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19


-¿Quiénes son esos Volteris? –preguntó Jacob.

-Vulturis. –lo corregí. Desde el salón podía escuchar a las chicas moverse en la habitación de Bella, haciendo su equipaje para el imprevisto viaje a Italia que teníamos por delante. –Son algo así como nuestra realeza. Mantienen el orden, el secreto.

La mirada de Jacob se oscureció con un gesto demasiado adulto para alguien tan joven.

-¿Son peligrosos?

-Son poderosos. Que viene a ser lo mismo.

Vi cómo Jacob daba un par de pasos desde la pared donde estaba apoyado hacia donde yo estaba sentado en el sillón.

-¿Y vas a dejar que vayan? ¿Ambas?

Suspiré para armarme de una paciencia que no tenía. Había estado tentado a actuar como Jacob pero había visto en sus rostros y sentido en sus emociones que no era algo debatible.

-Si quieres vivir una vida larga y feliz te aconsejo no decirle a una mujer lo que tiene que hacer. Y menos a las de mi familia.

Los pasos atropellados de Bella y los silenciosos de Alice bajando las escaleras nos interrumpieron. Mi hermana llevaba una bolsa de viaje y su mirada se cruzó con la mía antes de clavarla en Jacob. Podía notar su nerviosismo a pesar de que intentaba ocultarlo, Bella estaba a su lado son el labio atrapado entre los dientes y me levanté para acercarme a ella.

-Dile a Charlie que hemos ido a ayudar a Edward porque se ha metido en problemas, pero no le digas nada más. –ordenó Alice mientras me colocaba al lado de Bella, nuestras manos se rozaron y mandé un poco de tranquilidad hacia ella.

Jacob se cruzó de brazos con un gesto obtuso en el rostro, ajeno a los ligeros cambios emocionales del ambiente.

-No puedes ponerte en peligro así, vas a ir a buscar a la muerte.

Alice parpadeó un par de veces como si procesara las palabras del chico y su mirada se afiló.

-Perdona, ¿acabas de decir que no puedo?

-Os esperaremos fuera. –me apresuré a decir cuando el ambiente se empezó a llenar de la electricidad que traía consigo una pelea en ciernes. Cogí de la mano de Alice el bolso de viaje y abrí la puerta de la calle para que Bella saliera.

El aire nocturno era frío y agitó nuestro pelo pero parecía que ambos lo agradecimos porque intercambiamos una mirada de alivio cuando las voces aumentaron de tono en el interior. Al menos habíamos sabido escapar de un campo de batalla.

En silencio, metí el bolso de viaje en el maletero del coche de Alice, lo identifiqué como el de Carlisle y me pregunté si ellos sabrían lo que había estado haciendo todos esos meses. ¿Qué opinarían de lo que estaba pasando?. Supuse que lo averiguaría en poco tiempo, si conseguíamos salir de las garras de los Vulturis.

-¿Tienes miedo?

La pregunta de Bella rompió el silencio. Cerré el maletero y me acerqué a ella, que me miraba desde un par de pasos de distancia. Mi mano se alzó hacia su mejilla casi como un gesto instintivo, pude notar la suavidad y la calidez de su piel bajo mis dedos.

-No por mí. –contesté. –Estoy de acuerdo en cierto modo con Jacob. Es peligroso que vayas.

-¿Por qué soy demasiado débil? –su ceño fruncido y la brusquedad de su pregunta me indicaron que se había puesto a la defensiva.

-Porque eres humana. –la corregí con suavidad. –Esos vampiros...no son como ninguno que hayas conocido antes, Bella. Por lo que cuenta Carlisle de su época con ellos son un grupo de psicópatas y eso en sus mejores días.

-Quizás no los veamos. Quizás llegaremos y salvaremos a Edward de la tontería que pretende hacer. –iba a interrumpirla pero su mirada me hizo cerrar la boca de nuevo. –No voy a salvarlo porque lo ame sino porque mi acción temeraria ha traído consecuencias que no había previsto. Tengo que arreglarlo.

-Alice y yo podríamos manejarlo solos. –repliqué aunque sentía la calidez en mi pecho de saber que no lo amaba, una reacción inmadura y visceral pero, sin embargo, ahí estaba.

-Será más rápido si me ve a mí, si comprueba que estoy viva. –alzó sus manos hasta mi pecho y las apoyó en él. Sus ojos marrones llenos del amor que flotaba entre nosotros como una manta cálida en una noche fría. –Es tu hermano. El hermano de Alice. Tenemos que salvarlo.

Suspiré y me incliné para apoyar mi frente sobre la suya. El latido de su corazón llenó mis oídos como la melodía más hermosa que hubiera podido escuchar.

-Después de esto no tendremos ninguno otro plan con tan alta probabilidad de muerte, ¿entendido? –susurré contra sus labios y una sonrisa tiró de los suyos a la vez que asentía.

-Entendido.

Sellamos nuestro acuerdo con un beso que fue demasiado corto porque la puerta principal se abrió, y Alice con Jacob a la zaga de acercaron al coche.

-Hora de irnos. –anunció mi hermana con un gesto más relajado en el rostro pero ocupó el asiento del conductor con decisión.

Me separé de Bella para que se pudiera despedir de Jacob, dándole algunos consejos sobre cómo mentir a Charlie. Se dieron un rápido abrazo y la mirada del lobo se clavó en la mía.

-Tráelas de vuelta. –ordenó con la preocupación rodeándolo como una armadura asfixiante.

Asentí con solemnidad.

-Lo haré.

Y estaba seguro de ello, aunque me costara la vida.



Cogimos el primer vuelo con conexión directa hacia Italia. Por suerte varios fajos de billetes y el encanto de Alice junto con cierta manipulación emocional ayudaron a que la transacción fuera mucho más sencilla.

Me situé entre Bella y Alice, que estaba pegada a la ventana con la pequeña cortina bajada para evitar cualquier rayo de sol. Bella se había quedado dormida con su cabeza sobre mi hombro casi al despegar y Alice buceaba entre todas las posibilidades del futuro.

-Los Vulturis van a considerar su petición. –susurró después de las tres primeras horas de vuelo. A nuestro alrededor la gente ya estaba dormitando o inmersa en cualquier entretenimiento que los distrajera de estar dentro de una caja de metal voladora. Nadie nos prestaba atención.

-¿Crees que la aceptarán?

Negó volviendo a enfocar su vista.

-Aro es codicioso, siempre lo ha querido en sus filas.

-Al igual que a ti. Y ahora vas a colocarte delante de él. –el regaño estaba mezclado entre mis palabras.

-Si Bella es capaz de arriesgarse yo también puedo. –ambos echamos un vistazo a la pequeña humana que dormía apoyada en mí. Le había mandado un poco de calma para que su sueño fuera profundo, necesitaba estar descansada para lo que se venía. –Se ve mucho mejor que en las primeras visiones.

-Uhm. –contesté sin querer comprometerme del todo hasta que la mirada ligeramente divertida de mi hermana me hizo suspirar. -¿Desde cuándo lo sabes?

-De forma clara desde Acción de Gracias. Se tomó muy bien tu pasado.

-¿Hay algo que Bella no se tome bien? –bromeé, subiendo ligeramente la manta con la que la había cubierto un poco más por sus hombros. Se arrebujó en ella como un gatito y me hizo sonreír.

-Es bueno ver que os habéis encontrado el uno al otro. Es como debe ser.

Mi sonrisa murió un poco y la miré con cierta preocupación emanando de mí.

-¿Crees que los demás opinarán lo mismo?

Se encogió de hombros con un movimiento grácil.

-Son nuestra familia. Sólo quieran que seamos felices.

-Sí, seguro que Rosalie está encantada de tener un perro familiar. –repliqué burlesco.

Alice puso los ojos en blanco.

-Bueno, las reacciones a toda esta situación serán diversas. -en mi mente apareció el rostro de Edward y Alice pudo adivinarlo porque su rostro se ensombreció un poco. –Primero hay que salvarlo, después nos ocuparemos de lo demás.

Asentí y volvimos a quedarnos en silencio, acunados por la suave y pausada respiración de Bella.


Italia nos dio la bienvenida con un día soleado que nos obligó a comprar toda la ropa que pudimos encontrar en las tiendas de aeropuerto para cubrir nuestra piel. Cuando salimos al exterior el aire cálido nos golpeó en el rostro, recordándonos que ya no estábamos en Forks, en nuestro territorio.

Alice desapareció durante unos minutos para volver con un llamativo porsche amarillo. Bella se sentó en la parte de atrás y yo ocupé el asiento del copiloto.

-¿De dónde has sacado esto? –pregunto Bella mientras Alice enfilaba la carretera hacia Volterra a toda velocidad. Ahora que el sueño había sido eliminado podía sentir el nerviosismo emanando de ella ante lo desconocido.

-Lo he tomado prestado. Pensé que no te opondrías en estas circunstancias.

-Es demasiado llamativo. –me quejé cuando vi varias cabezas en el interior de otros coches girarse hacia nuestro vehículo.

Supe que había puesto los ojos en blanco a pesar de las grandes gafas de sol que tapaban casi la mitad de su pequeño rostro.

-Es rápido. Lo que nos hace falta. –sus manos se tensaron y agarré ligeramente el volante para que no se saliera de la carretera mientras estaba inmersa en una de sus visiones. Soltó una maldición por lo bajo antes de hablar. –Los Vulturis han rechazado su petición.

-¿Y ahora qué? –cuestioné porque sabía que no sería nada bueno acorde a sus emociones.

-Va a hacer algo grande. Se expondrá al mediodía para que los humanos lo vean.

-Dios mío...-murmuró Bella tapándose la boca con la mano. La ansiedad llenó el coche y no supe bien de cuál de los tres emanaba en más cantidad.

-Lo pararemos. –aseguré aunque no estaba seguro de nada.

Llegamos a Volterra cuando faltaba media hora para el mediodía y las calles medievales nos recibieron atestadas de personas ataviadas con capas rojas.

-¿Qué pasa? ¿Por qué hay tanta gente? –preguntó Bella mientras Alice intentaba que el coche atravesara la sólida columna que formaban cientos de capas rojas. Parecían ríos de sangre y me resultó un mal augurio.

-Es el día de San Marcos. El día grande de los Vulturis. –explicó Alice pitando a varias personas que se apartaron del camino con una mueca de disgusto. –Edward sabe que no lo perdonarán si estropea este día.

Me resultó asombroso y escalofriante lo rápido que mi hermano había planeado un suicidio tan acertado.

-No conseguiremos llegar así. –dije lo evidente dado que apenas habías recorrido un centenar de metros y estábamos tan rodeados de gente que era imposible seguir avanzando.

Alice suspiró bajándose las gafas y se giró por completo para mirar a Bella.

-Tienes que correr hacia la torre del reloj. –ordenó.

Bella abrió la boca, muda por la sorpresa y yo fruncí el ceño.

-¿Estás de broma? Apenas se puede caminar dos pasos entre la muchedumbre.

Alice me ignoró y siguió con la mirada fija en su amiga.

-Eres la única que puede acercarse a él. Si lee mi pensamiento o el de Jasper verá que es mentira y se precipitará. Está justo bajo la torre del reloj. Es la única manera.

La mirada de pánico de Bella viajó de Alice a mí. Su corazón empezaba a latir alentado por la adrenalina que generaba el pánico. Me incliné hacia ella y apoyé mi mano sobre su rodilla dejando que la serenidad fluyera hacia ella. Pude notar cómo su gesto se destensaba un poco.

-Puedes hacerlo. –la animé y ella se mordió el labio inferior.

-¿Estás seguro? –su voz apenas un susurro inseguro.

Asentí con firmeza.

-Te enfrentas a vampiros y a lobos todos los días. Una carrera no es nada para ti, Isabella Swan.

Dejé que la seguridad y la sinceridad de mis palabras calaran en ella y finalmente asintió antes de inclinarse para darme un beso rápido en la mejilla. La huella de sus labios perduró como una promesa sobre mi piel fría mientras veía cómo corría por las calles, siendo engullida por la multitud.

-Será mejor que guardes tus pensamientos sobre ella hasta que estemos en casa. –me avisó Alice cuando ya no quedaba rastro de Bella. –Lo principal es que volvamos todos.

Asentí aunque apreté los dientes. Sería difícil ver cómo Edward estaba a su lado sin poder reclamar mi sitio, sin poder echarle en cara el daño causado.

Unos toquecitos en el cristal nos hizo sobresaltarnos. Un guardia nos miraba ceñuda y nos reclamaba en italiano que no podíamos estar allí.

Dejé que Alice usara su encanto contra ese pobre hombre mientras me hundía en los últimos momentos de liberta de mi pensamiento.

Aún quedaba lo peor.






Había pensado en poner todo en un capítulo pero me quedaba demasiado largo así que aquí tenéis la primera parte de nuestras aventuras italianas🤣

En el siguiente capítulo por fin entrará Edward en escena siendo tan dramático e intenso como siempre 🤣🤣.

¿Qué os ha parecido? Me encanta que Jasper le dé confianza a Bella, a mí parecer Edward siempre la ha subestimado.

Nos leemos!🥰🥰🥰

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