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29

Jeongin nunca había sentido la necesidad de estar con una persona hasta que se vió privado de la compañía de Hyunjin. Extrañaba el calor del chico, su aroma, la sensación de protección que tranquiliza su cuerpo y cómo se estremecía ante la imponente presencia del mayor, pero ahora solo estaba atado mientras Felix parecía buscar algunas cosas en un celular.

La ansiedad estaba consumiendo su cordura, la idea de morder incluso su propia piel para safar sus manos era tentadora pero se convenció él mismo que debía estar en el mejor estado para escapar.

— ¿Vamos a estar aquí toda la vida? —preguntó.

— No, no mucho —habló Felix sin prestarle mucha atención pues pronto usó el mismo celular para hacer una llamada— ¿Está listo? Perfecto. Iré en un momento —el chico pareció pensar qué decir pues se quedó unos segundos en silencio antes de sonreír—. Saben que los amo, chicos, ¿Verdad? Gracias por tanto.

Finalmente cortó. Jeongin sonrió de medio lado antes de elevar su ceja izquierda.

— ¿Te despides de tus novios, detective?

— Saldremos al fin.

— Me sorprende un poco que ellos sepan que te falta un tornillo. Ya sé que dijiste que soy el menos ideal para decirlo pero no encuentro otra expresión.

— Hay gente buena que se junta para hacer el bien.

— ¿Te sigues creyendo bueno? —preguntó Jeongin, no pudiendo retener una carcajada mientras tomaba asiento en la cama—. Creo que esa es la única diferencia entre nosotros, detective, al menos Hyunjin y yo aceptamos que no somos buenos, pero tú sigues deseando ser un poco humano cuando eres más parecido a nosotros de lo que crees.

Felix miró de mala forma a Jeongin, odiando la idea de que sus palabras fueran ciertas, de que en realidad él no sea tan diferente a ellos. Jeongin pareció notar eso y manteniendo su sonrisa tranquila, extendió su mano hacia Felix.

— Estás a tiempo de que ninguno pierda el juego.

El rubio pareció titubear, pues en ese gesto podía ver reflejados varios sucesos de su vida desde el fatídico día que lo perdió todo, cuando decidió tomar justicia, incluso cuando conoció a Minho. Ah, el chico del que se burlaban en la nueva oficina a la que llegó, ¿Por qué ser exigente con los tiempos ameritaba tanta mofa? Nunca lo entendió. Pero pudo ver en él algo que no veía en otros, en ese porte serio con el que se enfrentaba a la gente al pedir que cumplan con su trabajo para poder hacer justicia.

Justicia. Eso veía en Minho.

Nunca indagó en la vida del mismo, sabía que había algo especial como en él, su inteligencia era algo parecido a una condena, pero en Minho se mostraba diferente, aún así, tras pensarlo mucho, una noche le confesó lo que había hecho en su antigua oficina, y para su sorpresa Minho ni siquiera se inmutó, continuó haciendo su papeleo limitándose a decir un "supongo que era necesario." Tal vez, de haber volteado, Minho podría haber visto la expresión sombría y alegre que había en Felix, que inmediatamente se convenció de tener un aliado, y posiblemente las cosas pudieron acabar de otra forma.

No supo cómo, pero eventualmente, Minho y Chan empezaron a ser sus coartadas, incluso a ayudarle para cubrir su rastro gracias a la profesión del mayor, que limpiaba cualquier escena para que no hubiera sospechas, y gracias a Minho, los papeleos de casos que sabían serían ignorados, llegaban a Felix. Pero nunca matando, nunca involucrándose más de lo debido porque Chan siempre fue claro, no arriesgaría a Minho ni su salud mental más de lo que ya podía verse limitado. Felix estuvo de acuerdo, tampoco quería arriesgar a Minho, era además de Chan el único amigo con el que podía confiar, debía cuidar a las personas que más amaba, ya no podía perder a nadie más. Y agradecía lo que podían hacer por él, aunque a veces era incluso incómodo para él mismo, como esta última vez que tuvo que pedirles quedarse, sabiendo que la gente en su homofobia se concentraría tanto en verlos para juzgarlos, que él podría moverse con cuidado para matar al sacerdote. Pero en su defensa, tenía que actuar antes de irse, sino condenaría a esos niños a seguir viviendo el maltrato de aquel hombre repulsivo, solo necesitaba encargarse de Jeongin y Hyunjin para que el pueblo estuviera limpio.

Finalmente, se dispuso a esposar las manos de Jeongin al igual que sus pies, de modo que solo pudiera dar pasos cortos. El chico mostró resistencia en un inicio, sin embargo, cuando Felix mencionó que irían con Hyunjin, de mala gana el menor aceptó, no importaba cómo, si podía estar junto a su pareja él acataría órdenes.

Al salir entonces se dió cuenta que estaban en una casa muy escondida entre los enormes pinos y el musgo empezaba a dar la ilusión de que no había nada ahí, definitivamente encontrarlos habría sido difícil. Mientras caminaban, Felix tarareaba una canción, una que Jeongin no se molestó en intentar reconocer pues no sabía nada de música, salvo algunas canciones del coro que solían cantar en misa las veces que se quedaba con Hyunjin. Lo que sí pudo reconocer fue el sonido del río cada vez más cerca, y un escalofrío recorrió su cuerpo, había olvidado lo agradable que era el sonido de la naturaleza, sencilla y en paz, sin gente molesta, preguntas estúpidas ni coartadas. Pero también recordó lo peligroso que era el mundo y cómo un río podía incluso acabar con la vida de animales y personas si te acercas cuando va tan rápido como sangre fluyendo en las venas, cuando parece que desea superar cualquier escala de velocidad existente. Jeongin solía decir que era cuando el río tenía sed de sangre, cuando las profundidades del agua querían calmar el tormento con alguien, pues incontables veces llegó a observar como las aguas rápidas se calmaban poco después de cobrar la vida de algún animal indefenso.

— ¿Qué hacemos aquí? —preguntó el más joven cuando se detuvieron cerca del río, demasiado para su gusto.

— Esperar.

— ¿A quién?

— Hyunjin llegará.

— ¿Cómo estás tan seguro?

— Sé que lo hará.

— ¿Puedo sentarme al menos?

— ¿Por qué? ¿Te da miedo pensar qué pueda tirarte al agua? —preguntó Felix con una sonrisa, aunque sin mirar al menor—. No acabaría así con tu vida, Jeongin, descuida.

El mencionado frunció sus labios, pero aún así retrocedió un paso, sintiendo su corazón agitado y el sudor frío en su espalda. No importaba lo que dijera, incluso si pensaba en matarlo ahogado no se lo diría, no así, lo único que sabía es que no podía confiar en él.

— ¿No es gracioso? Dices que vivías en el bosque, pero un tiempo en el pueblo y desarrollas miedo a cosas que veías diario.

— Nunca estuve tan cerca del río cuando el agua era agresiva. Incluso si no tienes educación, por instinto sabes que es estúpido acercarte.

— En eso tienes razón. El agua puede ser aliada o traicionera. ¿Sabes? La primera vez que maté, tiré un cuerpo al río, pensé que sería atrapado, pero supongo que al final el día, la suerte estuvo de mi lado y el agua lo hundió.

Jeongin miró esta vez con sorpresa hacia Felix que seguía atento al agua, y pensó, ¿Qué probabilidad había? Pero antes de indagar en ello, escuchó las hojas y ramas crujir más cerca, sintiendo de nuevo su corazón agitarse cuando escuchó su nombre en un grito de aquella voz que adoraba. Hyunjin apareció, saliendo del interior del bosque, la ansiedad de haber sido descubierto se disipó cuando pudo ver a Jeongin, era casi como si no hubiera nadie más, pero cuando éste quiso avanzar hacia él y fue retenido por sus propias extremidades atadas, recordó que no estaban solos. Y se enojó.

— Me alegra que descubriste dónde encontrarnos, Hyunjin —dijo Felix.

— Eres el único idiota que podría enviar una carta con fotos.

— ¿Si?

— Admito que no fuiste el primero en cruzar mi mente, no pensé que alguien se atreviera, pero recordé la emoción que sentí de nuestro juego, Felix, y pensé ¿Quién más desearía sentir eso? Claro, la única otra parte en esta pelea.

— Tardaste mucho.

— Tuve que hacer otras cosas antes.

— ¿Minji?

— En parte —respondió con una sonrisa—, eres un desalmado al poner a una mujer a cubrirte el rastro, Felix.

— ¿No es irónico viniendo de ti? —suspiró—. No maté a Minji, ni la obligué a hacer algo. Ella solo deseaba saber la verdad y le dije, que estando a mi lado, llegaría pronto. No le mentí.

— ¿Y qué esperas? ¿Matarnos y volver a tu vida de idiota?

— ¿Por qué no? Es una vida cómoda.

— Pero muy aburrida —dijo Jeongin, para luego mirar a Hyunjin—. ¿Nos lo podemos quedar? Es un poco agradable.

— No podemos ni quedarnos nosotros —respondió—. Lo saben, incluso papá. Tenemos que irnos.

Jeongin sintió dolor en su estómago, un extraño recuerdo atravesando su mente cuando su madre le dijo que debían huir del pueblo, ni siquiera sabía que recordaba algo así hasta ese momento, pues las palabras se habían alojado en lo más profundo de su mente donde no podían dañar su corazón.

— Veo que perdiste el control —mencionó Felix, manteniendo su agarre al hombro de Jeongin, pero esta vez aplicando menos presión—. Supongo que entonces ya no importa lo que pase con ustedes.

— ¿Perder yo el control? ¿Te has mirado, Felix? El policía que tuvo que ver con la desaparición de su jefe de oficina, por la muerte de su hermana, ¿No es cierto?

El rostro de Felix cambió ante esas palabras, su entrecejo se arrugó y las comisuras de sus labios cayeron en la expresión de enojo más marcada que Jeongin pudo haberle visto alguna vez, de hecho, dudaba haberlo visto molesto antes, ni siquiera cuando se burlaba de él, solo había frustración.

— No la menciones, no te atrevas —dijo con voz grave, intentando calmarse aunque su respiración era más pesada—. ¿Cómo sabes eso?

— Basta una investigación tuya en internet para encontrar tu nombre ligado al, ¿Cómo era? ¿Caso Rachel? Y la tragedia del jefe de policías que hizo todo lo posible pero que misteriosamente desapareció —respondió fingiendo preocupación para luego sonreír—. Eres tan igual. ¿Lo mataste, no?

— Él lo merecía, lo que hacen ustedes no es lo mismo.

— Pero podría serlo —dijo, extendiendo su mano hacia Felix mientras daba un paso adelante.

Felix retrocedió uno, sintiendo su respiración agitada mientras miraba la mano de Hyunjin, recordando que Jeongin había hecho lo mismo, definitivamente estaban locos. Pasó saliva con dificultad mientras alternaba su mirada entre el chico y Jeongin, que lo miraba de forma expectante también, era un triángulo de la muerte entre esos dos y el río cerca de sus pies, por alguna razón por primera vez sintió que se había metido a la boca del lobo.

— ¿Podría..?

— Sé que tienes más maldad dentro, Felix, un potencial por explotar.

Felix, por segunda vez en esa madrugada, titubeó. Sabía que estaba danzando muy cerca del infierno, y por alguna razón, ya no le importaba cómo antes. Soltó a Jeongin, éste acercándose lo más rápido que pudo hacia Hyunjin, necesitaba su cercanía. Entonces el detective empezó a pensar, en cómo sería un cambio a su vida, uno tan drástico para considerar tomar la mano de Hyunjin, un nuevo inicio acompañado de un nuevo día. Pero cuando estiró su mano, el sonido de un disparo se escuchó.

Los tres chicos se miraron sorprendidos, en ese momento era como si todo se hubiera detenido, pero poco a poco, Felix llevó su mano izquierda hacia su pecho, la adrenalina evitando que sintiera el dolor de ser herido por un arma, pero siendo lo suficientemente consciente para retroceder un par de pasos por la emoción repentina antes de tocar el agua, donde se dejó caer con un suspiro de miedo ante la desconcertada mirada de los dos chicos frente a él. Jeongin intentó estirar sus manos para sujetarlo, pero debido a las esposas en sus pies no pudo avanzar rápido, así que solo pudieron ver a Felix perderse en el agua del río.

Hyunjin empuñó sus manos antes de girar cuando escuchó nuevamente las ramas crujir, pero su expresión de enojo se volvió una de pánico cuando vió a su padre apuntando con un arma. El adulto se mostraba aterrado, incluso sus ojos estaban llenos de lágrimas y su mano con el arma temblaba un poco.

—  Son unos monstruos —dijo el hombre con la voz quebrada—. Pensé... Solo creí, al ver a Felix, que se haría justicia, pero cuando escuché... Todos están enfermos.

— Padre, yo...

— ¡Cállate! ¡No me digas padre! Tú no eres mi hijo —dijo con asco, para luego señalar a Jeongin con el arma—. Y tú, burlándote de mí, fingiendo ser algo que no eres y corrompiendo a mi hijo.

Hyunjin dió un paso adelante, pero rápidamente el hombre le apuntó de nuevo esta vez sin temblar.

— Quédate quieto. Te voy a esposar, pasarás el resto de tu vida detenido. Y tú, Jeongin, bueno... El pueblo merece justicia por mano propia, se divertirán contigo lo que dures.

El mencionado se estremeció, sintiéndose aterrado ante la idea mientras Hyunjin se colocaba frente a él.

— Merecemos ser juzgados de igual manera.

El hombre miró al chico de los pies a la cabeza antes de escupir al suelo frente a él.

— Me dan asco, pero si lo quieres así, entonces ambos sufrirán las consecuencias.

Lo siguiente que sintió fue sus muñecas esposadas por su padre, pero apostaba a estar fuera de sí cuando eso ocurrió, cómo si pudiera verse desde afuera y eso en realidad no estuviera pasando. El menor miraba esperanzado al chico, deseando que actuara para salvarlos pero Hyunjin solo permanecía quieto y supo que no intentaría nada, porque Hyunjin no se atrevería a actuar contra aquel hombre, por respeto y porque mientras caminaba junto a Jeongin, custodiados por su padre, no, por el oficial Hwang, se negaba a aceptar la realidad que estaba viviendo ahí.

Había perdido el juego.

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