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El Real King está comprometido por culpa de la inmoralidad

Capítulo 3

El Real King está comprometido por culpa de la inmoralidad

Desde las gradas se podían escuchar las fuertes porras hacia Hwang Yeji, la única mujer del equipo de baloncesto, aclamado por su gran grupo de fans que abarcaba desde estudiantes novatos de primer año hasta los alumnos de tercer año que dejaban cartas de amor en su casillero.

Porque Hwang Yeji era una prodigio de baloncesto, una a niveles estratosféricos que MinHo escuchaba al menos una vez a la semana que algún instructor del extranjero o nacional quería reclutarla. Claro, estudiar en Sevit daba las ventajas en posición internacional, y aunque inicialmente Hwang Yeji no había estado ahí por tener un buen futuro profesional, sí le había abierto a demasiadas oportunidades que MinHo le hacía sentir orgulloso.

Es decir, vamos, ¿una chica en un equipo de varones? ¿Forzar, gracias a su gran habilidad en el deporte, que el equipo oficial de baloncesto de Sevit fuese mixto, convirtiéndose así en la primera liga escolar a nivel nacional? ¡Eso era de peleadores! En especial cuando, a diferencia de MinHo, Hwang Yeji peleaba guerras que solamente le interesaban.

Por lo que, cuando encestó tres puntos, el público se volvió loco.

Y eso que solo era un partido de práctica.

—¡Tómense quince minutos! —ordenó el entrenador.

Fue puesta la vista de Hwang Yeji en MinHo y, pasando de todo el club de admiradores, trotó hacia él y se derrumbó a su lado. Cerca, lo suficiente para estar en su compañía, pero no para tocarlo. Cansada para apenas mantenerse estable, pero sus trenzas se mantenían intactas en su cabeza.

—¿A qué va tu cara larga? —preguntó Yeji, entre jadeos.

La deslumbrante sonrisa de MinHo se cambió por un puchero, y rebuscó en su mochila dos pequeñas cajas de leche de fresa. —«A qué va tu cara larga». Yeji... Han sido días malos...

Le dio una leche en caja; ambos colocaron la pajilla en el orificio, y chocaron las cajas antes de beberlas.

—Me han llegado los rumores —contestó ella—, ¿eso tiene explicación que en plena clase apareciera tu video imitando a Usher?

—¡Mi video imitando a Usher! ¡Sí! —MinHo se recostó en las gradas—. Odio al White Tiger, son todos unos insufribles sabiondos. Las matemáticas les quitaron las emociones.

—¿E intentaste el pacto de paz?

—Pacto de paz- ¡claro que lo hice! Y el muy imbécil de Han JiSung me intentó besar.

Yeji subió una ceja. —¿Cómo?

MinHo sacudió las piernas, apenado. —Porque terminé arriba de él...

—Ah, claro —Yeji dio un trago a su leche—, hay distintos escenarios donde eso puede ser malinterpretado.

—Malinter- ¡No te burles!

—Si un chico o chica linda termina arriba mío, también haría el amago de querer besarlo.

—«Querer besarlo». Mentirosa. Si un chico o chica linda termina arriba tuyo, te desmayarías del pánico.

—Eso también.

Ah, como MinHo le gustaba hablar con Yeji. Si había una mejor recarga de energía, aparte del Real King y pasar tiempo con Chan, era conversar con ella.

Hasta que, por supuesto, Everytime we touch de Cascada sonó en el coro en su celular. MinHo revisó su teléfono y contestó sin ver el notificador.

—¿Qué pasó? —saludó MinHo.

¡Oppa~! —La voz tristona de Chaeryeong sonó al otro lado—. ¡Ven~! ¡Es urgente!

Corrió hacia el edificio escolar, sin importar chocar con algunos estudiantes en el proceso. Una nueva fotografía también llegó a sus mensajes, por parte de HyunJin, pero MinHo no iba a leerlo. No. En especial cuando, al llegar al pasillo, divisó a hombres sacar las cosas del Real King.

—¡Hey, hey, hey! —detuvo MinHo a un hombre que llevaba uno de los casilleros del club—. ¡¿A dónde va?! ¡¿Dónde se lo lleva?!

—Órdenes de la dirección —contestó el hombre, y empujó a MinHo para sacarlo del camino.

Era horrible. HyunJin y Felix intentaban detener a los hombres que sacaban los otros muebles, mientras que RyuJin consolaba el llanto desolador de Chaeryeong. MinHo no entendía qué era lo que pasaba.

—¿Órdenes de dirección? ¿Qué? —MinHo estiró sus brazos hacia otro hombre, uno que llevaba las sillas—. ¿Qué pasó? ¿Por qué desalojan el Real King?

—Háblelo con la directora.

—¡Ay, no! —lloró Chaeryeong—. ¡Los póster! ¡Se llevan los póster!

MinHo fue enseguida hacia el hombre que llevaba los póster enrollados, y comenzó a jalar. El hombre, desconcertado, jaló de vuelta. Felix se asomó en la pelea y, con una táctica fina y rigurosa, le hizo cosquillas al hombre.

—¡Ay!

MinHo le entregó los póster a Chaeryeong, con su vista de cómo el Real King era desalojado. No quería centrar el dramatismo en sus sentimientos tristes, pero la forma en la que las cosas eran llevadas sin algún pudor, sin alguna presencia de sentimientos que les hiciese pensar en lo que había tras cada objeto, tras cada artículo, se dio cuenta de que, independiente de todo lo que se logró en el Real King, para Sevit no valían la pena.

—¡No, no, no! —HyunJin gritó enseguida—. ¡No los trofeos!

—¡Los trofeos! —sollozó Chaeryeong.

No. Esto no se iba a quedar así. El desalojo no era un canto de victoria por parte del White Tiger ni de Sevit, porque MinHo no se quedaría callado. No cuando vio en el rincón de la sala vacía cómo las polaroids de los miembros colgaban ahí.

MinHo aún tenía dónde pelear.

—Yo me haré cargo —prometió MinHo, mientras palmeaba la espalda de Chaeryeong luego de que ella se le abalanzara para abrazarlo—. No se preocupen ustedes- y no se involucren, Real King, esta es mi pelea contra la directora.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

—¡Directora Ahn! ¡Directora Ahn! ¡Ábrame la puerta! ¡Directoraaa...!

No estaba lo superable de la situación, en especial porque JiSung podía ver cómo la directora Ahn intentaba controlar el impulso de colocar sus ojos en blanco ante los gritos de MinHo en el pasillo. Se podía ver a través del reflejo de la puerta cómo el profesor Hwei y el profesor Kim lo intentaban controlar, pero era imposible: MinHo estaba haciendo todo lo posible por querer entrar.

—¡Directoraaa...!

—Supongo que está en su derecho —comentó JiSung, sentado en el espacio de reuniones de la oficina de la directora.

La mujer, con sus piernas cruzadas bajo su falda, suspiró de cansancio. —Solo es ruido de fondo.

—Lo tomaría en consideración —opinó—, en especial porque solamente él está siendo penalizado, directora. En la fotografía salimos los dos.

La directora Ahn dejó de sobar su sien para fijar su vista en JiSung. —Ambos son estudiantes distintos con intenciones distintas. Es parte de la naturaleza de alguien como el otro alumno en hacer aquel caos.

—Pero en la fotografía estábamos los dos —reiteró JiSung, con lentitud, casi condescendiente—, y solo él está siendo castigado.

—¿Dice, Han, que también quiere una sanción?

—Los puntos de demérito no son nada en comparación del cierre de un club. Considero que es mejor que se mantenga la paridad y levante-

—¿Levantar qué? —Una pequeña risa sardónica salió de la boca de la directora—. Ah, Han, no te compares con Lee o con el Real King. Usted no tiene por qué preocuparse de las cosas que hagan ellos. No son iguales.

—¿Porque conmigo hay una gran inversión, y con él una pérdida? —consultó—, en vista y consideración que Lee MinHo es becado.

De nuevo, la sonrisa sardónica quedó en la directora Ahn, y suspiró.

—Han, ¿nunca te ha gustado hacer las cosas sencillas?

JiSung sonrió, de esa forma encantadora que él tenía y que solo le producía retorcijón en el estómago. —Pareciera que no.

—Es la medida más razonable —aclaró la directora Ahn—. Con el rendimiento de Lee en el año pasado, debería de ser despojado de la beca. Con esto, podremos ayudarlo, como comunidad, a concentrarse mejor en subir los puestos académicos.

Un latido de nervio palpitó en el corazón de JiSung, pero decidió ignorarlo; sin doblegarse.

—¿Amenaza con quitarle la beca? —preguntó JiSung.

—No, no, no... —negó la directora Ahn, ofendida—, no le quitaremos la beca. Su inversión ya está cubierta por el resto del semestre.

—Pero los semestres acaban...

El rostro de la directora Ahn mutó a su sonrisa amble. —Lo tengo presente, Han.

De todas formas, el imbécil que gritaba como cabra en el pasillo podría al menos entender que JiSung sí intentó hacer algo por él, a diferencia del otro que solo se dedicaba a buscar problemas.

La directora no cedería. JiSung la conocía lo suficiente como para poder conocer sus límites y la manera en la que podría cambiar de opinión. A sabiendas de la negación, decidió levantarse y salir de la oficina, recibiendo el grito de MinHo en su oído con fuerza.

—¡Ah! ¡¿Y ese por qué está ahí?! ¡¿Por qué tiene su derecho de hablar y yo no?! —espetó MinHo, e intentó entrar a la oficina—. ¡Directora Ahn!

—¡Aléjate de aquí! —exclamó el profesor Hwei, mientras intentaba golpear a JiSung con la varilla—. ¡Lárgate!

—¡No me iré hasta hablar con ella! ¡Directoraaa!

JiSung, cansado, terminó por tomar a MinHo del brazo y arrastrarlo por el pasillo. Fue difícil, en especial porque MinHo tenía mejor fuerza física que JiSung, pero se las arregló para ensordecer sus oídos por lo gritos mientras empujaba a MinHo.

—Sigue caminando, sigue, sigue —le pidió JiSung.

¿Qué tan difícil era poder calmar a ese idiota? En especial cuando MinHo le gritaba tantos insultos que ni él conocía; debía de ser efecto de ser de los barrios marginales de Seúl. De otra forma, no tenía sentido que fuese un sinvergüenza por no tomar consciencia de la gente que los miraba al andar hacia la azotea de la escuela.

—¡¿Por qué tú puedes hablar con ella?! —espetó MinHo, furioso—. ¡¿Solo porque eres el primer lugar?! ¡Esto es tan discriminatorio!

—Sí, porque ser primer lugar te da los privilegios de poder entablar una conversación como un ser humano —discutió JiSung, mientras escondía sus manos en los bolsillos del pantalón de uniforme—. ¿Te puedes calmar?

—«¿Me puedo calmar?» ¡Me han cerrado el club por la jodida fotografía que enviaste! ¡¿Cómo quieres que esté tranquilo?!

—¿Qué? —«Este tipo es un imbécil»—, yo no mandé ninguna fotografía.

—«¡No mandé ninguna fotografía!» ¿Crees que me lo tragaré? —inquirió MinHo, con su mentón alzado y dedo apuntándolo—. Eres un mentiroso. Planificaste todo, y le pediste a uno del White Tiger que sacara la fotografía en el momento exacto para-

—Calla, calla, calla —JiSung movió sus manos para poder silenciar a MinHo. Este tipo le daba jaqueca—. Hablas muy fuerte. Ah, ¿no te puedes bajar el volumen?

Antes de que JiSung continuara, MinHo se colocó rojo de la rabia. Arremangó su gran camisa del uniforme y se acercó a JiSung para tomarlo de la corbata.

—¡Escúchame tú, cara de palo! —gritó MinHo. JiSung tuvo que cerrar los ojos para que la saliva no le callera a los ojos—. ¡Como sea que descubra que fuiste tú, te prometo hacer la vida imposible en el resto de tu estadía! ¡No me has conocido, Han JiSung!

JiSung tomó la mano que MinHo lo sujetaba, y abrió sus ojos.

—Piensa con la cabeza, Lee, ¿crees que yo planeé que tú sacudieras una bebida en lata?

Era una pregunta retórica tan burlesca, tan cargada de culpa que JiSung debió de deletrearla con lentitud para asegurar que la cabeza tonta de MinHo pudiese comprenderla. El otro, en la lentitud, la palidez de la furia lo evocó de forma satisfactoria; JiSung esperaba que de esa forma las cosas pudiesen ser un poco más recordadas.

—Sacudir la bebida en lata... Espero que te mueras —logró decir MinHo, tembloroso. Y se dio media vuelta para salir de ahí.

JiSung, frustrado, se sacudió su cabello castaño. —¡Sé inteligente una vez en tu vida! ¡¿Por qué me perjudicaría en todo esto?!

MinHo ya no lo escuchaba. Solo caminaba con furia para irse de ahí. «¡Esto no se quedará así!» gritaba MinHo entre los pasos que daba; JiSung solo podía sentir el malestar en su pecho, tan ridículo que era se imbécil que ya nada tenía sentido. JiSung lo intentaba ayudar y el otro estúpido se metía en problemas solo. ¡Canalla!

En su intento de calma, decidió ir hacia su dormitorio. Leer un poco o dormir (porque le gustaba dormir) le ayudaría a mantener su temple; no romperse. JiSung había pasado por cosas peores como para romperse por algo tan simple con una discusión con un neanderthal. Era más inteligente que eso.

Sin embargo, al llegar a su cuarto, el silencio poco característico lo mantuvo en alerta. El primer pensamiento fue que trucaron algo, a propósito de que compartía cuarto con dos tipos del Real King (HyunJin y Felix) aparte de SeungMin. Los dos imbéciles eran demasiado inmaduro como para quedare quietos, consideraba JiSung, así que caminó con cautela por todo el dormitorio para buscar qué era lo que sobresalía de lugar.

No podía ser demasiado raro, con las literas y los escritorios intactos. La ropa estaba en su lugar, e inclusive HyunJin y Felix se habían dignado en hacer sus camas sin ser ordenados por SeungMin. Pero las cosas fueras de lugar...

Hasta que, JiSung lo notó. La cajonera de la mesa de noche de SeungMin estaba abierta. Con cuidado, dirigió su vista hacia el baño. La luz atravesaba por abajo, pero no había mayor sonido. Nada.

Ningún ruido.

El corazón de JiSung se aceleró por un instante, y de a poco un fuerte calor ensordeció sus oídos. Caminó hacia la puerta del baño y, en valentía, la abrió con fuerza.

SeungMin se giró, asustado. Semidesnudo y parches del color de su piel estaban sostenidas en su mano. JiSung no quiso mostrar el alivio que su corazón recibió.

—¿Necesitas ayuda? —ofreció JiSung.

SeungMin, avergonzado, estiró el parche hacia JiSung. Sin cuidado, giró la espalda de SeungMin hacia él para tener mayor vista de los moretones de su espalda, y comenzó a colocar con cuidado en aquellos más sobresalientes y captables bajo el uniforme.

—¿Tu padre vio los resultados del año pasado? —preguntó JiSung, tan obvio que su necesidad por hacer conversación le hizo sentir infantil.

SeungMin no lo miraba a través del espejo; forzaba en mantener su cabeza agachada.

—Ajá —contestó—, no los encontró muy bueno.

—¿Quieres ramyeon después de esto?

—Claro.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Por más que MinHo intentara ir por la directora Ahn, el profesor Hwei daba un paso hacia adelante.

Casi era maniático, como un espía ruso que peleaba para la Guerra Fría. Cada que MinHo se desviaba para ir hacia la oficina, aparecía el profesor Hwei para golpearlo con la varilla y llevarlo directo a clases; o lo tomaba por el cuello de su camisa e iba numerando toda la falta de protocolo de uniforme que MinHo portaba; o simplemente lo dejaba encerrado en el aula durante los bloques libres para que no la molestara.

¡Era inaudito!

—¡¿Cómo se supone que defienda mis derechos si no me dejan expresarlos?! ¡Esto es discriminación abierta y arbitraria! —se quejó MinHo en el comedor, con sus brazos exaltados y abiertos hacia Yeji. Al notar que el resto de sus compañeros de Sevit no le miraban, enfatizó más—. ¡Y a nadie le importa!

—Claro que no. Están más ocupados borrando los apuntes de las digitalizaciones y rompiendo las impresoras gratuitas para sabotearse entre ellos antes que fijarse de- ¿qué fue lo que cerró?

MinHo lanzó un fuerte bufido y se recostó sobre el comedor, al lado de su bandeja. Todo esto era injusto.

—¿Y el resto de tu equipo qué ha hecho? —preguntó Yeji, con su boca llena de arroz—, porque no los he visto llorando.

—«No los he visto llorando», ¿qué llorarán? Tienen demasiado miedo de que los saquen del dormitorio como para querer hacer algo, así que les dije que me haría cargo de todo —explicó MinHo—. Entiendo el punto y- además, me da igual, ¡yo soy el capitán! ¡Yo debo de proteger el Real King!

Un ligero carraspeo llamó la atención de los dos. Con lentitud, y con su vista en su texto de álgebra avanzada, el profesor Kim se acercó a ellos dos. Su vista viajaba entre el texto y su alrededor, probablemente igual de amenazado por el profesor Hwei.

—Escuché que la profesoras de Artes recibió más papelógrafos de los que pidió —susurró él, entre carraspeos—, y que no sabe en qué usarlos, si saben a lo que me refiero.

Dicho eso, el profesor Kim se largó con rapidez de ahí, escondiendo su rostro en el libro. MinHo palmeó con ambas manos la mesa y se levantó.

—Saber a lo que se refiere- Vamos, Yeji.

Yeji, apenada, decidió llevarse su pote de arroz antes de seguirlo.

MinHo no peleaba guerras que no tenían una pequeña probabilidad para ser ganadas.

Porque los carteles eran una manera legítima de hacer protestas, con la explicación de los sucesos con el fin de poder recibir un poco de apoyo de los estudiantes. Bah, eso sería demasiado optimista, pero tal vez alguna vista de empatía hacia ellos sería suficiente.

La pérdida del Real King no era solo del club, era la pérdida de aquella compañía que se podía tener en la comunidad. Trabajar en equipo era importante, y solo de esa forma se podía llegar a hacer cosas buenas. ¡Si MinHo esparcía el mensaje, él podría lograrlo!

Por lo que, en los siguientes días, MinHo colocó sus carteles hechos con ayuda de Yeji en la escuela.

Era eficiente, porque, si los colocaba en puntos estratégicos, entonces los estudiantes podrían leerlos. Como lo era en la pantalla de la biblioteca donde se buscaba en el repositorio de Sevit un cartel de protesta. Otro en las máquinas expendedoras del primer piso del edificio central, donde eran las más utilizadas. Otro cartel también puesto en la entrada de la sala recreativa de los dormitorios, utilizando las ventajas femeninas de Yeji para poder colocarlos ahí.

Él no se detendría hasta que la brecha estuviese suficientemente amplia.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Bang Chan solo quería comprar una bebida energética en la máquina expendedora de la escuela, pero solo divisó el cartel que MinHo había hecho en señal de protesta.

"¡¿En serio quieren que la escuela siga imbalidando a los estudiantes?! ¡Acá, todos somos iguales! Real King es una muestra de igualdad entre los alumnos, y su pérdida solo decreta la cegregación entre ellos.

¡Únete a la causa!"

«Incluso tiene faltas de ortografías...», pensó Chan, y esperó a que la bebida cayera en la máquina para poder sacarla.

«Qué pérdida de tiempo».

En sus auriculares resonaba la última clase grabada de la clase de ética, la cual realizó con una pequeña grabadora escondida en su estuche porque el profesor no permitía celulares en la clase. Había sacado una calificación excepcional en la última ronda de examenes parciales, pero no fue lo suficiente.

Porque Han JiSung le había superado.

—Han JiSung es un genio, prácticamente —fue lo que dijo su madre, luego del resultado de los examenes. Mientras el resto del Real King burlaba entre ellos y comían piezas de sushi pagadas salvo por HyunJin, Chan era retenido en una de las oficinas de la madre de Chan—, y no lo vas a superar, por mucho que lo intentes.

—¿Y eso qué significa? —preguntó Chan, serio. Antes de entrar a la reunión con su madre, su padre le había regalado benditas de color crema para poder ocultar los mordiscos que Chan se daba a las orillas de sus dedos—. ¿Lo elimino, acaso?

—Derrótalos de otras maneras —propuso su madre. La señora Bang, tan perfecta en su tonalidad de voz como en apariencia, tenía el encanto para ser una reclutadora universitaria. Chan sabía que, en el último año, había intentado reclutar a Han JiSung para tener su estrella asegurada ante las comisiones de estudiantes que ingresaban a la Ivy League, pero como JiSung la rechazó, decidió sublimar toda su frustración y poder en Chan.

Eso lo sabía en secreto, por una conversación que oyó de sus padres hace unas semanas atrás. Chan no podía decir que los había escuchado porque estaba fumando, escondido fuera del edificio, para que no lo atraparan.

—Intenta aliarte con tus compañeros —aconsejó su madre, en dicha reunión—. Seo ChangBin, como presidente del Centro de Estudiantes. Shin Yuna, como la hija del inversionista mayor de la escuela e hija del Juez Shin. Yang JeongIn, también, hijo de la diputada. Todos ellos son buenas herramientas para aliarte. Unirte al White Tiger ha sido la mejor idea.

—¿Y por qué demonios sigo fallando? —preguntó Chan, de nuevo, con sus dos puños sobre la mesa de reunión.

—Porque te sigues distrayendo —enfatizó su madre, seria. En sus manos, la varilla para poder apuntar su presentación en la sala de reuniones golpeó su otra mano, severa—. No te has dedicado lo suficiente a eliminar tus distracciones. Te sigues enfocando en lo equivocado- y, mientras no elimines lo equivocado, seguirás siendo segunda.

La señora Bang apuntó con la varilla a la proyección, donde el nombre de Han JiSung junto con su imagen de credencial era evidenciado junto con sus antecedentes. Muchacho que perfectamente pudo graduarse de la escuela a los catorce años.

Sin embargo, entendía el punto al que su madre quería llegar, por lo que, al ver el cartel de protesta de Lee MinHo sobre la máquina expendedora, decidió sacarle una fotografía y enviársela a ella antes de dirigirse hacia el salón de estudio de White Tiger.

De camino, alguien le chistó en medio del pasillo.

—Christopher.

Chan miró hacia el lado, el armario del conserje.

—¿MinHo?

MinHo abrió la puerta, tomó a Chan del brazo y lo entró con él en el pequeño armario.

—¿Puedo denunciar por acoso? El bastardo de Hwei no deja de seguirme —susurró MinHo. Todo estaba oscuro, pero, por el ruido, Chan se hacía una idea de que MinHo estaba aferrado a sus carteles de protesta.

—Podrías dejar de darle razones —opinó Chan.

—Vamos, jefe. Solo una distracción y- ah, ¿tienes cinta adhesiva? Se me acabó la mía.

Chan colocó sus ojos en blanco. —Ilumíname.

¿Por qué se había hecho amigo de un tipo como MinHo? Ambos eran diferentes- una gota de aceite y una de agua. Tal vez fue la proximidad forzada, lo cual tenía mucho más sentido. También, MinHo era bueno haciendo el aseo doméstico.

Después de que MinHo iluminara a Chan con su celular para que revisara en su mochila por cinta adhesiva, Chan salió del armario con muchos besos y agradecimientos por parte de MinHo y, como su objetivo inicial, siguió su camino hacia el White Tiger.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

—Ah, ¿y esto qué es?

—¿Por qué hace eso?

—¿Le falta atención?

—Ja, está mal escrito.

—Carajo, por eso a los pobres le va tan mal en redacción.

MinHo ignoraba las opiniones que daban sus compañeros de generación. No le interesaba lo que ellos pudiesen o no aportar, MinHo seguiría pegando en uno de los muros del segundo piso sus carteles de protesta.

Hasta que una varilla golpeó su hombro.

—¿No deberías hacer esto en la noche? —preguntó el profesor Kim—. Cuando nadie vea y- corrige tu ortografía. Existen los diccionarios o Google.

—«Los diccionarios o Google». Estaba apurado. Tenía demasiado sueño cuando los estaba escribiendo —susurró MinHo mientras pegaba con cinta el cartel.

—Y lo más importante tiene que ir en rojo- para que impacte de lejos. ¿No te enseñaron nada en tus clases de historia?

—En mis clases de historia también me quedo dormido.

—¡¿Qué es todo esto?!

El profesor Kim y MinHo saltaron ante el grito del profesor Hwei. Tanto los estudiantes como el profesor Kim se alejaron rápidamente de ahí, al tiempo en que el profesor Hwei gritaba puntos de deméritos y, con su propia varilla, golpeara la espalda de MinHo.

—¡¿Qué se supone que haces?! —preguntó el profesor Hwei—. ¡¿Protesta?! ¡¿En la escuela?! ¡Es ilegal!

—«¡Ilegal!» ¡N-No es tan ilegal si está el club de periodismo haciendo propaganda política! —se defendió MinHo en seguida, y apuntó hacia su espalda.

El profesor Hwei se giró, y MinHo aprovechó la situación para escapar.

La escuela se empapeló de carteles mal escritos, algunos con plumones rojos, otros que eran rasgados enseguida no solo por el profesorado pero también por estudiantes. MinHo sabía que la situación estaba generando conversación; eso era aumentar la brecha.

Aunque los castigos iban en aumento, tal como su punto de deméritos. El profesor Hwei lo seguía por los pasillos cada que lo interceptaba, aludiendo a la obligación de MinHo para levantarse mucho más temprano para poder pegarlos.

¡Y MinHo no se rendiría!

—Yeji~, gracias por ayudar a hacer panfletos —agradeció MinHo, en la sala común de la residencia de dormitorios—. Sabes que mi caligrafía no es tan buena.

—Ni ortografía. —Yeji había escrito en una cartulina las mismas oraciones, para poder recortar cada una y así generar pequeños panfletos—. Vamos, ¿en serio escribiste «segregación» con «c»?

MinHo amaba a Yeji por haber distribuido parte de su tiempo en la manifestación, y a MinHo se le destrozó el corazón notar cómo sus panfletos terminaban en la basura.

¡Por lo que, por ella y el Real King, no se rendiría!

Por más que el profesor Hwei sacara los carteles, o por más que los estudiantes se burlaran de él, MinHo continuó los días siguientes con sus protestas unipersonal.

Hasta que, una mañana de un miércoles, fue llamada a la oficina de la directora Ahn en medio de su clase de matemáticas.

MinHo no entendió demasiado, pero algo bueno debía de significar si es que se encontraba la directora Ahn, tensa como roca, con su leal lacayo el profesor Hwei sirviéndole un té a un hombre de traje gris y de apariencia nerviosa, todos sentados en la sala de estar de la oficina de la directora.

—Él es... el subsecretario del Ministerio de Educación —informó la directora Ahn a MinHo, y se arregló de forma compulsiva sus gafas—, está acá por la fotografía que se ha viralizado.

—«Fotografía que se ha viralizado» ¿Qué fotografía? —preguntó MinHo, y los colores se fueron de su cara—. ¿Del presunto beso? Ah, por favor, como si los besos estuviesen prohibidos-

—De la protesta —interrumpió la directora—. Fotografía que envió usted de la protesta.

—No proviene de un estudiante —aclaró el subsecretario del Ministerio, con la misma apariencia nerviosa pero seguro de sus palabras—. Por protección de la identidad no se revelará quien lo hizo, sin embargo, nos concierne las necesidades de los estudiantes —se dirigió a la directora—, en especial porque habíamos mencionado nuestra preocupación por las pocas actividades extracurriculares que Sevit tiene.

—Tenemos diversas —aclaró la directora—. Profesor Hwei, muestre por favor la carpeta con todos los clubes activos de la escuela.

—¡Enseguida!

—Los clubes destacados de la escuela tienen un fin académico, lo entendemos —el subsecretario hizo un ademán hacia el profesor Hwei para detenerlo—, no obstante, es igualmente relevante las actividades destinadas hacia la recreación del estudiante. Sus propuestas enviadas a inicio de año dicen lo mismo.

—Claro...

—Por eso, nos llamó la atención de que esta protesta cerrara un club de baile. La escuela debería pasar por un proceso administrativo para que cie-

—¡No hay proceso administrativo! —interrumpió la directora Ahn, más nerviosa de lo que alguna vez MinHo la vio—. Porque el club no ha cerrado.

Sí, tal vez era coerción e intimidación por parte de la figura del subsecretario; sin embargo, MinHo no podía evitar sentirse tan contento por las decisiones tomadas. La manera en la que la directora Ahn terminó por negar todo tipo de cierre del Real King hizo que el estima de MinHo subiera mucho más niveles.

¡Solo demoró un par de protestas, panfletos a la basura y acoso escolar!

Cuando la directora y el subsecretario lo liberaron de la reunión, MinHo no pudo evitar saltar en dirección a su aula de nuevo, tan contento que sus brazos alzados le daban un aspecto de lunático.

¡El Real King estaba de vuelta!

Mientras, el subsecretario tomó de la taza de té con cuidado y miró a la directora Ahn. —Así que..., ¿Sevit mantiene con vida su club de baile?

—Así es. Sevit compromete el uso del club como un-

El fuerte sonido de la alarma de incendios hizo saltar a los dos, al mismo tiempo que los estudiantes en el pasillo corrían hacia las zonas de seguridad en el patio.

—MinHo ni siquiera está ahí —observó Felix por la pequeña ventana de la oficina de la directora.

—¿Ah, no? —Chaeryeong, con decepción, miró a su iPad—. ¿Activé la alarma para nada?

—¡Oigan! —el profesor Hwei apareció en el pasillo—. ¡¿Ustedes son los culpables?!

—¡Corre!

Chaeryeong y Felix huyeron de la escena.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Drinking game por cada que alguien de acá tiene problemas de control de temperamento. 

¡Gracias por leer!

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