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20

Horas antes

Bang había terminado finalmente con su jornada de trabajo cuando fue hacia el área de su novio, ambos se habían conocido por el empleo que, admitiéndolo, la paga en ese lugar no era tan buena para lo que hacía pero si con ello podía ir y venir todos los días con Minho él sería feliz. Aunque esta vez el chico no salía de las oficinas, por lo que antes de que la angustia le comiera más, se animó a ingresar.

Había poca gente ya, algunos le saludaban diciéndole que Minho seguía en su escritorio, el lugar eran varias pequeñas oficinas divididas tan solo con paredes delgadas de madera y vidrios, por lo que todos podían verse si estaban de pie y aunque ese no era el caso de Minho, Chan sabía exactamente donde se ubicaba el escritorio con las paredes cubiertas de fotos de sus tres gatos.

— ¿Por qué no sales aún? —preguntó Bang apenas se acercó notando a su novio mirando la pantalla mientras agitaba una pluma entre sus dedos—. ¿Caso difícil?

— Peor aún, Felix no me ha enviado su registro de cada día —respondió el chico con notoria angustia—. Han pasado nueve minutos desde la hora que suele hacer.

— Tal vez tuvo un contratiempo.

— No, Felix sabe que la impuntualidad me pone de nervios, sabe que me envía su registro a las once de la noche, no las diez con cincuenta y nueve, no las once con un minuto. Once en punto sin falta.

— La gente suele tener cosas que hacer, Min.

— Enviaré un recordatorio.

Chan suspiró viendo a su novio teclear unas cosas, pero terminó sonriendo al verlo tan determinado. Minho tenía una obsesión con el tiempo que pocos podían entender, tal vez por eso él y Felix eran buenos amigos, solían ser peculiares a sus modos. Minho ayudaba a Felix con las direcciones y Felix era quien llevaba los papeleos a Minho ya que el resto de las personas solían ser muy impuntuales. Algunos incluso bromeaban a sus espaldas, se acercó a Minho luego de que recién llegó como forense a esa área de la ciudad, escuchaba muchas cosas del "conejo blanco de Alicia pidiendo tales cosas" y nunca entendió hasta que lo vio por primera vez. Molesto yendo a decirle a una policía que debió haberle llevado unos documentos a las tres, pero ya eran las cinco, la mujer intentó restarle importancia actuando prepotente por estar con un par de compañeros, pero Chan nunca olvidaría las palabras del pequeño castaño ante ello.

"Esos papeles son importantes para meter preso a un violador, si tu mente está lo suficientemente tranquila con la idea de que ese monstruo vuelva a las calles es tu problema, pero yo haré lo posible por verlo preso. Si no vas a hacer tu trabajo no estorbes, solo avísame para hacerlo todo yo desde un inicio."

Las tres personas que se burlaban de Minho se quedaron calladas ante sus palabras. Fue ese momento cuando Chan supo que tenía que conocerlo más y entre tiempo y charlas su relación había escalado rápidamente al noviazgo.

Minho activo la alarma en su propio celular, dando un recordatorio al de Felix pues desde que el más joven fue a aquel pueblo habían enlazado sus celulares, ya que el chico le dijo que cada noche le enviaría todo lo que fue aprendiendo ese día fuera relevante o no, cada detalle estaría recibiéndolo Minho en una bitácora.

— Chan, ¡Chan! —el menor empezó a alterarse sin alejar su mirada de la pantalla—. Felix estaba recibiendo la alarma pero de pronto su señal desapareció.

— Bien, esto ya no es bueno.

Minho empezó a teclear unas cosas sin dejar de ver la pantalla de su computadora, para ese momento también empezaba a caer en la angustia. Su amigo había ido a un pueblo donde un loco estaba desapareciendo a la gente que conocía, en un sitio tan reducido y aún así, conviviendo desde años estaba acabando con sus vidas. Aunque ambos habían insistido en acompañarlo, Felix se negó diciendo que necesitaba ir primero él sólo y en caso de necesitar ayuda lo sabrían, pero ahora empezaba a sentir culpa porque, ¿Y si era muy tarde para ayudarlo?

— El último autobús sale en una hora —habló de pronto Minho mientras dejaba todo lo que hacía, Chan lo observó con asombro unos segundos a lo que el castaño terminó aplaudiendo un par de veces para traerlo de nuevo en si—. ¡Chan, rápido! Debemos ir a casa por las maletas de emergencia.

Finalmente el mayor asintió, tomando las cosas de Minho para poder ir hacia su vehículo y conducir a casa. Ambos tenían una maleta lista pues, a veces solían llamarle a Chan para ir a otro lugar un poco retirado como apoyo ya que era bueno en su trabajo, siendo así, terminaba llevando igual a Minho porque no podían estar mucho tiempo separados y como esas cosas solían ser de un día para otro habían optado por tener algo listo para cualquier llamado repentino. Nunca esperaron que eso les ayudaría para agilizar las cosas cuando Felix repentinamente dejara de dar señas de vida.

❀・°・❀

El viaje les había tomado ocho horas, contando unas breves paradas en algunas estaciones de descanso. El pueblo estaba realmente retirado, así que tuvieron que empezar a caminar desde que bajaron del autobús pues ningún vehículo iba hacia allá, ni siquiera los taxis, lo cual les costó otra hora caminando.

— ¿Por qué no pudo recogernos un auto como a Felix? —se quejó Chan, cansado mientras seguían la última coordenada que tuvieron de Felix entre los árboles.

— Porque nadie sabe que andamos aquí —respondió Minho, alternando su mirada entre el camino y su móvil—. Estamos cerca.

— Me duelen los pies, tengo hambre, estoy de mal humor —se quejó Chan, causando que su pareja riera finalmente un poco por sus reproches.

— Pareces un niño... —murmuró hasta que su celular le indicó que habían llegado, miró alrededor y a unos metros de distancia pudo ver la parte trasera de un lugar—. Mira, debe ser ahí.

— Alto, alto, alto, oye —Chan le tomó de la muñeca evitando que avanzara más, ante la confusión de Minho, el mayor hizo una expresión de obviedad—. ¿Un sitio feo en medio de la nada donde fue el último lugar que se vio a Felix? No sé, siento que si entramos solo así acabaremos en pedacitos.

— ¡Tienes razón! —Minho buscó en su maleta, sacando y cargando su arma antes de correr hacia el lugar ante la atónita mirada de su novio.

— ¡No me refería a eso! —al ver que el chico no cedía, terminó corriendo tras él de forma torpe por llevar la maleta cargando y no en su versión con ruedas como el su pareja—.  ¡Min, yo no tengo un arma, no me dejes!

El menor llegó hasta la puerta de aquel lugar que rápidamente identificó como abandonado, su corazón latía rápidamente mientras tomaba el arma titubeando de entrar, no le temía a una persona armada, tenía miedo de encontrar a su amigo muerto. Pero si no se daba prisa todo podía ser posible, así que empujó ligeramente la puerta que se abrió con un chirrido molesto, era un lugar notoriamente viejo, poca luz se filtraba por las ventanas rotas en la parte alta casi tocando el techo, había cajas sucias apiladas en unos rincones y el suelo sucio salvo en un rastro.

— Chan, mira —Minho se agachó a la altura de la parte con menos suciedad—. Alguien pasó por aquí.

— A juzgar por el rastro diría que fue más de una persona —comentó el mayor, acercándose a ver más de cerca y frunciendo su entrecejo al notar unas partes aún más limpias—. Caminaron por aquí, pero algo iba arrastrándose de forma irregular. Hay huecos más limpios, ¿Una mochila?

— A menos que fuera bastante pesada ¿Por qué irías soltando una mochila a cada ciertos pasos? —preguntó el más joven, sintiendo un escalofrío cuando una idea atravesó su mente—. No era una cosa... Creo que alguien iba tropezando...

Ambos se miraron por unos segundos con miedo, sin embargo, el ambiente tenso pasó a segundo plano. Un choque de algo metálico llamó su atención, Minho se levantó para tomar nuevamente con firmeza su arma y apuntar mientras iba caminando, atrás de él, Chan iba asegurándose que nadie se encontrara a sus costados o detrás de ellos mientras avanzaban. Pero el alivio llegó a ellos cuando notaron a Felix amarrado a un tubo viejo, sus uñas hacían ese ruido al chocarlas contra el tubo pues tras pasar horas gritando su garganta dolía y ya no tenía fuerza para ello.

— ¡Felix!

Ambos chicos gritaron en unísono mientras se acercaban al rubio, cabizbajo, con sus labios resecos. Minho sacó una botella con agua de la maleta para poder acercarle a beber, Chan por su parte intentaba desamarrarlo, sintiendo su corazón doler cuando vio los dedos ensangrentados de Lee, ¿Cuánto tiempo llevaba así? ¿Qué tanta desesperación debió sentir para no importarle lastimarse mientras lo escucharan?

Felix bebió del agua, sintiéndose un poco mejor. No había pasado tanto tiempo pero el cansancio por intentar llamar la atención de alguien había logrado que se sintieran días, pero apenas era la tarde del día siguiente. Al reconocer a Minho los ojos de ambos se llenaron de lágrimas apenas hicieron contacto visual.

— Viniste... —murmuró el rubio.

— No iba a dejar sólo a mi mejor amigo... —respondió Minho, pellizcando un poco la mejilla de Felix quien sonrió.

Chan finalmente soltó las cuerdas y le dijo al más joven que tuviera cuidado con sus manos, pues tenía las marcas de las cuerdas y la piel en sus muñecas ligeramente moradas. También le comentó a Minho que traían unas vendas y alcohol en su maleta para curar los dedos de Felix, cuyas uñas estaban ligeramente destrozadas.

— ¿Quién te hizo esto? —preguntó el forense mientras curaba con cuidado los dedos de su amigo, quien hacía unas muecas por el dolor—. Lo voy a matar.

— No pude verle el rostro, pero estoy seguro de algo. No es solo una persona, como sospeché este tiempo.

— ¿Estás seguro?

— Estoy seguro. Revisé unas cosas, una mochila, había un periódico con tinta seca corrida...

— Una primera copia —dedujo Minho, viendo a su amigo asentir.

— Lo mismo pensé, solo hay dos sitios donde entregan los primeros periódicos en imprimirse, la biblioteca y la estación de policía.

— Esto está jodido... —habló Chan— ¿Me estás diciendo que nuestros asesinos son unos ratones de libros o unos oficiales?

Felix asintió, causando un suspiro de frustración por parte de ambos chicos.

— Estamos solos en esto...

— ¿Seguro que quieres seguir, Felix? —preguntó el mayor de los tres—. Podemos decir que tras este intento de asesinato ya no es seguro y asignar el caso a otra persona. No tienes que hacerlo...

— No, pero quiero hacerlo —aseguró el rubio—, aquí está jodido y si no hacemos algo, inocentes seguirán muriendo.

Minho resopló con cansancio mientras terminaba de vendar los dedos de su amigo, mirando después a su pareja, quien tras unos segundos de expresión neutra asintió dedicándole una sonrisa apenas visible.

— Bien, pero nos quedaremos contigo.

— Chicos, no tienen que hacerlo.

— No, Felix, cállate —se quejó el castaño—. Nos vamos a quedar, no te preguntamos. ¿Qué hubiese pasado si no llegábamos a tiempo? Ibas a estar aquí por varios días hasta morir deshidratado. Tu voz sigue muy ronca por lo que estuviste gritando, definitivamente vamos a quedarnos pero descuida, no vamos a entorpecer tu avance.

El rubio sonrió, abrazando a ambos chicos con sus brazos al pasarlos sobre sus hombros para acercarlos a él.

— Son los mejores...

— Lo sabemos, lo sabemos —se jactó Lee.

Felix miró sus manos, ligeramente moradas como mencionó el forense, sus muñecas marcadas y sus dedos vendados, no pudiendo evitar un suspiro de tristeza por ello, lo habían tomado con la guardia baja, se había adentrado confiando en él mismo y aquello casi le costaba la vida, ¿Era acaso una decadencia? La frustración se adueñó de él por un instante, ¿Por qué no lo había matado? ¿Estaba burlándose de tener la capacidad para decidir quien vivía o moría? La sola idea de que aquella persona se sintiera con la libertad de elegir sobre su vida lo hizo enojar.

— O tal vez estaba frustrado... —susurró de pronto, atrayendo las miradas de sus amigos— No me dejó vivir, él creyó que moriría, pero no me mató directamente, estaba enojado de que las cosas terminaran así.

— ¿Dices que esa persona le restó importancia a tu muerte por mera frustración?

— Para él iba a morir de la peor forma que pudo darme... Sin interés, ¿Por qué alguien que se atrevió a dejar un cuerpo como un mensaje dejaría a una persona morir sola? No esperaba que lo encontrara tan rápido, estaba viendo esto como un juego.

— Que tétrico que alguien deseé alargar esto solo por la sensación de adrenalina —se quejó Chan, tomando una barra de cereal que llevaban en su maleta junto a unas botellas con agua.

— Entonces tenemos que asegurarnos de sobrevivir en este juego —respondió Felix.

Sentía sus manos adoloridas pero la motivación suficiente para terminar con ello lo antes posible. Entonces, sonrió con más entusiasmo al pensar en algo que podría ayudarles a reducir a sus sospechosos.

— Tengo una idea, pero necesitaré de su ayuda.

Sus amigos se miraron por unos segundos en silencio, Bang observó a su alrededor, atento a todo lo que podía ver y sentir, la humedad del lugar, el polvo que se notaba en el aire cuando pasaba por los rayos de luz entre las ventanas rotas, las cajas rotas y unos cuantos insectos caminando hacia ellas en un intento de pasar desapercibidos cuando escuchaban el ruido. Suspiró, llevando nuevamente su mirada hacia Minho quien lucía expectante de alguna seña, entonces toda vista amarga cedió paso a lo hermosa que era la mirada de su novio, por lo que terminó sonriendo mientras asentía. Minho imitó su acción esta vez mirando a Felix.

— Cuenta con nosotros.

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