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El tercer intento de tratado de paz

Capítulo 14

El tercer intento de tratado de paz

Mientras MinHo esperaba en la entrada de la escuela, recordó la conversación que tuvo con JiSung el día anterior, sábado. Le llamaba la atención la intención que tuvo él de querer acercarse a MinHo solo por experiencias similares, pareciendo no ser algo simple pero, a su vez, ser también algo que no esperaba que repitiera.

Porque, desde la sinceridad de MinHo, tener a gente empática a su alrededor no era algo que estaba acostumbrado. Claro, el equipo del Real King los consideraba sus amigos, pero MinHo se encargaba constantemente de no manifestar sus emociones, preocupaciones, dolencias o ansiedades, porque él era el líder de ahí. Si quisiera hablar con alguien, lo haría con el terapeuta. Pero, ¿con Real King? Jamás.

Por otro lado, Yeji era su amiga- su mejor amiga, quien conocía desde que nacieron porque sus madres eran amigas. Encontrarse en la vida era casi inevitable si es que vivían en casas pareadas, o Yeji se colaba en su dormitorio, o fueron a cada institución escolar pegados de la cadera: misma escuela, mismo salón; inseparables.

Por lo que, ante esa falta de separación, a veces MinHo se olvidaba de que existía como persona más allá de ella. No era solo el amigo de Yeji, y aquella distinción sólo existía cuando era la misma Yeji la que le generaba algún tipo de preocupación porque, ahí, MinHo se distinguía solo.

No obstante, y para su sorpresa, no se sentía de esa forma en ese momento.

En la entrada de la escuela, los alumnos de otros grados llegaban con rapidez para cumplir sus horas de estudio- autoexigidos, por supuesto. MinHo no creía que Sevit se diera el tiempo de generar un horario a cada alumno porque, para eso, entonces MinHo tendría cerca de diecisiete horas de estudio autónomo a diario. Y con todos los estudiantes que entraban, MinHo se preguntó si es que JiSung también estudiaba con ese mismo énfasis que hacían los demás, o solo se dejaba llevar.

«¡¿Qué?!»

Pensar en JiSung le fue vomitivo, tanto que estrelló su cabeza contra la cabina del conserje de la entrada.

—¿Sabes que puedes estar durante el día en el dormitorio? —preguntó el conserje, tras despertarse de su siesta para ver a MinHo—. Como, literalmente, no estar acá.

—«No estar acá», espero a alguien.

—¿Qué me importa, chico? Lárgate.

No lo hizo, porque MinHo quería esperar a Yeji. Ella le dijo que llegaría cerca del mediodía, antes del entrenamiento de Sharon. Su madre le había recomendado no revisar el celular para descansar mejor, por lo que no pudo conversar con ella de todo lo que a MinHo se le pasaba por la cabeza.

Como lo fue la intervención de JiSung.

¿Qué onda con eso? De pronto, ambos tenían traumas compartidos, ¿y ya se llevaban bien? ¿Es que JiSung ignoraba deliberadamente cómo es que, cada que interactuaban, algo malo pasaba con MinHo?

JiSung era el jodido llamado de mala suerte de MinHo. Cada que lo tenía cerca, algo malo pasaba. Momentos antes del partido, RyuJin le dijo que a lo mejor él gustaba de JiSung; tal vez eso mufó el desempeño de Yeji y le pasó aquello. De otra forma, no lo entendía.

No obstante, tampoco rechazaba del todo la presencia de JiSung. Sí, era un elitista insufrible, sabiondo y con cara de trasero; no obstante, cuando él dejaba lo insufrible y sabiondo de lado, e inclusive lo elitista, era simpático.

¿JiSung pensará eso de MinHo, también?

«¡¿Y qué me importa a mí?!»

De nuevo, MinHo estrelló su cabeza contra la cabina del conserje.

—Ay, MinHo, ¿qué demonios te sucede?

La voz madura de la madre de Yeji le hizo caer en cuenta de su situación, para encontrarla a ella llevar a su lado a Yeji, cargando de su mochila y vestida con ropa deportiva.

—«¿Qué demonios te sucede?» —repitió MinHo, al tragar—. Peleo con las voces.

La señora Hwang volcó sus ojos antes de entregarle la mochila a Yeji, aferradas del otro lado de la correa.

—Cualquier cosa, vas a la enfermería.

—Está bien, mamá —Yeji colocó la mochila en su hombro, cansada—. No hay nada de qué preocuparse...

Ni ella sonaba segura, pero MinHo no refutaría eso. Se terminó de despedir de la señora Hwang antes de que los dos emprendieran una silenciosa caminata hacia la residencia femenina.

Yeji lucía tranquila, y tarareaba una canción mientras, con esfuerzo, ignoraba las vistas que MinHo le generaba con preocupación.

—¿Me vas a ver o hablarás como hombre?

—«Hablarás como hombre» —optó MinHo—. ¿Segura que estás bien para regresar?

—¡Claro! No es la primera vez que sucumbo del pánico luego de haber sido tocada por alguien —concedió ella, divertida—. No me voy a limitar más, de todas formas.

—«No me voy a limitar más». Pero te desmayaste.

—¿Y? No es la primera vez que lo hago.

—«Que lo hago», pero sí frente a tantas personas. Eso fue a propósito —aseguró MinHo.

Yeji le dio una vista de reojo antes de asentir. —Lo fue.

—¿«Lo fue»? —MinHo detuvo su andar, curioso—. ¿Fue a propósito?

Yeji se giró, e hizo un ademán con sus manos. —Pero- tú dijiste que lo fue.

—«Lo fue», y tú me das la razón. ¿Fue a propósito?

La forma en la que MinHo preguntó hizo que Yeji escondiera sus manos en los bolsillos, insegura. MinHo dio pasos hacia ella con insistencia.

—Lo fue —terminó por corroborar MinHo—, ¿qué te-

—No quiero que hagas algo al respecto.

—«Algo al respecto». ¡¿Entonces?! —Claro que la pedida de calma de Yeji no iba a funcionar—. ¡¿Sí fue algo?!

No es como si Yeji quería comentarlo- ella quería dejar las cosas como estaban, MinHo sabía eso. No obstante, la insistencia y terqueza de MinHo podría estirarse hasta la irritación total, por lo que Yeji, frustrada, se restregó un ojo.

—Es solo una teoría...

—«Teoría». Habla, mujer.

—Bang Chan-

Antes de siquiera completar al información, MinHo ya cambiaba de dirección hacia el dormitorio de hombres.

—¡Alto, alto, alto! —Yeji se apresuró en alcanzarlo—. ¡Te dije que es una teoría!

—«Teoría» mis nalgas. ¡Ese hijo de puta sabrá lo que- ¡UGH!

Yeji colocó la correa de su mochila alrededor del cuello de MinHo, ahorcándolo para detenerlo.

Del desconcierto, MinHo se sacó la correa. —¡Oye!

—No hagas algo, por favor —pidió Yeji—. En serio solo es una mala teoría- fue un mal pensar de mi parte.

—«Mal pensar de mi parte», entonces, ¡dime qué pasó!

Yeji ni siquiera podía estar segura si es que su teoría tenía algún tipo de fundamentos, lo que le hizo sentir culpable por la forma tan indiscriminada que estaba culpando a Chan solo por el rencor que tenían desde el pasado.

Antes del partido, ella vio a Bang Chan y a ChangBin acercarse al equipo de la escuela privada, a hablar algo que ella no identificó. Demasiada fue su atención porque estaban detrás del gimnasio, y a Yeji le fue inevitable no seguirlos ante la burda idea de que tal vez Chan fumaría antes del partido.

Sin embargo, de nuevo, solo era una teoría sin fundamentos. Yeji se lo repitió incesante veces a MinHo para que lo entendiera; no obstante, la terqueza de MinHo y la forma tan precipitada de hacer las cosas le rechazaba cada oportunidad que tenía para justificar a Bang Chan por una nueva ofensa.

—¡Infeliz, maldito, bastardo, sucio coyonko! —MinHo soltó, enfurecido—. ¡Y te da por justificarlo, que es lo peor!

—¡No lo justifico! —aclaró Yeji—. ¡No quiero pensar mal de él como capaz de caer tan bajo y hacer eso-

—¡«Caer tan bajo»! ¡Si él es capaz de hacerlo! —MinHo bufó de frustración—. Es capaz de hacer todo- ese malnacido perro de la calle. Y que te saque todo tu lado empático no es bueno- niña, que él va a abusar de la confianza que por alguna razón le das.

—¡No le he dado confianza!

—¡«No le he dado confianza»! ¡Intentas justificar una teoría tuya que está tan obvio que fue así, por algo que ni siquiera debería de tener un gramo de empatía tuyo!

—¡Es que, MinHo-

—«MinHo» nada —detuvo él—. No sé qué idea te dejó Chan como para que estés pensando tanto en él, pero te aclaro de que sigue siendo mala persona. Ya no es el idiota que te regaló pollo frito en primer año porque lograste ingresar en el equipo de baloncesto. Ahora él...

—... Es el idiota que hizo que me sacaran.

La noticia cayó en la decepción de MinHo, lamentado. Yeji lo había soltado con una naturalidad total que, ante sus sentimientos, MinHo solo pudo pensar en la culpa.

—«Hizo que me sacaran...» Lo siento —fue todo lo que MinHo pudo decir.

Yeji tomó su mochila y se la volvió a colocar. —También yo.

La fobia de Yeji era una lucha perdida.

No obstante, el aire de melancolía se disipó con rapidez ante la actitud de ella, quien, con optimismo, aplaudió. —¡No todo está perdido! —dijo—, porque, si es que ingresé por una beca de deporte, claro que tendré que ingresar a otro club.

—«Ingresar a otro club», ¿e ingresarás al de béisbol? —MinHo hizo una mueca—. Dudo que SeungMin te quiera tener ahí.

—¿Para qué entrar al de béisbol, si puedo entrar a las porras? —Yeji le sonrió—. ¿No te parece que es lo más sensato?

«No lo es», quería decir MinHo, pero como Yeji no le comentaría sobre su gran decepción por haber sido expulsada del equipo de baloncesto que MinHo, en virtud de ella, correspondió la sonrisa.

—«Lo más sensato» —repitió, casi sarcástico.

Mientras, en el dormitorio del tercer piso de la residencia masculina, JiSung se miraba fijamente al espejo.

Ya se había afeitado, y parte de sus granos se irritaron en el proceso- como siempre. Ah, como le hartaba tener granos y afeitarse, pero la escuela tenía una regla estricta con los hombres respecto al vello facial, así que JiSung no podía hacer mucho; usar sus privilegios de primer lugar eran latentes, pero tampoco le agradaba la idea de sacarle provecho a algo que él tampoco encontraba mucho sentido que existiera.

En el retrete había dos camisas, una de color café y otra de color negra. No le gustaba llevar muchas camisas, pero le eran cómodos por los chalecos que a su abuela le gustaba tejer. Se probó las dos camisas de distinto color y, aun con su vista a través del espejo, no podía decidirse por alguna.

Y su cabello, ese era otro caso. Uno de los pocos privilegios de primer lugar era su cabello que iba un poco más largo que el de la media, sin tener el riesgo de recibir puntos de demérito. Le gustaba la forma en la que las ondulaciones de la permanente cayeran sobre sus ojos, inclusive cuando a veces picaban, sentía que le acentuaba bien en la cara y le tapaba las marcas de acné.

Ugh, acné. Su abuela le dijo que pronto pasaría, e inclusive la crema de leche de cabra serviría, pero JiSung no quería experimentarlo tampoco.

Además, ninguna de las camisas que se probó se le veían bien. ¿Es que no podía tener un cuerpo mejor? Claro, si hiciera más ejercicio podría compensarse, sin embargo, y con sinceridad, él apenas tenía interés de salir de la cama cuando estaba aferrado a un buen libro.

Sumado a eso-

—¿Qué te toma tanto tiempo? —Sin escrúpulos, Hwang HyunJin le abrió la puerta del baño—. La gente mea.

¿Para qué pelear con alguien que solo aprendió a hablar para decir estupideces? JiSung terminó por decidirse el usar la camisa negra y salir del baño.

HyunJin, impertinente, se metió su cepillo de dientes a la boca y lo siguió por el dormitorio. Un desastre, claro está. SeungMin era el único que mantenía su espacio en la litera sobre la de JiSung con orden, junto con su escritorio. Por otra parte, el resto del cuarto era un caos de ropa, libros, apuntes y comida de hace meses.

—¿En serio te colocarás eso?

—¿Hm? —JiSung fue hacia su escritorio. ¿Qué libro debería de leer? Varias copas estaban esparcidas en la superficie.

—Tenemos entrenamiento.

—¿No te metes en tus propias cosas? —preguntó SeungMin a HyunJin, terminando de colocarse su chaqueta de béisbol.

—Oye, solo advierto —se defendió HyunJin—. Si vamos a terminar igual que la sesión pasada...

—No es problema tuyo.

Ay —HyunJin chasqueó su lengua—. Uno solo intenta ser amable.

Son of a bitch!

Los tres chicos saltaron en el instante en que Felix golpeó su escritorio, enfurecido, se sacó sus auriculares y se levantó con enojo de ahí.

—¡Odio a los japoneses! ¡Siempre hacen trampa en el League of Legends! ¡Creen que, porque juegan contra un coreano, tienen derecho a colonizarme!

—Eres australiano, Felix, ¿qué hablas?

Felix, aun enojado, se fijó en JiSung. —¿Y tú qué? ¿Te vas a la misa?

JiSung resistió el impulso de querer cambiarse la camisa.

Rato después, en el club White Tiger, JiSung continuaba con una nueva lectura. Le gustaba leer libros infantiles, luego de toda una vida leyendo libros que consideraba de adultos porque sus abuelos no tenían otra entretención más allá de la lectura. Recaer en los libros juveniles e infantiles generaba cierta sensación de conformismo dentro de JiSung, incluso podía decir de consuelo.

En ese caso, mientras que el resto de sus compañeros de club continuaban con sus incesantes estudios y el Real King esta vez hablaban de la pelea del gimnasio del viernes, JiSung leía El Superzorro de Roald Dahl.

—Oye —SeungMin le quitó el tapón del oído—. ¿Qué quiere decir esto?

—¿Hm? —JiSung leyó el apunte de su amigo—. ¿La carta del derecho fundamental? Una constitución ética de orden mundial debe generar el impacto como el derecho fundamental. Los derechos fueron puestos como carta- escritos, a mano, o sea que hubo reconocimiento lingüístico de su valor como límite del comportamiento. Elaborar una ética mundial, pero no se podría porque la ética, a diferencia del derecho fundamental, es multi.

—¿«Multi» qué?

—Multi-todo. Multicultural, multireligiosa, multieconómica, multiesclavista —enumeró JiSung, antes de mostrar su copia de El Superzorro—. Multiculturalidad de multicazadores multimillonarios que quiere cazar a la multifamilia del Señor Zorro.

—Supongamos que te entendí.

—Me quedo con eso.

—¿Por qué lo ayudas a él? —JeongIn se atrevió a preguntar, al otro lado de JiSung—. Es tu deber ayudar al prójimo.

—Ponte en la fila, entonces —contestó, antes de volver a colocarse sus tapones.

Si JiSung tuviese la oportunidad, estaría en cualquier parte en vez de ese lugar. Lograba ver de reojo cómo es que el Real King elongaba con comodidad y una elasticidad tan envidiable que aterraba: Felix era capaz de abrirse de piernas por completo, mientras que RyuJin, en el mismo ejercicio, entablaba la conversación tan tranquila- como si sus muslos no ardieran. JiSung sintió su pene encogerse por dicha elasticidad.

Mientras, el White Tiger continuaba con sus estudios. Yuna ingería vitaminas a lo loco mientras que Lia se arreglaba en el espejo en sus treinta segundos de autocuidado antes de volver con su lectura. Ninguno de ellos vestía algo apropiado para hacer ejercicio- mucho menos JiSung, lo que le hizo, por primera vez, sentirse inadecuado.

Porque, vamos, él era alguien racional. Si es que debía de entrenar en el deporte de las animaciones, a sabiendas de las exigencias de Sharon, debía de vestir algo más deportivo; lo pensó estando en el baño. La idea de ella de colocar al White Tiger como movedores de pompones era demasiado idealista, no obstante, un poco le hacía remover el remordimiento por dejar todo el trabajo al Real King.

Solo un poco.

Sin embargo, él no quería descartar la oportunidad de verse bien. Difícil se sentía a gusto con su cuerpo o como lucía, bajo la teoría de que una persona nunca se llegaba a conocer por completo y mucho menos por la forma en la que el resto lo percibía. Lo alteraba porque en ropa deportiva no se veía bien, y ya había pasado tiempo desde la última vez que quiso, efectivamente, verse bien.

Bajo la misma fuerza sorpresiva, solo que sin ser tan dramática, JiSung vio a MinHo entrar al club junto a Hwang Yeji. Él ni siquiera se dirigió hacia el White Tiger, solo miró al Real King y, emocionado, estiró sus brazos.

—¡Tenemos nueva integrante!

—¡¿Ah?! —El resto del grupo se levantó.

—¿Qué? —preguntó HyunJin. Felix le dio un golpe en la cabeza.

—¿No se te complicarán los horarios? —preguntó RyuJin—. Es demasiada la exigencia.

—No es demasiada, la verdad —contestó Yeji, pasiva—. Me sacaron del equipo.

El silencio cayó en el club, tanto que inclusive JiSung se sorprendió que los murmullos psicóticos que Yuna tenía desaparecieron. La noticia era una obviedad para JiSung, preguntándose en su momento cuánto demoraría en pasar eso- no obstante, ver a MinHo al lado de ella, con una sonrisa notoriamente forzosa, le hizo caer mal al estómago.

—¿Animadoras? —fue Lia la que habló, y lanzó una risa sarcástica—. Ay, por favor, ¿no es un sinsentido? ¡Ni siquiera puedes tocar a alguien!

Yeji, en respuesta, se encogió de hombros. Ni siquiera tenía interés.

Sin embargo, y casi por obviedad, la atención cayó en Chan- o, bueno, la de JiSung y SeungMin. El chico que había hecho de todo para mantener el grupo abierto bajo su mandato era corrompido por el ingreso esporádico de la mejor amiga de su mayor enemigo. Ni JiSung había leído obras dramáticas tan poéticas.

«Esto es poético», SeungMin le decía a JiSung con la mirada.

«¡Pensaba lo mismo!», correspondió.

Al girarse para ver a Lia, JiSung notó que los ojos de MinHo se posaron en Chan. Los rasgos divertidos y característicos de MinHo se disiparon por completo al dirigirle aquella mirada, más seria, más enfurecida, mucho más directa a querer atacarlo o esperar una respuesta negativa para tener argumentos para golpearlo.

—¿Qué te parece? —desafió MinHo a Chan—. Supongo que no tienes problemas con que ella entre, ¿cierto?

—Lia tiene razón —Chan desvió su mirada hacia sus apuntes—. No es útil si no puede ser tocada por ninguno de ustedes.

—«Ninguno de ustedes». Pero quiere ser parte del equipo —insistió, con total condescendencia—. ¿En serio eres taaan mala persona para limitarla eso? Vamos, Channie, se un poco flexible.

—Sé que te complica pensar de forma racional, pero hay que ser eficientes —aclaró Chan con calma—. No podemos traer a una chica discapacitada a algo que es tan serio como lo es este trabajo que todos ustedes voluntariamente accedieron a-

JiSung y SeungMin soltaron un doloroso «Uh...» cuando Yeji se sacó su mochila y, sin escrúpulos, golpeó a Chan en la cara con ella. Lia, junto a Chan, quiso interponerse, pero antes de siquiera hacer el amago de acercarse a Yeji, MinHo ya la había tomado de los pies para arrastrarla y sacarla de ahí.

Chan exigía que se detuviera, pero Yeji se negaba aunque sea a mantener la calma. El resto del White Tiger solo se arrastró fuera de escena, impresionados por la fuerza que Yeji tenía al alzar su mochila de la correa y estrellarla en toda la cara de Chan en reiteradas ocasiones.

Luego de que Lia fuera arrastrada, intentó regresar a su lugar, pero Chaeryeong se sentó arriba de ella y Felix le sacó sus finos zapatos. Yuna intentó rescatar a Lia, pero RyuJin la tacleó de lado. JeongIn ni siquiera estaba en la pelea, pero HyunJin se acercó a él solo para ahorcarlo con el rosario.

—¡Deténganse! —ChangBin se levantó e intentó poner orden—. ¡Dejen su inmadurez! ¡Esto es serio y debemos conversarlo en grupo!

—Propongo que saquemos a ChangBin del equipo —ideó Chaeryeong.

—¡Apruebo! —gritó el resto del Real King.

JiSung a veces se preguntaba con suma seriedad por qué cada que se reunían terminaban peleados, y Chan, quien fue el causante principal, no hacía algo para evitarlo. La manera tan rara que tenía para cometer planes sin ejecutarlos de la forma sana que se esperaba era una manifestación un poco más lastimera de su estilo de vida. No es como si Chan fuese santo de devoción o si JiSung sentía empatía por él, pero era curiosa la forma en la que Chan solo remediaba cosas de interés sin importar cómo se sentía el resto.

El acto egoísta era manifestante, pero JiSung tampoco tenía el interés de encontrarle una respuesta.

Vio a MinHo acercarse a Lia y desordenarle el pelo, mientras que RyuJin y Yuna peleaban en el suelo. ChangBin no sabía a quién separar- si a ellas dos, o a HyunJin que estaba demasiado emocionado ahorcando a JeongIn. Decidió ir por las chicas, con el pensamiento banal de ser más fácil, solo para recibir rasguños por parte de ambas. SeungMin, junto a JiSung, se terminó por resignar e ir en ayuda de JeongIn, donde tacleó a HyunJin con una fuerza impresionante que lo hizo rodar por el suelo dos veces.

—¡¿Te crio Hulk?! —le gritó HyunJin, asustado.

—¿Quieres comprobarlo, imbécil?

—¡Sí! —Recuperando el aire a la par que se arreglaba sus gafas, JeongIn se incorporó—. ¡Quiere comprobarlo!

JeongIn sacó de su mochila el agua bendita en rociador. SeungMin volvió a taclear a HyunJin hacia el suelo, donde, tras dejarlo inmovilizado, JeongIn vertió todo el agua bendita dentro de su boca.

—¡Muere, pecador! ¡Muere!

Chan intentaba tocar a Yeji para que se detuviera, sin embargo, ella continuaba con la habilidad de golpear con su mochila. Como Lia seguía debajo de Chaeryeong, Felix y MinHo tomaron el cosmetiquero de RyuJin y comenzaron a amenazarla con sacarle las cejas. HyunJin, ahogado por el agua bendita, fue trabajo suficiente para que SeungMin ayudara a Lia y sacara a Felix volando de ahí, mientras que MinHo intentaba apuñalarlo con las pinzas.

Y JiSung, como ni siquiera quería estar ahí en primer lugar, se arrastró hacia el otro rincón y continuó con El Superzorro.

Solo tres minutos pasaron antes de que Sharon ingresara finalmente al club y, con notoria sorpresa, comenzara a grabar la pelea.

—Los chicos del psiquiátrico se comportan mejor —opinó ella.

—¡¡¡Yaaa...!!!

Con un fuerte chillido y patada en la cara de RyuJin, Yuna se levantó del suelo. Toda su ropa estaba desordenada y rasgada, con su blusa blanca ensuciada por la cara con maquillaje de RyuJin, su cabello totalmente desordenado, y rasguños relucientes en su mejilla. Su grito fue tan fuerte que detuvo las demás peleas del club.

Enfurecida, apuntó a Sharon con su dedo.

—¡Eres la adulta responsable que debe poner respeto! ¡Pero no haces nada útil! ¡Nada! —bramó—. ¡Nos tienes corriendo y haciendo ejercicio, preparándonos para objetivo con este grupo de desadaptados culturales solo porque te pagan! ¡¿Pero sabes qué?! ¡Mi mesada es más alta que tu sueldo! ¡Así que yo puedo ponerme acá a hacer las malditas clases de aeróbica mientras el resto se mata entre ellos!

Sharon, desconcertada, solo abrió un ojo más que el otro. —¿Eeehhh...?

—¡Como escuchaste, entrenadora de cuarta! ¡Agh! —Yuna, frustrada, miró al resto de sus compañeros—. ¡No sé ni cuál es peor! ¡En verdad me enferman! ¡Me enferman demasiado! ¡Llamaré a mi padre!

Honey —Sharon, sin seguir entendiendo, hizo un ademán hacia la puerta—. Eres libre de irte.

—¿Qué? —Chan, finalmente, alzó la cabeza. Su cara estaba roja de tantos golpes, y su nariz tenía un pequeño hilo de sangre—. Aquí no se va nadie.

—¿Eres tú el que dirige? —le preguntó Sharon.

—Yo soy el que te paga.

—Tus padres me pagan, y si no es más que la mesada de la mocosa de acá, entonces no valen demasiada la pena —bufó ella con desgano—. ¡Agh! Puros mocosos malcriados. En la cárcel me trataban mejor.

—¡Opino lo mismo! —Yuna le volvió a gritar—. ¡Llamaré a mi padre!

—¡Llámalo! —desafió Sharon—. ¡Espero a cualquiera con gusto! ¡Porque yo solo vine a hacer my job en este lugar!

Yuna tomó sus cosas y se largó del club con ira. Sharon se desordeno su arreglado cabello y, una vez más, suspiró. Colocó sus manos en sus caderas y miró al resto del equipo.

—¡¿Alguien más quiere decir algo?! —preguntó ella. El equipo negó—. ¡¿Calentaron?! —El equipo negó—. ¡¿Y qué esperan?! ¡Suelten las pinzas, las mochilas de pesas y el agua bendita! ¡Ya me cansé de ser nice con ustedes, mocosos irrespetuosos!

—¿Fue amable con nosotros? —inquirió Felix, sorprendido.

Aun con el ambiente incómodo, todos regresaron a sus lados del club para comenzar a elongar. El único que no se movía era JiSung, quien seguía ensimismado en la lectura. Sharon, agotada, se acercó a él y le llamó ala tención con la punta de su pie.

—¿También te volverás como la otra mocosa? —preguntó Sharon.

—No —aseguró JiSung—, pero ella llamó a su padre.

So?

—Su padre es juez de la Suprema Corte —explicó JiSung, y revisó su delicado reloj que su abuela le regaló para navidad por herencia—. En quince minutos podrá él estar acá junto con la directora Ahn, el grupo de inversionistas y, acorde al discurso hipérbole de Yuna, a la prensa.

Eso es hipérbole. ¿Y quieres hiperbolear más?

JiSung iba a decir que no, pero Sharon caminó hacia el centro del club y tomó a RyuJin del brazo para levantarla.

—Rico McRico, brazos de pollo con hormonas —Sharon apuntó a Chan y a ChangBin—. Vengan.

—¿Qué me harán? —inquirió RyuJin con Sharon—. No me gustan los varones. Odio a los hombres. Si alguno de ellos se me acerca, yo-

Sharon tomó a RyuJin en estilo nupcial con total facilidad, y la colocó sobre su hombro como un saco.

—Tómense de las manos, por favor. Cruzándolas —ordenó Sharon.

Chan y ChangBin hicieron caso, simulando lo que MinHo y HyunJin realizaron anteriormente. Sharon ubicó a RyuJin sobre las manos, sujetándola tras los muslos. RyuJin solamente gritaba con insistencia, al mismo tiempo que alzaba sus brazos sobre su cabeza para tomar una posición recta.

—Como pueden apreciar, su ansiedad aumenta a nivel de los desconocidos que no es sano para sus preciosos cuerpecitos- o eso dicen los cursos que me forzaron a tomar para hacerle clases a ustedes —agregó con rencor.

Del pánico, RyuJin cayó de nuevo al suelo. Sharon pasó sobre ella para continuar con su explicación.

—Por eso, es necesario que, como tarea, todos ustedes deberán de hablarse- comunicarse, expresarse —enfatizó con dramatismo—, para poder generar confianza. ¡Tener lazos, como dice Madonna! Don't go for second best, baby – put your love to the test – You know, you know, you've got to – make him express how he feels – and maybe then you'll know your love is real-

—Eso no tiene nada que ver con lo que usted dijo —acotó Felix.

—Disculpa, ¿pedí un bilingüe a domicilio? —Aunque, de forma afectiva, Sharon le removió el cabello—. La confianza es parte fundamental de la construcción de un trabajo en equipo. Es un pilar para sostener la dinámica de lanzarse al cielo y caer en los brazos del otro. ¿Cómo sabré que podré confiar en alguien si es que es la misma persona que me ahorca con el rosario cada vez que me ve?

—Puede que se merezca que lo ahorquen —opinó HyunJin.

—¡Por eso! —Sharon se giró dramáticamente hacia ellos—. Vamos a derribar este muro de Merlín e interactuar entre nosotros.

—Es «Berlín» —insistió Lia.

—¿Quién toma a la sabionda?

—¿Quieres ser mi pareja, HyunJin? —RyuJin preguntó con melodrama.

—Claro que sí, mi pedacito de sol. ¿Quieres ser mi pareja, RyuJin?

—¡Por supuesto!

—¿En serio permitiré esta relación pantalla heterosexual? —inquirió Sharon—. Tch- tch- tch, el White Tiger se mezcla con el Real King, que al menos así habrá justificativo del lavado de dinero que es este club.

Sí le llamó la atención a JiSung, porque interactuar con alguien del Real King no estaba en sus planes. No obstante, su vista se fijó hacia el otro lado del club, donde estaba con su grupo y junto a Yeji. MinHo estaba con sus brazos cruzados, sin parecer querer entregar opinión del tema

Para cuando hicieron contacto visual, JiSung se encogió de hombros. MinHo no le apartó la mirada, considerando sus opciones para, finalmente, alzar su mentón hacia él. JiSung no quiso pensar en otros sentimientos antes de asentir y, con insistencia, regresar a su lectura infantil. Tal vez así no se notaría su sonrojo.

Empero, la paz no era suficiente porque, de algo que JiSung se jactaba era la manera en tener siempre la razón.

De la fuerza imponente tanto como trabajaba con su martillo, El Juez ingresó de la mano con Yuna, seguido por todo el grupo de inversionistas y, por supuesto, de una asustada directora Ahn.

—¡No es necesario tanto escándalo! —imploró la directora Ahn—. ¡Podemos solucionarlo!

El Juez, aborrecido, se encaminó con rapidez hacia Sharon para apuntarle con el dedo.

—¡Esto es tu culpa! ¡Tú eres la que maltrata a mi niña!

El ingreso de los demás padres hizo de que tanto el Real King como el White Tiger se pegaran a un rincón del salón, asustados. Sin embargo, con la presencia de ellos, tanto Lia como JeongIn y ChangBin se acercaron a sus padres con rapidez. Solo SeungMin y JiSung decidieron mantenerse detrás del Real King.

—Ay, no de nuevo... —murmuró MinHo.

—¡¿Qué me vienes a apuntar con el dedo?! —preguntó Sharon, ofendida.

—¡Tú eres la que los maltrata!

—¡Mi pobre niño! —La Diputada tomó a JeongIn de las mejillas—. ¡¿Por qué estás rojos?! ¡¿Acaso ella te hizo esto?!

—¡No solo ella! —acusó JeongIn, y apuntó al Real King—. ¡Ellos también!

—¡Oye, que tú das razones para que te golpee! —gritó HyunJin de vuelta, aun refugiándose en el grupo.

—¡Caballeros y señoras! —La directora Ahn se interpuso entre ambos grupos, donde Sharon parecía muy decidida a querer golpear al Juez—. ¡No pueden pelear por cada motivo que se les aparezca! ¡Esto-

—Por esta razón no quisimos el club —El Juez encaró con enfado, observando a la directora Ahn con notorio asco—. ¡Solo es un maltrato a mi niña por una burda reposición curricular!

—Bang Chan, te hablan —susurró MinHo. Chan hizo el amago de querer golpearle.

—¿No pueden tener un poco de cordura en esta situación? —El Millonario, padre de ChangBin, suplicó—. Entendemos la preocupación, pero un poco de esfuerzo-

—¡Me arruinaron mi carrera política, papá! —reclamó ChangBin, y apuntó a Chaeryeong—. Ella ofendió al hijo del presidente.

—¿A-al hijo?

—¡Te lo merecías! —Chaeryeong le gritó de vuelta. HyunJin y Felix tuvieron que agarrarla para que no fuera—. ¡Tú terminaste conmigo!

—¿Saliste con ella? —El Millonario preguntó a ChangBin.

Los colores de la cara de Chaeryeong se esfumaron de la ira, y una nueva fuerza poseyó su cuerpo que inclusive JiSung y SeungMin debieron de atajarla.

—¡¿Ni siquiera le hablaste de mí, cerdo fascista?!

—No nos desviemos de lo importante —la directora Ahn volvió a atajar la conversación—. Aquí, las quejas van por las exigencias que la entrenadora encomienda- sin embargo, es necesario que estas partes disciplinarias sean respetadas por-

—¡Me hizo vomitar! —acusó ChangBin.

—¡Y nos hizo sudar! —concordó Yuna.

—¡Permitió que me ahorcaran con mi rosario! —siguió JeongIn.

—¡Y tiene demasiadas arrugas para tener treinta! —finalizó Lia.

La boca de Sharon se abrió con suma fuerza, totalmente indignada. Sacudió su cabeza, enfurecida, y apuntó con su dedo a los alumnos.

—Ustedes son unos mocosos malcriados que, a la primera dificultad que tienen, se ponen a llorar. ¡Yo les estoy regalando los créditos, y ustedes solo se quejan! ¡Mocosos malagradecidos!

—No se atreva a insultar a mi niña —insistió El Juez—. Estará metida en graves problemas.

—¡Qué más problemas me quiere meter si ya estuve en la cárcel! ¡Espero tener a un buen fiscal para que me defienda!

—¡Yo haré que se pudra en la cárcel!

—Por favor... —La directora Ahn ya no podía esforzarse en querer detener los gritos de ambas partes, junto al resto de los inversionistas.

MinHo, en el grupo del Real King, se abrió paso para quedar junto a JiSung y tocarle el hombro.

—¿No solucionarás esto?

JiSung tuvo que despejarse. Veía a su padre y al padre de SeungMin al final del grupo de inversionistas.

—¿Por qué? —preguntó JiSung, como si aquello fuera una duda estúpida—. Solo soy un alumno.

—«Solo soy un alumno», bueno, siempre tienes un as bajo la manga. No sé, algún método científico, ley o lógica.

No. JiSung no quería dejarse ver.

—Ellos pueden solucionarlo solos...

—«Solucionarlos solos». ¿Y hablar con tu padre? Era el más racional del grupo.

—¿Racional? —la pregunta sarcástica se escapó sin querer de la boca de JiSung, como también su ofendida vista hacia él—. No sabes nada.

Claro que MinHo no sabía nada porque, desde el punto de vista de él, ¿cuánto debía de conocer si es que apenas le hablaba a JiSung? Sin embargo, verlo refugiarse detrás del Real King junto a SeungMin, sin la misma insistencia de cómo el resto del White Tiger insistía en ir con sus padres, demarcaba la diferencia.

Curiosa la diferencia, la verdad, por lo que, antes de que MinHo le preguntara a JiSung que le explicara lo que quería decir, Sharon gritó:

—¡Sin más que agregar con todo esto! ¡Ya que no soporto a ustedes! Recesso dal contratto e dimissioni.

Con un movimiento de manos como si fuera una directora de sinfonía musical, caminó de regreso hacia su bolso para poder colgarlo.

—¡Ah, no, no, no! —se apresuró en decir la directora Ahn—. No es necesario que renuncie- podemos llegar a un arreglo.

—¿Arreglo? ¡Ja! ¡Sus uñas debe de arreglarlas, que lucen garras de dinosaurios ¡Me voy! ¡Estos mocosos no saben de disciplina, y el dinero ni si quiera es tanto como para que valga la pena! —aclaró, y se dirigió hacia Chan—. Dile a tu madre que es una zo-

Con suma torpeza, el profesor Kim tropezó antes de ingresar al aula. El desconcierto de su presencia hizo que todos se girasen a verlo.

—D-directora Ahn —llamó el profesor Kim—. H-hay una visita que los busca... del canal TvN- dicen que recibieron notificaciones de conspiración dentro de la escuela.

La directora Ahn, a punto de perder su cabello, moduló:

—¿Conspiración?

Antes de que pudiera terminar la palabra, la puerta se extendió más. El Real King (junto a JiSung y SeungMin) se apretujó más en el rincón ante la sorpresa del ingreso de tres hombres de traje. Dos llevaban cámaras filmográficas, y el tercero un micrófono apegada junto con su brillante sonrisa.

Además, sumado a ellos, un hombre que MinHo reconoció muy bien desde la primera vez que lo vio: el subsecretario del Ministerio de Educación.

—Me parece interesante poder ver a todos reunidos —comentó el subsecretario, mientras el locutor de TvN le acercaba el micrófono—. Presento al equipo del programa de investigación nocturno Informe Especial, ¿lo conocen? —el subsecretario consultó. Todos los alumnos negaron—. Ah..., es importante que lo conozcan, ya que este programa, financiado como parte del gobierno, se encarga de desenmascarar hechos ilícitos que suceden dentro de agrupaciones que pueden llegar a vulnerar derechos.

La imponencia de la cámara hizo que el Real King se encogiera aun más, sumándose con ChangBin, JeongIn y Lia. Yuna, avergonzada, terminó por esconderse tras su padre. Al mismo tiempo que los inversionistas colocaban sus espaldas rectas y saludaban hacia la cámara, con una sonrisa o mueca que los distinguiera como las personas honorables que fingían ser, y no los críos que en verdad eran.

El subsecretario del Ministerio de Educación se fijó en la directora Ahn, omitiendo a las relevantes figuras que estaban presentes dentro del club.

—¿Le parece si podemos conversar esta investigación más a fondo? —preguntó el subsecretario—. Es importante que, lo que sea que suceda acá, no vulnere el derecho a la educación de estos niños.

—P-pero, ¿por qué? —preguntó la directora Ahn—. Ningún derecho se ha vulnerado acá, ¿cómo puede pensar eso? ¿Ha llegado alguna denuncia o un reporte?

—Se recibió el llamado de una conspiración de la formación de un grupo de animadores en virtud y beneficio de un alumno —explicó el subsecretario—. Y por la... cantidad de personas reunidas —dio una mirada al grupo de inversionistas—, me gustaría que se realizaran algunas preguntas para descartar las teorías.

—¡Si no hay teorías! —la diractora Ahn sonrió, nerviosa—. ¡Al contrario, todo esto es por el bien de los niños! ¡La actividad física es una de las metas que Sevit ha presentado este año! ¡¿No es así, Han JiSung?!

—A mi no me meta —pidió él, antes de volver a esconderse.

—E- es verdad —ChangBin rescató y, con sumo nerviosismo, se colocó frente a la cámara. Arregló su ropa y su cabello—. Como presidente del Centro de Estudiantes, tengo la representatividad para informar que este grupo de animadores se ha hecho con total legitimidad.

—¡Eso es-

MinHo no pudo hablar porque SeungMin y JiSung le taparon la boca.

—Lo más legítimo a todo esto, es poder resolverlo de forma limpia —aclaró el subsecretario del Ministerio de Educación. Entregó una sonrisa formal hacia los padres, y se redirigió hacia la directora—. Comprobar que no se ha vulnerado los derechos por coerción o soborno es importante, en especial algo tan valeroso como lo es la educación. Mantendremos un seguimiento en el club, hasta su camino a las regionales en Agosto.

—¡¿Regionales?! —gritó el club.

Ah~

Entre el gran grupo de adultos, Sharon se abrió paso y se ganó frente a la directora Ahn, igual de desafiante. Al divisar la cámara, se arregló su cabello.

—¿Quién hará eso? —preguntó Sharon—. Si yo, una joven soltera de treinta y cuatro años, con una carrera profesional y soltera —repitió hacia la cámara—, no continuará con-

—¡Con un trabajo tan simple! —interrumpió la directora Ahn—. ¡Porque ella, ex gimnasta de excelencia, llevará a los estudiantes de Sevit a las regionales!

—¿No que me iban a echar? —amenazó ella.

—Ay, como se le ocurre. —El Juez abrazó a Sharon por los hombros, y la sacudió—. Si este trabajo lo puede hacer solo alguien tan profesional como usted.

—¡Sí~! —exclamó el resto de los inversionistas.

Sharon, ni tonta ni perezosa, sonrió con coquetería y se apegó más al Juez.

Ah~ —ronroneó—. Eso significa que puedo utilizar mi total poder autoritario sobre sus hijos, ¿cierto~?

Se pudo notar la tensión en el rostro de los inversionistas, solo para que volvieran a decir a coro:

—Sí...

—¿Y los chicos no me acusarán por cada pequeñez que ellos creen que es maltrato~? —preguntó de nuevo.

El club, en voz baja, coreó: —Sí...

Cada cosa que pasaba dentro de esa escuela dejaba a MinHo dando veinte volteretas para comprender la situación. Es que en su último año, no se esperaba que todo se volviera tan absurdo como lo era en esa situación.

Mucho menos que incluso Yeji se le acercara para decirle:

—Pero si el club es tan acontecido, ¿por qué no te gustan? —En su tono tan sarcástico como era de costumbre.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

MinHo había visto distintas cosas dentro de Sevit que le llamaban la atención de forma profunda, como lo fue a dos chicos robar la mochila a una muchacha de segundo para sabotear su estudio, o cómo quisieron dos tipos de tercero intoxicar a quien llamaban «amigo» para que bajara de posición en el ranking escolar.

Sin embargo, a siete días del inicio de los examenes parciales, no pensó que el estrés de ellos también se sumaría al ver las cámaras rondar por todo el patio.

—En serio no tiene sentido —dijo MinHo, mientras bebía leche de fresas con Yeji en unos de los bancos del jardín—. Digo- de pronto todos estamos metidos en este embrollo televisivo e investigado. ¿No deberían de hablar con nuestros padres?

—Hablaron con los padres del White Tiger —consideró Yeji—. No hablarán con los nuestros porque creen que ni siquiera tenemos padres.

—«Ni siquiera tenemos padres». Yo no tengo padre.

—¡Yo tampoco!

Ambos soltaron un «iiihhh...» bastante emocionados antes de hacer en una dramática decepción.

—Si solo hubiese aprendido a decir que no... —murmuró MinHo, antes de apoyar su nuca en el respaldo del banco y sacudir sus piernas con dramatismo—. Ugh. Me arrepiento de todo. ¿Por qué estamos metidos en esto?

—Porque si JiSung te pide un favor, tú acudes de inmediato.

—«Tú acudes de inmediato». No digas babosadas, Yeji.

—Hablo en serio. —Yeji se acomodó en la banca—. Solo bastan un par de palabras con él- y tiempo de calidad en un conteiner de reciclaje, y serás tan fácil como un gato en agosto.

—¡«Como un gato en agosto»! —repitió MinHo, alterado—. ¡No me trates como un arrastrado!

—No es que me considere un arrastrado. —Dos bancas a la izquierda, conscientes de la presencia de Yeji y MinHo cerca de ellos, JiSung y SeungMin conversaban— Digo, sabes que soy el último para arrastrarme.

SeungMin bajó la vista de su copia del periódico Se-Vitalicio, y miró a JiSung corroborando si es que aquello era una real broma. —Me tomas el pelo diciéndome que te interesa ese mono.

—No me interesa.

—Ay, no. Sí te interesa.

—¡No me interesa!

—Ayer estuviste vestido como si fueras a misa- usaste tu camiseta negra, Hanji, ah... —se quejó SeungMin, decepcionado—. Estabas conquistando.

—¡No estaba conquistando!

—Y ni siquiera me está conquistando. —MinHo, dos bancas a la derecha, retomó la conversación con Yeji—. Es solo un oligárquico más dentro de esta escuela. Primer lugar- ja, como si hubiese algo por lo que pensar en él.

—Bueno, si él te dice «ah, Lee MinHo» —Yeji engrosó la voz—. «Quiero proteger a mi mejor amigo que se va a suicidar en cualquier momento, y para eso vengo hacia ti a rogarte a que te unas al club de animadores conmigo. Eres mi vida». Alguna indirecta puede ser.

—«Alguna indirecta puede ser» —MinHo repitió con voz burlesca—. No sabes nada de la vida. ¿Has tenido novio? ¿Te ha gustado alguien? —Yeji negó, mal genio—. Exacto. ¿Qué sabes tú del amor?

—¿Y qué sabes tú? —interpeló—. Solo te dedicas a negar cada muestra de amor que se te cruce.

—«Que se te cruce». Perdón, pero aunque mi cabeza esté media mala, sé que el amor es una basura.

—El amor es una basura. —Dos bancas a la izquierda, JiSung repitió—. Y tú, SeungMin, más que nadie, sabes que no cambiaré de opinión respecto a ese tema.

Claro que SeungMin también se avergonzaba de hablar de eso, por lo que, tímido, ocultó su cara en el periódico.

—No te digo que cambies de parecer —opinó SeungMin—. Solo... no te escapes de esos sentimientos.

—No me escapo. Los vivo, y como los vivo, sé que uno debe de aprender a controlarlos —dijo JiSung, y codeó a SeungMin—. ¿O quieres que me guste la persona equivocada?

—Uno no le gusta la persona equivocada.

—No, solo me gusta la novia de amigo y de pronto todo es más divertido.

—Hay cosas más divertidas antes que pensar en eso. —Aseguró MinHo, dos bancas a la derecha—. Mi objetivo, Yeji, es el Dance Revolution. Si tenemos las regionales de este grupo de animadores en Agosto, la segunda ronda del Dance Revolution es en Junio. Con el Real King debemos de concentrarnos y no irnos por las ramas como los años anteriores.

—Todos están más preocupados por estudiar que por bailar —concedió Yeji.

—«Por estudiar que por bailar», pues, mi amor, te demostraré que podré tener la calificación máxima si es que me pongo a bailar —demostró MinHo, al mismo tiempo que sacudía su cuerpo.

Yeji solo colocó sus ojos en blanco y pegó una risa. —No sabes nada de la vida.

Finalmente, dos bancas a la izquierda, JiSung se levantó.

—Bien, me rindo. Supongo que entablar una conversación tampoco es algo malo.

SeungMin cerró el periódico, pero no se movió de la banca. —¿De qué hablas?

—Además, Sharon nos dijo que debíamos de interactuar con gente del otro grupo para entrar en confianza, y no quiero que la señora me regañe porque al menos a la junta de hoy llegué sin saber cuál era... la marca de pinturas de uña que ese imbécil usa —consideró JiSung, y caminó en dirección a dos bancas a la derecha.

SeungMin, aun desconcertado, le gritó: —¡¿De qué demonios hablas?!

—¡Solo una señal necesitaré para saber que esto es una mala idea! —respondió JiSung.

Su lógica era sencilla, en especial porque si los caminos con MinHo se seguían cruzando, eran casi imposible no poder presentar algún tipo de interés autónomo y claramente natural de las circunstancias en la que los dos estaban metidos.

Es decir, el White Tiger era bastante individualista, y sin contar con SeungMin, a JiSung sí le gustaría tener otro sostén dentro de ese grupo sin temer que le arranquen su garganta. Claro, nadie lo podría atacar, pero daba pereza tener que sobrevivir a esos embrollos adolescentes. Y como MinHo era perfecto en entrar a peleas instantáneas, él podía simular en sus luchas.

Por lo que, cuando llegó frente a él y a Yeji conversando en las bancas, sintió su pulso acelerar un poco más rápido ante la situación. Para luego, casi con estupidez, sentir que olvidaba cómo demonios hablar.

«Nunca he conocido a alguien tan patético como a ti», pensó JiSung, solo para notar que se insultaba a él mismo.

—¿Te parece si hablamos? —preguntó JiSung, directo al grano.

Como Yeji no era fácil de apartar, JiSung recalcó que quería que fuera a solas. Ella se levantó de la banca, dio cuatro pasos hacia atrás, y se giró para darles la espalda. De nuevo, era toda la privacidad que Yeji les podría dar.

—¿Pasa algo? —preguntó MinHo—. Porque Yeji está bien, por si quieres que tengamos esa charla corazón-con-corazón.

—Me refería a algo más contextual- en virtud de la tarea de miss Sharon —aclaró. ¿Para qué dar a entender otra cosa que ni siquiera era verdad?

Dentro del patio se escuchaba el ruido de los que entrenaban para la siguiente clase de gimnasia, como también las limpiezas que se generaban en los pasillos de los edificios. El sol reflectaba el mediodía en las ventanas, tan cercanas y brillantes como los alumnos que terminaban de secarlas tras la limpieza semanal.

MinHo se removió en el banco, incómodo. Su vista paranoica estaba alrededor, y solo descansó en el banco con sus manos en los bolsillos de su pantalón de uniforme.

—«En virtud de la tarea de miss Sharon» —repitió MinHo—. Tú no eres de traerme buena suerte, ¿sabes?

—Como sea.

—«Como sea», tú eres mi gato negro.

—Como quieras llamarlo.

—«Como quieras llamarlo», así que, no sé qué tanta confianza podré entregarte como para hablarte de mis problemas sin sentir que estoy en peligro.

—No estás en peligro conmigo —JiSung se encogió de hombros con desinterés—. Vamos, nos conocemos desde primer año, y si no fuera por ese torneo de ajedrez, probablemente jamás nos toparíamos. ¿En serio crees que porque me hablas es que te ha llegado la mala suerte?

MinHo ni siquiera pudo contestar cuando un fuerte estruendo en el segundo piso hizo que el mundo se detuviera por un instante. El desconcierto del ruido abrupto generó que la falta de comprensión no ayudara el silencio que le continuó, para que, en consecuencia, tanto JiSung como MinHo sintieran su cuerpo arder de forma inerte en un accidente que ninguno de los dos vio venir.

HyunJin y Felix, por otra parte, solo veían con sorpresa la ventana del segundo piso que acababan de romper tras una lucha de escobas, mientras llevaban a cabo la limpieza en el pasillo.

—Carajo... —soltó Felix, y se agarró su cabeza—. Hwei nos va a matar.

—No, no, no, no, no —HyunJin se asomó por la ventana, donde los estudiantes detuvieron todos sus movimientos para ver a MinHo y a JiSung bajo todos los escombros del vidrio—. MinHo nos va a matar.

. . .

Gracias por leer

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