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Caes de las estrellas, parte 1

Capítulo 17

Caes de las estrellas, parte 1

El trece de mayo comenzaron los examenes, un lunes bastante caluroso que pasó con el 60% de los estudiantes quedándose en vela. El otro 20% internado en la enfermería. Y el otro 20% intentando dormir para descansar y tener una mejor mañana, atrofiados por los terrores nocturnos y la idiosincrasia del sacrificio que limitaba pasar un buen rato.

MinHo ya estaba acostumbrado. Con sus compañeros de dormitorio perteneciendo a la élite de la escuela y al White Tiger, era de esperarse que esa noche de domingo mantuviesen todos sus lámparas de escritorios encendidas. MinHo durmió con un antifaz y tapones, para así no escuchar el mantra de JeongIn o los sollozos de ChangBin resoplar sobre sus apuntes. ¿Y MinHo? Bueno, él ya se esforzó lo suficiente. Algunas sesiones de estudio con Yeji debían de ser suficiente.

En peor lugar no podría quedar en el ranking escolar.

Cerca de las cinco de la mañana, MinHo se levantó para ir al baño. Fue una sorpresa agradable toparse con todos en sus dormitorios dormidos- claro, JeongIn estaba sobre su escritorio, y ChangBin no se había cambiado de ropa sobre uno de los dos sofás que tenía el dormitorio. Sin embargo, quien le llamó la atención fue Chan, quien sí tenía su pijama puesto, y dormía tapado hasta sus hombros. Wow, si es que lo medía por tiempo, parecía ser esa la primera vez que MinHo veía a Chan dormir.

Y no es como si una lástima le generase ese comportamiento. MinHo no se hacía cargo de las necesidades de Chan desde el instante en que se pelearon: dejar bebidas energizantes, limpiar su parte del dormitorio o ayudar a desenredar su cabello. MinHo ya no le interesaba lo que le sucediera a Chan.

Sin embargo, él aun era humano- puede que Chan no lo es tanto, pero MinHo sí, y uno de los rastros naturales de la esencia humana era la empatía. Ver a Chan dormir le hizo caer en la cama con más calma.

Hasta quince minutos después, donde Chan despertó a todo el dormitorio (y, probablemente, a toda la residencia) con un estruendoso grito.

—¡¿Qué pasa?! ¡¿Qué pasa?! —gritó ChangBin, a la par que JeongIn se caía de la silla.

MinHo se incorporó enseguida, y asomó su cabeza hacia la litera de abajo. Chan despertó en su propio grito, y se sentó enseguida en la cama.

—¿Estás bien? —las palabras se escaparon de la boca de MinHo.

Chan, hastiado, fue enseguida hacia su escritorio.

—Déjame tranquilo.

Tomó dos textos de estudio, su estuche y salió del dormitorio. Descalzo, sin siquiera algo para abrigar la madrugada de mayo, pareciendo alejarse del terror nocturno que lo perturbó en la hora de sueño que se permitió tener en ese instante.

MinHo moduló un insulto antes de volver a recostarse. Ese tipo de personas eran un real estrés y, lo peor de todo, es que MinHo ni siquiera podía hacer algo para remediarlo.

Porque, a esas alturas, el estrés colisionaba dentro de la institución. La actividad de relajación a la hora de despertar no aminoró los síntomas ansiosos de los estudiantes, y mientras más próximo se hacían las ocho treinta de la mañana, más era el ataque a los nervios.

No obstante, no solo los alumnos se encontraban nerviosos.

—Debemos de hacer algo —dijo la directora Ahn, con la cabeza agarrada entre sus manos, sin apartar la vista del maltratado bonsai de la oficina—. Las cosas no se pueden quedar así. Nos van a descubrir.

—Ya eliminamos la evidencia del frigorífico y de la remodelación de dormitorio —el profesor Hwei dijo a su lado, atemorizado—. También, le advertimos a TvN que, todo lo que salga de la boca de Lee MinHo, está mal. Él está loco.

—Vendrán de forma esporádica. ¿Qué tal si se dedican a investigar de forma más exhaustiva? —susurró—. ¡Ah! ¡¿Quién mierda nos denunció?!

—Creo-

—¡¿Y si hablan con el denunciante?! —La directora Ahn fue hacia los brazos de profesor Hwei para presionarlos y sacudirlos—. ¡¿Y si hablan con él?! ¡El subsecretario del MinEduc ya llegó por la denuncia de la protesta de Lee MinHo! ¡¿Y si vuelven a hablar de eso?! ¡¿Y si vuelven a interrogar a quien nos denunció?!

—¡No! —El profesor Hwei, decidido, negó—. ¡Nada de eso sucederá, directora! ¡Le tengo un ojo a cada uno de los docentes, trabajador y colaborador de esta institución! ¡Nadie se atrevería a traicionar a Sevit!

Las palabras, cargadas de convicción, lucieron hacer un cambio en el interior de la directora Ahn. Ella soltó con suavidad a Hwei, asintiendo a cada una de su melodiosa intención de querer calmarla- casi como un ansiolítico a su malestar.

—Tiene razón, profesor Hwei... —susurró ella, separándose para ir hacia su bonsai—. Nadie se atrevería a traicionarme... porque soy la... soy la directora...

—¡Tiene toda la razón!

Sin embargo, por más que fuese la directora de la institución, estaba el grupo de inversionistas. Nadie de ahí sería capaz de traicionarla, ¿cierto? Porque traicionándola, también lo haría con el resto del grupo- lo que sucedió en esa reunión, en ese caos para conformar el grupo de animadores, todo eso eran actividades extracurriculares y fuera de la legitimidad. Oh, si alguien se enteraba, la directora perdería su licencia y probablemente sería despedida.

Nadie de ahí sería capaz de traicionarla, porque todos caerían por cómplices. Coerción, corrupción, conspiración. Las tres «C» del apocalipsis, hasta cierto grado. Solo eran dos personas las que podían colocar en jaque la posición de la directora Ahn.

1. Jessica Bang.

2. Lee MinHo.

—¿Directora? —el profesor Hwei llamó—. ¿Se encuentra bien?

Estaba pálida. Ella no creyó alguna vez tener de enemigo a la mujer con más poder adquisitivo que alguna vez conoció, y a un muchacho de dieciocho años.

«Vaya, qué irónico los rangos».

No podría hacer nada con Lee MinHo. Expulsarlo haría que se levantasen las sospechas al Ministerio de Educación, en especial porque él parecía ser el rostro y líder del club de animadores. Por otra parte, Jessica Bang era capaz de denunciarla y meterla presa si es que se le daba la gana.

Debía de eliminar todo los cabos sueltos, y para eso, debía de eliminar todo a lo que TvN y el periodista Kim RyooNah pudiesen llegar.

—Convoca a todos los padres del Real King para una reunión —ordenó la directora Ahn—. Y borra todas las grabaciones de las cámaras de seguridad.

¿Para qué quería la directora Ahn a los padres del Real King? ¿Y eliminar las grabaciones de seguridad? Vaya, solo era coherente en la cabeza de la directora Ahn.

A demás, ¿quién también tenía pensamientos incoherentes en su cabeza?

Lee MinHo.

—Aquí encontré información —Yeji dejó de lado su texto de estudio tras navegar en su iPad—. Lee SooJin- tiene nuestra edad, Sagitario, su tipo de personalidad es INFJ. Ha hecho tres investigaciones. Se fue de intercambio a Estados Unidos a mitad de nuestro primer año por una beca allá, ¡y tiene una fotografía con Malala Yousafzai! —mostró la imagen.

—¡¿Malala Yousafzai?! —MinHo detuvo su baile—. ¡¿Me estás jodiendo?!

—Ha hecho varias publicaciones, pero sus investigaciones importantes se han centrado en la búsqueda de la integración educativa de la mujer, ola del feminismo occidental desde la lupa oriental, y los problemas reproductivos-sexuales en gobiernos conservadores —contó Yeji—. Creo que soy su fan.

—«Creo que soy su fan», vamos, no es como si hubiese hecho tantas co-

—¡Tiene un video de TikTok con Jennie de BlackPink! Soy su fan.

¿Qué mierda era ese barato sentimiento que tenía a MinHo consternado? Tal vez aquello fue alimentado por la ausencia de JiSung durante todo el fin de semana, en el cual no pudo preguntarle sobre ciertas cosas sin sentirse a él mismo como un sucio sociópata.

Porque, ¿había razones o argumentos para que MinHo tuviese alguna molestia porque JiSung no le habló sobre Lee SooJin? A lo mejor JiSung esperó que MinHo supiera sobre eso, si es que fueron compañeros desde primer año. No obstante, lo que JiSung no sabía, es que a MinHo no podía interesarle en lo más mínimo su vida.

¡En lo más mínimo!

MinHo tenía mayores preocupaciones antes que interesarse en la vida de quien alguna vez JiSung gustó. Lo era por ejemplo el Dance Revolution; seguir entrenando para los animadores; preguntarse por qué en la práctica del día anterior (domingo) JiSung había faltado.

Cosas mucho más importantes.

Por eso, después de la escena de la mañana, MinHo se había trasladado hacia el club para poder continuar con la coreografía. Si es que lo medía, en solo esa semana, llevaba cerca de tres bailes completos como propuestas para el Dance Revolution. El Real King ya mostraba cercanía por la coreografía de Dirty de Christina Aguilera, y como MinHo era bueno para mover caderas, no se molestaría si es que decidieran por ella.

Claro, algo que era un plan dentro de varios días más porque, ya para las ocho treinta de la mañana, comenzaron con el primer examen de medio término.

—¿Qué haces llegando a esta hora? —SeungMin preguntó a JiSung, tras verlo ingresar al aula para rendir el examen de Historia de Corea.

JiSung, con su uniforme de escuela y con un nuevo chaleco de lana color café, se ganó en su lugar con sumo ánimo.

—Fue un buen fin de semana —contestó JiSung.

«Por supuesto —pensó MinHo, rencoroso, tras escuchar la conversación—. Pensando en Lee SooJin, me imagino».

El resto del aula saltó cuando MinHo azotó su cabeza contra su mesa.

Ver a los demás en dicho examen fue agotador. MinHo no tenía problemas, porque él no era más que contestar lo que sea que podía pasarle la cabeza y fallar al mismo intento. Como lo dijo anteriormente, él era un tonto- un idiota, alguien que presentó en su momento muchas ansiedades para poder encajar en un ambiente académicamente competitivo.

Empero, cuando se maduraba, entendía que cosas más importantes eran relevantes dentro de la sociedad. Él se consideraba buena persona, y bueno para el baile. Necesitar una calificación para ser mediado no era más que banal. Él era mejor que eso.

Por eso, el examen le salió fácil. Contestó lo que sabía, y lo que lograba entender. Si no fuera por los resoplos dramáticos de alguno de los estudiantes, HyunJin intentando hacer tiempo para que RyuJin copiase, SeungMin apuñalara reiteradas veces su frente con el lápiz, y Lia llorando mientras contestaba el examen (¿es que esa tipa nunca dejaba de llorar?), MinHo habría terminado antes de que Chaeryeong, en su propio salón de segundo año, activara la alarma de incendios.

En un instante, cuando MinHo esperó a que Yeji terminase de rendir su examen, sentado en el pasillo fuera del aula, notó que JiSung salía.

—Hola —saludó JiSung. Su mochila se veía mucho más pesada, directo de la casa de sus abuelos.

—«Hola» —repitió MinHo, con un dramático movimiento de manos que vio en Pocahontas—. ¿Cómo te fue?

«Qué pregunta más estúpida».

—Sencillo. —JiSung se sentó a su lado—. No esperaba demasiado, la verdad.

—«La verdad» hablaba de tu fin de semana —«¿Qué me importa su fin de semana?»—. Te saltaste el entrenamiento de ayer.

—Cuando cuentas que vives con tus abuelos, de repente tienes demasiadas ventajas.

MinHo notó a JiSung sacar el estuche de sus auriculares inalámbricos y su celular. MinHo lo esperó, y fingió actuar lo más irritante posible cuando JiSung ofreció un auricular.

—Al menos cambia el repertorio —le dijo MinHo, tomando de mala gana el auricular.

—Son cosas que nos gustan a los dos —contestó JiSung, mientras navegaba en su lista de Spotify.

—«Nos gustan a los dos» Corrección: tolero yo.

MinHo le quitó el teléfono a JiSung para poder revisar la lista de canciones, hasta notar que JiSung tenía la cuenta de Spotify premium.

—¿Puedes descargar canciones? —preguntó MinHo.

—Sí- oye, no me lo quites.

JiSung intentó aproximarse al celular, pero MinHo estiró su brazo para cambiar la canción. Varias canciones descargadas de JiSung eran ridículamente vergonzosas, en un pop entregado por Disney Channel o canciones que MinHo simplemente no conocía.

—¿No que te gustaban las baladas?

—¡Ross Lynch tiene buenas baladas!

—«Buenas baladas» —MinHo estiró aun más su brazo para cambiar la canción—. ¡Ah! ¡Algo de k-pop!

JiSung ni siquiera entendía el comportamiento de MinHo, por lo que también se aproximó en querer quitarle el celular. MinHo se terminó por recostar en el pasillo a la par que tecleaba con su pulgar las letras de BIGBANG en la pantalla. JiSung, sin saber qué esperar de MinHo, se terminó por abalanzar arriba de él.

—Regrésame el teléfono.

—«Teléfono», ¡jamás!

Por lo que, tener a JiSung arriba de él, exigiendo igualmente el celular, hizo a MinHo caer un poco en cuenta de la situación. Del cuerpo de JiSung estirándose, de MinHo sin dificultad de poder ser irritante, y de estar en la mitad del pasillo.

La cercanía de JiSung a MinHo en ese instante le colocó nervioso, en especial por la creencia de que era algo más bizarro de lo que podía ser en realidad. JiSung regresaba luego de haber desaparecido un fin de semana, y MinHo, en vez de ser una persona normal y preguntarle cómo le fue, saciaba su frustración en él con intenciones de irritarlo.

SOBER de BIGBANG sonó en el auricular compartido, y JiSung se sentó al instante de notar su posición.

—Oh, esta canción es buena.

—«Es buena...» —MinHo aun quedaba con la imagen de JiSung arriba suyo que demoró un poco en poder incorporarse—. Bueno, ajá, tengo un buen gusto.

—Hace tiempo que no escuchaba BIGBANG. Son canciones de infancia.

—«Canciones de infancia» Escuchas Disney Channel. Qué sabes de infancia.

JiSung, con su cabello cargado de la permanente, café, y sus ojos grandes que se redondeaban cada que MinHo decía algo, solo sonrió ante la burla.

«¿Qué me sonríes?» quiso MinHo preguntarle, y apartó la mirada al instante.

Sin embargo, la cosa que tenían ahí fue erradicada al instante en que el profesor Kim llegó por el pasillo. Revisó por las ventanas el interior del aula, y saltó de sorpresa al toparse a los dos chicos en el suelo.

—Ah- MinHo, te estaba buscando con tus chicos —dijo el profesor Kim. Cargaba delgadas papeletas timbradas, y le entregó una. JiSung se asomó por el hombro de MinHo para leer—. Necesitan al Real King para mañana.

—«Para mañana» —MinHo miró al profesor Kim con extrañeza—. ¿Quién?

—La directora.

Demoró a MinHo entender las palabras del profesor Kim, tal vez aun borracho por prestarle atención a JiSung. Sin embargo, cuando pronto cayo en cuenta de lo que podía suceder, miró al lado.

JiSung, a diferencia de MinHo, fue más rápido en entenderlo.

—MinHo —JiSung le llamó—. No.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

Biología cerró el primer día de examen de medio término, con el agotamiento de cerca de cinco estudiantes por aula utilizando la enfermería, por lo que el castigo de MinHo por los puntos de demérito terminó siendo también cubrir el ala medicinal. Aprendió a colocar suero y evaluar la crisis de riesgo para derivarlos al hospital. Lo consideró un buen logro.

Y aunque el examen era abatido, era lo único que realizaban durante el día. De las pocas cosas que Sevit tenía positiva (sin contar el buen estatus y reputación que te dejaba ante el resto de las instituciones tanto escolares como universitarias e incluso empresariales), era el ceder espacios libres de recreación a sus alumnos durante el proceso de examen. Razón suficiente como para que Sharon no quisiera interrumpir el entrenamiento.

Pero aquello era lo de menos, porque al menos eran quince minutos de despeje que el White Tiger tenía antes de regresar a sumirse en sus estudios.

Fue así como el martes llegó. El examen de literatura tomó la primera hora, para después dar al examen de Teoría Musical y Artes Visuales. Si era la simpleza de aquel descanso, la tensión de estar noventa minutos en concentración generaba todo el desgano que, ya para las cinco de la tarde, la mitad de los estudiantes de Sevit se encontraban durmiendo en un rincón mientras que, la otra mitad, peleaba en los almacenes de comida por más bebidas energizantes.

Claro, todos salvo JiSung, quien su mente brillante e incapacidad de sentir empatía por otro ser humano que no fuese SeungMin hizo que terminase dentro de la oficina de la directora Ahn con un montón de padres que no conocía.

Y, claro, la señora Lee a su lado.

—Aun no entiendo por qué estás acá —le dijo la directora Ahn quien, para sorpresa de JiSung, se encontraba sin su lacayo.

—Mediador —contestó JiSung, simple.

—Disculpe...

De largo cabello y desordenado, con olor particular y ropa suelta, la madre de HyunJin hizo acto de presencia con notoria sumisión del tema. Colgaba demasiados collares de su cuello, y todos sus dedos estaban cubiertos por anillos con cuarzo. Su voz era suave, tan pacifista que JiSung tenía que concentrarse en poder escucharla.

—Nos ha pillado desprevenidos que nos citara —informó la señora Hwang, con lentitud—. Si pudiese decirnos, por favor...

—¿No se comunican con sus hijos? —la directora Ahn increpó enseguida—. ¿No saben el desastre que han hecho ellos?

—Oiga —la madre de Chaeryeong intervino—. Mi niña me ha dicho que, desde que la sacaron del equipo de robótica, ella no intervino más en los aparatos de la escuela.

—Pues su hija es una mentirosa —decretó. JiSung frunció sus labios—. Y todos los de ustedes. No más que problemas se han estado metiendo que dejan el estatus de Sevit por el suelo si es que dependiésemos de ellos.

—Por favor... —la madre de Yeji, SaRai, estaba pegada al otro lado de la madre de MinHo, dócil—. Mi hijita ni siquiera está en el Real King. Ella fue expulsada del equipo de baloncesto-

—Estoy acá para reprocharles por los actos incriminatorios que sus hijos han tenido en la institución, dejándonos mal parados no solo frente al subsecretario del Ministerio de Educación, pero también hacia TvN.

—¡¿Qué?! —gritaron los padres.

La madre de MinHo se sobó el entrecejo, cansada. —¿Qué hizo MinHo ahora...?

—La forma en la que se refiere a él da a entender que tiende a meterse en problemas —le comentó JiSung.

—Él es un buen chico —aseguró, desestimada—. Tiene sus metas claras- es solo que, para llegar a ellas, él es un poco...

—¿Y qué culpa tenemos nosotros de que TvN venga? —el padre de RyuJin interrumpió la conversación, viendo a la directora Ahn sin seriedad—. Yo vi el documental. Es conspiración. Todo lo que hacen es conspiranoico.

—No tanto si es que tiene un buen fin —discutió la señora Hwang—. Una actividad como las animaciones sirven para...

—Mi hija ni siquiera quería ser animadora —interpeló la señora SaRai—. Ella era del equipo de baloncesto.

—Ni siquiera sé de lo que hablan —confesó la madre de Chaeryeong—. Y eso que me hago cargo de dos chicos en esta escuela. Cada que le hablo a Chaeryeong, ella siempre se queja de cómo la sacaron del equipo de robótica. Y a Felix, el muchachito australiano, cambia de idioma cuando le pregunto cómo le fue en la escuela.

—¿Usted qué tiene que ver con Lee Felix? —preguntó la directora Ahn.

La madre de Chaeryeong boqueó, impresionada. —Ah- yo soy la casa en la que él se aloja. Viene por la beca de intercambio.

La directora Ahn colocó sus ojos en blanco.

—Es irrelevante. Mi convocatoria no es para que ustedes se quejen de la falta de protocolo que Sevit tiene ante el caos que sus hijos hacen- al contrario —La directora Ahn sacó una carpeta negra y lo dejó sobre al mesa—. Ante lo que sus hijos hicieron, lograron que TvN estuviese colocando el ojo sobre nosotros. Querrán hacer una investigación sobre el club de animadores, y para eso, como son chicos estudiantes, deben de tener la aprobación de ustedes para aparecer en televisión.

—¿Para qué? —el padre de RyuJin intervino—. ¿Para la conspiración?

—¿Cómo es que nuestros hijos son los responsables? —preguntó la madre de MinHo—. Hasta donde MinHo me dijo, son trece los integrantes del club, y aquí solo hay cuatro apoderados de cinco chicos- y Han JiSung, que aun no entiendo muy bien por qué está acá.

—Ya lo dije, mediación —recordó JiSung cuando la directora Ahn, ofendida, abrió la boca.

—Su hijo, señora Holli, es un principal factor por el que estamos en este problema —recriminó la directora Ahn—. Creo que sería pertinente hacer una recapitulación de la cantidad de castigos, puntos de deméritos y suspensiones que ha tenido en este ciclo escolar. Ha roto records de mal comportamiento.

—Él solo quiere bailar —defendió Holli. Vaya, JiSung no tenía idea del nombre de ella—. Fue usted la que quiso cerrar su club de baile. Club que ha traído gloria a Sevit.

—Señora Holli, el Real King no se compara con la cantidad de gloria que los demás clubes le entregan a Sevit.

—¡Mi hija trajo gloria con el club de robótica, y la echaron porque no le gustó en el ranking escolar estaba ella! —atacó la madre de Chaeryeong—. ¡Ustedes mismos pierden las oportunidades!

—Señora, su hija estaba en el puesto 197°.

—¡Uno también se esfuerza para ser el peor!

—No soportaré más insolencias por parte de ustedes respecto al mal comportamiento de sus hijos —reiteró la directora, agravando su voz—. Que hayan sido incapaces de criarlos de forma correcta es algo que solo se aprecia ahora, y yo soy la que lidia con las consecuencias. Para asumir al responsabilidad, deberán de firmar la autorización para la investigación de TvN.

La directora Ahn hizo correr los contratos, uno para cada padre. Holli, madre de MinHo, dispuso a leer el contrato cuando la madre de HyunJin ya estaba firmando el suyo.

—Si HyunJinnie sale en televisión, entonces tendrá más oportunidades de ingresar a la Universidad Artística —explicó la señora Hwang al notar las miradas de los demás padres hacia ella—. Ustedes deben firmar con la misma intención.

—Dejar que mi hija salga en televisión solo será para dejar una huella digital en el internet, lo que hará que esté para siempre expuesta a esos equipos de la DINA y la FBI —negó el padre de RyuJin—. ¿Saben a quién le pasó eso? Michael Jackson-

—¿Tú que opinas, bombón? —Holli le preguntó a JiSung, tras notar que el chico leía el contrato sobre su hombro—. ¿Es buena idea?

—No le pidas la opinión a él —la madre de Yeji, SaRai, regañó a Holli—, solo es un muchachito.

—Es bien inteligente para su edad —defendió, para luego susurrar—: además, sale en la propaganda de la escuela.

—¿Crees que tenga dinero?

—Tiene mucho dinero- pero no es como si eso importe —aclaró Holli a JiSung—. Puedes ir a mi restaurante cuando quieras.

—¿Sabe lo que está firmando? —le preguntó JiSung.

—Aun no. No me he colocado mis gafas.

—¿Puedo tomar la palabra? —JiSung terminó por decirle a la directora.

La directora Ahn, pálida, sonrió con sorna.

—Ya me preguntaba cuándo intervendrías.

JiSung correspondió la sonrisa, bajo el mismo sentimiento.

—Gracias por la espera.

Sin cuidado, le quitó el contrato a Holli de sus manos. Solo era una hoja, donde distintas cláusulas eran evaluativas bajo lo que JiSung denominaría cómo «Atacar al ignorante».

Era un juego muy interesante y que veía seguido, haciendo que la genet cayera con facilidad- como se apreció a la madre de HyunJin. JiSung carraspeó para llamar la atención de los demás padres, y habló:

—Acá, se puede apreciar que la estructura de la autorización como un contrato donde se cede la idea de que la responsabilidad de la imagen de Sevit cae en sus hijos —explicó, levantado. Se sentía como si estuviese dando cátedra de intenciones a los padres de sus compañeros—. Opino que sería más recomendable llegar a un consenso con los padres del club White Tiger -donde pertenezco yo- para tener una explicación y trabajo más paritario y justo en vez de, ante cualquier cosa que pueda suceder, es responsabilidad del Real King y puede... ¡Aquí está!

JiSung giró el contrato hacia los padres para que pudieran leerlo.

—Inciso quinto, tercera línea: «los agentes que actúen frente a la investigación de TvN cederá como imagen pública, en consecuencia, tomarán el papel de representantes» y..., aquí está, inciso séptimo, primera línea: «los representantes serán responsables de las amonestaciones que se generarán después de la investigación», es decir, es una cláusula de respaldo de comportamiento de sus hijos: si hacen algo fuera de su comportamiento, y reciben represalias, ellos serán los responsables. Las represalias pueden incluso ser legales si es que alguno de sus hijos les da por criticar a alguien del White Tiger quienes, claramente y sin temor, denunciarán por difamación si es que Chaeryeong le da por comentar en televisión nacional que Seo ChangBin dura tres minutos en la cama —JiSung habló con total sencillez, bajo un lenguaje simplificado y a ritmo normal para que los adultos lo entendieran—. No les gustaría recibir una demanda, ¿cierto?

—Mi hijo tuvo una reunión con el subsecretario del Ministerio de Educación luego de que Sevit cerrara el Real King —recordó la señora Holli—. ¿Él puede ser denunciado por difamación si es que ese tema sale en la investigación?

—Claro. Difamado, expulsado. Con su registro en la huella digital —JiSung tomó las palabras del padre de RyuJin—. Todo esto no los beneficia, por lo que ni siquiera deberían perder su tiempo en esto.

Acto seguido, JiSung rajó el contrato de la señora Holli por la mitad.

La directora Ahn quedó impasible, incapaz de movilidad como de perder el temple de la conversación. JiSung se sintió orgulloso de él mismo un instante, de al fin poder tener su revancha ante la directora Ahn tras todo lo que le hizo a él y a SeungMin.

Por lo que, con su cálculo maravilloso, no tomó en cuenta la siguiente acción:

—Interesante, Han, que encuentre esta oportunidad como para explicar, de forma amigable, respecto a las formas en al que el trabajo de inversionistas gestiona sus recursos en el interior de Sevit —aclaró la directora—. No obstante, esta forma de actuar es absurdamente desleal y soez. Le recuerdo, también, que usted sigue siendo un estudiante de esta institución, y yo soy su directora.

Claro que era la directora, y que ella lo tenía bajo amenaza. Su estómago bajó hasta sus pies cuando, tras arreglarse sus gafas, sacudió su mano para hacer tintinear sus brazaletes de oro.

«Vamos, piensa rápido».

—A raíz de eso que traigo también una propuesta para esta reunión. Mucho más paritaria. —«¿Qué propuesta?»—. Nosotros...

¿Qué podía ser paritario? ¿Qué era lo más justo? JiSung estaba tan enfrascado en querer dejar a la directora Ahn mal parada que se le olvidó que, en la realidad de las cosas, padres sin capital no podrían hacer mucho- especial en comparación con el grupo de inversionistas.

Además, el movimiento de manos de la directora aun lo mantenía consternado. La apariencia tan oportunista y elocuente ante sus palabras mantenían a JiSung masticando su lengua.

Por lo que, en lo poco que él podía acreditar, miró al resto de los padres.

—Haremos una lista de consentimiento —ideó JiSung.

—¿Lista de consentimiento? —corroboró la madre de Chaeryeong—. ¿Debo firmar por dos personas?

—¡Yo no firmaré! —aclaró el padre de RyuJin—. ¡No me entregaré para que usen mi información en vano!

—Es un informe de consentimiento de la participación de nosotros, alumnos, en el documental de TvN, que firmarán tanto ustedes como el grupo de inversionistas —explicó JiSung. «Vaya, incluso da cosita denominarlos como "padres"»—. Con esto, consentirán que nosotros participemos en la investigación del caso de corrupción y que el club de animadores no es conspiración.

Era el mejor plan que podían tener, cargado de indulgencias y futuros malentendidos. No obstante, parecía ser lo más sensato que la imprudencia de JiSung podía regalar. Si no fuera así, entonces, ¿cómo podía facilitar salir de ahí estando ileso? ¿Es que al menos Bang Chan era consciente del caos que estaba dejando atrás?

La directora Ahn, a través de sus gafas y su mal actuar, terminó por conceder los puntos de JiSung.

—Supongo que podemos informar a la señora Bang que el plan es bueno —concedió ella, finalmente.

JiSung soltó de a poco el aire de nerviosismo de sus pulmones para asentir. —Eso es genial.

—Esperen —llamó la madre de HyunJin, desorientada y con su tinta sobre el contrato—, entonces, ¿no firmamos?

La alarma de incendios sonó de repente, y los regaderos de la oficina de la directora Ahn se activaron.

Claro que los padres salieron enseguida, e inclusive JiSung se inclinó de forma cordial ante Lee Holli antes de que ella se retirase del brazo con SaRai. Sin embargo, no pudo moverse de la oficina de la directora Ahn, quien cansada y acostumbrada, solo fue hacia el teléfono de su escritorio para convocar al profesor Hwei para que diera puntos de deméritos a Chaeryeong.

JiSung no se movía del lugar, y la directora Ahn ni siquiera lucía interesada de que él estuviese ahí. El corazón de JiSung se agitaba con tanta rapidez que tuvo que mantener la respiración un instante antes de, en su susurro tan llamativo y sonante en el ruido de las alarmas de incendio, soltara:

—Zorra.

La directora Ahn era una zorra.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

—Oye, aunque no me hables, ¿no te dignarás a cambiar la canción?

—Coloqué canciones que te gustaban.

—«Coloqué canciones que te gustaban», no creas que me compraré que Hannah Montana estaba en mi lista.

JiSung dejó su libro de El Superzorro de lado para cambiar la canción a White Flag de Dido. No era distintas a las baladas que colocó anteriormente, pero al menos MinHo se dignó a no criticar.

Claro, porque él se encontraba más concentrado en preparar el ramyeon casero que Lee Holli le enseñó.

Estaban en el salón donde impartían Economía Doméstica, una de las asignaturas optativas que Sevit impartía junto con Dirección Empresarial, Educación de la Vida y algunas otras que te ayudaban a sobrevivir cuando fueras adulto. El aula era amplia, donde impartían clases de cocina para aquellos que tenían pensado vivir en el extranjero o solo querían tener habilidades dignas de supervivencia; contando con cocinas, quemadores, hornos y fregaderos, junto con un amplio refrigerador que se reponía antes de cada clase y unidad trabajada.

JiSung sabía que MinHo no tomaba esa asignatura de forma accidental. Estar desde primer año en el mismo salón significaba saber, por inercia, el horario que él tenía. No pensó alguna vez que eso le interesaría hasta ese momento que, en compensación por ir a la reunión de padres, terminasen en ese lugar. JiSung dijo a MinHo que le debía un ramyeon, y MinHo le propuso prepararle uno casero.

Con el libro de Roald Dahl de lado, y con Didi sonando en el auricular, JiSung vio a MinHo cocinar el ramyeon, terminando de cortar las verduras para saltearlas antes de colocar el paquete de fideos precocinados y el condimento robado de los muebles de la cocina.

MinHo, tras sofreír las verduras, miró a JiSung de reojo.

—¿No hay más burlas? —le preguntó.

—Me llama la atención los adultos.

—«Los adultos». ¿Nos colocamos más maduros? Ellos saben lo que hacen.

—Claro que no, y tú mismo lo viste cuando asististe a la reunión —JiSung, sentado sobre el mesón, balanceó sus piernas—. Son... inmaduros. No piensan por un bien común, solo lo necesario para sus hijos.

—«Lo necesario para sus hijos», ¿y qué? ¿No te parece suficiente? —MinHo ni siquiera salteaba las verduras con una cuchara- él solo movía el sartén con agilidad—. Todo padre quiere el bienestar de sus hijos.

—Claro que no.

—«Claro que no». Todos, no hay excepción. Por eso estamos en esta situación —discutió MinHo—. Si a la perra de Jessica Bang no le hubiese gustado tener a su hijito en Harvard, entonces nosotros ni siquiera estaríamos metidos en el club de animadores.

—A ellos no les importa sus hijos. Les importa la reputación que pueden dejar sus hijos —diferenció JiSung—. O eso se ve con el grupo de los inversionistas. Con los padres del Real King, por otra parte, se preocupan más por la reputación que podrán tener una vez que se gradúen. Son su boleto de salvación.

—«Boleto de salvación», reitero- ¿esperabas algo más? —MinHo bajó la llama del quemador del sartén y fue hacia el hervidor del agua caliente—. Estudiar en esta escuela abre muchas oportunidades.

JiSung solo dirigió su vista hacia sus pies, decepcionado. —Solo para los que lo necesiten.

—«Solo para los que lo necesiten». Claro, por eso uno estudia: por necesidad.

—Uno estudia por conocimiento.

—«Por conocimiento», claro, cuando se tiene la codicia y el dinero para tenerlo.

La canción cambió por Stars de Simply Red, y a pesar de que MinHo bufó con cierta decepción, no agregó más tras colocar los fideos precocinados sobre el sartén y el agua caliente. JiSung quiso meditar sus palabras, pero se encontraba lo suficientemente enojado con la directora Ahn como para querer seguir con la conversación.

Sin embargo, no era necesario. Entre ambos, por auriculares inalámbricos, Simply Red cantaba con tranquilidad.

Wait a minute, can't you see

That I

Wanna fall from the stars

Straight into your arms.

I, I feel you

I hope you comprehend.

—Tu madre fue amable conmigo —dijo JiSung—. Es agradable cuando no te golpea con una cuchara de palo.

—«Cuchara de palo» y cuando te ve haciendo algo responsable en la escuela. Ella teoriza que improvisaste el último trato con Ahn.

—¿Ya te lo dijo? ¿En qué momento?

—«¿En qué momento?» Por mensaje, idiota. Obvio —MinHo vertió el sartén con los fideos, sofrito y agua caliente en un pote, pero antes de que JiSung fuera tras él, MinHo ya colocó dos huevos para freírlos en el sartén—. ¿No te mensajeas con tu madre?

—La diferencia horaria no ayuda mucho —concedió JiSung—. Mientras acá son las... ocho de la tarde, allá son las una de la tarde.

—«Una, una- una de la tarde», no es mucha.

—¿Bromeas?

—«¿Bromeas?»

—No, tú bromeas.

—«Tú bromeas».

—No-

—«No-» Cállate —interrumpió MinHo—. O estaremos atrapados en un bucle.

Aun amurrado, JiSung volvió a balancear sus piernas. —Aun no te entiendo.

—«No te entiendo». No espero que lo hagas. Que tu madre despierte y tú ya hayas vivido la mitad de tu vida es positivo, hasta cierto punto. Digo, no eres tú quien pierde su vida.

JiSung quedó mirando a MinHo, asombrado por la continuidad de conversación. JiSung no era de hablar de su madre.

—No quiero hablar de ella —le dijo.

—«De ella». Y yo no quiero estar acá haciéndote un ramyeon, cuando puedo estar en el club perfeccionando Dirty para el Dance Revolution, pero supongo que todos tenemos nuestros días malos.

Finalmente, MinHo colocó los huevos sobre el ramyeon, y entregó el plato a JiSung con dos palillos de madera.

—Provecho —dijo MinHo—. Disfrútalo, que yo no le cocino a la gente.

JiSung, con cautela, tomó el plato y agarró un poco de fideos con los palillos. Tras darle una mascada, pudo sentir cómo su estómago de abría de un hambre que no estaba consciente.

—Oh —soltó, asombrado—. Cocinas bien.

—«Cocinas bien» —MinHo sonrió—. Gracias. La cocina está en la herencia.

—¿Tu papá también cocina?

—«¿También cocina?» Yo no tengo papá.

—¿Hm? —Un poco de caldo escapó de la boca de JiSung—. ¿Murió?

—«¿Murió?» ¿Qué? No. Solo abandonó a mi madre. También a mí por efecto dominó, pero supongo que eso no importa —restó importancia.

JiSung no esperaba eso. Para nada.

—¿Te dejó?

—«¿Te dejó?» Nos dejó —corrigió, y MinHo le frunció el ceño—. Oye, ¿y qué preguntas? No somos tan amigos como para abrir traumas.

Lo cual era una pena, porque JiSung tenía algunos sentimientos revoloteando alrededor de su cabeza, que sabía que MinHo podría entenderlo.

Mientras JiSung comía, MinHo se sentó en el mesón a su lado, tomando él el libro de El Superzorro para darle una hojeada. JiSung le ofreció del ramyeon, pero MinHo se negó, solo hojeó el libro.

—Ahn me tiene amenazado —terminó por confesar JiSung. No sabía si era el silencio, la comodidad o el tiempo que avanzaba tan rápido que las baladas transitaban en el oído de ambos—. Ella... ella supo que SeungMin se intentó suicidar.

—«Se intentó suicidar» —MinHo repitió la oración, pesado—. Carajo. Lo lamento. ¿Cómo lo hizo?

—Ni idea —JiSung frunció su ceño, sin despegar su vista en los fideos—. Él... ah, ¿qué me limito? Yeji te tuvo que haber contado.

—«Haber contado» Lo lamento.

—Da igual. Se intentó matar. Intenté- quise evitar que la sangre saliera cubriéndolo con una toalla y...

Las manos de JiSung hacían demasiada fuerza alrededor del plato de ramyeon, y la vista se nubló de lágrimas. Se sintió tan patético de que la pena lo abordara en ese instante que, por la posición y su actitud defensiva, sentía encontrarse de nuevo en esa sala de urgencias.

Y en la vez anterior, y en la otra, y en otra...

—Cuando regresamos, fui llamado por Ahn a su oficina y- y dejé un hueco libre —confesó JiSung—. No lo pensé en ese instante. No me fijé. Quería evitar que la sangre saliera, pero quería llegar pronto al hospital. Quería hacer tantas cosas en tan poco tiempo que no me di cuenta nunca que la jodida toalla se había caído. Y Ahn me la mostró- me mostró la toalla, y me amenazó que, si no cedía a la petición de Bang Chan, le diría al padre de SeungMin sobre el nuevo intento de suicidio.

Ahí está, lo soltó todo. JiSung no notaba cuánto era la carga de un secreto hasta que encontró a un semejante que pudiese entenderlo.

Porque JiSung supo que MinHo era igual de humano, cuando lo vio para ese torneo con la escuela privada y Yeji sucumbió ante el contacto físico. MinHo no era santo de su devoción aun cuando disfrutaba pasar el tiempo con él, y escuchar música junto con entablar las pequeñas conversaciones durante el día antes de que cada uno fuera por su lado.

Sin embargo, la vergüenza estaba presente por confesarse, por lagrimear sobre el plato de ramyeon que MinHo se esmeró en preparar. A su lado, él, solo fijaba la vista en el perfil de JiSung, en la espera de que agregara algo.

No lo hizo. JiSung no podía desanudar su garganta, y mucho menos contar con lo contraproducente que era escuchar a Tal Bachman con She's so High.

«Debo verme tan patético —consideró JiSung—. ¿Qué pensará MinHo, ahora? Ni siquiera me debe de tener la confianza como para escuchar mis estupideces...»

Sintió a MinHo levantarse del mesón.

—¿Y te quedarás acá? —le preguntó.

JiSung despegó la vista del ramyeon. —¿Eh?

—«¿Eh?» —MinHo aleteó sus manos—. ¡¿No te parece eso severo?! ¡¿Grave?! O- ¿cómo dices tú? ¡¿Ilegal?!

—Es más complicado de lo que crees.

—«De lo que crees». ¡Es ilegal! —reiteró MinHo, horrorizado—. ¡Si a mí, Ahn me amenaza con Yeji, la mataría! ¡Vamos!

—¡¿A matarla?!

—¡A matarla!

JiSung tuvo que dejar el plato de lado y tomar a MinHo del brazo para detenerlo, pero, como era de esperarse, la fuerza de MinHo era mucho más grande, por lo que arrastró a JiSung hasta salir del aula de Economía Doméstica.

—¡No sabía que te agradaba SeungMin! —gritó JiSung, siendo arrastrado.

—«¡Te agradaba SeungMin!» ¡Ese imbécil no me agrada! ¡Pero tampoco me agradan las injusticias!

Al notar que no evitaría que MinHo continuara caminando, JiSung decidió saltar sobre la espalda de él para detenerlo.

—¡Vamos, cálmate! —pidió JiSung—. ¡¿Por qué tienes que ser tan emocional?!

—«Tan emocional» ¡¿Y tú tan racional?! —preguntó MinHo, y se sacudió para que JiSung bajara de su espalda. JiSung se aferró aun más—. ¡¿No te genera algo?!

—¡Pena, MinHo! ¡Me genera pena!

MinHo terminó por detenerse, y esperó a que JiSung bajara al suelo para poder encararlo.

—¿Cómo te sentirías si es que te amenazan con apartar a Yeji de tu lado? ¿En especial cuando prometiste estar siempre con ella? —preguntó JiSung—. Yo no te lo cuento para que busquemos una solución porque- ah, por primera vez, no tengo una para dar. No quiero solucionar algo, solo quiero que me entiendas.

No esperaba nada de MinHo, más que un idiota que, al tener tantos sentimientos, era capaz de poder recibir un poco más de lo que sentía JiSung. No podía fallarle en eso.

Por lo que, suspiró de alivio cuando MinHo frunció sus labios y repitió la última oración de JiSung.

—Dramático —le acusó JiSung—. ¿Qué esperabas? ¿Ir a patearle la puerta a Ahn y leerle las leyes que violó?

—«Las leyes que violó». Obvio, me sonaba a un buen plan.

Desde las cámaras de seguridad, el profesor Hwei observó la escena con total cansancio. De todas formas, no había audio habilitado, y lo que sea que Han JiSung y Lee MinHo estuviesen metido era solo una cosa de ellos dos, aun cuando la directora Ahn especificó que era peligroso tenerlos juntos.

Pero, ¿peligrosos en qué? Ambos no eran más que unos mocosos que no sabían nada de la vida, y que en ese instante su única preocupación debía de ser sus estudios. Claro que sí. Período de examenes no extenuaba la masacre, inclusive a los más relevantes.

Ya después ellos tendrían la adultes, donde vivirían en el ático de la casa de sus padres, luego de ser echado de la casa de su pareja, y dedicarán su vida a su jefa de turno que, desde hace dos días, lo tenía en vela trabajando en borrar las grabaciones de las cámaras de seguridad de Sevit.

(=˘ ³( ,,><,,) ~

[1] MinHo molestando a JiSung como colegial enamorado me encanta.

¡Gracias por leer!

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