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Las desventajas de lidocaína sobre el corazón

Capítulo 19

Las desventajas de lidocaína sobre el corazón

Para el inicio de la semana siguiente de los examenes, las cosas fueron tomadas mucho más tranquilas.

Los estudiantes ya eran capaces de dormir más de cinco horas, lo cual era un plus porque, significativamente, la actividad escolar incrementó que volvió a rozar las estimas iniciales que Sevit presentó a inicio de año. Viendo el vaso medio lleno era bueno.

Sin embargo, aquello no era más que un efecto placebo. La dinámica construida alrededor de la metodología del cansancio y el autocuidado no era más que una venta barata de lo que era la incertidumbre y la curiosidad.

Porque después del examen, venía la calificación.

JiSung recordaba esos momentos cargados de silencio, algo que los maestros denominaban calma pero en verdad era ansiedad interiorizada que temía ser, valga la redundancia, exteriorizada.

Darle ese significado fue triste, cuando JiSung lo enfrentó en segundo año y notó que sus compañeros no es que estaban felices, sino estaban pacientes. Claro, a JiSung no podría importarle menos en la actualidad sobre eso, en especial porque su colección de libros infantiles había aumentado tras la visita con SeungMin donde sus abuelos como para concentrarse en los demás.

No obstante, no podía concentrarse. Le gustaría conceder aquello a una melodía dramática que salía del club de animadores con la música de Christina Aguilera de fondo en el estado de latencia de los entrenamientos con miss Sharon. Sería bueno apuntarlo, o darle la razón absoluta; porque así, desde sus ideas profundas, sería un buen justificativo.

No lo era, en realidad. Al contrario, era peor. Pensar en que MinHo bailaba demasiado bien y lideraba la coreografía para el Dance Revolution era algo demasiado bueno como para tenerlo constantemente en su mente. MinHo ni siquiera podía distraer a JiSung de la verdadera consternación.

Sus muñecas dolían.

Cuando sus abuelos vieron los moretones alrededor de sus muñecas, quisieron hacer algo al instante. Su Yeyo quiso plantar una denuncia, y su Yaya quiso llevarlo al médico para hacerle radiografías. Inclusive SeungMin dijo que podía enterrar su bate de béisbol en el culo de Bang Chan si es que eso hacía a JiSung Felix. En parte lo hacía, sinceramente, más no era aquello lo que le generaba la consternación.

«Mucho dramatismo para ir a lo obvio, ¿eh? ¿Por qué no vamos al grano y presentamos el Trastorno de Estrés Post-Traumático?»

Como tú quieras.

JiSung lo descubrió en Sevit durante sus primeras semanas en la institución. No lo había comprendido en primera instancia, así que debió de pedirle a SeungMin que abordara el tema con su psiquiatra solo para saber si es que existía un registro médico de sus síntomas y no que se estaba volviendo loco a raíz de ideaciones fantasiosas. Fortuna y castigo que su malestar fuese real.

Así que, con sus muñecas violetas y adoloridas, y sus dedos entumecidos, le fue complejo poder sostener su lápiz o un libro durante los días de clases. Aun con el calor de mayo, decidió cambiar los delgados chalecos de lanas por polerones un poco más gruesos. Casi podía escuchar a SeungMin reír a su lado cada que se bajaba de forma compulsiva las mangas.

—Somos gemelos, ¿eh? —bromeó SeungMin—. Cortados por la misma tijera.

—Cállate, que ni siquiera puedo agarrar una tijera para enterrarte en la garganta.

Pero JiSung era inteligente. Obvio. Logró eximirse al menos del entrenamiento del domingo y del lunes de Sharon con una explicación banal que no levantase sospechas, aunque a ella no le interesaba mucho.

—Todos ustedes son unos críos traumados —había farfullado ella, más molesta con JiSung que por su entorno.

Así que, así se mantenían los días. El transcurso de observar los ensayos del Real King en los tiempos letargos ante de que miss Sharon llegase era una recarga de energía bastante agradable, en especial porque el resto del White Tiger no les prestaba atención, y se veían demasiado ofuscados en ellos mismos en la espera de las calificaciones como para pensar en algo más.

Aquel miércoles, Sharon llegó con una brillante sonrisa.

—¡¿Y qué están esperando?! —gritó sobre Dirrty—. ¡Coloquen los tatamis!

Trece casilleros decoraban el fondo del club White Tiger, y un décimo cuarto estaba en el rincón, mucho más grande, donde guardaban todo el material que miss Sharon había solicitado para trabajar con los animadores. Los tatamis lograban cubrir parte de la superficie del suelo, junto con bandas elásticas que ayudaban a la elongación. Sin embargo, en vez de su llamativa forma de querer torturar al resto, inició la charla:

—En virtud de que ustedes, mocosos adinerados, han tenido una semana muy dura. Nuestra santa inquisidora: Jessica Bang, ha ofrecido llevarlos una noche de "retiro espiritual" el viernes en la noche —presentó.

Sharon extendió sus palmas, en la espera de qué sabía JiSung. La latencia fue larga, y solo rellenó en el vacío lastimosas quejas e irritaciones.

—Ah, no —lamentó HyunJin—. ¡¿Pasar más tiempo juntos?!

—¿No le pasere compartir aula durante y después de clases? —preguntó ChangBin—. Digo, tenemos el derecho de estar solos.

—Como tú me dejaste sola el día que rompimos —encaró Chaeryeong.

—¡Supéralo!

—Es dinero gratis, aprovéchenlo, que yo también disfrutaré del jacuzzi del hostal —bailó Sharon con emoción—. Y pueden acostarse temprano sin importar lo que hagan, ustedes ya están grandes. Mommy usará ese jacuzzi.

La idea era tentadora, en especial porque las actividades extracurriculares de Sevit no eran tan interesantes como pasar una noche de retiro. Si es que había más lucha en contra de eso significaría perder la oportunidad, entonces el club callaría.

En especial cuando, para la mañana siguiente, el profesor Kim tomó la clase durante su jornada de matemáticas.

—Antes de comenzar, quiero informarles algo —aclaró él, con un cúmulo de veinticinco papeletas en su mano—, no importa el rendimiento que hayan entregado, eso no equivale a la real inteligencia que ustedes tie-

Los estudiantes se abalanzaron sobre las papeletas de calificaciones, compiladas por la resolución eficaz de las respuestas de alternativas. Las papeletas comenzaron a correr en cada uno de los estudiantes con sus nombres correspondientes, mientras gritos de alegría y de pena eran exclamados al mismo tiempo. Seguido a eso, una cacofonía similar se acompañó desde el pasillo, con los demás alumnos de otras clases.

SeungMin alcanzó el suyo y el de JiSung, y rio cuando lo leyó.

—Vaya, cuarto lugar —comentó SeungMin—, creí que fallaría en física.

—Cuando te hagan una entrevista de trabajo, toma eso como una fortaleza —opinó JiSung.

—"¿Trabajas bien bajo presión?" Y bajo pensamientos suicidas, también.

Para dejarse de dramatismo, JiSung giró su propia papeleta para leer el resultado. Ni siquiera eran los nervios lo que lo acompañaba en ese instante, pero sí le llamó la atención no solo haber adquirido el primer lugar de nuevo, sino que la asignatura de Ética y Filosofía no había sido calificada.

—¿Tampoco tienes nota con Hwei? —JiSung se asomó a leer la calificación de SeungMin.

Nop. —Como SeungMin no quería darle mayor profundidad a eso, decidió dejar la papeleta boca abajo sobre su pupitre—. Sería muy bastardo si es que nos deja con esa duda, o qué sé yo-

Sin embargo, la actitud disruptiva de HyunJin hizo que todos se alteraran, quien botó su silla y, de un salto, se subió sobre su pupitre para, acto seguido, desabotonarse la camisa del uniforme.

—¡Oigan, gente! —gritó él—. ¡Hoy me regalo!

Claro que algo bizarro debía de ser él, porque su felicidad iba de la mano por la forma en la que RyuJin carcajeaba a su lado y el profesor Kim le pedía a HyunJin que se detuviera.

Por lo que,en conscuencia, los ojos de JiSung fueron dirigidos hacia MinHo, quien golpeaba reiteradas veces su cabeza contra el pupitre.

—¡¿Último?! —exclamaba MinHo ante cada golpe—. ¡Lugar 200! ¡Lugar 200!

—Yo también bajé dos puestos —le mostró Yeji a su lado.

—«Dos puestos» fueron los que bajaste. Del 99 al 101. ¡Yo bajé del 199 al 200!

—Si te hubieses dedicado a estudiar —canturreó HyunJin sobre la mesa—. Ah~, la vida es buena cuando no eres el último lugar de la escuela. Ahora entiendo tu fanatismo por ser el peor, MinHo.

Pero MinHo estaba indignado. Demasiado. Vamos, él nunca se dedicó a ser tan malo. Él era malo, pero nunca taaan malo. Así que, un último lugar...

Daba golpe a su orgullo.

JiSung debió de aguantar una carcajada, bastante impresionado por la situación. MinHo comenzó a alegar al profesor Kim respecto a su calificación mientras que HyunJin continuaba bailando sobre la mesa. Sin embargo, la atención de JiSung desvió hacia el último asiento, donde Bang Chan miraba su papeleta de calificaciones con seriedad.

—ChangBin —llamó JiSung, sin apartar la vista de él—. ¿En qué lugar quedaste?

ChangBin, un poco impresionado porque JiSung le dirigía la palabra (y le preguntaba por algo) miró su papeleta.

—Tercero —respondió—. ¿Por qué?

—Nada.

Chan quedó en segundo, porque si hubiese quedado quinto probablemente se habría tirado por la ventana. A JiSung, en ese instante, le habría gustado fanfarronear sobre su primer lugar frente a él- lucir que era más inteligente, que fue más capaz, que con más distracciones logró tener el primer lugar.

No obstante, sus muñecas le dolían demasiado. Tanto como para dejarlo paralizado sobre el escritorio, con la culpa cargada de que fue su responsabilidad de que Chan quedara en segundo lugar y que, por represalia, le haría algo.

«Ah, ¿no puedes ser más dramático?, piensas tonterías».

Aunque JiSung sintió su espalda recta durante toda la clase de matemáticas.

Quien no era humilde, por supuesto, lo era MinHo. El que, por su parte, solo mantuvo su cabeza escondida entre sus brazos durante toda la mañana ante brutal humillación. Incluso Chaeryeong y Felix se les colaron en el aula durante el receso para contar cómo es que ella subió al puesto 196° y Felix bajó al 197°.

—¡Pero tú te quedaste en el último! —burlaron ambos, finalmente.

¡¿Qué le diría a su madre?! ¡Nada! ¡Ella no podía enterarse de tal atrocidad! Es decir, claro, ¡MinHo sabía que era tonto, pero no esperaba que tanto!

Oh, incluso sentía que regresaba a cuarto grado, luego de su accidente, donde todo el mundo reía porque no era capaz de leer una oración correctamente.

¡Era catastrófico!

Lo único positivo fue que, durante el mediodía, tuvieron su clase de Ética y Filosofía. MinHo no quería nada con la vida, y Yeji también estaba bastante deprimida frente a él por haber bajado dos puestos. Eran dos almas tristes que se dedicaban a contar las horas de sus penas hasta morirse.

Claro, hasta que las dudas sobre el espacio vacío en el examen de Ética y Filosofía se trajo a colación, generando incertidumbre entre los estudiantes.

—Como realicé un ensayo en vez de un examen, fue corregido posterior —informó el profesor Hwei, mientras sacaba las resmas de hoja de su maletín—. ¡No obstante! ¡Las calificaciones de este examen ya están inscritas en su promedio! Cualquier queja se verá al final de la clase.

ChangBin fue el encargado de repartir los examenes, puesto por supuesto, lo que aprovechaba de poder chismosear las calificaciones de los demás. Se sorprendió de las bajas calificaciones, o demasiado mediocres para haber desarrollado de un examen. Sin embargo, tras llegar junto a MinHo, se giró hacia el profesor Hwei.

—Se equivocó de calificación —informó ChangBin—. Puso un uno antes de dos ceros.

—«Antes de dos ceros» así de mal me fue que me tuvo que evaluar el triple de mal —lamentó MinHo.

—Solo es este ciclo y después te vas a tu restaurante —consoló Yeji.

—¿Eh? —el profesor Hwei miró a ChangBin—. ¿De qué hablas? La calificación está bien. Sigue con lo tuyo, ChangBin.

ChangBin se encogió de hombros y dejó el ensayo en MinHo. Él, desapegado, dejó que Yeji leyera su ensayo luego de haber recibido un «86» en el suyo.

—Uy, te fue genial —ChangBin halagó a Bang Chan cuando entregó el suyo—. «98», el mejor que he visto.

—¿El mejor? —gruñó Chan.

—JiSung tuvo un «95».

Chan alzó con brusquedad la cabeza hacia JiSung, impresionado por la aclaración. No quiso sentir el orgullo ante las palabras de ChangBin, porque debía de ser un patético que por tres puntos en un examen de medio término podía mejorarle el día luego de enterarse que estaba en segundo lugar.

Aunque la felicidad no debía de juzgarse. Mucho menos si aparecía en lugares inesperados.

JiSung no se veía interesado en su calificación, incluso compartió unas palabras con SeungMin antes de levantarse e ir hacia MinHo. Chan lo notó esconder sus manos en las mangas de su polerón.

—¿Y bien? —JiSung le preguntó a MinHo—. ¿Valió la pena la respuesta fuera del tiempo permitido?

—«Fuera del tiempo permitido» —MinHo le entregó el ensayo a JiSung, apenado—. Pérdida de tiempo. Tenías razón. Iba a repro-

—¿Cien?

—«Cien» tu mamá.

—No, tarado —JiSung golpeó a MinHo en la cabeza—. Tuviste un cien.

—No, no —intervino Yeji—. Es un triple reprobatorio: uno-cero-cero.

Los tres se quedaron callados, al igual que todo el aula. Un ave debió de graznar en el fondo para que, al fin, se cayera en cuenta.

—¡¿Un cien?! —MinHo saltó de la silla, quitándole el examen a JiSung—. ¡¿Me saqué un cien?! ¡¿Tuve un cien?!

—¿Tuviste un cien? —HyunJin y RyuJin preguntaron al mismo tiempo.

—¿Te sacaste un cien? —preguntó también Lia.

—¿Calificación máxima? —ChangBin volvió a ver a Hwei—. Le dije que se equivocó.

—¿Ah? Yo no me equivoco al calificar.

El profesor Hwei caminó hacia MinHo, le quitó el ensayo y lo revisó.

—¿Ve? Yo no me equivoco, un cie-

Callado, el profesor Hwei leyó el ensayo de nuevo. El aula se sumó en el silencio durante la espera, solo para que él murmurara «un momento», jalara a MinHo de la camisa rosada de su uniforme, y se lo llevara para la oficina de la directora Ahn.

Quince minutos después, MinHo regresó.

—¡Me saqué un cien!

¿Cómo es que ese vaivén emocional lo hacía sobrevivir? ¿Cómo demonios Lee MinHo, el último lugar de Sevit, sacó una calificación máxima en el ensayo de Ética y Filosofía? ¡¿Qué clase de mundo paralelo era ese?!

El impacto era tal en el 3-A que nadie pudo opinar, ni siquiera RyuJin y HyunJin quienes, al igual que Yeji, solo mantenían sus bocas abiertas junto al resto de sus compañeros a la par que MinHo celebraba por su calificación máxima.

—¿Qué calificación tuviste tú? —MinHo apuntaba aleatoriamente a alguien del aula—. ¿Hm? No fue un cien, ¿cierto? ¡No! ¡Porque ese fui yo! ¡Calificación máxima y único en el aula!

—¿Sigo dopado? —SeungMin le preguntó a JiSung, mientras MinHo bailaba de felicidad en el aula.

—Yo también lo estoy —dijo JiSung, lento—. Yo también lo estoy.

MinHo solo mostraba su examen a cada quien se le asomaba, burlándose de las calificaciones mediocres del resto. Ah, vaya, lo único que necesitaba él era algo que le ayudara a elaborar sus ideas y no depender de lo que leía. MinHo leía muy mal, pero escribía ridículamente bien.

Al llegar al puesto de Chan, su sonrisa burlesca era más abierta.

—¡Cien! ¿Y tú qué te sacaste? —Chan intentó esconder el examen, pero MinHo se lo arrancó—. ¡Un noventa y ocho! ¡Qué calificación tan mediocre! ¡No como la mía, que me saqué un cien!

—Fue por pena —farfulló Chan, enfurecido.

—«Fue por pena» Ay, Christopher, amigo mío, no te enojes ni tengas envidia. —MinHo se sentó sobre su pupitre y palmeó la cabeza de Chan tres veces—. A veces, algunos sí tenemos habilidades para ciertas cosas. ¡Además!

El aula entero los miraba, e inclusive Yeji ya se encontraba grabando la situación. MinHo, dramático, se subió sobre el pupitre. Chan estaba totalmente horrorizado.

—¡¿Alguien sacó un noventa y nueve?! ¡¿No?! —llamó al resto del aula. A falta de respuesta, se giró a Chan y le sonrió—. Parece que tú también eres mi segundo lugar, primor. Te ves bien ahí abajo.

—Se lo enviaré a Yuna para que lo publique en el Se-Vitalicio —informó Yeji a su amigo.

Antes de que Chan empujara a MinHo, él ya había bajado de un salto. Estaba tan orgulloso que incluso el profesor Hwei estaba sin palabras- todos estaban sin palabras. No obstante, el profesor Hwei no dejó que los humos se le subieran a la cabeza de MinHo más de lo que debería, por lo que enseguida comenzó su clase.

Sin embargo, Chan mantenía su rostro colorado- rabia y vergüenza era lo que tenía, sufriendo de interdicciones por el mal comportamiento y obstinamiento de MinHo que lo dejó totalmente descolocado.

¿Ese imbécil ganándole en una calificación? ¡MinHo estaba clínicamente loco! ¡Y era diagnosticado con estupidez inocente! Si es que MinHo fue capaz de ganarle...

«No me ganó —atajó enseguida Chan—. Ese imbécil no me ganó».

Aunque MinHo hubiese tarareado toda la clase la canción Mirada Celestial de la película El Príncipe de Egipto porque de esa canción basó su ensayo. Dos hojas completas de análisis puro que fueron mucho más correcto de lo que Chan hizo, lo que hacía que la situación no era justa.

No, porque MinHo no estudió- él nunca lo hacía, y Chan no lo vio en el dormitorio siquiera tomar un libro o su vacío cuaderno. Todo aquello fue parcial, casi coludido, porque el profesor Hwei le dio por hacer un ensayo en vez de realizar el simple examen de alternativas que habría hecho a Chan recibir una mejor calificación y, así, tal vez hubiese podido... tal vez...

«¿A quién quieres engañar?»

¡Chan no engañaba a nadie!

Por lo que, tras terminar la clase de Hwei, salió con rapidez de la sala hacia su dormitorio, mientras escuchaba la irritante voz de MinHo invitando a HyunJin y a RyuJin a almorzar. Llegó a su dormitorio, fue hacia su escritorio para sacar su cajetilla de cigarros, y se largó hacia detrás del gimnasio para tener un momento de paz. De todas formas, el cigarro era mejor que el almuerzo.

«¡Carajo! ¡Carajo! ¡Carajo!», pensó, enfurecido.

Y, tras llegar detrás del gimnasio, le llamó la atención encontrarse a la estúpida de Hwang Yeji llorando ahí.

—¿Qué? —encaró ella enseguida, mientras le daba un trago a su lata de coca-cola—. ¿Qué? ¿Quieres fumar? ¡Fuma!

Chan se vio totalmente descolocado por la situación, pausando un instante su rabia porque- mierda, no esperaba encontrarla llorando ahí. Seguro esperaría de su presencia en algún momento, porque la fortuna era algo que carecía desde que inició el ciclo. Empero, ¿a Yeji llorando? ¿Por qué demonios lo haría?

Ella convocaba a que la situación fuese más incómoda.

Manteniendo su distancia, Chan continuó con lo suyo. No se vería interrumpido por la presencia de ella, así que sacó un cigarro, lo colocó entre sus labios, y lo encendió con su encendedor rojo. Yeji sollozaba abiertamente a su lado.

Para cuando ella se calmó, volvió a dar un sorbo. La escuchó estornudar y un torpe «ouh».

—¿Tienes papel? —preguntó ella, con voz gangosa.

Tenía, en el bolsillo de su pantalón. Como no se lo podía entregar, simplemente se lo lanzó sin importarle si es que le llegó a la mano. Era el cigarro más eterno de toda su vida, y su vergüenza incrementó cuando la escuchó sonarse.

—Bajé dos puestos —contó Yeji.

—¿Y a mí qué?

—Llegué a Sevit por beca deportiva. Ahora que no estoy en el club de baloncesto, esperé recibir algo de beneficio por mis calificaciones, pero la expulsión me sentó tan mal que ni siquiera me pude concentrar en estudiar —contó ella.

—Ja —Chan exhaló el humo—, si estuvieses más concentrada en tus estudios y no en el estúpido de tu amigo-

La lata de coca cola llegó a su cabeza, en un reajuste tan adecuado que la bebida apagó el cigarro de Chan.

—Tu culpa —aclaró Yeji—. Te dije que me deberías una, y es esto. Haz algo para que no me echen de acá, que tú eres el único que puede hacer algo.

Chan, frustrado, se sobó el golpe antes de botar el cigarro al suelo y encararla.

—¡¿Bueno qué?! ¡¿Por qué haría algo por ti?! —le gritó—. ¡Tú no eres nadie para mí!

—¡Fue por tu culpa que me echaron del equipo! —Yeji gritó de vuelta—. ¡Dije que me deberías una, Bang Chan! ¡Redímete ahora!

—¡¿Y qué quieres que haga, loca?!

—¡Lo que sea para que me quede! ¡A mi tampoco me alegra saber que mi educación depende de ti!

—¡Ah, claro! —Chan alzó sus manos, sarcástico—. ¡Porque con Sevit tendrás un muy buen futuro!

—¡Sí! —rugió Yeji, tan fuerte que su voz tembló—. ¡Sevit me da un mejor futuro! ¡Que tú solo seas un necio es otra cosa, infeliz!

Dicho eso, Yeji se fue. La cabeza de Chan ardía por el golpe, sin importarle un mínimo de lo que sea que ella pudiese opinar.

¡A Chan podía darle absolutamente igual!

Sin embargo, ese igual también era parte de su rabia. A Chan no le daba igual.

Caer en lo que podría referirse al malestar que Yeji le generaba era insaciable, porque su rabia se cronificaba cada que la miraba, cada que la entendía, cada que ella le miraba fumar en silencio., Yeji no tenía ningún derecho en actuar de esa forma con él, porque Chan no se ganó aquel derecho.

De todas formas, no porque Chan tuviese una relación conflictiva con MinHo significaba que lo exceptuaba de ser odiado por ella. Yeji no tenía razones para buscar las palabras de «deber» algo que solo se generó en ellos dos. Chan negaba todo tipo de relación con más personas.

En especial con alguien que lo humilló frente a todos.

Por lo que, antes de que acabara el receso, se dirigió hacia el club. Los casilleros estaban rellenos, y algunos libreros contenían algunos libros que no fueron abiertos hace mucho. El aparato de música era nuevo y costoso, además de que el antiguo lado que fue del Real King tenía sus paredes tan pulcras que incluso dificultaba a Chan acostumbrarse de ver lo blanco y no lo sucio con graffitis en su lado.

Se quedó un momento ahí, pensando en lo suyo. Quería dañar a MinHo donde más doliera.

A causa de eso, fue hacia su propio casillero y rebuscó en sus estuches algo que lo ayudara- un pendrive, claro, uno de color metálico que estaba en perfecto estado. Se dirigió hacia el otro casillero, aquel con el nombre de MinHo inscrito; sacó el candado del casillero porque Chan sabía la contraseña- MinHo no era más creativo ni tenía la cabeza para generar otra clave que no fuera su cumpleaños al revés. Sacó su laptop y, por un instante, pensó en su siguiente paso.

No. Reflexionó en su siguiente paso.

¿Era necesario? ¿Sería digno de él? ¿Por qué quería sacar a MinHo del camino, hacerle daño, si era JiSung su enemigo?

«Porque por culpa de MinHo es que estás metido en esta cosa».

Chan ni siquiera podía desglosar los significados de cada palabra de su pensamiento sin sentir que era incoherente, de la misma forma en la que no tenía sentido su vivir. Insertó el pendrive en la laptop de MinHo, y rebuscó en aquella carpeta donde guardaba todas las grabaciones de su coreografía. Copió los archivos, y dejó todo en su lugar.

Una vez más, atacaría a MinHo donde más doliera.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Las muñecas de JiSung aun dolían, tanto que debía de detener momentáneamente su lectura para dejarlas reposar. En los instantes que bajaba el libro, su corazón hacía una fuerte presión en su pecho que lo dejaba incapaz de respirar por un instante.

¿No podía tener una continuidad normal?

Cerca de él, en la litera de arriba, SeungMin dormía plácidamente. Continuaba siendo una preocupación recurrente en JiSung, sobre su estado de ánimo y los pensamientos que rondaban en su cabeza. JiSung le imploró, una vez más, que se fuera a vivir con él- que dejara a su padre si, de todas formas, la madre de JiSung trabajaba para la ONU. Ella los defendería si es que era necesario.

SeungMin no le entregó ninguna respuesta concreta, pero dormía más tranquilo y, con la llegada de las calificaciones, no se vio tan alterado. JiSung quería creer que, si es que SeungMin tenía que huir, iría tras él.

Empero, ahora que JiSung sentía que sus piernas estaban móviles, ¿dónde es que debía de recurrir?

Dejó el libro a un lado y apagó la lámpara que daba hacia su cama. SeungMin y HyunJin dormían a esas horas, mientras que Felix peleaba en un server de Minecraft internacional donde susurraba insultos atroces en inglés. JiSung alcanzó su teléfono, cuidadoso, y fue hacia el chat grupal que tenían con 3-A donde las conversaciones se basaban en reunir dinero para el profesor Kim (en cualquier aspecto); buscó entre los contactos a Lee MinHo, y le habló.

Lee MinHo, 3-A, SEVIT

¿Estás despierto?<<

Eran pasada de las diez. Debería de estarlo. No obstante...

>> ¿Quién es?

>> ¿Qué quieres?

>> Tuve un cien en el ensayo de Ética y Filosofía

Han JiSung <<

Tengo hambre <<

>> Cómete este fiambre

Hazme un ramyeon <<

>> No

>> TÚ deberías hacerme un ramyeon

>> Saqué cien

>> Felicítame, daddy

Suicídate <<

Las muñecas de JiSung volvieron a doler. No tenía ni para antibióticos o antinflamatorios. Debió de sentir la resignación.

¿Me puedes regalar un parche de lidocaína, por favor? <<

Se encontraron en el club, porque aquello era mucho más interesante que juntarse en la sala recreativa del dormitorio de varones y por supuesto que menos riesgoso. JiSung escuchaba música en sus auriculares mientras esperaba a MinHo, parcialmente nervioso de que alguien lo atrapase, bastante emocionado porque nunca vio las estrellas desde la ventana del club.

Cuando la puerta corrediza se abrió, la respiración de JiSung se trancó. En la espera de algún maestro o monitor de dormitorios, vio a MinHo sacudir la cajita robada del hospital de bandas de lidocaína.

—Último lugar te trae medicina —se presentó MinHo.

JiSung se sentó en el marco de la ventana, aquella donde MinHo intentó lanzarse semanas atrás, y esperó a que le hiciera compañía.

—¿Funcionan de verdad? —preguntó JiSung.

—«Funcionan de verdad» —MinHo entregó la caja y apoyó sus manos en el marco de la ventana—. Woah, nunca había visto a Sevit de noche.

—No es como si fuera costumbre.

—«Costumbre- costumbre». La venida en la escuela de noche es como raro, da otra sensación.

JiSung arremangó sus mangas para poder colocarse los parches. El movimiento, presuntamente llamativo hacia la locación donde lo colocaba, dejó a MinHo descolocado.

—Oh- wow —detuvo él—. ¿Qué mierda?

—¿Con qué?

—«¿Con qué?» —MinHo apuntó con su mentón las muñecas de JiSung—. Eso. ¿Qué demonios te pasó?

—No soportaba el dolor, eso es todo.

«Quizá el dolor físico apague el dolor psicológico».

—«Eso es todo», ¿pero qué te pasó? —preguntó MinHo—. Esos son agarres. ¿Qué te pasó?

—Me agarraron, duh, demasiado redundante —JiSung colocó una de las bandas alrededor de su muñeca, pero quedó desordenada—. No es como si no fuera obvio...

¿Qué era ese silencio pesado y la forma tan rara en la que MinHo le veía? El pecho de JiSung dolía demasiado, tanto que lo dejaba intranquilo. Era una mezcla de sentimientos entre que quería ser preguntado por alguien qué era lo que pasaba, querer apagar el ridículo temor que tenía en su cabeza, y querer mandar a la mierda todo para querer esconderse debajo de su cama.

Los sentimientos eran demasiado reales, al igual que los pensamientos. En Sevit él estuvo paranoico demasiado tiempo como para traer aquellos recuerdos al presente. ¿JiSung alguna vez dejaría de ser débil?

—No quiero hablar de eso —pidió JiSung—. Solo quiero mitigar el dolor de muñecas.

—«De muñecas». Pero que quieras acudir a mí...

—¿Y qué? —JiSung desafió—. ¿No puedo? Eres tú el que roba esos parches del demonio. ¿Por qué me criticas ahora? ¿Qué mierda te interesa?

—«¿Te interesa?» Porque me agradas.

Las palabras de MinHo eran soltadas con tanto desinterés que lucía no quedar rastro del vanidoso chico de la mañana que bailó arriba de las mesas por su calificación máxima en el examen. Ahora, MinHo tenía su cabello húmedo, pegado en su frente, y con su pijama puesto sin vergüenza, con quien lucía tener con JiSung una amistad más relacionada a la proximidad forzada antes que un interés real.

Y, de todas formas, él estaba ahí. En pijama, quitando la responsabilidad de JiSung de curar sus propias heridas para poder parchar los moretones de sus muñecas y, así, mitigar el dolor. Tal como JiSung lo deseó.

JiSung no tenía a nadie más que a SeungMin, por lo que, con MinHo, parecía necesario estar con él. Hablarle de las cosas y preocupaciones que no podía decirle a SeungMin porque sería sobrecargarlo a él. Además, MinHo lucía del chico que podía comprenderlo no solo desde el optimismo, pero desde la ingenuidad. MinHo era un buen chico.

—Creí que no —confesó JiSung—. Por lo del torneo de ajedrez.

—«Torneo de ajedrez»... —MinHo murmuró, mientras envolvía las muñecas de JiSung con el vendaje de lidocaína—. Ni siquiera pienso en eso seguido. ¿Por qué te habría odiado por eso?

—No lo sé. Creí yo que-

—«Que» eres muy malo interpretando —MinHo le miró, aburrido—. Eres un muchachito rico, inteligente y primer lugar, que me deja en vergüenza ante todos porque me ganó en el ajedrez. Ese torneo no era mi factor para odiarte. Ni siquiera me interesabas.

—Y ahora estás aquí, ayudándome...

—«Ayudándome». Solo porque me lo pediste.

—Pero viniste.

Los parches estaban en su lugar, con el delicado tacto de la mano pequeña de MinHo sobre su muñeca. MinHo fijó su contacto visual en JiSung, tan desinteresado que se encogió de hombros.

—«Pero viniste». Bueno, tú llamaste.

El deje de culpa recibió a JiSung, que le hizo frotar la suavidad de los parches.

—Lamento haberte llamado —se disculpó—. Me dolía demasiado las manos.

—«Me dolía demasiado» Oye, sé colocar intravenosas. Puedo colocarte lidocaína a la vena y-

—¿Hacerme drogadicto?

—Hacerte drogadicto... —sonrió MinHo, complacido.

MinHo tomó asiento junto a JiSung en el marco de la ventana, con su pierna hacia afuera par fijar de forma más temeraria la distancia hacia el resto de la escuela. La noche, fría por ser de mayo, era compañía.

Y compañía silenciosa, junto al auricular de JiSung con la música que aun no compartía.

—HyunJin y Felix me comentaron algo —comenzó MinHo—. Es decir- no es como si fuera el lugar de ellos, pero- bueno, entiéndelos. Igual me lo comentaron.

Era obvio, claro, porque- vamos, ¿por qué ellos no le habrían comentado a MinHo lo que sucedió? Casi era estúpido pensar, por parte de JiSung, que tendría algún tipo de confidencialidad.

Sin embargo, tampoco es como si JiSung lo hubiese pedido. Estaban en su derecho.

—Te dije que SeungMin era... especial para mí —elaboró JiSung, pero MinHo lo interrumpió.

—«Especial para mí». Recordé cuando me llevaste a comer ramyeon cuando Yeji cayó inconsciente luego del partido, y luego yo te hice ramyeon antes de que me dijeras que la zorra de Ahn te tenía amenazado —explicó MinHo—. Estamos en el mismo barco, a estas alturas. Estás en tu derecho en no querer contarme, pero ambos sabemos cómo estamos por el otro. —Sin vergüenza, MinHo miró a JiSung—. Caerme mal por ese torneo de ajedrez es inevitable, pero tenemos la espalda del otro. Confía en mí, JiSung. Yo te traigo la lidocaína.

Aunque a JiSung le hubiese gustado sonrojarse, había algo más en las palabras de MinHo que dedicaban un poco más de cuidado. Poder entender cada una de sus palabras porque era alguien que le estaba hablado, desde la disposición desinteresada, poder confiar en él. Era conmovedor, tanto que, tal como la lidocaína local, mitigaba el dolor de sus muñecas como lo era del peso de su corazón.

—Es solo que- no es lo mismo hablar con SeungMin a que hablar de SeungMin con SeungMin —JiSung frunció el ceño—. ¿Eso tiene sentido?

—«¿Eso tiene sentido?» Nop, para nada. Pero entiendo a lo que te refieres- preocuparte por tu mejor amigo, aquel quien darías tu vida entera no para que tenga un buen futuro, pero para que se sienta bien...

JiSung asintió, comprendiéndolo. «MinHo con Yeji...»

—Pero, ¿qué queda para nosotros? —preguntó MinHo.

—¿A qué te refieres?

—«¿A qué te refieres?» A que, bueno, pienso tanto y me preocupo tanto por Yeji, que a veces olvido que soy alguien más que ella- o alguien más que el Dance Revolution —confesó MinHo—. Ustedes, White Tiger, tienen tantas estimas en el futuro que- luego estoy yo quien, ¿la verdad? No me interesa tenerlo, pero sí me hace sentir un poco vacío de pensar en quién soy yo. Digo que solo peleo guerras que puedo ganar cuando, tal vez, en verdad no tengo ninguna por cual pelear.

—¿Y te gustaría vivir en un campo de batalla?

—«¿En un campo de batalla?» No. Por más que diga que peleo batallas que puedan ser ganadas, soy yo el que busca las batallas. Tal vez es mi aburrimiento el que me busque los problemas.

—¿Y eso te complica? Es decir, vas por lo que es más justo. Peleaste por el Real King, y peleaste por Yeji.

—«Por Yeji- peleaste por Yeji» He peleado por hartas cosas, JiSung, pero no creo que valgan la pena. ¿Crees que tus luchas valen la pena?

—A diferencia tuya, yo no lucho.

MinHo le miró, llamativo y divertido. —¿Cómo, no? Si en ese torneo de ajedrez luchaste por dos horas.

—¿Crees que pelear contigo es sinónimo a luchar de verdad? —sonrió JiSung—. Eres un idealista y egocéntrico.

—«Egocéntrico» mi nariz perfecta. Peleaste conmigo.

—Bueno, eras divertido. Querías comerte al mundo en un lugar donde no encajabas.

—«Donde no encajabas» Y sigo sin encajar.

—Ah, no creo. Tienes al Real King como respaldo, aparte de Yeji. HyunJin y Felix se ven buenas personas.

—«Buenas personas», demasiado, porque me contaron que te ayudaron a buscar a SeungMin durante la noche.

JiSung quedó en silencio, finalmente. No sabía si quería comentar aquella situación con MinHo, pero sí sabía a la perfección que no quería quedarse callado.

—Fueron un gran apoyo, secundándome a pesar de que no nos llevábamos bien —reconoció JiSung—. Y HyunJin me regaló un brownie- o sea, incluso Felix colaboró- Felix, quien odia a todo el mundo. Y no lo dudaron.

—«Y no lo dudaron», es porque son buenos chicos —MinHo se encogió de hombros, desinteresado—. Digo, podemos pensar que seremos enemigos porque tú eres un primer lugar y ellos el último, pero somos humanos- somos chicos, somos jóvenes. Y alguien desapareció.

—Alguien desapareció.

—«Alguien desapareció». —MinHo estiró su pierna para patear a JiSung—. ¿Por qué no me pediste ayuda? No quiero decir que estaba sentido, pero... Bueno, ¿por qué no lo hiciste?

JiSung le miró, fijo. La espalda de MinHo estaba apoyada en el marco de la ventana, tan relajado que no parecía temeros de caer.

—No lo pensé —confesó JiSung—. No te pensé. Quería encontrar a SeungMin lo más pronto posible.

—«Lo más pronto posible...» —MinHo alzó su mentón—. Ah, pero, ¿con tus muñecas? Acudes a mí como tu último recurso —lanzó una risa sarcástica—. Ya vemos dónde queda tu aprecio por mí.

—Las cosas no se tratan de ti- o sea, te abro mi corazón por mi mejor amigo, ¿y tú te ofendes porque no pensé en ti?

—«¿Porque no pensé en ti?» Obvio —MinHo volvió a golpearle—. Si has estado obsesionado conmigo desde ese torneo de ajedrez, significa que sigues obsesionado conmigo.

JiSung solo pudo soltar una risa ante eso.

—Obsesionado contigo... Ya quisieras.

—«Ya quisieras» yo que te recuerde como lo haces tú.

—¿Sabes? —JiSung volvió a acariciar sus parches—. Te tengo envidia.

Aquello llamó la atención de MinHo.

—¿Envidia? —MinHo no le creía—. ¿Con qué? ¿Por qué?

—No sé, te encuentro alguien tan libre, dedicado por el viento. Como el caballo Spirit.

—«Spirit» —MinHo lanzó una risa—. ¡¿Qué referencia es esa?!

—¡No sé! Es lo primero que me ocurrió. Eres alguien que vives tan...

—«Vives tan pobre».

—Pero, no sé, me das la impresión que no tienes que estar inundado en pesadillas porque simplemente te agarraron de las muñecas —confesó.

MinHo, extrañado, se reacomodó en el marco de la ventana.

—«¿Te agarraron de las muñecas?» —preguntó, extrañado—. Quieres decir que- porque soy pobre, ¿sufrí más violencia que eso?

—¿Qué? ¡No! ¡No! —JiSung negó, alterado—. ¡Quiero decir! Tu mamá te ama- y vive contigo. Siento que es tan suficiente que... que yo no..

No es que no lo hiciera, pero era ligeramente más complicado ante que una idea absoluta de vivir su infancia.

—«Yo no». ¿Qué quieres decir, entonces? —insistió MinHo—. Mi madre me ama, pero lo hace porque fue mi padre el que no me quiso. Se fue de casa cuando era pequeño, pero lo busqué a los trece en una escapada de la escuela y de mi casa. Me tuvo que decir de frente que no me quería para digerir que, al fin y al cabo, el amor en realidad era una mierda.

JiSung le miró, sorprendido. —Diste un salto que no esperaba. ¿El amor es una mierda? ¿En serio?

—En serio —asintió—. El amor romántico, en estricto rigor. Es una mierda porque es trascendental.

—Elabora.

—«Elabora». El amor filial estará- a lo mejor, no sé. Mi papá me quiso, pero porque terminó la relación con mi madre es que el amor que tenía hacia mí se condicionó. Sin amor hacia ella no hay amor hacia mí. El amor romántico es una mierda porque es transcendental; crea la guerra de troya, lo épico del Titanic; destruye países. El amor romántico es trascendental, por eso no me gusta.

—Entonces, ¿nunca te has enamorado?

—«¿Enamorado?» No. Jamás —MinHo frunció el ceño—. Solo me destruiría. El amor destruye. Mi padre ya me destruyó. No quiero ser destruido de nuevo.

—Pero, es ridículo —discutió. Finalmente, JiSung tomó confianza para apoyarse también en el marco y reflejar el cuerpo de MinHo—. Es arbitrario y sinsentido. Amar no es algo por lo que debas temer. Amas a tu madre y a Yeji, y amas al Real King. ¿Acaso solo el amor romántico te limita? Si el amor es tan natural en la vida que...

—«¿Qué?» —MinHo negó—. El amor es destrucción, y solo para fuertes es transformación. Yo no me encuentro fuerte.

—Entonces, ¿nunca te has enamorado?

—Nunca me he enamorado —concordó—. ¿Y tú? Aparte de Lee SooJin.

—Ah... —JiSung apoyó su cabeza en el marco, y suspiró—. A diferencia tuya, yo me consumí. Creí jamás superarla.

MinHo mantuvo el silencio un instante, demasiado prolongado como para el ritmo de conversación que estaban teniendo.

—«Creí jamás superarla...» —murmuró MinHo—. ¿Y ahora?

¿Ahora? Aunque JiSung pensara en ella, no pensaba en sus sentimientos. La división de ser la novia de SeungMin estaba aclara. Sin embargo, aunque tuvo noches en la que soñaba que era suya, sí fue hace tiempo atrás- durante primer año, tanto que resultaba ser vergonzoso.

Pero tratar sus sentimientos por Lee SooJin de la forma en la que MinHo narraba era demasiado drástico. JiSung no creía que destruía al querer de forma romántica-

—Ella está ahí, en mi memoria —confesó JiSung—. Es lindo enamorarse, MinHo.

MinHo rio, desganado. —«Es lindo enamorarse». Eso solo lo dicen los débiles de mentes.

—O los que han vivido demasiado.

La melancolía en el tono de JiSung hizo que MinHo solo riera más fuerte.

—«Los que han vivido demasiado» —reiteró él—. ¿JiSung?

MinHo pronunciaba el nombre de JiSung como si hubiese magia en sus palabras, si es que al llamarlo, lo invocaría aun cuando lo tenía a su lado.

—¿Sí?

—«¿Sí?» ¿Quién te hizo lo de las muñecas?

—No quiero decirlo.

—«Decirlo- decirlo». ¿Y por qué estás tan afectado?

—Porque... porque me agarraban de esa forma, y me gritaban a la cara —confesó JiSung—. Porque como el amor, la violencia aumentaba. No era proporcional, la verdad- es solo que, a veces, el amor no es suficiente como para...

¿Era del trastorno? ¿Aquel que le pidió a SeungMin que lo diagnosticara? JiSung sentía su respiración presionada y las ganas de llorar incompatibles por la forma en la que rio anteriormente. Debió tomar aire, sin saber que el pánico que tenía daba a tal nivel que MinHo debió de acercarse a él.

—¿«Para...»?

—Como para proteger —terminó por completar JiSung—. Protejo a SeungMin como no pude hacerlo con mi madre, por eso me enfrento a estas cosas aun cuando- aun cuando si SeungMin supiese, se enfurecería.

—JiSung...

—El diagnóstico nació durante alguna guerra, como explicación de patrones de comportamientos en ciertas circunstancias que eran reactivos a episodios traumáticos. No soy un soldado de guerra, pero soy alguien que vivió violencia en su casa. Voy a ser reactivo a cualquier secuencia símil a lo que viví porque... porque así funciona la violencia.

MinHo no lo tocaba, tal vez porque no tenía la confianza para hacerlo, pero su cercanía lucía ser suficiente.

—«Así no funciona la violencia...» ¿Y la lidocaína para qué?

—Para que no me duela. Mitigue el dolor.

—«Mitigue el dolor». La lidocaína no lo mitiga —confesó MinHo—. La lidocaína te duerme el sistema nervioso. No es que te quite el dolor, es que te quita el sentir.

—Bueno, ya no soy tan distinto a ti. Simplemente no quiero sentir cuando me siento demasiado.

—«Demasiado- demasiado». ¿Y lo somos, alguna vez? ¿Somos lo suficiente?

El cuerpo de MinHo estaba cerca al de JiSung, y aunque no lo tocara, su rostro si estaba lo suficientemente cerca como para asegurar por duodécima vez que MinHo le estbaa hablando a él. No había nadie más en la habitación.

JiSung asintió. —Quizás... Solo con quienes queremos ser suficientes.

MinHo frunció el entrecejo, dubitativo. —«¿Con quienes queremos ser?» ¿No es un poco vago?

—¿Lo crees así?

—«¿Lo crees así?» Sí, demasiado. Supongo que el sueño hace que hables incoherencias.

O que, tal vez, JiSung se sinceraba un poco más.

No obstante, no había por qué aclararse. Aun tendrían semanas, meses y tiempo para poder entenderse.

—Me gustan tus aros. ¿Por qué Ahn no te ha regañado por ellos?

—«¿Por ellos?» Sí me regaña- siempre. Es solo que- bueno, la ignoro.

—También he pensado en aretes, pero me acobrado.

—«Me acobardo» Cuando vayamos al retiro, recuérdame hacerte uno.

—Okey.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

[1] nadie:

MinHo a JiSung: omg who did this to you?

Mi objetivo es hacer que la relación minsung sea como esas novelas de wattpad que te dan cosquillitas en el estómago por lo cute que son y porque no se van a confesar hasta en el último capítulo

¡Gracias por leer!

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