Caes de las estrellas, parte 2
Capítulo 18
Caes de las estrellas, parte 2
Y he querido decirte que,
Creo que tu casa está embrujada.
Tu papá siempre está enojado,
Creo que es esa la razón.
Y creo que deberías venir a vivir conmigo.
Podríamos ser piratas.
Entonces, ya no tendrías razón para llorar,
O esconderte en el clóset.
Seven; Taylor Swift.
(=˘ ³( ,,>ᴗ<,,) ~♡
Con Christina Aguilera, MinHo se movía con facilidad. Sabía la idea que él tenía para la coreografía, junto con cada paso que eran capaces de dar como grupo para la segunda ronda del Dance Revolution que debía de ser parte de su motivación para despertar en las mañanas.
Claro, MinHo debía esperar a que terminara la jodida semana de examenes.
Para ese jueves en la mañana, antes del examen de Ética y Filosofía, MinHo se acomplejaba del calor al tiempo en que se regresaba desde el club al dormitorio para tomar una ducha. No le gustaba el calor, y tener que despertarse aún más temprano para no quedar empapado en sudor lo irritaba demasiado, en especial porque, a la hora que llegaba al dormitorio, veía zombies caminar por todas partes.
—¿Y Christopher? —preguntó MinHo, tras abrir la puerta del dormitorio.
ChangBin no despegaba su vista de su texto, y JeongIn continuaba con su mantra en el rosario.
—En el baño —susurró ChangBin.
MinHo, irritado, fue hacia el baño y golpeó la puerta. —Hombre, sal ahora. Quiero ducharme.
Se escuchaba el regadero del otro lado, más no una respuesta. MinHo golpeó unas veces más antes de, tras ser ignorado, darle una patada a la puerta e irse hacia su cama. El profesor Hwei no tendría argumentos de joderlo si es que llegaba tarde.
Sin embargo, su pensamiento no pudo evitar de escaparse hacia Chan y hacia JiSung, dos días atrás.
MinHo había visto a JiSung llorar- o sea, no de verdad, pero sí divisó las lágrimas en su rostro y la explicación verbal de su malestar con respecto a SeungMin. JiSung le habló en una complicidad íntima, como si existiera en esas palabras y no en el tiempo que MinHo tomó para preparar el ramyeon o las veces en la que compartían auriculares. Una intimidad construida por palabras que MinHo repetía, y que dificultaba de entender si es que no era algo que sentía en el corazón.
Y lo hizo, lo sintió ahí. Su corazón latía del nerviosismo por la forma en la que JiSung miraba y hablaba sobre sus problemas, sobre su preocupación por SeungMin, buscando en él un par por tener los mismos sentimientos hacia Yeji.
No obstante, algo que JiSung no sabía (y probablemente subestimaba), es que Yeji no era la única a la que MinHo destinaba esos preocupantes sentimientos.
Bang Chan se encontraba a un lado, en el baño, tomando la ducha más larga que MinHo pensó. Una parte de él pensaba lo peor, como también le insistía en el otro lado el ignorar sus sentimientos. No le debía nada a Chan- al contrario, Chan era quien le debía algo. Lo que él le hizo no tenía perdón, desde la traición a la amistad, destruir lo que más quería, dañar a la persona que más amaba y amenazar a su madre. Chan tenía todo los factores para que MinHo lo odiara, porque él era una persona emocional.
Su emocionalidad iba del rasgo de la intensidad, y del sentimiento que MinHo se orgullecía de sentir. En una escuela tan recta y fría, los sentimientos eran una revolución. El odio, por otra parte, no era algo que deseaba sentir. MinHo no odiaba- ni siquiera a su padre, quien lo abandonó y cerró la puerta en su cara cuando MinHo lo buscó por última vez. Ni a ese hombre le podía generar desprecio.
Entonces, ¿por qué odiaría a Christopher? Podía pensarlo desde que él no odiaba a nadie- Chan no era peor que su padre, así que no debía ni de soplarlo. Sin embargo, era su compañero de cuarto, y su confidente por tanto tiempo...
Chan se preocupó por MinHo, y viceversa. MinHo recordaba todos los escenarios, todas las rondas de examenes donde Chan se reclinó en él para cargar algo de energía.
Si así fue los últimos dos años, ¿Chan sentirá ese tercer año más distinto? ¿Necesitará de MinHo en ese instante? ¿Deberá de MinHo forzar la entrada al baño, solo para saber que se encuentra bien?
Yeji le narró a MinHo lo que vio en los camerinos de hombre, con SeungMin tirado en la ducha. ¿Debía MinHo comprobar lo mismo en ese instante?
No, porque Chan salió de la ducha, totalmente vestido con el uniforme.
—El que jodió con entrar, que lo haga —espetó él, sin verle la cara a nadie.
MinHo bajó de la litera de arriba y se encerró en el baño de un portazo.
«Jodido cabrón».
Mientras, en la sala de maestros, el profesor Hwei miraba de forma inerte el computador. Sus ojos pesaban, sus ojeras posiblemente estaban más pronunciadas, y sentía que su vida se le escapaba de sus manos desde que decidió ingresar a trabajar a Sevit.
Ah..., ¿cuánto tiempo ha sido? ¿Siete, ocho años? ¿Cuándo fue la última vez que se bebió una copa de vino en la costa de Incheon? ¿O durmió más de cuatro horas seguidas? Ah, él ni siquiera sabía de moda femenina. ¿Por qué la directora le preguntaba cada mañana sobre qué conjunto le quedaba mejor?
Además, ¿tuvo mañana? No. Llevaba cerca de tres noches sin tocar su cama. ¿Cómo era el tacto del colchón? ¿Cómo era dormir y soñar? Se pesquisaba tan lejos, rozando la yema de sus dedos que ni siquiera creía tener idea de cómo se debía de existir de forma correcta.
Tenía tanto sueño.
—¿Y bien? —El profesor Kim. Oh, el irritante profesor Kim, le habló a su lado—. ¿Ya vas al 3-A?
El profesor Hwei, atontado, le miró. —¿Por qué? —preguntó, lento.
El profesor Kim mostró su resma de hojas, todos examenes de primer año.
—Examen de medio-término. Se los tomas hoy a mis chicos.
¿Examen...?
Fue con lentitud cuando cayó en cuenta, tan atrofiado y horrorizado que terminó con su boca abierta, junto con una caída de la silla. Creía que no se cambiaba de ropa desde hace dos días, y su camisa olía a algo parecido a pescado antes de abandonar el aula de maestros para ir hacia el aula del 3-A.
MinHo, sentado en su puesto, estaba en la espera junto a sus demás compañeros por la presencia del maestro Hwei. Cerca suyo estaba Yeji, quien repasaba en su cuaderno las últimas anotaciones, a la vez que ChangBin daba un discurso motivacional a todos con respecto al rendimiento académico.
—Si hay alguna queja, siempre pueden acudir conmigo —aclaró ChangBin, antes de guiñar el ojo—, porque, ya saben, soy el presidente del centro de estudiantes.
—¡Cállate! —le gritó HyunJin—. ¡Tú duras tres minutos!
—¡¿Y eso qué tiene que ver?!
MinHo estaba aburrido. El profesor Hwei estaba atrasado, y si terminaba el examen antes que el resto (contestando nada), podría regresar al club a ensayar Dirrty antes de que continuase con el siguiente examen.
Aburrido, miró el resto del salón. Ni siquiera era entretenido narrar que todos estudiaban en su propio mundo- inclusive JiSung, quien leía junto a SeungMin sus apuntes. MinHo sostuvo la mirada en JiSung con la insistencia de que él lo mirase de vuelta, como si ahí pudiese encontrar algún trabajo de velocista que lo ayudase, solo para desviar su mirada hacia Yeji cuando JiSung lo miró.
Apresurado, el profesor Hwei ingresó al aula con una resma de hojas blancas.
—¿Alguno conoce El Príncipe de Egipto?
El aula entera quedó en silencio.
El profesor Hwei, apresurado, hizo que los estudiantes repartieran las resmas de hojas para cada uno del aula, y a través de la pizarra inteligente de Sevit, comenzó a reproducir la película.
—Quiero que elaboren un ensayo de algún aspecto de la película, como mínimo una hoja, escrito a mano. Tienen hasta el final del día —direccionó el profesor Hwei.
—¿Quiere decir que estudié el estoicismo para nada? —preguntó HyunJin.
—¿Levantaste un libro? —se burló RyuJin a su lado.
—Pueden tomar los conceptos de unidades anteriores para desarrollar el ensayo- pueden hacer lo que quieran. —El profesor Hwei comenzó a reproducir la película mientras hablaba, al mismo tiempo que volvía a guardar todas sus cosas en el bolso—. Recuerden: hasta la última campana. ¡Le entregan los ensayos a Han JiSung!
Y salió, tan rápido que MinHo pudo jurar que dejó una mota de polvo redondeando su silueta, sumado por el gran desconcierto del resto de los estudiantes que, en su justicia, se quejaban por haber estudiado por nada.
—¿Un ensayo? —uno de los alumnos que acosó a MinHo: RaeYah, habló con enojo—. ¡¿Estudiamos por nada?! ¡¿Por qué un ensayo?!
—Ni siquiera estandariza una evaluación —concordó su amigo, Dam, antes de lanzar una risa—. ¡Aprobaremos todos!
—¿Aprobar? —murmuró MinHo, hasta que lo pensó: ¡Era verdad! Un ensayo tenía mayor flexibilidad y margen de error y éxito comparado con uno de alternativas.
¡Una guerra que podía ser ganada!
Por lo que, tomó su silla y la arrastró hacia el pupitre de Yeji para ubicarse y, con dos leches de fresas, analizar la película.
ChangBin tomó el mando para tener el control del salón, solicitando silencio mientras apagaba la luz. La emoción de realizar un ensayo- inclusive para un examen de medio-término, era un gran alivio del estrés de la dura semana.
—Haré mi ensayo sobre el número de apertura —susurró Yeji, anotando en la hoja en blanco—. Cómo la vista del neoesclavismo reproduce este tipos de comportamientos- inclusive en zonas marginales.
—«Inclusive en zonas marginales», cool, yo haré de por qué Ramsés sería un modelo hoy en día.
—Oh, ese también es un buen tema.
Él único dentro del aula que no parecía cómodo ante el cambio de planes eran Bang Chan, cuya cabeza desviaba la atención de la película ante cada instancia como método eflejo de su estrés. Concentrarse en algo más de lo que no estuvo estipulado inicialmente lo había descolocado de sombremanera.
Y era frustrante. Le dijeron que la evaluación sería de un método, no de otro. Si fuese del otro, se habría preparado- habría elaborado algo mejor, reestudiando las estructuras de los ensayos, de la retroalimentación que le hicieron en su ensayo constitucional hace algunos años atrás. Haberse preparado de algo que no estaba destinado a la improvisación.
Ah, a lo mejor, en aquellas prácticas de entrevistas que tenía con Harvard y preguntaban por su debilidad, ¿sería la capacidad de improvisar? No, porque improvisar era para los mediocres que no sabían lo que querían- gente débil que no era capaz de sostener una decisión. Si se quedaba en claro que un examen sería de alternativas, ¿por qué creía que era mejor el cambio a un ensayo? ¿A quién demonios le importaba la opinión de los demás?
Además, la felicidad mediocre de sus demás compañeros deleitaba el tipo de personas que eran. Un regalo para apremiar la meritocracia. ¿Cómo podrían evaluarte mal un ensayo, si es que todos acá tenían la capacidad de fundamentar cualquier tipo de estupidez, aun cuando estaban equivocados?
Era tanta la frustración que Chan no notó cómo su muslo derecho ardía tras haberse rascado los noventa minutos de película.
Para la escena final, llevaba un punteo de los temas a abordar en el ensayo. Aparte de entregarlo, tenían un examen de física del cual debía de estar al corriente. El gasto mental era solo una falacia que podía ser eliminada con una bebida energética; además que al día siguiente tendrían el examen de inglés, para dar finalizada la horrible semana de examenes.
Divisó la espalda de Han JiSung, que, al igual que algunos chicos del 3-A, habían decidido irse con sus amigos a ver la película. Con SeungMin compartían un pote de cereal que ya estaba acabado, y cuando la escena final era transmitida, notó a SeungMin mover sus hombros, como si riera, a la par que apuntaba a JiSung.
—¿En serio estás llorando?
—Es muy emotivo...
A veces, Chan estaba tan encerrado en su respuestas de examenes para ser el mejor que olvidaba la causa por la cual no podía serlo. JiSung. Han JiSung. Un idiota asomado de alguna parte, hijo de algunas personas, que era enaltecido solo por su estúpida forma de contestar ante el mundo.
Aparece en propagandas de Sevit; da charlas a los inversionistas y a otras escuelas; es escuchado por todos y tomado en consideración porque, solo por ser el primer lugar, tenía el derecho en esa escuela de opinar.
Sin embargo, no todas las opiniones que él daba eran correctas. Como Chan dijo anteriormente, los ensayos servían solo para fundamentar la opinión, independiente si eran correctas o no. Todos tenían una opinión fundamentada de Han JiSung. Errónea.
Por lo que, cuando vio durante la semana cómo él y MinHo se acercaban, Chan no pudo evitar considerarlo un ataque personal.
—Ya fueron enviados las autorizaciones a los padres —su madre le había informado el día anterior, en la noche—. Todos debemos firmar para que ustedes aparezcan en televisión. Mantén un perfil firme y claro, que no haga levantar sospechas de lo que estamos haciendo.
—¿Tan malo es? —Se había atrevido a preguntar él.
—Solo para los débiles.
Chan aun no lograba comprender cuál era el mal que hacía él con el club de animadores. Forjar un club para tener un mejor currículum no solo le beneficiaba a él pero también al White Tiger: trabajo en equipo, actividad física, y espíritu escolar. Aristas que eran apremiados en una persona profesional e imponente ante el resto de los alumnos universitarios. Inclusive ayudaría a tener un mejor estatus a los ridículos del Real King- tal vez un trabajo como secretario o ingreso a una escuela técnica de mejor calidad.
Para cuando terminó la película, JiSung se terminaba de secar las lágrimas.
—Qué buena película, hombre —dijo JiSung, conmovido—. Muy buena. Nunca la había visto.
—¿Cómo no? Es icono patrio de... ninguno de acá —meditó SeungMin.
—JeongIn habría estado fascinado. No sé cómo al profesor Hwei se le ocurrió que la viéramos.
—JiSung, es una película que tiene más de veinte años. No es novedad.
Durante el resto del día, el 3-A se dedicó a realizar el ensayo escrito. Algunos se quedaron dentro del aula, mientras que otros aprovechaban los espacios de la biblioteca y el patio para mejor concentración, donde el espacio era más amigable a raíz de estar terminando la semana de examenes.
JiSung, por su parte, le aburría realizar ensayos. Normalmente le resultaban a raíz de sus conversaciones con SeungMin, pero él se encontraba tan ensimismado en el suyo que solo boteaba por todas partes sin dar algún punto en conjunto. Vaya, por primera vez, JiSung no quiso esforzarse demasiado.
Decidió, finalmente, quedarse en el aula. Tras dar el examen de física continuó con la elaboración, acompañado en sus auriculares por música melódica de lofi que le ayudaba a concentrarse, solo para que el ruido de los demás lo dejase vuelto loco.
Aun continuaba sensible, lo cual era un paso en contra porque no era de llevarse a sus sentimientos más de lo que debería. Sin embargo, cada que veía a su lado a SeungMin, el nudo se formaba en su estómago, junto con las incesantes ganas de querer lanzarse arriba de él. En un instante lo hizo, y terminó siendo golpeado.
Ya para las cuatro cuarenta y cinco, la última campana del día sonó. JiSung retiró los ensayos de cada uno de ellos, e inclusive debió de pelear un poco con MinHo porque él simplemente no dejaba de escribir.
—Dame tres minutos, te prometo tres minutos —pidió MinHo, sin dejar de escribir con lápiz azul la segunda hoja de ensayo.
—Vas a reprobar igual, hombre, no aplaces lo inevitable —JiSung intentó jalar la hoja.
—«Lo inevitable» será el golpe que te daré en la cara si no me dejas terminar con esto, bastardo.
JiSung lo concedió, por lo que terminó yéndose con MinHo al aula de maestros para darle más chance para que terminase su ensayo. Inclusive quedaron fuera del aula por cinco minutos.
—Vamos, hombre —le pidió JiSung, agitando en su mano los ensayos de sus compañeros—, quiero comer algo. Y dormir.
—«Y dormir». ¿No tienes empatía por el prójimo? —bromeó MinHo, terminando de escribir apoyado en la puerta del aula de maestros—. Es la primera vez que me esfuerzo por algo relacionado con Sevit.
—¿Y qué? Reprobarás igual.
—«Reprobarás igual». El lugar 198° se ve mucho más tentador que quedar en el 199°.
JiSung, curioso, se apoyó junto a MinHo. El profesor Hwei podría esperar los examenes.
—¿Por qué ingresaste a Sevit? —consultó JiSung—. Digo- no te gusta estudiar, tienes malas calificaciones, y tienes un comportamiento terrible. ¿Por qué te viniste a un lugar que te limitaba tanto?
—«Te limitaba tanto». Cuando estaba en segundo de la escuela media, un entrenador de baloncesto le dijo a Yeji que tenía material profesional y que viera el equipo de Sevit. Hizo pruebas durante todo el tercer año para ser finalmente seleccionada por una beca de deporte. Sin embargo, yo no quería quedar solo, aunque nada de ahí me llamaba la atención. —Con dramatismo, MinHo colocó una mano en su frente—. No sabía qué hacer, JiSung. No quería quedar solo. No le agradaba a nadie y creían que era muy tonto para funcionar.
—¿Y es mentira?
—«¿Es mentira?» —MinHo golpeó a JiSung en la cabeza—. Entonces, en uno de mis clubes de baile, fuimos de público al Dance Revolution.
—Ah, así que-
—«Así que» de ahí nació el amor. Vi al Real King presentarse y dije- woah, es un espacio al que en verdad quiero entrar —confesó MinHo, y le sonrió—. Así que, ingresé. Conseguí becas y todo eso.
JiSung tuvo que hacer cálculos en su cabeza antes de contestar, extrañado.
—Espera —detuvo—. ¿Ingresaste a la mejor escuela de Asia solo por el club de baile? No, peor- ¿te dejaron ingresar a la mejor escuela de Asia solo por el club de baile? ¡No tiene sentido!
—¡No tiene sentido! —concordó MinHo—. No tiene sentido, no tiene sentido. Pero, hey, el amor al arte es más grande que de lo que quieres ser cuando grande.
—¿Y qué quieres ser? —consultó—. Considerando que lo seremos dentro de poco.
MinHo pareció reflexionar su pregunta. JiSung creería que le diría algo simple o sobre criar vacas en el campo. Sin embargo, solo recibió un encogimiento de hombros.
—«Seremos dentro de poco». Supongo que, lo veremos sobre la marcha.
JiSung colocó sus ojos en blanco, para finalmente quitarle la hoja a MinHo.
—Listo, se te acabó el tiempo —decretó JiSung—. Y lárgate antes de que Hwei te vea.
—«Antes de que Hwei te vea». Uy, tienes razón —MinHo se sacudió—. Aun debo cumplir un castigo de jardinería.
MinHo se despidió con un movimiento de manos antes de correr por pasillo abajo. JiSung, en su momento, le miró cómo desaparecía de su carrera- de su cabello negro, de sus aretes, de la camisa del uniforme que aun continuaba rosada, y la animosidad de sus sentimientos que era transmitido a través de su cuerpo.
Él era interesante, en especial porque sus motivaciones iban dirigidos a un enfoque que a JiSung no se le pasaba por la cabeza. Claro, hay universidades artísticas, pero aquellas usualmente iban destinados a aquellos con real talento o con el suficiente dinero como para existir después de graduarse. Sin embargo, MinHo ni siquiera lucía considerar la educación superior; él lucía que viviría contento con su título escolar y un premio de competencia de baile en el bolsillo.
Lo cual lo alteraba, aunque no debería. ¿Por qué a JiSung le debía de importar el futuro de MinHo, si al mismo MinHo no le interesaba? No debía de meterse en donde no lo llamaban. En especial porque, si se lo comentaba, seguramente le golpearía con una piedra en la cabeza.
Pero era obsesiva la forma de querer saber las intenciones detrás del razonamiento. Tomó el ensayo de MinHo y lo comenzó a leer, con la esperanza de leer entre líneas qué era lo que lo movía. Sin embargo, con la rápida hojeada, no pudo pesquisar nada.
MinHo era genuinamente interesante, y quería saber más de él.
«Pero yo no soy lo suficiente como para que él se interese, en contraparte», opinó JiSung, con el deje de decepción en su pecho.
Ingresó a la sala de maestros, con todo completamente vacío. Ni siquiera tarde, pero los examenes estresaban tanto que seguramente aun debían de estar en sus salones. Fue hacia el escritorio del profesor Hwei para dejar los ensayos, solo para encontrarse con una videograbación en el monitor del computador.
Le parecía curioso. Ni siquiera había algo interesante en la grabación- era el pasillo de la biblioteca; pero a través de las ventanas se podía notar que estaba lloviendo, así que era una grabación de inicio de año.
«¿Por qué revisan las grabaciones? —se preguntó—. ¿Hubo un robo o algo?»
No obstante, tras minimizar la imagen, notó que la carpeta de papelera se encontraba abierta.
«Ah... —JiSung sonrió—. Eliminan evidencia».
Los nombres de los videos describían la fecha y el lugar, y debía de ser más de cien por día- sumado desde que inicio el ciclo escolar. Eliminar las grabaciones debía de ser algo ilegal, si es que a JiSung le apetecía escuchar sobre al transparencia de casos de corrupción.
Y aunque sacar su teléfono para fotografiar los hechos eran tentadoras, otra idea apareció en su cabeza.
Revisó en su celular el registro de llamadas. Sus abuelos, su madre y SeungMin recurrían ahí, hasta que encontró el registro del profesor Kim. La única vez que lo llamó desde el inicio del ciclo escolar fue el trece de abril. Día en que SeungMin se intentó suicidar.
Observaba de tanto en tanto la puerta del aula, por si algún maestro llegaba. Salió de la carpeta de la papelera para divisar la infinidad de carpetas de fechas, horas y lugares de grabación de las cámaras de seguridad de Sevit. Buscó en la barra la fecha, y en las miniaturas fijó en la salida trasera de la escuela.
Su corazón aceleraba durante la espera de arrastrar el mando durante el día para ver el vídeo. Intentó calcular la hora del incidente en comparación de la llamada de Hwang Yeji, en la espera de los minutos con la taquicardia símil a lo que fue ese día.
Su estómago se presionó, y dejó de respirar cuando vio en el video a JiSung cargando a SeungMin, casi a rastras, para salir de ahí. La velocidad en la desesperación hizo que sus ojos volvieran a aguarse, como también la frustración fue instaurada cuando la débil toalla que detenía la hemorragia se caía al suelo.
«Lo sabía —pensó, enojado—. No me fijé en eso».
Esperó la llegada de la directora Ahn, quien debió de fijarse en eso. Esperó con cautela en la lentitud del video, de cómo los segundos transcurrían en comparación de su misma realidad. Su entorno comenzó a ser difuso, y sus oídos sumergidos en agua cuando la maestra de artes visuales le preguntó qué hacía ahí; todo al mismo tiempo que veía a Bang Chan recoger la toalla del suelo.
—Han JiSung —le llamó la maestra de artes—, ¿qué haces?
¿Era ira lo que sentía, o tal vez era traición? Nunca le había dirigido la palabra a Chan como un medio de querer entablar una relación, pero aun con la decisión tomada por ser parte del club de animadores no pensó que él sería tan sucio como para ser eso.
Salió del aula de maestros, sin importar las preguntas de la profesora de artes. Sus oídos continuaban tapados, con el bombeo de la sangre y el latir de su corazón colérico.
Todos en Sevit daban la vista al lado cuando alguien colapsaba; nadie te visitaba en la enfermería cuando caías de la anemia; nadie preguntaba por las personas que eran llevadas en ambulancia al hospital más cercano. A nadie le interesaba tu vida.
Entonces, ¿por qué Chan tuvo que hacer eso? ¿Meter su nariz en lo que no le incumbía? ¿En lo que era dolorosamente sincero?
Al llegar al primer piso de la residencia de varones, quedó plantado en las escaleras de la entrada. No sabía cuál era su postura o su figura facial que hacía a los demás chicos menores apartarse de él. JiSung solo podía repetir frente a sus ojos el video con obsesión.
Cuando apareció Chan en su campo de visión, se levantó.
—Acompáñame —pidió JiSung.
Chan se quitó sus auirculares con desinterés, cargando a parte de su mochila, material de estudio.
—Tengo una clase de civil ahora —informó Chan, pasando de él.
—Bang Chan —JiSung llamó, fuerte—. Acompáñame. No te tomará más de cinco minutos.
Claro que Chan desconfiaba, pero JiSung no prometía nada. Los dos subieron hasta el tercer piso, en silencio y en distancia. JiSung ni siquiera podía pensar en algún discurso para entregar si es que no era explotando para matar a todos con la onda expansiva. Cada segundo de distancia entre ellos lo estaba volviendo loco.
Chan entró primero al dormitorio, dejando que JiSung cerrara la puerta tras él. Nadie se había dignado en alzar las persinas del dormitorio, y el único lado limpio era el de SeungMin, donde la mezcla de la bebida energética del escritorio de Felix, el acrílico sobre la cama de HyunJin y el desorden sobre el lado de JiSung era claustrofóbico.
Pero a JiSung no podía importarle menos.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó JiSung enseguida.
Chan, incómodo del lugar, se encogió de hombros. —¿Qué? No he hecho nada.
—¿Por qué lo hiciste? —reiteró.
—Ni siquiera sé de qué hablas —Chan intentó hacer memoria—. No te he vuelto a hablar desde que quisiste que expusiera mis cigarros. No hemos hablado.
—¡¿Por qué lo hiciste?! —insistió JiSung una vez más, hartado—. ¡¿Cómo no te acuerdas?! ¡¿Cómo no tienes noción?!
JiSung no supo si era la densidad esperable en Chan, quien solo cayó en cuenta en la lentitud en la que abría su boca.
—Ah... —Chan se cruzó de brazos—. Ya, eso...
JiSung esperó. Realmente esperó. Realmente dio la chance a Chan para poder argumentar algo que fuese de una persona digna, solo para recibir una mirada bajo sus pestañas, y sus cejas sin movilidad, para pronunciar:
—¿Y qué con eso?
—Eres un hijo de puta por lo que hiciste —JiSung se apresuró en ir hacia él—. Eres un hijo de puta. Un imbécil. ¡Un puto traidor!
—No sabía que eras alguien a quien juraba lealtad.
—¡¿Tuviste que hacer eso?! —le gritó JiSung—. ¡Cada alumno que pasa al lado tuyo está en su misma situación! ¡Incluso tú estás vuelto loco! ¡¿Por qué tuviste que hacer eso?! ¡¿Por qué tuviste que llevárselo a Ahn?!
—Vamos... —Chan, con lentitud, se ganó en el lado del dormitorio de JiSung, y jugó con uno de los libros desordenados que estaban sobre el escritorio—. No puedes tomar esto en serio, o personal. Hice lo necesario porque no te querías inscribir.
—¡¿Lo necesario?! —Ante más calma mostraba Chan, más incrementaba la furia de JiSung. No podía tomarlo en serio—. ¡¿No tienes moral?! ¡¿No tienes sentimientos?! ¡¿Es que no tienes a nadie que tú haces esto?!
—Ay, por favor, JiSung —Chan suspiró—. ¿No estás sobre exagerando por un amigo de escuela?
JiSung no aguantó, y tomó una decoración de velador de HyunJin para lanzárselo a Chan a la cabeza.
—¡Puto infeliz!
—¡Cálmate de una jodida vez, hombre! —detuvo Chan, con la zona de su frente enrojecida—. ¡Estás siendo muy deliberado conmigo!
JiSung tomó otra decoración de HyunJin.
—¡Te voy a matar-
—¡No me interesa verte así! —Chan se acercó a JiSung, y lo tomó de las muñecas con fuerza—. No me interesas- no me importa que te enojes conmigo. No te beneficia hacerlo tampoco.
JiSung no notaba que tenía sus ojos llenos de lágrima, cargado de la frustración y la derivación emocional que surgía SeungMin en él. Intentó zafarse, pero la fuerza de Chan alrededor de sus muñecas le hacía doler.
—Suéltame —ordenó JiSung.
—No eres tú el que gritará hasta volverse loco y ser internado, ni eres tú el eslabón más débil —aclaró Chan—. No me dejaste otra opción, JiSung. Era él o yo.
—¡¿Y qué me importas tú?!
—Nada, por eso lo escogí a él —Chan apuntó con su cabeza hacia la puerta del dormitorio—. Porque de ti depende que tu amiguito de escuela no se vuelva loco, lo que te hace cómplice mío. Le entregué la toalla llena de su sangre a Ahn, y tú, desesperado, le rogaste que mantuviese el silencio si es que hacías lo que te pedía. Te estás sacrificando por alguien que se suicidará en cualquier momento. ¿No es un poco una pérdida de tiempo?
—¡Hijo de-
—Además —la presión en las muñecas de JiSung dejó sus manos paralizadas, temblando de la falta de circulación—. Tú mantuviste el secreto ante él. En el fondo, JiSung, quisiste tener el poder sobre SeungMin para que tampoco se volviera tan loco.
—¡¿Y me rebajas a tu nivel?!
Chan iba a responder, pero soltó a JiSung de forma abrupta. Sus manos volvieron a respirar, doliendo la flexión de abrir y cerrar sus dedos. Sin embargo, Chan continuaba en silencio, con su vista fija en la puerta del dormitorio, donde SeungMin había observado toda la situación.
JiSung sintió su alma caer a sus pies, con el dolor de manos en segundo plano. Quiso decir algo, pero SeungMin tomó la palabra.
—¿Qué quiere decir con eso, Hanji?
SeungMin ni siquiera quiso escuchar la respuesta, porque sus pies de jugador de béisbol aceleraron el paso para desaparecer en el pasillo.
JiSung ni siquiera se pudo mover en primera instancia, aun pasmado de todo lo que sucedió. Sintió a Chan dar pasos hacia atrás, igualmente impresionado.
—Carajo...
Pero no lo dejó continuar, porque JiSung fue detrás de él.
La capacidad de carrera que SeungMin tenía era impresionante, razón por la que destacaba tanto por lanzador como defensor.
SeungMin se le escapó de su vista, y también de sus manos. No pudo alcanzarlo en el momento en que llegó fuera del edificio de residencias cuando JiSung ya lo había perdido.
La respiración no se detenía, ni junto con el entumecimiento de sus manos. No sabía por dónde comenzar, ni dónde ir. No podía acudir hacia la directora Ahn porque llamaría al padre de SeungMin, y cualquier cosa que delatar haría que se lo llevasen de su lado. Contactarse con su psiquiatra, o con el médico que tendía a verlo. O buscarlo a él solamente si es que SeungMin desaparecía de verdad o solamente escapaba como medio de salida dramática para evitar afrontar la situación.
Inclusive podía llamar a sus Yayos, pero JiSung siempre convenció de que podía hacerse cargo de la situación; inclusive en los momentos donde recababa mayormente la soledad. JiSung se encontraba solo y sin salida de poder hacer algo.
Buscó en la escuela durante el rato que sobraba, hasta que dieron las nueve y comenzó el toque de queda. El supervisor de dormitorios iba cuarto por cuarto para comprobar que todos estaban presentes, pero JiSung sabía que, sentado en la cama de SeungMin, haría un total alboroto.
Nueve de la noche y SeungMin no llegó al cuarto. No contestaba sus llamadas ni había nada que hubiese dado indicios que regresó al dormitorio.
—Oye —HyunJin, desde su litera de abajo, le llamó—. ¿Y SeungMin? El supervisor ya va a llegar.
JiSung abrazaba sus rodillas y mordía los costados de sus dedos, con su mente pegada en él mismo. Su teléfono hacía prisión en sus manos, con el contacto del psiquiatra de SeungMin listo para llamar cuando la paciencia lo matara.
A falta de respuesta, HyunJin se bajó de su cama para ir hacia él.
—¿SeungMin? Nos van a regañar.
—Tal vez está en la biblioteca todavía —excusó Felix, desde su laptop. Estaba jugando una partida del juego Dress to Impress.
—¿Para qué? ¿Estudiar inglés? —bromeó HyunJin—. Vamos, a lo mejor solo salió —volvió a dirigirse a JiSung—, dile que regrese o nos castigarán a todos.
JiSung quedó mirando a HyunJin, aprovechando aquel instante como para poder reflexionar algún plan. Si continuaba en la emotividad, no podría llevar algo a cabo, y ver a HyunJin le recordó cómo a MinHo se lo sacó en cara, aquella vez que ambos terminaron en el hospital luego de que una ventana se les cayera encima.
Un plan. Necesitaba un plan. Uno que pudiese rescatar a SeungMin.
—¿Puede Chaeryeong encender la alarma de incendios del dormitorio? —preguntó JiSung.
HyunJin, desconcertado, pestañeó. —¿Eh?
—No sé dónde está SeungMin, y tengo que buscarlo. No quiero tener problemas con la escuela o nada que delate que SeungMin no esté aquí —confesó JiSung, finalmente—. ¿Pueden hacerme ese favor?
Incluso Felix se había quitado los auriculares para escuchar mejor. No era sutil la forma en la que HyunJin y Felix intercambiaban miradas, como si lo que decía JiSung era totalmente descabellado.
Así que, de nuevo, JiSung utilizó su arma mortal:
—Por favor, ayúdenme.
Solo fue cuestión de tres minutos, luego de que HyunJin la llamara, para que la alarma de incendios sonara con dramatismo en el dormitorio de varones, junto con los rociadores de agua activados en los pasillos. El supervisor recorría el segundo piso cuando todos salieron corriendo del edificio, aprovechando aquella instancia para que JiSung planeara salir de Sevit y recorrer alrededor de la escuela.
Sin embargo, fue detenido por HyunJin.
—¿Dónde revisamos nosotros?
JiSung, frustrado de no correr, ladeó la cabeza. —¿Con qué?
—¿Dónde buscamos a ese imbécil? —preguntó Felix, franco—. ¿Qué sector tomamos?
A JiSung ni siquiera se le había pasado la idea de contar con ellos; solo pensó en la facilidad de poder moverse en lugares donde ni siquiera sabía por dónde empezar. La ayuda desinteresada hizo que su plan temblase por un momento, antes de poder direccionar los lugares mucho más eficientes en donde SeungMin podría estar.
La respiración no se detenía, junto con la imagen de recuerdos y escenas de su vida durante al infancia donde SeungMin le hizo compañía. Vaya, casi era el abrazo de un cliché del mejor amigo a quien quería proteger con su vida.
JiSung era lo suficientemente importante como para jugar incluso con la ley, donde pudo haber terminado en casa de su padre pero finalmente acabó con sus abuelos. JiSung era importante, y era fuerte; era capaz de mover montañas si es que tenía el interés de hacerlo. Por lo que, si es que el amor no podía curar una enfermedad mental, el amor de JiSung era lo suficientemente fuerte como para creer poder hacerlo.
Sin importar lo que dijera el resto.
Por lo que, corrió por la calle abajo, y recorrió las calles y locales abiertos. Al ser un lugar donde la mayoría de la población era la clase alta, ni siquiera los conserjes se encontraban en las entradas de los edificios. Los locales finos estaban cerrados. Los pubs estaban sin ingreso de menores de edad. Las calles se hacían mucho más largas y oscuras, temidas de poder encontrarse el cuerpo de SeungMin en alguna parte.
Pero nada. No encontró nada en ninguna calle, de ninguna línea, de ninguna hora.
Eso era peor a que no encontrar el cuerpo de SeungMin en alguna parte.
(=˘ ³( ,,>ᴗ<,,) ~♡
La cama del motel era lo más decente que podían esperar, aunque ninguno tenía demasiada estima como para invertir en algo. Al menos tenía un jacuzzi, y un columpio que usaron de maravilla. Además, en menos de treinta minutos traerían la cena, ¿qué mejor vida que esa?
Claro, aun cuando Miss Sharon esperaba algo más... material.
—Entonces —jadeó Sharon, con su boca desapegada del profesor Kim—, ¿qué más hay en el paquete?
Fue doloroso para Kim SeoGoh separarse en todos los sentidos de ella, y arrastrarse hacia la mesa de noche para ver el menú del motel, junto al teléfono. Frunció su ceño para forzar la vista a la lectura.
—Eh... hamburguesas y soju —dijo SeoGoh—. Oh, un pack de alitas de pollo.
Sharon cayó de lado, entre el jadeo y un movimiento sensual de su cabello. —¿No dijiste que había espumante?
—¿Espumante? —SeoGoh giró el menú—. Ah..., para la sección ejecutivos. Claro, me parece. Después dividimos la cuenta.
Sharon alzó su cabeza, abrupta. —¿Dividir?
—Ajá.
—¿No que me ibas a invitar?
—El espumante sobresale de mi presupuesto —lamentó SeoGoh, y marcó el teléfono. En la línea de espera, continuó explicando—. Se va a acabar el semestre en menos de dos meses..., siempre me dejo el 80% del sueldo en la cuenta de ahorro.
—¿El ochenta? —Sharon ya se había incorporado totalmente—. ¿Por qué tanto? Ah... —ella sonrió, y le golpeó con su pie desnudo—, es porque ya pagaste por tu casa, ¿no?
—¿Casa? ¡Ja! Mi ex se quedó con todo en el divorcio, pero como mi madre no se ha quejado de mi presencia, no me molesta.
Fue como si la ventana hubiese caído sobre su cabeza. Sharon se tapó con la sábana y gateó para acercarse a SeoGoh. —¿Madre? ¡¿Vives con tu madre?!
—¿Qué desean?
—¿Aló? —SeoGoh habló por el altoparlante—. Quiero dos menús 3 por favor, y una botella de soju extra.
—¡¿Con tu madre?!
—Que sean dos, por favor.
Al colgar la llamada, SeoGoh suspiró.
—El divorcio me consumió todo, y mis contratos se renuevan en cada semestre —explicó él—. Apenas puedo comprar menús y un motel, Sharon.
Vamos, que la imagen del atractivo profesor de matemáticas, de la escuela más emblemática de todo el continente, traía consigo una idealización que habría ayudado a Sharon no solo a salir de la pobreza pero también a insertarse socialmente luego de pasar su tiempo en la cárcel. Sin embargo, ni su tiempo ahí había conocido a guardias tan patéticos como ese profesor.
Y, no la malinterpreten, no es que no lo encuentren digno, pero desde que su vida fue cuesta abajo y entró a la cárcel que se aseguró que, una vez que saliera de ahí, haría lo posible para seguir el estilo de vida que se mereció en un principio.
«Tal vez el profesor Hwei se encuentre más estable...»
Se escapó desnuda hacia el baño del cuarto para poder tomar una ducha rápida y vestirse, a la par que SeoGoh le comentaba que en un rato llegaría la comida. Si tallaba lo suficientemente lento, tal vez incluso SeoGoh se quedaba dormido- podría aprovechar esa instancia para escapar.
¡Peligro! ¡Un teléfono sonó!
—Yours or mine? —preguntó Sharon desde la ducha.
—¡Mío!
El profesor Kim se arrastró del colchón hacia el pantalón suyo, tendido en el suelo. No sabía quién podía llamarlo tan de madrugada, y si era de la compañía o de spam sería muy malicioso, aunque su exesposa lo ha estado acosando desde el inicio del ciclo y-
—¿Kim SeungMin? —leyó el lector en voz alta—. Del carajo... ¿Aló?
Se escuchaba estática desde la otra línea, capaz del correr el viento. El profesor Kim esperó con paciencia a que SeungMin hablara, pero al solo escuchar su respiración al otro lado, insistió:
—¿SeungMin? ¿Te encuentras bien? —preguntó, antes de replantear lo que dijo—. ¿Estás en un lugar seguro?
—Yo...
SeungMin demoró en contestar, en formular algo. La forma en la que su respiración desafiaba su propia consciencia dejaba en claro las señales a SeoGoh.
—¿No te encuentras bien? —insistió—. ¿Quieres que te vaya a buscar-
—No me aceptarán en urgencias sin algún- sin un- sin adulto responsable —jadeó SeungMin—. Van a llamar a... le dirán a...
—¿Estás en el hospital privado? —el profesor Kim ya se había sentado en la cama—. ¿Afuera? ¿Adentro?
—Afuera-
—Espera adentro. Iré enseguida. Nos vemos en urgencias.
El profesor Kim se colocó sus pantalones enseguida, y se asomó en el baño.
—Sharon, ¿puedes...? ¿Por qué te vestiste? —consultó, viéndola totalmente bañada y arregla.
Sharon, deteniendo su maquillaje, se giró. —Eh...
—¿Escuchaste lo que le dije a SeungMin?
—¿Sí...? Sí, sí- obvio. ¿Necesitas un aventón? Vamos —alentó Sharon.
Ella moduló hacia el cielo un «gracias Dios» cuando el profesor Kim fue a terminar de vestirse, sin saber quién era SeungMin o a dónde tenía que dar el aventón.
(=˘ ³( ,,>ᴗ<,,) ~♡
Tuvo que haber sido la peor noche para JiSung, en la que ni siquiera pudo medir la existencia de un despertar por no haber cerrado el ojo en toda la noche.
Gracias a la intervención de Chaeryeong, que luego se enteró por HyunJin que ella junto a RyuJin y Yeji aprovecharon la instancia para escapar a una tienda de convivencia, JiSung logró regresarse al dormitorio pasada de las tres de la mañana. Sin evitar el desemboque de su corazón junto con la rabia destinada hacia Bang Chan.
Pero, ¿qué rabia, si hasta cierto punto, él tenía razón? Fue JiSung quien decidió llevar la amenaza de Ahn en secreto, solo para proteger la psiquis de SeungMin desde una propiedad que a JiSung no le correspondía.
Porque, al final de la historia, ¿qué era lo que mataba a SeungMin? ¿La existencia de su padre y el abuso doméstico que vivía desde la infancia? ¿La sobreprotección y complejo de dios de JiSung? ¿O la capacidad de Bang Chan de hacer que todos hicieran lo que él quiera, independiente de a cuantos dañaba en el proceso?
HyunJin y Felix no eran tímidos en observar a JiSung desde sus propios lados del dormitorio, con una cautela cuidadosa que ni siquiera interrumpieron cuando JiSung, en su poca capacidad de quedarse dormido, decidió ver desde su celular La Colina de las Amapolas para pasar la noche, donde oscilaba si es que era buena o mala idea comunicarse con sus abuelos. Todo acompañado por el ruido de la lluvia.
SeungMin no llegó en la mañana. JiSung tenía sus oídos activados en el baño si es que la puerta del dormitorio se movía, totalmente alerta con los pasos en el pasillo. Ni cuando terminó de colocarse su chaleco de lana sobre su pulcro uniforme se asomó SeungMin.
La esperanza se le estaba reduciendo en proporcionalidad que la frustración iba en aumento.
Fue el primero en llegar al salón 3-A, en la espera del examen de inglés que no podía importarle menos. Sus ojos estaban sobre la superficie pulcra de su pupitre, sin ningún tipo de rayón o algo que expresara lo que a los dieciocho debía de expresar, bajo el sonido de los truenos que le regalaban una apariencia mucho más dramática. Daba tantas vueltas en las ideas de cómo acomodar a SeungMin que incluso rayando la mesa pudo haber sido más terapéutico a que fingir que los dieciocho eran los nuevo cuarenta y cinco, y que el dolor impregnado en la piel no era más que una cicatriz de continuidad histórica.
De a poco el ruido llegó en sus oídos bajo la misma lentitud de cómo se movía el mundo. Sintió una palmada en su espalda por parte de Felix, desconcertándolo cuando le dio una mirada antes de desaparecer del aula. HyunJin le siguió con otra palmada, esta vez dejando un brownie casero sobre el pupitre antes de sentarse en su puesto. JiSung no entendió el gesto a primeras hasta que su estómago rugió y lo devoró.
Por supuesto que, una vez que el salón casi quedó lleno, el estrepitoso ingreso de MinHo le sacó una vez más de la ensoñación.
—Me quedé dormido en la ducha —informó MinHo, aunque iba más direccionado hacia Yeji, quien repasaba para el examen—. Tuve una epifanía con Dirrty, una muy grande. HyunJin, RyuJin —llamó con descaro—. Después de esto nos vamos derechito al club. Tengo la fórmula ganadora.
—La... win game? —RyuJin intent practicar inglés.
—Mis oídos sangraron por un momento —murmuró Lia, desde su pupitre.
—Lo siento, ¿hay algo que yo haga que tenga que ver contigo como para que me critiques en todo momento? —le preguntó RyuJin, enojada—. ¿O es por esa falta de amigos que te genera taaanta timidez de hablar con gente simpática como yo?
Claro que fue la mención de su soledad que hizo que Lia pegara su cabeza en sus apuntes y lanzara un fuerte sollozo.
—¡No tengo amigooos...!
HyunJin golpeó a RyuJin en el brazo. —Ah, genial. La hiciste llorar de nuevo.
—¡No te preocupes! —MinHo, desviando los asientos, se acercó a Lia y la cubrió con su propio cuerpo, abrazándola—. ¡Siempre hay un lugar para los constipados en el Real King! ¡Nuestra Real Queen!
Lia se levantó, aleteando para que MinHo se apartara de ella.
—Eres irritante.
—«Eres irritante».
—Cállate.
—«Cállate».
—¡Eres un-
—Ay, por favor. —La profesora de inglés ingresó al aula, con una taza de café en manos y con los exámenes en la otra—. ¿No pueden estar un día sin discutir en esta clase? Son todos unos irresponsables.
Sin embargo, antes de que la profesora repartiera los examenes, la puerta se volvió a abrir. SeungMin estaba ahí, con el uniforme del día anterior, su cabello mojado por la lluvia, su piel pálida y sin hacer contacto visual con nadie.
JiSung se levantó enseguida, pero SeungMin pasó de él. Sus movimientos corporales eran torpes- chocando con las esquinas de los pupitres y perdiendo el equilibrio a la hora de tomar asiento en su silla. JiSung esperó a que SeungMin le dijera algo- una excusa, el cómo estaba, cualquier cosa que le diera señal que en ese cuerpo habitaba vida.
Nada. SeungMin le regaló solo una mirada de reojo antes de seguir pegado en el examen.
JiSung, en su frustración, se giró hacia Chan. Él, como siempre, lucía con su semblante de desinterés- como si aquella situación con SeungMin no existía. Jugaba con su lápiz grafito en la espera, escuchando las explicaciones de la maestra. JiSung podía observar también la mirada de HyunJin desde el frente de la sala, buscando la misma explicación que no se podía encontrar en SeungMin.
Después del examen, SeungMin se recostó sobre su pupitre y durmió. No había clases formales después del examen, pero aun así él decidió quedarse ahí, al lado de JiSung quien esperaba, con paciencia, a que le dijera algo.
—SeungMin —le llamaba JiSung, cuando todos salieron del aula en el receso—. ¿Qué demonios? ¿Dónde estuviste toda la noche?
Nada. SeungMin lucía tan abatido que respiraba con lentitud en el pupitre. Aun en silencio, JiSung no se apartó de su lado.
No fue hasta que la última campana de la jornada sonó, lo que pareció tomar la sensibilidad de SeungMin a flor de piel. Se apoyó en el respaldo, recto, visualizando sobre la mesa algún tipo de pensamiento que le fuera coherente; qué hacer después de aquello. A qué enfrentarse. Quién era el real enemigo.
JiSung aun lo veía, con la mejilla de SeungMin marcado por dormir sobre su brazo. Con cautela, volvió a preguntar:
—¿Qué quieres hacer? ¿Vamos al dormitorio?
No. SeungMin se levantó de forma abrupta y fue hacia el fondo del aula. Recién ahí, JiSung se dio cuenta que SeungMin ni siquiera llevaba mochila.
SeungMin se ganó frente al pupitre de Chan, quien terminaba de guardar sus cosas en su mochila. Desde el fondo se escuchaba a parte de los chicos dirigirse al club para la práctica de animadores.
—¿Qué? —preguntó Chan—. ¿Quieres algo?
Con fuerza, SeungMin empujó el pupitre de Chan hacia el lado, volcando todas las cosas que él escondía en la rejilla, junto con el abrupto choque con las otras mesas. Algunos alumnos de otros salones se asomaron para ver qué era lo que sucedía, y tras ver la palidez de SeungMin, salieron corriendo.
—Escoria humana —espetó SeungMin—. Mereces suicidarte, basura.
Chan no reaccionó a los insultos. JiSung ni siquiera podía medir si es que lucía desinteresado o simplemente pasivo, pero los segundo sería otorgar demasiado a alguien quien era, efectivamente, escoria humana.
Antes de que JiSung pudiese agarrar a SeungMin, él ya estaba caminando fuera del aula. JiSung quiso detenerlo, pero era un caballo enfurecido, con la fuerza de un corredor y que pertenecía al equipo de béisbol desde la liga infantil. SeungMin tenía el cuerpo para soportar los correazos, los golpes, la flagelación física y psicológica. Un chico que pesaba menos que una pluma y carecía de musculatura no podría detenerlo.
Escuchó a algunos llamarlos, pero SeungMin solo seguía hacia su objetivo. Cuando JiSung notó que él se dirigía a la oficina de la directora Ahn, intentó detenerlo. No obstante, demasiado tarde por su falta de fuerza, SeungMin ingresó de una patada a la oficina.
—¡¿Señor Kim?! —llamó la directora Ahn, sentada en su escritorio—. ¡¿Qué significa es-
SeungMin tomó el bonsai desde la maceta y lo lanzó hacia el otro lado de la oficina, perdido en sí. Botó todas las cosas del escritorio sin importar del grito de terror de Ahn junto con ella ubicándose en el rincón de la oficina para protegerse de la ira. JiSung intentaba sujetar a SeungMin, pero con su fuerza lo sacudía por completo. Ahí, JiSung notó que SeungMin llevaba en su brazo gazas hospitalarias con la fecha y hora de la madrugada de ese día.
Del escándalo, el profesor Hwei y el profesor Kim ingresaron para poder sacarlo de ahí.
—¡SeungMin! ¡SeungMin! —le llamaba el profesor Kim—. ¡Por favor! ¡Mantén la calma! ¡Por favor!
—¡Imprudencia! ¡Imprudencia! —alegaba el profesor Hwei—. ¡¿Cómo se le ocurre faltarle el respeto a la directora?!
—¡Oh, cállate, Hwei!
Para cuando lograron sacar a SeungMin de la oficina, JiSung estaba absolutamente desorientado. Jamás lo había visto con ese nivel de cólera, y toda su gestión de plan había desaparecido. No sabía qué hacer, no tenía ningún plan.
—SeungMin, por favor —el profesor Kim lo tomó de la cara para fijar el contacto visual—. Va a llamar a tu padre, va a-
—¡Me da igual! —gritó SeungMin, zafándose—. ¡Me largo de acá! ¡Me voy!
—¡SeungMin! —intentó llamar el profesor Kim, a medida que SeungMin se alejaba.
JiSung quedó congelado un instante, sin saber qué hacer. El desconcierto lo dejaba inmóvil, por lo que solo pudo dirigirse al profesor Kim.
—Desapareció- toda la noche.
—Lo sé, me contactó con la madrugada —informó él, palmeando a JiSung en la espalda—. Fue inteligente porque fue al hospital, a urgencias. Le hice compañía mientras lo medicaban. Estaba alterado y con pánico. ¿Qué fue lo que pasó?
—Fue culpa mía —confesó JiSung, con su garganta ahorcada por el fantasma del dolor—. Yo- le oculté que Ahn me tenía amenazado con él- que Ahn dijo que, si no ingresaba al club de animadores, delataría a SeungMin con su padre.
—Agh... —el profesor Kim se rascó la cabeza, frustrado. En el interior de la oficina de la directora, el profesor Hwei se quejaba de la actitud irrespetuosa de SeungMin mientras que Ahn temblaba en un rincón—. Si corremos suerte conque TvN esté...
—¿Qué quiere decir con eso?
—Nada, hijo. Ve con SeungMin.
Aunque JiSung no se atrevía, demasiado culpable de poder enfrentar la situación. Debió de tragar la sensación de ahorcamiento para continuar el paso de SeungMin, quien se dirigía al club.
Ahí, en el interior, los chicos se dedicaban a elongar. Sobre una manta de yoga, JeongIn dormía con profundidad, de la misma forma en la que Yuna le recomendaba a Lia sobre una rutina de skincare para eliminar los ojos hinchados luego de haber llorado todo el día. El Real King continuaba con la práctica de la coreografía de Dirrty. Yeji jugaba a lanzar pelotitas de papel en la boca abierta de JeongIn (encestando en todas). ChangBin escuchaba las indicaciones de Yuna. Y Chan solo estudiaba en un rincón.
Hasta que la paz fue irrumpida por SeungMin, ingresando con ira hacia su casillero designado al fondo del club.
—¡Hey! —fue HyunJin quien le llamó—. ¡¿Y dónde te fuiste, al final?!
SeungMin no dijo nada; los pocos textos de estudio y su ropa de deporte estaban ahí, y decidió cargarlo en sus brazos para irse de ahí.
HyunJin, sin comprender las indirectas, se le acercó para jalarlo del brazo.
—Qué pasó, hombre-
Con todas las cosas desparramadas en el suelo, SeungMin se le abalanzó a HyunJin para golpearle en la cara. El ataque abrupto hizo que todos se interpusiesen entre ambos, quien HyunJin, igual de desconcertado, le gritaba:
—¡Te busqué en la noche, imbécil! ¡¿Dónde estuviste?!
—¡Estuvimos preocupados! —concordó Felix, intentando separar a SeungMin de HyunJin.
—¡¿Qué les importa a ustedes?! —respondió SeungMin.
JeongIn despertó intoxicado y asustado, y Chan solo miraba todo desde su rincón. JiSung corrió para ayudar a separarles, solo para ser botado al suelo por su patético movimiento.
Lia y Yuna se subieron sobre HyunJin para evitar que le siguiera los golpes a SeungMin, mientras que MinHo se interfería entre ambos para ser golpeado por SeungMin. Los gritos y el caos en el interior del club, junto con la lluvia golpeando la ventana, rompía todo el viaje que hicieron como grupo desde el inicio de ciclo escolar.
Por lo que, cuando el profesor Kim fue apresurado a ver la pelea, quiso interrumpir. No obstante, Sharon se encontraba junto a la puerta, viendo un dorama en su celular.
—Ah, no te molestes —le dijo ella—. Están forjando personalidad.
—SeungMin está muy débil. Esto empeorará todo —insistió el profesor Kim.
Sin querer, ChangBin jaló a RyuJin del pelo, y ella comenzó a patearlo. SeungMin comenzó a ahorcar a MinHo en el pelo, y HyunJin tomó eso como inspiración para ahorcar, igualmente, a JeongIn con su rosario.
Sharon, calmada, juntó la puerta del club. De su bolso de deportes sacó una revista, la cual enrolló y, con un encendedor, prendió fuego un lado de ella.
—¡¿Los quemarás vivos?! —preguntó el profesor Kim, intentando quitarle la revista.
—¡Tal vez en dos semanas! —Sharon lanzó una fuerte risa—. Ah, this is so funny. No saben el castigo que se les vendrá por esto.
Sharon estiró su brazo hacia el interior del club, donde demoró cinco segundos para que la alarma de incendios sonara y los rociadores se activaran. El agua abrupto hizo que la pelea se detuviera, justo al mismo tiempo en que Sharon cerraba la puerta del club con llave.
—El agua los calmará un poco —elaboró ella, contenta—. Aunque con esto no será suficiente.
El profesor Kim solo colocó sus ojos en blanco, sin saber en qué momento accedió hacer esto.
Por lo que, luego de quince minutos donde el grupo se ahogó con el agua de los rociadores, notaron que la puerta estaba cerrada y que por supuesto era miss Sharon la que se hacía cargo de todo eso.
En la cancha de béisbol, cargada del barro de la lluvia, era usado el espacio por los trece integrantes de ambos clubs. El trabajo físico que Sharon cometía no estaba ni cerca de estar vinculado con las animaciones, pero era pertinente el nuevo trabajo en equipo si es que quería que tuviesen el equipo entre ellos.
—¡Vamos, gente! —gritó Sharon a través del megáfono, mientras el profesor Kim cubría a ambos con un paraguas—. ¡Que los reos tienen mejores modales que ustedes! ¡¿Eh?! ¡Uno!
—¡Dos! —gritó el grupo, haciendo lagartijas.
—¡No los escucho! ¡Uno!
—¡¡¡Dos!!!
—Me van a echar. Me van a echar por tener a los chicos haciendo esto —murmuró el profesor Kim, perturbado.
—¡Vamos, gusanos! —gritó Sharon—. ¡Que cuando la cámara los grabe, no podré maltratarlos! ¡Ahora, recorran alrededor de la cancha con codos y rodillas, gente! ¡Codos y rodillas!
Arrastrarse por el patio, realizar movimientos aeróbicos, e inclusive, para cerrar, Sharon coreografió una pieza de zumba para cerrar la tortura militar que el club sentía que vivía.
De a poco, el equipo se regresó hacia el edificio. Lia y Yuna iban abrazadas a la otra, mientras que RyuJin solo se quejaba en voz alta de que Chaeryeong le vomitó la ropa. ChangBin cargaba a JeongIn, a la par que HyunJin y Felix tenían peleas de barro de camino a los camerinos del gimnasio.
Los únicos que se quedaron atrás, finalmente, fueron JiSung y SeungMin. Los dos vieron cómo MinHo y Yeji saltaban los charcos de agua de camino al edificio, para dejar solo a los dos chicos bajo la lluvia, tomando el aire perdido.
—¿Qué carajos fue eso? —preguntó JiSung, finalmente.
SeungMin negó. —Creo que la miss-
—Sabes a lo que me refiero, imbécil. ¿Qué mierda fue eso? Me tuviste muerto de miedo toda la noche —acusó JiSung—. Desaparecer de esa forma. Huir de lo que escuchaste- mierda, ni siquiera te quedaste para explicarte.
—No tenías por qué-
—Sí tenía. Mierda, obvio que tenía —JiSung frunció su ceño al explicar, enfurecido—. ¿Quién te crees que eres? ¿O quién crees que soy yo? ¿No me iba a preocupar?
SeungMin no le dirigía la mirada, más concentrado en la forma en la que las gotas rellenaban los charcos de agua del campo de béisbol. JiSung quería encontrarlo en sus ojos, pero él simplemente lucía incapaz de ceder a aquella perturbación.
En virtud de eso, SeungMin alzó su brazo para mostrar la gaza hospitalaria.
—Me inyectaron durante la noche, y llamé al profesor Kim porque necesitaba de un adulto —contó SeungMin—. Mientras más me doy cuenta que necesito estas cosas, menos ganas me dan de seguir con vida. No entiendo qué es lo que me sucede- o por qué soy tan impulsivo, o si yo-
—Es por tu padre.
—¿O mi padre es así porque yo soy así? —preguntó—. No tendría que golpearme si fuera más normal- si trabajara dentro de mis límites, si fuese un buen alumno o si yo... o si me fuese mejor en la escuela, o hubiese sido esperado.
—Yo te esperé.
JiSung no sabía cuántas veces lloró durante la noche y esa mañana, pero sentía que aun debía de algo si es que no se le habían acabado las lágrimas. SeungMin le fijó la vista ante su aclaración, y solo pudo sonreír.
—No siento que sea suficiente.
—¿Por qué no?
—No puedo ser tu carga.
—¡¿Y por qué no?!
—¡JiSung, mierda! —SeungMin quedó sorprendido—. ¿Por qué debes de estar preocupado por mí? ¿Por qué debiste de venderte a Ahn y a Bang Chan? ¿Por qué tuviste que ocultármelo?
—¡Porque eres mi mejor amigo! ¡Te dije que haría lo que fuera para que no te apartaran de mi lado!
—¡¿Y no captas que eres la razón por la que me torturan?!
JiSung mantuvo su respiración, en la espera de la continuación de una conversación que esperó jamás tener. Sabía lo que se venía, porque era el motivo inicial por la cual la gente en Sevit lo amaba y lo odiaba; la causa por la que Bang Chan lo quería desaparecido. La causa por la que SeungMin no podía ser feliz con su familia.
Por lo que, para optar a la valentía, JiSung asintió.
—He querido ignorarlo —confesó JiSung.
—Nunca te he visto como una competencia o un enemigo, pero no quiero verte como alguien que mantiene el cuidado alrededor mío solo por algo tan insignificante como lo es el amor —confesó SeungMin—. Me quieres y todo eso, pero actúas como si debieras de cuidarme- como si estuviera loco.
—No estás loco.
—¡¿Entonces?! ¡¿Por qué me ocultaste lo de Bang Chan y Ahn?! ¡¿Pensaste que no podría enfrentarlo?!
—¡Mírate ahora, SeungMin! ¡Escapaste una noche y entraste a urgencias por un ataque de pánico! ¡Golpeaste a los chicos del club cuando HyunJin y Felix también te pasaron la noche buscando!
—¡JiSung!
—¡SeungMin! —JiSung finalmente se levantó para ganarse frente a su amigo—. ¡No sé cuántas veces debemos de tener esta conversación! ¡No debes temer de mostrarte débil frente a mí, si yo te conozco como la palma de mi mano! ¡Jamás me serás una molestia, y todo lo que hice fue para protegerte!
—¡Yo no soy débil, JiSung! —se levantó SeungMin.
—¡No lo eres! ¡Pero eres alguien a quien debo de cuidar! —espetó, solo para notar que sus gritos eran más fuerte que la tormenta—. Mierda, SeungMin. Sé que, si yo hubiese continuado viviendo lo que vives ahora, las cosas serían al revés —aseguró—, sé que habrías hecho lo posible para mantenerme a salvo, incluso entrar a un estúpido club, con gente insufrible, porque, con el pasar de los años, nos hemos dado cuenta que eso ha sido lo menos terrible que hemos pasado.
Aun con la lluvia, JiSung no podía identificar las lágrimas de SeungMin ante del agua, por lo que, con cuidado, colocó sus manos en el uniforme mugriento de barro para apoyarlo.
SeungMin, finalmente, lanzó un sollozo.
—Estoy cansado de que no me quieran en mi casa —confesó—. Estoy cansado de estar buscando refugio en la tuya. Cansado de no poder ser mejor- de sentirme mediocre, de no lograr nada y de que- de que eres el primer lugar de toda esta escuela y que me golpeen por eso. Ya no quiero que me maltraten, JiSung- y si puedo apoyarme en ti, entonces, ¿cómo puedes ayudarme?
Con todo. JiSung y SeungMin ya habían tenido esa discusión anteriormente, la cual quedó en la naturaleza de la nada porque ambos dependían de ser sus propias personas, independiente del resto.
Claro, SeungMin podría ganarle a JiSung en el Super Smash Bros o quedarse con la chica linda de la historia, pero al fin y al cabo era JiSung quien se quedaba con las cosas buenas de la victoria.
Por lo que JiSung terminó dando la idea que siempre quiso decir:
—Ven a vivir conmigo, por favor —pidió JiSung—. En mi casa no te faltará nada.
JiSung abrazó a SeungMin por los hombros, solo para descansar ahí un instante. SeungMin podría rechazarlo, como lo ha hecho las veces anteriores. Eso no le importaba, claro. JiSung insistiría las veces necesarias para tenerlo con él.
Además, la graduación era en cuarenta y cinco semanas más. Podrían soportarlo.
—Quiero comer ramyeon —pidió SeungMin, sin abrazarlo—. ¿Vamos?
—Vamos.
Aunque la idea de comer ramyeon de SeungMin era algo de complicidad entre él y JiSung, fue llegar a la recepción de la escuela donde se encontró a todo el grupo completamente embarrado, ensuciando el lujoso suelo, y el llamado de Sharon en el megáfono.
—¡¿Creían que se acababa así?! —gritó ella—. ¡¿No tienen hambre?! ¡Vayan a comer ahora! ¡Que un rico plato de ramyeon los tiene el profesor Kim esperando en la cafetería!
Aquello era tortura. Tortura pura. No podía ser que una señora que provenía de la nada entregar ese nivel de orden a chicos que tenían reputación, que tenían un orden de existir mucho más costoso que el suelo de todo los profesores de Sevit. Era la forma en la que Sharon se burlaba de ellos que, cuando llegaron a la cafetería, notaron trece potes de ramyeon humeantes sobre una mesa.
Con cautela, todos se sentaron ahí, cada uno con su plato. Solo las palabras para intercambiar los potes nacieron antes de que, en silencio, comenzaran a comer. Las gotas de la lluvia caían sobre sus cabellos, y la mugre dejaba el rastro en todas las partes donde la limpieza resplandecía.
Notaron como algunos estudiantes de Sevit llegaban por la cena, pero quedaban pasmados por la introversión de la escena que sacaban fotografías o reían en descaro de la situación antes de continuar con su vida.
Sin embargo, solo bastó que HyunJin estornudara sobre su comida para que material mucoso de color negro se pegara en el paquete.
—¡Ah! —se tapó la nariz—. ¡¿Qué mierda?! ¡¿Qué es eso?!
—Es tierra —observó ChangBin a su lado—. Agh, qué asco.
—Tenías tierras en los mocos —se burló Chaeryeong—. ¡Iguh!
—¡Demasiado iugh! —se rio RyuJin, y, solo para molestar, alzó su cabeza hacia Lia—. Dime, Soledad, ¿tengo mocos negros?
Lia terminó de sorber sus fideos de su palillo para enterrar uno en la fosa nasal.
—¡Carajo, zorra!
Pero era gracioso. Algo dentro del ambiente hacía que la gracia quedara en lo que ellos hacían, logrando que los chicos rieran a carcajadas de la situación antes de que la realidad cayera en ellos.
Sería para el lunes de la siguiente semana donde daría las calificciones de los examenes de medio término. Sin embargo, para ese instante, los trece reían de las ridiculeces que los otros comentaban.
—Pero, ¿qué tan psicótica debes ser como para dejarnos a todos en la lluvia? —preguntó Yuna—. Tengo mis fuentes, y confirmo de que ella estuvo en la cárcel.
—Entonces, ¿la historia de los reos no era ficticia? —corroboró Felix.
—No tiene cuerpo para haber estado en la cárcel —negó RyuJin—, es mentira.
—Evasión de impuestos y lavado de dinero con una marca de gomitas para bajar de peso. Dos años y seis meses estuvo ahí —Yuna pasó su cabello sobre sus hombros, vanidosa—. Lo sé porque mi padre, juez, me contó sobre su caso.
—Luce más como traficante —opinó HyunJin.
—Luce como mujer trabajadora que hace lo que su entorno necesita —defendió MinHo—. Si ella quiso lavar dinero- fue por algo.
—La gente que lava dinero debe ir a la cárcel —dijo ChangBin—, por eso, cuando yo sea presidente-
—Oh, ¡cállate! —le gritó el grupo.
—Además, todos acá arriesgamos a la cárcel —consideró Lia, y apuntó a Chan—. Él nos tiene en la mira judicial.
Chan, tras comer de sus fideos, negó. —No tenemos a nadie-
—Claro que no, porque tenemos el dinero para quedar libres —dijo JeongIn, y alzó sus brazos—. Yes! ¡Viva el dinero!
—Oye, ¿y qué queda en nosotros? —le preguntó Felix—. Yo ni siquiera puedo ir a la cárcel- me deportan... ¡Junto a ti! —apuntó a Chan—. ¡Me deportan contigo! ¡¿Cómo estamos tan seguros de estar acá?!
—Mientras a Christopher Bang lo sostiene su familia, tú estás quedándote como asomado en una familia coreana —argumentó Chaeryeong a Felix—. Hermanito, ¿por qué no mejor te regresas a tu país?
—Porque te vengo a quitar el trabajo, hermana.
—Creo que deberíamos ir a dormir —opinó JiSung, finalmente—. Ha sido una semana larga, y aun tenemos que hacer alguna mierda con este club.
—Vaya, ¿no te quieres ir a la cárcel? —RyuJin le tomó el pelo.
—No, sinceramente. Aunque puedo darme el lujo de hacerlo si es que tengo el capital para hacerlo- no pueden decir lo mismo ustedes, lastimosamente —apuntó al Real King.
—Opino lo mismo —concordó MinHo—, que me está siendo vomitivo verle la cara a ese imbécil.
—Oh, cuánto te gustaría besar a este imbécil.
—«A este imbécil» más un golpe querría propinarle.
—Deberían besarse —opinó RyuJin—, ya saben, para romper la tensión y cerrar todo lo que ustedes comenzaron.
Ni JiSung ni MinHo supieron en qué instante la conversación había subido de nivel como para llegar a eso, solo para que los dos pronunciaran, arbitrariamente:
—¡Ni de chiste le daría un beso a ese idiota!
(=˘ ³( ,,>ᴗ<,,) ~♡
[1] profesor kim n°1 en la docencia y en tu corazón
[2] En backstories que a nadie le interesa: Felix está de intercambio en corea del sur, y se queda con la familia de Chaeryeong.
¡Gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro