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El de la mala pata

Capítulo 30

El de la mala pata

"Cuando estuviste enfrente mío,

A solo un latido de distancia,

Cuando estábamos bailando,

Y tú me miraste.

Si hubiera sabido que se sentiría de esta manera,

Si pudiese repetirlo,

Nunca te habría dejado ir.

¿Es tarde para mí?"

I Should've Kissed You; One Direction.

La cámara hizo un enfoque panorámico en el interior del club, donde todo el suelo estaba cubierto con colchonetas, la canción 4 Minutes de Madonna sonaba con suavidad, y se escuchaba un desanimado murmullo de conteo de números ante cada acrobacia que se intentaba hacer.

Desde acá, el equipo de animadores aprovehca las últimas semanas antes de la competencia regional. El rendimiento se ha visto a través de los últimos meses, donde, en el registro, se ha apreciado la evolución y la falta de inhibición. Si siguen a este ritmo, se podrá- ¡Ah!

La cámara volvió a moverse, intentando buscar a Kim RyooNah. En cambio, con el micrófono junto al logo de TvN, Yuna se arregló el cabello antes de mirar fijo a la cámara.

Aquí nos encontramos presente en una situación ambiental llamativa dentro del grupo —dijo Yuna, seria—. Porque, ¿qué es lo que sucede? Pocas son las semanas que faltan para las regionales, pero, ¿estaremos realmente preparados? Lo averiguaremos próximamente, aquí, en Se-Vitalicio.

Kim RyooNah apareció a su lado, y le quitó con brusquedad el micrófono.

—No juegues con esto —regañó él—. Vuelve con el grupo.

—Me sacaron del periódico escolar. Necesito comentar algo o moriré —pidió Yuna.

—¿Y qué sería tan relevante?

—Tengo muchos chismes entre medio.

Con confianza, Yuna le quitó a RyooNah el micrófono y se ganó junto al camarógrafo. Desde ahí, las tomas variaban entre cada uno de los estudiantes, quienes a primera instancia lucían interesados en los ejercicios que miss Sharon realizaba, ensayando las acrobacias que usarían en la presentación.

No obstante, solo se necesitaba un poco de atención para divisar la falta de ánimo en el lugar. Había una línea indescriptible entre cada uno, con grupos pesadamente formados.

Cuando Lia cayó en los brazos de HyunJin y ChangBin, tanto ella como HyunJin se apartaron de ChangBin para ir hacia sus propios bolsos, donde RyuJin descansaba junto a Chaeryeong. ChangBin mordió su labio, incómodo, y se terminó por ubicar con JeongIn, al mismo tiempo que le entregaba miradas de reojo hacia SeungMin, quienes recibían indicaciones por parte de Sharon. Todos bajo la ignorada presencia de Yeji, que solo bebía de su leche de frutilla.

Las tensiones se han reestructurado —contó Yuna—. Los bandos se han consolidado. ¿Fue el fin del grupo de animadores? ¿O es solo un tropezón como grupo? Pareciera que volvimos al punto cero, solo que peor. ¿Podremos sobrevivir hasta las regionales?

Para responder a esa pregunta, la cámara enfocó fuera del gimnasio a la entrevista individual. Yuna intentaba hacerse la tonta, pero la voz de Kim RyooNah era quien resonaba. Seo ChangBin era incapaz de fijar su vista en el entrevistador cuando tenía a Yuna con ojos de maniática a un lado de él.

Y bien —habló Kim RyooNah—. ¿Por qué te odian?

¿Qué? No me odian —dijo ChangBin—. Okey, no es que me odien. Tuvimos el Dance Revolution el fin de semana, y las cosas se salieron de control. No es nada del otro mundo.

El jodido Seo ChangBin filtró los videos de los ensayos de otras coreografías a otros grupos en competencia —contó Chaeryeong enseguida—. Nos dimos cuenta tan pronto como lo vimos- bueno, MinHo se dio cuenta. Eran sus coreografías, sus creaciones, y ChangBin simplemente faltó el respeto a MinHo de esa forma. Es increíble.

Es todo un drama —habló RyuJin—. Porque estaba eso, y de pronto salió el tema de que Chan delató a MinHo con la directora Ahn para expulsarlo.

¿Por qué la directora Ahn quiso expulsar a MinHo?

¿Qué sé yo? —contestó JeongIn—. MinHo tiene cerca de doscientos puntos de demérito. Impresionante sería que no hayan querido expulsarlo antes.

Entonces, ¿Christopher Bang le dijo a la directora Ahn que delatara a MinHo?

¡Giro de trama! —dramatizó HyunJin, con sus brazos extendidos—. ¡No fue Chan quien acusó! ¡Fue Han JiSung! Ah, y lo mejor de todo es que, de paso, reveló que estaba enamorado de MinHo.

Okey, antes que todo —aclaró SeungMin—. «Enamorado» es una palabra muy fuerte. JiSung solo estaba seudo interesado en la presencia curiosa de MinHo. Nada más. Segundo, sea lo que sea que sucedió en esa reunión, queda en complicidad entre el equipo. Ustedes no deben de por qué saber eso.

¿Y eso explica por qué hay dos chicos ausentes?

¿Dos chicos? —Yeji preguntó, pareciendo caer en cuenta—. Ah..., no, no lo explica. MinHo solo tuvo mala suerte.

Mala pata, diría yo —agregó JiSung, finalmente—. Me da igual que Chan no regrese. Ni cuenta me di que no estaba.

¿Y Lee MinHo?

Ante la cámara, JiSung pareció dudar de su respuesta. Se mordió el labio, vacilante y, finalmente, tapó la cámara para salir de ahí.

Porque dos alumnos se tomaron el día de forma arbitraria, tanto que, por lo sucedido en la segunda ronda del Dance Revolution, fue un poco imposible no tener algún grado de preocupación. Sharon lo estaba, aunque continuase con sus comentarios pasivo-agresivos en bilingües al grupo, podía captarse su preocupación a través de la cámara.

Bang Chan y Lee MinHo no tenían por dónde aparecer ese día, y se podía sentir en el aire la complicidad de los paraderos de ambos.

Sin embargo, era esperable. ¿Por qué? Porque varios sucesos ocurrieron luego de la notificación de Sharon hacia el grupo. Se podrían denominar como eventos desafortunados que, en la realidad, solo fueron acciones que MinHo tomó y que bordeaban entre la premeditación y el destino. Buen o mal favor era subjetivo. Solo eran hechos.

Lo primero que pasó, fue que MinHo se cayó de las escaleras del teatro.

Había sido algo sencillo, pero su pie izquierdo dejó de funcionar en un momento que bajó el primer escalón haca el escenario para poder recibir el pequeño trofeo de haber pasado la segunda vuelta. Rodó por todos los escalones alfombrados hasta llegar a los pies del escenario, a la vista de todos, y con un silencio tan fuerte que se escuchó el grito de MinHo cuando se arrancó los parches de lidocaína de su pie.

Lo que, por consecuencia, terminó con una bota ortopédica.

Lo siguiente sucedió más por aspectos del drama, en donde MinHo no se encontraba en condiciones de participar en los ensayos de los animadores y tampoco estaba con intenciones de querer pasar más tiempo en esa escuela. Su ánimo estando en el suelo y sus pensamientos rumiantes en el cielo, lo convertían en un menjunje impredecible, colérico y melancólico.

Lo siguiente sucedió más por aspectos del drama, en donde MinHo no se encontraba en condiciones de participar en los ensayos de los animadores y tampoco estaba con intenciones de querer pasar más tiempo en esa escuela. Su animo estando en el suelo y sus pensamientos rumiantes en el cielo, lo convertían en un menjunje impredecible, colérico y melancólico.

—No son ustedes, soy yo —afirmó MinHo, mientras lanzaba desde su armario la ropa hacia su bolso, el día siguiente del Dance Revolution—. Necesitamos un tiempo.

—Deja de ser dramático —espetó RyuJin—. No puedes renunciar a la capitanía solo por... por...

—Otra traición, filtración de videos, encuentro romántico incómodo y rechazado —enumeró HyunJin—, y pata mala.

RyuJin le golpeó.

—«Pata mala», no se lo tomen personal —pidió MinHo. Sacó su bolsa de ropa interior, y la lanzó hacia su bolso. Encestó enseguida—. Yes! Es parte natural. Mi ausencia en el Real King y de la capitanía será solo temporal. Hasta que pueda volver a bailar.

—Lo que tienes es crónico —apuntó Chaeryeong.

—Además —agregó Felix, culpable—. Tenemos que ver el grupo de animadores.

Sin saber por qué, pero ver a Felix le generaba rabia. La molestia de tenerlo frente a sus ojos, habiendo sabido lo que supo, producía un enojo injustificado que, prontamente, le generaba culpa a MinHo. Terminó de lanzar una playera más y cojeó de regreso a su maleta.

—«Grupo de animadores». No haré nada —dijo MinHo—. No participaré en esto. Pueden sobrevivir sin mí. Mi prioridad es ganar el Dance Revolution porque ahí sí hay personas que valen la pena por quien luchar.

—Nos comprometimos —le dijo Chaeryeong—. No puedes escapar ahora.

—Sí, MinHo. Piensa un poco más frío-

—¿Más frío? —MinHo interrumpió a RyuJin. Había intentado mantener la calma, pero que su propio grupo lo viese como si fuese una decisión precipitada ya lo estaba enfureciendo—. Okey, esperé un poco más de empatía, pero supongo que era demasiado. Tengo una pata mala —levantó su pie izquierdo—. Una bota ortopédica. Debo hacer reposo. No tengo ninguna obligación para seguir quedándome en Sevit y, si es por el Dance Revolution, aun faltan meses antes de la última ronda. Si quieren hacer algo, dejo a Chaeryeong como capitana provisoria del equipo.

—¡¿Qué?! —Chaeryeong graznó—. ¡¿Yo?! ¡¿Por qué yo?!

—«Por que yo» así lo designo. Me dejarán tranquilo mientras esté en mi casita, ¿vale?

—¿Y el club de animadores? —insistió Felix—. Las regionales las tenemos en cinco semanas-

—«Cinco semanas». No puede importarme menos las regionales, el White Tiger, o Sevit —aclaró MinHo—. No me interesa nada. Nadie de acá me ha dado una buena razón para quedarme durante mis vacaciones de verano. No voy a entrenar, no me voy a mover, y no me voy a quedar en un lugar donde se encargan de humillarme cada que tienen la oportunidad.

—¿Aun crees que fue ChangBin, MinHo?

La pregunta lo pilló desprevenido, porque Felix, aun más a causa de que era obvio. ¿Es que MinHo tenía que premeditarlo? ¿O sentir pena por él? Al menos ChangBin tuvo la decencia de no pasar mucho rato en el dormitorio mientras MinHo se quejaba de su pie, porque si hubiese compartido espacio en aquel momento, seguramente se habría lanzado por la ventana.

Porque era demasiado. MinHo era paciente, y aguantó demasiada mierda dentro de esa escuela como para que ahora sus propios amigos le hicieran sentir mal por las decisiones que estaba tomando. La guerra contra Sevit era una lucha perdida.

Con enojo, MinHo cerró su bolso.

—«Fue ChangBin, MinHo» —repitió, a propósito—. No tengo por qué tener otros pensamientos, ni segundas intenciones con él. Soy creyente en lo que pasó, porque todos están acostumbrados a atacarme sin siquiera haber provocado.

—Además —agregó Chaeryeong—, ChangBin es malo.

—ChangBin. Chan. JiSung. SeungMin. Todos son iguales. —MinHo se cruzó el bolso sobre su hombro—. Todos.

—MinHo, creo que deberías escuchar a ChangBin aunque sea —insistió Felix—, y a JiSung igual. Estoy seguro de que-

—¿De que qué? Felix, deja de defenderlos —pidió MinHo—. ¿De lado de quien estás? ¿Del Real King o del White Tiger?

—¡Desde que el White Tiger bailó como Real King que esa línea ya se disolviódividió, MinHo!

—«¡MinHo!» ¡Estás del lado de ellos! —terminó por apuntar a Felix—. ¡Tú crees que son inocentes!

—¡Solo tienes que escucharlos!

—«Escucharlos». ¡He escuchado lo suficiente! ¡Y ya me cansé de tener que entender a todo el mundo! ¡De sentir empatía! —espetó MinHo, enojado—. Los entendí a todos ustedes cuando Ahn los tuvo amenazados. Te entendí, Felix, cuando con Chaeryeong decidieron unirse al grupo de animadores a nuestras espaldas. He entendido que Christopher tiene una vida de mierda como para que actúe de esa manera. He entendido que SeungMin tiene una vida de mierda como para que sea violento. Entendí que el White Tiger tuvo que presentarse en lugar de ustedes en el Dance Revolution. ¡He entendido tantas cosas, pero nadie me entiende a mí! ¡Ninguno de ustedes hace el esfuerzo de entenderme!

—MinHo-

—¡No! ¡No quiero escucharlos! —gritó una vez más. Caminó cojo hacia la puerta, y a abrió—. ¡Quiero que me entiendan! ¡Quiero que sepan que yo me iré a mi casa, y no querré estar en contacto con ninguno de ustedes! ¡Estoy cansado de que no me respeten, y no desaprovecharé mis últimas vacaciones de verano en este puto infierno! ¡Quiero que me dejen tranquilo! ¡Y, si no lo hacen! ¡Disolveré el jodido Real King!

MinHo pegó un portazo tras salir del dormitorio. Su respiración agitada, su corazón taquicárdico y el gran nudo en su garganta. MinHo no quería saber de nadie de ese estúpido lugar.

Y eso era lo que pasaba con MinHo, quien miss Sharon sospechó durante el ensayo del miércoles, donde TvN estaba presente y, sin sutileza, la cámara buscaba de él. Once de trece chicos en el ensayo era para llamar la atención.

La siguiente incógnita, por otra parte, era Bang Chan. Él simplemente había desaparecido esa mañana, acorde a ChangBin y JeongIn. Chan tendía a ser el último en quedarse dormido en el dormitorio, y el primero en levantar para estudiar en el escritorio. Sin embargo, en aquella ocasión, no había rastros de él en el cuarto. La cama estaba desarmada, su material de estudio estaba desparramado sobre su escritorio, y toda su ropa estaba tanto en la cama como en el sofá común del cuarto.

Porque tampoco estaba en un lugar donde pudiese comentar a voz alta. Chan continuaba siendo una persona reservada, independiente de la cantidad de cercanía que tuviese con alguien. Aunque, en la realidad de las cosas, él no tenía cercanía con nadie.

Él solo los iba perdiendo.

Por lo que, al terminar su credo, despegó su frente del suelo y quedó de rodillas frente al altar. Escuchó los sollozos detrás de sus oídos tapados. Escuchó un gemido de dolor por parte de su madre, a su derecha. Y escuchó cómo la ceniza del incienso caía frente al plato negro, mientras el humo tapaba el cuadro de su amigo de la escuela media.

YuGyeom tenía un precioso tocado floral alrededor de su cuadro, por cortesía de la madre que trabajó como florista por demasiados años. El incienso era de olor a lavanda, porque YuGyeom decía que le recordaba a sus mejores días de la vida; y aunque en su momento fue un dicho de un chico de dieciséis años, el choque de que los días mejores de la vida de alguien se hiciera real tras un nuevo suicidio era deprimente.

La familia de YuGyeom lloraba a un lado, aceptando el dinero y las condolencias de las demás personas que llegaban. Chan no lloraba, probablemente porque olvidó cómo hacerlo, y ayudó a su madre a levantarse para regresar con los padres de YuGyeom.

La madre, delgada, temblaba ante las sacudidas de manos. Era incapaz de generar palabra, más por la comprensión del asunto antes que otra cosa. A Chan le fue inevitable ver a su propia madre y preguntarse si es que ella lloraría en su funeral de la misma forma en la que lloraba por YuGyeom, y se preguntó también si es que aquellas lágrimas eran reales.

Daba igual. Chan quería hacer el trámite lo más rápido posible.

—Pueden pasar a la otra sala —invitó el padre de YuGyeom. Canoso, cansado, hastiado—. Serviremos la cena en unos momentos.

Chan no quería. No iba a enfrentar a más gente llorando porque no iba al caso. No tenía sentido. La muerte acompañaba a la gente en una naturalidad grande y fuerte, como si era designado a la relatividad de la propia vida. Llorar por alguien que había optado por el suicidio era egoísta, si es que esos mismos hijos de puta que se denominaban padres se encontraban de esa forma. Chan no quería enfrentar a más gente hipócrita por más tiempo.

Sin embargo, fue empujado con suavidad por su madre. Vio por última vez la fotografía de YuGyeom bajo la corona de flores y el suave humo del incienso antes de ingresar hacia la otra sala del hospital, donde la cena y el llanto continuaba con su camino junto a los vivos.

La señora Bang se terminó por secarse sus lágrimas, y rebuscó en su cartera.

—Iré a comprarme un café —informó ella, y entregó a Chan diversas y pequeñas tarjetas de contacto—. Entrégalo si ves potencial, ¿vale? Nos vemos afuera.

—Sí, señora...

¿En qué otra parte iba a estar Chan si es que no era ahí? Los familiares de YuGyeom iban de un lado a otro, lento entre la pena y las mesas de comida. El buffet de tragos estaba tentador, pero Chan aun sentía su estómago revolverse desde la última vez que bebió. Sin embargo, lo que sí destacó su atención fue encontrar en una de las mesas a un grupo de hombres- no, adolescentes. Adolescentes que eran escolares, aunque alguno no luciera como uno propiamente tal.

Chan los reconoció como sus compañeros de escuela media.

Todos lucían diferentes, como también iguales. Era la misma madurez que YuGyeom tenía en su rostro, entregando una sensación extraña. Cha EunWoo lucía también con un traje, uno mucho más barato que el de Chan, y Jeong JaeHyun... bueno, él lucía vestido.

Lo identificaron enseguida, y aunque la animosidad no estaba para entregarlo en ese momento, inclusive Chan tuvo un sentimiento alivio en su pecho que no sabía que lo tenía ahí.

Se unió con ellos a la mesa, al igual que los padres de ellos se encontraban en una mesa aparte. Chan corrió una silla y, con sus piernas sucumbiendo al cansancio, se dejó caer.

—¿Cuántos llevamos? —preguntó Chan.

En espacio de fumadores y de irrelevancia, JaeHyun sacó una cajetilla de cigarros. EunWoo lo rechazó, pero Chan lo aceptó.

—Clase S —caló JaeHyun su cigarro, y lo suspiró—. De Super Dotados.

—Super Atrofiados.

—Super Suicidas.

—¿Viene alguien más? —preguntó Chan.

—¿Queda alguien más?

—Ya, para —EunWoo pateó a JaeHyun—. No es chistoso. YuGyeom no quería morir.

—No sé qué tanto, si lo logró —JaeHyun apuntó a la otra sala—. Solo dale un garaje con auto, pastillas para dormir, padres que nunca están en casa, y sirvientas que te hacen caso. La manera más cobarde e indolora de morir. ¿Por qué no se me ocurrió?

—Porque tus padres no viajan, y no tienes sirvienta —contestó Chan.

—Y porque estoy rehabilitado. La vida es más sencilla cuando te internan —lamentó JaeHyun, aunque esbozó una pequeña sonrisa—. Pudo haber tenido una vida más sencilla.

—Los cobardes se suicidan.

EunWoo bebió jugo de la copa un poco brusco, y siseó entre dientes. —¿Ya nos pondremos melancólicos? No tenemos el derecho de hacerlo. Nunca revisábamos el chat grupal.

—¿Y eso qué tiene que ver?

—Pidió ayuda ahí. Pidió que nos viéramos. Ninguno le contestó- ninguno le prestó atención.

—Yo no podía —dijo Chan—. Estaba estudiando. Ni siquiera veo el celular en Sevit.

—Ah, por el baneo medio raro que tuvieron, ¿no? —preguntó JaeHyun—. Mi primita me contó algo. Creo que fue así.

Chan asintió, a su pena, y miró hacia la otra habitación. —Me habría gustado haber leído la conversación.

—Yo solo digo- ni siquiera sé qué pensar —confesó EunWoo—. No esperaba que muriera- no quería que muriera si es que no le contestábamos un misero mensaje. Todos estábamos ocupados- bueno, salvo el vago de acá.

—Da igual todo eso —renegó JaeHyun, y caló—. Ya pasó. Ya se murió. Lo dijiste, EunWoo, ¿qué íbamos a saber que se iba a matar? Nunca dijo que se sentía mal.

—YuGyeom no hablaba de sus problemas porque estabas tú, JaeHyun. Siempre dramatizando tu alrededor.

—Oye, mis problemas eran reales. El grupo de acosadores que teníamos en la escuela media eran una cosa bárbara.

—Aun recuerdo cuando le quitaron los zapatos a Chan —EunWoo rio—. ¡Ah! Cómo olvidarlo. Corriendo descalzo por toda la escuela, intentando atraparlos, pero tú eras tan...

—¡Tan pequeñito! —JaeHyun golpeó a Chan en el hombro—. Eras del porte de un niño. ¿Qué te dieron de comer, que entraste a Sevit como un mastodonte? Bah, da igual. Si hubieses tenido esta figura, cuando éramos escolares, nadie nos habría molestado.

—Y no me habría caído del techo cuando busqué mis zapatos —concordó Chan.

Vaya, los recuerdos de la escuela media estaban más lejano de recordar que EunWoo, JaeHyun y YuGyeom eran amigos. Los imaginaba tan difusos que no podían ser de verdad; esa fue otra vida.

Se quedaron callados, mientras él y JaeHyun fumaban. EunWoo tenía su vista pegada en la otra puerta, pareciendo esperar a que alguien la cruzara.

—¿Vendrá alguien más de la escuela? —preguntó.

—¿Queda alguien vivo? —bromeó de nuevo JaeHyun.

Sin embargo, EunWoo no lo golpeó, y Chan tampoco fue capaz de replicar porque, sin quererlo, pareciera que la respuesta estaba contestada sobre la mesa.

—No todos pueden estar muertos —dijo EunWoo, finalmente—. Algunos pueden ser como JaeHyun, y desertar.

—O algunos pueden ser como Chan, y ser mejores —contrapuso JaeHyun.

A Chan le gustaba ser adulado, pero no se encontraba de ánimo ni siquiera como para querer procesar el orgullo.

—Ninguno de nuestra generación entró a Sevit —contó Chan—. Esperaba ver más, aun con años atrasados. No sé. Alguno que se haya tomado un año escolar y regresara en un grado inferior. Realmente lo esperé.

—Y no lo viste —EunWoo se encogió de hombros—, vaya pena. Solo los inteligentes entran a Sevit.

Nah —Chan caló—. Los inteligentes lo evitan. Los masoquistas entran a Sevit.

—¿No te ha ido muy bien?

—Ah, mi primita me ha contado —apuntó JaeHyun—. TvN y el jodido Kim RyooNah está en la escuela. Ronda por el club de Channie- o algo así.

—Algo así —Chan sonrió—. Estamos siendo investigados por corrupción y coerción.

—Oh, ¡genial!

La carcajada se escapó de la boca de Chan tras chocar los cinco con sus amigos.

—Eso es de enfermo —halagó EunWoo—. Una puta investigación. Tu rostro conocido por TvN. Todo para colocarte en Harvard.

—Sí, y he hecho un par de cosas sucias —concedió Chan—, aunque no estoy muy orgulloso de eso.

—¿Y lo es? —consultó JaeHyun.

—¿Qué cosa?

—¿Corrupción? ¿Hay corrupción?

—Sería raro si no lo hubiera —dijo, y caló—. ¿Cómo creen que una escuela así se mantiene? Ni siquiera son los Inversionistas quienes la mantienen con vida.

—Como mi tía, que se acostó con uno de los Inversionistas para que mi primita ingresara —concordó JaeHyun—. Ugh, me acuerdo y me da escalofríos. Mi tío todavía no se lo perdona.

—Eso es enfermo —reinterpretó EunWoo sus palabras, para volver a simular un escalofrío—. Oh, enfermo. ¿Tan buena es Sevit?

—Bueno, EunWoo, no te aceptaron.

—Cállate, JaeHyun.

—Es bueno —interrumpió Chan—, pero no te promete por lo que ingresas. Dejan al resto de lado solo para enfocarse en la maravilla del primer lugar.

—Ah... —JaeHyun rio, asintiendo—. Ajá, Han JiSung. Mi primita está enamorada de él. ¿Channie no tiene a alguien también enamorado de él?

Chan frunció el ceño, extrañado. —¿De qué demonios hablas?

—De si tienes a alguien en Sevit, imbécil. ¿No tienes novia o algo así?

Como si fuese un adolescente de dieciocho años, Chan sintió sus orejas sonrojarse. JaeHyun se burló mientras EunWoo aullaba.

—¡Au! ¿Tienes novia, en serio?

—No, no es novia —negó enseguida Chan—. Es solo...

—¿Cómo es? —insistió JaeHyun—. ¿Linda? ¿Inteligente? ¿Tercer lugar de Sevit?

—No, da igual —se apresuró en decir—. Y- ¿qué tienen ustedes que saber? Soy yo el de los sentimientos- ¿por qué decírselo a ustedes?

—Conocimos todas las chicas lindas que gustaron de ti y te gustaron.

—Además —EunWoo agregó, burlesco—, también las que te rechazaron. Como esta.

—No, ella no me va a rechazar.

—¿Cómo no? Mi primita dice que todos los de Sevit son frígidos —bromeó JaeHyun—. Razón por la cual Han JiSung no se fija en ella.

—¿Qué tiene Han JiSung? —preguntó EunWoo—. ¿Pene grande o algo así?

—Mi primita dice que es ridículamente inteligente.

—Es un imbécil —atacó Chan—. Solo está en primer lugar porque le apetece. No tiene sentido de competencia ni de esfuerzo. Es solo un borrego con suerte.

—¿Y tú mereces ese primer lugar, entonces?

—Claro que Channie lo merece —defendió EunWoo—. Channie merece todo lo bueno en esta vida, carajo. No entiendo cómo está cansado de toda esta mierda.

—Si estuviera cansado, sería un desertor como él —apuntó a JaeHyun—. Yo no me canso.

—Pero has vivido todo el tiempo igual. Digo, ni cuando nos acosaban en la escuela media bajaste tus notas —JaeHyun se rascó su cabeza—. Yo intentando suicidarme, y tú solo enfrascándote en el primer lugar. Nos acosaron. Tu hermano casi se muere. Tu madre fue una zorra y engañó a tu padre. Se te murieron tus abuelos y nunca paraste —enumeró—. Jamás vi a un chico de catorce años ser tan disciplinado como tú. Y ahora eres...

—Mejor.

—Peor.

La sonrisa de Chan se eliminó. —Soy capaz de evaluar mi propio rendimiento.

—No me malinterpretes —JaeHyun se apresuró en decir—. Es solo que- carajo, ¿cómo te sientes ahora?

—Bien.

—¿Solo eso?

—Ajá.

—Chan, se nos murió un amigo —enfatizó—. No, no se murió. Se suicidó. No aguantó la presión de que sus padres le sacaran la mierda y se mató. Él no tenía a nadie.

—Nos tenía a nosotros —murmuró EunWoo.

—¿Y dónde estuvimos? Haciendo nuestras propias vidas —elaboró—. Ya no estamos para el otro porque tenemos objetivos distintos. ¿No es importante, entonces, poder frenarnos y cuidar?

—JaeHyun, llevo este estilo de vida desde que he nacido —aclaró Chan—. No me voy a detener ahora a mis dieciocho, a meses de terminar la escuela.

—¿Qué escuela? ¡Estás en un recinto militar! ¡Estás en el internado académico más importante de toda la jodida Asia! ¡El suicidio es tan banal en ese lugar que de seguro ni te has dado cuenta de cuánta gente se a muerto por el estudio!

—Ay, por favor, estás siendo dramático. —El cigarrillo de Chan se acabó, por lo que JaeHyun cedió otro—. Todos ahí tenemos disciplina- disciplina de la cual tú no tuviste, y por eso te volviste un desertor.

—No me vas a humillar con eso, Bang Chan —aclaró JaeHyun. Antes de que alguno en la mesa se diera cuenta, el volumen ya estaba siendo aumentado—. Porque eres tú quien debió de haber muerto luego de haber terminado tu primer año en Sevit. Y en tu segundo año. Carajo. Tú eres quien debe usar el lugar de YuGyeom en la jodida ánfora. ¡Tú debes de morir, Chan! ¡No vives un estilo de vida que te va a permitir vivir a la graduación! ¡Tú no vas a llegar a Harvard porque te habrás muerto!

—¡Del carajo! —Chan gritó, asustado de la alteración de JaeHyun—. ¡¿Qué mierda te pasa?! ¡¿Por qué quieres matarme?!

JaeHyun iba a replicar, pero decidió callarse. Fumó con rabia su cigarro, con la agitación de su rodilla que sacudía toda la mesa.

EunWoo solo debió de comprenderlo por un par de segundos antes de replicar. —JaeHyun cree que serás el siguiente, Channie.

Chan lanzó una risa incrédula.

—¿Yo? Por favor —Chan delineó el cenicero de la mesa—. Los cobardes se suicidan.

—No creo que JaeHyun se refiere al suicidio, propiamente tal.

Lo cual lo hacía más irrisorio. Chan no iba a morir. Los cobardes morían, o quienes tenían la vida resuelta. Chan no tenía ni era ninguno de los dos.

Él solo existía en dicha circunstancia.

—Además —agregó EunWoo, esta vez fijado en JaeHyun—. Chan tiene amigos, ¿no? YuGyeom no tenía a nadie.

—¿Amigos? —inclusive Chan preguntó.

—El chico de tu Instagram, el pelinegro —apuntó EunWoo—. Es una de tus últimas fotos. Estaban en el arcade.

Chan hizo memoria sin querer verse sorprendido. Una de sus últimas fotos de Instagram- Chan ya ni revisaba esa aplicación, y el arcade lo visitó dos veces.

Las dos con MinHo. La última fue durante el último día de clases de segundo año.

Podría dar la historia larga, contar todo. Lo que era MinHo, la inutilidad de su existencia y lo que hizo en contra de Chan, pero las palabras no salieron de su boca. Era una muralla entre el relato y el pensamiento, incapaz de traducir el odio y el desprecio. Pensar en MinHo lo volvía profundamente colérico, como también apenado.

Por lo que, sin querer hablarlo, asintió.

—Tengo amigos —susurró.

Para inicio de tercer año, la señora Bang había especificado las desventajas de seguir con MinHo; la debilidad que le generaba, la inoperancia en su rendimiento y el gran distractor que era. Ahora, sin MinHo, Chan creía que daba lo mejor de él de forma académica, solo para notar que continuaba en segundo lugar.

Y JiSung- Han JiSung, primer lugar, quien nunca hizo nada por la escuela y de pronto se metía el problemas junto a MinHo, continuaba en el primer lugar.

Pareció que al fin a JaeHyun le llegó la pena de YuGyeom, porque al alzar su mirada de la mesa Chan divisó cuán aguados estaban sus ojos. Quiso acercarse- rodearlo con un brazo y consolarlo, porque en la escuela media Chan era tan pequeño como también afectivo que nadie dejaba de tocarlo.

Sin embargo, se sentía tan desleal con su propia naturaleza que no pudo moverse. Ni JaeHyun ni EunWoo sabían lo que hizo, el daño generado y el que querría seguir generando. Ninguno tenía una idea de lo que Chan sería capaz de hacer para poder cumplir su sueño. Él no era digno de consolar a JaeHyun.

—¿Por qué... por qué YuGyeom? —sollozó JaeHyun—. Él era un buen chico...

De repente, Chan tuvo la imagen de la fotografía de YuGyeom junto el arreglo floral y el incienso, con la diferencia de estar viendo su propio rostro en reemplazo del cuadro. ¿Lloraría alguien por él? ¿Tendría a gente acompañándolo? ¿Alguien, si quiera, asistiría a su funeral?

Quería verlo desde su personalidad altiva, desde la vista optimista de la vida. Seguramente se casaría con una chica linda, y tendría tres hijos con quien podría disfrutar la vida que perdió en su adolescencia. Tendría tiempo, porque Chan no se iba a morir ni se iba a suicidar.

Porque los cobardes se suicidan. Los cobardes se morían.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

En el transcurso de los días de verano, en Sevit no había un cambio en comparación del primer semestre.

Claro, puede que hubiese menos alumnos rondando por la escuela, pero la oportunidad de dejar la institución abierta, con clases de reforzamiento y ayuda a todos las grados, hacía que los alumnos aprovecharan esas oportunidades. Tal vez cuatro o cinco por cada aula se largaba de forma provisoria, pero ninguno pasaba todas las vacaciones lejos de la escuela.

Además, a diferencia de la jornada ordinaria, se podía gozar de forma visual la diversidad de colores en la vestimenta de los alumnos, aunque todos usasen tonalidades tierra. Vaya, ni siquiera en eso podían lucir más infantiles.

Las clases estaban presentes. El comedor seguía funcionando. La directora Ahn continuaba en su oficina, pensando en qué hacer con el club de animadores. Todo mientras, en el gimnasio, miss Sharon sonreía al equipo.

—¡¿Y?! —Sharon alentó—. ¡¿Hacemos un ensayo?!

Los doce chicos se colocaron en formación sobre las colchonetas que trasladaron desde el club de animadores hasta el gimnasio. Calcetas de colores, diversas ropas deportivas. Los doce esperaron a que Sharon se ganara cerca de la música y Chan hiciera el conteo inicial.

4 Minutes comenzó a sonar con la voz de Timbaland, todo mientras Chan enumeraba el ritmo. Hacía el suficiente calor dentro del gimnasio como para dejar a todos desconcentrados.

Pero daba igual, porque sin dolor no había juego, y las regionales eran en menos de cuatro semanas. Las acrobacias al aire eran acompañados con pequeños gritos, de menor altura y una que otro mal agarre que terminó con Lia en el suelo, pero Sharon no detuvo la canción.

Aun estaban oxidados. Aunque el White Tiger presentó mayor soltura corporal por la coreografía Dirrty, no se negaba que la timidez de volver a enfrentarse a alguien los estaba acompañando. El Real King, por otra parte, continuaba desconcentrado.

Para cuando terminaron la rutina, Sharon aplaudió de forma efusiva.

Bravo! —aplaudió—. ¡Salió horrible!

El grupo entero se derrumbó en el suelo, cansado. El calor los estaba matando.

—No estamos con energía —se intentó excusar RyuJin.

—No. Ustedes deben de estar con energía. Porque si no logran hacer algo bueno, TvN nos denunciará a todos y terminaremos en la cárcel por cómplices de conspiración —aclaró Sharon, con su vista fija en todos. Se detuvo en Chan y, sin cuidado, le dio un golpe en la cabeza—. Como este mocoso de acá, que desaparece en los ensayos que le apetece.

—Ya me excusé —refunfuñó Chan, sobando su cabeza.

—Escuchen. Queda cuatro semanas, y aun deben de aprender a usar los pompones —anunció Sharon—. Si no van a ser capaces de poder enfocarse en lo realmente importante, entonces todos fracasaremos. Por el carajo, ¿cuántas veces les tendré que dar el mismo discurso? Una y otra vez. ¡Una y otra vez!

Al no haber respuesta por parte de nadie, Sharon colocó sus manos en las caderas.

So? ¿Ninguno se va a excusar de que estén dando lo peor de sí? Ah, déjenme adivinar —de forma dramática, comenzó a contarlos—. Uno, dos tres... once, doce- ah, ¿me falta un polluelo? Adivino, ¿el que tiene la pata mala? ¿Alguien lo puede ir a buscar a la casa? La que tiene dependencia emocional con él, específicamente.

—No quiere venir —contestó Yeji, elongando.

—¿Y el que se le confesó en la mitad de una pelea? ¿No lo puede traer de regreso?

Un fuerte silencio se ganó, tan apenado y vergonzoso que inclusive las miradas de reojo a JiSung se sentían incorrectos. Él, con su ropa parecido a un pijama, recostado en la colchoneta, se sonrojó por completo antes de, con fuerza, incorporarse y alzar su mentón.

—La falta de ánimo no es por la ausencia de uno —dijo JiSung—. Sería indulgente con nuestro esfuerzo. Sí sería bueno, miss, que recordara que al menos la mitad estamos en tercer año, buscando clases y capacitaciones para la universidad. El resto está en clases de verano. Todos tenemos cosas más importantes que hacer, en vez de estar pensando en una estúpida competencia de animadores.

—Vaya, volviste a hablar.

—Insisto que está siendo indulgente, y falta de respeto —JiSung se levantó del suelo—. Solo necesitamos cumplir con lo mínimo. Nada de lo que hicimos era necesario. ¿Qué nos importa la jodida clase de pompones o de atrapada? Mientras nos presentemos en las regionales, será suficiente. Después de eso, usted no estará acá y ninguno tendrá que volver a verse la cara.

—Un poquito desconsiderado, si es que son compañeros de escuela —se burló Sharon.

Sin embargo, JiSung no cayó en la gracia. Al contrario, su rabia fue tan expuesta que debió de apretar sus puños.

Sharon colocó sus ojos en blanco. —Okey, tienes un punto- y uno muy bueno. Digno de primer lugar —halagó, y se dirigió al grupo—. JiSungie tiene razón: son cuatro semanas. Irán a las regionales y, luego, nos olvidaremos que todo esto pasó. Pueden dar el último esfuerzo, chicos, que el club se disolverá luego de que TvN nos encuentre libre de culpas. Falta poco. ¡Esfuércense!

Se escuchó un suave «sí...» por parte del grupo, aunque ninguno se movió de donde estaba.

Salvo JiSung, claro, quien solamente fue por su bolso para largarse del gimnasio. Ni de chiste quería pasar más tiempo con la gente.

En su contraparte, SeungMin solo lo vio irse, sabiendo que JiSung se encontraba bastante molesto por la alusión de Sharon, pero su cuerpo quedó parcialmente paralizado para poder observar al resto del grupo.

Lia y RyuJin fueron por sus cosas, seguida por Chaeryeong de prisa. Yuna lucía un poco dejada de lado, sin saber a dónde ir, porque JeongIn se volvió a encaminar junto a ChangBin para pasar tiempo con él. Los únicos que no parecían interesados eran Chan y Yeji, aunque SeungMin estaba ligeramente concedido por qué pasaba.

Felix se le acercó a SeungMin, vacilante de la proximidad, y SeungMin divisó a HyunJin tener sus ojos pegados en él antes de dirigirse a Yeji. Nadie tenía intención de darle la palabra al otro.

—¿Quieres ir al comedor? —Felix le ofreció a SeungMin.

Y él, como aun no estaba preparado para regresar al dormitorio y recibir la fuerte mirada rencorosa de JiSung, asintió.

El camino hacia allá fue silencioso, en especial porque SeungMin no era de quedarse solo con Felix. Últimamente fue que a ese idiota le dio la gana de juntarse con él, en especial luego de su episodio durante la semana de examenes de mediotérmino. Y aunque pareciera que tal vez tenían cosas en común, la situación era explicado más desde la supervivencia para no sentirse solo.

Porque, por primera vez, SeungMin notó que estaba solo.

—¿Vas a hacer algo para las universidades? —SeungMin le preguntó a Felix en el comedor.

—No. Regresarme, tal vez —opinó Felix—. Llegué por accidente.

—¿Cómo eso?

—Peleé con mi mamá y le dije que me iría de la casa, y me inscribí a Sevit. La pelea duró dos horas y olvidé por completo que había postulado —Felix se encogió de hombros—. Me quiso arrancar los mechones de pelo cuando supo que quedé.

—Eso es...

—Lo sé. ¿Y tú?

—No. No sé. O sea, iba a estudiar medicina —contó SeungMin—, pero ahora..., no sé. Supongo que haré esos test vocacionales que el profesor Kim tanto promociona.

Felix jugó con su comida antes de realizar la pregunta. —¿Tanta es la necesidad de entrar?

—¿A la universidad? Obvio.

—Digo, es como raro —Felix observó a los pocos alumnos que también almorzaba. Algunos solos, otro en compañía. Todos acompañados con un texto de estudio—. Aquí todos tienen la opción de entrar, pero les hace sentir como una obligación.

—Sin universidad, uno no será nada en este país —argumentó SeungMin—. Y hay otras personas, como yo, que lo usan de escapatoria.

Felix pareció querer indagar en eso, pero SeungMin solo alzó y bajó sus cejas de forma sugestiva y apagada.

—... Así que, para ti es un alivio estar acá durante el verano —comentó Felix—. Es un refugio.

—Toda mi vida he estado en internados. Mis padres lucen más mis compañeros de cuarto que otra cosa.

—Chaeryeong es mi compañera de cuarto, en ese caso —notó—. Esa motherfucker es irritante.

—Mucho.

—HyunJin pregunta, también, si estás enojado con él.

La duda le pilló desprevenido, tanto que dejó su cerdo caer por lo incoherente que era.

—¿Por qué estaría enojado con él? ¿Y por qué no me lo pregunta de forma directa?

—Porque HyunJin está enojado con ChangBin por haber filtrado los videos, y ustedes como son amigos de ChangBin...

—Ustedes- ¿JiSung y yo? No somos amigos de ChangBin. No nos cruzamos en esa situación.

—Eso mismo le dije yo. Ustedes dos son muy herméticos como para meterse en los problemas ajenos.

SeungMin pudo haber dejado aquella oración pasar de largo, pero como el sentimiento tanto de soledad como incomodidad estaba ahí, decidió indagar un poco más.

—¿Creen que con JiSung somos herméticos? —preguntó SeungMin—. ¿A qué te refieres?

—Ya sabes —Felix se encogió de hombros—. Son ustedes dos. Durante la discusión con MinHo, defendiste a JiSung con una mentira que parecía ser verdad. Aun cuando ninguno de los tres creímos que MinHo podría interpretar la develación como JiSung cubriéndote la espalda. Se cuidaron entre los dos aun cuando no era necesario.

—Bueno, somos amigos, ¿no es eso obvio?

—Sí, pero- no sé. No creo que sea algo bueno —razonó—. Este es nuestro segundo año siendo compañeros de dormitorio, SeungMo, y es la primera vez que almorzamos juntos. Entiendo que hayamos podido tener rivalidad porque dudo que mires más abajo del top 40, pero fue HyunJin y yo quienes ayudamos a buscarte- no tienen más amigos.

SeungMin sonrió, complacido. —Auch.

—Lo digo con toda intención de ofender, motherfucker —Felix sonrió de vuelta—. De hecho, con HyunJin creímos que el White Tiger eran amigos- digo, los de tercero pasaban el rato juntos, estudiaban y todo eso. Cuando negaron a Lia como amiga fue un wow, y ahora a ChangBin... JiSung y tú son bastante herméticos.

—¿Sigues con eso?

—Y solitarios —agregó—. No sé por qué lo son, si yo con el Real King no puedo evitar sentirme tan acompañado.

—¿Y tú te sientes bien con el grupo de animadores disolviéndose?

—Ah, no sé. Al menos abdujimos a una —razonó, con la idea de Lia en la cabeza—. Pero no puedo evitar pensar en ustedes dos. No cumplen con el estándar del Real King, aunque tampoco del White Tiger.

—¿Y qué esperas, Felix? ¿Qué los trece seamos amigos? Ni de chiste me sentaría en una misma mesa que el puto de Bang Chan, y ahora dudo que MinHo quiera compartir mesa con nosotros.

—Aunque ya lo hiciste —ironizó—. Ya compartiste mesa con Chan.

—Y me arrepiento tanto...

Aunque SeungMin no pudo evitar pensar de nuevo en lo que Felix decía- en el cuadro, en la amistad, en la relación hermética que tenía con JiSung y que, en su duda, por primera vez se preguntó qué quería hacer JiSung una vez que terminara Sevit.

Sin embargo, el pensamiento no cedió una vez que con Felix salió del comedor porque, desde el temor de su columna vertebral, divisó la espalda de su padre.

Su respiración cortada, sus piernas paralizadas e incapacidad de formar una oración verbal. Su detención llamó a Felix la atención.

—¿Qué pasó? —preguntó él.

SeungMin tomó aire profundo, aunque no creía que funcionara para algo, y apuntó.

—Mi papá está allá...

Felix miró, y asintió. —Uh, da miedo.

—Da miedo.

—¿Qué quieres que...?

Pero SeungMin ya estaba corriendo de regreso al comedor, sin mirar atrás. Felix quedó con el nombre atragantado en su garganta, sin saber qué hacer, hasta que vio al hombre girarse.

Ambos hicieron contacto visual, inclusive Felix se sintió intimidado. Lo mejor que pudo hacer fue ir haca el hombre y, con una mentira piadosa, informar que SeungMin no se encontraba en la escuela.

Mientras, JiSung era lo suficiente perezoso como para querer hacer algo en los camerinos o almorzar. No. Él prefirió ir a su dormitorio, tomar una ducha rápida, y recostarse en su cama porque eso fue lo que hizo los últimos días desde que salió de las vacaciones de verano.

Jiniret croaba con terror desde el terrario de HyunJin, y la falta de luz al dormitorio le dificultaba su lectura con un libro infantil que su Yaya le envió. El problema era que era la jodida Paula Danziger con el título ¿Seguiremos siendo amigos? que JiSung consideraba no ser el mejor momento para leerlo.

"Me pongo muy triste sólo de pensar que Justo se va a marchar y por eso intento pensar en la parte buena de que se vaya. (Mi madre siempre me dice que intente encontrar por lo menos una cosa buena en todo lo malo que me pase.)

Me cuesta mucho encontrar algo bueno, pero de repente se me ocurre. Cuando Justo se marche podré guardar parte de mis cosas en su banco. Así no tendré que ordenar ni limpiar el mío.

Pero aunque soy una desordenada, yo, Ámbar Dorado, limpiaría y ordenaría mi banco todos los días si Justo se quedara."

«¡¿Qué tipo de basura es este?! —pensó JiSung, indignado, y dejó caer el libro desde su litera alta hacia su escritorio, sin importarle cómo cayó—. ¿Por qué carajos sigo leyendo libros infantiles? Son una pérdida de tiempo».

Además, ¿quién necesitaba compañía y buenos amigos? JiSung estaba bien con SeungMin, con Jiniret y con la soledad del dormitorio. Él no necesitaba más.

No podía irse de Sevit para irse con sus Yayos, pero tampoco quería estar merodeando por Sevit porque JiSung ni siquiera se encontraba de mucho ánimo. La semana en esa escuela fue apestosa, y los libros infantiles iban reduciéndose si es que continuaban siendo igual de cursis como los que su abuela le mandaba.

Por lo que, decidió hacer lo mejor que pudo: ver una película. Se ubicó en el sofá compartido del dormitorio y colocó en su laptop una película infantil. No le interesaba ninguna de los estudio Ghibli. No estaba del ánimo para ser feliz. Por lo que, decidió entrar a la plataforma de Disney para poder ver Lilo y Stich.

Claro que no sirvió de nada. Los ojos de JiSung se aguaban ante cada «ohana» que aparecía en pantalla.

Porque, ¿qué demonios había sucedido? ¿Por qué su ánimo estaba tan deplorable? No estaba haciendo otra cosa distinta que en sus vacaciones atrás. Bueno, puede que en primer y segundo año estaba donde sus Yayos, pero él hacía exactamente lo mismo que hacía acá. Puede que fuese la falta de sol porque se rehusaba a abrir las cortinas, como también fuese cualquier excusa que buscaba para no enfrentar la realidad.

MinHo. MinHo era su realidad.

Es decir, ¿por dónde empezar? De una persona controladora y meticulosa que era JiSung, ¿cómo es que todo se terminó escapando de sus manos? Eso no era clásico de él. No era de sus características troncales. JiSung se escapó de personaje porque no pudo lidiar con una situación que él no estaba preparado a enfrentar.

Él bajó la guardia. Pensó que el secreto de la develación nunca se liberaría o, en su defecto, las cosas con MinHo habrían estado mucho más seguras de lo que estuvo en su momento.

En el aire. Todo estaba en el aire. JiSung aun no podía creer lo que había pasado.

»—Ay, por favor, MinHo, ¡a estas alturas ya no somos amigos!

»—¡«No somos amigos»! ¡¿Y qué somos entonces?! ¡¿Pareja?!

Repetía eso en su mente, como cada cosa que sucedió para llevar a ese momento.

¿MinHo no podía ser más malo? ¿Y JiSung ser más estúpido? ¿Cómo pudo entregarse a recibir aquella cosa? Aquellas palabras que lucían contrariar todo lo que pasó con MinHo. Claro que JiSung era un idiota por cometer errores que ni siquiera tenían sentido y, ¿MinHo? Él simplemente...

Seguía viendo Lilo y Stich, tan contento como su cuello dolía por estar reclinado en el sofá. Stich era exiliado de la galaxia y permitido quedarse con la familia de Lilo, lo que dejaba un feliz final para ellos. Un extraterrestre adoptado en una familia disfuncional. El sueño de cualquier niño que era abandonado por sus padres.

El pensamiento le instauró una gran pena, y quiso ser consolado enseguida. La puerta del dormitorio se abrió, donde dejó pasar a SeungMin.

—SeungMin~ —lloriqueó JiSung, mientras extendía sus brazos hacia él.

—Ahora no —dijo él, tosco, y se encerró en el baño.

JiSung suspiró en su pesar, mientras Burning Love sonaba en las escenas finales. Inclusive vio a Jiniret en el terrario, capaz de entregarle un abrazo a ese feo anfibio, solo para que la escena terminara y, para los créditos, comenzase a sonar Can't Help Falling in Love de A*Teens.

—Ay, no... —JiSung se recostó de nuevo en el sofá, tapándose el rostro.

Nada podía ser atendido con naturalidad. Todo debía de ser un ataque personal. JiSung hizo un montón de malas decisiones y ahora era castigado por las consecuencias.

Nunca debió caer por Lee MinHo.

Revisó su celular. La bandeja de entrada estaba ahí, con mensajes que llegaron y no fueron replicados. JiSung no hablaba mucho por mensaje, por lo que el último era del enviado por MinHo durante el día del evento, donde informaba que tenía los camerinos selectos más dos emoticones de corazón ridículamente cursis. ¿Cómo es que MinHo se borró completo para JiSung, ahora?

Tenía imágenes que lo llevaban a ese día, preguntándose si es que MinHo de verdad estaba enojado con él. No tenerlo en Sevit aumentaba su ansiedad, y la inseguridad de ser insuficiente lo estaba carcomiendo de sobremanera. Durmió con MinHo, se tomaron de las manos, se dijeron que querían estar con el otro, ¡formaron planes para el verano!

Y, como el beso que JiSung le plantó, tan pequeño e inexistente, la felicidad entre los dos duró.

Quería culpar a Bang Chan, pero sabía que todo eso la tenía él- JiSung y ChangBin, por haber filtrado los vídeos. Ambos tenían una gran culpa, y era probable que SeungMin también estuviese en la lista si es que coartó a JiSung en el instante en que lo necesitó. MinHo tenía todo el derecho de tratarlo como Bang Chan, si es que hizo lo mismo que él.

«Pero... —JiSung pensó, apenado—. Lo besé. Y lo traicioné».

Y pudo decirle cómo se sentía- sus sentimientos, lo que pensaba, sus reflexiones. Pudo seguir con las palabras de Felix y decir que delató a MinHo a Ahn por él- porque JiSung no lo quería expulsado, no lo quería lejos de él ni que estuviese metido en más problemas. JiSung aseguraba estar en el lado correcto de la decisión, y aunque las consecuencias le estaban haciendo sentir miserable, él...

Él simplemente no entendía nada.

Dentro de su crisis, Felix ingresó silbando a la habitación. Saludó a Jiniret y, con simpleza, golpeó la puerta del baño.

SeungMo, sal. Te liberé de tu padre.

JiSung, sin entender, vio a SeungMin abrir la puerta.

—¿Cómo eso? —preguntó SeungMin.

—Le dije que, como animadores, nos fuimos a la playa a entrenar —Felix se encogió de hombros, y rodeó el sofá para sentarse junto a JiSung—. No fue difícil.

SeungMin, boquiabierto, miró a JiSung en la espera de que él también lo hubiese escuchado.

—Tú- ¿Tu padre? —preguntó JiSung—. ¿Estaba acá?

Pero SeungMin no respondió, solo se sentó al otro lado de JiSung y, los tres, parcialmente catalépticos, quedaron viendo los créditos de Lilo y Stich, con la ridícula canción de A*Teens de fondo.

Fue SeungMin quien habló primero.

—¿Crees que debemos tener más amigos? —consultó.

JiSung y Felix lo miraron.

—¿Eh?

—O sea- ¿seremos muy herméticos? —se preguntó SeungMin—. Antes éramos los tres- SooJin, tú y yo. De pronto, SooJin se va y solo quedamos los dos. ¿Cuándo fue la última vez que hablamos?

—Ah, este motherfucker está traumado —Felix le informó a JiSung—. Tuvimos esta conversación ahora en el comedor. No lo tomes en serio.

—Digo, ¿será de verdad? —siguió SeungMin—. ¿No nos podemos abrir más?

—Echo de menos a MinHo —confesó JiSung, por su parte.

—Okey, está bien tener amigos, pero- ¿nosotros? Somos codependientes. Ni siquiera sé socializar con más gente sin irme a los golpes.

—Sé que hice bien, pero aun así no quiero que esté enojado conmigo.

—Creo que tengo problemas de confianza. Ni siquiera me agrada la idea de que HyunJin esté siquiera molesto conmigo- en especial porque no me hizo nada o le hice algo.

—¿Creen que deba verlo? ¿O hablarle?

—Además, ahora Felix me ayuda con mi padre. ¿Es que soy un mal agradecido?

—Digo, tengo razón con lo que hice, pero MinHo no lo va a entender. ChangBin envió los videos y yo lo delaté con Ahn para protegerte. No podremos estar igual que siempre.

—Felix, si me escuchas, quiero que sepas que tú-

—Besé a MinHo.

Finalmente, SeungMin calló. Pareció procesar a primera cuentas lo que JiSung dijo, solo para que él y Felix se giraran a verlo.

—¡¿Tú qué?! —le gritaron.

Porque JiSung besó a MinHo, y ese era un detalle que nadie sabía.

JiSung se preguntó qué hacía MinHo en ese instante.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

MinHo no hacía nada en ese instante.

MinHo no era como los demás, quienes aprovechaban ese tiempo para realizar los trámites para el futuro, buscando beneficios y haciendo algo por sus vidas. No, MinHo era peor.

Estaba en su cama, de su dormitorio, de su casa. Comía helado mientras veía una compilación de dos horas de cortometrajes de terror, donde disfrutaba de la sensación adrenalínica de enfrentar el caos y el desasosiego de lo inesperado. Los cortometrajes de terror le hacían sentir algo más que la inminente pena que estaba poseyendo en su corazón en ese instante.

No había llorado, porque no quería seguir haciéndolo. Fue vergonzoso llorar en público durante esa clase de música mientras cantaba Can't Help Falling in Love, y fue vergonzoso verse encerrado en un baño dentro del Teatro porque no era capaz de contener sus sentimientos. MinHo ya había sido emocionalmente saciado que el llanto era lo último que quería experimentar, aun cuando su madre le preguntaba de tanto en tanto cómo se sentía.

Todo parecía surreal hasta cierto punto. Revisaba su buzón de mensajes en la espera de que nadie le hablara como también todos le preguntaran como estaba. Querer ser el centro de atención y estar alejado de ahí era una lucha constante, porque lo que más le hacía sentir atrofiado era la jodida traición que creyó haber superado.

Era un tonto. Un imbécil. Un incrédulo y estúpido. MinHo ni siquiera tenía que pensar lo que le pasó cuando ya estaba arrepintiéndose de todo lo que hizo. De haber cedido, de haberse abierto, de haber consolado, de haber...

De haber creído que podría estar con JiSung.

No tenía ningún mensaje de él, lo que le hacía decir suficiente. El profesor Kim lo acompañó al hospital junto a Yeji, y no vio a JiSung cuando llegó al dormitorio. Al menos ChangBin tuvo la decencia de darle su espacio, y JeongIn lo miró como si quisiera preguntarle un montón de cosas. Sin embargo, JiSung no se apareció.

Y eso le dolía demasiado.

¿Qué era esa sensación? Esa molestia en su pecho que le acortaba la respiración y le hacía pensar en escenarios atroces donde se sometía a tortura física. Pensar en JiSung era una tortura física, porque aparte de su respiración, su pecho era vertido en ácido, su pie izquierdo dolía aun más, y podía percibir cómo es que la carne de su corazón era apuñalada por alfileres. JiSung era una tortura viva.

Tortura en desastre. Tortura en el malpensar. No recibir un mensaje de él solo rectificaba lo que temió, lo que le hizo querer estar con JiSung en algún punto de aquella noche en la que durmieron en el club.

JiSung escogió a SeungMin porque él era su mejor amigo. No importaba lo que MinHo fuese para él, SeungMin estaría en primer lugar, y ni siquiera MinHo podría impedir que JiSung hiciese lo que fuera por él.

MinHo no podía enumerar siquiera lo que le hacía llorar. Los cortos de terror ya no le hicieron efecto a su pena, por lo que detuvo el video y bajó la pantalla de su laptop, para así poder girar en su cama. Hacía un calor del asco, y su casa era caliente. No podía estar a más ropa interior porque aun tenía esa fantasía escondida detrás de su cabeza en la que JiSung llegaría a explicarse.

Aunque ya pasaron algunos días de eso. En ninguno JiSung se asomó.

«Pues, me parece bien —consideró MinHo, mientras se tapaba el rostro con el lado helado de la almohada—. Porque, si lo veo por acá, seguramente yo... yo...»

Ni sabría qué le haría. MinHo estaba lo suficientemente deprimido como para pensarlo. Él no alcanzaría al lugar que JiSung posiciona a SeungMin en su vida, como también JiSung lo vio de la misma forma en la que Chan lo hizo.

Y era ridículo. Pensarlo ya le nublaba la vista y hacía su mentón temblar. MinHo había querido confiar en JiSung, y lo hizo- porque él fue diferente a Chan. Los muchachos ricos, de familias acomodadas, elitistas y primeros lugares de la escuela no eran cortados por la misma tijera, porque JiSung le contó sobre lo que significaba el agarre en las muñecas, sobre no querer estar en casa y de por qué le gustaba tanto el ramyeon luego de estar triste.

Sin embargo, si lo pensaba con mayor detalle, Chan le contó sobre sus amigos agotados, sobre su insuficiencia en su familia, y MinHo lavó la sangre de la funda de almohada de él cuando la hemorragia atacaba su nariz a causa del estrés.

JiSung y Chan eran iguales. MinHo tropezó con la misma piedra.

Sacó su almohada de la cara, con un fuerte suspiro. Su vista en el techo, en los atrapas sueños y en las estrellas de pegatinas que pegó en su infancia, antes de su accidente.

Por alguna razón, con la melancolía instaurada, ver las pegatinas de estrellas en el techo le generaba una sensación de complejidad. Despertar de haber pasado todo un día inconsciente para notar que era incapaz de pronunciar lo que pensaba, junto con la burla de los demás cuando no pudo contestar una simple pregunta le hacía sentir hecho pedazos. Era estar en el mismo lugar, viendo las estrellas luego de que todos se hubiesen reído de él.

La puerta de su dormitorio sonó, y MinHo pasó sus manos por sus ojos para comprobar que no fue tan patético para volver a llorar. Se incorporó al mismo tiempo que su madre entraba.

—Hola, bebé —saludó ella—. Una de las chicas del restaurante te mandó este libro para colorear.

—«Para colorear». ¿Cuántos años tengo? ¿Seis?

—Es de gatos.

MinHo estiró sus manos hacia su madre. Holli le entregó el libro para colorear junto con un par de lápices; MinHo comenzó a colorear enseguida, ignorando la presión de Holli a la orilla de su cama, sentada y, notoriamente, con sus ojos fijos en él.

—¿Qué hacías? —preguntó ella.

—«Hacías», Veía cortos de terror. Estaban divertidos.

—Ah...

Como no podía aguantar demasiado la presión, MinHo miró a su madre. —¿Pasó algo?

—No, no... Solo, bueno, tu profesor me llamó.

—«Me llamó- me llamó». ¿Profesor Kim? —Le llamó la atención—. ¿Por qué?

—Comentó algo sobre el grupo de animadores y eso-

Aun con la repetición, MinHo se volvió a recostar en la cama, con un potente bufido.

—¿Le dijo que no iré? —preguntó MinHo—. Tengo una pata mala. No puedo hacer nada.

—Mencionó algo sobre una entrenadora, o algo así —Holli se rascó su cabello—. Parecía que en verdad te necesitaban ahí.

—«Ahí-» Nadie me necesita. Yo estoy bien donde estoy. Dije que regresaría cuando se me acabara la licencia.

—Pero, no tienes licencia.

Silencio. Claro que MinHo sabía eso.

Holli lanzó un suspiro, y acarició la bota ortopédica de MinHo. —No me gusta que estés triste, MinHo. Ya volverás a bailar.

—«A bailar». Lo sé, mamá. No estoy triste.

—Se te nota en la carita.

—«La carita» no se nota nada. Estoy bien, mamá —insistió MinHo, y aunque su voz sonó un poco severa, se esforzó para sonreír—. Me encuentro bien. Volveré en unos días a Sevit.

Su madre inspeccionó su rostro, tan conocedora de él que sabía que aquel rastro de inseguridad solo denotaba el malestar de su cuerpo. Sin embargo, no presionó. Ella siempre fue buena en no presionar para las cosas, razón suficiente como para que fuera MinHo quien supo que su padre engañó a ella y no fue solo una abrupta separación por falta de amor. A veces, a MinHo le gustaría que su madre fuese un poco más valiente.

Cuando Holli dejó el dormitorio, MinHo se volvió a recostar para ver el techo. Las estrellas, ahí, eran infantiles hasta cierto punto. Ya tenía dieciocho años, debería de despegarlas. SI seguía actuando como un niño, más gente se aprovecharía de él y le romperían el corazón, porque MinHo era tan tonto que confiaba en la gente a ciegas.

Oh, el pensamiento volvió a entristecerlo. Se reacomodó en la cama, abrió su laptop, colocó en YouTube a los Ugaboys y se dispuso a colorear el libro, porque al menos ahí había cosas lindas que no le harían daño.

Pasada de la cena, donde comió con su madre en el comedor, MinHo regresó al dormitorio con el familiar sonido de las piedras en su ventana. Quiso mostrarse contento, pero su sensibilidad estaba tan alta que, cuando corrió la ventana, gimió un lloriqueo.

—Yeji...

Yeji, en el otro lado, le sonrió.

—Tuve dos entrevistas con reclutadores universitarios. Les gusté —comentó ella, contenta—. Supongo que tú no hiciste la gran cosa.

—«La gran cosa...» —MinHo se apoyó en el marco—. Todo esto es del asco.

—Lo sé.

—«Lo sé». No lo sabes muy bien. Ni siquiera puedo identificar de dónde viene la tristeza.

—De tu corazón, si te sirve de consuelo.

—«De consuelo- consuelo». No digas estupideces —lamentó MinHo—. ¿Cómo es posible que te pasen cosas fantásticas, y yo me sumerjo en la desgracia?

—Porque tu desgracia es un chico, a primera instancia. Tengo más cosas en qué pensar, a cambio de alguien quien solamente...

Yeji divagó en querer continuar, vacilante. La tristeza de MinHo podía ser contagiosa, y aunque quisiese estar feliz por su mejor amiga, estar en soledad en el cuarto de su casa le hacía creer que era el lugar donde debía estar: una parte donde no debía de ser llamado.

—Lo molestan —confesó Yeji—. Sobre sus sentimientos, la verdad. Que Felix delatara a JiSung no ayudó, y que tú lo rechazaras mucho menos. Sharon se burla de él como el chico que fue rechazado frente a todos.

—«Frente a todos...» —MinHo se apoyó en el marco—. ¿Por qué tuvo que hacer eso? ¿Por qué tuvo que mentirme de esa forma?

—No creo que sea del todo menti-

—«Del todo mentira». Yeji, antes de la presentación, me dio un beso —confesó. Antes de que Yeji hablara, MinHo continuó—. Pensé que estábamos en algo... algo que ni siquiera podía entender. Mierda, ni ahora lo puedo entender. JiSung me genera un montón de cosas que no puedo explicarlo o ponerlo en racionalidad. Soy tan tonto como para...

—Basta.

—... Para entender cómo me siento. Qué quiero hacer. Qué significan los besos. Por qué me siento tan triste. Por qué... —MinHo restregó su mano en su cara, cansado—. ¿Por qué con Chan fue distinto? Con Chan regresé a Sevit porque sabía que aún tenía por qué pelear. Pero, con JiSung... me siento perdido. Siento que me perdí por desearlo.

—No puedes estar del todo perdido —razonó Yeji—. Yo te ve. Estás acá, en tu casa, con tu madre y conmigo.

—«Conmigo». ¿Y por qué siento...? —MinHo ni siquiera podía formularlo, con su mano agarrada en su pecho—. ¿Por qué siento que tengo el corazón perdido?

Yeji se apoyó en el marco de su ventana, con una sonrisa lastimera.

—Porque lo entregaste.

—«Entreg- entregaste». No tuve que haberlo hecho. Fui un imbécil al hacer- hacerlo con alguien que era igual o peor que Chan —se quejó—. Es decir- Yeji, me besó. ¿Era necesario besarme?

Yeji parecía tener su propia opinión conformada, aunque no estaba contenta por eso.

—No.

—«No». ¿Por qué lo hizo?

—MinHo, antes de la segunda ronda, hablé con SeungMin para preguntarle si es que él sabía sobre quién te delató —admitió ella—. Me dijo que no lo hizo- ni él ni JiSung. Por eso...

—«Por eso» asumiste que todo fue un complot —obvió MinHo—. No me das nada nuevo.

—Lo que quiero decir —aclaró, nerviosa—, es que- puede que las cosas no son como tú crees. Ellos no pueden ser tan malos.

—«Tan malos». Yeji, tú crees que todas las personas son naturalmente buenas, ¿por qué te es tan difícil creer que pueden ser malas?

—Porque —Yeji tomó aire— la persona es naturalmente buena. Puede uno cometer malas acciones, pero no te hace malo.

—«Hace malo». ¿Defiendes a JiSung?

—Solo te pido que mantengas tu mente abierta —pidió ella—. No todo es blanco y negro. Todos tienen razones por las cuales actúan. Podrías... abrir tu mente ante eso, MinHo.

—«MinHo». ¡Yeji!

—Tú conoces a JiSung más que yo —aclaró, y se sentó en el marco de su ventana—. ¿Crees que él haría eso en contra de ti? Todos esos momentos- escenas y cosas así. Todo lo que tuviste con él, ¿crees que habría sido mentira? ¿Crees, genuinamente, que JiSung es igual a Chan?

La pregunta inundó de pena a MinHo, quien, con su mejilla mordida y ojos acuosos, asintió.

Yeji, desistida, sonrió en su pena. —Okey, entonces- él es mala persona.

—«Mala persona». Yeji-

—MinHo, también le gustas —le recordó ella—. ¿Por qué alguien que le gustas, te haría daño?

—«Te haría daño». —Era una pregunta retórica, una muy grande porque parecía tener su respuesta donde mismo se enfrentaba. Pero, al final de cuentas, se entregaba en el interior de la obviedad porque, una persona como JiSung, no tomaría algo serio con MinHo—. Porque no le gusto lo suficiente.

Y eso estaba bien. MinHo pudo cometer el error de confiar en JiSung, de pensar que podrían estar juntos y dejar todo miedo al amor romántico de lado. JiSung no era la excepción a la regla, por lo que, como todo patrón, MinHo debía de actuar igual.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA DRAMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Gracias por leer, les amo.

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