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Un lobo, un vampiro y la gárgola


Lenguaje ofensivo, se recomienda discreción.


Franciscano, Jacklond y Jhork

- ¡La recalcada concha de su madre! -

- ¿Podés cerrar la boca? No escucho al viejo. –dijo Franciscano mientras movía la cola frente al televisor.

- Uy, perdón señor "Fernández". No sos el que se tiene que quedar con un perro sarnoso. —maldije.

Escuché cómo lanzó un gruñido el cual me erizó hasta los colmillos, solo que decidí ignorarlo antes de que se le antoje devorar mi pálida carne.
Dos semanas más de cuarentena, otra vez.

- Qué bueno que hicimos las compras hace poco. –mencionó absorto en la pantalla mientras el presidente mencionaba las "medidas correctas de protección" como por quinta vez.

¿Este se piensa encerrar en serio?

Ni que el covid fuera tan grave, por dios, vengo resistiendo peste desde la edad media y eso que ni jabón usaban los mugrientos.

Franciscano me miró arrugando su nariz, como si leyera mis pensamientos.

- La sangre de alguien con fiebre amarilla te tiñó el pelo de blanco y te dejo en cueva un mes. —me recordó— Encima te quedaba espantoso, ugh. -

Maldito lobo, le voy a dar comida de gato.

Fui por algo de carne en la cocina para poder tragarme la desesperación de quedarme más tiempo con el lobo, sino fuera porque me gruñe con toda la disposición de morderme, juro que ya me hubiera ido.

- ¡Deja de quejarte de mí mientras te atragantas con carne cruda! -

Su grito me tiritó del susto logrando que tirará un jarrón renacentista. Jodidamente caro.

- ¡La puta que lo parió! -

- ¡¿Qué me rompiste vampiro del demonio?! -

Uy, bueno, a convertirse en murciélago y volar jeje

¡Bye!

(...)

Luego de un par de pleitos con el hombre lobo nos terminamos arreglando y pudimos hallar una forma de regresarme a mi cueva —ya que el clima estaba horripilante y así yo no podía irme volando—.
En ese entonces, una gárgola amiga se ofreció a llevarme en su auto aprovechando el permiso que tenía por Mi Argentina, el cual afirmaba que se iba a un velorio.

De golpe escuché unas patas bajar por la escalera, la imagen a mi amigo lobezno apareció, luego se acercó a mí para que yo pudiera acariciarle el cuello y las orejas, en un primer signo de despedida.

Después de unos segundos empezó a tomar su forma humana para poder lanzarse hacia mí de golpe.
Me asusté.

- ¡TE VOY A EXTRAÑAAAR! —lloró el lobezno.

Mierda, creí que iba a comerme.

- Pero si me estabas echando, gil. —dije acariciando su pelaje y riéndome por la contradicción de sus emociones.
Yo lo quiero, pero hay veces que no entiendo ni un aullido de lo que dice.

¿Entienden? Aullido, lobo... ¿No?
Bueno, me callo.

- Arruinas el momento, imbécil. —se refregó un poco más en mi pecho y nos terminamos apartando.

Juntamos nuestras cabezas para despedirnos, me enderece y agite mi mano en un adiós mientras tomaba rumbo hacia la puerta del vehículo, una vez que subí al camión de mi amigo piedra, lo miré esperando poder saludarlo, pero antes de hacerlo estalle en una carcajada ante la horrible cara que tenía.

- JAJAJAJAJA ¿QUÉ ES ESE MAQUILLAJE TRUCHO? JAKAJSKSKA -

El macho-pecho-duro tenía un kilo de maquillaje horrible en su cara de concreto y según él era para parecer más "humano.

- ¿Quién te maquilló? ¿Piñón fijo? Hskahsks. -

- Cállate o vas a ser vos el que necesite maquillaje. —amenazó— Te wa a desfigurar toda la cara compa, no me busque'. —gruñó haciendo que (gracias al enojo) polvo saliera de su nariz.

- Bueno, che, un chistecito noma'. —Traté de tranquilizarlo— ¿Y quién murió entonces? -

Al parecer su tía Gárgola, que estaba soltera, creía que una estatua estaba viva y se casó con ella (pobre estatua), pero mientras estábamos en cuarentena su "esposo" se rompió y ahora le harán un entierro para que la loca no se ponga peor de lo que ya está.

Bueno, la cuarentena nos afecta a todos de formas distintas, creo.

- Pobre viuda. —dijimos al mismo tiempo para después lanzarnos a reír.

Mientras íbamos de ruta, a mitad de nuestro camino, vimos unos controles a tan solo unos metros donde se podía diferenciar a unos ciervos y otros humanos de verdad revisando automóviles, eso solo significó una sola cosa.

- De vuelta a la tumba Dráculita. -

- ¿En serio, Jhork? Mi linaje es mejor que la del conde trucho ese. —me quejé — Ni que me escondiera en cajas de arena, al menos mi linaje está vivo, dah. -

Tanto "uy el conde Drácula", pero bien que lo mataron unos mortalitos de nada, incluso soy amigo de las dependencias que lo mataron.

A regañadientes me tuve que meter al baúl de la camioneta, específicamente en la tumba que Johrk estaba llevando para el velorio. Una vez ya dentro, el auto volvió a arrancar y frenar luego de unos dos minutos.
Pude escuchar a los policías pedir todo tipo de papeleo y revisar el baúl dónde yo estaba, por mientras, unas ganas de salir de la tumba y decir "buh" me entraron, pero -como el adulto que soy, pude contenerme..

- ¡HOLAA! -

- LA PUTA QUE LO PARIÓ ESTÁ VIVO —*insertar paro cardíaco*

- ¡La puta madre Jacklond! ¡Subí, dale! -

Me subí de copiloto rápidamente mientras el de concreto arrancaba a toda velocidad. Él no paraba de putearme mientras yo me reía de la gorra.

- Sos boludo o te haces, ¿Mirá si el ciervo se murió? Me van a re multar loco -

- Ay, qué exagerado jajaja -

Agarré mi mochila a la par de que escuchaba los refunfuños de mi acompañante, yo solo me reía por lo bajo mientras estaba dispuesto a encontrar algo en mi bolso, salvó por una sola cosa.

- ¡Perro del orto! SE COMIÓ MIS OREOS EL HIJO DE PUTA -

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