El gato contra los tigres
Capítulo 6
El gato contra los tigres
Nadie dijo algo en la espera de que MinHo hiciera un remate de su chiste, porque las probabilidades de tener sentido lo que sea que él dijo hizo fallar el sistema sináptico de los chicos más inteligentes de Sevit.
La primera que chilló fue Yuna, quien se levantó de su silla junto a MinHo mientras negaba.
—¡No, no, no es cierto! —dijo con rapidez—. ¡Las copias del Se-Vitalicio ya están llegando! ¡No pudiste haber regresado!
—«Haber regresado», no pues, reina, ¿quién te dijo que me fui, en primer lugar?
—¡Te vieron!
—¡Me vieron! ¡Ja! ¡Mala periodista eres si le crees a cualquiera!
ChangBin carraspeó para llamar la atención, y también negó. —La directora me mencionó ayer que habías dado de baja tu matrícula. No eres, legalmente, estudiante.
—Legalmente estudiante- como legalmente rubia. Me pondré rubia, para decirte de nuevo que —MinHo mostró la hoja de inscripción—, ¡Lee MinHo está aquí, mi gente!
Antes de que alguien más opinara, SeungMin se levantó de su asiento y, con ira, caminó con velocidad hacia MinHo. Él estaba preparado para hacer un comentario sarcástico cuando, sin medirlo y totalmente desprevenido, SeungMin empujó a MinHo contra la pared y, con lentitud, habló:
—Para ti esto será un chiste, pero hay gente que de verdad tiene seriedad con su vida —dijo SeungMin, con una voz demasiado baja que apenas MinHo pudo escucharlo—. Si no te largas, romperé el muro con tu cara.
Y MinHo, sin ningún sentido de preservación, se encogió de hombros. —«Romper el muro con tu cara», pues, el muro ya está roto, mi rey.
MinHo vio el puñetazo venir, solo para ser intervenido por JiSung quien, con calma, agarró a SeungMin de la muñeca. En su otra mano llevaba la hoja de inscripción de MinHo.
—Esto es legítimo —notó JiSung—, y firmado por la directora. Tiene su derecho de estar acá.
El resto del White Tiger se quejó con JiSung, pero él ignoró a todos mientras regresaba hacia su puesto. Los intervalos de discusión eran completados con las miradas de odio hacia MinHo, cosa que, desde el fondo, lo enorgulleció en demasía.
—Ah, ¿quién lo diría? —dijo MinHo—, y lo único que tenía que hacer para entrar, era llenar un tonto formulario.
Sin embargo, el club calló cuando Chan se levantó de su asiento. De su mochila sacó su segundo celular escondido y comenzó a marcar hacia sus padres.
—Él no se quedará acá —informó Chan—, que, para eso vamos al circo si es que queremos un payaso.
—¡Ja! —soltó MinHo—. ¡Insultas como niño!
Los chicos lanzaron diversos gritos hacia él, los cuales, con el descaro de MinHo, pudo callarlos con un simple movimiento de manos que el profesor Kim usaba cuando la clase no paraba de hablar.
—Ya, ya, ya —MinHo cerró su puño—, no se preocupen. Yo me encargo.
MinHo salió un momento de la sala, y un fuerte chirrido molestó al grupo. A propósito, MinHo arrastró su propio pupitre y los colocó cerca del hoyo de la pared, visualizando al resto de sus queridos compañeros con la mejor sonrisa que podía tener.
—¿Ven? Somos compañeritos.
—Ah, por favor —dijo ChangBin—. Este es un espacio exclusivo para los mejores lugares de la escuela. Si aceptáramos a cualquiera- claro, te recibimos. Lamentablemente, no cumples con los requisitos.
—«No cumples con los requisitos», no, no —MinHo movió su índice de lado a lado—. Y, sinceramente, me sorprende que ni usted, presidente, o Christopher lo haya contemplado.
Con facilidad, MinHo dejó su bolso sobre el pupitre y sacó de ahí lo que nadie esperó ver alguna vez en las manos de un tipejo como él:
El manual de convivencia estudiantil de Sevit.
MinHo abrió el manual en una página marcada con un dibujo de una pata de gato, y carraspeó antes de hablar.
—Aquí dice que los clubes no deben de tener requisitos de ingreso más allá de las cualidades de habilidades blandas que se especifican en la disciplina. El White Tiger, como habilidad blanda, es el autocontrol y adaptabilidad, ¡y acorde a la directora, lo cumplo! Ay, no me miren así —MinHo cerró al libro tras notar que sus compañeros estaban en blanco—, no lo digo yo, que si alguno de ustedes quisiera entrar al Real King, al menos yo les enseñaría algún paso de baile.
MinHo aun no comprendía muy bien el fenómeno, pero los rostros de impotencia del White Tiger regocijaban en su interior, casi como si fuera del mismo chocolate del cual él era fanático. La manera en la que ninguno de ellos quería creer lo que MinHo decía, y que su presencia ahí desestructuraba toda su paz lo dejaba vuelto loco en felicidad.
Claro, ligeramente decepcionado estuvo por no generar tal impacto en JiSung, quien se sentó con resignación en su pupitre. No obstante, ¿para el resto? Era delicioso.
Lia, tan severa, terminó por chillar:
—¡No puedes quedarte aquí! ¡Si lo haces, te haremos la vida imposible!
MinHo, sonriente, caminó hacia ella. Lia, notoriamente vacilante, se volvió a sentar en su puesto hasta que MinHo quedó cerca de su cara.
—«Haremos la vida imposible» —MinHo saboreó cada sílaba de su ecolalia, y sonrió—. Háganlo, preciosa. Yo muerdo.
Su intimidación habría valido algo si no fuera porque el profesor Hwei ingresó al aula.
—¡¿Qué demonios es esto?! —gritó él—. ¡Lee MinHo!
—¡Carajo! —saltó MinHo. Notó que Chan guardaba su celular de nuevo, notorio de haber sido él quien notificó al profesor—. ¡Maestro Hwei! ¡No es lo que-
—¡¿Qué haces molestando a los chicos?! —espetó el profesor Hwei, y corrió enseguida para arrastrar a MinHo fuera de ahí de una oreja—. ¡Ya verás lo que dirá la directora tras volverte a ver, Lee MinHo! ¡Ya verás!
—Él está permitido estar acá.
En la oficina de la directora, el profesor Hwei casi se desmayó de la impresión cuando la directora Ahn rectificó los dichos, esta vez, con Lee MinHo al frente.
—¿Qu-qué? —preguntó el profesor Hwei—, p-pero, él estaba siendo una distracción para el White Tiger...
—Los valores de Sevit entregan la educación de calidad y paritaria a todos sus estudiantes, sin discriminación —aclaró la directora Ahn, aunque MinHo notó cómo sus palabras dificultaban de ser pronunciadas—. Por lo que, si es pertinente para que el estudiante termine sus estudios... Lee MinHo estará en el White Tiger.
Ni siquiera MinHo pensó que podría escuchar esas palabras de la directora Ahn en vivo y en directo, pero ahí se encontraba, en su espacio de descanso dentro de la oficina, tan reacia al querer pronunciar y tan satisfecho que MinHo estaba.
Su trasero casi rebotó en el sofá por la felicidad.
—Entonces —MinHo rectificó—, ¿tengo total libertad para estar en el White Tiger?
La directora Ahn tragó, y asintió con lentitud sin hacer contacto visual con él. —Claro... total libertad.
MinHo sí saltó del sofá, y le tomó la mano para sacudirla en muestra de agradecimiento.
—¡Total libertad! ¡Gracias!
Mientras MinHo se alejaba de la oficina, se pudo escuchar sus cantos de felicidad con la canción Stronger de Britney Spears. La directora Ahn, cansada, se levantó del sofá y fue hacia el pequeño frigorífico que tenía escondido en un rincón.
—Todo esto será un caos —murmuró la directora Ahn—. ¿Quiere un té, profesor?
—¡C-claro! —aceptó el profesor Hwei, solo para fruncir el ceño—. ¿Es un nuevo frigorífico?
—Ajá.
—¿Lo compró?
La directora cerró la puerta y fue hacia el profesor Hwei para entregarle una bebida de té, solo para sentarse a su lado, cansada. —Fue la donación de un padre.
(=˘ ³( ,,>ᴗ<,,) ~♡
En primera instancia, MinHo quiso estudiar en el White Tiger. Ya saben, para ponerse al corriente de lo que hacía el resto.
No obstante, su pupitre desapareció. Pensaron que aquello serviría para espantarlo, pero alguien que sufrió el pesado acoso escolar en primera fuente, un pupitre eliminado no era la gran cosa.
No era una guerra que no podía ganar.
Por lo que, con su saco de dormir, se instaló en el frontis del aula.
Y él no molestaba, en serio. En los bloques protegidos de estudio se iba al club a poder repasar un poco, pero parecía que todo el White Tiger estaba en contra de su presencia porque, tan pronto como lo vieron con su saco de dormir y sus textos de estudios, lo patearon con la excusa de tropezarse.
Inclusive JiSung, quien le dio una patada en el trasero.
—Lárgate. —En un instante, SeungMin le ordenó.
MinHo dejó su lápiz sobre su texto de matemáticas, y levantó su cabeza. —«Lárgate» —burló—. Oblígame.
—Te haré largarte.
—«Te haré largarte». ¡Ja! Oblígame.
SeungMin arrastró a MinHo desde el saco de dormir fuera del aula y cerró la puerta de un portazo, a tal nivel que otro pedazo de pared cayó al suelo.
Sin embargo, no se rendiría. MinHo tenía un plan B, C, D e inclusive E; si era necesario, usaría todo el escenario. Nadie lo sacaría del White Tiger si es que eso permitía recuperar el Real King.
Los estúpidos del White Tiger querían usar el espacio del Real King; eso MinHo lo notó cuando, durante otra tarde protegida, divisó a distintos constructores sacar los restos de pared para expandir la sala, además de tomar las medidas para cambiar el tapiz y tapar los graffitis.
A causa de eso, una hora más tarde, MinHo pegó su póster de Michael Jackson cerca del reloj de pie que tenía el club.
—Ah, no. Ni de chiste esto será un burdel para estúpidos —dijo Lia.
Junto a Yuna, se acercaron al póster y lo despegaron. MinHo, quien vio todo sin moverse, les ladró.
—¡Largo!
—¡No vas a pegar nada aquí! —gritó Yuna—. ¡Este es nuestro espacio!
MinHo las ignoró, y volvió a pegar el póster. Yuna y Lia lo arrancaron, y Lia lo tomó de ambas partes para partirlo a la mitad. MinHo divisó ambas partes en el suelo, y suspiró, lacónico.
—Lástima, ese me gustaba mucho.
Y saco otro póster de su mochila.
Sin embargo, MinHo no contaba conque JeongIn aparecería con su rociador y empaparle la cara.
—¡Lárgate!
Bueno, los póster no eran buena idea, en especial porque el White Tiger o los rompía, o los mojaba. MinHo iría con su Plan D.
La tarde siguiente, los constructores ya habían limpiado todo lo que fue el Real King, dejando al White Tiger con una sala mucho más amplia. El suelo estaba alfombrado con un precioso color azul marino, y tapizado con un sobrio color crema. A MinHo le parecía incómodo, pero no se quejaría- al menos el suelo alfombrado le ayudaría para el invierno.
¿Para qué? Se preguntarán. Bueno, el White Tiger se preguntó lo mismo porque, durante la hora protegida, MinHo se sacó sus zapatillas gastadas y, del pequeño parlante que construyó Chaeryeong, colocó Stronger de Britney Spears.
—¿Me dices que...? —ChangBin boqueó, impresionado.
—No lo hará, ¿cierto? —preguntó Yuna. Tras no recibir respuesta, rectificó—: ¡¿cierto?!
Claro que lo hizo. La canción tomó ritmo, y MinHo comenzó a bailar con ella. Oh, como le gustaba Britney Spears.
El grupo esperó a que JiSung hiciera algo, pero él estaba lo suficientemente impresionado por la osadía de MinHo que ni siquiera podía moverse; solo veía a MinHo bailar mientras, con un desafinado tono, cantaba la canción.
—Stronger than yesterday —cantó MinHo, y se giró hacia el grupo—, it's nothing but my way- my loneliness ain't killing me no more – I – I'm stronger than-
Chan dio pasos rápidos hacia el parlante de MinHo y, con descaro, lo lanzó hacia la pared. Lia y Yuna gritaron por el estruendoso choque, e inclusive MinHo se quedó completamente quieto, impresionado.
La respiración de Chan se volvió a regular, y se dirigió con lentitud hacia MinHo. Él, asustado, dio pasos hacia atrás hasta chocar con uno de los pupitres del White Tiger, totalmente impactado.
—¿Hasta cuándo harás esto? —preguntó Chan, severo.
MinHo se recompuso del temor, y ensanchó su pecho con orgullo. —¿Hasta cuándo haré esto? ¡Hasta que el Real King regrese!
Por lo que, al día siguiente, el White Tiger se dio cuenta que la manera más fácil de deshacerse de Lee MinHo fue encerrarlo dentro del aula. Si él se esmeraba en tener la sala, pues sería de él solito. El White Tiger no tendría problemas de cambiarse si es que eso los dejaba tranquilos.
—¡Oigaaan! —gritaba MinHo desde adentro, a la par que forcejeaba la puerta—. ¡Déjenme salir!
—No podemos seguir así —dijo SeungMin, mientras miraba a JiSung—. El imbécil me tiene enfermo del estómago. En Mayo son los examenes de medio término y no tengo intenciones de fallar por culpa de este idiota.
—¡Aun faltan cinco semanas! —se escuchó a MinHo adentro.
—Esto no es de gratis. Hay una estrategia de fondo, es obvio —razonó JiSung—. La directora acaba de acomodar a MinHo en este grupo, algo será de su uso.
—¿Y sabes de qué es? —le preguntó JeongIn.
—Claro, por eso estamos acá juntando cabezas —contestó ChangBin con sarcasmo.
Yuna chasqueó sus dedos. —Uno de mis editores me informó de que la directora recibió un nuevo frigorífico, ¿tendrá que ver eso?
—Sí, y la llegada de la nueva sala trajo consigo a la mascota del grupo —Lia también fue sarcástica, mientras aludía a MinHo al interior del aula—. No sabía que los pobres caían tan bajo por un poco de dinero.
—MinHo no tiene el dinero como para comprarle un refrigerador a la directora —JiSung dijo, casi asqueado por la teoría estúpida—. Él no es un estúpido.
—Solo un imbécil —concedió SeungMin.
—Entonces, si quieren hacer algo interesante, debemos usar lo que tenemos a nuestro favor —fue Chan quien habló, con su tono tan petulante que hacía sentir al resto como un tarado—. Acúsenlo al profesor Hwei. En algún momento, los puntos de demérito contra MinHo serán lo suficiente para expulsarlo.
—¡Ay! —Lia saltó para abrazar a Chan alrededor del cuello—. ¡Eres tan inteligente!
—¡Oigaaan! ¡Esto ya no es gracioso! —MinHo gritó, y golpeó una vez más la puerta—. ¡Comí muchos legumbres para el almuerzo! ¡No creo poder aguantar mucho!
El grupo con rapidez se acercó a la puerta para destrancarla.
(=˘ ³( ,,>ᴗ<,,) ~♡
—Entonces, Christopher. —Con el acento británico denotado, y con la postura de una persona que solo era capaz de interactuar si es que se tenía el dinero suficiente, el reclutador de Harvard le habló—. Coméntame, ¿qué área comunitario te interesa de nuestro campus?
—La manera en la que gestionan el trabajo con los grupos marginales me ha ayudado a desarrollar mis habilidades de eficacia y planificación de estrategias con escasos recursos para generar espacios de comodidad, como lo son el campo de la educación en el fomento de la alfabetización —Chan contestó, con la elocuencia que fue enseñada, apagando por completo su acento australiano porque su madre había dicho que daba una muestra descortés. Las palabras de Chan salían como disparo de su boca, e intentó recobrar el pulso para que cada sílaba sonase lo más natural posible—. Además, Harvard es parte del círculo de la Unicef. Soy un miembro activo.
—¿Y qué más?
La sangre de Chan se congeló.
—¿Más? —«¿Realmente preguntarán eso?»—. ¿Se refiere...?
—Comprendemos que has hecho esto por tu currículum —el reclutador cerró la ficha de Chan, pareciendo entregar un total interés en él—, pero háblame de tus pasatiempos. ¿Qué haces en tus tiempos libres?
Las palabras de Chan se trancaron, y una risa estúpida salió de su boca porque- ¿qué tipo de pregunta era esa? ¿Acaso era una real? ¿O solo era parte de esa estúpida, estúpida simulación?
Porque, si era verdad, entonces estaría fracasado. Su mente quedó en totalmente en blanco, como su boca fue incapaz de formular alguna palabra. Boqueó de forma tonta, y un ridículo «eh» se escapó antes de palmear su frente.
—Perdón- yo...
Las puertas de la sala espejo se abrieron, y la señora Bang ingresó con rapidez para inclinarse ante el reclutador de Harvard.
—Muchas gracias por su tiempo. Lo llamaremos de nuevo —agradeció la señora Bang, mientras le otorgaba al hombre un sobre.
El reclutador, le tendió la mano a Chan, y él la sacudió.
—Christopher —habló el reclutador—, te aconsejo que practiques esto, porque no les agradará que te quedes en blanco en una pregunta personal.
—¿Eh?
—Pregunta personal —reiteró—. Nadie te conoce mejor que a ti mismo. Ellos quieren sinceridad, no una persona que está ansiosa por entrar.
Chan aceptó las palabras, o al menos fingió que lo hizo. Su respiración se trancó con lentitud mientras escuchaba a su madre despedirse del reclutador, y cerró la puerta tras él.
El silencio cayó, de la misma manera en la que Chan se dejó caer sobre uno de los asientos de la reunión. Pasó su mano por su boca, para notar cuán seca estaba, y un gran nudo de frustración se deshizo en son de la expresividad de la rabia.
—¡Mierda! —gritó Chan—. ¡¿Qué se supone que es eso?!
—Ya idearemos algo —la señora Bang intentó calmarlo.
—¡¿Cómo me dices eso?! ¡¿Qué tengo que contestar a eso?! —preguntó—. ¡¿Es sobre lo que le dijiste al señor Bang?!
—Chan, cálmate por favor —pidió la señora Bang. Chan, incapaz de querer hacerlo, mordió el costado de su pulgar a la par que se balanceaba sobre la silla. Solo pudo calmarse cuando la señora Bang colocó sus manos sobre los hombros de su hijo—. En serio, cálmate. Solucionaré esto.
—Me dijeron que lo harían, pero sigue sin ser perfecto —susurró Chan, severo—. Sigo sin ser perfecto. ¿Qué más quieren de mí? ¿Qué debo contestar a eso?
—Estamos trabajando para eso —calmó la señora Bang. Chan pudo sentir cómo su madre le daba un beso en la frente—. Un equilibrio perfecto entre pasatiempo y eficiencia para tu currículum. Es el mejor plan.
(=˘ ³( ,,>ᴗ<,,) ~♡
Claro que el White Tiger se quejó con sus padres, lo que hizo en efecto dominó a que el profesor Hwei estuviese más al tanto de MinHo. Por consecuencia, los puntos de demérito y los castigos incrementaron en la vida de MinHo un 220%
(O algo así. Él era malo en matemáticas).
Por lo que, en un precioso martes nueve de abril, MinHo solo podía apreciar el cálido clima en el gimnasio antes de comenzar a trapearlo.
Hasta que un chistido le llamó la atención.
—¡MinHo! ¡Aquí!
Desde la puerta del gimnasio, MinHo entrecerró los ojos hacia la puerta- carajo, sí que necesitaba gafas.
Hasta que notó el cabello tintado de rubio, hasta los hombros y los aretes de cruces. HyunJin le saludaba con la mano.
—¡Hombre! —parecía ser semanas de haberlo visto, aunque recién habían hablado hace menos de veinte minutos en la clase—. ¿Qué haces acá?
—¿Te castigan por lo del White Tiger? —preguntó HyunJin, vacilante.
—«¿Te castigan por lo del White Tiger?» ¿Recién te enteraste? —divertido, MinHo se apoyó en el trapero—. El profesor Hwei me tiene con los testículos agarrados. Los padres se quejaron con la directora y, ahora, para no tenerme en el club, me tienen cumpliendo castigos.
—... Que son los castigos que debías por los puntos de deméritos.
—Puntos de demérito- mi meta es romper el récord de mayor cantidad, ¿sabías?
Sin embargo, el rostro de MinHo cambió cuando notó que HyunJin, detrás de la puerta del gimnasio, sacaba también un trapero. Enseguida, negó.
—Traer de regreso el Real King es mi trabajo, HyunJin, ya se los dije —les recordó MinHo—. No quiero que se vean afectados por mi radicalidad —mostró el trapo—, esto es ligero.
—Ninguno de nosotros ha hecho algo para compensar tus esfuerzos, MinHo —HyunJin insistió, y entró al gimnasio—. Al menos, déjame aligerarte la carga con el castigo.
MinHo pensó un instante. No quería que los chicos se vieran eclipsados por la lucha ya que ellos podían verse realmente afectados por la gran cantidad de desastres que MinHo se ha encargado en hacer. No obstante, una parte de él también podía reconocer la felicidad al no deber tener la carga de la lucha él solo.
Además, los castigos eran más rápidos cuando se hacían en compañía.
—«Aligerarte la carga con el castigo» —reiteró MinHo, y sonrió—. ¿Carreritas hasta el fondo?
Limpiar el gimnasio con HyunJin hizo que el castigo fuese más llevador, y el tiempo también pasara más rápido. MinHo ya sentía que los castigos eran otorgados por mero sentido fetichista del profesor Hwei antes que razones reales que haya dado para tanta maldad.
«Aunque sí lo he hecho», se burló MinHo.
MinHo no se esperó una continuidad de HyunJin, aunque él no se apartó de su lado cuando el profesor Hwei designó a MinHo para que fuera hacia la limpieza de los espacios comunes de las residencias de dormitorios. Tarareaba una de las canciones que el Real King presentó en alguna ocasión y paseaba los paños amarillos sobre toda la mueblería de libros comunales y sofás.
Hasta que el tímido carraspeo resonó a un lado.
—¿Qué pasa, YongBokkie? —preguntó MinHo.
—¿Te puedo ayudar?
—«¿Te puedo ayudar?» No, no es necesario —MinHo regresó con su limpieza—. ¿No tienes que subir de nivel o mantener el cobre?
—League of Legends puede esperar. Me da cosita verte así —confesó Felix.
—Verte... —MinHo hizo el eco de la palabra, y se dirigió a Felix por completo—. ¿Pasó algo? —Felix negó—. ¿Entonces?
—Solo quiero ayudarte.
MinHo repitió la oración, y esbozó una sonrisa. Felix atrapó el trapo amarillo.
—Limpia las ventanas, y vota las cosas que están caducadas del diario mural.
Felix hizo la tarea enseguida.
¿Era una especie de complot? MinHo podía considerarlo sin hacer pensar mal al resto, en especial porque las últimas semanas él se basó en intentar librarse de los castigos del profesor Hwei dados por la directora. Sin embargo, también le sorprendía hasta dónde ellos podían llegar.
Porque, durante esa tarde, mientras se encontraba terminando un ensayo de disculpas que la directora Ahn solicitó, un documento fue colocado sobre su escritura.
—¿Eh? —MinHo levantó la mano, solo para notar a RyuJin con una mirada de suficiencia en su rostro—. ¿Y esto?
—Le pedí a una de las chicas que lo hiciera por mí —RyuJin le guiñó el ojo—. Es bueno tener admiradoras.
—«Es bueno tener admiradoras», cualquiera —concedió, pero MinHo apartó la hoja—. Deben ser una disculpas de quinientas palabras. Tendré hasta tarde.
—Lo sé. Si quieres, cuenta las palabras —RyuJin colocó su hoja encima—. Chae colocó un peluche-micrófono en la oficina de la directora Ahn. Sabíamos qué castigo te iba a dar.
MinHo boqueó. —«Sabíamos qué castigo te iba a dar», ¿con un peluche-micrófono? ¿Y no lo notó?
—Oh, no, no. La directora incendió el peluche tan pronto como lo vio y ahora están allanando el dormitorio de Chae —explicó con normalidad, e insistió con su hoja—. Vamos, que la chica de segundo que lo escribió tiene una labia muy bonita.
—¿Labia muy bonita? ¿Ya te consta?
RyuJin le guiñó el ojo, y MinHo se sintió más contento.
Finalmente, para el castigo del viernes, el profesor Hwei y la directora Ahn le obligaron revivir el pequeño jardín que se tenía junto al edificio central. MinHo, que no tenía malestar con las plantas, arremangó su camisa rosada y trasladó flores de pequeños maceteros de papel hacia la tierra.
—Hello.
MinHo se preguntó en qué momento aparecería Chaeryeong, pero no se esperaba a que estuviese cargando un saco de tierra fértil.
—Hello, ¿es para mí? —preguntó MinHo, burlesco.
Chaeryeong dejó con cansancio el saco en el suelo. —Mi espalda me duele, linoring, no quiero trasladar los maceteros.
—«Maceteros, maceteros», no es tu obligación, Chae.
Chaeryeong, no convencida de su quehacer, notó que podía trabajar con la manguera. MinHo, sabiendo que era un caso perdido, decidió dejar que ella regara para humedecer la tierra.
No obstante, un chorro de agua se escapó de ella. Chaeryeong se tapó la boca, culpable.
—¡Perdón, MinHo!
Y como MinHo era rencoroso, tomó un poco de tierra y se la lanzó. Su blusa de uniforme quedó con manchas cafés.
—¡Ay! ¡MinHo! —se quejó ella—. ¡¿No ves que deberé lavarla a mano?!
MinHo iba a repetir la oración, pero RyuJin apareció en escena. Ella, en venganza, lanzó uno de los pequeños maceteros de papel hacia la cabeza de MinHo, ensuciándolo por completo.
—¡RyuJin! —MinHo se sacó la tierra de los ojos—. ¡Malditas!
Gracias al agua, la tierra se transformó en lodo, y como si de una bola de nieve se tratara, formó una pelota en sus manos y lanzó dos. RyuJin y Chaeryeong gritaron a la par que RyuJin se escondía tras Chaeryeong mientras ella, en defensa, mojaba a MinHo.
Se escuchó un llamado. RyuJin apenas notó lo que pasó cuando HyunJin le quitó el rastrillo a MinHo y empujó los pies de RyuJin, logrando así que perdiera el equilibrio y cayera hacia el pequeño jardín.
—¡No! ¡Mi uniforme! —se quejó ella, solo para que Felix apareciera detrás y, con facilidad, la empujara hacia el barro en una llave—. ¡Felix! ¡Hijo de puta!
MinHo solo pudo detenerse un instante para reír, porque aquello el hacía verdaderamente feliz. ¿Cuándo fue la última vez que pudo disfrutar del tiempo libre con el Real King, sin preocuparse del White Tiger? ¿O sin preocuparse de la directora?
¿O sin pensar en Chan?
Aquello los metería en grandes problemas, pero MinHo no paraba de reír. Lucho contra Chaeryeong cuando ella lo empapó; arrastró a HyunJin hacia la tierra; Felix y RyuJin continuaban peleando en el lodo. El espíritu de libertad del Real King aun no los había dejado.
Sin embargo, eso no los libraba ser el centro de atención de los demás estudiantes que estaban ahí, quienes escapaban abrazados a sus libros para que no se mojaran, o solo se reían mientras hacían comentarios ofensivos del intelecto de ese grupo.
—¿Y estos creen que estamos en primaria? —preguntó SeungMin, mientras veía junto a JiSung todo el espectáculo—. Iré por el profesor Hwei.
—Nah, déjalos —JiSung le detuvo—, no hacen nada malo.
—Gastan recursos de la escuela que ellos ni siquiera se dignan a pagar —enfatizó.
JiSung no contestó enseguida. Desde su punto de vista, podía divisar algo dentro de ese grupo que lo dejó un poco cautivado; podría culpar a los arcoíris que se formaban por el agua ante el sol de la primavera de abril, como también a cómo actuaban sin importar que el resto los vieran. Vivían sin preocuparse del qué dirán y de las apariencias.
No mentiría si JiSung dijera que le extrañó que todas las protestas que MinHo realizó lo hiciera solo. Con el grupo, él se veía acompañado.
—¡Oigan! —La felicidad del Real King se rompió tras escuchar el llamado del profesor Hwei—. ¡¿Qué se supone que hacen?! ¡Vengan aquí!
JiSung aguantó la carcajada porque tampoco quería parecer estúpido frente a SeungMin, pero su gracia se incrementó al instante que el Real King, para no enfrentar las consecuencias del profesor Hwei, huyeron del jardín, dejando así un camino de lodo y de agua.
—¡Lee MinHo!
(=˘ ³( ,,>ᴗ<,,) ~♡
Más de tres teléfonos fijos sonaban en la oficina de la directora Ahn, al mismo tiempo que su celular personal insistía en la llamada. Desde la última semana, lo único que ella había escuchado era las campanas exigiendo la atención del llamado.
—¿Directora? —aterrado, el profesor Hwei murmuró a su lado—. ¿Está-
—¡¡¡Ahhh...!!!
Con sus brazos, la directora Ahn empujó todos los teléfonos y lanzó su celular hacia la pared, agotada. Tomó sus cabellos entre sus manos y, con un fuerte suspiro de frustración, se dejó caer en el sofá de su sala de descanso.
—¿Por qué...? —tembló ella—. ¿Por qué nos metimos en esto...?
El profesor Hwei, sin entender, se acercó. —¿Eh? ¿En qué?
—¡¿En serio preguntas?! —le bramó—. ¡Tráeme un té! ¡Ahora!
Con rapidez, el profesor Hwei corrió hacia el pequeño frigorífico que fue regalado en busca del té en lata. Sin embargo, tras abrir la puerta, divisó una carpeta de plástico en su interior.
—¿Usted dejó eso acá? —le preguntó.
—¡¿Qué?!
La directora Ahn se giró con brusquedad hacia el profesor Hwei, y su rostro palideció ante la carpeta. Se levantó con torpeza del sofá y le arrancó la carpeta al profesor Hwei.
«Propuesta de reformas de clubes de Sevit»
La mano de la directora Ahn tembló de forma compulsiva, y abrió la primera página. En la segunda página, con la inscripción de la reforma, se encontraba anexada una hoja en blanco con la caligrafía fina de tinta roja.
«Parte de su propuesta semestral fue hacer que los estudiantes tuviesen potencialidades para el ingreso a la Sky League y a la Ivy League, pero no entregan una respuesta para cubrir a los requisitos que estas ligas exigen. Soy consciente de los regalos que hemos hecho a la escuela, y consideramos que por parte de su controversia con el subsecretario del Ministerio de Educación, que usted tomará la mejor decisión.
Jessica Bang»
La directora revisó cada una de las páginas, con el nombre y descripción de cada club escolar. Ninguno sobresalía de la malla curricular que Sevit entregaba, hasta que llegó a la sexta página del documento, donde un nuevo club destacado en amarillo fue agregado.
El profesor Hwei, dubitativo, leyó el documento sobre el hombro de la directora. Intentó calmarla de sus temblores, pero temía demasiado tocarle, por lo que, con dificultad, logró leer el anexo.
—¿Por qué querría la señora Bang un club de animadores? —preguntó el profesor Hwei.
La carpeta le llegó a la cabeza.
(=˘ ³( ,,>ᴗ<,,) ~♡
Uy, que son locos todos.
Ji.
¡Gracias por leer!
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