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24

Muy contrario a lo que podía parecer, a Jeongin le gustaba la paz. Había crecido en un sitio tan tranquilo que gozaba todos los días del sonido de las hojas moverse con el viento, algunos animales entre las ramas del suelo que se quebraban a cada paso, el agua fluir en pequeños olas que chocaban contra la tierra de los bordes del lago. Amaba esos momentos de silencio.

El pueblo era muy ruidoso, aún así estaba haciendo su esfuerzo para sobrellevarlo, a veces se quedaba todo el día en la habitación de Hyunjin mientras éste salía, eran las horas en las que fingía que nada más existía, era tan silencioso. Pero Seungmin estaba alterando esa paz. Luego de que el chico dijera que los había visto ir al bosque todo pareció ir más lento, había tenido la necesidad de saltarle encima y arrancar la piel de su cuello para silenciarlo de una vez por todas, pero solo pudo observar cómo se alejaba mientras empuñaba sus manos, las uñas presionaban con fuerza su piel, mordió su labio inferior hasta que sangró, en un intento de no gritar de frustración. Así que finalmente caminó hasta estar en el bosque, necesitaba silencio para poder pensar.

Tenía que encargarse de Seungmin.

Pero Hyunjin no aceptaría.

Jadeó con frustración mientras llevaba sus manos hacia sus cabellos, ¿Cómo podría encargarse de él? Podía desaparecerlo y fingir que fue la misma persona que se encargó del sacerdote. Ah, ese hombre, Jeongin recordaba sus palabras de consuelo cuando fue a la iglesia, definitivamente las apariencias engañaban. Escupió. Le daba asco pensar que estuvo tan cerca de alguien que podía tocarlo, nadie más debía hacerlo, él era de Hyunjin.
¿Pero cómo desaparecer a Seungmin? Él no quería comérselo, lo aborrecía, le hablaba mal de él a su pareja y eso era intolerable. No sentía más que odio hacia su persona y sabía que era recíproco, tal vez eso era lo único que tenían en común.

Jeongin solía estar muy atento a lo que sucedía a su alrededor, crecer en el bosque desarrolló mejor su oído de forma que podía escuchar con claridad algunos ruidos que apenas eran suaves, pero esta vez era tanto su odio hacia Seungmin que se desconcentró de su realidad. Tal vez por eso lo único que pudo sentir fue un agudo dolor en la cabeza mientras todo le daba vueltas, cayó con su mejilla pegada a la tierra, siendo lastimado por las diminutas ramas y piedras del suelo, sus oídos qué solían salvarlo cuando cazaba ahora estaban aturdidos por un horrible ruido molesto, un pitido. Había recibido un golpe en la cabeza.

( 🔪 )

Cuando Jeongin despertó su cabeza dolía como nunca recordaba hubiera hecho con anterioridad. Se sentía aturdido, desorientado, aunque al mismo tiempo la sensación de haber dormido mucho le causaba una especie de cansancio. Su visión borrosa poco a poco regresó a la normalidad, aunque podía sentir los párpados pesados y sus ojos arder un poco, causando que mantenerlos abiertos más de cinco segundos fuera casi nulo, pero aún con sus limitaciones pudo empezar a notar cosas del sitio donde estaba.

Era una habitación simple, carecía de muebles salvo por la pequeña cama donde se encontraba acostado, solo había una ventana cubierta con apenas una capa de periódico, la luz podía entrar perfectamente al igual que el viento que causó se estremeciera un poco. Posó sus manos en el colchón para poder ayudarse a sentar, aunque aún se sentía agotado, necesitaba regresar a casa; sin embargo, fue hasta ese momento que notó que estaba atado de los tobillos a la base blanca con unas telas gruesas. Arrugó su entrecejo y torció sus labios.

Llevó sus manos hacia la tela de su tobillo izquierdo, intentó deshacer el nudo haciendo presión con su índice para abrirse paso entre este, pero fue inútil, estaba realmente fuerte y pensó que quien lo ató lo hizo considerando que, al soltarlo tendría que ser únicamente cortando la tela. Si es que lo soltaba.
Llevó su diestra hacia su cabeza, aún se sentía confundido, ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Por qué estaba ahí? ¿Dónde estaba Hyunjin? ¿Dónde estaba él?

Entonces pudo escuchar una puerta abrirse, fue consciente de la llave entrar en la cerradura y dar dos vueltas antes de que el seguro cediera, también pudo escuchar el mismo número de vueltas cuando la puerta se cerró. Se mantuvo en silencio intentando reconocer más, podía escuchar las pisadas sobre la madera, algunos pasos causando un crujido en el gastado piso, como si en cualquier momento fuera a quebrarse, también el sonido de las llaves dejadas en algún lado y un sonido que quiso suponer era una bolsa. Ojalá hubiese estado más atento cuando estaba en el bosque, su sentido del olfato y oído era algo que enorgullecía a Jeongin; podía reconocer el aroma de Hyunjin entre la multitud, podía escuchar los pasos del señor Hwang cuando llegaba en las madrugadas del trabajo incluso si éste intentaba no hacer ruido. Y esta vez pudo reconocer los pasos acercarse cada vez más, y aunque estaba listo para todo, en cuanto aquella persona entró a la habitación tras girar la perilla, no pudo hacer más que sorprenderse antes de sonreír de lado, la comisura derecha de su labio tembló un poco antes de que se soltara a reír, teniendo que acostarse nuevamente debido al dolor en su estómago hasta que poco a poco empezó a relajarse.
Dejó salir un sonoro suspiro entre una sonrisa mientras llevaba su brazo derecho a descansar sobre su frente.

— Todos están tan locos aquí —habló.

( 🔪 )

Hyunjin no se preocupó cuando dieron las seis de la tarde y Jeongin no había llegado, estaba acostumbrado a que el chico llegara tarde en algunas ocasiones debido a su gusto por el anochecer. Pero cuando dieron las nueve y posteriormente las once, un nudo empezó a formarse en su estómago y garganta mientras la ansiedad empezaba a dominar su cuerpo. Estaba sentado frente a la mesa, esperando que en cualquier momento el chico entrara por la puerta solo para ver como él yacía un poco desesperado, golpeando sus uñas de forma rítmica contra el comedor, pero eso nunca pasó.

Cuando dieron las doce supo que algo andaba mal y no pudo evitar reclamarse haber perdido de vista a Jeongin. El chico casi siempre estaba pegado a él, pero esta vez se encontraba tan inmerso en conectar el asesinato del sacerdote con alguien del pueblo para poder quitarse a Felix de encima, que ni siquiera escuchó al más joven salir de la casa. Y aún así no podía explicarse donde se había metido. Sabía que Jeongin gozaba de ir al bosque, Dios, amaba ese lugar, pero nunca se quedaba más de tres horas porque era el tiempo que le tomaba empezar a recordar su infancia y Jeongin odiaba recordar.

Entonces, escuchó el sonido de una hoja deslizarse. Dirigió su mirada hacia diferentes puntos intentando encontrar el origen del sonido, pero al notar un delgado sobre amarillo en el suelo, frente a la puerta trasera, sintió su cuerpo más tenso. Observó por unos segundos el papel, como si estuviera negándose a verlo realmente o como si con ello se pudiera postergar lo que sea que tuviera ahí, pero entonces cayó en cuenta de que sea lo que fuera, ya estaba pasando, y evitar abrirlo no aplazaría nada, simplemente se retrasaba él mismo en saberlo.

Tomó aire, lo más que pudo y se levantó sintiendo sus pies pesados, caminó hasta poder agacharse para tomar el sobre, no decía nada por fuera y la esquina estaba sellada únicamente con un pequeño sticker circular blanco. Dió otro respiro profundo y finalmente, despegó el sticker para poder abrirlo y ver aquello que temía. Era una foto, una donde podía verse a Jeongin dormido y atado con telas blancas a una cama que parecía de hospital. Tembló en su lugar, dio vuelta a la foto y elevó otro poco sus cejas al notar que algo estaba escrito pero cada letra era de un recorde de periódico diferente.

"¿Qué se siente estar del otro lado?"

Entonces su miedo se disipó y en su lugar, una ola de rabia empezó a aparecer en su cuerpo, si bien aún había un vago rastro de miedo, era tan escaso que en medio del enojo no podía percibirlo. Arrugó el sobre amarillo entre su puño izquierdo mientras observaba la foto en su mano derecha. Alguien tenía a su Jeongin.

Le dió una patada a la silla del comedor, causando que cayera a unos metros con un ruido estruendoso que no se molestó en ocultar, estaba furioso. Caminó casi corriendo hasta su habitación, su padre no estaba así que nadie era testigo de los suaves gruñidos de rabia que soltaba entre dientes mientras tiraba alguna que otra cosa al buscar su ropa. Se cambió las prendas que tenía por un pantalón holgado negro y sudadera de igual color, tomó su gorra y cubrebocas y se puso sus tenis. Guardó la foto en el bolsillo trasero del pantalón y finalmente, se agachó hasta sacar una caja larga debajo de su cama, estaba detrás de un par de zapatos y de una bolsa de manta con solo unas prendas viejas, sacó de ella su bate cubierto de cinta aislante negra. Apenas tomarlo se sintió más poderoso, más capaz de todo y lo único que quería era recuperar a Jeongin, pero antes tendría que pasar a otro lado.

No le importaba la discreción, tampoco ser amable. Solo salió de su casa en dirección a otra que sabía no quedaba muy lejos de donde estaba él.

Caminó entre las calles oscuras y silenciosas hasta dar con una casa pequeña de fachada amarillo pálido, observó por unos instantes la puerta antes de rodear hasta dar con una ventana corrediza que forzó un poco hasta que el seguro botó, las ventanas eran viejas, era más seguro entrar por una de ellas que por una puerta y eso hizo. Entró con cuidado y cerró tras él para no levantar sospechas, empuñó con fuerza el bate y subió hasta la habitación donde esperaba encontrar a esa persona dormida. Sabía que estaría sólo, después de todo su padre también trabajaba en el departamento de policía y todos estaban atentos en sus puestos de trabajo investigando sobre el sacerdote.

Todos estaban tan desprotegidos.

Abrió con suavidad la puerta y sonrió de medio lado al ver como estaba descansado, respiró el aroma a pan y té de la habitación, olía a suavidad, a calma, a paz mental. Todo lo contrario a su habitación con olor a sangre coagulada y ansiedad. Pero lamentablemente la paz no duraba para siempre.

Ingresó al cuarto y no titubeó en dar un golpe con el bate sobre el vientre del chico, que aunque fue sobre las cobijas, sabía dolería. El chico abrió sus ojos al momento y tosió un poco, pero Hyunjin terminó colocando su mano sobre su boca para evitar que se quejara, de igual forma no pudo evitar sonreír bajo el cubrebocas cuando notó el terror y la confusión en la mirada del chico en cuanto notó quién era, amaba eso, el momento en que alguien se daba cuenta de que otra persona no era lo que parecía, era el momento donde todo caía y las personas actuaban en base a sus instintos y emociones al encontrarse extrañamente desorientados.

— Han Jisung, ¿Cierto?

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