23
Jeongin recordaba poco de su infancia, la mayoría de las veces cosas a medias.
Recordaba que su mamá solía prepararle galletas, pero no de qué eran, mucho menos el sabor. A él le gustaban mucho las cosas dulces pero luego de vivir mucho tiempo en el bosque, había perdido ese gusto pues todo era tan insípido.
Los primeros días sólo habían sido difíciles, caminaba tanto como sus pequeños pies le permitían y comía lo que veía a otros animales comer, porque en su poco conocimiento sentía que si un animal podía comerlo era porque el alimento estaba sano. Aunque la mayoría de las veces eran plantas, había un sabor que su mente recordaba como un bucle, el de la carne de su madre. Si cerraba los ojos y se concentraba en ello, podía recordar mejor el sabor metálico de la sangre y la textura fibrosa de la carne entre sus dientes, con más claridad que el sabor de las galletas, pero decidió vivir solo comiendo las plantas que veía hasta que su hambre pudo más. Fue entonces cuando, se encontró con un conejo muerto, tal vez de tiempo, tal vez de miedo, nunca lo supo, solo que de pronto estaba con su diminuto cuerpo entre sus manos y sus dientes buscando abrir la piel para acceder a los órganos.
Comió. Después vomitó.
Aún había una sensación extraña en su interior cada que masticaba, pero no conseguía reconocer qué era.
Jeongin recordaba poco de su infancia, la mayoría de las veces cosas a medias.
Recordaba que su papá llegaba y lo tomaba en brazos para elevarlo hasta que casi tocaba el techo, pero no el rostro de su padre y menos las sensaciones que le provocaba aquello que estaba seguro en algún momento le causó felicidad. Pero un tiempo pudo escuchar en sus sueños la risa del hombre, tan cálida y llena de amor pues adoraba a su hijo.
Un tiempo recordó la calidez de un abrazo y en el bosque buscaba abrazarse a algún tronco cuando sentía la necesidad de hacerlo, en busca de compensar esa ausencia de cariño que sentía repentinamente hasta que poco a poco dejó de extrañarlo, o al menos eso creía. A veces sentía envidia cuando veía a los animales más pequeños resguardarse bajo la protección de sus padres y varias ocasiones se pegó a ellos cuando caminaban su ruta de migración, pero nunca salía del bosque, jamás lo suficientemente lejos del lago que le había salvado de morir tiempo atrás.
Conforme fue creciendo no fue diferente, al contrario, podría decir que todo eso evolucionó cuando vio la primer pareja ir al bosque, él solo iba a beber agua y de pronto notó la presencia de ambos jóvenes junto al lago. Tenían una gran tela bajo de ellos y una canasta con cosas adentro, tal vez comida, Jeongin no lo podía descifrar desde esa distancia pero tampoco quería arriesgarse a estar más cerca, solo los espió a lo lejos. El toque de manos, las sonrisas mutuas, los abrazos y finalmente, un beso de larga duración que cambió cuando poco a poco la pareja se iba acostando, fue la primera vez que vio que los humanos también podían ser un poco parecidos a los animales.
Y no fue la única pareja que fue, así que encontró un patrón. Lo que compartían ambos es que una parte era más fuerte y protectora, mientras la otra era más sumisa y accesible, este lado siempre terminaba siendo montada por el más fuerte, ya sea luego de que habían comido, tras un gesto amable o habiéndolo protegido de algo, entonces entendió que era un modo de agradecer ese cuidado y empezó a preguntarse si en algún momento él tendría alguien a quien darle las gracias, que lo cuide y procure que ya no siga en esa situación de vida o muerte.
Deseaba que fuera así pero el tiempo pasó sin señales de ello.
Jeongin practicaba las palabras que recordaba decían sus padres y a veces las que aprendía cuando escuchaba a la gente del lugar hablando. Se hablaba él mismo o a los animales que se iba encontrando aunque claro estaba, no obtenía respuesta. Pensándolo mejor, habría sido algo realmente aterrador obtener una. Aunque el tiempo pasaba y se alimentaba lo mejor posible, su estómago seguía exigiendo algo, carne. Y parecía que demandaba más, no importaba que intentara saciar esa necesidad con los pequeños animales que cazaba de forma ocasional.
Entonces un día lo vió.
Un hombre completamente vestido de negro arrojó algo cerca del lago cuando el sol se estaba ocultando, Jeongin no pudo ver bien su rostro porque llevaba gorro y cubrebocas, pero cuando pasaron unos minutos desde que dejó algo y se fue, se atrevió a acercarse, notando la horrenda escena cuando abrió un poco la bolsa negra, un cuerpo sin ojos ni dientes, era repulsivo. Abrió otro poco la bolsa y pudo percatarse que tampoco tenía las puntas de sus dedos, era un verdadero asco pero, ¿Por qué tenía tantas ganas de morder?
Jeongin recordaba poco de su infancia, la mayoría de las veces cosas a medias, pero algo que nunca olvidaría fue la vez que comió de un cuerpo sin tener la necesidad de hacerlo, no había hambre de por medio, solo gusto.
Se acercó lento hasta un costado, con cuidado, casi con miedo de que aquel cuerpo se levantara aunque claro estaba, eso no sucedería, entonces mordió primero con suavidad y después ejerciendo fuerza cuando notó que debía ser firme si quería arrancar la carne. No era dulce ni agradable, nada a comparación de lo que recordaba sabía su mamá, pero tal vez era que estaba romantizando aquel recuerdo para no sentirse tan culpable. Aún así, había algo en todo eso que le hacía sentir bien, una especie de sabor adictivo cuando conseguía mascar lo suficiente para poder sentir la carne deslizarse en su garganta. Su mandíbula se sentía tensa, sus muelas empezaban a doler a cada mordisco pero no quería parar, una explosión de emociones se asentó en su cuerpo causando que su mente diera vueltas, todo parecía ir tan rápido y al mismo tiempo tan lento, de nuevo tenía la sensación de querer vomitar.
Pero se forzó a mantenerlo.
No estaba en condiciones de desperdiciar. Pero una vez acostumbrado al sabor fuerte en su boca, no quiso detenerse.
Entonces empezó la impaciencia cuando el hombre que vestía de negro no regresó con otro cuerpo. Pasó una semana, dos, cuando llegó la quinta Jeongin realmente deseaba sentir otra vez esa sensación ácida y fuerte de la carne en su boca, así que pensó que si nadie lo llevaba, era su turno de buscar.
Fue durante un atardecer, Jeongin amaba ese tiempo del día pues podía disfrutar del calor que para ese momento no era molesto, solo cálido, como un agradable abrazo que rodeaba su cuerpo en paz. Muchas veces el bosque no era tan malo, le permitía disfrutar el silencio. Recordaba los gritos de su mamá los últimos días que estuvieron juntos, siempre molesta, muy ruidosa. Pero entonces, su paz se vio afectada cuando un chico pasó caminando, lucía bastante molesto pero repetía palabras que el limitado vocabulario de Jeongin no entendía en su totalidad, solo alcanzó a rescatar "esa perra malagradecida" antes de que el chico tropezara con una de las raíces grandes de un árbol, Jeongin estaba oculto muy cerca, incluso sintió su corazón acelerarse al sentir que podría notar su presencia detrás de un tronco donde solía descansar. También pudo sentir su boca salivar cuando vio como el chico se había golpeado la cabeza y ahora sangraba, el joven se quejó mientras intentaba detener el sangrado y Jeongin solo pudo ir acercándose poco a poco, en total sigilo como observaba a otros animales hacerlo cuando debían cazar. Eso estaba haciendo él, tanteando a su presa que decidió acostarse un rato debido al mareo.
Tan pronto la idea atravesó su mente no dudó en hacerlo, pues al ver una gran roca cerca de ellos se acercó a tomarla para poder lanzarse a atacar al chico directo a su cabeza. Pudo sentir un forcejeo débil bajo su cuerpo, no hubo mucha oportunidad de protegerse pues Jeongin fue certero y rápido hasta que consiguió deshacer su cabeza, de igual forma no comería esa parte. Fue hasta que no hubo más movimiento bajo su cuerpo cuando dejó de golpear y tiró la piedra a un lado, respiró profundo, tomó todo el aire posible y lo exhaló poco a poco, el aroma de la sangre empezó a mezclarse con las hierbas y la tierra húmeda cercana al lado, el sol había terminado de ocultarse mientras Jeongin miraba ahora el cielo, sonriendo cuando vió como las estrellas empezaban a ser más notorias y se sintió nuevamente en paz.
Amaba esos minutos en silencio. Aunque ahora era acompañado del sonido que causaba al arrancar la piel hasta que finalmente consiguió abrir el abdomen para hurgar entre los órganos, aún así, ese sonido era más agradable que los gritos que el chico había estado dando.
Pero Jeongin estaba seguro de que aunque recordara poco de su pasado, no viviría del mismo. Así que se centraba en su presente, ese donde caminaba entre las calles de un pueblo sumido en el miedo luego del asesinato de un sacerdote, ese donde un detective le pisaba los talones a él y a su novio. Definitivamente mucho había cambiado.
— No, te vas a ensuciar —escuchó de pronto, desvió su mirada hacia su derecha consiguiendo ver a ese par de chicos que llegaron con Felix—. Minho, no comas eso así.
El más alto comía una crepa, mordiendo los lados y causando que un poco del helado se derrame.
— Quiero masa, no helado.
— Entonces debiste pedirlo sin helado —dijo el otro chico mientras tomaba su servilleta para limpiar un poco la boca del chico.
Jeongin resopló, ahora entendía porqué eran amigos de alguien como Felix, un trío de idiotas con placa.
— Lo siento, ¿Te molesta? —habló de pronto al que reconoció como Minho, mostrándose molesto. No había notado que se quedó mirando fijamente a la pareja.
— Lo siento, estaba distraído —respondió Jeongin.
— No somos espectáculo para tu morbo —se limitó a decir el chico.
— Minho, ya dijo que no fue su intención.
— Como si no hubiésemos escuchado eso antes.
— Debes disculparlo —dijo Chan—, es cierto que es un pretexto común así que ya no sabemos cuándo tomarlo como cierto.
Jeongin elevó un poco sus hombros y tras hacer un gesto de despedida moviendo con calma su diestra, se alejó recibiendo como respuesta una sonrisa de Chan y una mirada aún no muy agradable de Minho.
Llegó hasta una de las expendedoras de periódicos y así, poder dejar una moneda para luego sacar uno. Sabía que Hyunjin estaba ocupado, pero diario iba a comprarlo así que quiso hacer algo por él y ahorrarle el camino aunque no era mucho. Levantó la mirada, la máquina estaba frente a la oficina postal y pudo ver ahí a Seungmin dejando unos sobres, resopló con molestia, lo que menos deseaba era escuchar las palabras del chico que lo culpaba por robarle a su amigo, pero Jeongin no había hecho nada malo Hyunjin era suyo, ¿Cómo iba a robar algo que le pertenecía?
— Jeongin, que raro verte sólo —giró un poco, viendo a otra persona que no deseaba encontrarse pero ahí estaba, Felix—. Creo que la única vez que lo hice fue cuando llegué, pero casi siempre estás con Hyunjin.
El menor arrugó un poco su nariz, el tono en que lo dijo lo puso alerta y pensó que realmente debió haberse comido a Felix aunque Hyunjin dijera lo contrario, se habrían ahorrado problemas. Pero otra idea cruzó su mente, así que de inmediato sonrió intentando mostrarse amable.
— Hyunjin está descansando, se siente un poco sorprendido con todo esto que sucede. Además prefiere no salir si es sospechoso.
— Veo que ya te comentó nuestra charla.
— No hay secretos entre nosotros. Pero en realidad nos dió mucha gracia eso, ¿Por qué nosotros?
— Admítelo, son un poco sospechosos —respondió el rubio elevando sus hombros antes de dejarlos caer—. Tu reciente aparición en el pueblo también lo es. Eso te hacía mi sospechoso principal.
— ¿Soy sospechoso por huir de una vida que no me gustaba? —preguntó fingiendo tristeza—. ¿Entonces si voy a la ciudad me culparán de las muertes aunque ya hubiese desde antes?
— Bueno, si lo planteas de esa forma suena un poco cruel de mi parte.
— Solo quiero que no exista tensión entre nosotros, detective —dijo el menor nuevamente con una sonrisa, atreviéndose a poner su diestra sobre el hombro del rubio en un apretón suave—. Usted me agrada, mucho en realidad. Es una persona de bien, sé que solo quiere lo mejor para el pueblo.
— En eso estamos de acuerdo, solo quiero lo mejor para estas personas.
Pese a sus palabras, Felix se mostraba aún un poco a la defensiva. Aún así terminó sonriendo un poco mientras se despedía diciendo que debía ir con sus amigos. Jeongin hizo un gesto con su mano a modo de despedida intentando mostrarse amigable, pero cuando escuchó la campanilla del lugar, su sonrisa cambió a una más satisfactoria.
— ¿Qué haces aquí? —escuchó a Seungmin.
— Nada, solo tenía una charla con el detective Lee —respondió Jeongin, girando a mirar al chico mientras cambiaba su expresión a una de confusión.
— No me hagas esa cara a mí, yo sé que realmente no eres lo que dices ser —se quejó el mayor con una expresión de asco.
— Pensé que ser creyente te hacía buena persona, Seungmin, que malo eres con tus semejantes —aunque esas palabras estaban destinadas a expresar tristeza, Jeongin no pudo evitar decirlas con una amplia sonrisa, bastante divertido con la situación—. ¿Te molesta qué hable con Felix?
El mayor hizo una mueca de desagrado, siendo suficiente respuesta para Jeongin quien se soltó a reír mientras negaba con la palma de su mano.
— ¿En serio? Vaya, de haber sabido lo habría hecho más a menudo.
— No creo que sea algo que le guste a Hyunjin, ¿O si?
La expresión de Jeongin cambió, su sonrisa se deformó antes de mostrarse a la defensiva.
— ¿Qué sabes tú?
— Sé que deben tener algo. Los he visto huir al bosque algunas noches, como todas las parejas —respondió disminuyendo el tono de su voz a medida que hablaba, mostrándose incluso un poco sonrojado mientras desviaba la mirada.
— ¿Nos has seguido? —preguntó, casi en un murmuro mientras sus manos se hacían puños dentro de su sudadera.
— No, no quiero ver nada indebido. Pero deberías ser más cuidadoso, Hyunjin es estimado por todos aquí y tu lujuria no debería hacer caer su imagen, si yo los vi cualquiera podría hacerlo y nadie será tan amable como yo para guardar silencio. Pero solo porque quiero mucho a Hyunjin, tú no le importas a nadie.
Y sin decir más, se fue caminando, empujando un poco con su hombro a Jeongin al chocar con él mientras éste se mantenía sumido en sus pensamientos. Seungmin los había visto ir al bosque, a Seungmin le gustaba Felix, quien ya tenía sospechas de ellos y que podría ayudarlo si lo requería, lo cual solo significaba una cosa.
Tenía que encargarse de Seungmin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro