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25

Hyunjin podía sentir el cuerpo tenso del chico debajo de él, Jisung se removía con cuidado y en algún momento, pudo sentir las lágrimas del mismo contra la palma de su mano. Pensó que era realmente un miedoso, ni siquiera le había hecho nada grave aún.

— Quitaré la mano de tu boca, pero si gritas estás muerto, ¿Entendido? —preguntó, satisfecho al verlo asentir—. No intentes nada estúpido. Todos los policías están en la estación, creo que sabes mejor que nadie que no llegarían a tiempo.

Cumpliendo con lo dicho, Hyunjin retiró poco a poco su mano de la boca de Jisung, sin embargo, su cuerpo seguía ejerciendo peso sobre el contrario. Bajó un poco su cubrebocas, solo podía escuchar la respiración irregular del menor, estaba tan familiarizado con ese sonido, el del miedo. Se preguntó también en qué momento se había acostumbrado a ello, antes no se le habría ocurrido hacerse tan íntimo amigo de la muerte, ahora parecía que siempre fue así.

— Necesito ayuda con algo y sé que tú tienes acceso a información. Eres de los pocos que poseen una computadora en este sitio y que tiene acceso a internet, ¿Es correcto?

Jisung asintió, pudo ver que intentaba decir algo pero al mismo tiempo notó cómo el chico luchaba por poder articular una palabra. Hyunjin, más de forma dudosa, se apartó dejando que el menor se levantara, lo primero que hizo fue tomar sus lentes del pequeño mueble junto a su cama y posteriormente, bebió agua del vaso que yacía ahí también. Pasó todo el líquido del vaso con dificultad y suspiró, acomodando los lentes antes de llevar su diestra hacia su cabeza.

— Hwang Hyunjin, de todos los que pude haber imaginado.

— Soy una caja de sorpresas —dijo el mencionado, elevando sus hombros con desinterés mientras sonreía de medio lado.

— ¿Eres quién está detrás de todo? ¿Las desapariciones de las mujeres? ¿Ese chico al pie de la estatua? ¿El sacerdote?

— Alto, alto, del sacerdote yo no sabía nada, me gusta que reconozcan mis logros pero ni idea de qué pasó con él.

— Por Dios... Hay otro.

Jisung se levantó con movimientos lentos, rodeando a Hyunjin para poder acercarse a su computadora y encenderla. El mayor se sorprendió cuando vió aquel artefacto tan visiblemente pesado, en cuanto presionó el botón empezó a hacer un ruido fuerte que temió los delatara pero tras unos segundos disminuyó un poco. La pantalla dio paso a la marca de la computadora y mientras Jisung se centraba en ello, Hwang recorrió sin alejarse mucho la habitación del chico. Tan limpia y ordenada como esperaba de él, el chico más reservado del pueblo, hijo del policía Han, gran amigo de su padre y aunque ellos nunca intentaron una amistad, solían verse en las reuniones de sus padres. A él nunca le agradó Jisung, recordó un día que fueron a su casa, el niño se escondía tras la falda de su madre y en todo momento se quedó junto a ella, solo acomodando sus lentes cada que caían y mostrándose asustado, era un cobarde y Hyunjin no quería amigos tan llorones.

— ¿Qué debo buscar?

Preguntó Han, pero Hyunjin estaba concentrado en algo que llamó su atención, una de las paredes tenía periódicos de los casos, había fotos que no identificaba y otras de los desaparecidos unidas por hilos rojos. Jisung notó lo que miraba y se sintió tenso, su cuerpo se contrajo sobre el asiento mientras esperaba cualquier reaccionar del mayor.

— ¿Eres una especie de demente, Han Jisung?

El mencionado hizo una mueca, ofendido, las ganas de responder "irónico que tú preguntes eso" eran grandes pero aún era consciente de que deseaba vivir.

— Solo pensé que podría encontrar algo...

— ¿Quieres ser un buen policía cómo tu padre, Han Jisung?

— Mi investigación no tiene nada que ver con mi futuro, Hwang Hyunjin. Simplemente no vi progreso de otros y sentí que había algo que estaban omitiendo. Ahora entiendo que solo era complicado, ¿Cómo sospechar de ti?

— Dudo que en algún momento alguien pueda mirar a alguien y deducir que es el tipo de persona que disfruta de desaparecer a otros.

Hyunjin se acercó hasta el chico para decirle lo que debía buscar. Jisung se sorprendió, pero decidió mantenerse tranquilo sin demostrar el extremo de cualquier emoción. Tecleó lo que le pedía e ingresó a las páginas necesarias, no había muchas, pero les tomó entre cinco y diez minutos por cada una pues el chico estaba decidido a no saltar ningún detalle. Mientras leía eran los minutos más eternos para Jisung, escuchaba el latir de su corazón en sus oídos mezclado con el sonido que hacía el bate contra el suelo pues, mientras Hyunjin se mantenía inclinado hacia la pantalla, su puño se movía de arriba hacia abajo en un ligero movimiento, causando el golpeteo más incómodo de su joven vida.

Entonces, entre la información que pudo alcanzar a leer, acabó sintiendo que la sangre se le iba hacia los pies, ¿Acaso Hyunjin pensaba..? Pero era tan ilógico. No, la lógica no era válida desde el momento que su vida dependía de que un chico que siempre consideró amable decidiera no matarlo a golpes con un bate.

Miró de reojo a Hyunjin, el chico mostraba una sonrisa que no supo descifrar mientras la punta de su lengua se apoyaba sobre la comisura derecha de sus labios, pero poco a poco se fue borrando de su rostro para dar paso a una expresión de molestia y la respiración más pesada que había escuchado.

— Bien, eso es todo.

Hyunjin se alejó, resoplando con frustración mientras miraba hacia el techo antes de apoyar el bate en su hombro izquierdo. Entonces Jisung tomó aire de forma profunda, tratando de retener todo el que podía para posteriormente dejarlo salir poco a poco, así que, así terminaba todo.

— Vas a matarme, ¿No?

Hyunjin miró de reojo al menor, sonriendo mientras asentía un par de veces, pasó el bate hasta poder tomarlo con ambas manos y tras dejar un par de golpes suaves en el suelo como si estuviera preparándose para golpear una pelota de béisbol, habló nuevamente.

— Seré piadoso y te daré unos segundos de ventaja si deseas intentar huir.

— Está bien.

Jisung resopló, girando el asiento de su silla, se quitó los lentes y los dejó sobre sus piernas mientras cerraba los ojos. Hyunjin hizo una mueca de confusión mientras veía al chico aceptar su destino.

— ¿No piensas huir?

— ¿Acaso no lo intentó alguien antes? Supongo que sí, quiero creer que esas personas intentaron correr, pero ¿Alguien lo logró? No tengo ninguna ventaja, solo ilusiones. No soy rápido, tampoco ágil y supongo que tú has tomado práctica en este tiempo, así que quiero evitar la sensación de creer por un instante que podría salir vivo.

Hyunjin mordió con suavidad su labio inferior, miró por unos segundos a Jisung en silencio, el chico se mostraba más tranquilo, ya no veía sus manos ni piernas temblar, como si de pronto hubiese dejado de temerle a la muerte. Entonces sintió coraje inundar su cuerpo, ¿Qué se creía Han Jisung?

— No puedo creerlo —habló Hwang—, eres tan patético que hasta le quitas a un loco las ganas de matarte. Creo que vivir para ti ya es suficiente castigo, o tal vez lo es para los que deben estar contigo.

Hyunjin se dirigió hacia la puerta de la habitación para abrirla y finalmente, caminar por el pasillo. Jisung estaba atónito, aturdido, todo le daba vueltas y creyó por un instante que era una trampa, pero cuando se colocó sus lentes y se acercó hasta la ventana, pudo sentir la calma cuando vio a Hyunjin perderse entre las casas. Entonces pudo dejarse caer de rodillas al suelo, no sentía las piernas y finalmente sus emociones hicieron clic cuando se sintió a salvo. Cerró con seguro la ventana de su habitación y gateó hasta la puerta para poder ponerle broche también. Se tiró de espaldas al suelo y mirando el techo, se permitió soltar unas lágrimas de miedo mezcladas con la alegría de seguir vivo.

Pero, ¿Por qué Hyunjin lo había dejado vivir? No tenía lógica, no parecía el tipo de persona que dejara vivir a alguien, era algo tan estúpido y si algo aprendió en ese tiempo es que no se permitía hacer cosas que pusieran en riesgo la perfección con la que llevaba acabo sus asesinatos. De no ser porque fue hasta él esa noche, dudaba que algún día hubiese sabido quién era el que estaba tras eso. Entonces recordó sus palabras, él no mató al sacerdote. Y recordó también lo que le pidió buscar, y su mente pareció conectar los puntos en ese momento. Jisung quería correr a contarle a todos, sobre todo a su padre, pero ahora, si sus sospechas eran ciertas, empezaba a dudar de hacerlo.

Pues solo una mente retorcida podría encargarse de otra. Más aún cuando sería tan difícil que alguien le creyera sobre quién había matado al hombre.

( 🔪 )

Jeongin se había cansado de intentar soltarse, así que solo se resignó mientras permanecía acostado, cambiando ocasionalmente de posición mientras tarareaba.

— ¡Oye! —se quejó, levantándose aunque con su pie atado sobre el colchón—. ¡Tengo hambre!

— Comiste hace poco, ¿Cuánto puedes ingerir? —preguntó la persona frente a él, mientras terminaba de revisar unas hojas.

— No sé si lo olvidas, pero estoy acostumbrado a comer más que tacos de queso con jamón —gruñó, no podía creer que fuese todo lo que le entregó en un plato, pero terminó sonriendo—. Carne, de más de un metro con sesenta centímetros, si somos más claros.

— Eres un enfermo.

— ¿Mi captor me acaba de llamar enfermo? —Jeongin soltó una risa falsa antes de volver a sonreír—. No sé si lo notas, Felix, pero no eres más cuerdo que yo.

El mencionado se levantó de la silla donde revisaba los avances policíacos del caso. Sonrió en dirección al chico, dejó las hojas sobre el oxidado escritorio de metal y se cruzó de brazos.

— ¿Crees qué es gracioso?

— Creo que toda esta situación es irónica, ¿No venías aquí a salvarnos?

— Vine a salvar al pueblo de gente como tú y como Hyunjin.

— Hyunjin, diablos, cuando se entere estarás muerto —se burló el menor, pasando sus manos por su cuerpo desde sus piernas hasta su cuello—. ¿Qué crees que piense cuándo note que fuiste tú quién lo privó de mí?

— No me preocupa él.

— Deberías, es posesivo. No creo que le guste la idea de saber que pasé tanto tiempo con otro chico. Espera, ¿Acaso eso es lo qué quieres? Porque quiero aclarar que no estoy con nadie que no sea él, puedes olvidarte de eso y conseguirte a alguien más —Jeongin continuó burlándose mientras tomaba asiento de nuevo—. ¿Eres un pervertido, detective?

— No me interesas, Jeongin. Deberías callarte.

— Que aburrido eres —el menor hizo un mohín, apoyando ahora su mejilla sobre su mano derecha para elevarse un poco y mirar al rubio—. Aunque lo admito, me sorprendes, ¿Dónde quedó el Felix distraído que sonreía con amabilidad? Esa versión me caía mejor. Bueno, cualquier versión que no me tuviera amarrado me caía mejor.

— ¿Y tú cuándo te volviste tan parlanchín?

— Usualmente no hablo con la comida.

Felix puso sus ojos en blanco mientras tomaba asiento de nuevo sobre la silla vieja color bermellón, un tono tan opaco por el tiempo.

— ¿Siempre fuiste así, Jeongin? ¿Naciste teniendo qué comer gente?

Jeongin dejó de reír, odiaba recordar su infancia antes del bosque pues siempre le generaba dolor en el pecho, uno incómodo que no sabía cómo tratar y se sentía tan frustrado, como si estuviera herido, su respiración era más lenta y su cabeza dolía.

— Claro que no.

— Yo tampoco era así, hasta que un día mi distracción causó el mayor de las desgracias de mi vida y nunca me lo pude perdonar. ¿Sabes cómo se siente la injusticia?

El menor se quedó en silencio unos segundos antes de negar.

— Claro que no, imagino que nunca tuviste que tratar con eso y lo más que podrías sentir injusto es cuando haces algo bueno y Hwang no quiere darte por el culo —Felix resopló mientras Jeongin entrecerraba sus ojos, fastidiado—. La injusticia es un sentimiento horrible, Jeongin. Te llena de frustración, de impotencia.

— ¿Por eso eres policía? ¿Para buscar el bien?

— Lo soy para hacerlo, si buscas la justicia nunca llegará, debes causarla, tomar el problema de raíz y arrancarlo hasta que deje de contaminar el resto. Cuando era un niño, mi hermana murió de la forma más horrible que podría morir una persona, ella era solo una niña pero eso no le importó al imbécil que se sintió con el derecho suficiente para abusar de ella. La buscaron, pero claro, fue tarde. Un tiempo pensé si, de haber habido cualquier mínima pista a tiempo, tal vez ella estaría viva, pero crecí y un día descubrí que la estación donde trabajaba sabía con tiempo quién fue el asesino, pero que nunca dirían nada porque era al que llamaban "capitán". ¿Puedes creerlo? Trabajando en el caso de la niña a la que él mismo torturó.

— Imagino que tu idea de justicia fue acabar con él.

— Mi idea de justicia fue hacerlo sufrir hasta que deseara la muerte —pudo ver por unos segundos el dolor el su mirada, sin embargo, Felix acabó sonriendo de nuevo mientras echaba su cabello hacia atrás con su diestra—. Entonces noté que si haces un buen trabajo y pareces un idiota, nadie cuestiona nada. Empecé a trabajar en mejorar mi memoria, pero siempre fingí que no había avance, después de todo, nadie sospecha de ti cuando saben que eres capaz de perderte en una misma calle.

Jeongin sonrió—. Así que todas esas veces no eran coincidencia.

— Y si estudié bien a Hyunjin, no nos queda mucho tiempo antes que descubra que yo estoy tras tu desaparición.

— ¿Cuál es tu plan?

— Descuida, no te haré nada.

— Sabes qué no eres mejor que nosotros, ¿Cierto? Estás igual de manchado.

— Tal vez, la diferencia es que yo mato a quien lo merece.

— ¿Cómo al sacerdote? ¿Te crees una especie de Dios?

— Mi idea no era matar a nadie aquí, pero apenas supe lo que hacía supe que no podía irme dejándolo aquí, con la libertad de seguir atacando a los niños.

— ¿También lo hiciste suplicar por morir?

— ¿Siempre has sido tan naturalmente curioso?

Jeongin asintió, Felix suspiró mientras miraba un punto en la nada de la habitación. ¿Cómo acabó en esa situación? Teniendo a un caníbal amarrado en espera de que su novio el psicópata se volviera loco. Él solo deseaba un mundo mejor, solo quería que las cosas fueran más sencillas.
Aunque tal vez, muy en el fondo, también disfrutaba esos momentos de súplicas.

Después de todo, prometió un mundo mejor en memoria de su hermana.

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