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Clínicamente tonto

Capítulo 25

Clínicamente tonto

El miércoles en la mañana se encontraba demasiado tranquila como para haber recibido una alarma de incendios en la oficina de la directora Ahn.

SeungMin no tenía idea de dónde estaba metido JiSung, solo le habló algo de plan secreto que le hizo despertarse temprano. Demasiado raro era sacarlo de la cama antes de que la alarma sonara, en especial ahora que desde la reunión de Centro de Alumnos que lo abdujeron a la mitad del día lo dejaron más deprimido que de costumbre. Pero SeungMin no se involucraría en las malas decisiones de él.

—¿Creen que me hagan mucho problema si es que voy con Jiniret? —preguntó HyunJin, mientras veía el terrario.

SeungMin, quien terminaba de ordenar su mochila, le miró raro. —¿A clases? No, ¿cómo crees?

—¿Entonces puedo-

—No.

La puerta fue golpeada con demasiada insistencia. Felix, quien dejó de luchar con su corbata, corrió con su mochila en hombros hacia la puerta. Tras abrirla, Chaeryeong saltaba de un lado a otro.

—¡Ya abrieron la puerta del aula y los demás hijos de puta ya están tomando los mejores asientos! —informó Chaeryeong—. ¡Vamos, vamos, vamos!

—El profesor Hwei nos cambiará de lugar, de todas formas. Es un exam-

Felix no terminó la oración cuando Chaeryeong ya lo había jalado para correr hacia el edificio principal. SeungMin ni siquiera se preguntó por qué demonios Felix se fue descalzo.

Tras terminar de armar su mochila, la cruzó sobre su hombro y se ganó en la puerta para colocarse sus zapatos.

—Aun me falta lavarme los dientes —informó HyunJin.

SeungMin acomodó sus talones en los zapatos. —¿Y?

—Espérame. —El tono obvio de HyunJin al hablar irritó a SeungMin—. ¿De qué sirve irnos separados si llegaremos juntos al mismo lugar?

No quería, pero una pulsión dentro de él le hizo quedarse esperando a HyunJin en la entrada mientras revisaba su celular. HyunJin se despidió de Jiniret, se lavó sus dientes con dentífrico dental en pastilla de color carbón, y se ganó junto a SeungMin para colocarse sus viejas y gastadas zapatillas.

—¿No te echas perfume? —le preguntó SeungMin.

—¿Hm? ¿Por qué? No huelo tan mal.

SeungMin simuló una arcada, pero no agregó más.

Era incómodo. SeungMin no era de pasar tiempo con más personas que no fuesen o JiSung o integrantes del equipo de béisbol, pero este segundo ha tenido que apartarlo un poco más a raíz del poco tiempo que cargaba- entre estudiar, llevar el equipo de animadores y ahora una competencia de baile, su vida estaba puesta de cabeza. El único agrado de la situación era que su padre no había intervenido demasiado, y la última vez que lo vio fue cuando el grupo de inversionistas llegó junto a TvN.

Pero, mientras, HyunJin le hablaba a SeungMin sobre cualquier ridiculez. De su sapo, del clima, de la última colección de acuarelas que a SeungMin no podía importarle menos. El camino se sintió mucho más eterno hacia el edificio principal cual, al fin, HyunJin tocó un tema de su gusto.

—¿Y del estudio autónomo? ¿Qué estudiarás? —preguntó HyunJin—. Me dificulta matemáticas, pero me dificulta más Ciencias Sociales. ¿Sabías que los fenómenos sociales podían adaptarse en las pinturas de la época? Ejemplo, las pinturas barrocas son-

—Estudiaré mandarín —informó SeungMin—. Lo piden como examen de ingreso de la Universidad.

HyunJin se quedó congelado. —¿Mandarín para el examen de ingreso?

—Ajá.

—¡Yo no sé mandarín para el examen de ingreso!

—¿Tienes pensado ir a la Universidad?

—¡Obvio! ¡Incluso lo dije durante la reunión en el dormitorio! —le recordó HyunJin.

—No te presté atención-

—Quiero estudiar en la Universidad Nacional de Artes de Corea —contó HyunJin—. Historia del Arte, y especializarme en Artes Tradicionales. Me desenvuelvo demasiado bien, y he ido algunas capacitaciones los fines de semana desde segundo año.

Bien, a SeungMin sí le llamó la atención aquello. No esperaba a que un penúltimo lugar tuviese aspiraciones tan grandes como lo era ingresar a la universidad.

—Vaya —expresó, sin tono de sorpresa—. Bien por ti. ¿Tienes las calificaciones para que te presten atención, aunque sea?

—Es examen de ingreso más dos cursos intensivos para una audición final —explicó HyunJin—. Me da nervios en el estómago. Pero no tenía idea de que debía estudiar mandarín.

—La Universidad de Seúl pide mandarín. No sé cómo lo será con la tuya.

—¿Ingresarás también a la universidad? ¡Wow!

SeungMin no pudo evitar verlo ofendido. ¿Acaso creían que él tenía otra opción aparte de ingresar a la universidad? La gente era genuinamente estúpida.

—Pues obvio. —«¿Qué tan lejos queda el jodido aula?»—. Medicina. ¿Crees que me conformaría con algo tan mediocre?

—No tanto, por algo no estás en una escuela técnica.

—Como sea. ¿Y tú crees que podrás entrar a la universidad?

—¡Claro! —HyunJin lucía bastante esperanzado—. Tengo mi portafolio, y he asistido a las actividades de la universidad. ¡Ya te dije sobre la capacitación!

—Pero eres penúltimo lugar.

—Ay, SeungMo, las calificaciones son como los puntos de demérito o las peleas que Felix tiene en Roblox: en la vida real, a nadie le importa.

Era un mensaje demasiado irónico y sinsentido. ¿Cómo es que no importaban? ¡Claro que lo hacía! Su padre desde que tenía memoria lo azotaba si es que llevaba una calificación más baja que sus expectativas. ¿Cómo aquella tortura no tenía afección en la vida real?

Sin embargo, antes de querer refutar, RyuJin corrió hacia ellos. En sus manos llevaba tres sobres, y todas las entregó de forma estrepitosa a HyunJin.

—Nunca te pasé esto —dijo ella, y huyó de nuevo al aula 3-A.

Como SeungMin tampoco prestaba mucha atención, quiso entrar al aula, pero HyunJin lo jaló del brazo.

—Veamos las cartas —incitó.

—Oye, no porque compartamos cuarto, significa que puedes hablarme —le recordó SeungMin—. No somos amigos.

—Ay, ya suelta eso —HyunJin le golpeó con un sobre—. Mira: son confesiones de amor. RyuJin me ha pedido que las guardara mientras está con Lia. No quiere perder ni pan ni pedazo esa niña.

—¿Y eso qué me importa?

—Eres amigo de Lia. Debes de saber en lo que ella también se está metiendo.

—Lia no es amiga mía.

—Auch. Mira: es una carta de segundo año. Haewon... —leyó HyunJin con cuidado—. "Por favor, reencontrémonos una vez más en los camerinos del gimnasio. No he podido entregarte mis sentimientos como se debe". ¿Es que la gente hace de todo en los camerinos del gimnasio? Masturbarse, orales-

—Suicidarse.

—¿Has visto a algún suicidado ahí? —preguntó HyunJin, sorprendido. SeungMin negó—. Bah, que aburrido. Leamos la otra.

Y SeungMin se quedó plantado ahí, por alguna razón, también leyendo las cartas. Su concentración se desvió al toque de la campana que iniciaba la jornada escolar, y su atención fue llamada cuando vio a Yeji ingresar sola al 3-A.

El primer bloque de clase era estudio autónomo, donde el profesor Kim se asomaba para dar indicaciones sobre el estudio, reforzar algunas dudas y en general entregaba un panorama general del rendimiento de la clase con nuevas estrategias de estudio. SeungMin no pudo importarle menos, pero tener el asiento de JiSung vacío a su lado activaron las alarmas como también ver el asiento vacío detrás de Yeji.

«Si es lo que creo que es..., qué terrible».

De todas formas, no pudo concentrarse en la ausencia de su amigo. Se dispuso a estudiar mandarín, porque era lo necesario, aunque sabía en el fondo que JiSung estaba metido en algún problema que, claramente, involucraba a MinHo en el juego.

Sin embargo, tras treinta minutos de estudio autónomo, miss Sharon ingresó al aula con sus brazos abiertos.

Bonjour! —saludó ella, vestida más formal que de costumbre—. Para los que no me conocen, soy miss Sharon, y los acompañaré durante los estudios autónomos de esta semana.

—¿Qué pasa con Kim? —preguntó Dam, uno de los alumnos del fondo.

—El profesor Kim tiene sus propias crisis existenciales, así que yo me encargaré de hacer este bloque de estudio autónomo de un miércoles en la mañana más insufrible de lo que es —contentó, con sus mejillas corcheteadas en sonrisa—. ¡Así que, hablaremos de nuestras metas, deseos y aspiraciones!

«Mátenme», rogó SeungMin, esperando a que JiSung llegara en cualquier instante.

Sharon explicó la actividad; cada uno se juntaría con una dupla, donde contestarían la pregunta, luego serían intercambiados para realizar lo mismo, y así sucesivamente. SeungMin no tenía idea del objetivo de la actividad, y vomitó un poco en su boca cuando Sharon escribió las preguntas en la pizarra:

1. ¿Cómo te ves en diez años más?

2. ¿Qué haces ahora para cumplir esa visión?

3. ¿Cuál es tu plan B?

No podía ser más trillado, y todo estaba vinculado conque era su último año. Si SeungMin andaba con la guardia baja, pronto se vería firmando anuarios y sacando fotografías con chicos que nunca había hablado en su vida.

Las realizó con dos primeros compañeros. Jang Gyuri, compañera, le habló sobre su sueño de ser psiquiatra y estar trabajando en un recinto de alta seguridad. ChangBin, por supuesto, le habló sobre su plan de ser diputado, siguiendo las influencias de la madre de JeongIn para llegar al congreso a tan joven edad luego de haber hecho algo radical en la política universitaria. Ninguno tenía un plan B.

Por lo que, cuando Hwang Yeji llegó a su lado, se encogió de hombros ante cada pregunta.

—No eres de hablar mucho, ¿sabes? —le comentó SeungMin, aburrido.

Yeji se encogió de hombros.

A falta de respuesta, el silencio se prolongó. Los murmullos de los demás estudiantes eran desconcertante, junto con las sombras que aparecían en las ventanas hacia el pasillo que generaba la esperanza de que JiSung llegara y lo sacara del martirio. No obstante, curioso fue darse cuenta de que no era el único que estaba con ese sentimiento.

—¿Y MinHo? —le preguntó SeungMin.

—Es una misión ultrasecreta —contestó Yeji—. ¿Y JiSung?

—También ultrasecreta.

—¿Crees que están en la misma misión?

—No me sorprendería —SeungMin frunció el ceño—. MinHo ha influenciado de mala manera a JiSung.

Yeji también frunció el ceño. —Ha sido JiSung quien lo ha mal influenciado.

—Vamos, conozco a JiSung desde la infancia. Sé que él no se comporta así.

—Bueno, pues yo conozco a MinHo desde que éramos unos bebés. Él no es así.

—No porque lo conozcas por más tiempo significa que lo conoces mejor.

—Lo sé —aseguró Yeji, sin dejar su seriedad de lado—, pero nosotros no somos el caso.

Sin saber por qué, SeungMin se tomó eso como un reto personal.

—Desde que nos conocimos que hemos pasado las vacaciones de verano juntos —dijo SeungMin—. Conozco mejor a JiSung.

—Nosotros éramos vecinos y nuestras madres eran amigas —replicó ella—. Nos bañaban juntos.

—Nuestra ropa, durante las vacaciones, se mezclaba con la del otro.

—Le saqué los dientes de leche a MinHo.

—Le enseñé a JiSung a andar en bicicleta.

—A ambos nos dejó nuestros padres.

—A nosotros nos golpeaba nuestros padres.

—MinHo tiene en su casa ropa mía y me acogió cuando hui de casa a los diez años.

—Los abuelos de JiSung tienen un dormitorio para mí.

—MinHo me compró toallas higiénicas cuando me llegó la menstruación por primera vez.

—Ambos pasamos por una clase de educación sexual con sus abuelos cuando nos gustó Lee SooJin.

—Ingresamos juntos a Sevit.

—Ingresamos juntos a Sevit.

—MinHo es así por mi culpa.

—Con JiSung tenemos conversaciones telepáticas.

—¿Dejaron de competir por quien tiene más ansiedad por separación o esperamos la ronda final?

SeungMin y Yeji miraron al frente: Chan lucía bastante apático y cansado, fijándose en ambos hacia abajo.

—Es mi turno con SeungMin —Chan le informó a Yeji—, para que te cambies.

—Estamos en algo serio —aleteó Yeji.

—Vuelve cuando tengas algo con lo que colaborar —siguió SeungMin.

—Okey, asumo que en diez años se ven codependientes —Chan anotó con sarcasmo en su libreta—. ¿Y qué han hecho ahora para mantenerla? Nada, porque ninguno de los dos está. Genial. ¿Y el plan B?

La puerta del aula se abrió de forma abrupta. Sharon ni siquiera despegó su vista de la revista para notar a MinHo y JiSung ingresar al aula totalmente acelerados. Al notar los cambios de puesto, quedaron desconcertados.

—¡JiSung!

—¡MinHo! —SeungMin y Yeji gritaron a la par.

Chan anotó en su cuaderno una vez más. —No hay plan B.

MinHo se aproximó enseguida hacia Yeji.

—Te tengo que hablar.

—No. Tú no tienes que hablar —JiSung alegó hacia MinHo—. No vas a hablar.

—«No vas a hablar». Tengo boca. Puedo hablar cuando quiera —MinHo le sacó la lengua.

—Hablas y te corto la lengua —amenazó JiSung.

—«La lengua». No puedes impedirlo. Yeji-

—No.

—¡Yeji!

—¡No!

—Dejen de gritar, dios santo —Sharon gritó desde el frente del aula, mientras pasaba con rabia la página de la revista—, hay gente que está trabajando.

SeungMin no entendía por qué, pero JiSung y MinHo lucían como si un real conflicto estuviese entre ambos. Parecían que en cualquier momento saltarían a la garganta del otro, y Yeji no ayudaba con estar grabando en su celular la situación.

—Me retiro —informó Chan, yendo de nuevo a su puesto del salón.

—Tú no vas a hacer ni contar ninguna estupidez —le dijo JiSung a MinHo, apuntándolo con severidad a la cara—. Te vas a quedar en silencio porque, si no, los dos saldremos damnificados.

De nuevo estaba ese contacto visual entre ellos, tan mortificante que inclusive Yeji debió de sacar fotografías entre la grabación para, finalmente, ver cómo uno de los dos daba el primer paso.

Claro, SeungMin esperaba un beso aunque sea, no que literalmente se ahorcaran arriba de su pupitre.

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MinHo se la pasó molesto la mayor parte del día, entre refunfuños, irritaciones, ganas de querer discutir con JiSung y notoriamente más silencioso que de costumbre. Yeji intentó pedirle explicación sobre lo que sucedió durante la mañana, pero MinHo no quería.

JiSung lo enojaba.

Durante la práctica para el Dance Revolution, MinHo tenía fe de que la coreografía se veía más armada. SeungMin no tenía otra cara más que su cara constipada; ChangBin parecía a gusto de querer flexionar sus brazos; cada que Yuna realizaba un paso bien, se petrificaba del pánico; Lia no cambiaba su rostro asqueado por la vulgaridad; y JeongIn lucía bastante más seguro de su cuerpo, aun cuando entre los recesos se dedicaba a beber su agua bendita.

El único que no parecía evolucionar era JiSung, y era chistoso porque sí lucía esforzarse. Le habría gustado burlarse, pero aun estaba enojado con él, así que consideró que probablemente la burla se tornaría algo mucho más personal y no le gustaría que JiSung lo ahorcara de nuevo.

«O al menos no en público».

Así que, durante la práctica con miss Sharon, notó la ausencia del profesor Kim entre las gradas. El gimnasio estaba vacío, y mantenía en el suelo una gran cantidad de colchonetas porque, acorde a Bang Chan, ya era necesario que el grupo aprendiera a hacer acrobacias en el aire. Sharon no estaba en contra, así que motivó a RyuJin para ser lanzada y atajada por ChangBin y Chan en reiteradas veces para agarrar confianza.

—Es sencillo —motivó Sharon, mientras Chan y ChangBin sujetaban a RyuJin desde los pies para mantenerla en alto. RyuJin pegaba gritos a lo loco, y solo callaba cuando los dos la atrapaban para, cuando era levantada de nuevo, volver a gritar—. Solo deben dejarse ser una pluma. Nuestros candidatos: Chaeryeong y JiSung, también deberán practicar las lanzadas.

—Yo no estoy de acuerdo conque me lancen. Soy un varón. Puedo dañar a alguien si es que me tiran —insistió JiSung.

—Por favor, mi muslo derecho tiene más carne que tú —le dijo Yuna.

—No es cier-

Felix tomó a JiSung del brazo, lo pasó sobre su hombro, y cayó al suelo en una perfecta llave de judo.

—Eres ligero, Hanji —reconoció Felix, contentó.

Sharon se hizo escuchar entre los gritos de RyuJin. —Está bien, es parte del trabajo en grupo. La confianza es uno de los factores más grandes y- miren a los chicos —presentó a los otros tres que no dejaban de hacer la acrobacia—. Mi polluela no tiene confianza con los otros dos polluelos, y aun así se deja lanzar como si fuera una muñequita.

—Amenazó con darle cincuenta puntos de demérito si es que no se dejaba —le recordó Lia, cansada.

—Ah, pero eso no les hace pensar menos en comparación de lo que les diré a continuación —Sharon aplaudió, contenta—. ¡Tenemos la canción! Fina selección por parte de Bang Chan.

—¿Canción? —preguntó HyunJin—. O sea- ¿La canción?

—Conozco la canción —SeungMin murmuró, atrofiado—. Odio la canción.

—¡4 Minutes de Madonna! —soltó Sharon, emocionada.

Claro, solo hubo un silencio entre todo el grupo. El único ruido era el grito de RyuJin tras haber sido lanzada de nuevo.

—He visto videos de animaciones —informó Yuna, solemne—. Ya sabe, para instruirme. Una buena periodista siempre se instruye en lo que se mete. Esperaba algo más coreográfico y melódico, antes que una tonta canción pop.

—Como estamos juntando lo mejor de dos mundos, quise ceder este espacio para también acomodar al Real King en una zona que ellos también conozcan —comentó Sharon, contenta—. Una canción completa de cuarto minutos se les hará más familiar y vibrante, en especial porque ellos tienen el carisma perfecto para bailarla.

—¿Y nosotros qué? —preguntó SeungMin—. ¿No tenemos la opinión? ¡Es 4 Minutes! ¡Es ridícula!

Tic – toc – tic – toc -tic- toc —Felix y Chaeryeong cantaron.

—¿Tú qué opines? —Yeji le preguntó a MinHo, a su lado—. ¿Es buena canción? —MinHo solo gruñó—. Sí, opino lo mismo.

MinHo aun estaba enojado, con su vista pegada en cómo JiSung se recomponía de la llave de judo de Felix para luego ser tomado por HyunJin en un fácil estilo nupcial. Claro que JiSung no lucía acomplejado por al información dada, si es que él no era por tener empatía por el resto y no le preocupaba que el profesor Kim podía estar siendo despedido en ese instante.

«Puede estar siendo despedido en ese instante», cayó MinHo en cuenta.

Así que, alzó su mano.

—¡Iré a mear! —informó MinHo a Sharon—. No- ¡Iré a cagar! ¡Vuelvo en un rato!

El grupo volvió a quedar en silencio, viendo a MinHo caminar con rapidez fuera del gimnasio. RyuJin lanzó un nuevo grito luego de que Chan y ChangBin la atajaran.

—¿Podemos parar, por favor? —pidió RyuJin, mareada. ChangBin y Chan también jadeaban de cansancio—. No siento mis oídos.

—Oh- okey —accedió Sharon—, mientras- haremos la rutina. Descansen un momento, chicos.

Los tres se derrumbaron en las colchonetas.

Mientras, MinHo corría hacia el edificio principal. Tal vez un poco impulsiva su decisión, pero si Ahn quería despedir al profesor Kim, entonces habría un severo problema dentro de la escuela. Ser condenado por una injusticia- por ejercer su derecho a denunciar también sopesaba la gran culpa de MinHo al considerarse una molestia para el resto.

Porque, él era una molestia. Lo supo desde el primer instante en que despertó en aquella cama del hospital luego de su accidente. Cuando regresó a la escuela y se dio cuenta que no podía entender lo que leía, o captar lo que le enseñaban, o impedir aquel eco que nacía inconsciente y escapaba de su boca, MinHo se sintió frustrado.

El área educativa era su enemigo. El sistema educacional era la mayor guerra que ni siquiera podía pelear. Sin embargo, tener al profesor Kim como docente sí fue un aliado; alguien que, aunque no adaptaba sus examenes para rendir mejor, sí esperaba con paciencia a que MinHo diera su resultado que esperaba ser correcto. MinHo sentía el ambiente dentro de Sevit mucho más ameno, con menos crisis por la poca tolerancia a la frustración, y mucho más acompañado de tener aunque sea un docente con sangre en el cuerpo.

Y ahora, ahora, MinHo querría salvar al profesor Kim.

Tras llegar a la oficina de la directora Ahn, se ganó en puntas para ver por la ventana hacia el interior. Ella se encontraba ahí junto a su lacayo Hwei, pareciendo revisar unos papeles desde su escritorio. Cuando iba a golpear la puerta, le atajaron la muñeca.

—¿Qué haces, MinHo? —le preguntó el profesor Kim, con su portafolio en mano y vestido formal—. ¿Qué necesitas de Ahn?

De la sorpresa, MinHo se apartó. —«De Ahn». Eh- venía a hablar con ella.

—Mira, no es como que no confíe en ti, pero acorde a tus últimos antecedentes...

—«Antecedentes» Ah- sí, es solo que..., ya sabe.

No era el lugar de MinHo para decir eso, lo sabía. Aunque fuese clínicamente tonto, no era tan estúpido o insensible como para saber que lo peor que puede hacerle al profesor Kim es ser él el informante que iban a despedirlo. No obstante, MinHo se encontraba frustrado por la decisión.

Quería decir algo. Quería opinar algo. Quería tomar las cartas en el asunto porque era una guerra que MinHo podía pelear para ser ganada.

—Ay, MinHo —el profesor Kim suspiró—. ¿Qué hiciste ahora?

—«Ahora». ¡Nada!

—¿Seguro? ¿No golpeaste a Bang Chan o volviste a romper una vitrina?

—«Vitrina» ¡No! ¡Se lo prometo! —insistió MinHo—. Es solo que..., usted- usted sabe de... de saber que...

Murmuraba como estúpido, y el profesor Kim pareció paciente en querer escuchar la formulación de MinHo. Él había llegado ahí de forma impulsiva, lo que le hacía que, bajo el mismo defecto, quisiera escapar de nuevo.

—Nada —terminó por completar MinHo—. Solo quería molestar a Ahn. No hay ningún problema.

El profesor Kim sonrió al escuchar eso, y revolvió el cabello de MinHo con afecto.

—Tú y tu cabecita loca. Ya estás suficiente amenazado como para seguir jugando, ¿no te parece? —lo molestó.

MinHo se esforzó para sonreír, y asintió. —«Te parece». Me parece.

—Regresa al gimnasio, o Sharon te castigará. Y los castigos de esa mujer son severos.

—«Son severos». Lleva lanzando a RyuJin cerca de diez minutos, además.

El profesor Kim suspiró, resignado. —Cuando termine la reunión con la directora, iré con ustedes. Aguanten un poco.

MinHo vio al profesor golpear la puerta y entrar a la oficina, dejándolo afuera. MinHo quiso sujetar la manilla de la puerta, ingresar y decir todas las barbaridades hacia Ahn sobre la injusticia del despido, pero su corazón latía tan fuerte que lo mantenía paralizado, sucumbido dentro de la impotencia y frustración de no saber si debía hacer algo correcto.

En especial porque solo había una forma de salvar al profesor Kim de todo esto.

Por eso, decidido, terminó por dar media vuelta y regresar hacia el gimnasio. Cada paso que daba era más fuerte que el anterior, porque él forzaría aumentar la brecha de aquella guerra contra Ahn y Sevit si es que tenía que sacrificarse para hacerlo necesario.

Él ya se sacrificó una vez, y pudo mantener al Real King abierto (bajo estrictas condiciones). Soportó acoso, humillación y traición durante ese viaje, pero logró hacerlo. Ahora, él haría lo mismo con el profesor Kim, porque si era despedido, entonces todo aquel armamento sin corazón que intentaban reproducir en Sevit ganaría. Y MinHo tenía corazón.

Tras regresar al gimnasio, se dio cuenta que RyuJin volvía a ser lanzada al cielo, mientras que Sharon enseñaba los tiempos de la coreografía formada al ritmo de 4 Minutes.

—Le pediré una entrevista a Kim RyooNah para que el profesor Kim no sea despedido de Sevit —decidió MinHo, finalmente.

Todo el grupo quedó en silencio. Nadie atajó a RyuJin antes de caer al suelo. De forma paulatina, una cacofonía de preguntas desconcertadas sobre el despido del profesor Kim se hizo presente, e inclusive Sharon lució demasiado desconcertada.

El único que entendía la situación era JiSung, quien se abrió entre el grupo para ir hacia él.

—Estás loco. ¿De qué hablas? —JiSung encaró—. No puedes estar difamando de esa manera.

—«Manera». El profesor Kim denunció a Sevit al subsecretario de Educación cuando hice mi protesta personal luego de que cerraran el Real King —informó MinHo al resto del grupo—. No sé cómo pero Ahn lo descubrió, y quiere despedirlo porque él hizo la denuncia. Si explico cómo fue la versión de las cosas, puede que él salga impune.

—Es el peor plan que he escuchado —dijo enseguida JiSung—. No tiene ni pies ni cabeza. Solo dices eso porque estás asustado.

—«¡Asustado!» ¿O también quieres que despidan al profesor Kim?

—Ya te lo dije: decisión administrativa de la escuela no me compete. Esto va más allá de nuestras manos.

—«Manos- de las manos», ¡pero podemos hacer algo!

—O podemos hacer nada. Tenemos un pacto —JiSung apuntó a MinHo en el pecho—. Uno de silencio. Todos lo firmamos para no hablar con nadie. ¿O quieres mostrar el trasero en las regionales?

Los colores subieron a la cara de MinHo a raíz de la frustración, y veía detrás de JiSung como es que los demás chicos asentían ante su dicho.

—«Trasero en las regionales». —MinHo apuntó a JiSung y le gritó al grupo—: ¡JiSung le comentó el pacto a la zorra de Ahn!

—¡¿Qué?!

—¡¿Se lo dijiste a Ahn?! —intervino RyuJin, enojada—. Oh- pequeño gusano-

—Nunca se aclaró que no debíamos de hablar del pacto —SeungMin defendió enseguida.

—¡Es lógica pura!

—¿Hicieron un pacto? —se burló Sharon—. Woah, qué organizados.

—Se lo había dicho para que me diera información de quién fue el que realizó la denuncia —explicó JiSung enseguida, mirando a MinHo con furia—. Necesitábamos saber la información. Ya te dije: no íbamos a hacer nada con eso. No puedes arriesgarte a cualquier cosa solo para proteger a un maestro.

—«¡A un maestro!» ¡No es solo uno! ¡Es el profesor Kim!

—¡Es igual que el resto de los profesores que ha tenido Sevit! ¡Él no marca la diferencia!

—«La diferencia». Pero es una injusticia, JiSung. No podemos dejar que lo despidan por algo así.

—MinHo, el profesor Kim denunció contra Sevit, y lo han atrapado. Sevit está en todo su derecho de querer desvincularlo.

—«Desvincularlo», pero-

—Realizar esa entrevista será un calvario para todos nosotros. Hicimos un pacto, MinHo, respétalo como tal.

—«Como tal». No puedo ser el único que piensa así, ¿cierto? —MinHo miró al resto del equipo en busca de apoyo—. ¿O acaso soy el único?

—Yo te apoyo —dijo Yeji enseguida.

—Pero JiSung tiene razón —objetó Felix. El Real King le dio una fea mirada—. ¡Digo! ¡Traicionó a la mano que le da de comer! Me agrada el profesor Kim, y es una injusticia, pero es el contrato- o qué sé yo.

—Sevit es un tanque de tiburones donde comen al más débil. Si no, lo usan de carnada —argumentó Lia, con sus brazos cruzados—. Increíble que lo diga- pero estoy del lado de MinHo. Lloraré si es que otro docente reemplaza al profesor Kim a mitad de ciclo. ¡Eso también puede afectar en mi rendimiento académico!

—Igual, él era consciente del riesgo en el que se metía con lo que hacía —objetó SeungMin—. No podemos tomarlo como víctima cuando él hizo la denuncia.

—Alto, alto, alto. —Miss Sharon terminó por intervenir, agitando sus manos. MinHo ni siquiera podía ver a JiSung por la rabia que tenía—. No discutan por eso. No sean pretenciosos ahora. Lindo que quieran forjar política estudiantil, pero deben tomar la seriedad en el asunto: aquí, una persona resultará desempleada (y por primera vez no seré yo), y acorde a lo que ustedes pueden hacer pueden aligerar o agravar la situación, más no modificarla.

—Podemos hacer una colecta de firmas para cuando haya sido despedido —ideó Lia—. Mientras más voto estudiantil sea legítimo, mayor tendrá Ahn el peso para restituirlo.

—¡No me quites el discurso! —le gritó ChangBin.

—Ah- mi chica —RyuJin la abrazó por los hombros—. Tan inteligente. Yo te apoyo.

—Además, lo despedirán para el siguiente ciclo —continuó JiSung—. Estará las últimas semanas acá y- ¿qué te preocupa? —se fijó en MinHo—. Te vas a graduar. Cruzarás la puerta y no lo verás más. ¿Por qué te atormenta tanto que sea despedido?

—«Sea despedido». ¡Porque es una injusticia!

—¡Solo te meterás en problemas si es que haces esa entrevista! —JiSung le gritó de vuelta, finalmente—. ¡No vas a cambiar el hecho de que sea despedido! ¡Solo empeorarás todo y podrán hasta expulsarte de Sevit si es que a Ahn se le apetece!

—¡«Le apetece»! ¡Ya he estado con demasiado riesgos de expulsión para que sepas que sé en lo que me meto!

—¡No pareces, sinceramente! ¡Estás tan cegado por tu impulsividad que no eres capaz de pensar con racionalidad!

—¡«Con racionalidad» que a ti te sobra! ¡Tienes un corazón tan de hielo que ni siquiera te ablandas un poco por esta situación!

—Chicos —Sharon intentó intervenir colocándose entre MinHo y JiSung, pero la rabia de ambos con el otro era vibrante—. Por favor, cálmen-

—¡Es un adulto como cualquier otro, MinHo! ¡¿Por qué crees que él será diferente contigo?! ¡¿O crees que él piensa en ti también de forma distinta?! ¡Eres solo un alumno más en esta estúpida escuela!

—«¡Estúpida escuela!» ¡Intento hacer lo correcto y algo por la situación! ¡No como tú, que solo te quedas con lo que te es suficiente para ti sin importar en el resto!

—¡Tú ahora solo piensas en ti! ¡Si das esa entrevista, dañarás a todos en este lugar! —apuntó JiSung—. ¡Por algo decidimos quedarnos en silencio! ¡Por algo estamos todo de acuerdo con esto! ¡No te vas a doblegar por un profesor cualquiera solo para esto!

—¡Chicos! —Sharon terminó por agarrar a ambos del pescuezo. JiSung y MinHo gritaron de dolor—. ¡Cállense, por el amor de cristo! ¡Dejen de maltratarse!

Aunque era doloroso el pescuezo, MinHo estaba enrabiado con JiSung. La manera tan individualista le hacía romper con la imagen de desarrollo que llevaba de él, casi sintiendo como la esperanza de que JiSung fuese distinto a los demás simplemente se desmoronaba.

Sharon los soltó con lentitud, capaz de poder hacer que los chicos soltaran un poco la rabia para poder tranquilizarse. Mientras, el resto del grupo esperaba expectante el siguiente paso.

—Pase lo que pase, tienen que velar por el bien común —aconsejó Sharon, mientras miraba a los dos de forma intercalada—. Deben de hacer ese ejercicio. Detenerse y reflexionar "¿Esto es lo mejor para el resto? ¿Por qué?" Y si encuentran convicción en la respuesta, entonces lo es.

—Pero sus respuestas no tienen sentido —acusó JiSung.

—«Lo es». Él es incapaz de pensar en alguien más que en sí mismo —siguió MinHo.

—¡Yo tengo empatía! —insistió JiSung a MinHo. Sharon volvió a interponerse entre ambos—. ¡No puedes forzarme a ponerme en el lugar de un adulto!

—¡Calma! Dios, calma —reiteró Sharon—. El tema queda zanjado, ¿quedó claro? El que tome la palabra de nuevo para hablarlo, dará treinta vueltas al gimnasio. ¿Me escucharon? ¡Y la advertencia va para todos! —le gritó al resto del club—. ¡Si el tema sale de nuevo, los castigo! Ah, carajo. Me hacen necesitar un trago.

MinHo se encaminó junto a Yeji, enfurecido con JiSung. No quería verlo, y él parecía reciprocar sus emociones, porque se ganó junto a SeungMin lo más alejado de él.

El resto del ensayo fue tenso como silencioso. No hubo intervenciones divertidas, e inclusive RyuJin dejó de volar por los aires. Entre el grupo estaba dividido, cada uno con sus propias ideas que generó que, entre MinHo y JiSung, una línea divisoria se agrandara.

MinHo ni siquiera se quiso duchar en los camerinos. Él solo fue con rapidez hacia su dormitorio. Yeji le siguió de cerca.

—¿Es cierto lo que hicieron? ¿Por eso desapareciste en la mañana? —le preguntó Yeji.

—«En la mañana». Con JiSung quisimos buscar al denunciante de la protesta, y terminó siendo el profesor Kim. Ahn quiere despedirlo, y no entiendo por qué nadie se moviliza para hacer algo en contra.

—Nos tienen amenazados. Ya expulsaron a HyunJin de los dormitorios una vez porque a Ahn se le apeteció.

—«Apeteció». ¿Y no creen que yo también tengo miedo de poder hacer algo? ¿De las consecuencias? ¡Oscilo entre estar acá y ser expulsado cada mañana! ¡Y no me ven acobardándome por mis decisiones!

—Siguen siendo un poco precipitadas, MinHo. ¿En serio quieres hacer la entrevista?

—«La entrevista». ¡Claro! Pondré fin a todo esto.

Los dos llegaron al dormitorio de varones, donde MinHo decidió encerrarse en el baño para tomar una ducha. Yeji quedó fuera, frustrada, y golpeó las puertas reiteradas veces solo para ser ignorada.

—Entiendo que te sea difícil soltar, MinHo —habló Yeji a la puerta del baño—. Pero, como dijo Lia, hay métodos legítimos y mucho menos arriesgados. No te sacrifiques, por favor.

Yeji saltó cuando escuchó un ruido en el dormitorio, solo para notar a Chan dejar su equipo de deportes sobre su escritorio y tomar su material de estudio.

—¿Qué haces acá? —preguntó Yeji, asustada.

Chan apuntó con obviedad. —Es mi dormitorio.

Para poder ignorarlo, Yeji golpeó la puerta del baño de nuevo. —Vamos, MinHo. No me ignores.

—Déjalo tranquilo, si no quiere hablar contigo.

—Intento tener una conversación emotiva aquí, Bang Chan.

—¿Con quién? ¿Tú y la puerta del baño? Largo de aquí.

Yeji chasqueó su lengua de mala gana, le dio una suave patada a la puerta, y se encaminó hacia la salida del dormitorio, solo para notar que Bang Chan la seguía junto a su material de estudio en mano.

—¿Y eso? ¿Qué sigues? —preguntó ella.

—Voy a estudiar a la lavandería. No hay ruido —explicó Chan.

Yeji soltó un «ah...» que Chan ignoró por completo para ir pasillo abajo. Al notar que más se alejaba, carraspeó.

—Bang Chan —le llamó.

—¿Hm? —Chan no detenía su caminata, lo que hizo que Yeji le siguiera.

—Por lo de- lo de la beca. Gracias por eso.

—¿Qué beca?

—La fundación de tu familia. ¿Tu papá no te lo comentó? Me otorgaron la beca. Graci-

—Eso fue porque tu situación fue una injusticia acorde a los fundamentos de la fundación de mis padres —aclaró Chan enseguida—. Yo no tengo nada que ver ahí. Solo vieron tu caso. No tienes que agradecerme.

Yeji terminó por ganarse frente a Chan para detener su caminata, con torpes pasos hacia atrás para que él no la tocara.

—De todas formas, gracias por eso. Te dije que aun me debías algo por lo que me hiciste, y- bueno, lo hiciste. Gracias.

Chan pareció evadir un instante el contacto visual con Yeji, solo para compensar un poco aquella interacción humana y fijar que sus trenzas continuaban intactas aun luego del arduo entrenamiento.

—Ya no nos debemos nada —aclaró Chan, y rodeó a Yeji para seguir su camino.

Yeji quiso colocar sus ojos en blanco cuando lo notó, y decidió quedarse plantada.

—¿Siempre eres de relacionarte por favores? —le preguntó.

—¿Acaso hay otra forma de hacerlo? —contestó Chan.

Lo vio caminar por el pasillo hasta perderlo de vista. Era impresionante la forma en la que Chan era tan terco y cerrado, inclusive lo cuadrado que le hacía daño. No obstante, dentro de su terqueza, Yeji podía encontrarlo entretenido.

Mientras, JiSung demoró un momento más en querer regresar al dormitorio. Estuvo con SeungMin en el comedor hasta que él se fue a su sesión virtual con el psiquiatra, dejándolo solo. A raíz del enojo, le daban ganas de cenar ramyeon, pero MinHo era el único que lo hacía delicioso, lo que lo enojaba aún más.

«Es un idiota. ¿Por qué no puede pensar con la cabeza?»

MinHo no podía pensar constantemente con el corazón, eso lo dañaría. Confiar a ciegas en las demás personas lo llevó a sufrir lo que pasó con Bang Chan. ¿Es que él no cambiaba? ¿Por qué creía que el profesor Kim sí valía la pena como para sacrificarse de esa forma? Era tan irrisorio que incluso buscarle el sentido era caer en un bucle aun más estúpido.

¿Por qué MinHo no podía ser un chico normal?

De su frustración, JiSung no se dio cuenta que la directora Ahn lo observaba desde la entrada, impasible y calmada. JiSung se levantó enseguida del susto.

—Directora.

—El comedor cierra a las ocho —informó ella—. No hay razón para estar acá.

—Solo se me pasó la hora. Disculpe.

La directora Ahn hizo un ademán con su mano, y tomó asiento frente a JiSung. Él, sin querer mostrar el nerviosismo, volvió a sentarse.

—¿Intranquilo? —preguntó ella.

JiSung negó. —Solo cansado. Las animaciones agotan a cualquiera.

—Ha sido un buen rendimiento que han estado teniendo, Han. Me parece fructífero y consecuente.

—Opino lo mismo, directora.

—Raro que me encuentre la razón en algo, Han. ¿Algo le sucede que está tan distraído?

JiSung se mordió el labio, razonando cada una de sus opciones para poder predecir las hipótesis de acción de cada una.

Porque era lo lógico. Él era lógico. Si una acción tenía causas, entonces vendrían los efectos. MinHo vivía en esta tierra como si sus causas no tuviesen consecuencias, dejando al resto lidiar con el desastre que dejaría si es que le permitían tomar las decisiones.

Además, sufriría. JiSung ya tuvo la oportunidad de ver a MinHo llorar a raíz de las consecuencias. Pensó que habría cambiado en ese instante, que su impulsividad pasaría a llevar a las personas que quería y, por ende, también le harían mal a él. Sin embargo, esa idea de evolución solo fue imaginaria, porque MinHo lucía querer cometer el mismo error una vez más.

«Y si es a espaldas de Ahn, todo será peor».

—MinHo sabe sobre la denuncia del profesor Kim —delató JiSung—, y quiere hacer una entrevista con TvN para contar todo.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Durante el jueves, nada fuera de lo extraordinario le llamó la atención a MinHo. La vida en Sevit seguía girando: chicos colapsaban de forma graciosa sobre sus pupitres, hubo un intento de robo en la biblioteca con un manual de estudio; el profesor de ciencias sociales debió de dar una charla matutina por los megáfonos de la escuela sobre por qué no deben de hackear su computadora; y el profesor Hwei debió de apagar un incendio formado en el aula 1-D luego de intentar sacrificar los resultados de los examenes de medio término para una mejor calificación.

No obstante, MinHo sentía raro el día. Ni siquiera le dedicó una mirada a JiSung cuando estuvieron en el aula, y pasó todo los recesos fuera junto a Yeji con notorias ganas de querer ignorarlo aun más, y de que JiSung supiera de que en verdad quería ignorarlo.

Durante la hora de almuerzo, se asomó en la sala de maestros, donde vio al profesor Kim con su comida mientras revisaba cosas en su laptop.

—Profesor Kim —llamó MinHo—. ¿Puedo pasar?

El profesor Kim, sin despegar la vista de su laptop, asintió.

MinHo ingresó con cuidado, aun nervioso de ese lugar, y tomó una silla para sentarse a su lado.

—¿Cómo estuvo su reunión con la directora? —consultó—. ¿Le dijo algo?

El profesor Kim detuvo el anime que veía para prestarle atención. —Quería que adelantara un par de planificaciones, eso es todo.

—«Eso es todo...» —asintió MinHo—. ¿Solo eso?

El suspiro por la nariz dio la señal a MinHo que ya se había involucrado demasiado, haciéndolo gemir de lástima.

—Profesor-

—¿Cuál es la necesidad de meterte en problemas siempre? —le preguntó el profesor Kim—. Vamos, MinHo. ¿Por qué lo haces?

—«¿Haces?» —su voz estaba atrapada—. No lo- no es a propósito, profesor. Yo solo... creí que hacía lo correcto.

—¿En picar los pies a Ahn? —sonrió.

—«A Ahn», en querer... protestar por el Real King.

La sonrisa burlesca del profesor Kim se borró con lentitud, pareciendo caer en cuenta en la conversación. Se apoyó en el respaldo de su silla y se cruzó de brazos, con el ligero «ah» comprensivo de él.

—¿Te arrepientes de haberlo hecho? —preguntó él.

—«Haberlo hecho». No- digo, no me arrepiento, pero-

—Entonces, ¿por qué dudas ahora? ¿A qué va el remordimiento?

—«Remordimiento». Porque, si no lo hubiese hecho, usted no habría tenido que denunciar y ahora ser despedido.

—Vamos, MinHo-

—«MinHo...» —sintió cómo sus ojos se aguaban, demasiado emocionado junto con el nudo en su garganta que le hacía sonar más débil en comparación de cómo se sentía—. Lo siento, profesor. Lamento haberlo defraudado.

—No me has defraudado. —Una vez más, el profesor Kim le removió el cabello—. Tú tienes que enfrascarte en lo tuyo. No debes meterte en cosas de adultos.

—«Cosas de adul- adultos», pero tengo dieciocho años. Puedo hacer algo para ayudarlo-

—MinHo —le llamó, pareciendo atajar el pensamiento veloz de él—. No me vas a defraudar si solo harás tus tareas y estudiarás. Estás en la escuela, es lo que tienes que hacer y, además —el profesor Kim bajó la voz—, Sevit es estricta, pero ya tienes lo suficiente como para seguir sobreviviendo.

—«Sobre- sobre- seguir sobreviviendo» —MinHo sorbió sus mocos—. ¿Cómo?

—Con un amigo de verdad, y un adulto en quien confiar.

MinHo pensó un poco en las palabras del profesor Kim, como si ahí quisiera obtener algo más de lo que ya sabía. Negó enseguida.

—«En quien- quien confiar». Pero el adulto fue despedido, profesor.

—Todavía me quedan tres semanas hasta que se acabe el semestre. Después, solo contarás los días hasta graduarte. Lo harán bien, MinHo. Tengo fe en ello.

MinHo ni siquiera se tenía fe en él mismo; ni creer en sus palabras podía, pero se esforzó en poder esbozar una sonrisa y asentir en concordancia.

Sin embargo, dicha simpatía o rayo de esperanza que deseó tener, terminó por ser borrada cuando, durante la clase de ciencias sociales, el profesor Hwei se asomó en el aula.

—Lee MinHo —llamó él—, lo busca la directora Ahn.

El burlesco «uh...» de los demás estudiantes le colocó aun más nervioso, y aunque Yeji alzó sus puños en son de ánimo hacia él, MinHo se dio cuenta que JiSung ni siquiera se giró para verlo salir del aula.

Era frustrante, demasiado. JiSung había sido su compañero de crimen para, de forma abrupta, estuviese en su contra. MinHo genuinamente lo consideraba su amigo, cargado de una nueva experiencia como lo era conocer la verdadera personalidad de alguien sin dejarse llevar por el estereotipo.

«Es solo una pelea. Con Yeji has tenido a montones —se consoló MinHo—. ¿Qué tanto te afecta?».

Aunque sí sintió un raro vacío durante ese día.

Al llegar a la oficina de la directora Ahn, cayó en cuenta lo que significaba esa situación.

Ella, sentada donde MinHo estuvo sentado en la mañana del día anterior, junto con el Bonsai que ella no supo que fue desarmado en el suelo. Un ambiente de demasiada calma que hizo el corazón de MinHo acelerar al mismo tiempo que la fatiga lo acompañaba.

—Tome asiento, Lee —invitó.

MinHo remojó sus labios. —«Lee». ¿Tomará mucho tiempo?

—¿Desea que vayamos al grano?

Él asintió. Mantendría la cabeza en alto ante toda conversación.

La directora Ahn apoyó sus codos en el escritorio, borrando todo tipo de simpatía en su rostro, y oscureció su mirada.

—Como parece estar interesado en el resto, entonces haré el castigo personal —informó Ahn—. Si usted da alguna entrevista, habla con Kim RyooNah o devela lo que sea que suceda en esta escuela, será automáticamente expulsado.

Dolió tragar, pero aun más fue mantener la mirada en alto. El golpe de realidad fue tan fuerte que sus rodillas amenazaron con doblegarse.

—«Expulsado...» —MinHo repitió, nervioso—. ¿Solo por contar mi verdad?

—Creí que habían hecho un pacto de silencio entre el White Tiger y Real King, ¿o me equivoco? —MinHo negó—. Bien, al menos esto me ayuda a saber que tengo el control de la situación de una vez por todas.

—«Por todas». Es injusto que despida al profesor Kim. Es injusto que no me deje hablar —recriminó MinHo, caminando hacia ella—. No puede expulsarme por-

—Puedo hacerlo, MinHo. Tienes el antecedente penalizado más grande de esta historia de Sevit. Te he hecho un gran favor al mantenerte estudiando.

Con calma, la directora Ahn se levantó de su escritorio y la rodeó para acercarse a MinHo.

—Eres un alumno complejo, y económicamente difícil de mantener. Fuiste una gran inversión- más que cualquier otro estudiante. Expulsarte será un alivio para todos aquí, e incluso para ti. MinHo, tú no puedes soportar la presión de una escuela tan impotente como lo es Sevit.

—«Sevit...». Pero he soportado tres años.

—Dos años y medio —corrigió Ahn, y sonrió con condescendencia—. Está bien que aceptes donde perteneces. Estar acá fue solo un lapsus de lo que no llegarás a ser. MinHo, eres el último lugar de esta escuela. Admiro tanto tu valentía por querer hacer un cambio, pero tu lugar no es aquí, no es con la gente que irá a la universidad y tendrá futuros brillantes. El tuyo está en el restaurante de tu madre, en tu barrio, a una hora y media de aquí.

El mentón de MinHo tembló, sintiendo cada palabra una fuerte apuñalada en su corazón. Ahn lucía tan segura y compasiva de sus palabras que solo le hacían generar más humillación al chico. MinHo quería huir de ahí.

—«De aquí...» —MinHo repitió con suavidad. Solo podía susurrar—. Entonces..., entonces, ¿por qué me aceptó? Estoy en una de las mejores escuelas del continente. ¿Eso no vale nada? ¿Por qué me aceptó, si soy tan poca cosa?

De esa falsa compasión, Ahn colocó sus manos en los hombros de MinHo, y presionó con fuerza.

—Necesitábamos cumplir con la cuota de, ¿cómo lo llamas tú? Clínicamente tonto.

No. MinHo no iba a llorar. Pero tampoco sabía qué hacer. Sus vista estaba lo suficiente nublada como para querer seguir estando ahí, por lo que dio un paso hacia atrás para querer escapar.

—«Clínicamente tonto». —Sin embargo, antes de que MinHo pudiese decir algo, Ahn se apresuró.

—Recuerda —Ahn colocó su índice sobre sus labios, simulando ser educadora de párvulo—, hay que mantener silencio. Eso hacen los niños buenos.

MinHo quería vomitar de la humillación. Salió con rapidez de la oficina de Ahn y se secó sus lagrimas con el dorso de sus manos, pero la tristeza lo invadió que debió de taparse el rostro para permitir soltar un sollozo.

«Imbécil. Imbécil. Imbécil».

Escuchó pasos hacia su lado, lo que le hizo secarse el rostro con rapidez. No obstante, su debilidad aumento cuando vio a JiSung ahí, apresurado, con sus ojos grandes captando todo lo que MinHo entregaba.

—¿Qué te dijo? —preguntó JiSung—. ¿Acaso ella te-

JiSung sintió la ola de miedo que chocó con su cuerpo cuando MinHo lo abrazó. MinHo lo rodeó por los hombros, ocultado su rostro en el cuello de él, mucho más infantil en comparación de la última vez que estuvieron así, pero incesante dentro de la búsqueda del consuelo de alguien que fue maltratado.

JiSung lo estrujó con fuerza, correspondiendo con sinceridad. MinHo se sintió patético ante eso, y negó enseguida mientras se tapaba sus ojos con una mano.

—No- lo siento. Esto es estúpido —se disculpó enseguida—. Me dejé llevar. Estoy sofocado.

Pero JiSung solo negó, y lo tomó de la nuca para volver abrazarlo.

MinHo se permitió ese afecto, correspondiendo una vez más. Esta vez, sus manos se aferraron en la cintura de JiSung, demasiado pequeña que MinHo creía que lo rompería; era tanto el sentimiento de su frustración y lástima que quería desaparecer por un rato. Por un buen rato. Y, si tenía a JiSung a su lado en ese momento, le haría estar mejor.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Re dramático el capítulo, y yo escuchando en loop Juno de Sabrina Carpenter.

Subí dos caps en dos días. Procrastinando para no terminar mi tesis, obvio.

¡Gracias por leer!

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