Hombres de acción
Capítulo 9
Hombres de acción
—¿Qué miras?
SeungMin se acercó a JiSung, notando que llevaba demasiado tiempo pegado en el refrigerador de la tienda de la escuela.
Porque estaba ahí, la caja de leche de fresas. JiSung nunca la había probado, en especial porque él despreciaba todo aquel sabor artificial que no fuera el chocolate. No obstante, había visto a MinHo y a Hwang Yeji beberlas en dúo y constante. ¿Tan sabrosa era?
No lo pensó cuando fue empujado a un lado.
—Muévete, que la carne de burro no es transparente.
MinHo abrió la puerta del refrigerador y sacó dos cajas de leches. En la entrada de la tienda, la clase 3-A aprovechaba en el receso previo a la clase de matemáticas con el profesor Kim para comer algo, por lo que también estaba Hwang Yeji en la entrada, tímida, con sus ojos fijos en incomodidad hacia SeungMin.
—¿No te educaron en la selva? —increpó JiSung a MinHo.
MinHo solo le alzó el dedo del medio y pagó las dos cajas junto con un chicle. JiSung, aprovechando la cercanía, fue hacia él.
—Oye, y respecto a lo que te propuse-
—Uy, las moscas hablan. Quién lo diría —murmuró MinHo, mientras sacaba su tarjeta estudiantil para pagar.
—Te hablo en serio —JiSung le tomó de la muñeca—. Podrías dejar de verte el ombligo un instante y hacer esto. A todos le beneficia —susurró.
MinHo sostuvo su mirada en la mano de JiSung alrededor de la de él, sobre la caja. Inclusive el cajero esperó el siguiente movimiento ante la incómoda interacción.
Así que, JiSung, en su peor orgullo y arma letal, terminó por decir algo que nunca quiso pronunciar:
—¿Por favor, MinHo?
Inclusive MinHo se vio sorprendido. El cajero no dijo nada. SeungMin abrió su boca de golpe y Hwang Yeji solo soltó un jadeo. JiSung pudo jurar que el local se silenció por completo, igualmente sorprendido porque- por favor, ya era novedad ver al primer lugar hablarle al puesto ciento noventa y nueve, pero, ¿pedirle de «por favor»? ¿Es que era el mundo al revés?
El primer lugar era el rogado, no quien rogaba.
Por lo que, con cuidado, MinHo alzó su mano. JiSung aun no le soltaba, en especial por la cercanía del cuerpo de ambos. JiSung esperó a que hiciera el siguiente movimiento; la conmoción del favor y de sus sentimientos puestos en la mesa para ser comprendido. Algo.
No que MinHo le mascara la muñeca.
—¡Hijo de puta!
—«¡Hijo de puta!» —repitió MinHo, y se rascó un canino con simpatía—. Yo que tú me vacuno. Te pude haber pegado la rabia.
Se fue a la entrada del local, donde Yeji le esperó totalmente sorprendida. JiSung se sobó su muñeca y miró a SeungMin, ofendido. SeungMin ni siquiera sabía qué decirle cuando, antes de que MinHo saliera de ahí, su hombro chocó con el de Bang Chan.
—Fíjate —le dijo MinHo.
—Disculpa —moduló Chan, lento—. Me ocupas el espacio.
JiSung y SeungMin compartieron una mirada, jocosa.
«Insulta como niño», le dijo SeungMin.
«Los dos son graciosos hasta cierto punto», concordó JiSung.
Hasta que la caja de leches de fresa voló por el local hasta la cabeza de Chan.
JiSung esperó que la pelea se asomara, porque el cajero graznó otro grito y ChangBin, que acompañaba a Chan, soltó un insulto. No obstante, la valentía de MinHo solo duró un segundo antes de salir corriendo junto a Yeji hacia el aula.
Todo era ridículo. ¿Cómo se cazaba a alguien tan intrépido como MinHo?
La pregunta era casi existencialista, parte de la mente de JiSung a la hora de regresar al aula de clases y comenzar con matemáticas. El profesor Kim, por supuesto, aceptó los regalos de estudiantes a cambio de bonificaciones, y comenzó con la explicación. Sin embargo, la mente de JiSung no podía estar más alejada.
Varias cosas eran de lo que JiSung debía pensar si es que quería que el plan fuera perfecto.
Primero, debía de sembrar un espacio cómodo para que la charla fuera normal, ergo, sin ataques de por medio. Aquel pensamiento lo relacionó en su situación en el salón 3-A, durante la clase de matemáticas con el profesor Kim, mientras, sin molestarse en tomar apuntes, notaba cómo dos asientos adelante y uno al lado, Lee MinHo intentaba calcular con sus dedos la respuesta.
Segundo, algo que hiciera él debía de ser cómodo para el Real King. Claro. No solo debía de velar por su propia seguridad o la manera más eficiente de actuar, porque si no lograba trabajar con el Real King, entonces no podía llevar su tercer parte del plan:
Traer a MinHo al equipo de animadores.
¿Alguna vez conoció a una persona tan enferma de terca como lo era él? JiSung creía que no. Él mismo contaba como alguien terco, y tal vez SeungMin diera algún tipo de nivel exagerado. No obstante, Lee MinHo estaba a niveles impresionantes de lo cerrado de mente; no acataba a nada que no fuera vinculado con sus beneficios- claro, él era un borrego, y uno muy amable si es que se le daba la gana, pero, ¿con alguien como JiSung?
Si fuera por MinHo, JiSung habría sido enterrado vivo el día en que le ganó en ese torneo de ajedrez, en primer año.
El problema de los rencores era de que no entregaba oportunidad para crecer, y JiSung también pecaba en eso. Con su vista fija en MinHo, se preguntó cuándo fue otra vez en la que le prestó atención sin contar en las clases. Eran compañeros de aula desde primer año, pero nunca tuvieron la necesidad de hablarse; recién cuando los horarios del Real King y el White Tiger se toparon durante ese ciclo que pareció necesario una mediación.
Pero MinHo nunca le dirigió la palabra. Él tampoco tuvo el interés.
Entonces, ¿cómo haría JiSung para atraerlo?
MinHo era malo para las matemáticas- es decir, contaba con sus dedos lo que el profesor Kim anotaba- y era la jodida álgebra. ¿Cómo contabas álgebra con los dedos? Además, MinHo tampoco tenía mucho fuerte en otras clases; hablaba mucho en Historia de Corea y en Ética, aunque el profesor le castigara por sus opiniones o entrar en discusiones con otros alumnos de forma precipitada. Le gustaba bailar, obvio, pero JiSung no podía atraerlo con algo tan banal como era eso.
Así que, ¿cuál era la debilidad de MinHo?
«Ups, creo que lo miré muy fuerte», notó JiSung, una vez que MinHo se giró sobre su hombro para hacer contacto visual.
No desvió la mirada. No. Aquel contacto era un medio- un juego, algo precipitante en las decisiones del mismo JiSung. Si él desviaba la mirada, MinHo ganaría y no ingresaría al club de animadores.
Por lo que, juguetón, hizo con su diestra la forma de una pistola para dispararle.
MinHo le frunció el ceño. «¿Y este imbécil?» pudo notar en la expresión, y le alzó el dedo del medio.
—Profesor —ChangBin alzó su mano, luego de que el profesor Kim terminase de anotar los ejercicios en la pizarra—. Como grupo curso, queríamos solicitar la posibilidad de que el siguiente bloque de hora pudiese ser utilizado como hora protegida y estudiar para los examenes de medio término.
—¿Hora protegida? —el profesor Kim se vio ofendido—. Tenía una actividad muy buena respecto al plano cartesiano y...
—Lo sabemos —interrumpió ChangBin y, a su lado, Lia sacó un café frapuccino de caramelo traído directamente del Starbucks—, por eso, como ofrenda, todos colaboramos para darle esto.
Sevit estaba llena de corrupción, y los adultos eran una mierda. Sin embargo, JiSung sí encontraba agradable al profesor Kim y sus pequeños juegos de hacer favores a cambio de cafés, por lo que, cuando ChangBin propuso en el curso comprarle uno al profesor para tener la hora protegida, también colaboró.
El profesor Kim tomó con cautela el café y le dio un sorbo. Sus hombros bailaron de felicidad.
—Son prospectores —halagó el profesor Kim—. Sin embargo, aun hay cosas que debemos de revisar- más allá de las matemáticas, tenemos que contar los puntos de demérito a cada uno. —Se escuchó una queja colectiva—. Que sí, que sí, a mi tampoco me gusta hacerlo- pero si dejaran de meterse en problemas, no tendríamos que hacer esto.
—¿Y después tenemos nuestra hora protegida? —preguntó ChangBin, sonriente.
—Claro. —Junto al grito de felicidad, el profesor Kim dejó sobre su mesa el café para sacar su libreta—. Bien, contaremos los puntos de deméritos de cada uno y los castigos a ver. Hwang HyunJin- vaya, comenzamos fuerte, quince puntos de demérito por el pelo tintado, lo que da cómo castigo la limpieza del gimnasio.
—Son quince puntos de base. Ya no es entretenido —se quejó HyunJin.
—Y como Hwang HyunJin está acá, también la señorita Shin RyuJin, con doce puntos de deméritos a raíz de un castigo no autorizado y... y conducta inmoral en los camerinos de mujeres durante la clase de educación física —leyó lo último con detención, y miró a RyuJin—. ¿Qué demonios hiciste?
—¡Nada! —exclamó ella, ofendida—. Yo estaba recibiendo una declaración de amor por parte de una chica de segundo y el profesor Hwei nos atrapó.
—¿Y la declaración estaba siendo de rodillas o...? —jugueteó HyunJin, alzándole las cejas sugestivamente.
RyuJin le lanzó su estuche a la cabeza.
—Tendrás que hacer trabajo comunitario en el casino. Sigamos, RaeYah tiene once puntos por acoso constante, lo que le hace un trabajo comunitario en la limpieza de baños. JongHo, ocho puntos de demérito por no traer material de estudio, lo que da tres días de limpieza de este aula. Ah- SeungMin, la profesora de Arte dijo que te pusiste un poco alterado durante su clase- te dio cinco puntos de deméritos, pero quiere que arregles las esculturas que rompiste.
—Me parece justo —concordó SeungMin, mientras estiraba las mangas de su chaqueta de béisbol.
—Y todos, por favor —el profesor Kim cerró su libreta de forma abrupta—, quiero que le demos un caluroso aplauso a Lee MinHo que, en la historia de Sevit, ha sido el chico que más puntos de demérito ha tenido en las primeras seis semanas del ciclo escolar, con un total de ciento nueve.
MinHo se levantó, orgulloso, y se inclinó ante los aplausos que los chicos del 3-A junto con el profesor le daban.
—No habría hecho esto sin ustedes, en serio —dijo MinHo—. Me arruinaron la vida. Chúpenlo ustedes, también —alzó sus dedos del medio a RaeYah y Dam.
—Okey, con eso dan... ciento once puntos —agregó el profesor Kim—, y son todos los castigos mencionados anteriormente, más el jardín, la planta de reciclaje, la recolección de material deportivo después de los clubes, y disfrazarte de la mascota de la escuela para una feria escolar para alumnos de la escuela media.
—Me parece justo.
Sin embargo, por más que JiSung no pudiese sentir otra cosa más que vergüenza ajena hacia MinHo por ese instante, tuvo el plan perfecto para poder acercarse a él.
JiSung alzó su mano, seguro.
—¿Qué sucede, Han?
—¿Cuántos puntos de demérito tengo yo? —consultó.
—¿Hm? —El profesor Kim revisó, igual de extrañado que el resto de los alumnos—. Tres puntos- no te da ni para un castigo eso.
JiSung se levantó y comenzó:
—No traje mi libro para la clase de física, pero me lo dejaron pasar por ser el primer lugar —informó—. También, estoy usando brazaletes —mostró sus muñecas—. No estoy con corbata —acusó a la par que, por alguna razón, se sacaba la prenda del cuello—, y estoy.... Estoy con mi celular durante la clase —lo sacó de su bolsillo y comenzó a teclear—, además de estar enviando mensajes de texto. En suma de esto, debo de llevar cerca de veinte puntos de demérito.
El profesor Kim abrió la boca. —JiSung-
—Además —JiSung se revisó sus bolsillos y, tras encontrarlo, dejó el envoltorio de una barra de proteínas sobre su pupitre—, robé esta barra de la cafetería y me di a la fuga. Lo que ambos suman diecisiete puntos- teniendo ahora treinta y siete.
—¿No soportas el hecho de que MinHo sea primer lugar en algo? —le cuestionó HyunJin.
—¿Qué demonios haces? —SeungMin siseó a su lado, desconcertado.
El profesor Kim tuvo que pestañear para salir del raro trance que estuvo metido, y comenzó a hacer cálculos en su libreta.
—Bueno... sí —concordó él—, supongo que tendrás que... eh- dar una carta de disculpas a la institución y- ¿hm? Limpiar la cafetería.
Sin embargo, JiSung sonrió. Tan divertido que incluso MinHo se le quedó mirando. «¿Qué haces?», le preguntaba también su mirada, antes de que JiSung tomara la punta de su pupitre y diera vuelta la mesa.
El estruendo hizo a todos saltar, inclusive al profesor.
—Estás mal de la cabeza —susurró Lia.
—Irrupción al orden público —continuó JiSung—. Quince puntos más.
JiSung tendría ese castigo con MinHo.
(=˘ ³( ,,>ᴗ<,,) ~♡
Era notorio que MinHo no se encontraba agraciado de tener a JiSung ahí, pero mucho no podía hacer si es que tendría que estar pegado a su cadera las siguientes dos horas en la planta de reciclaje de la escuela.
Una lástima, la verdad, porque una de las cosas que a mejor se le daba a MinHo era la planta de reciclaje.
—Oh, my, my, my —canturreó MinHo tras abrir el pesado portón—. Tenemos carga fácil, primer lugar.
JiSung ni siquiera hacía sutil su rostro de horror hacia el gran conteiner de cajas de leches. MinHo tomó una pequeña escalera y una pala, se subió hasta quedar a la orilla del conteiner para, con la pala, comenzar a sacar las cajas de ahí. La mitad le pegó a JiSung en la cabeza.
—¿Qué es todo esto? —preguntó JiSung.
—«¿Qué es todo esto?», el castigo, primer lugar —MinHo se bajó y lanzó la pala a un lado—. Tienes que pisar las cajas para que se lo lleve el camión de reciclajes de cartón. Así, es más fácil tramitarlas.
JiSung vio las cajas a sus pies. Eran demasiado, y en el conteiner deberían de haber mil más. MinHo bajó con cuidado de la escalera, se cruzó de brazos y se apoyó en el conteiner.
—¿Y bien? —preguntó—. ¿Comenzarás?
—¿Perdón? —JiSung le miró—. ¿Comenzar qué?
—«¿Comenzar qué?» A pisarlos, como no.
—Ja... —JiSung movió una de las cajas con los pies—. No. Lo siento. Yo no hago esto.
—«No hago esto». Bueno, fuiste tú el que se buscó el castigo. Yo no puedo pisar porque tengo mi pie malo —MinHo estiró su pierna izquierda.
—Te voy a convencer a unirte al equipo de animadores.
MinHo quedó colgado un instante, hasta que una sonrisa se esbozó en sus labios y, burlesco, lanzó una carcajada.
—¡Unir al equipo de animadores! —exclamó MinHo, histérico—. ¡Claro! ¡Seguro! ¡Ahora te hago un voltereta! ¡Ja!
JiSung frunció sus labios, desagradado. —Te soy serio.
—Te soy serio —repitió MinHo, mientras apagaba su risa—. No me uniré. No tengo intenciones. Si quieres hacerle porras a Christopher, ve tú. Yo no me venderé de esa forma.
¿Cómo se podría trabajar con alguien tan soez y desinteresado como lo era MinHo? Él no parecía tener real interés, junto con la terqueza tan dura que irritaba a JiSung. Ya cumplió la primera parte de su plan, que es estar en un contexto con él. Ahora, el siguiente punto...
JiSung sacó su celular.
—En menos de una hora te convenceré de que te unas al equipo de porristas —dijo JiSung.
—Ja —MinHo no cambió su posición—. En menos de una hora. En menos de una hora. No.
—¿No?
—No. Comienza a pisar, primer lugar.
—Entonces... —Si de la terqueza era un juego, debía de trabajar con sus reglas—. Si yo piso más cajas, te unes. Si tú pisas más cajas, entonces no te molestaré más con el club de animadores. Así de fácil.
MinHo alzó una ceja, cauteloso. —¿Oh? ¿Así de fácil?
—Así de fácil —accedió JiSung.
Pareció complacido. MinHo fue hacia su mochila y sacó una caja de algún medicamento pareciera, horrorizando a JiSung en el instante en que se sacó la zapatilla y calceta izquierda.
«¡¿Se pinta las uñas de los pies?!», se preguntó JiSung, horrorizado.
De la caja medicinal sacó varias tiras y las enrolló alrededor del tobillo. No se veía inflamado.
—¿Y eso? —preguntó.
—«¿Y eso?», lidocaína local —explicó MinHo, y se volvió a colocar su calceta y zapatilla—. Pues, comencemos- imbécil.
JiSung no supo cómo hacerlo, hasta que vio a MinHo tomar diversas cajas de leche, colocarlas en una hilera de diez, y empezar a pisar con fuerza. Llegó hasta el sexto cuando JiSung lo vio fruncir el labio de dolor, pero continuó.
Torpe, JiSung quiso seguirle. Ordenó las cajas- también diez para empezar, y comenzó a pisarlas; no obstante, no podía ir al ritmo de MinHo, tropezando de lado y fallando en el aplastar las cajas.
«Vamos, esto no puede ser tan difícil —se dijo JiSung, sin querer que la vergüenza se lo comiera—. Aprobaste educación física y música».
—Eres muy malo —le dijo MinHo—. ¿No tienes ritmo?
—Yo no tengo ritmo.
—Yo no tengo ritmo~ —cantó. MinHo soltó un suspiro y revolvió su cabello—. Tomaremos toda la noche si seguimos con tu lentitud.
—¿No te beneficia? —le preguntó JiSung, frustrado—. Pisarás más cajas que yo.
—«Más cajas que yo». ¿Crees que soy lo suficientemente ingenuo como para creer que me dejarás tranquilo? —MinHo bufó, y se apartó de sus propias cajas para ir hacia JiSung. Él detuvo sus movimientos, en especial cuando MinHo se agachó.
—¿Qué haces?
—¿Qué hago? Proponerte matrimonio. ¿Asististe a la clase de Primeros Auxilios en segundo? —JiSung asintió—. Así que, te enseñaron que Stayn' Alive de los Bee Gees sirve para hacer RCP.
—Falacia argumentativa, pero sí.
—«Pero sí, pero sí». Hay más canciones que sirven para hacer RCP así que, esto haremos: yo cantaré, te colocaré dos cajas por delante y tú, al ritmo, pisarás como una marcha. Adelante. Adelante. Atrás. Atrás. Al ritmo de la canción que cante. Capisce?
JiSung lo miró con cautela. ¿Acaso MinHo creía que él era uno de los tipos del Real King, que podía solucionar todo con baile?
Y, al ritmo, MinHo comenzó a aplaudir.
—Baby shark, doo-doo, doo-doo, doo-doo —cantó—. Baby shark, doo-doo, doo-doo, doo-doo - Baby shark, doo-doo, doo-doo, doo-doo – Vamos, muévete.
—¿Con Baby Shark? —rectificó JiSung.
MinHo hizo un movimiento exasperado con sus manos, y comenzó de nuevo:
—Baby shark, doo-doo, doo-doo, doo-doo - Baby shark, doo-doo, doo-doo, doo-doo - Baby shark, doo-doo, doo-doo, doo-doo – Baby shark...
JiSung colocó sus ojos en blanco, pero decidió hacer caso de MinHo. Comenzó a pisar ante cada ritmo de palmada que MinHo daba junto con la canción, y notó cómo los cartones eran aplastados al compás.
Y estuvieron así por un rato, concentrados ambos en cantar y marcar el ritmo al tiempo en que MinHo reemplazaba las cajas aplastadas por unas nuevas.
—¿Qué otras canciones más sirven?
—«¿Qué otras más?», creo que hay una lista en Spotify completa.
Fue así como, por la concentración, el tiempo pasó más rápido que la hora fue olvidada, tal como la apuesta, y las montañas de cajas de leche eran aplastadas y reemplazadas por nuevas.
—No puedo casi respirar.
—Solo pido despedirme.
—En deporte siempre fui una decepción —cantaron los dos al ritmo.
—Del miedo los va a matar.
—Que no vaya a descubrirme.
—Ojalá supiera yo de natación...
—Hombre ser – debemos ser cual veloz torrente – hombre ser – y con la fuerza de un gran tifón – hombre ser -violentos como un fuego ardiente – cumpliendo muy misteriosos la misión~ —cantaron los dos al ritmo de MinHo y a las pisadas de JiSung—. ¡Sí!
De la emoción que se olvidaron de la enemistad, y las manos de ambos se congelaron en el aire antes de palmearla. MinHo, nervioso, se rascó su cabeza enseguida.
—¿Ves que era fácil? —encaró MinHo a JiSung, y se levantó del suelo. Adolorido, se sobó su tobillo—. Si seguimos así, terminaremos antes de la jornada de mañana.
—¿A-Antes de la jornada? —JiSung balbuceó, incrédulo—. ¿Dices que...?
—¡Ja! ¡Sí lo digo, digo! —MinHo le sonrió—. ¿No que te querías meter en un castigo, primer lugar? Bienvenido a la tierra de los desordenados.
JiSung ni siquiera pudo replicar una ofensa, porque aquello era tan ridículo que solo pudo corresponder a la sonrisa.
Sin embargo, la mirada de MinHo se perdió fuera del centro de reciclaje. JiSung se giró para ver también, y divisó a HyunJin en el patio con su equipaje.
—¡¿HyunJin?! —le llamó MinHo, y trotó hacia él. JiSung vaciló un instante antes de seguirle—. ¡¿Dónde vas, hombre?!
HyunJin, asustado, se detuvo. Se sacó sus cascos auriculares y, nervioso, miró sus cosas.
—Ah- eh... —balbuceó— nada. Solo- uhm, los puntos de demérito me dieron de castigo una suspensión rápida en el dormitorio...
MinHo boqueó, asombrado. —¿Suspensión rápida en el dormitorio? ¿Suspensión? ¡Nunca te han dado suspensión por los puntos de demérito.
—¡Lo sé! —HyunJin lucía igualmente consternado, que ni siquiera le dio cavidad a que JiSung estuviese ahí—. Pero... pero el profesor Hwei me dijo que eran órdenes de dirección. Y está bien, ya lo hablaron con mis padres y dijeron que no les cobrarían por la suspensión-
—«¡¿No les cobrarían por la suspensión?!» ¡¿Y les debían de cobrar?! —MinHo se vio horrorizado, y tomó uno de los bolsos de HyunJin—. Ah- no, iremos con Ahn. Vamos. Vamos a hablar.
—MinHo... —HyunJin le quitó con suavidad su bolso, y lo reacomodó en su hombro—. Ya es tarde, no quiero causar más impertinencias.
—¡HyunJin!
—¿No crees que tienen razón, también? —preguntó. MinHo le dio una mirada incomprendida—. Digo- estoy becado. Soy el último lugar en mi generación. Claro, entendería si estuviese pagando, pero como tengo una beca...
—¡Tienes una beca! ¡¿Eso qué tiene que ver?!
—... No tengo el mismo derecho de estar acá, la verdad.
—¡La verdad! ¡¿Quieres la verdad?! —increpó MinHo, molesto—. ¡Todos tenemos el derecho de estar acá! ¡Independiente de cuán elitista sea esta escuela! ¡Todos!
Pero HyunJin se veía cansado- de la pelea, de la discriminación tanto estudiantil como administrativa, de tener que vivir en base a deberle algo más.
«Ah, carajo». ¿MinHo qué podía hacer para quitarle ese sentimiento de insuficiencia?
Nada hasta el momento, porque HyunJin solo se aferró a su mochila y le dio una sonrisa.
—Está bien, al menos ahora puedo pedir comida hasta tarde, o nadie se molestará con mis matras e inciensos —HyunJin intentó sonar optimista—. Es genial volver a casa.
—«Es genial volver a casa...» —MinHo repitió, desconfiado—. ¿Y Felix?¿Le dijeron algo?, ¿desde dirección?
HyunJin negó, extrañado. —No. ¿Por qué deberían?
Claro que no deberían, porque Felix y Chaeryeong son igual de peligrosos que HyunJin y RyuJin, pero si solo se la llevaron contra él...
Ah, no.
MinHo sintió cómo le daban una fuerte patada en el estómago.
—Por precaución —logró pronunciar MinHo, y le sonrió—. Mándale saludos a tus papis.
—¡Lo haré! Nos vemos mañana. Y, Linoring —HyunJin alzó su puño izquierdo—. No te rindas.
MinHo y JiSung vieron a HyunJin largarse de la escuela, de cómo se despedía del conserje y se montaba en el auto de su mamá para irse. JiSung, abochornado por la emoción, quiso decir algo, pero MinHo se giró con rapidez de vuelta a la planta de reciclaje, con su cojeo mucho más notorio y adolorido.
Como JiSung no sabía de qué forma abordar a MinHo, le siguió.
—¿Dejarás que se largue así? —preguntó JiSung.
—¿Y qué quieres que haga? —MinHo no le dio la cara—. ¿Que ruegue, patalee y me prenda fuego frente a la oficina de la directora?
—Me refiero-
—¡Porque quiero hacerlo!
JiSung saltó de la sorpresa por el grito, pero más por el rostro de MinHo. Sus ojos estaban brillantes, y sus mejillas estaban mojadas. La pena que tenía él fue suficiente como para que su voz tiritara ante cada palabra que daba, junto con su mandíbula tensionada por la frustración.
—No es justo que tengan que vivir esto- estas injusticias. No es justo que tengan que pasar esto por mi culpa- por mi irresponsabilidad, por mi mal comportamiento y por- y por mi... —MinHo se tapó los ojos—. Fui un estúpido.
—Es que, ustedes-
—¡Nosotros! ¡Sí! ¡Lo sé! —espetó, irritado—. Todo lo que HyunJin dijo tiene razón. Todo lo que me han dicho tienen razón: usamos espacio, somos un desperdicio de dinero, somos un fracaso para el futuro. Pero- pero los quiero acá, los quiero siendo felices. Con el Real King somos felices, pero... pero no puedo. No puedo mantenerlos.
—Pero si entraras al equipo de animadores-
—No quiero entrar al equipo de animadores —MinHo se destapó los ojos, brusco. La debilidad era manifestada en su mentón—. No quiero ceder a Chan. Sé que valgo más como persona como para ser una pieza de su juego ambicioso. Sí, Chan tiene razón al decir que sus padres pagan de forma indirecta mi educación... sin embargo, valgo como persona. Soy una persona real, que siente y que piensa, y fui tan amable... fui tan real con Chan. No quiero ser un juguete, pero tampoco quiero que mis amigos sufran por las malas decisiones.
JiSung ni siquiera pudo contestar o animar a MinHo cuando, de forma abrupta, MinHo comenzó a sollozar a viva voz mientras se tapaba el rostro.
De todas formas, también era reflexiva la situación. JiSung no pensó encontrar algún aspecto en común con ese idiota, pero, ¿con aquello? Vaya, era verse una versión de él mismo mucho más honesto y transparente.
Por lo que, para llamar su atención, JiSung carraspeó. No obstante, MinHo no dejó de llorar; JiSung carraspeó una vez más, sin éxito, hasta que decidió darle a MinHo un jalón de pelo.
—¡Ow! —MinHo se tomó el pelo negro, y limpió la mucosidad de su nariz con la manga de su polerón que no era del uniforme de Sevit—. ¿Por qué me maltratas?
—Dije que en una hora te convencería que te unieras al equipo de animadores, ¿no? —MinHo asintió—. Te voy a convencer.
—«Te voy a convencer», ya pasó una hora, estúpido.
—Yo también quiero proteger a mis amigos. No somos tan diferente de lo que crees —comenzó JiSung. Antes de que MinHo hablara, elaboró—: créeme cuando te digo que no tengo interés en entrar a un grupo de animadores, pero tal como tú, yo quiero proteger a los míos. Estoy amenazado por la directora, así que te arrastraré junto al Real King a ese club. Y, como ambos nos sentimos igual respecto a lo injusta que es la decisión, estar contigo ahí me hará sentir menos miserable.
MinHo ya se había destapado la cara, como también tenía sus ojos fijos en JiSung. Gatunos, aguosos y brillantes, como si parte de ese lugar estuviese calcado del mismo rencor como lástima hacia él mismo.
JiSung no quiso decir lo que dijo, demasiado embriagado en la misma impotencia junto con el sentido de justicia destrozado en sus manos. Sin embargo, no redimía ninguna de sus palabras; se sentiría menos miserable en ese lugar si es que MinHo entraba, porque al menos sabía que alguien a su lado odiaba ese club tanto como él.
Mientras, MinHo quiso procesar cada una de sus palabras, cuidadoso de no repetir nada en voz alta (aunque fue imposible, así que murmuró la última oración cerca de cinco veces). Recordó el fin de semana, cuando lo vio junto a SeungMin en el hospital; MinHo no sabía por qué, pero el sentimiento de JiSung debía de estar vinculado con él.
Y por lo que le dijo Yeji... El nudo en la garganta se le hizo más fuerte.
—Okey —terminó por decir MinHo, y volvió a secar sus mocos—. Entraremos. Entraré.
Esperaba no arrepentirse de eso. Esperaba no entrar en conflicto con eso.
MinHo esperaba ayudar a sus amigos en eso; esperaba que el Real King reviviera por eso.
Esperaba ayudar a JiSung con eso.
. . .
El amor se está marinando, gente.
¡Gracias por leer!
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