tiene sentido! —exclamó—. ¡Se odiaban! ¡Y ahora se besan! ¡Se besan! —miró al resto del grupo—. ¡No les parece raro!

MinHo, aburrido de la constipación de JeongIn, hizo girar la botella y la detuvo a propósito en él.

—¿Verdad o reto, campeón?

—¡Verdad!

—«Verdad», ¿con quién de aquí tuviste aquel sueño húmedo con el que te pillé una mañana?

Inclusive las chicas dejaron de besarse. Chan seguía tan cómodo en su piel que tuvo el lujo de reírse. SeungMin, quien ya solo sollozaba de la pena abrazado a JiSung, miraron a JeongIn igual de expectantes.

—Esto será bueno —soltó ChangBin.

La vergüenza estaba en JeongIn, tan sonrojado que negó.

—No. No. No. No hablaré de eso —dijo JeongIn—. Tomo reto. Reto.

—Entonces...

HyunJin habló, y por alguna razón que él encontró pertinente, se sacó su camiseta.

—Cómeme —ordenó.

—¡¿A dónde?! —gritó el resto.

—¡En la boca! ¡Que me coma la boca! —aclaró HyunJin, alterado—. ¡Dios, qué tan malpensados!

«Malpensado». A MinHo le fue imposible no pensar en JiSung. Mal pensar. Cualquiera podía mal pensar la situación del baño si es que hubiesen estado lo suficientemente sobrios para notarlo. Pero no, solo fue JiSung y MinHo quienes testificaron todo, tanto como actores y agentes de cambio. Carajo, incluso víctimas secundarias de una calentura generada en el encierro, en el toque, en el sufrimiento de la perforación de un lóbulo y de tenerlo cerca.

Oh, cuánto deseaba tenerlo más cerca.

JeongIn se negó a HyunJin a primera instancia, pero igual se arrodilló para gatear hacia él. El alcohol lo tenía golpeado desde la nuca, por lo que se tambaleaba de tanto en tanto. Mientras, HyunJin solo sonreía con orgullo, y tomó a JeongIn de aquel rosario con el que ahorcaba para murmurar:

—Haz un credo a esto.

Antes de devorarle por completo la boca.

MinHo los quedó mirando, más que interesado en completar los gritos en los demás, él se dedicó en verse en aquella situación. De nuevo aquel sueño lúcido, donde imaginó la escena de aquel encuentro de reuniones de líderes del Real King y el White Tiger, antes de que Chan sacara la dichosa fotografía en el que MinHo estaba arrimado en JiSung.

Ahora, con las sensaciones que le producía, podía imaginarse: estar totalmente arribado en el sofá, besándolo a lo loco, quitándose la camiseta mientras buscaba desnudar a JiSung por completo, quien solo cedía a las insistencias de MinHo porque, aunque no era de tener más experiencias, tal vez tendría mayores ganas.

—¡Ya, ya, ya! —Yuna fue la que gritó, luego de que todos salieran de la ensoñación tras el flash de la cámara de Yeji—. ¡Se está volviendo incómodo!

Claro, porque HyunJin había logrado recostar a JeongIn en el suelo de la madera para continuar devorándolo. Tras terminar, HyunJin se sentó, orgulloso de él, mientras se secaba la saliva con su camiseta.

—Comí bien, gracias.

Al otro lado, MinHo veía a JiSung reír por algún comentario de SeungMin.

¿JiSung habrá tenido el mismo sueño lúcido que él?

Otras rondas más en donde SeungMin debió de lanzar un decorado de la casa a la espalda de HyunJin, ChangBin debió graznar como mula en cerdo y Yeji debió de relatar lo último que le generó que se masturbara, llegaron al punto que dejó a MinHo perderse en la ensoñación durante el resto del juego.

—Hanji —HyunJin tomó el liderazgo luego de que RyuJin y Lia se perdieran a un lado de ellos—. ¿Verdad o reto?

—Reto, porque lo haré si es que no digo la verdad.

—Bésate a MinHo.

MinHo salió de la ensoñación.

—¡¿«A MinHo»?! —preguntó MinHo—. ¡¿Qué no hay consentimiento de mi parte?!

—No eres de pedir consentimiento —le dijo JiSung.

MinHo abrió la boca, indignado. «¿Qué quiere decir con eso? ¿Se refiere a la mascada que le planté en el baño? ¡Pues discúlpenme por ser un humano normal con hormonas! ¡Tú no lucías muy en contra con tus cariñitos y las ganas de meterte en mis pantalones, inmundo infeliz!»

Por lo que, molesto, MinHo gateó hacia JiSung.

—«Pedir consentimie- consentim- consentimiento». Acabemos con esto de una vez —ordenó MinHo, y lo tomó del cuello de la camiseta—. Así, ya cerramos este jodido ciclo abierto.

—Como no te molesta dar besos de a gratis a cualquiera —JiSung volvió a atacar.

MinHo, indignado. —Hijo de pu-

La luz de la sala se encendió, y cuando esperaron que fuera alguno de los chicos, ninguno de los trece recordó que:

a. Estaban en Boryeong.

b. Aquel era un retiro escolar.

c. Los maestros llegarían en cualquier momento.

Ni siquiera sabían qué horas eran, y solo Yeji estaba sobria en ese momento. RyuJin y Lia no paraban de enrollarse cerca de la entrada, Bang Chan estaba completamente desnudo, HyunJin se colocó el rosario de JeongIn, y MinHo estaba a punto de plantarle el beso más feroz alguna vez contado a JiSung cuando el profesor Kim y miss Sharon gritaron «¡¿Qué mierda?!» a todo pulmón, en aquella noche.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

[1] juro que solo iba a ser una escena minsung donde intimidaban emocionalmente. Ya de ahí a lo que pasó ni yo me lo esperaba.

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