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La segunda ronda, parte 2

Capítulo 29

La segunda ronda, parte 2

Yeji apareció en el dormitorio de varones un poco más temprano de lo que ellos salían, aunque la animosidad estaba en el aire por ser el último día de clases. Ella, con su uniforme desarmado, una leal camiseta de un jugador de baloncesto que le gustaba, y sus trenzas bien armadas, entró con seguridad hacia el edificio. Si es que alguien la atrapaba, siempre podía decir que se perdió de camino al edificio principal.

Sin embargo, aun decidida, llegó hasta el tercer piso y golpeó la puerta del dormitorio llamativo y nombres decorados con plumón a un lado. Los gritos del otro lado eran sonoros, y cuando HyunJin abrió la puerta, los insultos de Felix hacia Jiniret sobre su camisa de uniforme hicieron retumbar el pasillo.

—¡Bájate de ahí, motherfucker!

—¡Holis, Yeji! —HyunJin se vio sorprendido—. ¿Qué haces aquí? MinHo duerme más arriba.

—Quería hablar con SeungMin- no me contesta los mensajes —informó ella, y se asomó por el hombro de HyunJin para ver al interior—. ¿Está?

—Auriculares con cancelación de ruido por su estudio matutino, y su teléfono se bloquea en las noches, o algo así. Te lo traigo enseguida.

El dormitorio tenía olor a acrílico, desinfectante y a inciensos, y visualmente se veía caótico. Para este entonces, el espacio más limpio era el común y el de SeungMin, porque el resto era un menjunje de creatividad, estudios y caos.

SeungMin se apartó de su escritorio cuando HyunJin lo buscó, y de paso le golpeó en la cabeza porque HyunJin le picó las costillas. Yeji no sabía dónde sería el mejor lugar para entablar una charla con él sin sentirse intimidada, pero desde los últimos días que sentía bastante el peso de la culpa de haber mantenido la boca cerrada.

Para cuando se le acercó, SeungMin la veía con la misma extrañeza. Ya estaba vestido con su uniforme, junto con su característica chaqueta de béisbol que usaba aun cuando estaban en Julio.

—¿Pasa algo? —preguntó él—. En especial porque, bueno, no nos hablamos.

—¿Podemos hablar a solas? —pidió Yeji.

—¿Ahora? ¿No puede ser para el almuerzo?

—Es urgente.

El tono le llamó la atención; SeungMin miró hacia el interior del cuarto, extrañado.

—¿Acaso sabes porque JiSung no llegó a dormir anoche?

Yeji creyó haber escuchado mal, en especial porque no entendía lo que se refería.

—¿No llegó? —preguntó ella—. Wow, increíble.

SeungMin colocó sus ojos en blanco, irritado, pero aun así cerró la puerta para ambos bajar hacia la primera planta, donde se encontraban los cómodos espacios comunes. Se ubicaron en un sofá extenso, lo suficiente como para que Yeji no se sintiera intimidada por el contacto físico.

—¿Qué pasa? —volvió a preguntar SeungMin, pareciendo analizar si es que ambos tenían algo en común como para estar en la situación—. Si es por lo del Dance Revolution, no creo que tú-

—Es sobre lo del caso del profesor Kim —soltó Yeji—, o- mejor dicho, de cuando a MinHo se le ocurrió contar todo a Kim RyooNah- desde el inicio hasta el final.

—¿Y qué tengo que ver con eso?

—Es cuando delataron a MinHo con la directora Ahn. Ella lo amenazó con expulsarle y esas cosas —movió sus manos, apresurada—. MinHo quedó muy mal y, aunque él no le tome el peso, sí me preocupa que la directora lo maltrate cada vez más.

A SeungMin pareció haberle gustado realizar un comentario sarcástico, pero solo asintió. —Sí, es muy rara su fijación.

—MinHo me dijo que fue Chan quien lo delató- por la obviedad del relato. —Finalmente, Yeji fijó su vista en SeungMin—. Pero sé que no fue él.

—Ja —murmuró SeungMin—. ¿Qué tanta confianza le tienes a ese imbécil? Es un mitómano y casi sociópata.

—Sé que no fue él —enfatizó Yeji, seria—. Y estoy segura porque, al delatar la historia completa, no solo lo afectaría a él.

SeungMin no comprendió en primera instancia a lo que se refería, hasta que la idea que trajo Yeji apareció en su cabeza como índole de debilidad.

—¿De qué hablas?

—No sé qué tan involucrados estén ustedes en la formación del grupo de animadores- el White Tiger, quiero decir —elaboró—. Pero las decisiones fueron abruptas- recuerdo a JiSung odiar la idea del grupo, y después le pidió a MinHo que lo formaran. Es un cambio de decisión abrupta. ¿Qué fue lo pasó ahí?

—¿Y cómo voy a saber eso?

Pero los ojos de Yeji estaban grandes, directamente hacia él. Sus trenzas colgaban sobre sus hombros, intactas y amenazadoras, visiblemente referenciado a las serpientes de Medusa.

—Te vi en los camerinos —dijo Yeji, suave—. No sé si lo recuerdas, pero llamé a JiSung. Yo fui la que te encontró ahí.

SeungMin se removió, sumamente incómodo. Su respiración se trancó en su pecho y, por instinto, bajó las mangas de su polerón.

—¿Y quieres elaborar más? —SeungMin repuso—. ¿Qué tiene que ver esto conque alguien haya delatado a MinHo?

—Porque MinHo y JiSung son amigos cercanos, supongo que JiSung le pudo haber contado alguna cosa que, a pesar de que MinHo sabía, fue inflexivo para que se armase el grupo. Ese punto tuvo que ser ustedes, me imagino.

—¿Por qué la idea?

—Porque MinHo y JiSung son amigos —repitió Yeji—, y MinHo es un tipo leal.

—¿Todo eso te lo dijo Bang Chan? ¿No tienes un pensamiento propio?

—¿Pensamiento propio? Esto lo saqué por mi razón. Bang Chan no tiene nada que ver en esto.

—Ese imbécil ha maltratado a quien se le pasa por adelante, y manipula a la gente para su beneficio. Si cualquier cosa que has reflexionado hasta ahora fue por conversación de él, fue porque te manipuló.

—Nadie es tan cruel.

—¡¿Nadie?! —SeungMin debió de lanza una risa. ¿Es que Hwang Yeji era tan ingenua?—. ¿Cuánto tiempo llevas acá en Sevit? Aquí te pisamos por beneficio. ¿Por qué le creerías a alguien como Bang Chan?

—Entonces, ¿estás seguro de que fue él quien delató a MinHo?

—Por supuesto —SeungMin no dudaba—. Chan es capaz de hacer todo eso.

Yeji, razonada, asintió a las palabras de SeungMin. —Sí, tiene sentido. Ustedes no habrían delatado a MinHo con Ahn.

—Ajá-

—Porque es un pacto —insistió Yeji, seria, y volvió a fijarse en SeungMin—. Digo, entre nosotros dos no tenemos por qué ser desleal, si es que MinHo y JiSung son tan amigos.

—¿Qué quieres decir con-

—Y porque, claro, yo te vi en los camerinos —repitió—. Eso también nos conlleva la lealtad al otro, ¿no te parece? Se rumoreaba sobre tu... tu condición, y aunque el manual de convivencia de Sevit es explícita conque, cualquier actitud que atente a la vida, debe de notificarse, yo me quedé callada.

—¿Y quieres un premio por buena persona?

—Solo quiero saber quién no se quedó callado —confesó, más melancólica—. Supongo que algo así debió de pasar como para que ustedes cambiaran de opinión.

Aunque SeungMin no respondería la pregunta, Yeji esperó con paciencia a que algo saliera de su boca. Finalmente, SeungMin desvió su mirada con su semblante aún más perturbado.

—Eres observadora —halagó SeungMin—, pero te cuesta quedarte callada.

—Ah..., más aún con cosas que no entiendo. Una lástima que haya sido Chan quien delató a MinHo. Eso no le hará feliz.

—¿Le vas a contar?

—O sea, él sabe que Chan fue, pero le diré que dudé y todo eso. Digo, es triste, pero ya qué —se encogió de hombros—, es algo que se esperaba de él. ¿No? A MinHo no le hará daño otra persona porque, si hubiesen sido tú o JiSung quien lo delató, le destrozaría el corazón.

—Ja, ¿conmigo? —con sinceridad, SeungMin rio—. Con MinHo no nos hablamos. No le podría importar menos si cree que fui yo quien lo delató.

—¿Y qué opinas? ¿Crees que le importaría si fuese JiSung?

Porque Yeji no era tonta y, como dijo SeungMin, a MinHo no le habría importado menos si es que él hubiese sido el que lo delató. Por lo que, ante el encogimiento de hombros de SeungMin, Yeji suspiró y se levantó del sofá.

—Le importaría —dijo ella—, pero, que bueno que no fue JiSung- sino Bang Chan. Eso habría dejado destrozado a MinHo- más si es que le hubiese ocultado por todo este tiempo.

—¿Lo encuentras doloroso? —preguntó SeungMin—. Vamos, ¿tú dices que son cercanos? ¿Acaso MinHo habla de JiSung?

—Oh, todo el tiempo —Yeji hizo un movimiento sarcástico—. No se calla nunca. Transmite y transmite. Yo creo que está enamorado.

SeungMin le sonrió, complaciente. —No es necesario ser sarcástica.

—¿Y? ¿JiSung habla de MinHo?

—Claro —SeungMin usó el mismo tono—. Balbucea su nombre a dormir. No se lo puede sacar de la mente.

—Supongo que eso nos hace concuñados.

—Ah... —SeungMin tendió su mano hacia ella, para retractarse enseguida—. Perdón. Pero, vamos, no seas infantil. JiSung no puede estar menos interesado en MinHo- para que le comentes a tu amigo.

—¿Por qué lo haría? Si a MinHo tampoco le importa JiSung.

Los dos sostuvieron el contacto visual por un tramo más, divertidos, cómplices de verdades no dicha porque golpearía el orgullo de los dos.

Al sentir los pasos, los dos giraron sus cabezas hacia la escalera. Ahí, Chan bajaba con su uniforme prolijo, su cabello empastado en gel para parecer lacio, y sacaba sus auriculares inalámbricos de su estuche. Tras divisar a Yeji ahí, le apuntó.

—Oye, tu amigo no llegó —informó Chan.

La seriedad se posó en Yeji. —¿Qué?

—Yo me voy —murmuró SeungMin, mientras se levantaba del sofá—. Vomito estando cerca de él.

—No- espera —Yeji estiró su mano para hacer el amago de detener a SeungMin, y se giró a Chan—. ¿No está MinHo en el dormitorio?

—No llegó a dormir —volvió a decir Chan, y se fue del edificio.

Yeji y SeungMin volvieron a mirarse, esta vez un poco más sucumbidos en sus sentimientos. Sin embargo, SeungMin no quiso demostrar la emoción que Yeji transparentó enseguida.

—Quítate la idea de la cabeza —le dijo SeungMin—. JiSung jamás bajaría su estándar por alguien como MinHo.

Ante la ofensa, Yeji colocó una mano en su cintura. —MinHo tampoco lo bajaría.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

La música se había detenido cerca de las tres de la mañana por la baja batería de JiSung, y el sol salía por el otro lado del edificio, por lo que, lo único que hizo a MinHo despertar fue el ruido de los pájaros, y de ver el aula un poco más clara que de costumbre.

Estaba tendido de espaldas sobre la colchoneta, con la sensación de haber pasado frío en la noche; sin embargo, sus piernas tenían un fuerte dolor y calambre que, para cuando bajó su mirada para saber de qué se trataba, notó que había entrelazado sus piernas con las de JiSung.

Porque JiSung dormía a su lado.

Él estaba sobre su hombro, encarando a MinHo. Utilizaba sus propios brazos como almohada, pero una de sus manos afirmaba el meñique y anular de MinHo. Pareciera que los dos habían dormido de la mano.

No en la misma posición, lo que hizo el estómago de MinHo revolverse del nerviosismo. Durante las siguientes conversaciones, silencios, tarareos de canciones, que eran acompañados por reacomodaciones sobre la colchoneta, las manos no se habían soltad. Se intercambiaban, de la derecha a la izquierda, de dedos entrelazados, o sujetados, o apoyadas, o acariciabas. MinHo recordaba cómo es que su palma era tocada con suavidad, de arriba hacia abajo, por el pulgar de JiSung.

MinHo ni siquiera podía traducir lo que sentía, porque tal vez seguía siendo lo suficientemente tonto que, a pesar de su rehabilitación, aun le faltaba comprender ciertos conceptos que pudiesen ser traídos de su consciente hacia el habla, al lenguaje. Porque solo eran emociones que los acompañaba sobre los dos, de un despertar en conjunto.

No era la primera vez que lo hacía. Cuando se regresaron de Boryeong, MinHo se quedó dormido en el hombro de JiSung en el furgón. Había estado tan distraído por la pelea que tuvo con Chan que ni siquiera había considerado aquel como un tacto romántico o doble intencionado, solo eran los dos compartiendo un espacio en el furgón.

¿Y ahora? Carajo, JiSung dormía como nunca. Pudiese que él fuera de sueño pesado, pero JiSung estaba tan dormido que MinHo temía moverse, soltarle la mano para poder reacomodarse.

MinHo se giró sobre su hombro, observando a JiSung dormir. Tenía la boca ligeramente abierta, y roncaba con suavidad. Su cabello estaba desordenado, lo que le entregaba un aspecto mucho más esponjoso a causa de su permanente.

«Oh, carajo. Yo me muevo mucho al dormir —pensó MinHo, consternado—. ¿No lo habré molestado? ¿Le habré incomodado?»

Uno de los mechones del cabello de JiSung cayó sobre su ojo, y MinHo solo pudo pensar en cuánto le debería de incomodar, por lo que lo apartó de su frente. Sin embargo, el simple movimiento del dedo en aquel mechón le hizo darse cuenta cuán suave JiSung tenía su cabello.

«¿Le importará? —Aun cuando el caos estaba siendo ubicado en su estómago—, no creo que le importe».

No pudo evitar volver a recordar Boryeong, y a los dos estando encerrados en el baño. El dedo de MinHo delineó el lóbulo de JiSung, el perforado, donde decorada el precioso arete de fantasía que le había regalado. Ahí, MinHo le hizo un chupetón en el cuello. Oh, ¿cómo es que aun sigue vivo después de eso? Podría esconderse en su actitud fanfarrona y decir que no era la gran cosa, solo para tomar el pelo a JiSung cuando él quiso meterse en sus pantalones. No obstante, repensarlo una, y otra, y otra vez le daba vuelta la cabeza.

Porque si JiSung se dejó hacer un chupetón, y MinHo se dejó desabrochar el pantalón, ¿hasta dónde iban a llegar los dos? Y casi parecía ser otra pregunta existencialista, porque esos comportamientos colindaban con otras actitudes; con otros sentimientos que MinHo no podía entenderlos sin sentir miedo.

Quería acariciar a JiSung, no le bastaba su dedo en el lóbulo. Recordó el baño, de tenerlo con sus mejillas apretadas; los ojos de JiSung se habían transformado en acuosas canicas que iban al compás de la grasa de su cara, una vista que MinHo sintió el genuino derretimiento sobre el lavabo, demasiado impotente al no saber qué hacer después.

La mejilla de JiSung era suave, probablemente por la grasa. MinHo sentía un poco de temor por tocarle, ante la rosácea y la tendencia al acné que tenía, tal vez MinHo podría contaminarle la cara con sus pensamientos sucios que iban destinados a esas mejillas. De todas formas, MinHo pasó su pulgar, tan suave como JiSung lo acarició durante la noche.

De pronto, recordó que pasaría el verano encerrado en Sevit. Encerrado con JiSung. Sin clases formales, sin asientos obligatorios, solo prácticas de animadores y tiempo libre. ¿JiSung querría hacer algo? Le gustaba quedarse en su dormitorio durante los fines de semana, o se iba donde sus Yayos; él no salía a clases particulares, a tiempo de ocio o simplemente despejar su mente. Le gustaba estar acostado, leyendo sus cuentos infantiles o durmiendo. ¿MinHo podría sacarlo de la cama, o para pasar tiempo con él debería de recostarse a su lado? Bueno, si era de la forma en la que estaban ahora, claramente no tenía problema.

Con JiSung aun dormido, MinHo continuó con el delineo de su pulgar. Acarició su mejilla con timidez, para después colarla en la comisura del labio. MinHo notó a JiSung balbucear algo, pero el suspiro lo dejó aun dormido. Si es que algo se encontraba dentro de su pecho, era el desespero de querer rellenar los labios.

«No, no, no —se detuvo MinHo—. Esto no es normal. No es comportamiento normal. Eres un pervertido si estás mirando labios ajenos».

Quería despertar a JiSung. Quería preguntarle si harían algo para el verano. Invitarse solo a la casa de los Yayos o llevarlo a comer al restaurante de su madre. Carajo, si es que Yeji estaría concentrada con los reclutamientos universitarios, se lo llevaría donde su familia materna para que lo conocieran. Seguro ellos querrían a JiSung, porque él era querible.

Era tierno porque se esforzaba en las cosas que naturalmente le salían mal, y era irritable porque buscaba discutir con todo y por todo. Era tranquilo porque pasaba su tiempo leyendo cuentos infantiles, y era un caos porque se reía de los chistes sinsentido de MinHo. JiSung era más catastrófico de lo que alguna vez conoció a alguien.

Sin embargo, cuando sintió a JiSung moverse y MinHo aun tenía su pulgar en sus labios, decidió meterle el dedo en la boca.

Ugh —JiSung graznó, desorientado—. ¿Qué? ¿Qué pasó?

—Pasó —repitió MinHo, y escondió su mano. Por alguna razón, quería susurrar—. Nada. Nos quedamos dormidos.

JiSung miró a todas partes, desorientado, solo para volver a dejarse caer en la colchoneta.

—Qué pereza —susurró JiSung—. No me gusta dormir destapado, me da lo hipocondriaco y siento que me resfrío.

—«Me resfrío». Me aseguré de mantenerte caliente con mi cuerpo.

JiSung parecía no haberse percatado de las piernas cruzadas, pero cuando las vio, soltó un ligero «uh».

—Por eso no siento mis pies —murmuró, y desenlazó las piernas. MinHo sintió frío enseguida—. ¿Qué hora es?

—«Es» ni idea. Mi teléfono está apagado.

—Ugh, el mío igual.

Esperó a que JiSung se removiera para levantarse, pero solo se quedó ahí, aun recostado, apoyado de lado sobre sus brazos, sin siquiera intencionado de querer hacer contacto visual con MinHo.

Podría tomarle el pelo, o podría ignorar aquello. Podría sobrepensar por qué JiSung no se movía de su lado, o podía hacer algún movimiento porque su cuerpo estaba intranquilo.

—¿Cómo te arreglas el pelo? —preguntó MinHo, mientras apartaba con su índice los mechones de JiSung que volvía a caer en su rostro.

—¿Por qué? —JiSung seguía sin hacer contacto visual—. ¿Quieres una permanente?

—«Permanente». No, pero me lo quiero dejar crecer. ¿Te lo cepillas o...?

JiSung sonrió, pero aun no lo miraba. MinHo apartó los mechones de su cabello, con su boca repentinamente seca.

—¿Qué harás para las vacaciones?

—¿Las vacaciones? —repitió JiSung—. Nada, más que estar acá.

—«Estar acá». —Aun más, la boca de MinHo no podía secarse. Sentía que sus palabras ni siquiera estaban teniendo sentido, o simplemente se encontraba en esa parte donde él mismo no podía ubicarse—. ¿Te gustaría...? No sé, ¿te gustaría hacer algo? Hacer algo conmigo.

Finalmente, JiSung hizo contacto visual. Tal como MinHo lo recordó en el baño de Boryeong, eran canicas acuosas que se apretujaban por la mejilla apoyada en su brazo. Divisó el sonrojo ahí, en la grasa, y la inminente necesidad de querer acariciarla de nuevo.

—¿Durante las vacaciones? —corroboró JiSung. MinHo, nervioso, asintió—. Sí, sí quiero.

—«Quiero...» —¿Qué seguía ahora? ¿Se debía de planear o simplemente dejar las cosas estar? Tenían que, además, levantarse de ahí. ¿Qué hora se supone que era?—. Genial.

—Genial.

—Genial.

¿Así solamente? ¿Eso era todo? MinHo esperaba mayor perturbación, vacile u otro sentimiento que sí fuera positivo. En cambio, solo recibió una aceptación tan simple como si estuviesen hablando del clima. Porque claro que invitar a salir era tan normal como hablar del clima.

JiSung se estiró en la colchoneta, somnoliento. MinHo quiso picarle alguna parte del cuerpo porque sus manos se sentían solas, pero tan pronto como JiSung se reacomodó, volvió a entrelazar sus piernas.

—Tengo sueño —murmuró JiSung—. No dormí mis quince horas.

—Quince horas —burló MinHo, aun en voz baja, y aun nervioso—. ¿Por qué tanto? ¿Qué tanto haces en el día que debes recargarte?

—Pensar agota —y estiró su mano hacia el cabello de MinHo—. Deberías hacerlo más seguido.

MinHo quiso burlarse, pero la mano de JiSung sobre él le hizo sentir del todo la injusticia del actuar. ¿Por qué JiSung podía hacerlo tan deliberadamente, acariciándolo como si fuese un burdo cachorro? Todo mientras que MinHo, cuando lo hacía, creía que su mano sería cortada por el jodido Cupido.

—Pat pat —molestó JiSung.

—«Pat pat» —MinHo tomó la muñeca de JiSung para apartarlo—. Te gusta molestar, ¿eh? Eres irritante. Te confieso mis inseguridades y me atacas con ellos.

JiSung sonreía aun, igual de gracioso. Su contacto visual estaba sostenido hasta que se rompió por culpa de MinHo y del caos de su comportamiento, porque JiSung se mordió el labio y MinHo no pudo despegar la vista.

—No soy un buen chico después de todo —consideró JiSung.

Y, de repente, MinHo se encontraba en una comodidad que era reciprocada por JiSung. Tener la mano sujeta de JiSung hacía que su hombro se inclinara hacia adelante, lo que lo dejaba más cerca de su cara. Boryeong se repetía frente a sus ojos de forma constante, tan crucial que parecía tortura viva. Era menos doloroso prenderse fuego.

Además, ¿qué pensaba JiSung de todo eso? ¿Era a propósito, era ciego, o jugaba a ser tondo? No ser un chico bueno era lo que caracterizaba a MinHo, pero, ¿a JiSung? ¿Primer Lugar Han JiSung? Él de seguro sabía todo lo que hacía. Y también estaba seguro de hacerlo.

—¿Qué quieres hacer para el verano? —volvió a susurrar. Le alteraba el silencio que JiSung se esforzaba en querer sostener.

—Cualquier cosa. Me gusta estar en mi cama.

—«En mi cama», ¿es una propuesta indecente?

—Claro —correspondió JiSung, para volver a sonreír—. Yo no hago mucho, solo me gusta estar acostado.

—«Estar acostado- acostado- estar», ¿conmigo?

Era coqueteo, era afecto. MinHo dejó la muñeca de JiSung para poder tomarle de la mano, junto con el derretimiento de su estómago cuando JiSung entrelazó sus dedos. Estaban jugando con una inocencia que bordeaba lo peligroso.

JiSung abrió la boca para contestar, un poco impresionado por lo que MinHo soltó. La primera palabra fue un tartamudeo nervioso, tan tembloroso que MinHo se sentía de la misma forma.

—Yo..., claro —JiSung balbuceó—. Me gustaría estar contigo.

Estar. Estar con él. ¿De la forma en la que JiSung estaba con SeungMin? ¿O de la forma en la que quiso estar con Lee SooJin? Aunque MinHo no tuviese siquiera otra forma de estar si es que no era lo que conocía con Yeji.

Porque MinHo jamás se vio teniendo esa conversación con ella- o con cualquiera. Tal vez no podía tocar a Yeji, pero MinHo tenía al Real King con quien tendía a ser afectivos con el otro. Podía recostarse con HyunJin en la cama sin sentir que el mundo era ellos dos, y pudo besar a Felix sin considerar las consecuencias posteriores porque no existía algo que sucediera que pudiese entrarle el miedo. RyuJin era sumamente platónica, que colindaba por su orientación sexual. Y Chaeryeong, más reservada, podía apoyarse en sus brazos sin necesidad de buscar algo más ahí.

Por lo que, su ecolalia mística recibió irrupción que no acompañaba con su mentalidad. No correspondió a lo que creía.

—«Estar contigo- me gustaría estar...» —Porque no era a futuro—. Quiero estar contigo.

Sus manos jugaban, y sus piernas estaban entrelazadas. JiSung aun mantenía esos ojos grandes que eran preciosos, acompañados por el fuerte sonrojo extendido por todo el rostro. MinHo estaba seguro de estar igual de colorado, porque sus orejas hervían a fuego vivo. Aun no sabía qué era lo que había que hacer, más allá de estar atemorizado de las consecuencias. JiSung remojaba sus labios, y MinHo cometía el error de mirarlos. MinHo quería estar ahí.

Aunque la respuesta demorase, JiSung acariciaba con su pulgar la palma de MinHo. Fijado en él, asintió con ligereza para, con torpeza, repetir:

—Quiero estar contigo.

—«Quiero estar contigo» —replicó MinHo, más real.

¿Y ahora qué? Porque JiSung sonreía, y MinHo se sentía un estúpido por no saber qué hacer. La absurda necesidad de querer rectificar lo que dijo, o reinterpretar para situar algo más platónico entre ambos estaba en la punta de su lengua; pero JiSung lucía contento, brillante, y MinHo creía que así también se encontraba él.

Una suave melodía vino del sistema de intercomunicación, pero los dos lo ignoraron. Continuaban ahí, encerrados en su propio mundo, en donde JiSung se terminó por apoyar en el hombro de MinHo para quedar un rato ahí, disfrutando del silencio y de la soledad, mientras continuaban jugando con sus manos.

Buenos días alumnos de Sevit, les habla su directora.

—¿Crees que pida la renuncia? —preguntó MinHo, mientras cerraba sus ojos.

—Ojalá. Eso harían unas buenas vacaciones.

—«Vacaciones», la renuncia de Ahn. Ah- se quería bueno.

Quería saludarlos en esta última jornada de semestre, agradeciendo su participación y rendimiento durante el primer semestre. Es muy importante rescatar las fortalezas de sus resultados académicos, pero también reforzar aquellas debilidades que han estado aumentándose por los aconteceres de las últimas semanas...

—Ningún mensaje lindo puede dejar la vieja esa —murmuró JiSung.

—«La vieja esa». ¿Y qué? Le gustó tanto maltratarme que no me sorprendería si tuviese un kink con eso o algo así.

—Ay- MinHo...

... Espero que, durante las vacaciones, puedan duplicar su rendimiento y prepararse para lo que se viene. En especial para los alumnos de tercer año: deberán de utilizar estos dos meses como su última oportunidad para poder construir su camino hacia las mejores universidades que puedan optar. Ser mediocres solo los hará pésimos para sus reclutadores. Deben empujar el límite si es que quieren ser dignos de llevar el nombre de Sevit en su pecho.

—Pecho- yo me lo rajé en las venas —burló MinHo, mientras estiraba su brazo que JiSung agarraba—. Como Hermione en la película de Harry Potter.

—¿Te gusta Harry Potter? —JiSung miró a MinHo.

—«Harry Potter». Solo me vi esa película- donde le rajan el brazo. Yeji es más fan.

—A mi me gusta Harry Potter.

—«Harry Potter» ¿Y quieres un premio?

—... Por eso, se le solicita a los docentes que están con sus alumnos en aula, trabajar en estructuras de estudio para este verano. Además, recordando que se hará un almuerzo conmemorativo por el último día de clases...

La voz de Ahn continuaba hablando, pero JiSung y MinHo quedaron un momento paralizados.

No era tan temprano, ¿cierto?

JiSung se levantó de MinHo, un poco mareado, un poco nervioso, y miró a su alrededor como si, por primera vez, se diera cuenta que es de día.

—Ya comenzó la jornada, ¿cierto?

(=˘ ³( ,,><,,) ~

—¿Están juntos?

—¿Dices que durmieron juntos?

—No, no. No creo que sea verdad.

—¿Quiénes durmieron juntos?

—JiSung duerme en cualquier parte. No es especial.

—Sí, sí, sí. Debe haber rastros porque los dos acá no están.

—Ni siquiera tiene sentido lo que dices, HyunJin.

—¿Quién durmió juntos?

—Ahora no, JongHo, ni siquiera eres del grupo.

—HyunJin, por favor, suéltame.

—No, SeungMin.

—¿Quién dices que durmieron juntos?

—Vaya, que viajan rápido los rumores, Chaeryeong.

—¡¿Cómo que MinHo desapareció?! —Fue Felix quien chilló al entrar al aula 3-A. Antes de que pudieran contestarle, Felix agarró a SeungMin de la corbata—. Fuiste tú. Te conozco. Tú y tus malas intenciones, motherfucker.

El desconcierto era grande para SeungMin, en especial por las discusiones salidas de la nada. Creyó que tener a su mejor amigo desaparecido no iba a ser la gran cosa hasta que, tras llegar al aula junto a Yeji, ChangBin la alcanzó informándole sobre eso. La sutileza era del demonio cuando HyunJin estaba involucrado también en la ecuación.

—¿Por qué le echas la culpa? —HyunJin, quien aún tenía agarrado a SeungMin, le abrazó la cabeza—. Pudo ser JiSung solito quien lo mató, y ahora está en la fuga.

—No, no, no. Tú querías hacerlo desaparecer —Felix insistió con SeungMin, sin soltarlo de la corbata—. Tú lo odiabas. Siempre lo odiaste. Por eso hiciste lo que hiciste.

—¿Qué hizo? —Yeji preguntó, inocente.

Felix la miró, miró a SeungMin, y se colocó colorado.

—Nada.

—Me cansaste.

SeungMin se zafó de HyunJin, tapó la boca de Felix y, con una llave, lo hizo caer al suelo. Felix graznó para que lo soltaran.

—¿En serio no sabes dónde está? —HyunJin le preguntó a Yeji—. Porque, está la opción de que se haya fugado.

—¿Fugado?

—Oh, estoy de acuerdo —RyuJin se asomó al otro lado de Yeji, con Lia tomada de la mano—. Con la presentación de mañana, sucumbió a la presión y se fue a lanzar al río Han. El equipo era muy malo bailando.

—¿Lo haces a propósito? —Lia le preguntó, ofendida.

—No, no. Mi linda, tú eres la única que baila bien —Y RyuJin acarició su cabello.

—MinHo no se deja llevar por el pánico —defendió Chaeryeong—. Él jamás se escaparía por cuenta propia, mucho menos bajo todo el estrés que está metido.

—Dejó la escuela literalmente después de pelearse con Bang Chan —dijo ChangBin—. Él es dramático. Pudo hacer lo mismo.

—Seguro que tú lo mandaste a callar para no ir al Dance Revolution mañana.

—No seas loca. MinHo ya me cae bien, no hay razón para exiliarlo.

—Además, no hay nadie lo suficientemente sociópata como para hacer eso —agregó RyuJin.

Sin embargo, el grupo miró hacia el fondo del salón. Chan estaba ocupado leyendo su libro de Historia de Corea.

—¿Creen que-

—No, por favor —Yeji interrumpió a HyunJin—. Él no haría eso.

—No le gustaría ensuciarse las manos —bromeó RyuJin.

—Pudo hacer las pases con JiSung —ideó Lia—, y le pagó a él para hacer desaparecer a MinHo.

De nuevo, el grupo consideró la idea.

—Disculpen. —Finalmente, cansada de la grotesca interrupción, la profesora de Historia de Corea se interpuso en el grupo, y sujetó a SeungMin del cuello de la chaqueta para separarlo de Felix—. Sé que es último día de clases, pero aun así deben de respetar los horarios y aulas. Todos tienen cinco puntos de demérito, y los que no son de mi clase, se largan ahora.

SeungMin apuntó a Felix y pasó su pulgar por su propio cuello antes de que se largara con Chaeryeong del aula, y todos tomaron asiento en sus lugares.

Mientras, en el pasillo, el profesor Kim caminaba con demasiada alegría, paseando por los salones para entregar los últimos reportes a todos los estudiantes sobre sus rendimientos durante el semestre en la clase de matemáticas. Una comparación y sugerencias personalizadas ayudaba a las fortalezas del rendimiento de los alumnos, por lo que, cada último día de clases, entregaba en una hoja la retroalimentación asistida.

Podría decir que estaba contento de quedarse, aun cuando las prácticas pedagógicas de Sevit eran agotadoras, y él sabía también que sus vacaciones de verano netamente no existían por hacer clases extracurriculares. Además, no todo sería malo, porque si es que esas vacaciones estaría en Sevit, era consciente que cierta entrenadora también deambularía y-

—Ah, Han JiSung —llamó el profesor Kim, contento, tras notarlo correr por el pasillo. Desarmado, anudando la corbata alrededor de su cuello—. ¿Ya vas tarde? ¿Te quedaste dormido?

—Lo siento, profesor —JiSung se inclinó—. No me despertaron.

—No por ser último día significa que debes de dejar tus responsabilidades —apuntó él, antes de sonreír—. Tengo tu informe semestral del rendimiento en matemáticas. ¿Quieres que te entregue el de todas las asignaturas?

JiSung, quien rebotaba en su lugar, asintió. —Gracias- profesor. Iré luego a la sala de maestros a buscarlas. Gracias.

Y JiSung se largó de ahí. El profesor Kim podía excusar su velocidad, aunque no era normal que un alumno como él diera las gracias- mucho menos dos veces. Vaya, sí que eran los milagros del último día de clases.

Sin embargo, quince segundos después, vio a MinHo también correr. Se terminaba de anudar sus zapatillas, saltando en un pie.

—Ah, MinHo, ¿también tarde? —le preguntó el profesor Kim.

—También tarde —asintió MinHo. El profesor Kim afirmó a MinHo del brazo para que él pudiese atarse los cordones con mayor seguridad—. Me quedé dormido.

—No porque sea el último día, significa que debas dejar tus responsabilidades de estudiante —repitió—. Aunque, si corres más rápido, alcanzarás a Han. Tal vez él te escude por tu atraso.

—«Atraso- atraso». Ah, genial —MinHo remojó sus labios, y sus orejas hirvieron—. Le seguiré, entonces.

MinHo terminó de atarse sus zapatillas y corrió por el pasillo. Vaya, sí que les dificultaba colocar alarma. ¿Será porque era último día? Ah, olvidó informarle a MinHo sobre el informe semestral, por lo que se giró para ir hacia el aula 3-A y, así, al menos aprovechaba de entregárselo a todos los chicos.

Sin embargo, cuando dobló por el pasillo, frente a la puerta, vio a JiSung reír mientras MinHo lo empujaba.

—Entra primero —pidió MinHo, empujándolo por los hombros. JiSung, para defenderse, lo agarró de las muñecas—. No me dirán nada si lo haces. La profesora ni me prestará atención.

—Y es porque está acostumbrada a que llegues tarde. Entra tú.

JiSung quiso empujar a MinHo, pero el otro tenía mucha más fuerza; para querer empujarlo, MinHo rodeó a JiSung con sus brazos e intentó apegarlo a la puerta.

—Entra tú.

—Entra tú.

JiSung terminó el pared, queriendo ocultar su sonrisa entre sus dientes. MinHo todavía no lo soltaba y, para sorpresa del profesor Kim, lo vio inclinarse para dejarle un beso a JiSung en la mejilla.

El profesor Kim, al notar que se estaba fijando mucho en ellos dos, se dio media vuelta para seguir con su camino. Por supuesto que Han JiSung aprendió a dar las gracias si es que tenía a MinHo cerca.

—Entra —pidió MinHo—. No puedo tener más puntos de deméritos. Ni más castigos.

—Pero si llevas un récord —burló JiSung, sonriente. Sus manos subieron hacia el cuello de la camiseta negra de MinHo, para acariciarle los hombros y la nuca—. ¿No quieres ser legendario?

—«Legendario», no me cambies el tema —volvió a decir MinHo, pegando su nariz en la mejilla de JiSung—. Me van a expulsar.

—No te van a expulsar.

MinHo estiró su mano hacia la puerta y, con rapidez, golpeó la puerta. Antes de que JiSung pudiese decir algo, MinHo ya lo había empujado al mismo tiempo que la profesora de Historia de Corea abría la puerta.

—Ah- Han —comentó ella, con cero emoción en su rostro. Ladeó su cabeza por el pasillo, y bufó cuando vio a MinHo saludarla con la mano—. Agh, también estás acá. Quince puntos de deméritos al otro por llegar tarde.

Fue un camino tortuoso hacia sus asientos. JiSung no quiso hacer contacto visual con nadie, solo para que HyunJin y RyuJin comenzasen a aullar y generar un efecto dominó donde lo único que escuchó fue las burlas antes de tomar asiento junto a SeungMin.

Tras sentare, SeungMin tenía su cabeza apoyada en su mano, con una notoria mueca de burla. JiSung ni siquiera le dijo algo cuando su amigo desplazó su cuaderno sobre el pupitre, con un escrito encerrado en un círculo.

«Le contaste lo de Ahn o nos haremos los estúpidos hasta el final???»

JiSung frunció el ceño, y regresó el cuaderno para modular: —No sé de qué hablas.

Miró a MinHo, cuyas orejas estaban bastante acaloradas. MinHo se apoyó en su mano, por lo que le fue difícil a JiSung verle el rostro- lo cual era bueno, porque si tenía un nuevo contacto visual con él, probablemente haría combustión.

Porque, ¿qué fue lo que pasó? En todo- todo momento fue raro, fue anormal, y fue ridículamente delicioso. Aun podía sentir el aroma de MinHo, y el calor de su cuerpo cuando, como si fuera una colegiala, se acurrucó en él antes de que la caída en cuenta de su retraso los agobió.

Durmió con MinHo, lo cual fue vergonzoso porque JiSung sabía que él caía noqueado a la hora de dormir.

«¿Y si dije algo mientras dormía? —se mortificó JiSung, agarrándose sus cabellos—. ¿Y si lo pateé mucho? ¿Y si me tiré un gas? ¿O tuve un sueño húmedo y ni me di cuenta?»

Además, ¿cuánto rato lo estuvo mirando MinHo antes de despertar? Oh, seguro su aliento debió de haber estado fatal- y babeó, porque JiSung tenía un problema en su nariz, lo que le hacía dormir con la boca abierta. Tuvo que haberse visto horrible.

Tan horrible que hizo a MinHo decir esas cosas- esas palabras. Esas...

Leyó de reojo la nota que SeungMin había escrito. Decirle a Ahn. ¿La sensación era tan perturbadora porque JiSung aún tenía algo pendiente?

La jornada pasó con tranquilidad, con JiSung huyendo de MinHo en los recesos- aunque MinHo tampoco hacía el amago de buscarlo. El último día de clases de por sí era caótico, y aunque a JiSung no podía importarle menos en los años anteriores, ahora oscilaba entre la idea de que se acabara rápido como también que nunca terminara.

»—Quiero estar contigo.

¡Quiere estar con él! O sea, con él. Con Han JiSung. Alguien quería estar con él- alguien que lo vio dormir, lo vio llorar, lo vio ser la persona más estúpida del planeta mientras cantaba Hombre de Acción a la par que pisaba cajas de leche. ¡Con él!

Y JiSung simplemente había metido la pata.

Por lo que, para la hora de almuerzo, la gran jornada especial que la directora Ahn se había hecho realidad, con camareros que servían mocktails, mariscos, ceviches, canapés y postres para la conmemoración.

—En lo que se va la mensualidad —comentó SeungMin, mientras tomaba un pequeño pote con ceviche—. Aunque no me quejo.

El comedor estaba lleno, pero aun así vio en un rincón a MinHo robarle la bandeja a un mesero para hacer una mezcla de comidas y mocktails, y salir del comedor. JiSung tomó a SeungMin del brazo y lo llevó al rincón más alejado del comedor, sin dejar de sentir la taquicardia en su pecho.

Mientras, en el jardín de Sevit, MinHo llegaba con la bandeja hacia uno de los bancos.

—Y casi no pusieron resistencia cuando me llevé la bandeja —comentó MinHo a Yeji—. Disfruta.

—Lamento sacarte del comedor —se disculpó ella—, es solo que- bueno, estaba lleno de gente.

—«Lleno de gente». Da igual, para mí era mejor porque- ah, bueno.

—SeungMin. —En el interior del comedor, JiSung tomó los hombros de su amigo—. MinHo quiere estar conmigo.

SeungMin dejó de beber de la bebida preparada, y sacó su celular. No podía estar más desinteresado.

—¿Contigo? —preguntó SeungMin, aun con su vista en su celular—. ¿En qué sentido?

—Estábamos hablando de lo que haríamos en el verano, y me dijo que quería que hiciéramos algo —explicó JiSung con velocidad. Le quitó el vaso a SeungMin y, con desespero, comenzó a beberlo entre oraciones—. Y de ahí una cosa llevó a la otra, y me terminó diciendo que quería estar conmigo- ¡Conmigo! ¡Y le dije que quería estar con él!

—Uh- interesante. —SeungMin guardó su celular y le quitó el vaso a JiSung—. Y adorable. Genuinamente adorable. Me entibias el corazón.

—Te estoy hablando en ser-

El teléfono de JiSung comenzó a sonar, y contestó enseguida.

—¿Aló?

¡¿Cómo que tienes novio?! —graznó la señora Youm en la otra línea—. ¡¿Es el muchachito con el que te escapaste?! ¡Minnie me dijo que es tu novio!

JiSung miró a SeungMin, traicionado. —¡¿Le dijiste a mi Yaya?!

—Oye, era mi obligación —se defendió SeungMin.

JiSung cortó la llamada y, de nuevo, sujetó a SeungMin de los hombros. —Dijo que quería estar conmigo, SeungMin, ¿sabes lo que significa?

—¿Qué?

—«¿Qué?» ¡No sé! —exclamó MinHo, en el patio de la escuela. Yeji comía con tranquilidad su ceviche mientras veía a MinHo ser un desastre a su lado—. No sé que significa- ni sé con qué sentido se lo dije. Simplemente- ah, simplemente salió de mi boca. No sé qué demonios se me pasó por la cabeza, pero lo único que tenía decidido era eso: quería estar con él. ¡Estar con él! O sea, ya estábamos ahí, pero quería más y... agh... —MinHo se tapó el rostro—. Esto es terrible.

—Pero es tierno —dijo Yeji—. Quiero decir, claro que JiSung debe de tener algún sentimiento por ti, también.

—«Por ti, también». ¿Cómo que también? —cuestionó.

Yeji alzó su ceja, dudosa. —Eso te pregunto yo. Dijiste eso porque te gusta-

—«¡¿Te gusta?!» —MinHo negó enseguida, en pánico—. ¡No! ¡JiSung no me gusta!

—No, bueno, imbécil. ¿Y uno cómo está con alguien?

—«Con alguien» así —se apuntó a los dos—. Así estamos. Nosotros estamos. Estamos juntos.

Yeji le frunció el ceño, asqueada. —Iugh, no digas eso. Me generas arcadas.

—Muchas arcadas —concordó SeungMin, en el comedor. Unas chicas de primer año le habían regalado a JiSung una caja de bombones, el cual SeungMin degustaba porque JiSung estaba lo suficientemente mortificado como para comer—. El peak de la cursilería. Ni cuando le pedí noviazgo a Lee SooJin fue tan patético.

—El problema no es lo patético, hombre —lamentó JiSung, aunque, inconscientemente, se tocó la mejilla. MinHo le había besado ahí unas horas atrás—. Es que..., es que tengo que decirle.

—Hm- no, no, mala idea. Yeji sospecha que quien delató a MinHo fue uno de los dos. No puedes decirlo.

—¿Sospecha? ¡¿Sospecha?! —gritó JiSung—. ¡¿Por qué no me lo dijiste?! ¡¿Cuándo pasó eso?!

—Mientras te revolcabas con MinHo en el club, Yeji me habló en la mañana. Cree que fui yo o tú quien delató.

—¿Y por qué no cree que fue Bang Chan?

—Porque ella ya habló con él —enfatizó—. Y él le dijo que no delató a MinHo a Ahn. No entiendo por qué Yeji le cree, la verdad.

—Porque es la verdad. Fui yo quien lo hizo y- y ahora tengo a MinHo diciéndome eso —JiSung se tapó el rostro—. ¿Qué debo hacer?

Alguien carraspeó a su lado. Felix estaba entre los dos amigos, chupando un bombón mientras los veía. JiSung, al notarlo, solo suspiró.

—¿Qué opinas, Felix?

—Debes decirle —aconsejó él—. No puedes ser un motherfucker todo el tiempo, debes de tener las bolas para ser directo. Más si te gusta.

—No me gusta taaanto —murmuró JiSung.

—Opino que te quedes callado —dijo SeungMin—. MinHo se va a enojar, te va a mandar al demonio y, con lo borderline que es él, seguro que te manda al carajo y olvida toda esa idea de querer estar contigo.

Felix se atragantó con el bombón. —¡¿Te dijo qué?!

—¿Desde cuándo Felix es parte de nuestro Consejo? —JiSung preguntó a SeungMin.

—Tú lo hiciste cómplice. Asume las consecuencias.

—¡Eso es bueno! —Felix le dijo a JiSung—. O muy malo. No sé qué decirte. MinHo tiene fobia al romance, así que es muy lindo que te vea como alguien con quien dar un paso hacia adelante, ¿sabes? Significa mucho para él.

—Ugh... —Una vez más, JiSung se tapó el rostro—. No me digas eso...

—En serio no me lo digas —pidió MinHo, mientras comía otro pote de ceviche. Estaba completamente desparramado en el banco, con un puchero en sus labios—. No puede simplemente- no sé, gustarme. Estar con él no significa que me guste en serio.

—MinHo, no tiene nada de malo que lo haga —aseguró Yeji, mientras comía la fruta del mocktail—. Ya dejaste pasar muchas oportunidades antes, y ninguna de esas te ha hecho replantearte como JiSung lo ha hecho.

—«JiSung lo ha hecho». ¿Y eso quiere decir que tiene que ser especial? ¿Debo hacer algo? JiSung es mi amigo- ¡El primer lugar es mi amigo! No puede gustarme el primer lugar- destrozaría la amistad. Sería como si lo traicionara.

—Hablando de traición... —Yeji movió sus piernas, tímida—. Tengo que decirte algo.

—«¿Decirte algo?» ¿Tiene que ver con que me hayas dado la espalda en la reunión contra Ahn y te quedaste con Bang Chan?

—Le estaba preguntando por qué te delató con Ahn, y me dijo que no lo hizo —informó—. Creí que querías saberlo.

—«Saber- saberlo» —MinHo lanzó una risa amarga—. ¿Y le creíste? Que eres burra, amiga. Si no fue Chan, entonces, ¿quién lo hizo?

—No lo sé. No conozco a más gente que pudo haber sido damnificada si es que hubieses tenido la entrevista con Kim RyooNah.

—«Kim RyooNah». Bang Chan es un mal mentiroso- o buen mentiroso. Como sea, Yeji, no debes de creer en lo que dice. Si él te dice que el cielo es verde, ¿le creerías?

—Bueno —Yeji miró hacia arriba—, se le nota un poco la tonalidad.

—«La tonalidad». Ridícula.

—Ridículo. —Dijo SeungMin a Felix—. Si no sabes de lo que hablas, no hables.

—Oye, motherfucker, estoy siendo serio —insistió Felix, y miró a JiSung—. Deja de aplazar lo inevitable. MinHo se enterará en algún momento. Chan puede perfectamente decirle que él no lo delató.

—MinHo no le va a creer —discutió SeungMin.

—Y tampoco puedes tener una relación con alguien a quien le mentiste.

—¿Relación? —JiSung respiró apresurado, en pánico—. ¿Voy a tener una relación con MinHo?

—Ah, genial —SeungMin tomó unas servilletas y comenzó a ventilar el rostro de JiSung—. Mira lo que hiciste, Felix. Lo rompiste.

—No puedo tener una relación con MinHo si le mentí —JiSung se dirigió a SeungMin—. Me va a odiar. De partida no le caía bien hace cuatro meses atrás. No, y de todas formas, ¿por qué le gustaría a MinHo? No le gusto a MinHo.

—No me gusta JiSung —aclaró MinHo a Yeji por enésima vez—. Porque, si me gustase, todo sería desastre. De nuevo, no quiero perder la amistad por algo tan ridículo como lo es el amor romántico. Estamos bien como estamos.

—Le dijiste que querías estar con él, mentiroso —atacó Yeji—. Le diste un beso, además. ¿Crees que los amigos se dan besos en la mejilla porque sí?

—«Porque sí» —asintió MinHo—. Lo hago con todos mis amigos. Lo haría contigo pero te desmayas.

—Además, MinHo, le hiciste un chupetón —le recordó ella—. Y él te desabrochó el pantalón. Uno no hace eso con sus amigos.

—«Sus amigos». ¡Me besé con Felix!

—¡Y no luces perturbado con eso! En cambio, duermes una noche con JiSung y ya sabes que con ser amigo no es suficiente. Quieres más, y eso está bien, ¿sabes? —alentó Yeji—. Querer más con alguien porque lo que tienen no es suficiente es lindo. Es romántico. Y ustedes dos realmente han hecho buenas migas- son un buen equipo, y se apoyan y- vaya —suspiró—. Es ridículamente envidiable.

MinHo no pudo evitar morder su labio en consideración de eso, de todo lo que han hecho y lo que podrán ser. ¿Hasta cuánto era el nivel de suficiencia con JiSung, si es que en verdad creía que podía ir más allá de sus límites? Y aunque el miedo estaba latente, porque lo que tenía con él era bueno, no era suficiente.

Ir más allá de sus límites.

—«Ridículamente envidiable...» —murmuró MinHo, y miró a su amiga—. ¿Crees que le guste?

—¿Creen que le guste? —preguntó JiSung, de nuevo, a SeungMin y a Felix—. Pero, ¿de verdad? ¿Gustarle de verdad? Porque el drama que él tiene con las relaciones románticas-

—Es duro. Lo niega siempre —concordó Felix.

—¿Por qué yo habría de cambiar eso? —miró a SeungMin—. MinHo es más real que yo, mejor persona por lo que veo. Él no estaría... no va estar con alguien que lo traiciona.

—Era por su bien, hombre —discutió SeungMin, cansado—. Si no lo delatabas, lo expulsarían. Él no puede ser tan estúpido como para no comprender eso.

—Lo habría comprendido si se lo hubieses dicho al instante —agregó Felix—. ¿Ahora? ¿Después de semanas? Tus posibilidades simplemente... bajaron...

—Pero no es imposible.

Finalmente, MinHo suspiró en el banco. Se reacomodó, se rascó su oreja perforada, y miró a Yeji, entristecido.

—¿Quién me asegura que será diferente? —preguntó él—. Todo se destruirá, y no quiero involucrarme tanto como para salir mal cuando esto acabe.

—Deberías replantearlo —aconsejó Yeji—. Si crees que él es un buen chico, y vale la pena como para que replantees como te sientes, deberías hacerlo. Yo te puedo decir muchas cosas, pero tú eres quien conoce a JiSung.

—«Quien conoce...»

—Pero, MinHo —Yeji se acomodó para hablar. Ya ni siquiera había comida en la bandeja—. Quiero que sepas que, ante cualquier cosa que pase con JiSung, y él te llega a decepcionar, yo estoy para ti. —Antes de que MinHo hablara, agregó—: lo estoy, en todo los sentidos. Quiero lo mejor para ti, por lo que quiero que también estés con alguien que es bueno y, sobre todo, honesto contigo.

No será la primera vez que alguien se le confesaba a MinHo, pero sí la primera en la que él replanteaba con seriedad, dejando su miedo de lado por la esperanza de que algo podía surgir.

Porque su padre engañó a su madre, lo que hizo que perdiera contacto con él. MinHo fue a ver a su padre a los quince años, a la casa de la nueva familia, y lo echó de ahí porque no quería saber más de su hijo; todo porque rompió la relación con su madre.

El amor romántico era transversal, pero MinHo podía darle la oportunidad de eso fuera algo bueno.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Finalmente, el seis de julio llegó.

MinHo estaba ahí junto a Yeji, por supuesto. Once de la mañana. Sevit no se ofreció a pagar por el transporte hacia el recinto que fue conocido alguna vez como el Teatro Just Believe de Seúl, por lo que, mientras el resto del White Tiger y Real King se trasladaba en transporte público, Yeji utilizó el beneficio de su discapacidad para que el profesor Kim le pagara un auto. MinHo también, claro, beneficio del mejor amigo.

Y eso lo agradeció, porque el nivel de nerviosismo al enfrentarse en la entrada del Teatro le hizo sentir atrofiado.

—Creo que voy a vomitar.

Yeji le lanzó una bolsa de papel.

—Oh, gracias.

Afuera del Teatro estaba cargado de gente, esperando la hora de utilizar los camerinos. MinHo realizó el registro con los administradores de la competencia mientras que Yeji veía al resto de la competencia, fotografiaba y enviaba a Felix para apreciar la competencia.

¿A qué iba el nerviosismo? Cuando MinHo supo del Dance Revolution, lo había encontrado genial, pero cuando era parte del escenario, durante la segunda ronda en su primer año, notó la presión en la que se encontraban. Dividían el territorio surcoreano en tres, y las segundas rondas destacaban a los mejores para, finalmente, todos unirse en una competencia final con los cinco mejores de cada territorio.

Era un total de ocho grupos a presentar, y el Real King era el séptimo. MinHo tenía el estómago anudado, y más dolía cuando los demás competidores le saludaban animados. Si es que no lo lograban, MinHo habría fracasado como líder.

—¿Crees que lo logremos? —MinHo preguntó a Yeji, aun fuera del Teatro—. Sé honesta. ¿Lo lograremos?

—Han tenido un muy buen avance —dijo Yeji—. Estuvieron bien en el ensaño de la mañana, en especial cuando Sharon los roció con el extintor.

—«En el extintor». Te doy diez billetes si nos rocías.

—Hecho.

—«Hecho». Yeji, en serio no puedo hacer —confesó MinHo—. Es mi primera capitanía- y va a ser mi última. ¿Por qué carajos dejé que Sharon hiciera este cambio? ¿Por qué lo permití? Debí haber peleado más.

—Desmayarse es otra forma de luchar.

—«De luchar», y- en serio, no es que no le tenga esperanza al White Tiger —aseguró MinHo—. Solo cinco pasarán a la última ronda, y no es que sea psíquico, pero presiento que Ahn disolverá todo si es que no lo ganamos.

—El año pasado quedaron en el segundo lugar, ustedes-

—«Ustedes». ¡Yeji! —La voz de MinHo sonó temblorosa—. Esto es lo único en lo que soy bueno. Después de que me gradúe, seré un borrego social. ¡Necesito ganar esto!

—¡Y está bien! —concordó ella—. E hiciste un excelente trabajo con el White Tiger. Ellos no podían mover ni un pie y lograste que adquirieran el baile urbano. Sí, no al nivel del Real King, pero al nivel suficiente como para calificar a la última ronda. Y, en la final, volverás con el Real King.

Alterado, MinHo se tapó el rostro. La necesidad de querer calmarse estaba siendo más irritante que el estrés propio.

—«El Real King». Se me van a acabar los parches de lidocaína. El año pasado, cuando estuvimos en la final, vomité en los primeros tres números.

—Ah, por eso olías gracioso después de tu baile.

Entre la presión, el desgaste y todos los movimientos con los que trabajaba el resto dejaba a MinHo presionado. El orgullo de lo que enfrentaba estaba en un péndulo, sintiéndose pésimo ante cualquier resultado que tuviesen.

Los dos continuaron en la calle, viendo como los grupos entraban y salían de los camerinos ya caracterizados para las presentaciones. Con Yeji bebían leche de fresa en caja, pero MinHo apretaba tan fuerte que chorreaba de tanto en tanto . Ni siquiera se podía calmar cuando los otros grupos continuaban saludándolo.

—¡Lee Know! —le habló el líder del grupo Sounds Blue—. Icónico. ¿Cómo te encuentran con tus chicos? ¿Cómo está tu pie?

—«Tu pie» A punto de ser amputado, y mis chicos están bien- aun no llegan —mostró, torpe. Yeji agitó su mano— todos. Aun no llegan todos.

—Mi madre vino a verme, ¿puedes creerlo? Me dijo que era una pérdida de tiempo, y aun así vino a verme.

—«A verme». Lindo. Mi mami tenía que trabajar.

—No vale tanto la pena cerrar el restaurante —bromeó Yeji.

—Entonces, ¡buena suerte, hombre! —El líder le palmeó el hombro—. Le diré a mi madre que te anime.

MinHo solo agitó su mano mientras el otro se iba.

—Me desmayaré-

—No- ah —Yeji se giró—. Ahí vienen...

Bajando del autobús, el no-particular grupo de once miembros hablaban en voz alta, emocionados, mientras los dos docentes de turno intentaban calmar la situación.

—¿Y solo se baja en la parada? —preguntó Lia—. O sea, si me tengo que bajar en otra parte donde no tiene parada, ¿el autobús no para?

—¿Qué esperabas? Tiene ruta fija —le dijo RyuJin, balanceando las manos de ambas—. No son tus taxis personales.

—¡Pero pago para irme sentada!

—¡Y no para la ruta!

—¿Y te cobran extra si tomas el tren subterráneo? —preguntó JeongIn, igual de impresionado—. ¿Es que el Ministerio de Transporte no ha hecho algo? ¡Es muy costoso!

—Por eso, la tarjeta estudiantil es lo mejor que ha dado las generaciones anteriores —dijo HyunJin—. Deberías salir más a la calle.

Los ojos de JeongIn brillaron, fuerte. —Lo haré.

—¿Y tú por qué te sorprendes? —SeungMin le dijo a ChangBin—. Tuviste que haber usado el transporte antes, si tu novia era pobre.

—El muy bastardo iba en auto privado —le dijo Chaeryeong, para luego ver a ChangBin—. Aunque era cómodo, la verdad.

—Pero, el transporte público contamina menos —le dijo ChangBin—. ¿Cómo pueden odiarlo? Transporta a una gran cantidad de personas.

—Por eso mismo, payaso —discutió RyuJin—. ¿Conoces las horas punta? Son el infierno en cuatro paredes.

—Y suben el precio de locomoción —murmuró Felix.

—¿Qué? —corroboró ChangBin—. El transporte público debería ser más barato- y de mejor cuidado.

—Pero es adorable que haya ratas —dijo Yuna—. O sea, hay un buen cuidado por los animales. Salvo cuando se electrocutan.

—Yo ni siquiera sé por qué vine —agregó Chan, a un lado.

—¿Quieren que les envíe las fotografías que les saqué en el subterráneo? —preguntó Sharon—. El White Tiger salen bonitos. No entiendo por qué el Real King no quiso una foto.

—Mi cultura no es tu disfraz —acotó RyuJin,

—Argumento suficiente.

Tener al grupo hizo que MinHo se obligara a disminuir los nervios, en especial por ver a JiSung ahí, pareciendo contarle a SeungMin su propia experiencia en el transporte público. Si lo que el White Tiger necesitaba en ese instante, era motivación.

—¡Bien! —llamó MinHo—. ¡Equipo, tenemos los camerinos para arreglarnos! El resto puede estar en el público, y espero que nos guarden los puestos para ver a los demás.

—¿En qué orden salimos? —preguntó Lia.

—«Salimos» en el séptimo. Lo suficiente como para que el resto tenga grandes expectativas en nosotros —alentó—. ¡Así que, gente! —aplaudió—. ¡Podemos hacerlo!

Se cambiaron de ropa en los camerinos. MinHo tenía lo suyo- sus prendas predestinadas a las presentaciones, y como Dirrty de Christina Aguilera era más provocativo, decidió solo colocarse una camiseta corta y apretada, mientras sus pantalones sueltos dejaban ver la marca de su ropa interior. Lo vio con un idol, y en él se veía bien, y no se alcanzaban a ver los parches de lidocaína en su tobillo izquierdo. Era suficiente.

Sin embargo, el resto del grupo era el complicado. Lia maquillaba a Yuna, y ChangBin con JeongIn parecían luchar con las prendas que HyunJin y Felix les habían prestado. Todos usaban en común el color rojo y negro, pero la falta de adecuación les incomodaba.

—Luzco como prostituta —se quejó Yuna, mientras se bajaba la falda de cuero de RyuJin—. Se me subirá en medio de la presentación y se me verá el calzón.

—Te diría que cambiáramos, pero me abro de piernas —le dijo Lia, mientras terminaba de difuminar la sombra—. No creo que sea a gusto.

—¡Claro que lo es! —apareció RyuJin de repente, y le dio a Lia una nalgada—. ¡Me gustaría verlo!

—¡Ay! ¿Qué te pasa? —graznó, nerviosa—. ¿Y qué haces acá?

—Más allá de que traten mis prendas como de una prostituta, vine a maquillar —informó RyuJin—. ¿A quién le toca?

—Lia, supongo —le dijo SeungMin.

—No, no. Aquí el maquillaje es unisex. Los varones también se maquillan.

—¿Qué? —JeongIn negó—. No. El hombre no debe de verse como mujer. Si pasa eso, según la Biblia, te tiran serpientes.

—¿Qué biblia te leíste?

En uno de los espejos, MinHo notó a JiSung arreglándose el cabello, sentado en la silla mientras sacudía sus rodillas con insistencia. Parecía decidir si es que anudar su flequillo o simplemente dejarlo caer, porque lo alzaba y botaba en comparación. Mientras RyuJin y JeongIn se metían en una discusión respecto a la biblia, y SeungMin era víctima del maquillaje, MinHo le fue a hacer compañía.

—¿Decidiste? —preguntó MinHo.

JiSung lo vio a través del espejo. Poco. Se forzó en no esbozar una sonrisa muy amplia.

—No. No me gusta mostrar la frente —dijo JiSung—, tengo muchos granitos.

—«Granitos», pero decídelo entorno el look —aconsejó. Aun viéndose en el espejo, MinHo tomó el flequillo de JiSung y lo peinó hacia atrás—. Así se te ve la cara.

—La cara bonita.

—«La cara bonita» —burló MinHo—. Te lo recomiendo suelto —aconsejó. Soltó el flequillo y colocó sus manos en los hombros de JiSung—. Caes con la estética.

—La ropa de Felix me queda un poco grande —confesó JiSung—. Chaeryeong me tuvo que prestar la camiseta.

—«La camiseta», por eso se me hacía familiar...

Era una camiseta manga larga, con sus pulgares enganchados al borde de las mangas. Los pantalones también eran sueltos, y usaba ganchos de ropa para mantenerlos en su lugar.

—Se me van a caer en la mitad de la presentación. Lo decreto —volvió a murmurar JiSung, asustado—. Me tengo que mantener atrás, ¿cierto? Ni todas las charlas que he dado me han tenido así. MinHo, te voy a asesinar.

—«Asesinar». Wow, más lento, cosa bella, que apenas estamos decidiendo tu cabello —bromeó MinHo, y lo terminó por abrazar por los hombros—. Estás saliendo de tu zona de confort, ¿no te emociona?

—Para nada —confesó, y apoyó sus manos en los brazos de MinHo—. Me gusta mi zona de confort.

—«Confort- confort». Has hecho muchas presentaciones, y estuviste en el comercial de propaganda a Sevit. Esto no te será nada.

—Cállate. Ni me recuerdes eso. Mis Yayos hicieron una fiesta con mi familia cuando se estrenó.

MinHo lanzó una gran y burlesca risa, lo que hizo que JiSung le siguiera. De pronto, JiSung se remojó sus labios, y acarició los brazos de MinHo.

—¿No estás nervioso? —preguntó él—. ¿En serio nos tienes tanta fe?

—«Tanta fe». No. Digamos que poca, en realidad —confesó MinHo—, pero sé que van a dar lo mejor. Me habrían querido sabotear si es que se hubiesen propuesto. Noté el esfuerzo de todos ustedes, en realidad, y me hace sentir conmovido que, a pesar de haber sido una molestia para todos ustedes desde el inicio, pudiesen tomar esto en serio solo porque me importa.

—No seas narcisista —bromeó JiSung—, que seguro Sharon nos habría esterilizado a todos si es que nos negábamos.

Y era verdad, pero una de las cosas que hacía a MinHo mantener en calma era la colaboración del White Tiger. Ni siquiera ahora, cuando los veía maquillarse para la presentación, hizo a MinHo creer que debía de desconfiar de ellos.

Por lo que, por confianza (y aprovechando la distracción), MinHo le dejó a JiSung un beso cerca del ojo.

—Gracias, Hannie.

JiSung se giró, para poder verlo directamente. MinHo le sonreía, con su rostro cerca del de él, y le fue inevitable no corresponder a eso.

—Cuando quieras, linoring.

Las luces del camerino se encendieron y se apagaron, en burla del capitán de otro para que despacharan el camerino. Salieron de ahí para sentarse en las butacas del teatro, donde RyuJin y Lia terminaban de maquillar al resto del equipo.

—Hicimos pancartas —dijo Felix, mientras desenrollaba la cartulina—. ¡Vamos, Real King!

—¿Real King? —ChangBin se asomó—. Somos el jodido White Tiger.

—White Tiger serán, pero el Real King es un espíritu —informó MinHo—. Disfrútenlo.

Cuando JiSung terminó de ser maquillado y llegó al lado de MinHo, él graznó una fuerte carcajada.

—¡Tan pintado! —molestó MinHo—. No- que adorable. Quiero sacarte una foto. Yeji, el teléfono.

—Enseguida.

—No te burles —le pidió JiSung—. Me siento patético, muy patético.

—«Patético», te dije que te veías lindo.

—No lo hiciste.

—«No lo-» Ah.

Y JiSung lo golpeó en el brazo.

Veinte minutos después, las butacas fueron llenadas por los demás grupos, amigos y familia en apoyo. Se daba el inicio a la segunda ronda del Dance Revolution.

—¡Cómo están, amistades! —habló el presentador—. Bienvenidos a la segunda ronda del Dance Revolution, del distrito C de Corea del Sur. Aquí, se escogerán a los mejores cinco para participar en la ronda nacional, con los mejores grupos de bailes escolares del país.

—¡¿Del país?! —JiSung le susurró a MinHo—. ¡¿Por qué no me lo dijiste?!

«¿Para qué? ¿Para que todos ustedes se desmayaran del nerviosismo y de la presión? ¡Ni de chiste!». —«Lo dijiste», uh- creo que lo olvidé.

MinHo pudo sentir el pánico del White Tiger, pero él se quedaría tranquilo. Si demostraba vulnerabilidad, afectaría al equipo, y el Dance Revolution era una guerra que era para ser ganada.

—... Por lo que, para no extender más, damos como bienvenida al primer grupo en competencia: Bright Signal, presentando una complicada coreografía de la popular Britney Spears con Stronger. ¡Un aplauso!

MinHo aplaudió y, a su derecha, Yeji sacó la cámara para ponerse a grabar; el resto del grupo se removía incómodo en las butacas, con SeungMin agitando su rodilla, JeongIn rezando con su rosario, HyunJin intentando que deje de hacer eso, y RyuJin maquillando a Chaeryeong por el pasatiempo. Inclusive Chan estaba ahí, al otro lado de Yeji, aunque más interesado estaba en la lectura de su libro.

El grupo de doce integrantes se colocó en posición en el escenario, con las luces apagadas. Tan pronto como el primer sonido se emitió, el juego de luces hizo encender al resto, con una introducción complicada en grupo antes de que Britney Spears comenzara a cantar.

MinHo se dio cuenta enseguida.

Quería estar equivocado. Debía de estar equivocado. Tal vez él había visto la coreografía en otra parte y se olvidó de eso. Debía de haber alguna otra razón porque, con Stronger de Britney Spears, MinHo estaba seguro de haberle hecho una coreografía para esa canción. Estaba seguro porque esa era su coreografía.

Solo era una casualidad, una mala casualidad. Aun cuando su cuerpo se movía solo ante cada movimiento que ellos hacían. MinHo no podía ignorar la mirada de reojo que JiSung le daba cuando sus movimientos calzaban con la coreografía.

Cuando terminaron de presentar, MinHo se recostó en el respaldo, más nervioso.

—¿Todo bien? —le preguntó JiSung, mientras aplaudía.

—Todo bien.

Todo mal. Todo estaba mal, y MinHo lo comenzó a notar cuando HyunJin lo estaba mirando mucho durante la presentación de Oasis de Crush del grupo Tecknicolores. MinHo podía escuchar el murmullo de los otros, del desconcierto del White Tiger- e inclusive Sharon y el profesor Kim asomaron sus cabezas para comprobar que todo estaba bien.

Ya para el tercer grupo, Don't Stop the Music de Rihanna, Chaeryeong jadeó indignada.

—¡MinHo! ¡Es tu coreografía!

—Tu coreografía- ¡Lo sé!

¿Qué hacía? ¿Qué debía de hacer? Era el líder del Real King, y dueño intelectual de aquellas coreografías- pero, hasta el momento, su cuerpo no podía estar más paralizado de la rabia. La agónica canción terminó al fin, tal como la paciencia de él, y, de forma abrupta, se levantó de la butaca para ir tras bastidores.

Los aplausos retumbaban, y Tecknicolores daba los agradecimientos entre inclinaciones. MinHo identificó a uno de los bailarines, y lo sujetó del brazo.

—Oye —llamó, sin calma. Estaba cansado de ser amable—. ¿Y esa coreografía? ¿De dónde la sacaron?

El chico que lo agarró estaba raro. —¿Eh? ¿De qué hablas?

—Hablas- de la coreografía —insistió MinHo—. ¿De dónde salió? ¿Dónde la sacaron?

—Fue creatividad, hombre —el chico rio, y se zafó—. No seas loco.

A su otro lado pasó el líder de Sounds Blue, a quien MinHo agarró también.

—Oye, sé honesto —pidió MinHo—. ¿Qué van a bailar? ¿Qué canción?

—Lee Know, lo sabrás ahora-

—¡¿Qué canción?! —interrumpió, prontamente más desbordado del nervio—. ¡Dime, por favor!

Can't Hold Us —dijo el chico, y subió al escenario.

MinHo corrió de regreso a las butacas, dejando al grupo aun más desconcertado. Cuando se zambulló en su puesto, estiró su mano hacia Yeji.

—Mi teléfono, hermana. Dame el teléfono.

Yeji, igual de nerviosa, se lo lanzó. MinHo se metió en su nube, donde todas sus coreografías estaban respaldadas, y abrió el video de su creación Can't Hold Us de Mackelmore. Intercalaba con rapidez la mirada entre todo, sintiendo cómo la estupidez lo abrazaba junto a la frustración.

Y aquí, supuestamente, debería de haber una pirueta —habló el MinHo del video—. Uno que haga al público decir-

—¡Wow! —se exclamó en el instante en que dos miembros hicieron una acrobacia en conjunto.

MinHo apagó la pantalla enseguida, frustrado. Sus ojos se aguaban de a poco, viendo cómo sus creaciones que perfeccionó desde que comenzó el baile eran interpretados por alguien más. Ni siquiera lo hacían bien, no lo hacían con el alma y dedicación que MinHo tuvo durante su desarrollo.

Sus fines de semanas, sus mañanas, sus noches. Aun con el estrés, con la escuela en su contra, con su fuga y con el desorden, MinHo no había dejado de bailar por estar pensando en el Real King.

Y, ahora, todo era de dominio público. Él era de dominio público.

Para la única cosa que él es bueno...

Se mordió el labio para intentar no llorar, pero estaba cansado. El abuso, el maltrato, todo lo que lo había estado atormentando desde que llegó a Sevit- desde que comenzó ese semestre, todos los sentimientos acumulados que su madre, preocupada, le decía que expresara, estaban desbordándose.

Podía escuchar la voz de Ahn, tratándolo de tonto. De incompetente. De inútil. De un pobre idiota cuya única vocación era tan reemplazable como ahora. El amor de MinHo hacia el baile no era lo suficiente, ni siquiera era respetado. ¿Por qué lo sería? Si el baile de MinHo era el baile de un tonto.

Tonto.

Tonto.

Tonto.

«Es mío —pensó MinHo, con el sollozo atragantado en su garganta—. Todo esto es mío, y me lo quitaron».

Como se negaba llorar en público, MinHo se largó de nuevo. Los camerinos estaban desocupados, pero no quería ser viso llorar. No habría mayor humillación que eso.

Porque ya había sido humillado. Le pidieron la muerte, le pidieron que desistiera, y MinHo se había negado porque él sabía que tenía algo bueno que entregar, algo que era genuino y honesto, con el espíritu de lucha para alguien como él.

Como él. ¿Qué tipo de persona? Para alguien tan tonta que MinHo lloraba solo porque le quitaron sus bailes.

Se encerró en el baño de discapacitados, y decidió soltar toda su humillación en el vómito. Se inclinó hacia adelante, y vació la leche de fresas de la mañana, y toda la contaminación de su cuerpo que le hacía sentir un inútil.

Inútil.

Inútil.

Inútil.

—Cállate —se pidió MinHo, sentado en el suelo—. Cállate. No llores. No llores, idiota. Idiota. Idiota.

«¿Por qué lloras? ¿Por qué lloras? ¿Eres un niño? ¿Tienes ocho años? ¿Volviste a la escuela, donde se reían de ti porque no podías leer una línea bien?»

—Estúpido, estúpido —MinHo se golpeó la frente con su mano—. Estúpido. Tonto. Tonto. Tonto. Se normal. Se normal. Se normal.

Además, ¿a qué iba el llanto? ¿A qué estaba la lástima? ¿No podía sobrellevar las cosas como un hombre de dieciocho, que debía de encerrarse en el baño a llorar?

—Estúpido- estúpido- estúpido —insistió, con golpes más fuertes—. Se normal. Se normal. Se normal.

Se podía escuchar la quinta canción. Downtown, también de Mackelmore. MinHo había hecho una coreografía preciosa para esa canción.

—¡Se normal! —gritó MinHo, con el rostro oculto entre sus rodillas—. ¡Se normal! ¡Se normal! ¡No llores! ¡Piensa! ¡Piensa! ¡Piensa! ¡Tonto!

Ahn lo dijo. Él estaba en Sevit para cumplir la cuota de discapacitado, del clínicamente tonto. Todos sacaban provecho de él porque era un ingenuo, porque no podía pensar, porque le costaba reflexionar, porque le dificultaba leer un jodido libro.

Estaba perdido en su rabia con él mismo.

—¿Por qué no puedo ser normal? ¿Por qué no puedo ser como los otros?

¿Por qué MinHo tenía que ser tan tonto?

Mientras, fuera del teatro, ChangBin sacudía la manilla para la pureta de discapacitados.

—¡Yeji! —llamó, cuando la vio pasar—. ¡Está acá!

Ella enseguida fue hacia el baño, y golpeó la puerta. —MinHo, ábreme. Déjame entrar.

—¿Qué demonios pasó? —RyuJin se acercó a ellos junto a Chaeryeong—. El profesor Kim pregunta si debe venir. Todos están preocupados- inclusive Sharon. ¿Es que en serio pasó eso?

—Le robaron las coreografías a MinHo —concordó Yeji, con lástima—. Está triste, pero no lo estará si... —Yeji sacudió la manilla, y golpeó la puerta—. ¡MinHo! ¡Ábreme!

Sin embargo, el quinto grupo terminó de presentar. Los dieciséis bailarines bajaron del escenario, lo que hizo que el pasillo se llenase de gente. Yeji, en pánico, terminó huyendo de ahí. Los otros tres suspiraron.

—Hey —RyuJin tomó del brazo a una de las bailarinas—. Habla ahora, Sounds Blue, ¿de dónde demonios sacaron la coreografía?

—¡Suéltame! —chilló ella—. El imbécil de su líder también le preguntó al nuestro. ¿Es que no conoce la creatividad?

—Escucha, tengo uñas acrílicas. Te rajaré la cara si no me dicen de dónde sacaron su baile.

Pero la chica rio de nuevo; miró a RyuJin de forma despectiva, y se largó de ahí. Antes de que RyuJin se le quisiera abalanzar, Chaeryeong la tomó del brazo.

—Hay que hacerlo con sus cosas cerca. Le robaré el celular —informó Chaeryeong—. Investigaremos esto.

—¿Y yo qué hago? —preguntó ChangBin.

—Morirte en primer lugar, o haz que MinHo salga del baño.

RyuJin y Chaeryeong desaparecieron del pasillo, dejando a ChangBin ahí, sin saber qué hacer.

—MinHo..., vamos —llamó él—. No te debes de entristecer por esto- tómalo como un halago. Ellos sabían que iban a perder. Necesitaron utilizar tus bailes para creer que ganarán.

Silencio. Ni señal de sollozo había al otro lado.

ChangBin, sin saber que hacer, se sintió aliviado de ver a JiSung ahí. JiSung siempre solucionaba las cosas.

—Te va a escuchar —ChangBin le dijo.

—Claro que me escuchará —masculló JiSung, y golpeó la puerta con fuerza—. Oye, hombre. SeungMin y HyunJin fueron a hablar con el líder del octavo grupo, y accedió a rotar con nosotros. RyuJin y Chaeryeong están intimidando a unas chicas afuera del teatro. Tienes exactamente ocho minutos para recomponerte.

—No seas tan suave —murmuró ChangBin, sarcástico.

—Entiendo que te sientas frustrado —volvió a hablar JiSung, y golpeó la puerta—. Debe ser del asco que todo tu trabajo se fue a la mierda porque te robaron. Entiendo eso, pero debes aprender a soportar la frustración que estás sintiendo ahora porque, lamentablemente, eres nuestro líder. Nosotros te seguimos y, ahora, te necesitamos bien. Te necesito bien —insistió—, porque vamos a estar perdidos sin ti. No te puedes rendir ahora, hombre. ¿Cuándo siquiera lo has hecho? ¿Y ahora por qué? ¿Porque un grupo de inseguros te robaron? ¡Eres la inspiración de todos acá, MinHo! ¡Todos están bailando lo que hiciste! ¡Así que sale de ahí para enorgullecerte de todo el trabajo que has hecho estas últimas semanas!

Aun silencio. No había movilidad en el interior. JiSung, nervioso, tragó.

—Eso fue lo que Yeji me mandó a decirte —explicó JiSung—. Mientras, yo solo digo que SeungMin sabe derrumbar puertas, y no tendré miedo en usarlo.

El sexto grupo estaba presentando, y por las reacciones que podía ver de HyunJin y Felix en los taburetes, continuaba siendo una coreografía de MinHo. Frustrado, JiSung, habló más bajo.

—Vamos, por favor —pidió JiSung—. ¿Cómo te estás sintiendo? ¿Qué es lo que pasa? Háblame...

—«Háblame». No puedo. Se me corrió el maquillaje —sonó la voz gangosa de MinHo al otro lado—. Luzco patético.

—Sigue vivo —susurró JiSung a ChangBin—. Reúne al grupo.

—¿A cuál de los dos? —preguntó ChangBin.

—A los que bailamos. Saldremos al escenario —ordenó. Cuando ChangBin se marchó, JiSung se volvió a dirigir a la puerta—. Genial. No te verás peor de lo que te ves normalmente. Ven, sale.

—«Sale». No. No puedo —dijo MinHo—. Todos van a saber que soy un tonto. Y dramático. Tonto dramático.

—Y se les borrará la idea cuando bailes-

—«Bailes». Ni siquiera es lo suficientemente bueno —insistió—. Nada es bueno. Nada es suficiente. Yo no soy suficiente. Solo oigo a Ahn diciéndome que soy un estúpido y que- y que tiene razón. Estoy acá por eso. Me aceptaron en Sevit porque tenían que cumplir cuota de discapacidad. Soy un tonto, JiSung.

—Le estás queriendo dar la razón a Ahn por las ganas, porque ahora solo estás inseguro —dijo JiSung—. Estás nervioso, estás mal. Pero una vez que salgas y bailes, vas a estar bien.

—¿Estar bien?, ¿y qué hay del después? Volveré a estar mal.

—Y te contendré —prometió JiSung—, porque estás conmigo.

JiSung escuchó un resoplido, o a lo mejor fue un sollozo. MinHo estaba totalmente apenado.

—«Estás conmigo» —repitió MinHo—. Nunca pierdes la oportunidad para ser romántico, ni cuando estoy con crisis. Ególatra.

—Ah- oye...

Pero se escuchó el lavabo del baño. Estuvo un rato sonando hasta que, cuando se cerró, fue el momento exacto en que el sexto grupo terminaba.

—¡Y se avisó un cambio de puestos! —informó el animador—. ¡Waking Up viene ahora! ¡Disfruten a los chicos con Fireball de Pitbull!

Cuando MinHo salió del baño, tenía su rostro lavado, el maquillaje salido, su cabello mojado y parte de su camiseta también. Cuando JiSung quiso apuntarlo, MinHo negó.

—No, no. Son mocos.

—Ay- MinHo...

El sexto grupo caminó hacia los asientos, desviando por completo la mirada de MinHo. Mientras, MinHo escuchaba la canción sonar con suma melancolía.

—Esta era mi favorita —lamentó MinHo, y se volvió a tapar el rostro—. ¿Por qué carajos me pasan estas cosas?

—Hasta yo me sorprendo. No eres tan genial como para que la gente te quiera destruir —bromeó JiSung.

—«Destruir». Es decir, Chan, Ahn, Hwei. Los de Sevit. ¿Por qué?

MinHo se estaba restregando mucho los ojos, por lo que JiSung le tomó una mano para apartarla. En eso, aprovechó para entrelazar sus dedos.

—Enfócate —dijo JiSung—. Llorarás después, ¿ya? Comeremos ramyeon y llorarás todo lo que quieras. Ahora, necesitamos que te ganes en el centro del escenario, por favor. Nuestro orgullo depende de ti.

—«Depende de ti» —MinHo le hizo un puchero—. Me estás tentando.

—Chistoso.

Pero MinHo se quedó ahí un momento, mientras la canción continuaba. Agarraba confianza de alguna parte, de su autoestima grotescamente destrozada. Creía que sus sentidos estaban totalmente borrados, y que todo el mundo lo debería de observar. Caer del pánico porque tenía un cartel de «tonto» arriba suyo le hacía sentir que inclusive ni siquiera era una palabra real.

Ya no se sentía real.

Cuando la canción comenzó en su último coro, MinHo suspiro y balanceó sus manos. Pero el suspiro le hizo tener una sensación de asco en su estómago, y, sin querer, de su boca salió una burbuja.

JiSung y MinHo miraron la burbuja, desconcertados.

—¿De dónde...?

—Donde- vomité un poco —contó MinHo, mientras los dos veían a la burbuja subir—. Hice gárgaras con el jabón.

JiSung, sin creer lo que le dijo, terminó por soltar una carcajada. Una tan fuerte que debió de hacer presión en las manos de ambos, y no perder el equilibrio porque MinHo también estaba riendo.

—Hay que seguir —dijo MinHo, una vez que la risa pasó. Sus ojos volvieron estar acuosos.

—O-oye, fui un poco duro, pero si no te sientes preparado-

—¿Preparado? ¡No estoy preparado! —obvió—. ¡Quiero hacerme bolita y llorar! ¡Pero alguien del Real King no llora antes del show!

—Ya lo-

—Además, solo peleo guerras que tienen probabilidad de ser ganadas —cortó MinHo—. Y aquí tenemos la victoria.

Para más ánimo, MinHo dejó otro beso en la mejilla a JiSung antes de caminar hacia el escenario.

JiSung lo siguió, torpe. Veía cómo el resto del grupo de baile se dirigía también ahí, con las luces haciendo juego en la luz y oscuridad, y el animador contando un poco del recorrido histórico del Real King.

Y al tener las manos entrelazadas, JiSung aprovechó los segundos que le quedaban para jalar a MinHo de la mano, deteniéndole el camino.

—¿Qué pasa? —preguntó MinHo—. ¿Ahora tú quieres llorar?

No, solo JiSung lo tomó de la nuca con su mano libre, y le regresó el beso que tanto MinHo le gustaba robar, solo para encajarlo en sus labios.

Fue corto, pero lo suficiente como para dejar en énfasis que era distinto. Que el estar entre los dos no eran comparable. Los dos hacían algo nuevo.

Era muy corto. Fue insuficiente. El animador terminaba de hablar del recorrido, y debían de estar ya tras bambalinas. El tiempo transcurría cuando la gente se besaba, lo que otorgaba algo más que no se tomaba en cuenta seguido, que era la esperanza.

MinHo sonrió. Se mordió el labio y, mientras jalaba a JiSung hacia el escenario, le preguntó:

—¿Eso fue real?

JiSung ni siquiera alcanzo a contestar cuando ya llegaron con el grupo.

Ahí, MinHo divisó a un nuevo Real King. Ninguno estuvo en la primera ronda. Ninguno quiso estar ahí en primer lugar. Pero ninguno lucía como si fuese capaz de dejar todo a último momento, porque MinHo se había encargado de transmitir lo que significaba para él estar ahí.

El animador presentó al grupo, y los siete subieron al escenario. MinHo podía asumir que todos tenían los ojos puestos en él, y aunque la hinchazón y dolor de cabeza a causa del llanto lo estaba sofocando, él debía de hacer un buen espectáculo.

El orgullo central se ubicó en el instante que la voz de Christina Aguilera sonó y Lia adoptó el personaje, mucho más desinhibido ante los ensayos. La necesidad de querer detener la música y felicitarla se hizo inminente, pero debía de seguir- aun cuando, siguiéndole los pasos, Yuna logró posarse como el centro de atención.

Ni siquiera le prestó atención al resto de los varones porque, en formación, iban detrás de MinHo, pero pronto lo vería en los videos. Disfrutó de la coreografía, de las sacudidas de cabello que, al estar mojado, lograba sacar gotas. No iba a dejar que los demás ganaran si es que jugaban sucio, porque MinHo era sucio.

Por lo que, durante el solo en el interludio de Redman, MinHo utilizó el espacio de JiSung para poder lucirse. «Él no lo necesita», pensó con gracia, y disfrutó de sus piruetas acostumbradas aun cuando su pie izquierdo le pedía clemencia. MinHo explotaría cada parte de su cuerpo para esa semifinal.

Para cuando terminó la canción, el público aplaudió. Grupo de hipócritas y sucios. Pero MinHo aun se consideraba mejor persona, por lo que, cuando vio a los chicos querer bajar del escenario, él los llamó para que lo acompañaran. El desconcierto de ellos se vio real, para no decir que temían de las alocadas ideas de MinHo; sin embargo, él aun era buena persona. Tonto, pero buena persona. Por lo que, tras ver al White Tiger tomados de las manos, las alzó e hizo que ellos también se inclinaran frente al público.

—¡Real King! ¡Real King! ¡Real King! —escuchó los gritos de sus amigos en el público.

Cuando bajaron del escenario, el animador informó que tendrían una batalla de baile mientras se deliberaba los grupos que pasarían a la ronda final. MinHo ni siquiera tenía ánimos para querer participar, solo estaba mareado, le dolía la cabeza, y quería caer dormido cuando la adrenalina de la presentación se fugó.

Aun continuaba con JiSung de la mano, desde que se inclinaron. JiSung parecía corroborar el estado de MinHo, y esbozó una sonrisa cuando lo soltó y le abrazó por los hombros.

—Ah- esto es bueno —comentó MinHo, mientras iba hacia los asientos—. Pero realmente querré el ramyeon.

—Claro que...

Pero, en los escalones de las butacas, RyuJin y Chaeryeong estaban paradas. Serias.

—Afuera —ordenó RyuJin—. Todos.

Fue notificación suficiente. El profesor Kim y Sharon, quienes aplaudían a la llegada de los bailarines, quedaron desconcertados. En especial cuando Chan no se movió del lado de ella.

—¿No irás? —Sharon le preguntó a Chan—. Convocaron al grupo.

—Dudo que me quieran ahí —contestó Chan, mientras pasaba la página de su libro.

—Te guste o no te guste, Bang Chan, eres parte del equipo —le dijo el profesor Kim—. Ve con ellos.

Chan solo colocó sus ojos en blanco, pero hizo caso.

El grupo completo se ganó en la recepción del Teatro, desconcertados. Para mejor escucha, hicieron un círculo que, en la incomodidad, Chaeryeong tomó la palabra. MinHo y JiSung continuaban de la mano, y tanto SeungMin como Yeji intentaban hacer caso omiso.

—Efectivamente, robaron los videos de MinHo —informó ella, para poco a poco sentir su voz temblar—. Y- y es ridículo.

—¿Qué es ridículo? —preguntó HyunJin—. Solo fueron un montón de mediocres.

—Es que, no lo robaron como tal —contó RyuJin, con Chaeryeong temblando de la ira—. Lo filtraron. Alguien se los envió.

—¿Qué?

—ChangBin —Chaeryeong pronunció su nombre con suma cólera—. ChangBin se los envió.

Ante el llamado, ChangBin quedó colgado.

—¿Qué?

MinHo sintió la palidez desde el fondo de su estómago, lento. El murmullo del grupo, igual de desconcertado, calló cuando ChangBin habló.

—No, ¿Qué me meten? Yo no hice eso —negó enseguida.

—Los videos fueron pasados a una nube, y tú eres el creador de la nube y el emisor de los correos por donde los compartiste. Tú lo hiciste. Sale tu nombre —encaró Chaeryeong, y, con fuerza, le entregó el celular a MinHo. El celular no era de Chaeryeong, pero estaba abierto las aplicaciones de correos electrónicos.

MinHo lo comprobó, e intentó indagar en los detalles de la carpeta. ChangBin lo negaba demasiado, y MinHo tenía la esperanza de que él no hubiese... No fuese...

—Mira la fecha —le indicó RyuJin a MinHo—. Fue cuando Miss Sharon dijo que el White Tiger estaría en el Dance Revolution.

—Saboteo —insistió Chaeryeong—. Fue un jodido saboteo.

—No fue un saboteo —dijo ChangBin, y miró al resto del grupo—. Yo no envié los videos. ¿Por qué lo habría hecho?

—¡Saboteo! —chilló Chaeryeong—. ¡No lo niegues! ¡No lo hagas!

—¡Chae!

—¡Nos quiso sabotear! —Chaeryeong apuntó a ChangBin, mientras veía a MinHo—. ¡Todos ellos nos quisieron sabotear!

—Ay, cálmate —le dijo Lia, con los brazos cruzados—. Que si no hubiésemos querido estar acá, ni siquiera habríamos accedido.

—¿Estás de su lado? —desafió RyuJin.

—No- yo- ugh —Lia pasó una mano por su cabello—. Solo digo- al menos yo... Yo no tengo razones para sabotear. No sé por parte de ChangBin.

—¡No! —volvió a gritar ChangBin—. ¡No fui yo! ¡Yo no los envié!

—Hombre —HyunJin le detuvo—. Está tu nombre y tu correo. Todo sale ahí.

—¡Pero no fui! ¡No tengo razones para sabotear nada de esto!

—¡¿Cómo que no?! —le discutió RyuJin, más contagiada de la rabia de Chaeryeong—. ¡Desde el inicio de este ciclo que han querido eliminar el Real King! ¡Nada les importa a ustedes! ¡Nada!

—Esto es por la misma razón que MinHo se retractó de la entrevista con Kim RyooNah —bramó Chaeryeong—. Lo amenazaron. Ustedes solo saben- solo saben... ¡Manipular! ¡Saben maltratar al resto para que les den lo que quieren!

—¡Chaeryeong, ve los hechos! —le pidió ChangBin—. ¡Yo no habría hecho eso! ¡Me conoces!

—¡Y eres una pésima persona! ¡Creí que al menos nos tenías respeto!

—ChangBin no lo hizo —defendió JeongIn—. Él no lo habría hecho. No nos vieron ensayando- no habría tenido sentido hacer todo esto si es que él quería arruinar todo.

—¿Y es para creer? —increpó Lia.

Entre el grupo comenzó a discutir. Chaeryeong lucía colérica y traicionada frente a ChangBin, y RyuJin la abrazó cuando no pudo aguantar con la pena. Lia, avergonzada, volvió a sacudir el cabello y se ganó junto a Chaeryeong para también consolarla. ChangBin, en su desespero, miró a MinHo.

—Me crees, ¿cierto? —pidió ChangBin—. Me crees que no fui yo. Carajo, MinHo, te ayudé con lo del maestro Kim. No puedes malpensar de mí.

Pero MinHo estaba confundido. Su mano ya se había soltado de la mano de JiSung hace rato, quien parecía no querer agregar algo más a la conversación.

—Van a decir a los finalistas en cualquier momento —dijo JeongIn, quien estaba perdido en toda la discusión y jugaba con la cruz de su rosario—, es mejor-

—Complot.

El grupo calló cuando Yeji habló. Por supuesto, porque la chica más apartada, silenciosa y ajena del grupo estaba volviendo a tener una idea en la cabeza. Los ojos de Yeji estaban colocados en JiSung.

—¿Complot? —preguntó MinHo, hablando por primera vez. El teléfono de la chica ya se había apagado—. ¿Con qué?

—Fue un complot —repitió Yeji, y miró a JiSung—. Por eso lo hiciste, ¿cierto?

JiSung abrió su boca, impactado. Antes de poder decir algo, SeungMin interrumpió.

—Elabora —pidió él—. ¿Qué complot? ¿De qué hablas? ChangBin dice que no envió los videos. ¿Tan difícil es creerle? ¿Ahora buscas más culpables?

Error. SeungMin no debió de haber abierto la boca. Yeji cayó en cuenta en su malpensar sobre toda la situación.

—¿Complot de qué? —ChangBin miró a Yeji—. ¿Qué? Yo no he hecho ningún complot. El White Tiger no tiene complots.

—¿Cómo no? Si están todos metidos en uno.

No fue Yeji quien habló, pero Chan tomó la palabra. El disfrute del caos parecía alentarlo, aunque no lucía del todo contento.

—No estoy en ninguno —dijo Yuna enseguida. Al sentir la soledad de su lado, fue hacia el otro lado de MinHo—. No he hecho nada.

—Todos lo hicieron. No olvidemos nuestras raíces —burló Chan—. Abdujimos al Real King para el burdo grupo de animadores, cosa que era lo que el White Tiger necesitaba para poder tener una mejor malla curricular.

—Oye, no nos metas en el mismo saco —detuvo JiSung—. Eso era tú fin. Todos nosotros fuimos el arrastre tuyo.

—Porque estaban tan contentos de tener un club de animadores, que ustedes saltaron de alegría cuando supieron que tenían que participar en esta basura —apuntó—. Cada uno se quiso salvar por su propio lado. Quería detener esta competencia.

—¡¿De qué hablas?! —le gritó ChangBin—. ¡En serio yo no envié los videos!

—¿Es tan virtuosa tu verdad? Porque ahí tienes la evidencia —Chan apuntó al teléfono que MinHo sostenía—. Está tu nombre ahí, tu correo, tus datos. Por eso delataron a MinHo con Ahn para que no diera la entrevista con Kim RyooNah. Preferían tenerlo expulsado.

El grupo calló de nuevo, con todos sus ojos puestos en alguien. Yuna sintió el brazo de MinHo tensarse bajo su agarre, junto con su pesada respiración.

—«Tenerlo expulsado» —repitió MinHo, lento—. Pero si fuiste tú quien me delató.

—No —Chan frunció el ceño, divertido—. Yo no te delaté.

—«Delaté». ¡Tú lo hiciste! ¡Si contaba la verdad con TvN, tú habrías salido malparado!

—No era el único, MinHo. Conoces tantas verdades por haber ingresado al grupo de animadores que sabes a quién habría afectado si es que todo salía a la luz.

—Cállate —interrumpió SeungMin a Chan—. Puto sociópata- no sabes de lo que estás hablando. Estás mezclando cosas.

—¿Entonces es así, SeungMin? ¿Tú delataste a MinHo?

—Sí, yo lo hice. Tenía tanto por perder que no quería a MinHo acá. No quería que él hiciera la entrevista.

El grupo jadeó. ChangBin, nervioso, apuntó a SeungMin.

—E-entonces, tú enviaste los videos-

—Ah, no seas imbécil. No hice tal cosa.

—¿Cómo pudiste? —HyunJin lo increpó—. ¿Por qué? ¿Qué tanto tenías que ocultar?

—Yo-

Sin embargo, JiSung dio un paso hacia adelante. MinHo esperó a que JiSung tuviera la calma para poder mediar la situación, porque eso era él- alguien tranquilo, inteligente, capaz de llevar a todo a una solución eficiente.

Chan lanzó una risa.

—¡Fue JiSung! —adivinó—. ¡JiSung delató a MinHo! ¡Quería expulsarlo!

Okey, eso era irrisorio. Incluso MinHo soltó una risa de la ridícula idea.

No obstante, MinHo últimamente veía cosas que no debía de ver. Las presentaciones con sus coreografías; a Yeji sonrojarse por Bang Chan; los labios de JiSung; sus inseguridades y pesares. Muchas cosas que veía de forma accidental y que, ahora, lo hizo cuando hizo contacto visual con Felix.

Él, apenado, asintió.

—JiSung delató a MinHo porque habrían expuesto a SeungMin —elaboró Chan.

—«A SeungMin». Christopher —MinHo le llamó, mientras miraba a Felix de reojo—. Deja de hablar estupideces. Tú me delataste.

—¿Por qué? Digo- tenía todas las de perder, no lo niego, pero desde Boryeon que no hemos hablado, MinHo, y desde ahí que me intoxico con venlafaxina. Aunque hubiese querido hacerlo, no estoy en mis facultades para notar que me habrías hecho mierda- y créeme que, si me hubiese dado cuenta, yo mismo te hubiese llevado con Ahn para que te expulsara en ese mismo instante —decretó, con cada palabra expresada con más rabia—. Pero no lo hice, ¿y sabes por qué? Porque soy el segundo lugar. No planeo como el primer lugar para que las cosas resulten a mi favor.

—Debió de tener una buena razón —interrumpió Felix, dirigido a MinHo—. No creas que-

—¿SeungMin no te parece una buena razón? —cortó Lia, y se dirigió a JiSung y SeungMin—. Ustedes dos siempre estaban en su mundo. Yo creí que era amiga de ustedes, pero me dejaban de lado. Solo son leales al otro.

—Así no fueron las cosas —inició SeungMin.

—«Las cosas» pero fueron —dijo MinHo, sin apartar sus ojos de Felix—. Fueron así las cosas, ¿no, Felix? ¿Por eso JiSung me delató? ¿Por SeungMin?

—No —negó Felix—. No te delató por él- carajo, creo que ni siquiera se les ocurrió. JiSung, dile.

A medida que pasaban los segundos, todo se ponía peor. La sensación del baño volvió a acompañarle, y la necesidad de sentarse porque su única alimentación fue una caja de leche le estaba haciendo efecto.

Por lo que, MinHo le tomó del brazo para verlo a la cara.

—¿Me delataste para proteger a SeungMin? —preguntó MinHo. Nadie del grupo hablaba.

JiSung, apenado, sonrió. —Él es mi mejor amigo.

—«Mejor amigo...»

—¡JiSung! —le llamó Felix, desesperado.

Pero los oídos de MinHo estaban tapados. Oh, el malestar estaba regresando. El sabor a jabón de las gárgaras que hizo le iba a quemar el esófago.

—Y tú enviaste los videos —MinHo le dijo a ChangBin.

—No, no lo hice —insistió él una vez más—. ¡En serio no!

—«En serio no». Era complot —concluyó MinHo, y miró al Real King—. Yo- yo lo siento, chicos. Perdón. Tuve que haber... haber previsto...

Estaba confundido, tanto que debió de rascarse la cabeza. Mientras el grupo se volvía a disponer en una nueva discusión, Felix continuaba insistiendo con JiSung, solo para ser callado por SeungMin.

—Él tiene sus razones —dijo SeungMin a Felix—. Él quiso protegerme.

—¡Pero!

—¡¿Y a costa de la estadía de MinHo?! —encaró HyunJin, furioso—. ¡Realmente pudieron expulsarlo! ¡Con lo loca que está Ahn!

—Ahn genuinamente odia a MinHo —Yuna le dijo a JiSung, frente a MinHo—. Lo vi, JiSung. Lo odia demasiado. Quiso expulsarlo si es que repetía algo.

—Lo sé —dijo JiSung—. Lo sé y, yo lo siento-

—«Lo siento» —interrumpió MinHo. Finalmente, encaró a JiSung—. ¿Lo sientes? ¿De verdad? Tú- tú querías proteger a SeungMin, ¿no? Tu no lamentarías algo por él.

JiSung asintió. —Ajá.

—Ajá —una vez más, MinHo se rascó la cabeza—, y era- ¿todo era necesario? ¿Me querías tener bajo tu vista? ¿Me fuiste a buscar a la oficina de Ahn, ese día, solo para saber si es que me expulsaron?

—No quería que te expulsaran —aclaró JiSung—. Pero sí debías tener un balde de agua fría. Tu idea era muy descabellada, y ahí sí que te habrían expulsado.

—«Expulsado». Y se habría sabido todo —siguió MinHo—. Todo. Todo lo sucio de este grupo se habría sabido porque yo lo habría dicho a nivel nació- ¡Mierda!

El grito fue esporádico, tanto que Yuna lo soltó del susto. SeungMin quiso intervenir, pero JiSung se negó.

—Te lo he dicho todas las veces- eres muy sentimental y llevado a tus ideas —insistió JiSung—. Tú no piensas en el resto cuando quieres hacer algo.

—«Hacer algo». Estaba pensando en el profesor Kim.

—¿Y crees que el profesor Kim es más importante, que quisiste pasar por el resto? Teníamos un acuerdo- un pacto. Todos nosotros lo hicimos y tú no lo respetaste. Nos faltaste el respeto a todos en el instante que quisiste contar toda la verdad.

—«Toda la verdad» era lo correcto.

—¡Pero no era lo más inteligente, MinHo! ¡Enfrenta la realidad! ¡Tú no puedes hacer esas cosas!

—¡«Esas cosas»! ¡¿Por qué?! ¡¿Porque soy tonto?!

—¡No! ¡Es porque tú simplemente no tienes la capacidad para entenderlo!

—¡«Para entender» lo que sea que hayas querido hacer! ¡Todo lo que hiciste! —gritó MinHo—. ¡¿Cómo puedo entenderlo si hiciste tantas cosas?! ¡Me hiciste tantas cosas! ¡Creí que éramos amigos!

—Ay, por favor, MinHo, ¡a estas alturas ya no somos amigos!

—¡«No somos amigos»! ¡¿Y qué somos entonces?! ¡¿Pareja?! —espetó MinHo.

Ni siquiera JiSung esperaba esa réplica, quien era lo suficientemente metódico como para conocer las futuras respuestas.

—MinHo —Felix habló—. JiSung no te delató con Ahn por SeungMin, fue porque le gustas.

Varias respuestas se escucharon de forma sincrónica, tanto como el silencio de SeungMin, los «ay no» de las chicas, el jadeo de sorpresa y el suave «lo sabía» de Yeji.

Más MinHo no apartó la mirada de JiSung. Aunque el otro estuviese sonrojándose de a poco, con sus ojos redondos y brillantes, tan presentes den MinHo, que le hizo creer que nada de lo que pasaron había sido verídico si es que JiSung no confesaba verdad alguna.

—«Le gustas» —MinHo no apartó la mirada de JiSung—. ¿Y le mientes a Felix, también? ¿Le mientes con esas cosas?

—¡No, MinHo-

—No es del todo mentira —aclaró JiSung—. Esto no es mentira.

—«No es mentira», ¿qué cosa? ¿Dónde está tu mentira y tu verdad? JiSung, pensé que eras honesto.

—Lo soy-

—«Lo soy» No lo eres. Me mentiste. Culpaste a Chan porque se te era más fácil de tener una coartada, pero me mentiste. Me querías expulsado.

—¡¿Cómo iba a querer eso?! —espetó JiSung—. ¡¿No escuchaste lo que dijo Felix?!

—«Lo que dijo Felix». ¡¿Y cómo voy a saber que es verdad?! ¡Me mentiste! ¡Me mintieron! —insistió MinHo, llevando su mirada con SeungMin y ChangBin—. ¡No sé por qué siguen con esto, sinceramente! ¡Este grupo se sembró en complicidad porque la situación era difícil para todos! ¡Debíamos de ser sinceros!

—¡Yo no envié los videos! —insistió ChangBin una vez más, cansado.

—Ninguno quería presentarse hoy, e hicieron todo lo posible para evitarlo —Finalmente, MinHo miró a JiSung—. Hiciste lo posible para hacerte más fácil, JiSung, pero te lo he repetido varias veces. Lamento que te sientas así por mí, y lamento no poder sentir lo mismo por ti. Eres igual de basura que Christopher, y aunque hayas querido hacer algo por tu amigo, no quita el hecho de que me usaste sin necesidad. El maltrato de Ahn fue suficiente para quedarme callado- del carajo, no tenías por qué jugar conmigo.

JiSung tragó antes de contestar, tembloroso.

—Yo no soy como Chan-

—Ay, por favor —Chan interrumpió—. Usaste al eslabón más débil. ¿O me vas a negar que fue fácil mentirle?

—Cállate —insistió JiSung—. ¡Cállate! ¡Yo no soy igual a ti!

—¿Cómo no? —le dijo MinHo—. ¿Cómo no lo vas a ser? Si hiciste lo mismo que él: cuidarse la espalda.

JiSung, ya incapacitado de poder mantener la paciencia, tomó a MinHo de la muñeca.

—Hablemos a solas-

—«A solas» No —MinHo se zafó enseguida—. No quiero hablar contigo- no quiero- ¡No quiero! —le gritó—. Déjame en paz. Déjame tranquilo. Yo no he hecho nada-

—Ibas a delatar.

—«Delatar», ¡pero no lo hice! ¡Nunca delaté! ¡Y fue porque, después, estuve todo el tiempo contigo!

JiSung lo quiso volver a agarrar, pero MinHo alzó sus manos.

—No me toques —ordenó—. No me vuelvas a tocar. Eres... eres igual al resto. Traidor.

Y, antes de que JiSung pudiese replicar o la pelea pudiese extenderse, Sharon salió del Teatro y, tras encontrarlos, les gritó:

—¡Polluelos míos! ¡¿Por qué no están adentro?! ¡El Real King pasó a la final!

(=˘ ³( ,,><,,) ~

[1] re creo que nunca había escrito a adolescentes enamorados tan adolescentes enamorados como este minsung. Tuve hasta flashbacks de vietnam mientras escribía.

E igual, I bring the drama ma ma ma dijeron las aespa. Bienvenidos al angst con slow burn. ¡Gracias por leer, les amo! Y lamento la extensión del cap, jeje.

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