19
El sonido de las cosas cayendo era tan fuerte que incluso jeongin empezaba a sospechar alguien podría escucharlos pero por más que intentaba calmar a Hyunjin, no escuchaba. El chico tiraba las cosas a su paso con coraje, ahogando pequeños gritos mientras mordía su labio inferior para finalmente acercarse al cuerpo en el suelo de Felix, quien sangraba luego del golpe.
— ¿¡Por qué tenías que hacer eso!? ¡Pudo ser más divertido! ¡Pudimos tener un enfrentamiento digno y acabaste con tus mierdas! —le reclamó aunque no pudiera escucharlo, luego de apretar otro poco la tela de su suéter entre sus manos terminó por dejarlo caer de nuevo—. Que estúpido.
— Hyunjin... —el más joven intentaba decir algo pero las palabras no salían, nunca había visto a su pareja tan molesta.
Ambos escucharon de pronto la puerta abrirse y cuando vieron a lo lejos a Felix, se sorprendieron, no había forma de salir, si lo dejaban avanzar más incluso pudo descubrir el cuerpo de la mujer que habían matado, por lo que en un acto que detestaba hacer, Hyunjin golpeó con su bate la cabeza del chico que llevaba quince minutos sin reaccionar a nada, pero todavía tenía un débil pulso.
— Amárralo —agregó Hyunjin tronando sus dedos mientras se apartaba un poco para poder tomar aire.
Jeongin se acercó para amarrar las manos y pies de Felix con las cuerdas que llevaban, podía sentir el ambiente tan pesado debido al mal humor que atacó a Hyunjin. De pronto un ruido llamó la atención de ambos, un sonido como una campanilla muy suave. Hyunjin pudo ver entonces el celular del chico que habían dejado en el suelo luego de que cayera inconsciente, la pantalla encendida solo conseguía ponerlo ansioso y sumado a su mal humor, solo pudo pensar en acabar con ese sonido que no daba tregua al descanso, por lo que estrelló su bate contra la pantalla repetidas veces hasta que dejó de emitir ruido.
— Genial, nuestro juego ha terminado.
— ¿Qué hacemos ahora? —preguntó Jeongin.
— Déjalo morir, después de esta enorme decepción solo puede pagar agonizando sus últimas horas de vida, sin comida, sin agua, tal vez una rata venga por él —respondió Hyunjin sin mayor interés.
Jeongin quiso sugerir otra cosa, tal vez mandar su cabeza como un mensaje a la estación de policía pero sabía que cuestionar a su novio en ese estado de completa frustración no sería lo mejor, así que tomaron sus cosas, limpiaron lo restante de la chica y se dispusieron a irse abandonando a un inconsciente Felix a su suerte. Nadie iba a esa bodega, no era relevante y por eso siempre decidían realizar la mayoría de las cosas ahí, lamentablemente aunque todos en ese pueblo pasaban por alto aquel lugar, el detective que desconocía eso había encontrado ahí su final.
❀・°・❀
Las apariencias seguían siendo algo maravilloso para Jeongin, vivió tanto tiempo siendo totalmente transparente porque en el bosque no había nadie a quien impresionar. No terminaba de acostumbrarse a la versión más amable de Hyunjin, quien en ese momento se encontraba dando la mano amablemente a otros tras terminar la misa de las diez de la mañana en domingo, no entendía la razón que llevaba al chico a seguir fingiendo devoción cuando sabía que en el fondo todo eso no era lo suyo. La gente normal no era lo suyo.
Hyunjin siempre había sido un desquiciado pero necesitaba un empujón para aceptar su lado más retorcido, ese que amaba la sensación de poder decidir sobre otros, dominar. Jeongin lamió con discreción su labio superior apenas con la punta de su lengua mientras miraba a su novio, definitivamente amaba dominar y era testigo de que era bueno en eso. Aunque no cedía al lado caníbal, Jeongin podía ver el brillo en su mirada llena de éxtasis cuando golpeaba la cabeza de alguien hasta destrozarla, cuando pasaba el filo de un cuchillo contra la suave piel, frágil, vulnerable, cuando podía escarbar en el fondo del cuerpo humano hasta saciar su curiosidad de los órganos antes de dejarlo "terminar con la evidencia".
Ese era Hyunjin en realidad, el que disfrutaba tener el mundo a sus pies, el que asesinaba, el que decía aborrecer verlo comer sin mesura pero luego de unos minutos necesitaba follárselo sin importarle que hubiera un cadáver a un lado. Sin detestar el sabor de la sangre en sus labios mezclada la dulce suavidad de estos, tan extraña combinación pero adictiva para ambos. No ese que pretendía ser en ese momento, arreglado, respetuoso, un buen chico.
— ¿Acaso es cierto eso de que los demonios no pueden entrar a una iglesia? —Jeongin giró su rostro al escuchar esa pregunta, resoplando con cansancio cuando vio a Seungmin.
— Divertido.
— Antes entrabas con él, ahora no vienes o apenas te quedas en la entrada todo el tiempo. Escuché que hace un tiempo echaron agua bendita, ¿te pusieron un escudo?
— Piérdete.
— Aunque me alegra, vives pegado a él, lo cual es raro —agregó Seungmin—, no es sorpresa que no me agradas, Jeongin. Solo quiero recordarte lo diferente que Hyunjin es a ti, no arruines su vida.
Jeongin se esforzó en no reírse en su cara, ¿diferentes? La única diferencia entre ellos era que uno encajaba los dientes en la piel y el otro un cuchillo. Pero no le sorprendía, Kim no conocía al chico tanto como decía hacer, ¿Arruinar su vida? Solo fue hasta que él llegó que Hyunjin realmente empezó a vivir. Pero nadie lo entendería si decidía ser él mismo, nadie podía apreciar la belleza en la perversión de Hwang, solo él, solo Jeongin era digno de conocer su lado real y aunque moría de ganas de jactarse de eso delante de todos, debía mantener un perfil bajo.
Ante la falta de respuesta por parte del menor, Seungmin regresó donde su madre para regresar a casa, el padre terminó de despedir a la gente antes de ingresar a su oficina.
— Creo que deberíamos empezar a preocuparnos y tomarlo en serio —habló uno de los hombres con el padre de Hyunjin, quien suspiró asintiendo.
— Eso me temo.
— ¿Ocurre algo, oficial Hwang? —preguntó la madre de Seungmin, quien se acercaba a despedirse del hombre y escuchó aquello.
— El día de ayer Felix no se presentó al trabajo. La última vez que lo vimos fue la noche del viernes, no le tomamos importancia ayer creyendo que estaba investigando o que se perdió por, bueno, su mala orientación. Pero ya es un día entero y debemos buscarlo.
— Eso es horrible —respondió la mujer, la atención de las personas que quedaban fuera de la iglesia se dirigió hacia los oficiales.
— ¿Cómo es posible que el detective desapareciera? —comentó un hombre—, si algo así pudo darse significa que podría pasarle a cualquiera.
— No se alarmen —dijo rápidamente el hombre—. Estamos seguros que no es nada grave.
Hyunjin se mostró preocupado y Jeongin no pudo evitar pensar que si no lo conociera, habría caído ante su falso interés, esa expresión de angustia se veía aparentemente normal al igual que el resto y es cuando notabas eso que podías ver la falsedad. Su expresión cambiaba entre angustia, calma e interés, exactamente conforme miraba a las personas. No eran sus sentimientos, estaba imitando sus gestos.
— Pasaremos toda la tarde buscando, nos vamos a dividir para que el pueblo tenga siempre dos patrullas atentas a su llamado mientras el resto busca al detective.
El oficial Hwang explicaba a las personas que estaban ahí en un intento de mantenerlas tranquilas, prometiendo imposibles al decir que traería al detective de regreso y aunque Hyunjin se mostraba expectante como el resto, en su interior algo reía. La gente tan ilusionada, tan seguros de que estaban a salvo.
— Creo que no será necesario, oficiales.
Todos voltearon en dirección contraria a donde segundos antes miraban, Hyunjin no pudo evitar sentir que el aire abandonaba sus pulmones mientras intentaba mantener una expresión tranquila, esa voz, era imposible.
— ¡Detective! —gritó Seungmin con una sonrisa sincera mientras se acercaba hasta donde Felix estaba de pie.
— ¡Lee Felix! —se quejaron ambos policías—. Nos diste angustia —esta vez comentó el segundo oficial.
— Lo siento, tuve unos inconvenientes —respondió mostrándose apenado.
Jeongin miró hacia Hyunjin con una notoria sorpresa, ¿Eso podía ser verdad?
— Estábamos listos para buscarlo —comentó una mujer—. No íbamos a quedarnos de brazos cruzados esperando noticias.
— Agradezco su preocupación —respondió el chico—, espero que sea la última vez que me ausento así, pero ya tendré tiempo para comentarles. También tuve que pasar por unos amigos, espero no les moleste.
Señaló con su mano hacia su lado izquierdo, a unos metros se acercaban dos chicos castaños, uno mostrándose feliz y otro manteniendo una expresión no tan amigable.
— Quiero presentarles al policía Lee Minho y al forense Bang Chan.
El ambiente se sintió un poco tenso por parte de unas personas cuando Chan, de forma natural, tomó la mano de Minho mientras asentía en un gesto de saludo. Al notar eso, Minho, quien mantenía su gesto tan defensivo, arrugó un poco su entrecejo en una mueca antes de sonreír.
— Es un gusto, los respeto como oficial, pero si alguien empieza con sus mierdas de "no deberían tomar sus manos porque la biblia dice...", tomo a mi novio, a Felix y se las arreglan solos con su loco suelto.
Dos mujeres se escandalizaron por ello, alegando que era muy grosero de su parte.
— No es menos grosero que las miradas de desprecio que recibimos apenas llegamos, señoras —respondió Chan.
Tras darles unas personas la bienvenida, la gente empezó a dirigirse hacia sus hogares. Hyunjin empuñó sus manos dentro de su sudadera, su mente estaba pensando demasiado y se atrevía a decir que estaba tan furioso que podría apuñalar ahí mismo a Felix tan solo por la impotencia de verlo vivo cuando lo daban por muerto, pero, ¿Cómo podía estar ahí? ¿Recordaba cosas de aquella noche antes del golpe? Peor aún, ¿Fue consciente de algo después del mismo? Tenía que pensar en algo. Mientras tanto, Jeongin mantenía su mirada en Seungmin al ver como éste se mostraba feliz y aliviado de ver al detective ahí, fue el primero en acercarse y el último en alejarse tras despedirse un par de veces de Felix, entonces una pequeña sonrisa se formó en sus labios. A Seungmin le gustaba Felix.
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