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Estereotipo Sevit

Nota de autora: va a aparecer un personaje que ustedes no conocen, pero los personajes sí. Lo agregué muy tarde, pero como estoy corrigiendo la historia en el documento en Word, fue agregado ahí más temprano (corrección que subiré más adelante). Disfruten del capítulo <3

Capítulo 33

Estereotipo Sevit

El transcurso del verano no fue tan asombroso como se estimó, queriendo descansar después del intenso primer semestre. No obstante, las siguientes semanas después de las regionales fueron mucho más ordinarias y desorientadas que los planes sembrados.

Es decir, JiSung ni siquiera podía darle una lógica a eso. ¿Es que su episodio de Estrés Post Traumático se desplazó para sus compañeros, que no quisieron dejar Sevit? O sea, entendía por qué SeungMin no se largó de la escuela, pero, ¿por qué los demás? Yuna tenía una buena relación con su padre, y Lia decía tener mucha familia en casa. ChangBin estaba sublevado por estupideces vinculadas a su presidencia, y JeongIn no lucía querer hacerle frente a su madre por la presunta homosexualidad que a nadie le importaba.

Pero, ¿el Real King? Según lo que JiSung sabía, ellos tenían familias mucho más funcionales. ¿Por qué pasar el verano en Sevit?

Bueno, JiSung no se quejaba. Para nada. Por supuesto que para nada. MinHo le comentó que había días que pasaba con la familia de Yeji en la playa, pero mientras más se acercaba el nuevo semestre, menos estaba presente ese viaje.

Lo que mejoraba profundamente el ánimo de JiSung.

—Presta atención a la película.

—«La película» es muy aburrida. Colócate- no sé, Hora de Aventura o algo así.

—Pero si es Arriety. ¿Cómo no te va a gustar?

—«Gustar» Es muy leeenta —se quejó MinHo en voz baja, mientras se removía en la cama. JiSung debió de sujetar la laptop para que no cayera—. Coloca algo más divertido. Un Show Más.

—No. Terminaremos de ver la película.

De forma sorpresiva, MinHo bajó la pantalla. JiSung graznó en silencio luego de que sus dedos fuesen apretados, y comenzó a piñizcar el cuerpo de MinHo.

—Bastardo.

—Bastardo —replicó MinHo, silencioso, entre risas.

La laptop pasó a los pies de la cama, mientras que, aguantando sus risas, MinHo y JiSung se sometían a una pelea física. Era casi las once de la mañana, y era HyunJin quien dormía profundamente sin saber nada de lo que pasaba en aquel lugar.

Era una buena forma de aprovechar la mañana. Con los entrenamientos pausados tanto de los animadores como del Dance Revolution, el verano al fin estaba colocado en lo que tanto MinHo como JiSung estimaron que la pasaría.

Había pasado unos pocos días después del fiasco de las regionales, donde TvN no dejó la escuela, donde el grupo de animadores no se disolvió, y donde el sol volvió a pegar en Agosto. Los pocos días transcurridos no habían sido más que caóticos para JiSung porque, a pesar de que Sharon comenzó a flexibilizar la asistencia a los ensayos (dejando faltar a lo que ella encontraba pertinente), mucho sentido no encontraba él porque las cosas simplemente no dejaban en su suceder, aun cuando mucho ya había sucedido.

Del carajo que sucedieron cosas.

Bueno, de forma parcial. Los días siguientes de aquel suceso en el autobús fue una carga de tensión tan fuerte que ni siquiera podían mirarse. MinHo no sabía si sus ganas de huir eran por su temor a querer o porque JiSung de la noche a la mañana le producía un rechazo gigante. Mientras, JiSung se sentía tan patético que no podía soportar el sentimiento de pena ajena que le generaba tanto MinHo por hacer cualquier cosa, como hacia él mismo.

Ya después pudieron acostumbrarse al otro, de forma forzosa. Almorzaban y cenaban en con todo el equipo, fue un buen primer paso. Luego, durante los tiempos muertos durante el día, tanto SeungMin como Yeji encontraron un punto en común de poder estudiar, por lo que tenían conversaciones referentes a las materias de clases que hacía que la proximidad forzosa entre JiSung y MinHo surgiera sumamente natural, fue un genial segundo paso.

Después vino lo complicado, el autocontrol. Cuando MinHo le dijo a JiSung todas esas palabras bonitas en el autobús, JiSung tuvo una idea de cómo sería la dinámica de la relación mientras se daban unos besos en los asientos del fondo. Sin embargo, en un instante, MinHo se había separado, secado la saliva de su boca, y decir con suma gravedad:

—Los besos no serán costumbre.

Antes de volver a atacarlo.

Seguramente si MinHo no hubiese dicho eso, toda la presión y tensión de los días siguientes habría sido mucho más llevadera. Pero como MinHo fue explícito por cómo se sentía (que fue más de lo que alguna vez le dijo a JiSung), él lo iba a respetar. ¿No darle besos a MinHo? Ya vivió una vida sin MinHo- podía continuar con eso. ¿No tomarle la mano? Genial, hacía demasiado calor. ¿Continuar siendo amigos? Fantástico, porque a SeungMin le dio por pasar tiempo con Felix y HyunJin; JiSung también debía de expandir sus horizontes.

Era genial.

Sin embargo, había instancias como la de ahora donde la línea de los dos se volvía difusas. Aprovechando que SeungMin salió temprano para estudiar y jugar un partido amistoso de béisbol, y que la familia de Chaeryeong hizo una parrillada durante la noche junto a Felix, que MinHo llegó temprano esa mañana para recostarse junto a JiSung y ver una película.

El tacto era normal. Sus cuerpos se tocaban porque el espacio de la litera de arriba era reducido, y soportaron la laptop con los regazos de ambos para ver mejor la película. Sin embargo, el gran acontecer de MinHo junto a su impedimento de poder ver películas largas hizo que el foco de atención se fuese enseguida. JiSung lo llamaría un efecto neurológico, aunque la realidad es que MinHo estaba simplemente nervioso.

Por eso, la tensión se libraba en aquel juego. En el toque brusco, en el jalón de pelo, en querer presionar el cuerpo con el otro arriba de la cama, con un silencio cómplice para no despertar el cadáver de HyunJin al otro lado del dormitorio. Porque MinHo siempre tendría más fuerza que JiSung, por lo que, con piernas enredadas, MinHo colocó ambas manos a los costados de la cabeza de JiSung, sujetado por las muñecas.

—Gané —jadeó MinHo, silencioso—. Eres débil. Te falta odio, Sasuke.

—Cállate. Solo me faltan proteínas.

—Proteínas y esteroides.

JiSung se quiso volver a mover, pero la fuerza de MinHo lo dejó aun plantado en el colchón. Su segundo plan fue removerse como gusano para librarse, pero tan pronto como movió las piernas, notó que el aire del dormitorio cambió por completo.

Si JiSung movía un poco sus caderas, podría sentir una fricción. Si él movía una de sus piernas, sabía que MinHo la sentiría. También sabía que MinHo era consciente de eso, porque el agarre en las muñecas no era fuertes, daba espacio para escapar, y sus pulgares acariciaba la piel de JiSung como si reflexionase el siguiente movimiento.

Al diablo con la regla de no besar, con la de no tocarse, con la de ir lento para que MinHo supiese lo que sentía. JiSung podía hacer lo que quisiera si es que-

¡Peligro! HyunJin se sentó de forma abrupta en su cama. MinHo se recostó con rapidez junto a JiSung, asustado, esperanzado que la altura de la litera impidiese fijar su figura.

HyunJin estaba sentado, con ojos hinchados y con boca reseca. Se rascó su cabeza, se giró para ver la hora en su reloj digital, y con un «aun es temprano», regresó a dormir.

El jadeo solo era dramático, pero eso no quitaba que MinHo estaba a su lado, pareciendo procesar lo que pasó. JiSung se giró hacia él cuando notó que las piernas de ambos estaban entrelazadas.

—No despierta con nada —susurró JiSung—. Es increíble. ¿Cómo lo hace?

—Lo hace como tú, supongo. También eres difícil de despertar —aludió a los quince minutos que MinHo estuvo golpeando la puerta del dormitorio para que JiSung le abriera.

JiSung se encogió de hombros, sin más que agregar. Estaba más concentrado en las piernas cruzadas y la fricción que notó cómo de a poco la presión de su cuerpo disminuía.

A pesar de todo, JiSung aun podía mantenerse en la cama para no despegar el contacto visual con MinHo.

Hasta que su alarma sonara claro.

JiSung sacó su celular debajo de la almohada y apagó la alarma, con un lamentable suspiro.

—No quiero ir —dijo JiSung—. Me harta salir con Ahn. Me harta hacer presentaciones una y otra vez- y hablar con padres sobre lo genial que es Sevit.

—«Es Sevit- es Sevit», es tu precio por ser inteligente —MinHo falsamente lamentó, mientras le palmeaba el hombro—. Quién lo diría, tienes algo penoso. Boo, boo.

JiSung se removió los ojos, cansado.

—Me hace sentir atrapado. Y me hace sentir mal- estar mintiéndole a la gente constantemente es horrible.

—«Es horrible». Creo que estás siendo pesimista.

—¿Pesimista? —JiSung lo miró—. Soy realista. Están pasando un montón de basura frente a los ojos de todos y nosotros, quienes tenemos la verdad, y no podemos decirlo porque nos va a joder- en distintos grados, pero nos va a joder.

—«Joder- joder», pero da igual —dijo MinHo, sonriente—, estamos bajo protección de amparo y, aunque no sé que es eso, nos beneficia a hacer lo que queramos. Ahn no nos puede expulsar.

—¿Y si la investigación termina antes del ciclo escolar y te expulsan? O, con el nivel de corrupción que tiene la escuela, pueden denunciar por difamación y golpear con una demanda millonaria si es que da la gana. El dinero mueve tanto y de forma tan impredecible que puede atacarte cuando quiera. Jamás hay que bajar la guardia.

JiSung se volvió a restregar el rostro, frustrado. Hasta hace no mucho creyó que ser el primer lugar de la mejor escuela te otorgaba beneficios, pero ahora parecía ser todo una jaula compuesta, atrapándolo desde sus relaciones hasta su intelecto.

—«Bajar la- la guardia- bajar», no entiendo —aseguró MinHo, confundido—. Tú también tienes dinero- SeungMin tiene dinero, todo el White Tiger tiene dinero. ¿Por qué se perturban tanto si es que les daña o no la reputación?

—Supongo que ya hay cosas que juegan más con la moral que con otra cosa. De todas formas, mucha basura pasó el primer semestre como para demostrar el nivel de corrupción que pueden llegar nuestros padres para esta clase de beneficio.

—«De beneficio». Si mi madre fuese millonaria, dejaría que hiciera lo que quiera conmigo —opinó MinHo, y estiró sus manos hacia el techo—. Como tendría dinero, no usaría ni la ética ni la moral; no estudiaría; no me esforzaría; solo me dedicaría a bailar, ser atractivo, y vivir con tranquilidad. Creo que te pierdes demasiado cuando estás pensando demasiado en el resto.

—Bueno, supongo que así funciona el hablar con gente pobre —aludió JiSung, mientras le daba un codazo—. De pronto, te encuentras en la parábola de la caverna de Platón. Dejas de ver figuras de sombra que ha hecho el sistema para la gente como yo, y comienzo a ver el sol y los árboles que son reales.

—Son reales- ¿Platón? Creo que lo pasamos en Ética y Filosofía el ciclo pasado.

—¿En serio? Mi Yayo me lo enseñó usando un ejemplo de Plaza Sésamo.

Los dos se quedaron en silencio durante un instante, con su vista pegada en el techo. Jiniret croaba con tranquilidad mientras que HyunJin balbuceaba incoherencias. Gracias a las cortinas cerradas, daba la sensación de que aun tenían tiempo.

—También me voy —MinHo se incorporó en la cama—. Acompañaré a Yeji a un reclutamiento en la universidad Sejong.

—Que no te secuestren los inteligentes.

—«Los inteligentes». Los repelaré. Te lo prometo.

Sin embargo, MinHo no se movió. JiSung sabía que también tenía que levantarse, pero como MinHo estaba quieto, entonces tal vez...

—No tienes que preocuparte con estar atrayendo niños a un centro del dolor —MinHo volvió a retomar el tema—. Tengo la esperanza de que a Ahn no le queda mucho tiempo acá.

—Sigue siendo indulgente que recomiende la escuela cuando solo nos queda este semestre —consideró JiSung—. Creo que, sin mí, haré la competencia más fácil.

—«Más fácil». No seas narcisista —MinHo acarició el pelo de JiSung—. Es "el primer lugar lo ocupa Han JiSung", no "Han JiSung ocupa el primer lugar". Deberías estar aliviado de que eres reemplazable, y que tus acciones, por más que sientas que son transversales, no lo son. Aprovecha que eres ordinario.

MinHo se bajó de la litera para salir del dormitorio, con una vaga despedida hacia JiSung y Jiniret. JiSung aun continuó en la cama, atrofiado. El malestar de su rol como primer lugar estaba latente, más no era priorizado en ese momento cuando la suavidad de la piel sobre las muñecas de JiSung le hizo tener un retorcijón ligeramente placentero en su vientre.

Dio una mirada hacia HyunJin, luego hacia el baño. ¿Quién le tomaría el tiempo estando en la ducha?

En paralelo de aquella mañana, con el tiempo transcurriendo, Yeji esperaba a MinHo en la entrada de la escuela. Aburrida, elongaba mientras terminaba de aplicarse protector solar en los brazos, con poco a poco el calor siendo más fuerte en el ambiente cargado de concreto.

A su lado, con el suave sonido de la radio nacional conservadora acompañaba al portero de Sevit, quien barría por enésima vez en la mañana la entrada.

—¿Nueva universidad? —preguntó el portero, sufijo a parecerse al rapero Tiger JK por su increíble parecido a él.

—Ajá —contestó Yeji—. Sejong. El equipo no es a nivel nacional, pero es muy bueno.

—Ugh —gruñó Tío Tiger JK, desagradado—. ¿Y te aceptarán? Ya es impresionante que juegues bien como para ser una niña.

—Juego muy bien como para tener dieciocho —rectificó Yeji, orgullosa—. No sé si lo sabía, pero ingresé a Sevit por una beca deportiva.

—Claro que lo sé. Sé todo lo que pasa acá —dijo él, y amenazó con golpear los pies de Yeji con la escoba—. Irrespetuosa. Aprende de tus mayores.

Yeji simuló barrer, y huyó cuando Tío Tiger JK amenazó de nuevo con golpearla.

Sin embargo, su razón para estar ahí no estaba solo vinculada a esperar a MinHo. No sabía dónde estaba, pero se largarían cuando llegasen. Claro que decirle «ya estoy en la entrada» por mensaje podía significar varias cosas, más no lo necesario como para exigirle que llegara rápido. Yeji tenía tiempo, podía esperar un poco más; lo hacía constantemente porque, cuando esperaba, todo iba a su favor.

El reclutamiento en Sevit fue a su favor. El trabajo en clases va a su favor. Rogarle a su madre para ingresar a un internado fue a su favor. Esperar los eternos resultados gestionados por el psiquiatra a sus doce años para que al final le dijeran que no había nada mal con ella fue a su favor.

La paciencia, no obstante, no era un premio. Ser paciente significaba que había un camino trazado hacia algo que llegaría. Algo que se aproximaba. Entonces, ¿qué pasaba cuando no había nada al final del camino? ¿Nada por esperar? ¿Cómo la paciencia llega cuando hay un vacío constante, y este vacío no es más que ser curada?

Desde que sufrió su ataque en el último partido de baloncesto por Sevit que se lo ha preguntado: ¿cuándo llega la cura? ¿Es que, con paciencia, esta llegaría? Tantos fueron sus años en los que, en silencio, se conformó a estar enferma que, ahora, no era más que frustrante.

No le gustaba ser rara- lo detestaba. Apartarse de forma voluntaria era un pésame horrible. Yeji estaba muy pequeña como para entender cuál era la importancia del contacto físico, de lo que significaba para la gente, para la vida diaria; de tener que viajar en horarios valles de transporte público para que no la tocaran; de tener que aclararle a la gente que nadie debía de tocarla; de estar a la defensiva para alejarse físicamente de todos; de notar que lo físico iba con lo psicológico, y dar un paso hacia el lado en cuerpo también era de alma; de no haber besado a una persona nunca.

¿Cuándo llegaría la normalidad? ¿Cuánto debía de esperar Yeji para poder ser como el resto? ¿Cuántas veces practicará con peluches el tacto a la gente, solo para que su respiración se acelerase, el miedo le nublara la vista y la impotencia le rasgase el pecho? ¿Cuándo sería normal de nuevo?

Por lo que, mientras esperaba a que la normalidad volviese a ser sinónimo de su nombre, utilizaba dicha paciencia para los pequeños escapes de su enfermedad. No podía tocar, pero podía ver.

Y veía mucho. Veía a todos. Observar a la gente era uno de sus pasatiempos favoritos, sacando hipótesis de ellos: imaginando sus vidas y las pasadas; cómo actuaban ellos con sus amigos, con sus familias y en la cama. Observar a la gente era como ver doramas, solo que mucho más interesante.

En especial porque, con su capacidad de observancia, podía entender algunas interpretaciones que quedaban en el aire.

Como ahora, que sufrir los comentarios sexistas del Tío Tiger Jk era para valer la pena cuando, a las once quince, Bang Chan apareció en la entrada como circuito de su trote matutino.

—¿Dónde vas hoy? —preguntó él.

—Sejong —contestó Yeji. Tarde notó cómo su mano traicionera viajó hacia su propia trenza para jugar con ella—. Aunque voy con MinHo.

Yeji notó que Chan estaba relajado hasta que mencionó a MinHo. Los músculos de su cuello tensando, su mentón apretado, su vista seria; reflejos fantasmagóricos de emociones reprimidas.

Le fascinaba.

Sin embargo, en la espera de un comentario insultante hacia MinHo, Chan pareció decidir el silencio.

—¿Oh? —Yeji alzó su ceja—. ¿No hay opiniones? ¿Ni insultos? Hasta a mí se me ocurren unas ideas.

—No me importa la vida de MinHo —aclaró Chan—. Ahora tengo tantas cosas a mi favor que no puede interesarme él.

—¿Te aceptaron en Harvard sin dar el examen de ingreso o qué?

Chan pareció replantear un poco su respuesta, hasta que escondió las manos en su pantalones cortos de deporte. —No debo por qué ocultar que soy un bastardo, ¿cierto?

—¿Lo ocultabas?

—En Harvard me esperan, si es que logro pasar todo lo que tengo que pasar —enumeró Chan—. Junto al grupo de animadores pasamos a las nacionales, lo que hace que nos deje una mejor reputación de lo que esperaba. Y, lograron rellenarse los huecos vacíos para TvN sobre la formación del grupo de animadores. Las cosas no pueden resultar más a mi favor.

—Haces regurgitar mi desayuno.

—Hice lo que pude para cumplir mi objetivo, y ahora lidio con las consecuencias —Chan sonrió con suficiencia—. Ha sido un camino arduo.

—No creo —dijo Yeji—. O sea, aun tienes algunos cabos sueltos.

Chan frunció el ceño. —¿Cuáles, según tú?

—El alumno que denunció a Sevit- el que se metió en problemas, en primer lugar —enumeró ella—. El que filtró los videos de MinHo a la otra competencia en el Dance Revolution, también.

—Eso último no me afecta.

—Pues, debería. En especial si es que la mitad del equipo está compuesto por el Real King —consideró Yeji—. Una mala jugada, y el Real King se alía para abandonar al equipo.

—Ya sucedió.

—¿Y cómo resultó?

Yeji sonrió cuando Chan no quiso contestar, por lo que continuó hablando:

—Además, está el alumno que denunció —repitió—. Si pudo hacerlo cualquiera, ¿quién no sabe ya que podrá decir todo lo que pasa en el club?

—Seguramente porque no es de los animadores —obvió Chan—. No es del club; no denuncia lo que hay en el club. Además, pudo ser cualquiera. MinHo hizo mucho escándalo cuando cerraron el Real King.

—Lo sé. Me arrastró en su protesta unipersonal cuando...

El sentimiento de desagrado estuvo presente, y la culpa se instauró enseguida.

Yeji encontraba todo muy divertido que borraron sus sentimientos iniciales.

Chan pareció caer en cuenta de eso porque, en la sorpresa de ella, el tipo desvió la mirada hacia el suelo cuando Yeji buscó sus ojos.

—... Cuando tú le cerraste el club.

Chan se sacó las manos de los bolsillos y comenzó a tronarse los dedos de la mano.

—Ajá —aceptó él—. Era una molestia.

Molestia. Porque el Real King era una molestia. Porque Lee MinHo era una molestia. Porque las cosas que eran molestas, para Bang Chan, debían de ser erradicadas.

Chan tomaba acción a rienda propia.

—Chan, de casualidad, ¿fuiste tú el que denunció a Sevit?

Yeji no sabía qué esperar como respuesta, solo quería saber si es que, lo que sea que pasaba en la cabeza de Chan, tenía coherencia con sus acciones. Si es que había una línea conductual que tenía sentido, y no solo eran hechos aislados.

Porque, si sus acciones seguían una línea, significaba que Chan era una persona mucho más severa de lo que se dejaba ver. Por otra parte, si eran hechos aislados, entonces Chan era simplemente psicótico.

Chan contestó cuando dejó de tronarse los dedos.

—Había sido una molestia —justificó Chan.

Los hombros de ella cayeron. No tuvo que haberlo esperado esa mañana antes de irse.

—No entiendo —confesó Yeji, para que la cólera aumentara—. ¿Qué te hizo MinHo para que lo odiaras tanto? No era necesario lanzarlo al Ministerio de Educación para que-

—¿Qué? —cortó Chan—. Yo no lo hice con ese fin. No gastaría algo tan importante como lo es una denuncia al MinEduc para que saquen a un mocoso. O no en ese momento —aclaró Chan—. No lo hice para sacar a MinHo de Sevit, Yeji. ¿Captas?

No. Yeji no entendía. Chan era alguien con lógica, disciplinado y reservado. ¿Por qué, entonces, eso parecía no tener sentido? ¿Tan psicótico era Chan? ¿O era tan severo?

—No sabía que tenías las agallas para hacer eso —comentó ella, aun sin saber cómo sentirse—. ¿Por qué no lo dijiste?

—Porque es confidencial.

—Pero, ¿al equipo?

—No había razón.

—Chan-

—Habría perjudicado todo. Si a Felix se le salió la burrada de que el club se formó por mi culpa, ¿qué esperaría de algo tan grave como lo es una denuncia? —razonó Chan, con pasos más cercanos hacia ella—. Nadie debe de saber eso.

—No tiene ningún sentido —repitió Yeji—. Chan: dale un sentido. Explícame. ¿Por qué-

—No tengo por qué darte explicaciones.

—Si no lo haces, se lo diré a MinHo —amenazó—. Y sabes que, si él se entera, será un gran problema para todos.

—A MinHo no le va a importar.

—¿No? ¿Lo subestimas? ¿O te olvidas de que hay una gran posibilidad que MinHo se lo cuente a JiSung? ¿O que yo se lo cuente a JiSung?

Ahí estaba. Yeji no sabía qué era lo que MinHo generaba en Chan, pero era JiSung quien lo hacía obvio. Chan no soltaba su mandíbula, pero sus ojos se agrandaron por un lapsus suficiente como para Yeji sentirse bien de su jaque.

—No pensé que fueras así —dijo Chan.

—Sí pensaste —contradijo Yeji, segura—. Trabajamos por favores, Bang Chan, tal como dijiste. Consigo lo que necesito de ti. Y tú consigues lo que necesitas de mí.

—¿Y qué harás con la información? ¿Venderla? ¿Amenazarme? ¿Estafarme?

La forma tan impotente de Chan al hablar era defensivamente molesta, irritante. Yeji se preguntó cuándo sería el momento en que Chan bajaría sus defensas, hasta que notó que no podía hacerlo. ¿Es que Chan se dio cuenta de lo que hizo? ¿O a medida que Yeji notaba el aumento del miedo de Chan de ser atrapado que, efectivamente, ya lo estaba?

—No, pedazo de idiota. Un secreto perturbador se le aligera el peso entre dos —obvió ella, enrabiada—. ¿O confías tanto en el sistema de Sevit? ¿Crees que ellos no hicieron nada por querer buscar al responsable de la denuncia? ¿Crees que no saben que fuiste tú? —insistió, también acercándose a Chan. A medida que hablaba, Yeji notó el gran lío—. ¿Dónde tienes la cabeza, Bang Chan?

—En cosas más importantes que un estúpido drama escolar.

—Amenazaron con despedir al profesor Kim porque él también denunció. ¡Si te hubieses preocupado un instante por la gente a tu alrededor, te habrías dado cuenta de que la jodida Ahn sabe también que lo hiciste tú!

Y Chan calló. Oh, que era genial hacer callar no solo a un hombre, pero más cuando era un súper hombre. Chan calló, y a Yeji le fascinó también tener razón.

—¿Ni siquiera te diste cuenta de eso? —preguntó.

—No es verdad —negó Chan—. Ahn me habría hecho algo si es que ese fuese el caso.

—¿Qué habría hecho ella? ¿Limpiar la alfombra? ¿Crear otro club para ti? —Yeji ni sabía de dónde provenía la rabia. Tal vez provenía de un afecto hacia Chan que le frustraba que se metiera en problemas. O porque la persona que más daño a hecho, resultaba que era un genuino idiota—. Haces un montón de cosas para perjudicar a los demás, pero este es tu segundo desliz, Chan —obvió, recordando a la instancia de MinHo de querer realizar la entrevista con Kim RyooNah para evitar que despidieran al profesor Kim—. La tercera es la vencida. Por culpa de tu egoísmo estaremos todos en problemas. Incluido Sevit. Incluido tú. Incluido tu familia.

—¿Mi egoísmo? —increpó—. ¿Es egoísta tener objetivos claros?

—Sí cuando transgredes a los demás.

—Ay, por favor. No seas cursi. La gente lo superará. El daño es inminente —expresó él, enojado—. MinHo vivirá bien aun después de lo que le hice. SeungMin sigue cuerdo. El club estará bien. ¡Soy tan invisible para ellos que, da igual lo que haga, no me prestarán jamás atención! ¡Aun cuando puedo hacer de todo como para dañarlos! ¡Sé dónde dañarlos! —aclaró, dando pasos hacia Yeji. Ella, apresurada, retrocedió. No había notado la cercanía cuando el pecho de Chan casi tocó el de ella—. Y tú eres igual, Yeji. Olvidaste lo que te hice.

—No lo olvidé, Chan. Yo te perdoné —corrigió—. Y si pidieras perdón al resto, estoy segura de que todos seguiríamos adelante.

—No me perdonarán.

—Eso da igual. Pero al menos fuiste lo suficientemente hombre como para disculparte.

—¿Y? ¡Da igual! ¡¿Qué me importa a mí pedir perdón a ellos?! ¡No valen la pena!

—¡¿Y por qué me hiciste lo que hiciste?!

—¡Porque MinHo-

—¡No! ¡Hablo sobre la beca, sobre el auto, sobre tu absurda personalidad! —cortó Yeji—. La única instancia en la que actúas normal con alguien es conmigo, y me diste una beca porque te pesó lo que me hiciste en ese partido. Quisiste vengarte de MinHo, ¡y yo te generé culpa! ¡Tienes límites! —insistió—. ¡¿Por qué no te das cuenta de ellos?! ¡¿Por qué no respetas tus límites?!

—¡Yo no tengo límites! —aclaró, duro—. ¡Y no creas que eres distinta para mí solo porque te di una beca!

—¡Te hice sentir mal!

—¡¿Qué quieres que te diga?!

—Que tienes sentimiento de culpa. Que eres capaz de notar cuán mal hiciste al resto. Que aun tienes tiempo para redimirte. Da igual si tus acciones no son honestas, pero puedes redimirte —argumentó Yeji, frustrada—. Tú no eres la mala persona que todos dicen que eres.

—Ah, no me vengas con eso —Chan colocó las manos en su cintura—. Me dijiste que todos me ven como alguien malo- que yo no colaboro, obvio. Soy alguien malo.

—No lo eres. Yo te vi con MinHo —le recordó ella—. Fuiste su mejor amigo por dos años. Compañeros de cuarto. Eran cercanos, Bang Chan, y dos años es mucho tiempo como para fingirlos. Algo pasó contigo que hiciste lo que hiciste con él, y tu odio abrupto hacia MinHo, que para mí resulta ser un sinsentido, continúa por la misma línea porque no hay manera en la que alguien que era tan buen amigo se convirtió en lo que tanto te esmeras en fingir. Y esos rastros que te dejó MinHo lo expresas conmigo —se apuntó—. No sé si no le tomas el peso, Bang Chan, pero me diste una beca. Una oportunidad para terminar la mejor escuela del continente. Me diste educación, y eso compensa más que un ataque de pánico en un partido.

En su misma valentía, Yeji dio pasos hacia él. La incomodidad del cuerpo la atrofiaba. El miedo de a poco le nublaba la vista. Sus oídos zumbaban. Su mentón estaba alzado. No cortó en todo momento el contacto visual con Bang Chan.

Y él, inmóvil, silencioso y tenso, correspondió a Yeji en su mirada.

—¿Por qué estás saboteándote? —terminó Yeji, suave.

Cuando el aroma de Chan llegó a Yeji, su cuerpo tembló. Estaba cerca. Demasiado cerca, pero no podía apartase; debía de enmendar sus palabras, en su seguridad. Tal vez su cura aparecería en un arranque emocional, como una mariposa escapando del capullo. Los sentimientos debían de ser mucho más fuerte que su enfermedad.

Pero no lo fue. Cuando Chan alzó sus dos manos, cerca de la cara de Yeji, ella dio reiterados pasos hacia atrás, atemorizada.

—No- no me... —Era una estúpida. No podía tartamudear tras dar un discurso. No podía doblegarse a su temor. La cura no aparecía de forma espontánea—. No me toques —terminó por decir, aunque solo quería recoger los restos de su valentía.

Chan dejó caer sus brazos, más indescriptible a que el lenguaje que Yeji aprendió de él a través de la observancia. La radio continuaba con el Tío Tiger JK, tan de fondo que los atrajo a la realidad del asunto.

—Hago lo que encuentro correcto —aclaró Chan, finalmente—. El problema es que, lo correcto es subjetivo.

—Es objetivo-

—Es subjetivo —interrumpió—. No está bien las cosas que hice, pero lo hice por un bien mayor. Cuando hice la denuncia contra Sevit, sabía que mi nombre era importante; sabía que el motivo tenía un gran peso; sabía todo lo que podía pasar en el intertanto. Y sabía lo que era hacer un club de animadores con todos ustedes- necesitaba todo lo que estaba a mi alcance porque- porque me dan igual, Yeji —confesó, cansado—. No encuentro ningún sentimiento en mi interior que me haga sentir empatía o de redención, como dices. Es agotador pensar en alguien. Estoy cansado, Yeji. Lo único que quiero hacer es largarme de acá.

—¿Y para eso debiste de hacer un desastre a inicio de ciclo?

Aunque Yeji, muy en el fondo, sabía que Chan no se refería a eso. Tantos eran los sentimientos que Chan desistió, encontrados en su mirada, que Yeji supo que no podían continuar con esta conversación.

—Era muy temprano para pelear —lamentó ella, mientras se restregaba el rostro. Poco a poco, su corazón latió con normalidad—. Es mejor que te vayas. MinHo vendrá en cualquier momento.

Pero Chan no se movió. Si Yeji hubiese podido, lo habría empujado. No lo quería tener cerca. Se sentía sucia, patética y, también, tonta. Chan era tantas cosas que Yeji no podía destinar un sentimiento fijo para todos los pensamientos.

Tantos eran que, cuando se agregó uno más, quiso haber conocido a Chan desde cero.

—Mi hermana es actriz —contó Chan, de forma abrupta, más apresurado—. Siempre está con alguna obra- y hará una, el fin de semana antes del segundo semestre. ¿Quieres ir?

¿Qué? ¿En verdad pasaba eso? Chan mencionaba cansancio respecto a la empatía, pero ahora lucía un nivel más allá de lo empático. Un sentimiento humano nacido en su propio cuerpo.

Por lo que, en el nivel más allá, Yeji asintió. —Claro, pero no lo comentes. Ya es vergonzoso que me vean hablando contigo.

Chan continuó con su circuito, con la hora de su rutina totalmente atrofiada. Para componerse, Yeji debió de hincarse y tomar aire severas veces, más frustrada que antes.

«No lo salves —se dijo—. No puedes salvarlo».

¿Por qué hacerlo? Clara era la similitud que Chan tenía con Yeji- eran dos gotas de agua, tan limitados por la incapacidad del contacto con alguien que para el resto solo eran personas raras.

Pero Chan iba más allá, porque él tuvo amigos. Uno se suicidó. Y la sonrisa que él soltaba cuando estaba con MinHo no era una mentira. Chan tenía una coraza tan dura para este ciclo que parecía estar dispuesto a sacrificarse él mismo solo para recibir una carta de aceptación para su carrera del sueño.

A Chan no le importaba impartirla, ni llegar vivo a ella, ni haber arrasado con todo a su alrededor. Él solo quería ser aceptado.

Sintió pasos veloces a su lado, por lo que se recompuso enseguida. MinHo, con su lengua entre sus dientes, se movió como un bufón.

—¿Y ese debilitamiento? —preguntó MinHo, dando saltos de un lado a otro—. ¿Qué te detiene esta vida?

—Nada. Solo me dio calor —excusó ella, mientras giraba su bolso para poder sacar una gorra de ahí.

—Es mentira —gritó el Tío Tiger JK desde su cabina en la entrada. Comía palomitas de maíz, y la radio conservadora hablaba de fondo sobre el alza de la inflación—. Digno de turca. Las mujeres no saben hacer más que dramas.

—Vino Chan y hablamos un rato —confesó Yeji, finalmente.

El rostro de MinHo se arrugó, como si oliese mierda. —«Hablamos un rato». Ay, Yeji, deja de arrastrarte-

—Muchas cosas interesantes salieron de ahí —siguió ella—, por ejemplo, me invitó a salir.

—«A salir». Le colocaré clavos a un pepino con su cara, entonces.

—Lo esperaré con ansias.

Sin embargo, cuando los dos salieron de Sevit para caminar hacia la parada de autobuses más cercana, Yeji no pudo evitar divagar un poco en sus pensamientos y, a su vez, fugarlos.

—¿Por qué la gente de acá viene a morir? —preguntó Yeji—. Me recuerda a mi abuela paterna, ¿te acuerdas de ella?

—«Acuerdas de ella». Ajá. La señora y su pata falsa...

—¿Recuerdas cuando quedó internada en una clínica privada por su fibrosis pulmonar, pero mi papá no pudo costear el tratamiento, así que la llevó al hospital que está cerca del mercado de nuestra casa? Y falleció dos días después por una enfermedad intrahospitalaria.

—«Enferme- enfermedad intrahospitalaria». Muy específico.

—Así se siente Sevit —concluyó ella—. Es una enfermedad instrahospitalaria.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Los alumnos de tercer año de Sevit basaron parte de sus temores en sus currículums, haciéndolos de la forma más interesante para llamar la atención de gente anciana, adaptándose a paradigmas de figuras estudiantiles que les hacía perder un poco la identidad, solo para seguir la idoneidad del estereotipo Sevit.

¿Qué era el Estereotipo Sevit?

Han JiSung.

Aunque él no quería estar cerca de las universidades, sí debió de aparecer en las que conectaban con la Sky League. Una de las mayores apuestas de Sevit era generar un cupo especial para el alumno de Sevit que, a pesar de ser complicado, había un estima que la única persona que era capaz de generar ese trato era Han JiSung, porque él era el estereotipo.

Inteligente, de habilidades blandas necesarias, captable y millonario. Era una joya en el interior del hemiciclo, junto con su carisma que permitía que los rectores de distintas carreras de distintas universidades de la liga le prestaran atención a su presentación sobre el perfil de egreso de Sevit.

—... En síntesis, las razones por las que las proyecciones de la liga han aumentado, ha sido precisamente por la calidad de estudiante que ingresa —fue finalizando JiSung su presentación, con su sudor pegado en la camisa, con una fatiga de no haber tenido desayuno, y la forma desalentadora en la que debió salir de la cama esa mañana. Sin embargo, Ahn forzaba desde la primera fila de butacas a que mantuviese la sonrisa—. No es solo un beneficio a nosotros como la universidad a seleccionar- esto es circular. Los perfiles de egreso de la liga de universidades mejorarán considerablemente ante el alto rendimiento que alumnos de Sevit que, en una proyección de diez años más —JiSung cambió la diapositiva—, cerca del 5% de cada universidad de la Sky League pertenecerá a Sevit.

A pesar de la ronda de aplausos, las preguntas aparecieron enseguida.

—Han JiSung-ssi —llamó el rector de la carrera de leyes de la Universidad de Yonsei—. Necesito que seas un poco más explícito, por favor. ¿Cómo es la posibilidad de tener alumnos de Sevit nos ayude? Te pido una respuesta más concreta, si es que puedes hacerlo.

—Los alumnos que ingresen a las universidades serán de mucha mejor disciplina que aquellos que vienen de escuelas ordinarias —explicó, con un pequeño nudo forjándose en su estómago—. Un alumno de una escuela de Gangnam-gu o de Mapo-gu, independiente de si es privada o pública, no tendrá el mismo perfil de ingreso que uno de Sevit. Claro, ellos rendirán los examenes estandarizados de cada universidad y carrera, además de tener una carta de motivación que conmueva lo suficiente. Pero ellos no fueron a campamentos de líderes, o hicieron intercambios en el extranjero, o han hecho investigaciones y publicaciones, o se sometieron a clases estructuradas para explotar al máximo lo que tienen por entregar. Un alumno de Sevit tiene un poder crítico el mismo nivel que un alumno universitario de tercer año.

—¿Y eso no significaría entonces que, los actuales alumnos de la universidad siguen teniendo el mismo pensamiento que un chico de escuela?

JiSung cambió la diapositiva, con la respuesta perfecta para el tema.

—Lee SooJin —presentó JiSung, con la fotografía de ella proyectado—. Ex alumna de Sevit. Actualmente ha publicado tres investigaciones y se encuentra en el extranjero trabajando en su cuarta. La precisión de la selección del alumno a la calidad que ella es puede asegurar que, si colocan a un chico universitario y a un alumno de Sevit en el mismo aula, una conversación interesante podrá salir de ahí al tener el mismo trabajo cognitivo. Usted mismo lo dijo —aludió—. «Los actuales alumnos de la universidad siguen teniendo el mismo pensamiento que un chico de escuela», entonces, ¿no quiere a chicos que tengan un real pensamiento universitario?

Los rectores parecieron conformes con las respuestas, y los aplausos continuaron. JiSung notó el rostro de alivio de Ahn que le hizo querer vomitar.

Al terminar su presentación, esperó con calma a que los demás rectores se fueran para poder derrumbarse en el escenario. La directora Ahn, con su cartera cruzada, se acercó a él.

—Arriba, Han. Hwei nos espera un auto afuera —ordenó ella.

—Deje que se me pase un poco la fatiga —pidió JiSung.

—Lo haría, pero dijimos que estaríamos en la escuela Dwight de Seúl para el almuerzo. Así que, levanta.

Cuando llegó al auto, Ahn se sentó en el copiloto mientras que JiSung se ganaba en el asiento trasero junto a Hwei. Le dolía la cabeza, quería un poco de agua y dormir aunque sea tres horas, por lo que se preparó para una rápida siesta antes de llegar a la escuela Dwight cuando un timbre sonó en su celular.

Un mensaje de MinHo.

Lee MinHo, 3-A, SEVIT

>> [foto]

>> es bonito el campus de Sejong

¿No deberías estar con Yeji? <<

>> Ella está con sus cosas de baloncesto

>> Ni idea

>> cómo te va a ti??

Estoy fatigado <<

Estoy hambriento <<

Estoy somnoliento <<

>> muchos problemas, mejor te dejo

Imbécil <<

>> Visto a las 13:16

No es como si JiSung quisiera que su estómago se revolcara cada que MinHo le enviaba un mensaje de vuelta, que era más destinado a contestar lo que JiSung colocaba. Las sensaciones infantiles que tenía en su cuerpo le generaban una pena ajena que ni siquiera podía expresárselas a SeungMin. Es decir, ni siquiera le pudo decir lo que pasó en el autobús. Sería patético comentarle algo para que al final no resultara.

Y puede que solo haya pasado pocos días desde aquel beso. No obstante, ¿cómo MinHo genuinamente osaba a decirle eso? «No te acostumbres». Claro, JiSung quería continuar el ritmo suyo para no espantarlo, más no significaba que estaba de acuerdo mantener sus labios quietos, o sus manos alejadas, o sus cuerpos sin tocarse.

Más si tenía a MinHo arriba de él sobre su cama, con el dormitorio parcialmente vacío, y con la fricción entre ambos.

Como dijo anteriormente, MinHo le generaba un desastre. Uno tan grande que desplazaba aquellos pensamientos de responsabilidad ante su posición en Sevit para entregarse al ridículo romance adolescente. Claro que él volvió a la tierra cuando Hwei le habló.

—¿No ensayará su presentación a los padres, Han? —preguntó él—. Cuando yo hacía exposiciones en la escuela, los repasaba más de cientotres veces para que tuvieran sentido.

—Gracias, pero sé lo que hay que hacer —contestó JiSung. La verdad es que no lo sabía, pero JiSung confiaba en su capacidad de improvisación.

—¿Sabes, Han? —Hwei se fijó en él, orgulloso—. Eres una joya dentro de la escuela. Increíble que este sea tu tercer verano que priorizaste la publicidad de la escuela antes que tus vacaciones.

«Claro, muchas opciones no tuve».

—Y, sinceramente, creí que, con todo lo que ha pasado, no tendrías mucho interés de querer seguir intentándolo —opinó Hwei—. Pero la lealtad que tienes a Sevit es mucho más grande de lo que pensábamos.

Sin saber por qué, aquello le causó gracia a JiSung. Esbozó una sonrisa burlesca antes de preguntar.

—¿Por qué? ¿Creyeron que pude ser el alumno que denunció a Sevit con el subsecretario?

—Ah, no... —Hwei rio—. Tú sabes dónde perteneces. El que denunció no lo sabía-

—Profesor Hwei —llamó Ahn desde el copiloto—. Haga silencio, por favor.

Como el leal lacayo, su hocico se cerró. JiSung sonrió, contento, y se giró para concentrarse en el viaje a la escuela Dwight.

JiSung no era un buen referente para los alumnos, más porque era alguien desinteresado. Pese a que era el primer lugar, el rostro de Sevit, también era alguien que forjaba el límite de sus ideales. Desde el inicio de ciclo, con el conflicto del grupo de animadores, JiSung ha logrado forjar mejor su alianza y sus límites, conocer su ideología, y saber hasta dónde podía moverse.

Porque JiSung estaba en una posición difícil, bastante desequilibrada. Por una parte, él cargaba con una labia e influencia capaz de afectar la reputación de la escuela- inclusive, si es que tomaba en consideración su charla con la Sky League, él podía colocar en jaque la escuela frente a rectores universitarios. Por otro lado, Ahn aun lo tenía fichado con SeungMin, amenazado de ser acusado a su padre para que lo apartaran tanto de Sevit como de su lado.

¿Hasta dónde podía llegar aquel profesionalismo que JiSung y Ahn jugaban a tener? La línea estaba difusa entre ambos, al ser un alumno, colaborador y enemigo de la escuela. ¿Hasta dónde Ahn llegaría para amenazar a JiSung?

JiSung no se dio cuenta cuándo se quedó dormido de trayecto a la escuela Dwight, solo despertó por el gran frenazo que le hizo golpear su frente contra el asiento del conductor.

¿Quién demonios fue el alumno que delató?

Mientras tanto, a un par de kilómetros más alejados, en un gran campus que le hizo sentir intimidado, MinHo paseaba entre los árboles para cubrirse del calor de verano. El poco tránsito de los estudiantes era comparable inclusive con el de Sevit, donde en la escuela parecía llevar una jornada más normal antes que la flexibilidad universitaria.

Ni sabía por qué estaba ahí. Yeji lo llevó como una oportunidad de ver nuevas cosas, pero MinHo no sabía qué más podía ver si es que no podía optar. Él no tenía un ingreso económico fuerte como para inscribirse en la universidad, y mucho menos la inteligencia como para mantenerse. Tampoco sabía si quiera de que trataba cada gran edificio que veía en el campus- de cuál era la biblioteca, las facultades y las carreras.

Era de envidiar a Yeji, quien parecía tener su enfoque en algo fijo. Una carrera simple que pudiese ser complementada con su carrera de basquetbolista. Sus ideales y metas eran fijas, y le orgullecía verla con la gran cantidad de alumnos reclutados y entrenadores que tenían estima en ella. En su amiga. En una chica. En una persona con fobia al tacto.

«Que genia mi amiga».

No obstante, MinHo era otra cosa. Entraba a los edificios, veía sus recepciones, primeros y segundos pisos, las propagandas y artes colgadas en las paredes. Había tableros grandes con diarios murales que lograban identificar la facultad donde se encontraba, junto con actividades, seminarios, charlas y talleres tanto destinadas a las carreras como transversales. ¿La vida universitaria era como en las películas que ha visto? Tampoco es como si haya visto muchas- más allá de algunos doramas que vio por el hombro de Yeji o por películas como Pitch Perfect o Monsters Inc. University. Lucía intimidante todo aquel ambiente académico.

MinHo se quedó mirando uno de los tableros de anuncios del edificio, de la carrera de periodismo. Pensó en Yuna, y en cómo se afiliaba con Kim RyooNah de forma positiva como un gran mentor (aunque era un gran generador de caos). Pensó en SeungMin, en Chan, en ChangBin y en Lia, quienes tenían sus futuros decididos con lo que harían. En HyunJin, que estaba cegado con la idea de asistir a la Universidad Artística. Inclusive RyuJin, quien se acentuó en querer tener su propia cafetería.

Era positivo verlos tener ambición, más MinHo no creía poder corresponder con ellos.

«Soy lo suficientemente tonto como para entrar a la Universidad. Jamás me aceptarían en una».

Si es que Yeji lo llevó para desanimarlo, entonces lo logró. MinHo no cumplía con el estereotipo Sevit como para estar ahí siquiera, él no era digno; creía que los alumnos o trabajadores que rondaban el campus conocían la verdad de él, su historial, lo problemático que era, su problema cognitivo, la carga que podía ser. MinHo era una cosa que iba más allá de lo claro, dentro de la estructura normal de las demás personas. MinHo era anormal para ese lugar.

Aunque, con lo visto en películas, series y el ánimo con el que Yeji hablaba, a MinHo le gustaría darse la idea de entrar a la universidad.

Se regresó al gimnasio y se ubicó en las gradas, donde los acompañantes de los jugadores reclutados esperaban a que terminaran. MinHo se sentó entre una madre y una novia, y sacó su celular para perderse con algo entretenido ahí más allá de clavarle el visto a JiSung.

Ah, JiSung. ¿Qué hará él cuando se gradúe?

Han JiSung, 3-A, SEVIT

Oye <<

Qué vas a hacer cuando te gradúes? <<

Qué estudiarás??<<

Solo pasaron quince segundos para que MinHo bloqueara su celular, molesto. JiSung no le contestó el mensaje. ¿Qué tanto podía estar haciendo él que no contestaba los mensajes de MinHo?

Bueno, era comido por los leones.

—Lo que usted me está diciendo es que Sevit es seguro. —Un padre de la escuela media Dwight habló a JiSung, en el hemiciclo del edificio, acompañado por cientos de padres más—. Pero, ¿cómo se confiará si es que es un internado? ¿Tú sabes lo que significa eso?

—Claro, señor. Estudio ahí —contestó JiSung con sarcasmo. Ahn le chistó desde la primera fila.

—¿Cómo sé que mi hija no va a estar teniendo comportamientos inmorales ahí? Sabemos lo que son los adolescentes, y tenerlos encerrados en un lugar, las veinticuatro horas al día, no beneficia al estudio. Se distraerán.

—Bueno —nadie escuchó el estómago de JiSung rugir durante la respuesta—, si su hija es lo suficientemente disciplinada. No estará distraída con cosas inmorales.

Un par de comentarios indignados ante la soez de la respuesta hizo que Ahn volviera a chistar. JiSung estaba lo suficientemente hambriento como para no pensar claro, pero el sufrimiento se extendería si es que no era complaciente con el resto.

—Lo que quiero decir —retomó JiSung, antes de que el ofendido padre hablara—, en Sevit hay constantes estímulos que favorecen al aprendizaje. Hay clubes, actividades, clases y deberes en las que uno se concentra. Todo comportamiento inmoral es disminuido al estar concentrado en las reales cosas. Además, Sevit tiene un estructurado sistema de vigilancia por parte de docentes y vigilantes de dormitorios que se encargan de mediar el comportamiento entre los alumnos. Es algo que Sevit se preocupa realmente.

«Realmente que los imbéciles hicieron todo un caos solo por una fotografía mal intencionada».

El padre lució más complacido con la respuesta, lo que hizo a Ahn sonreír. JiSung solo suspiró por la nariz antes de ir por la siguiente pregunta.

Tener las contemplaciones de lo que padres pueden consultar era un poco incongruente bajo el estilo de vida de JiSung, cuya madre lo metió a un internado a los doce años para no salir de ahí hasta sus dieciocho-diecinueve años. Era un poco irónico pasar de la primaria, escuela media hasta sus últimos años encerrado en instituciones, preguntándose si es que la línea que lo separaba a él de los reales niños institucionalizados bajo el gobierno eran muy diferentes ante la negligencia.

No lo malentiendan, JiSung ama a sus Yayos y a su madre, y meterse en un internado fue la manera más sencilla de huir del cuidado de su padre. Sin embargo, no quería creer que todos los padres presentes a la charla de Sevit eran crueles como para abandonar a sus hijos así, meterlos en un lugar y dejarlos ser autónomos con las decisiones académicas que afectarán a su futuro.

Sevit imponía reglas, más no límites. Todos podían empujarse más de sí si es que era necesario. No obstante, ¿era positivo aquello?

«No lo hagan —quería decir JiSung a medida que las preguntas aumentaban—. No los metan acá. Van a sufrir. La van a pasar mal. Van a maltratarse a sí mismos y al otro. Se van a hacer viles, fríos y despiadados. No van a ser felices. No disfrutarán aprender. No disfrutarán tener amigos. No disfrutarán su adolescencia. No disfrutarán vivir».

Pero JiSung mentía. Era difícil, pero familiar de todas formas. JiSung sabía cómo ser convincente con sus respuestas aun cuando ya salió de lo más símil a la caverna de Platón. No había vuelta atrás, él sabía quién hacía las sombras que los esclavos veían, pero también debía de hacerlas también para que no salieran al mundo exterior si es que no quería ser perjudicado.

Pudiese que JiSung haya aprendido un poco de humildad en todo ese viaje de primer semestre, más no aprendió de la valentía. No creía adquirirla, ni mucho menos dar otra respuesta sarcástica cuando Ahn estaba en primera fila.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Algunos días después, el calor no cedía. La humedad estaba en su peak. Sevit no dejó de tener más de la mitad de estudiantes dentro de la institución.

—¿Es necesario que estudies? —preguntó RyuJin, en la sala de estudio, mientras dejaba un beso en la mejilla de Lia—. Es verano. ¿No te gustaría hacer algo más...?

—No. Estoy ocupada —cortó Lia, mientras resolvía un ejercicio de matemáticas—. Ah, casi lo olvidaba. Iremos el fin de semana a la casa de mis tías para una barbacoa familiar. Tiene piscina, para que lleves traje de baño.

RyuJin quedó descolocada. —¿Qué? ¿Quieres llevarme con tu familia?

—También me pregunto cuándo me llevarás a conocer la tuya —dijo Lia, sin despegar la vista de su cuaderno—. Ya es tiempo, ¿no? Tres meses de relación.

—¡¿Tres?!

El resto de los chicos del salón chistaron para que se callara. Lia al fin despegó su vista de su cuaderno, seria.

—Tres meses de relación, RyuJin —replicó Lia—. Ya es hora de que conozca a tu padre. Iremos el fin de semana antes del inicio de clases a la barbacoa. Y lleva ropa decente —la miró de pies a cabeza—, son un poco conservadores.

RyuJin estaba sin palabras, paniqueada. Asintió reiteradas veces y, con suavidad, se excusó para salir con rapidez de ahí. Mensajeó a HyunJin y, tras no recibir respuesta, fue enseguida hacia su dormitorio. Rápida. Veloz. Oh, el alma se le estaba escapando por la boca.

Tan pronto como llegó, golpeó con sus puños la puerta. Se escuchó un «¡Ya voy!» frustrado al otro lado y, cuando HyunJin abrió, RyuJin atrapó enseguida sus palabras cuando notó a JeongIn sobre la cama de HyunJin.

—Eh- ¡¿Eh?! —apuntó RyuJin a JeongIn, acusatoriamente.

—No es lo que parece —aclaró HyunJin enseguida—. JeongInnie solo me está corrigiendo el portafolio y ayudándome en mi redacción para las cartas de motivación y de recomendación a la Universidad Artística, ¿no es así, JeongInnie?

Contento, JeongIn asintió.

—Me conseguirá una carta de recomendación de su madre, ¿no te parece genial? —HyunJin codeó.

RyuJin le golpeó la cabeza, y lo jaló desde la oreja hacia el pasillo. Una vez que la puerta estuvo cerrada, ella deliberó sus aleteos en frustración.

—Lia cree que llevamos tres meses de relación —susurró RyuJin—. No llevamos tres meses. No creí que llevásemos un conteo. ¡No creí que fuera serio!

—¡No! —HyunJin se tomó el rostro, igual de mortificado—. ¡Pero, RyuJin!

—¡Lo sé, HyunJin! ¡Y saber que tú haces lo mismo con ese niño no me consuela!

—No, alto. Con JeongIn no estamos en nada —aclaró HyunJin, ofendido—. Solo estamos siendo amiguitos-

—Ay, por favor. No me lo creo cuando él, cada que te ve, saca corazones porque eres su despertar sexual o primer beso, qué sé yo.

—Solo somos amigos —reiteró HyunJin—. Lo trato como a todos mis amiguitos. No como tú, sucia barata, que juega con la chica más millonaria de esta escuela y no sabes ni siquiera depilarte de forma decente.

—¡Hijo de-

—Me están obstaculizando.

Los dos saltaron tras escuchar a SeungMin, quien, cansado, cargaba su mochila luego de su extensa sesión de estudio en la biblioteca.

—Ah, SeungMin —RyuJin lo tomó del brazo—, tú que eres bueno para guardar secretos.

—¿Lo soy?

—¿Qué piensas de la gente que utiliza a otra persona en beneficio propio? ¿Ilusionándolo románticamente solo para fines egoístas?

SeungMin bufó una risa, y miró a HyunJin. —¿Qué? ¿Descubrieron tu plan?

—¡No es un plan! —HyunJin no entendía por qué lo veían de esa forma—. JeongInnie me agrada.

—Muévete si no quieres que te patee la cabeza.

—No, ¿y qué piensas de la gente que sigue tonteando con otras personas, aun cuando lleva una relación de tres meses con la hija del jodido Servicio Médico Legal? —consultó HyunJin, por otra parte, con su vista fija en RyuJin.

SeungMin suspiró. —Me da igual. No me metan en sus problemas.

—Traidor —siseó RyuJin entre dientes hacia HyunJin—. Sucia perra. Se te caerá el pene por traidor.

—Y a ti se te va a escocer la vagina si sigues de-

—Cállense —de nuevo, SeungMin interrumpió—. Ni siquiera deberían de estar acá hablando de cosas privadas.

—Uy, cosas privadas —RyuJin codeó a SeungMin, burlesca—. ¿Hay un homofóbico en el grupo?

—¿Qué? No soy homofóbico.

—Demuéstralo.

—No soy homofóbico —SeungMin sacudió sus manos.

—Sería muy loco si fuese homofóbico —opinó HyunJin—, considerando que tu mejor amigo está de novio con un chico. Eso vuelve loco a cualquiera.

—JiSung no está de novio con un chico.

—Uh, entonces es homofóbico.

—Que no lo soy. Solo soy pudoroso con mi vida sexual —aclaró SeungMin—. Mi último interés es saber con quién se acuestan ustedes, las infecciones que se pegaron en el proceso y lo malas personas que pueden llegar a ser.

—Deberíamos darle una lección —RyuJin le dijo a HyunJin, imitando de muy mala manera a un brabucón de caricatura occidental—. Una que aprenda a no meterse con los gays.

—Ay, por favor. —Exclamó SeungMin, cansado. Pensó la situación por un momento y, en vista que no le iban a dejar pasar, decidió tomar a HyunJin de la nuca y plantarle un beso en la boca. Rápido, eficiente y, por supuesto, lo suficiente como para que lo dejaran tranquilo—. ¿Vieron? No hay homofobia. ¿Puedo entrar-

Pero no, porque aparte del grito de risa de RyuJin, HyunJin tomó a SeungMin de la nuca para, de forma torpe, regresarle el beso. SeungMin dio un paso hacia atrás para estabilizarse, y tomó a HyunJin de las muñecas para poder apartarlo de él.

No obstante, en el apogeo del drama, la puerta fue abierta. JeongIn lucía adolorido, sorprendido y, sobre todo, entristecido. Vaya, que sus ojos se entristecían.

—Ah, era SeungMin —soltó JeongIn, sin importar de cuán incómodo estaba el ambiente—. Seguro. Claro. Por supuesto...

—Esto es solo un chis-

HyunJin no continuó. JeongIn solo se fue del dormitorio para ir hacia el propio, mientras que SeungMin ingresaba a su cuarto y RyuJin se partía de la risa a un lado.

JeongIn llegó a su dormitorio, fue hacia su escritorio, sacó el pequeño rociador de «agua bendita» y, con un sollozo resoplado, se encerró en el baño.

Ni a MinHo ni a ChangBin podían importarle menos. Ellos estaban en su propio mundo.

Tal vez podía existir una forma de hacer las cosas de forma correcta, o una ideación que fuese un poco más allá de sus límites. Salir de la caja, era la premisa.

Y cuando tu compañero de cuarto era el presidente del Centro de Estudiantes, debías constantemente salir de la caja. Aun cuando hacías oídos sordos a los resoplidos de tu compañero de cuarto en el baño.

—Quiero cambiar el enfoque, dejar un legado —aclaró ChangBin, sobre la litera de MinHo y con una irrupción del espacio privado de él muy notorio. MinHo no estaba muy cómodo, en especial porque leía con cuidado del manhwa BL erótico que Yeji le prestó para fines educativos—. No puedo seguir siendo el mismo presidente que se deja pisotear.

—«Deja pisotear». Eso es genial —MinHo le palmeó el hombro—. Felicidades, compañero ChangBin.

—Gracias. Mi enfoque está hacia la gente, hacia el cuidado de ellos- la protección de mi pueblo —aclaró. ChangBin le quitó el manhwa a MinHo, lo lanzó hacia abajo y le entregó su libreta—. He hecho códigos en las quejas comunes que los estudiantes emitieron en los buzones de ayuda, aquellos que colocamos para ayudar al profesor Kim. Sus problemáticas no solo van destinadas hacia el ámbito académico, pero también hacia áreas mucho más sociables. Tenía pensado implementar reforzamiento para alumnos menores con alumnos mayores de guía para, así, tener una mejoría en el sentido de unidad.

—«De unidad- unidad» sin sentido —criticó MinHo, mientras leía los códigos colocados. ChangBin inclusive había hecho el trabajo de no solo titular las quejas, pero también transcribirlas. Eran más de cien—. Aquí no quieren aprender más. Quieren descansar.

—Si se sienten satisfechos con su estudio, podrán descansar.

—«Podrán descansar». No. Mira- esto lo aprendí en la escuela media: como no me resultaba un paso porque me exigía tanto en que saliera bien, me rendí. Estuve varios días sin intentarlo hasta que, en un brote de inspiración, volví a hacerlo y resultó. Ese espacio vacío- la latencia entre actos, hizo que el paso marinara en mi sistema para que ya fuese natural. Con el estudio es lo mismo, creo yo. Si dejas de bombardear académicamente a los alumnos, entonces podrán digerir mejor lo que ya aprendieron para estar frescos para el nuevo contenido.

ChangBin reflexionó las palabras de MinHo por un tramo tan largo que luego captó que el presidente no había entendido nada de lo que dijo.

—¿Descansar? —preguntó ChangBin—. ¿Solo hay que descansar?

—Solo hay que descansar —concordó MinHo, y sonrió—. Por eso en los examenes de mediotérmino del primer semestre no estudié. Estaba descansando. Por eso, saqué cien en el ensayo de Ética y Filosofía- ¡Ah! ¡Eso también ayuda!

—¿Ser un vago?

—«Un vago- ser un» ¡No! Nuevos métodos de evaluación. No tenemos que estar todos pegados en un examen de alternativas- eso da una ventaja a los que saben leer —expresó MinHo—. Yo odiaba que eso sucediera- como me dificulta la lectura, me iba mal en las evaluaciones- pero desempeño en otras cosas. No sé, evaluar otros ámbitos de uno.

—¿No crees que sería un método para salvarte? —consultó ChangBin—. Digo, para ti mismo. Esto beneficiarte para ti.

—«Para ti». No creo ser el único estudiante tontito —consideró MinHo—. A lo mejor otros no lo dicen porque temen a que los maltraten. Qué se yo. Seguramente no habría sido tan acosado si no me hubiese presentado en primer año como un trastornado.

—¿Entonces? ¿Qué puedo hacer?

—Hacer una propuesta de pausa activa, o algo así —ideó—. ¿Por qué no le preguntas a JiSung? Él ha estado dando cátedras en distintas partes estas últimas semanas.

—JiSung respalda más a Sevit. Quiero a alguien que respalde más a los estudiantes.

MinHo miró a ChangBin, extrañado. —«A los estud- estudiantes. A los estu-», pero JiSung no respalda a Sevit. No les interesa.

—Eso es lo que me deja un poco a la defensiva —confesó—. A JiSung nada le interesa. Me sorprendió que hubiese dado la idea de ir a respaldar al profesor Kim con Ahn, pero él no luce importarle algo de verdad. Está ahora haciendo propaganda para que más chicos ingresen acá, y para que las Universidades nos presten atención. Le gusta que Sevit lo utilice para campaña. ¿Por qué él estaría interesado en esto?

Era verdad, MinHo no lo había visto de esa forma. Claro que sabía cómo era la realidad de las cosas, más si es que era una de las perturbaciones de JiSung; a pesar de, tampoco impedía que el resto se hiciera una imagen sobre él que estuviese apegada a la realidad y alejada a las intenciones verdaderas.

Además, que ChangBin le hablara de JiSung hizo que MinHo sostuviera literalmente su boca para que su nombre no se repitiera como cacatúa desesperada.

—«Intere- interesado en esto». No sé, pero está bien —MinHo se encogió de hombros, con ganas de cambiar de tema—, pero JiSung no es relevante-

—Es el primer lugar, ¿cómo no es relevante? Todo pasa por él. A él le toman más en consideración y respetan su opinión. En cambio yo, ¿qué? ¿Gané elecciones democráticas para representar a los estudiantes, y aun así prestan más atención a la palabra de él? ¿Y hacen gestiones con él? ¿Y yo solo debo acatar lo que me dice Ahn? JiSung ha opacado mi brillo como presidente.

—«Como presidente». O sea, JiSung brilla por cuenta propia-

—Por eso, es necesario dar otro enfoque a mi gobierno —continuó ChangBin—. Más comunitario, más cercano. Si continúo colocando esta distancia, estimando más a las opiniones de Ahn y no del pueblo, entonces, ¿cuál es mi rol si es que ella se encandila con lo que JiSung dice? Debo hacer cosas —acotó, seguro—. Quiero lo mejor para mi gente.

—«Para mi gente». Si notas que eres presidente de una escuela, ¿cierto? —ChangBin asintió—. Cool, solo quería saber si estaba claro.

—Además —agregó ChangBin, esta vez un poco más disimulado—. ¿Qué no me hace creer que él fue quien denunció a Sevit?

La sonrisa burlesca de MinHo se evaporó, y negó enseguida. —¿Denunció a Sevit? ¿Han JiSung?

—Ajá.

—Ajá... Ay, ChangBin, por favor. —«Él ya me lo habría dicho»—, tú mismo dijiste: JiSung es un desinteresado. No se habría desgastado en generar una denuncia con un sistema que él ni siquiera le tiene fe. Debió de ser alguien más.

—¿Crees que haya sido la misma persona que filtró los videos?

De nuevo, MinHo se colocó serio. Verdad que sus videos fueron filtrados, y aunque aun no sabía quién fue (a raíz que él tenía una ligeeeera cantidad de enemigos), tampoco había vuelto a bailar desde ese entonces.

Aun así, MinHo negó. —«La misma persona-» no lo hizo —contestó—. La denuncia a Sevit pudo ser cualquiera. Los videos filtrados no. Pero ya no quiero hablar sobre eso.

—¿Aun crees que fui yo?

—«Fui yo». Parcialmente, pero no quiero hablar sobre eso.

—No fui yo —insistió ChangBin—. Te lo dije: yo no quiero hacerte daño. Sé que nunca fuimos amigos o nos llevamos bien, pero ni en ese tiempo ni ahora habría querido hacerte eso. Es caer muy bajo; yo tengo orgullo; y, además, me agradas.

Okey, no es como si fuese muy implícito que su relación con ChangBin había mejorado los últimos meses (teniendo en cuenta que comenzaron en cero); no obstante, ChangBin era la primera persona no solo del White Tiger pero de Sevit que le decía no solo que le agradaba, pero que tomaba en consideración aquello como un avance entre ambos.

Era extraño. ¿MinHo estaba, al fin, siendo aceptado?

Un tramo bastante largo, uno que se vio genuinamente interrumpido cuando su celular vibró. Lo sacó bajo la almohada y, tras notar que era un mensaje de JiSung, su rostro se sonrojó.

—Me agradas —replicó MinHo, sin ánimos de ser repetitivo—. Y me tengo que ir. Qué buena reunión, presidente. Veámoslo para el siguiente encomendado.

—¿No te gustaría participar en las reuniones? —ofreció ChangBin, mientras veía a MinHo bajar de la litera—. Las de delegados del Centro de Estudiantes. Podrías colaborar, también.

Y, con la sensación cálida en su pecho, MinHo asintió.

Se largó del dormitorio solo con su celular y sus sandalias, las cuales destacaban el color amarillo de las uñas de sus pies. Su pie ya no dolía tanto al caminar, lo que era un fresco tras dejar la bota y abrazar el verano en su propia cuenta. Nada de lo que pasó las últimas semanas lo esperó.

MinHo se encontraba inseguro. Cada paso que daba para salir del dormitorio de varones y atravesar el terreno para llegar al edificio de la escuela le generaba una fuerte aprehensión en el estómago.

Porque, ¿tenía sentido? MinHo nunca le gustó estar en Sevit, y las primeras partes de sus vacaciones las disfrutó estando en su casa; sin embargo, los sentimientos iban más allá, guiándolo a esa fase incomprensiva donde se preguntaba cuál era su posición social si es que no era más que un tonto, y de por qué gente comenzó a tener estima de él.

Estima. Esperanza. Fe. Potenciarlo en cosas que MinHo no creyó que haría. Él solo quiso estar enfrascado en el Real King, en su baile, en el restaurante y en su madre; no quería verse en otra parte porque era lo único que podía aspirar- en lo que le insistieron que aspirara.

Sin embargo, ahora se sentía un poco más seguro. Ahn le destrozó el autoestima, pero no cree haberse perdido por completo. Él puede encontrarse clínicamente tonto, más sí creía que podía coexistir el hecho de que era bueno en otras cosas, que tenía un poco de humanidad que el resto carecía, y que eso podía afectar positivamente a lo que lo rodeaba.

Más si es que lo esperaban. Una vez que MinHo llegó al club, vio a JiSung terminar de acomodar las colchonetas al fondo, aquel donde fue el Real King, donde un póster de Michael Jackson era colgado de forma pobre, donde aun no hubo una reapropiación de que aquel no solo era el White Tiger. Ambos clubes podían coexistir. MinHo podía coexistir.

Sobre las colchonetas estaba la laptop de JiSung, y una gran bolsa de frituras. MinHo caminó hacia allá, dejó sus sandalias esparcidas, y se acomodó enseguida en la colchoneta, recostado.

—Nada de películas, por favor, que no quiero pensar —pidió MinHo.

JiSung lució un poco conflictuado en cómo acomodarse, solo para ganarse junto a MinHo en una distancia que incluso era ridícula. —Veremos Más Allá del Bosque. Es corta, pero te ayuda a pensar. Dejemos que tus neuronas florezcan.

—«Florezcan». Imbécil.

Aunque JiSung se encontraba a una distancia prudente de MinHo, él tuvo la necesidad de quererlo de distinta forma.

Era contradictorio. Lo quería totalmente pegado a su cuerpo, pero también lejos. Y JiSung parecía querer respetar todo lo que MinHo decía, porque ningún movimiento ha hecho sobre él desde lo que pasó en el autobús. ¿Acaso JiSung lo respetaba de verdad, o simplemente perdió el interés de sus sentimientos?

Eso no sería justo. MinHo recién y estaba entendiendo qué era el amor romántico con JiSung, y el otro le daba por superarlo. ¿Tan rápido acababa todo? ¿O MinHo no valía la pena para tener continuidad?

¿Por qué JiSung estaba tan lejos? No. ¿Por qué estaba tan cerca? ¿Acaso JiSung lo quería de verdad, o solo estaba siendo condescendiente? ¿JiSung hablaría de MinHo de la misma forma en la que habla de Lee SooJin? ¿O ella era una cosa más estratosféricamente diferente como para compararse?. «Ay, MinHo, no te compares con Lee SooJin. Ella es mucho mejor que tú».

Porque ella era linda, inteligente, capaz de captar la atención de JiSung porque era una genia- hacía algo para el resto, y estaba viviendo una vida más digna de lo que era para el tipo de persona de JiSung que lo que es MinHo. ¿Por qué JiSung se fijó en alguien como MinHo?

¿Y MinHo en alguien como JiSung? El chico estaba tan sobre MinHo que apenas podía verlo. ¿JiSung miraría para abajo, solo para ver a MinHo?

Aunque JiSung estaba ahí, a su lado. Con la distancia entre ambos para dejar la bolsa de frituras y su laptop, con la caricatura reproduciéndose.

Estaban los dos solos, en el club, a voluntad propia. MinHo le dijo a JiSung que quería estar con él, y fue recíproco. MinHo construyó algo con JiSung, y temía demasiado desmoronarlo; aun cuando lo hizo un instante, se perdió de forma parcial, y si es que JiSung podía mentirle como lo hizo, ¿qué no le hace creer que vaya a aprovecharse de eso de nuevo?

—¿Qué pasa? —preguntó JiSung—. No has comentado nada ofensivo en la última media hora.

—«Media hora». Hm, solo me atrapó la serie. —«Aunque no entienda nada de lo que pasa».

¿Por qué no podía ser normal, y dejar de tener miedo? O simplemente expresar su miedo. No podía entender las funciones del amor, ni la constitución logística. ¿MinHo era muy tonto como para enamorarse? Él escuchó cómo el amor te hace tonto, pero parecía que solo era la gente inteligente quien podía lidiar. Por eso a JiSung se le hizo tan fácil, y a MinHo tan difícil.

¿Estaría bien si lo tomaba de la mano sin parecer un raro? ¿Si se apoyaba en él sin lucir como un hipócrita? ¿Si le conversaba de cualquier cosa sin verse como alguien que lo buscaba solo para hablarle porque gustaba de él? ¿Si le confesaba que, en verdad, no sabía lo que era gustar, así que solo vivía al compás de la improvisación?

¿JiSung se ofendería si MinHo solo estaba improvisando? ¿Y soportaría el malestar de MinHo al no poder entenderse? ¿JiSung gustaba de él lo suficiente como para tener paciencia, y aceptar el desastre que MinHo era?

Se sentía sofocado, inseguro, demasiado a la deriva. Quería a JiSung como amigo. Lo quería como novio. Lo quería para todo y para nada. Lo quería completo y en pedazos. Quería un espectro de JiSung- no, lo quería en su totalidad. Quería estar dentro de él y lo quería dentro suyo. Quería que fuera coherente y que, aquel bizarro miedo de lo que significaba el amor.

¿Qué mierda era el amor romántico?

Estaba tenso, más que de costumbre. Ni siquiera entendía por qué en ese instante era bañado por toda aquella inseguridad, si antes perfectamente podía convivir con JiSung. ¿Era porque hace no mucho estuvo en su dormitorio, viendo Arriety, con una insinuación que iba un poco más allá? ¿O era porque cada día que pasaba, se daba cuenta que el tiempo se acababa?

«Aunque, ¿el tiempo de qué? —se preguntó—. ¿Cuándo se acabaría aquella relación?»

Porque las relaciones se acababan, esa era una característica al amor romántico. MinHo no podía disfrutar todo si sabía que JiSung se acabaría.

«Entonces, debo de actuar rápido».

No podía hacerlo. El pánico estaba en sus huesos.

Y JiSung estaba a su lado, moviéndose tan normal como lo era comer frituras mientras hacía comentarios aleatorios sobre la serie para que MinHo replicara con monosílabos o incitaciones a que continuara solo para mantener la cabeza ocupada. JiSung no lucía pesquisar todo lo que generaba en MinHo.

Por lo que, de la manera más mecánica en la que su cuerpo podía moverse, tomó el brazo de JiSung. El otro lo miró, raro, en especial porque MinHo lo forzó a que se recostara en su regazo y, de forma robótica, palmeó la cabeza café de JiSung.

Pat – pat —susurró MinHo—. Pat – pat – pat.

Cariño, cariño. Afecto, afecto. JiSung se reacomodó en el regazo para estar más cómodo, apartando la bolsa de frituras para tener mejor vista de pantalla y, con cuidado, MinHo dejó de tocar a JiSung para, simplemente, acariciar su cabello.

JiSung no tenía idea de cuánto revolucionaba el interior de MinHo, y estaba ansioso porque llegase el día en que pudiese contárselo.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Un capítulo un poco de relleno, más haciendo la función de elipsis para el inicio del nuevo semestre.

Lamento la demora, es solo que, como comenté en mi muro, mi twitter y mi Instagram, EGRESÉ DE LA CARRERA, así que he estado sumida los últimos días entre una depresión post parto, estrés post traumático, estado de coma e ideaciones suicidas.

¡Gracias por leer!

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