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Ocho

Después de ciertos hechos, hay veces en las que las mañanas comienzan a ser malas. Y, cuando las mañanas son malas muy seguido, llega un momento en que, aún y aunque despiertes gritando, estas se vuelven solo mañanas nuevamente.

Sin embargo.

Sin embargo, de vez en vez tendrás estas mañanas que son particularmente malas; que te hacen llorar, que te retuercen y que no parecen mañanas realmente, sino más bien como el comienzo de una condena eterna en tu propio y muy personal infierno. No obstante, de nuevo, estas no son las mañanas de las que queremos hablar. No hoy, no este día, no esta mañana, no para Newt.

Y es que, la persona a su lado lucía tan bonita.

El cabello oscuro caía sin ningún tipo de gracia por la mejilla redonda como los biscochos glaseados que hacían en panaderías de las que Scamander apenas y tenía un recuerdo. El sol daba de lleno en sus ojos pequeños que se hallaban cerrados y la nariz, esa nariz tan ridículamente pequeña, se encontraba un poco marchita, reseca y con algunas pecas –manchas del estrés– encima de ella.

Newt despertó y vio a Tina recostada a su lado.

El pijama blanco que él llevaba estaba sudado completamente, las sábanas igualmente pálidas se encontraban enredadas entre sus piernas, el agua caliente enfriándose con paños semi humedecidos junto a él, pruebas indisputables de que había sido una noche difícil. Newt jadeó. Solo que... no lo hizo realmente. Su voz solo emitió un sonido –pequeño–. O, mejor, algo que se parecía a su voz hizo un sonido. Sus labios estaban partidos. Él lo contuvo.

No fue un sonido malo, sin embargo, porque, recordemos, la mañana... esa mañana en particular... no era una mala mañana.

Newt observó a Tina nuevamente. Los labios delgados de ella estaban entreabiertos, sus manos se encontraban aferradas a la baranda de la cama. La cama tenía una baranda. Newt tragó. Nunca se había percatado de que Tina dormía con los labios abiertos, nunca había visto la suave curvatura que su oreja hacía en la parte de arriba.

Y, aún así.

No.

Por consiguiente, ella le parecía tan... hermosa.

¿En dónde he estado todo este tiempo? Pensó para sus adentros ¿En dónde he estado y por qué siento que ha pasado una eternidad desde que pensé que era hermosa?

No obstante, no se esforzó por recordar. No hoy. No esta mañana.

Mejor, sus manos de dedos engarruñados se acercaron hacia el rostro de ella –temerosos–, querían acariciarla, pero, no se atrevía. Y es que Tina lucía tan hermosa así. Tan bonita y tranquila, y cansada. No en una mala manera, sin embargo. Cansada como lucen cansadas las madres con ese toque de gentileza, que nadie en el mundo puede imitar.

El pensamiento llegó curioso a la mente de Newt entonces; Tina sería una buena madre, si así lo quisiera...

Fue entonces que Newt lo recordó.

Las cortinas se mecieron con el viento de un día semi bueno en la ciudad de Londres y él las observó. Las sabanas entre sus piernas se sentían levemente mojadas, de sudor, lágrimas y agua caliente. También sangre. Él estaba sangrando, pero, eso era normal y era una buena mañana, así que calló. Había saliva entre todo también, Tina babeaba cuando dormía.

El pecho de Newt hizo algo extraño a la mitad de un respiro. Se podría decir que suspiró, pero, no fue así, él solo... hizo algo extraño a la mitad de un suspiro. Su piel moteada llegó al sol, o quizás fue a la inversa.

Tina merecía tantas cosas. Tantas.

Y ellos le habían quitado a él tanto también. Solo ahora podía ver cuánto realmente.

–Vas a tener que dejarme, Tina –su voz, eternamente dulce susurró. Dos lágrimas se amontonaron en sus ojos, mientras sus labios se entreabrían para coger un poco de aire–. Ellos me rompieron y ahora vas a tener... vas a tener que dejarme.

Y, aunque esa realización dolió como una puñalada al rojo vivo, Newt no lloró. El sol terminó de entrar por la ventana, la suave brisa siguió soplando y Tina, aun aferrada a la baranda de la cama, suspiró.

Esta es una buena mañana, Scamander, una voz mortalmente similar a la de Tina le dijo a Newt dentro de su cabeza, esta, de verdad... de verdad, es una buena mañana. 

*

*

*

Ahorita lo que me pidan con tal de ayudarles a que se queden en sus casitas. Chicos la pandemia no se acaba hasta que haya cura o vacuna, porfa quedense en casa. 

Los amo! Espero sus comentarios y mil gracias por leer :3

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