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El Real King, el mejor club de Sevit

Capítulo 1

El Real King, el mejor club de Sevit

La promesa estaba en el corazón y en las papeletas, junto con las estimas dibujadas en los graffitis del club. Lee MinHo protegería el Real King hasta el final.

El Real King no era para débiles, ni mucho menos para cobardes. En un internado académico donde el elitismo estaba implícito en los salones y en el suelo que pisabas, tener la vista de los colores en lo blanco era capaz de ser tintado ante la presión de las irresponsabilidades y del mal mirar. Las faltas de respeto y las competencias. Las idiosincrasias y el clasismo. Las faltas de clandestinidad y, por supuesto, la falta de canción. El internado Sevit no era un espacio para que el Real King sobreviviera.

Sin embargo, era la trascendencia lo que lo mantenía vigente. Considerado uno de los clubes más antiguos de Sevit, donde los trofeos de las competencias de baile eran el único sostenedor para no cerrarse- pero, ¿qué importaba el sacrificio si es que el premio, más allá del primer lugar, era mantener el Real King abierto? ¡MinHo sabía aprovechar esas cosas!

Porque, vamos, él no pelearía por cosas que sabía que estaban perdidas. Su padre yéndose de la casa era un caso perdido, o el ridículo profesor Hwei que le daba puntos de demérito a MinHo cada que se lo topaba en el pasillo.

¡O sus calificaciones!

MinHo no peleaba por batallas perdidas, eso era lo lógico. Cada batalla que se enfrentó MinHo, mientras tuviese un pequeño porcentaje de victoria, él ampliaría la brecha hasta ganarla.

Razón especial por la que, tras la primera ronda de examenes parciales de la primera mitad del trimestre, era de agradecer a Sevit que la mantención del club era por los trofeos que traían a casa y no por las calificaciones.

—¿Y? —En el centro del club, sobre el suelo de madera sucio y dos latas de gaseosas, Lee MinHo alentó a su equipo—. ¿Cómo estamos?

Lee Felix, estudiante de intercambio, sacó con orgullo la papeleta de calificaciones y la dejó en el centro. —Puesto ciento noventa y seis.

—Ay, no... —A su lado, Shin RyuJin se derrumbó sobre el regazo de Felix, triste, y colocó su papeleta sobre al de él—. No es justo. Yo quedé en el puesto ciento ochenta y nueve.

—Supongo que el coctel de sushi irá a mi nombre... —canturreó Felix con felicidad.

—No, no. —Lee Chaeryeong le atajó, y colocó su papeleta en el cúmulo—. ¡Tarán! Puesto ciento noventa y siete.

Felix y RyuJin solo soltaron un gran grito de sorpresa, y tomaron la papeleta para poder corroborar las calificaciones de Chaeryeong. Ella, orgullosa, pasó su cabello sobre su hombro con suficiencia.

—No solo soy linda, sino también dedicada —se halagó Chaeryeong.

—¿Cómo tienes una mala calificaicón en Ética y Moral? —preguntó RyuJin—. Debiste de haber colocado que mataran a los hombres o algo así.

—Coloque que había que sacar a todos los migrantes del país. Me dieron cinco puntos de demérito, y debo de limpiar el gimnasio.

—Genial.

—Es divertido como la gente como tú cree que con solo respuestas ofensivas puedes tener una mala calificación. —Finalmente, MinHo habló. Sacó de su bolsillo y su propia papeleta y, con la misma tensión del ambiente, lo dejó con lentitud sobre el centro—. Pero, Chae, hay gente tonta por naturaleza...

Los tres se abalanzaron hacia la papeleta de MinHo, y gritaron al mismo tiempo.

—¡Puesto ciento noventa y nueve!

—¡Ciento noventa y nueve! —MinHo estiró sus brazos al cielo, orgulloso, y se sacudió—. ¡Ciento noventa y nueve de doscientos! ¡¿Quién es más tonto que yo, señoritas?!

—¡Tu nombre ni siquiera debió de haber estado correcto! —dijo Felix—. Fallaste en Coreano- ¡¿Cómo?! ¡Eres coreano!

—«¡Eres coreano!» Ah, YongBokkie, a veces hay que ir más allá de nuestras expectativas...

Los otros tres se miraron, y el puchero se formó en sus labios. RyuJin murmuró, malhumorada. —Supongo que MinHo gana...

Pa-pa-pa-pa...

El quinto en el círculo del suelo, Hwang HyunJin, quien se mantuvo en silencio todo momento, negó con su índice.

—Como dice MinHo... —HyunJin habló, lento—, hay que ir más allá de nuestras expectativas...

Y, con una gran fuerza, HyunJin dejó su papeleta en el centro. Los otros cuatro juntaron su cabeza para ver sus calificaciones y, destacado en un gran rojo, el puesto doscientos ocupaba toda la papeleta.

—¡No! —gritaron.

HyunJin asintió, orgulloso, incapaz de elaborar cómo es que llegó a eso.

—Algunos dicen que es difícil llegar al primer lugar, pero eso es mentira —explicó HyunJin—. Más difícil es llegar al último. La competencia es innata. Nadie sabe cuán estúpido puede ser tu compañero de al lado si es que... si es que...

Poco a poco, el argumento de HyunJin comenzó a caer, tal como su columna vertebral se debilitó y se derrumbó en el suelo. Un letargo sollozo escapó de su boca de la pena.

—¡Me van a matar!

El Real King era lo suficientemente autovalente como para mantenerse abierto aun en comparación de los demás clubes de la escuela. Una vez, hace dos años, Sevit cerró el segundo club de robótica luego de que los examenes finales del segundo trimestre más de la mitad del equipo quedó fuera de los primero cuarenta lugares. Al mismo tiempo, sacaron a los dos bateadores del equipo de béisbol por quedar más allá del cien, y forzaron a que uno de los primeros diez lugares tomara el reemplazo de uno de ellos para quedar en segundo lugar en el torneo nacional interescolar de béisbol.

Pero, ¿el Real King? ¡Vaya! Parte de la naturaleza era de ser tontos. Las pequeñas hojas que se quedaban pegadas en la puerta del club donde exigían la renuncia de los miembros por ser una molestia a los demás era pan de cada día, ¡y era algo que MinHo no entendía!

Es decir, estudiar era una batalla perdida, y eso lo comprobó luego de los examenes finales de primer año, donde pasó cerca de cuatro días seguidos en su escritorio estudiando para un examen de bioquímica para finalmente terminar siendo su peor resultado en la ronda. Demoró cerca de dos semanas en poder acostumbrarse a comer, y también de poder volver a cagar. ¡MinHo no peleaba en batallas perdidas!

Él solo peleaba en batallas que tenía un pequeño porcentaje para ganar.

—¡Equipo! —MinHo se levantó del suelo, dejando el consuelo de la pena de HyunJin al resto de sus compañeros. Feliz, dio una vuelta en su lugar—. La competencia Dance Revolution está a la vuelta de la esquina, y aunque por más que nos consideremos demasiado buenos, creo que hay que empujar más allá de nuestros límites si es que en este querido club están los peores de la escuela. ¡Probablemente ni siquiera la directora nos deje tranquilos después de esto!

—Solo tenemos que traer un trofeo —RyuJin dijo—, no es tan difícil alcanzar un tercer o segundo lugar.

—O un primer lugar —Chaeryeong le empujó, jocosa.

—No hay que subestimar a nuestros oponentes —declaró MinHo—. Subestimarlos es la muestra básica de la mediocridad, ¡y el Real King no es mediocre! ¡HyunJin! —gritó—. ¡Coloca la música!

De un salto, HyunJin fue hacia el equipo de radio de segunda mano cedido por la escuela, y colocó el viejo CD en el reproductor. Vamos, pleno 2024, ¿y tenían que usar una radio con reproductor de CD? ¡Sevit jamás financiará al Real King!

«Sevit no le interesa el Real King», fueron las palabras que los antiguos mentores de MinHo le dijeron, al finalizar su primer año. En su ingenuidad de un chico de dieciséis, creyó que el desinterés por parte de la escuela dejaría un vasto espacio de actuar donde solo se dedicarían a ignorarlos. Fue en su segundo año, mientras reclutaba estudiantes para el club, que los estudiantes de Sevit no los ignoraban: los marginaban.

Por eso, cuando pasó a tercer año, MinHo supo que debía de dejar un legado más allá de un premio de consuelo que ayudase a sostener el Real King abierto. Debía de hacer algo lo suficientemente grande como para motivar a que más estudiantes se unieran. ¡Así, el legado continuaría!

HyunJin buscó el CD en su carátula, donde el dibujo de la superficie otorgado por RyuJin mostraba un sol salir del mar. Colocó el CD en el reproductor, y Before the Dawn de GLORY sonó enseguida. MinHo aplaudió, y levantó a Felix y a Chaeryeong del suelo.

No faltaba mucho para el Dance Revolution. MinHo dejaría el nombre de Real King en alto.

Por lo que, al sentir las primeras notas de tranquilidad de la canción, el grupo se colocó en posición para la coreografía.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

El celular de Han JiSung vibraba con insistencia en su bolsillo, pero él no podía contestarlo. Primero, pensó que sería alguna inutilidad que no le era pertinente; luego, consideró que tal vez alguien lo necesitaba de verdad cuando otra línea de vibraciones lo sacudió la pierna; finalmente, la secuencia de vibración que indicaba el llamado de SeungMin le hizo sentir un poco el estómago apretado.

No obstante, él no lo demostraría. En especial cuando la Junta de Padres y de Financiadores estaban en el pequeño hemiciclo, todos igual de expectantes como hienas a la carne. Lástima que JiSung fuese un tigre.

En la primera fila de asientos, donde nadie podía verla, la directora Ahn modulaba cada una de las palabras que JiSung decía a los padres, y a su lado el profesor Hwei marcaba el ritmo con su varilla en el muslo, igualmente nervioso por la continuidad de discurso que JiSung decía.

—... Entonces, están las proyecciones de que Sevit aumente el ingreso de alumnos a la Ivy League un 20% en comparación del año pasado —explicó JiSung, mientras mostraba el gráfico de proyección que el profesor Hwei realizó—. Y un aumento del 40% para que los alumnos ingresen a la Sky League, en estima ante los resultados de los examenes parciales del primer trimestre.

Una madre-inversionista levantó su mano. —¿Cómo los resultados de la primera ronda de parciales entrega esa proyección?

—Los profesores han instaurado mayores ejercicios de memorias. Por lo que se puede apreciar, han servido demasiado para contestar los examenes —respondió JiSung, y sonrió.

La directora Ahn carraspeó desde el asiento, y el profesor Hwei trazó la varilla sobre su cuello.

—También ha habido un aumento de horas para el trabajo físico, siendo respaldado por estudios de Oxford y de Harvard que la movilidad física ayuda a liberar dopamina en el cerebro, ayudando asimismo a la mermar el conocimiento que la escuela nos estrega —elaboró JiSung, sin borrar su sonrisa de sus cansadas palabras—. Sevit ha entregado herramientas a cada estudiante, especializando las habilidades blandas y potenciando en las debilidades que fueron diagnosticadas en primer año. El seguimiento que Sevit tiene a sus estudiantes, individualizando a los doscientos alumnos de cada generación, ayuda a que estos resultados —volvió a aludir a la presentación— sean más una proyección, antes que un sueño.

Claro que la respuesta gustaría, porque JiSung sabía cómo contestar a las preguntas. La directora Ahn le dio una mirada de alivio mientras que el profesor Hwei se recostaba en su butaca, cansado de la tensión.

Otra madre-financiadora levantó su mano.

—Es importante que usted tenga esa capacidad de reflexión con lo que le entrega la escuela, ¿no es así? —preguntó ella—, para ser el primer lugar- debes de ser también el primero en notar las falencias.

JiSung volvió a esbozar una sonrisa, en especial al notar la posición tan tensa que la directora Ahn tomó. El profesor Hwei volvió a mover su varilla, nervioso.

«¿Qué quiere que le diga? —pensó JiSung, burlesco—, no es como si esta mierda me entregase algo».

—Sevit funciona en colaboración de los estudiantes —replicó la respuesta que la directora Ahn le indicó dar para ese tipo de preguntas, en la intensa reunión que tuvo hace quince minutos atrás—. Apenas yo logro pesquisar algo cuando Sevit ya lo está cubriendo.

—¿Sevit los cuida de las distracciones? He escuchado que aun hay un club de baile por ahí...

Antes de que JiSung pudiese contestar, la directora Ahn se levantó de su butaca para ganarse junto a JiSung en el escenario. Ella arregló su bleizer, y su vista nerviosa a través de sus gafas dieron una barrida visual a todo el hemiciclo.

—Tienen razón —dijo la directora Ahn—. Las distracciones son eliminadas de Sevit. No hay nada que nosotros no propongamos que tenga como fin el mejor ingreso académico de nuestros estudiantes. Ellos son nuestra prioridad.

El celular de JiSung volvió a vibrar. El ritmo de SeungMin se hizo más insistente.

—Muchas gracias por la invitación —JiSung se inclinó hacia los padres y hacia la directora—, pero ahora debo retirarme. Tengo sesión de estudio.

—El White Tiger, ¿no? —preguntó una madre-financiadora—. Mi hija siempre habla de los disciplinados que son.

—Mi hijo también —colaboró otro padre.

JiSung solo pudo mantener la sonrisa. —Sí, solo son los agentes externos que sacan al grupo de la disciplina.

La mirada de reojo hacia la directora Ahn hizo a los demás padres-financiadores murmurar, al mismo tiempo que JiSung se retiraba del hemiciclo. Al salir al pasillo, sacó su celular para poder revisar los mensajes, cuando la directora Ahn ya lo había atrapado.

—Han JiSung-ssi —llamó ella—. Procure mantener el esfuerzo en sus estudios. Ha habido reclutadores universitarios que quieren contactarse con usted-

—No es necesario —agradeció JiSung—, puedo jugar con mis reglas en los ingresos. Gracias por la mención.

—Ah- no, gracias a ti. Sé que pedirte que dieras esta presentación lo sacaba de su horario...

—Está bien —JiSung le restó importancia. Todo su celular estaba cargado de mensajes del club White Tiger, emoticones de rabia e insultos despiadados—. Solo que, la próxima vez, creo que podría acudir a Seo ChangBin, presidente del Centro de Estudiantes de Sevit. Yo, como primer lugar, no soy de tener mucha representatividad al alumnado- y mucho menos el interés de representar a la escuela.

—Han JiSung.

Ni siquiera pudo escapar de la palabra «reclutador universitario» cuando, con una asombrosa amabilidad y rostro sonriente, una mujer delgada y de rostro familiar se le acercó.

—No nos hemos presentado formalmente, ¿verdad? —reconoció ella, mientras tendía su mano.

JiSung se inclinó, cordial. —Lo siento, voy de urgencia.

—Entonces —la mujer metió su mano en su cartera. JiSung notó cómo, de una pequeña billetera, sacaba una tarjeta. JiSung le echó una leída al nombre—, llámame cuando estés desocupado. Trabajo con los niños de Sevit, y gracias a mí han logrado estar en lugares grandes. Te haré grande —aseguró.

JiSung guardó la tarjeta en su mochila, y se encogió de hombros.

—Ya soy grande, pero gracias, de todas formas.

Algunos estudiantes, durante la jornada de la tarde, pasaban sus tiempos en sus propios clubes académicos donde les generaban más créditos en sus currículums para las altas ligas universitarias. Otros, en los bloques libres, salían con autorización del internado hacia las bibliotecas públicas o cafeterías de estudios para juntarse con sus tutores para especializarse en las áreas de debilidad. Era grande el sacrificio, desde el punto de vista de JiSung, para alcanzar algo que era complejo bajo la competencia.

Porque, por más que horas que se dedicaban en la biblioteca, o tutorías eran pagadas por el bolsillos de sus padres, JiSung podía ver a través de la ventana de un aula cómo dos chicos mojaban a propósito con té la mochila de una alumna que había ido al baño.

Como decía Darwin: la naturaleza cohabitaba en la ley del más fuerte.

Al llegar a su pasillo, no le fue de sorprenderse que el fuerte ruido de la canción de turno que el Real King presentaba estaba a tope en los parlantes. La sala del club de White Tiger se encontraba justo al lado, y tras ingresar, pudo notar el rostro de alivio de sus compañeros.

—No van a bajar la música —dijo SeungMin, desde su pupitre.

JiSung no había entrado al club de Real King porque suponía que el fuerte olor a sudor lo dejaría ciego, y que el desorden con el moho le daría una infección a los pulmones. Su sala, por el contrario, era pulcra, limpia y ordenada. La preciosa colección de libros oficiados por la madre de Seo ChangBin estaban ubicados en la repisa; la costosa cafetera otorgado por el padre de Choi Lia estaba siendo usada en la preparación de una taza para alguien de la sala; los finos escritorios de madera costosa, donado por el padre de Shin Yuna, también lucían bajo la comodidad de todo el material de estudio; o el lujoso arreglo de luces ambientales cedido por la familia de Bang Chan; y el fino aparato de audio que donó la madre de Yang JeongIn con la música clásica era apagada por Before the Dawn de GLORY.

Con simpleza, JiSung subió el volumen del aparato de audio.

—¿No es inmaduro una guerra de volúmenes? —preguntó Bang Chan, apartando la vista de su texto de economía.

—Solo hasta que alguien cede... —contestó JiSung, burlesco.

En Real King, la canción fue apaciguada por lo clásico.

—¡Ah! —se quejó MinHo, frustrado—. ¿Y estos qué se creen? ¿Con la música tan fuerte?

—Bueno, donde caben uno, caben dos —dijo HyunJin, y sacó otra radio barata de uno de los almacenes del club—. ¿Alguien tiene un extensor?

—¡Yo hice uno! —informó Chaeryeong.

Before The Dawn pasó las paredes una vez más, y el White Tiger solo mostró su irritación. JiSung subió la música clásica a tope.

—¡Más radios! ¡Más parlantes! —gritó RyuJin, desde el Real King, y sacó un pequeño parlante a bluetooth para colocarlo junto a las radios—. Suerte que me gané este en una rifa.

—Y no hay mejor parlante natural que un vaso de plástico —dijo Felix, y colocó la bocina de su celular cubierta en el vaso.

En el White Tiger, furioso, SeungMin se levantó de su asiento para ir hacia la pared continua, y le dio una patada. —¡¿Es que no se pueden callar?!

—Oh- oh- oh. —Yuna también se levantó y siguió a SeungMin—. Las paredes son débiles. Si golpeamos con fuerza, podemos-

—¿Qué? ¿Derrumbarla?

Chan colocó sus ojos en blanco. —Son unos infantes.

En el Real King, sintieron los golpes a través de las vibraciones del muro.

—¿Están golpeando? —preguntó HyunJin, incrédulo—. ¿En serio estos idiotas golpean la pared?

—En serio estos idiotas golpean la pared. ¡Ah, sí! —MinHo alzó las mangas en sus brazos—. ¡Pues les daremos guerra!

—¿En serio golpean de vuelta...? —En la otra sala, Chan preguntó con sarcasmo—. Oh, vaya...

Seo ChangBin también se levantó en su silla y, con cuidado, miró hacia la pared. —Si analizamos bien... por acá debe estar el cableado de su club.

—¿Y quieres cortarles la luz? —preguntó Lia, también levantándose para unirse a los golpes.

JiSung dio el crédito a ChangBin. Bajó el volumen de la música clásica y, proveniente de done la mayor vibración rítmica de la música del Real King salía, localizó la posible ubicación del enchufe.

—Aquí, aquí —dijo JiSung—. ¡Golpeen!

—¡Golpeen! —gritó MinHo, al otro lado.

La pelea de patadas al mismo muro solo duró dos minutos, cuando la música de las radios se apagó de manera abrupta y, el pobre enchufe de la pared terminó por desplazarse de un solo golpe ante una patada que Seo ChangBin dio.

—¡Carajo! —ChangBin saltó, agarrándose el pie—. ¡Me dolió!

MinHo, ofendido, se hincó para ver el nuevo agujero en la pared. ¡¿Acaso el White Tiger...?!

—¡Inaudito! —gritó MinHo, ofendido—. ¡Vamos!

El Real King salió del club al mismo tiempo que el White Tiger, y MinHo podía localizar, al igual que lo hizo el otro tipejo con el enchufe de la pared, a su enemigo natural:

Han JiSung, el jodido número uno de la escuela.

Y por supuesto que estaba acompañado de su leal amigo, del imbécil con problemas de ira y que no se sacaba nunca su jersey del equipo de béisbol de Sevit.

—Van a pagar por ese enchufe, y esa pared —ordenó MinHo, con sus dientes apretados—. Y si no pagan por esa cosa, ¡les juro que les arrancaré la cabeza a todos ustedes!

—¡Si que eres valiente al asomarte, imbécil! —le gritó SeungMin de vuelta.

—Eres valiente para asomarte, imbécil —repitió MinHo.

SeungMin quiso abalanzarse, pero la mano de JiSung se interpuso.

—¿No notan que su música molestaba nuestra hora de estudio? —preguntó JiSung con tranquilidad a MinHo.

—Es nuestra hora protegida para el ensayo —defendió Felix, con sus brazos cruzados—. Podemos colocar la música tan fuerte como queramos.

—Pero música de verdad, cariño, que con la basura que escuchas no me sorprende que no te queden neuronas —atacó Yuna.

—Todos aquí tenemos neuronas —HyunJin intentó mediar—, por lo que podríamos llegar a un acuerdo que-

—¿Es por lo rubio que solo hablas estupideces? —le cortó Lia.

HyunJin se dirigió a Felix, apenado. —¿Tan mal me queda el rubio?

—Ignóralo, eres precioso.

—Uy, niña mimada, ¿no quieres cerrar el hocico? —discutió RyuJin.

—Con la pinta de marimacho que te tiras, no creo que seas tú la ideal para hacerlo —defendió Lia a su amiga.

RyuJin les levantó el dedo del medio.

—Van a pagar por ese cableado —insistió MinHo a JiSung, una vez más, sin haber apartado la vista de él en toda la pelea—. O si no...

—¿Qué? —JiSung le sonrió, con sus manos en los bolsillos y su balanceo sobre sus talones—. ¿Algo que puedan hacer ustedes? ¿Por qué no mejor intentan gastar toda esa energía en esta pelea, en algo mucho más decente como sus estudios?

MinHo solo rio, sarcástico. —«¿En alguno mucho más decente como sus estudios?» Seguro, así tal vez tendremos más derecho a utilizar el aire acondicionado, las neveras, los privilegios de almuerzos, chupar penes a maestros y estar de rodillas frente a la directora para aceptar cada fotografía con el jodido alcalde del distrito —halagó, con una mano en el pecho—, me encantaría ser así de plástico.

—Supongo que esos son los privilegios de una persona que sí paga por estar acá —contestó JiSung—. Incluso ABBA lo dijo: el ganador es quien se lleva todo. Injusto para el perdedor, ¿eh?

MinHo sintió la ira golpear en su pecho. Odiaba la calma con la que JiSung hablaba.

—¡¿Injusto para el perdedor?! ¡Son ustedes los que hacen toda la estadía acá insufrible!

—Porque al menos nosotros nos esforzamos en lo mínimo, Lee MinHo. Responder a una boleta de calificaciones no es tan difícil si es que te esfuerzas para ser el más tonto de la manada. —JiSung juntó sus manos, y las sacudió en dirección a HyunJin—. Felicidades, Hwang HyunJin. El puesto doscientos es fácil de alcanzar cuando no tienes un cerebro para pensar.

HyunJin fue atajado por RyuJin y Felix, pero MinHo ya había dado pasos hacia adelante.

Él no peleaba guerras que no tenían una pequeña probabilidad para ser ganadas.

. . .

Espero que les guste esta historia, que en verdad soy fan del dorama y hace poco me lo vi de nuevo, por lo que fue inevitable no hacerle un minsung, ji.

Aunque, de nuevo, esta es una adaptación ridículamente libre, puede que al menos la mitad de todo es invento mío. De todas formas, espero que les guste este slice of life. Les amo uwu

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